Partida Rol por web

La mañana es clara y brillante, sin una nube en el horizonte, equipados para la travesía sobre los esquíes hasta Vemork. Vestidos con ropas que os hagan pasar lo mejor posible por habitantes de la zona o quizá, en el caso de los británicos, por turistas Suecos o Finlandeses o, más probablemente, Franceses, Alemanes o Austriacos.

Mientars sorteáis la ladera de la montaña en dirección oeste hacia Vemork, podéis ver desde arriba Rujkan, un pueblo de tamaño mediano, capital de comarca y el más importante centro turístico del área de Telemark, que da nombre incluso a una forma de esquiar. Sus calles son agradables y despejadas de nieve por sus industriosos habitantes y la vida parece seguir un buen ritmo pese a la ocupación, que no os pasa desapercibida. Aparte de la ocasional pareja de policía local, de tanto en tanto veis una patrulla de nazis paseándose para controlar a la población con su sola presencia.

Liam se siente incomodo, cuando los policias o los nazis se cruzan con ellos de vez en cuando. Si por él fuera se liaría a tiros para vengar la muerte del teniente. Pero debe mantener el tipo, y aunque no logra contener una mirada de odio hacia los nazis, se mantiene tranquilo intentando desviar su atención con otra cosa.

Thrud les guía, asique espera a que ella avance primero.

Thrud se había detenido a observar Rjukan desde arriba, dedicando un momento a divisar cada espacio del área urbana y el movimiento de sus habitantes. Era extraño cómo desde las alturas todo parecía perder un poco de su sentido, hacerse un poco más insignificante. Imaginaba que eso era lo que debían sentir quienes sobrevolaban aquellas tierras y pretendían descargar en ellas su artillería, sin mirar a los ojos de sus enemigos, sin pararse en el suelo a pelear con ellos. Nada importaba, ni siquiera había odio, no había nada. Todo no era más que una miniatura, impersonal, sin nombre. Exterminio de cobardes. Demasiado atrás habían quedado los tiempos donde los hombres mataban y morían cara a cara con sus enemigos, y concedían así la verdadera importancia que tenía la vida, incluso aquella de quien más odiaban.

Había vuelto a mover el brazo izquierdo. Los tres hombres que le acompañaban apenas podrían imaginar el dolor que le producía, los dolores de los primeros días del músculo abierto y los tendones tocados. Ella no manifestaba ni una pizca de dolor. Por el contrario, fue con ese brazo con el cual señaló hacia adelante, la ladera de la montaña que bajaba ligeramente, en la dirección del río.

- Cuanto más rápido pasemos al otro lado del río, a la rivera contraria, mejor - les dijo - La represa está en esa margen, y si intentamos cruzar muy cerca de ella, posiblemente nos encontremos con un grupo de vigilancia. Quizás lo mejor es que sigamos las vías del tren que llegan directo a la represa; podríamos ir por la zona en medio del río y el tren, o bien hacia la izquierda. El margen derecho, según nuestra dirección, puede ser más fácil de transitar pero más expuesto.

Los miró, a los ojos, esperando que se pronunciaran. Ella estaba para guiarlos, para darles los caminos. Y escuchar opiniones.

los planes de thrud suenan bien, pero nos estamos metiendo en la boca del lobo, asi que es mejor ir bien preparados. no me gustaria encontrarnos con guardias siendo solo nosotros cuatro.

- siempre podemos metenos un poco mas en el bosque para evitar ser vistos.- comento lo obvio mientras recogo el abrigo blanco para la nieve

Liam llevaba a mano su cuchillo y su revolver, y también su petaca. A la cual comenzaba a escasearle el whisky. La había llenado antes de la misión pensando que le duraría el tiempo suficiente para continuar con vida, pero desde la muerte del teniente había tirado de su uso más que de constumbre. Si se quedaba sin licor lamentaría haber bebido con tanta frecuencia ya que no tendría ningún lugar donde "recargar" su petaca, al menos no con un whisky decente. Se preguntaba si en aquella ciudad habría algún brebaje irlandes.

Barruntaba eso en la cabeza mientras caminaba siguiendo al grupo casi por inercia. Sin prestar demasiada atención a lo que decían ni a lo que ocurría a su alrededor.

El cabo había comprobado una y otra vez el estado de sus armas y de su equipo. Desde la muerte de Anderson, parecía que había pasado de ser una costumbre a un vicio. Todo estaba en perfecto estado, pero ya que una bala perdida te podía quitar del medio, mejor era evitar que otros accidentes ayudasen a ello. Y la práctica de desenfundar rápido, por muy americana que le pareciese, era la más eficaz.

Conforme subían y caminaban por los puertos de montaña, Thomas tan sólo observaba a Thrud y dirigía sus pasos hacia donde le guiasen los de ella. Atento a todo, incluso con cierto grado de nerviosismo. Parecía mentira que fuese un veterano. No despegaba la mano del colt, cual novato acobardado.

sigo los pasos de los demas, intentando pisar en los mismos sitios para ocultar mejor el rastro en la nieve. en algunos sitios cojo una rama y voy disimulando el rastro, tal i como vi hacerlo a thrud en mas de una ocasion. solo por si acaso.

tambien voy atento al camino y a los alrededores. me parece que los ingleses estan un poco afectados por la muerte de su amigo. espero que espavilen pronto y no hagan ninguna tonteria. no estamos de paseo precisamente.

Thrud esperó a que dijeran algo, además de Asleson, que a pesar de hablar no había dicho mucho. Esperó hasta que se le hizo obvio que ninguno de los británicos diría nada. No intentó azuzarlos ni insistió. Simplemente dio la vuelta, y comenzó a bajar por donde les había indicado que pensaba hacerlo. Cruzar el río era una prioridad, y ya que los otros sólo la seguían, no tenía con quién discutir qué pasos seguirían. No le molestaba la responsabilidad, por el contrario. Sólo era consciente de que, si se encontraban con más alemanes, ella no estaba al máximo de sus capacidades como para enfrascarse en una refriega, y por tanto el hecho de intentar evitarlos era aún más importante que lo que había sido antes.

Cruzarían el río, y llegarían a las líneas de ferrocarril. De allí, seguramente, pasarían más a la izquierda.

- Cruzaremos aquí - dijo Thrud, tras descender lo suficiente para mostrarles el lugar por donde pensaba llevarlos - Hay otra alternativa que es dirigirnos hacia el otro lado, yendo luego hasta la altura de la ciudad de Vemork, y después bajar más o menos en línea recta hacia la represa. Pero, creo, mejor que intentemos esto primero. Correremos el riesgo en un tramo, hasta que la vegetación sea más tupida. Si alguien tiene que decir algo, éste es el momento.

Los miró. El río se agitaba suavemente cerca de ellos, unos metros más abajo, en una larga y compleja corriente que podia amenazar tanto con matarlos como congelarse todo como ya sucedía en algunas de sus partes. La brisa se había levantado de nuevo, cortando los pómulos de Thrud, y obligándola a moverse para no oponer resistencia a su paso. Si aquello iba a ser un grupo de silencio, estaría bien, pero necesitaba saberlo. De ser así, tendría que tomar ella las decisiones, y cualquier momento de duda podía, ya lo habían visto la noche anterior, significar la muerte.

-Por mí, bien.

El cabo se iba relajando a cada paso que daba.

Es una maniobra más, Tom. Estás harto de hacerlas, es tu especialidad. Tan sólo habeis de ir y volver. Y si hay un enemigo por medio, disparas y ya está. ¿Por eso estás tan nervioso? El teniente tuvo mala suerte, punto. El tirador era mediocre y la bala le dio fortuitamente. Ya es hora de que tú funciones como un hombre de verdad.

Por una última vez comprobó el estado del colt, usando el abrigo para apagar los posibles brillos del cañón a la luz de la mañana. Una vez hecho, respiró hondo. Ya todo iba bien.

Cruzáis el río por un puente a las afueras de Rjukan para pasar a su lado sur. Aunque aquí el encuentro con civiles y nazis es más probable, vuestra coartada de turistas parece ser más que suficiente y nadie, de los pocos que os ven en la distancia pasar, parece extrañarse. Subís andando hasta las pistas de esquí y desde allí a la zona de cabañas, desocupadas en su mayoría. Aprovechando un momento en que no pasa nadie, pasáis tras de ellas y subís a la zona de monte abierto. A partir de ahí todo vuestro movimiento es sospechoso.

Subís hasta lo alto del cañón para tener buena perspectiva pero a su vez ser difíciles de ver por las patrullas desde abajo. Os dais cuenta de que la alección de Thrud ha sido muy acertada. Estáis en la vertiente sur de la meseta y el derribo fue en la norte, por lo que las patruillas estarán concentradas allí.

Avanzáis tan rápido como la prudencia os deja para llegar lo antes posible a la zona de bsoque que os debe proteger hasta llegar a los márgenes de la central hidroeléctrica. Debajo vuestro, en la ladera, corre la línea férrea de poco uso que abastace la central.

POr fin, tras casi una hora esquiando, llegáis a las márgenes del bosque. Desde aquí ya se ve Vemork en la ladera norte y el impresionante puente que lo une con la ladera de la central, a la que no podéis ver desde este ángulo. La caída es impresionante, los muros de piedra prometen una paso complicado si alguien intentase el asalto desde el mismo Vemork y observáis puestos de guardia en ambos extremos del puente.

Pero aún os queda atravesar el bosque. Entráis en la maleza con cuidado, es una arboleda espesa, por lo que habéis de quitaros los esquíes y avanzar a pie.