Partida Rol por web

Tus hombres se han dividido en tres grupos. Cinco de los tuyos, comandados por Vallon, se esconden entre las ruinas de la orilla del lago al oeste del campamento; otros cinco más están escondidos entre el follaje del bosque que se encuentra al este. Al norte, tus también cinco hombres, montados a caballo, esperáis a la señal. 

Ésta llega en poco tiempo. Flechas ardientes nacen de las ramas de los árboles. Una de ellas alcanza la lona de una de las tiendas y comienza a arder. Desde la lejanía, no podéis ver más detalles; pero sí observáis el reflejo del metal de las espadas de los hombres de Vallon que se acercan a la carrera al campamento. 

En ese instante espoleáis a los caballos. El campamento tiene pocas defensas, pero pronto salen a vuestro paso un par de soldados que montaban guardia. Un lancero logra ensartar al caballo de uno de tus hombres; el otro, es arrollado por los cascos de los corceles. Dos de tus jinetes se quedan a luchar contra el otro

Tú y dos jinetes más llegáis al campamento. Hay una tienda grande, que identificas como la de Lord Arryn. Hay otra muy pequeña a su izquierda y otra más grande a su derecha. Imaginas que las entradas de estas están al otro lado. Bajando la loma hay un par de tiendas más, una de las cuales está consumida casi completamente por las llamas. En la zona entre ellas luce el gran fuego de una hoguera, en esa explanada bailan las espadas al son de los restallidos metálicos y los alaridos de dolor. 

La compañía de los siete no habla, todos estáis más pendientes de los sonidos nocturnos del camino y de los posibles exploradores de la otra caravana. Pero lo único que oís es el galopar de vuestros corceles. En un momento del camino, el follaje os permite ver un punto de luz en la noche que no es la luna. Son, sin embargo, dos hogueras que se ven a lo lejos. 

Ralentizáis el ritmo a causa del descubrimiento. Hostigáis el terreno y descubrís varias huellas de caballo. Más de tres jinetes habían pasado por allí hacía poco. Las pisadas de los cascos en el barro están muy frescas. 

Seguís avanzando. A los dos puntos de luz se les une una melodía muy leve, que poco a poco va creciendo hasta que lográis reconocerla: es el aletargado sonido del metal contra el metal. 

Los siete, a la orden de uno de los caballeros, aumentáis considerablemente el ritmo. Os acercáis lo suficiente para observar la escena perfectamente. Es un campamento de cinco tiendas de lona de diferentes tamaños. Una se encuentra ardiendo y entre ellas bailan las espadas al son de los restallidos metálicos y los alaridos de dolor. Veis a soldados Arryn, Baratheon y Lannister y también caballeros libres luchando contra mercenarios. 

En ese momento los dos caballeros se detienen.

―No es nuestra pelea ―dictamina uno de ellos. El mercenario sonríe, el salvaje se piensa su reacción, parece estar a punto de galopar hasta la batalla, pero finalmente ceja y detiene el caballo. Los cuatro se quedan observando el espectáculo. 

Lord - dijo el joven mirando a su superior - Es nuestra oportunidad de ganar aliados.. - Cith desenfundo la más larga de sus espadas y frenó el ímpetu de su caballo que estaba tan ansioso como él de continuar. Estaba esperando las órdenes del hombre al mando.. quizás no debió decir nada, pero sin duda aquella era una oportunidad única.

Aquella tormenta de espadas, gritos y llamas avivó las ansías del bastardo por entrar en combate. Un brillo impaciente, casi salvaje, inundó sus oscuros ojos de víbora, parcialmente iluminados por el resplandor que generaban las flamas al consumir una de las tiendas que daban forma al campamento.- Parece que se nos han adelantado...- terció, resoplando divertido tras haberse llevado a la boca una generosa porción de vino dorniense del pellejo de cuero que siempre llevaba colgado del cinto.- Lord Qorgyle nos ordenó recibirlos. ¿Qué clase de anfitriones seríamos si les dejamos a merced de esas sabandijas? - el deseo de salir a galope tendido para sumarse al fragor resultaba evidente; incluso el destrero que montaba se agitaba inquieto a causa de la apabullante tensión que embargaba a su jinete.- Yo voto por destrozar a los mercenarios y, si nos es posible, reducir al resto. Luego habrá tiempo para preguntas.

Harland se rascó la barba, una vez más como si aquél asunto no fuera consigo. Y realmente así lo sentía. ¿Tenía que matar a unos cuántos bastardos? Perfecto, así lo haría... Nadie iba a echarles de menos. Sin embargo esa clase de escaramuzas siempre tenían el inconveniente de encontrar sablazos y flechas perdidos que podían fácilmente quitar de en medio a uno. Harland no tenía problema alguno, tampoco, con morir... Pero si pudiera elegir le gustaría hacerlo después de haber hecho lo que tenía pensado. 

Si ese fuera el caso... ¡Por los dioses, qué muerte tan memorable tenía en mente!

-En aquella tienda esta nuestro objetivo, ALCANCEMOSLO! con la espada en alto Erik se dirige a la tienda de Lord Arrin, acompañado por el par de jinetes

El fragor de la batalla ponía en tensión a Erik, aunque era una sensación que había llegado a agradar a este con el paso del tiempo

También mira alrededor intentando ver si el grupo de Vallon ha conseguido adentrarse.

Tu conversación con Lord Arryn es ,de improvisto, cortada de raíz por gritos de "¡Fuego, fuego!". Uno de los guardias se asoma para ver lo que ocurre fuera. Con mucho brío avisa a varios soldados más, que no tardan en venir. Uno de ellos es un caballero, lo has visto en más ocasiones durante la travesía pero ni te habló nunca, ni le preguntaste su nombre. 

―Nos atacan, señor ―habló el caballero―. Son bandidos, pero están muy organizados. Vienen desde tres flancos distintos, han incendiado unas de las tiendas, pero les superamos en número dos a uno. Si conseguimos resistir los primero minutos, huirán por donde han venido. 

―No se hable más, que no se acerquen a mi tienda ―dicho esto, el caballero y dos de los tres guardias se marchan corriendo. 

Lord Petyr parece tranquilo, sigue bebiendo de su copa llena de vino del Rejo. Te mira con una sonrisa lánguida. Te preguntas qué le estará pasando a Ser Gregor y a los demás soldados de la Casa de la Luz. 

Acabas de salir de la tienda de Lord Petyr, el cielo nublado ocultaba una inmensa luna. Y los soldados habían llegado a su punto más alto de griterío y desconcierto a causa del alcohol... o... ¿Fuego? Te fijas mejor, los soldados no están alrededor de la fogata, todos están en movimiento, por doquier se oyen gritos de "¡Fuego!", "¡Nos atacan!" y "¡A las armas!". Una tienda bajando la colina a tu izquierda está envuelta en llamas. 

Tus dos acompañantes no tardan en acercarse a ti. Es todo un descontrol. Desde tu posición observas todo el campamento y llega un momento en el que ves a los atacantes. Desde el suroeste salen de entre las ruinas tres...cuatro... cinco bandidos. También oyes el estruendo de caballos galopando, vienen de tu espalda. Te giras. 

Ves venir a 3 jinetes al galope (Punto 1). Detrás de ellos, un caballo yace muerto sobre un hombre que agoniza. Un soldado arryn también está tumbado en el suelo. El casco de un caballo le ha quitado la cara. Dos jinetes más intentan derribar a otro arry, que aguanta estoico contra los dos enemigos. Pero todo eso ocurre detrás...detrás de tres jinetes que vienen al galope hacia vosotros...

Vuestros cuatro acompañantes siguen inmutables, esperan, aburridos a que termine el jolgorio. 

Junto a ti cabalgan dos compañeros más, ya os estáis acercando mucho a la tienda. Justo en frente tuya, en el pasillo que dejan la tienda de Lord Arryn y una que está a su izquierda, se encuentran tres caballeros. No son simples guardias, eso está claro. Les habéis pillado desprevenidos pero ya comienzan a prepararse para vuestra embestida. 

Unos segundos después, aparecen a escena y detrás del trío de caballeros, otro caballero más junto a dos lanceros. Son seis en total, cuatro de ellos caballeros. 

Detrás tuya dos de tus jinetes no logran derrotar a un lancero, que aguanta estoico. 

Si me permitís, mi señor. Creo que lo mas conveniente será que me retire- le dice- quedarnos ambos juntos no puede ser bueno para nuestra misión, ¿no lo cree?- sin esperar su respuesta sale de la tienda, antes de comenzar a caminar a lo loco observa a su alrededor para analizar la situación y ya de paso, busca con la mirada hacia donde se encuentran los hombre de la Casa de la Luz. 

Todo esto del ataque de bandidos le olía muy mal, pero ahora debía intentar mantenerse vivo para luego investigar después.

Acabas de salir de la tienda de Lord Petyr, el cielo nublado ocultaba una inmensa luna. Desde tu posición elevada ves todo el campamento; también, las lindes del bosque y las ruinas que están al lado del lago gracias a la luz que desprende la hoguera y una tienda que está ardiendo. El campamento es una locura de soldados corriendo para acudir a sus puestos. Por doquier se oyen gritos de "¡Fuego!", "¡Nos atacan!" y "¡A las armas!". 

Nada más salir de la tienda, a la izquierda, un total de seis soldados, entre los que se encuentran Ser Trant y sus acompañantes parecen preparados para enfrentarse a algo o alguien (1). Crees oír el trotar de varios caballos. Al suroeste cinco bandidos se enfrentan a seis soldados arryn y Lannister, ya han caído dos (2).  Al sureste, detrás de la tienda en llamas también se distinguen un grupo de soldados que se lanzan al ataque. Todo el suelo de esa zona está repleta de flechas clavadas en la arena(4). No logras ver a Ser Gregor

Tu tienda está al oeste de la de Lord Arryn (no la he dibujado). Parece un oasis de paz entre tanto alboroto. En su zona no hay ni soldados corriendo, ni gritando. 

Estaba en una situación comprometida. Ir hacia donde se producía el combate, estaba completamente descartado. No veía a los soldados de su casa por ningún lado, pero tampoco podía hacer mucho mas para buscarlos. Ir en medio de una batalla era cuanto menos, suicida.

Optó por la opción mas acertada, o eso pensaba él: ir directamente hacia su tienda. 

El joven Cith desenfundó la otra espada y las unió las dos es una especie de lanza de doble punta.. era algo que no solía verse a menudo, sin duda aquél arma que portaba no era normal, como no eran las dos espadas que llevaba al cinto y que ahora formaban un único instrumento de muerte. Tras esto, azuzó a su caballo en dirección a los bandidos, podían pillarlos por sorpresa y si tenían suerte quizás ganasen algún aliado, sino siempre podrían morir como caballeros. Lo que tenía claro que no se volvería a quedar con ganas de sangre.. algo que ya les había pasado en el enfrentamiento con Lucius.

El caballo avanzaba y Seodoc agarraba la lanza como de un caballero de justa se tratase, dispuesta a ensartar al primer bandido que encontrase a su paso.

- ¿Quién es el que cultiva hongos ahora, Tuerto? - lanzando una carcajada, espoleó a su caballo para lanzarse a la carrera en pos de la estela de polvo que dejaba Cith tras de sí. El fuego de su interior se revolvía, inquieto, en busca de víctimas a las que derrotar. De una de las anillas que colgaban de la silla de montar, extrajo su lanza, aún portando la espada en el cinto y su escudo en la espaldera. Se sentía más cómodo empuñando las armas de asta, manteniendo así viva la tradición familiar iniciada con su abuelo y que prosiguió su madre antes que él. 

-Mmmm... -sopesó el tuerto, observando cómo sus dos impulsivos compañeros se lanzaban a la carga. Su traicionero instinto le impelía a seguir una estrategia completamente diferente de la que ambos guerreros se disponían a realizar... Quizá porque Harland, a diferencia de lo que se pudiera pensar, no era un estúpido y rara vez permitía que sus instintos más animales le controlaran. Aunque diera una impresión absolutamente contraria. De eso se trataba el juego, de hecho. 

Observó al resto del grupo, quietos igual que él, y luego el campo de batalla. ¿Qué hacer...? ¿Qué hacer...? ¿Por qué ayudar a unos caballeros que le importaban menos que una mierda fresca recién puesta? ¿Para conseguir aliados? ¿Para qué causa? La suya no, desde luego. De hecho para su causa eran mucho más interesantes... 

Sonrió de forma siniestra. Para su causa eran mucho más interesantes los bandidos atacantes. 

Descendió del caballo y comenzó a caminar hacia el lugar del que, observó, provenían las flechas. Y aunque al principio podía parecer que iba a cuerpo descubierto, pronto se agazapó y, como una pantera, comenzó a acercarse a aquél lugar con paso sigiloso...