Partida Rol por web

Lord Deison observa malherido el final de la sacerdotisa y del mercenario, con un gesto de asco ante los ataques cuerpo a cuerpo brutales de ambos.

Tu señora ha muerto, ahora es tu turno viejo-afirma el joven arquero disparando una flecha directamente a Hador, con la intención de matarlo de una vez por todas.

Suelto una risa seca y un tanto amarga. Es extraño y a la vez triste que un desconocido admire en mí unas virtudes que mi familia y mi Casa consideran defectos. Tal vez lo mejor que puedo hacer es ignorarles a todos y seguir siendo como soy. En este mundo, al fin y al cabo, ser perfecto no te garantiza llegar a ser alguien, y mucho menos acabar bien. Que le pregunten a Eddar Stark...

-Muy bien, Drake, entonces haré lo posible para que no te apresen. Pero respecto a mi padre... No sé si podré hacer lo que me pides. Tiene una singular tendencia a despreciar mis sugerencias. Todo cuanto puedo prometer es que intentaré conseguirte esa entrevista. Pero, si puedo darte un consejo, tal vez te convenga hablar con mi hermano, a diferencia de mí es su heredero y sí tiene potestad para decidir. Y créeme, es posible que te entiendas mejor con él que con Lord Gendry.

Intento mantener la mayor atención al camino. La conversación me ha entusiasmado de más y no quisiera distraerme en un momento tan delicado. En adelante intentaré ser más breve para no perder pista y poder viajar más rápido.

- Tomaré su consejo mi Lady. De hecho es entonces con su hermano con quien deseo hablar. Hay conversaciones que no es conveniente que tengan los hombres más visibles. Las intrigas siempre deben quedar entre hombres que las comprendan y acepten. Una cosa más, debemos tener un plan de contingencia. Si escuchamos a sus enemigos detrás nuestro yo desviaré el caballo para distraerlos, usted deberá terminar el viaje a pie.

Noto como otro aguijón se clava en mi carne, esta vez más profundo que el anterior, ahora cada movimiento es un esfuerzo. "Los años no perdonan... ni siquiera a mí...".

Escucho las palabras del joven jactándose, "¿viejo? ¿Me estás llamando viejo? ¡Maldito crío!" pienso mientras el vigoroso joven tensa su arco, las palabras calan hondo, pero no tanto como calará mi lanza en el cuerpo del insensato, ignorando el dolor que me producen las flechas descargo nuevamente un golpe mortal sobre mi enemigo intentando traspasarlo como ya hice con su hermano apenas hace un instante... "tendrán que perdonarme... solo unos instantes más" mientras cierro los ojos para aplacar el dolor que me causan las puntas afiladas dentro de mi cuerpo.

-No te equivoques, Drake, mi hermano es un hombre de honor y desprecia las intrigas tanto como mi padre. Más vale que no le plantees así la entrevista o se negará a recibirte. Lo que le diferencia de Lord Gendry es que él no acepta a R'hollor ni a sus seguidores y no vive atado al recuerdo de la última guerra; no ansía la paz cueste lo que cueste sino que pretende lo mejor para su Casa y para Poniente aunque conseguirlo suponga el conflicto -o quizás no; quizás sea más parecido a Lord Gendry de lo que estoy dispuesta a reconocer... quizás sólo soy yo quien piensa así. Vuelvo la vista hacia atrás, ¿sería Alisa capaz de perseguirnos o Lord Deison logrará darle muerte?-. No. Si la sacerdotisa y sus adeptos aparecen no volveré a huir. Nosotros tenemos un caballo y ellos irán a pie: les obligaremos a seguirnos hasta la posta y allí los soldados de mi Casa les matarán. Han sufrido heridas, no podrán sobrevivir a un nuevo combate. No les daré la satisfacción de verme huir otra vez -decido con un tono que no admite réplica.

El arma de Hador vuelve a lanzarse contra Deison pero el arquero está mejor preparado esta vez y la lanza le roza el hombro, creándole una fina línea de sangre.

Los soldados se lanzan a por Hurón mientras que la mayoría de los arqueros disparan al gigante. Dos de los arqueros, los que se encontraban con Tom, se lanzan a la carrera hacia los arqueros de la izquierda, para unirse con estos.

Lord Deison aprovecha el momento y, tras recargar y apuntar su arma, dispara de nuevo a Hador.

Pronto te vas a reunir con tu señora. Y allí te esperará mi hermano, mejor armado -encaja Deison sonriéndote con frialdad pese a las heridas.

Finalmente la lanza, lanzada con las últimas fuerzas que consigo reunir consigue chocar contra la cota de mi adversário y finalmente atravesar las férreas anillas hundiéndole la hoja de la lanza más de dos palmos en su interior, al sacarla, el cuerpo del valiente hermano de Desmond cae inerte como lo hizo el anterior unos instantes antes. Una pequeña sonrisa aparece en mi rostro "¿quien es ahora el viejo?, ¡imbécil!" pienso todavía cascarrabias como solo puede ser un hombre de mi edad.

Con precisión militar giro hacía los arqueros que se encuentran más cercanos a mí avanzando como un animal herido, más enfurecido, más letal, más desesperado. El cuerpo de la Sacerdotisa está inerte en un abrazo eterno con el otro joven que apareció del bosque, el inmaculado silencioso sigue acosado por los soldados, conozco que mi final no está muy lejos, pero mi vieja sangre y mis cansados huesos todavía tienen algo que decir, todavía tienen que pagar un precio antes de que caiga, sigo caminando impertérrito hacia el enemigo, otro aguijón más se clava en mi costado, noto como el brazo del escudo no puede ya moverse adecuadamente y un dolor cada vez más intenso se adentra en mi cuerpo con cada movimiento. "No estoy muerto, no es la primera vez, ¡¿vas a demostrarles que solo eres un viejo!?" pienso a cada paso que doy, enfureciendome a mi mismo, la furía te ha echo sobrevivir todos estos años - Aggh!!!- grito cuando avanzo unos cuantos pasos intentado correr y vuelvo a atacar a otro maldito arquero "os vais a venir conmigo cabrones..." mientras la lanza choca contra un aterrado arquero que se queda con los ojos en blanco cuando saco la lanza de su cuerpo.

El cadáver de Deison se derrumba sobre el carromato y, a continuación, resbala por la superficie hasta caer en el suelo.

Sin embargo Hador no puede ver esto pues inmediatamente después se lanza a la carrera al lugar en el que se han juntado cinco arqueros, en los inicios del bosque, rodeados de árboles espesos con troncos rugosos.

Mientras corre el gigante nota varios pinchazos en la espalda que se suman a las heridas ya sufridas. Sin embargo no se detiene en ningún momento, ni cuando los cinco arqueros disparan su primera salva de disparos, recibiéndolo, ni cuando recargan y disparan por segunda vez. En el pecho del guerrero bailan cinco flechas al son de sus rápidos pasos, goteando sangre sin parar y manchando de este líquido las plumas que las adornan.

Finalmente Hador llega junto a los arqueros y empala contra un árbol al primero de ellos, sin darle tiempo siquiera a gritar. Rápidamente saca su lanza y, tras aguantar varios flechazos a corta distancia que le hacen perder el aire, da un golpe lateral con su arma a uno de los arqueros. El pobre soldado sale lanzado por los aires mientras la lanza lo guía en su recorrido, chocando contra el tronco de un magestuoso pino. Hombre y lanza se rompen por la mitad con un crujido.

El veterano trata de adelantarse a por el arma de su contrincante caído pero antes de dar dos pasos su pierna falla y cae al suelo. Uno de los arqueros restantes ha conseguido acertar un buen disparo desde detrás y su pierna ha quedado totalmente inutilizada. Notando que sus fuerzas se evaporan Hador coge los restos de su lanza, que aún sostiene entre sus manos, y ensarta al arquero más cercano con ella entre gritos de dolor.

Más flechas se clavan en su coraza, penetrando en su carne y robándole gota a gota la vida. Con un ágil salto de su pierna buena, Hador consigue llegar a otro de sus enemigos y, usando su manaza, le golpea el rostro contra el suelo una, dos, tres y hasta seis veces, suficientes para matar a su enemigo.

El gigante hace un esfuerzo épico y se levanta para enfrentarse al único enemigo que queda cerca de él. Sin embargo este está preparado y dispara una flecha a una distancia muy corta, logrando acertar con esta en el ojo de Hador. Lo último que ve el gigante es el rostro temeroso de su asesino mientras su pesado cuerpo cae lentamente sobre él, aplastándolo.

- Es su decisión mi Lady. No había notado que sus rivales no montaban, desde mi lugar de observación dentro de su ataúd no tenía una buena vista. De ser así no hay posibilidad alguna de que nos alcancen. Estamos seguros.

El resto de viaje trato de tranquilizarme, de perder un poco de ansiedad. Miro fijo el camino, no bajo la velocidad, me aseguro en todo momento de que mi acompañante se sujeta firmemente. Trato de ocupar la cabeza con el posible diálogo con el hermano de Lady Water, es bastante difícil.