Partida Rol por web

- ¡Eh, un momento eso...!-

gritó Slavick, mientras dejaba la esfera incandescente en el suelo, se guardaba la pistola y así con fuerza el rifle láser. Se giró en ese instante cuando su compañero psíquico gritaba no-se-qué de no miriarlo. Grave error, eso atrajo la atención del tecnosacerdote que se fijó en él mientras Crairman trasteaba con la disformidad.

Por otra parte, los xenos se acercaban raudos como el viento y Anton ya sentía en su interior como algo empezaba a temblar, el pánico se extendía por todo su ser y no podía concentrarse en su tarea: conseguir la electricidad para el vagón.

Todo se estaba yendo a hacer puñetas.

Cuando Crairman dice que le mire, Nicodemus no puede evitar girar la cabeza y lo que vele hiela la sangre.

-¡Oh nooooooooooooooooooooooo!-

gritó Slavick mientras sucumbía al terror provocado por su camarada Crairman, aquello desde luego que no era ni medio normal. Además estaban los oscuros bichos que se les acercaban con una promesa de muerte lenta y dolorosa.

El tecnosacerdote, fuera de sí, apretó el gatillo de su rifle láser con tan mala suerte de impactar en el pobre tarado que había caído del techo. Una lástima, porque un disparo de una brutalidad como el arma que portaba a esa distancia pulverizaría casi cualquier cosa, y un cuerpo de carne, hueso y tendones no iba a ser una excepción.

¡Hey, Piezas! No me dispares, no he hecho nada. Una vez un chico me pegó por pisar una hoja.

Pese a todas sus incoherencias el tipo quedó resuelto, todo lo resuelto que podía estar aquel hombre, y disparó su sencilla pistola láser contra los xenos, sin acertar.

¡Ira y fuego! - El Dr. Linus avanzó y encañonó a una criatura. El fogonazo precipitó los proyectiles contra el xeno, hiriéndola, pero no de gravedad. Apenas unos rasguños.- ¡Por el Trono qué!

Mientras el arbitre huía desquiciado ante las horrores proyectados por Crairman las bestias intentaron perseguirle pero también quedaron paralizados ante las imágenes. Una de las pequeñas se alejó de Crairman, al otra empezó a agitarse en el suelo luchando contra enemigos invisibles. De las dos más grandes una se quedó atrás como un perro asustado, la otra temblaba, pero se mantenía resuelta.

Iba a ser un combate duro.

Nicodemus está a punto de salir corriendo cuando el arañazo del xeno en su armadura produce un chirrido que parece centrarle de nuevo en la situación de combate. Dejando la maza desenfunda su pistola automática y le vacía parte del cargador al bicho...las balas a pesar de poder atravesar blindajes de combate parecían retenidas por la piel del enemigo.

No me gustan esos bichos. Muerden y matan. Hacen daño. Le dije que no abriera las puertas. Nadie me hace caso.

El loco seguía en su propio mundo, bastante ajeno al real. Aunque conservaba cierto instinto de supervivencia, pues se alejó, caminando, del lugar. Una de las criaturas grandes cargó contra Linus, sin herirle mientras la otra seguía en el suelo luchando contra un enemigo imaginario.

Había que darles una lección a aquellos bichos, intentar que no volvieran al menos durante un tiempo, que tuvieran miedo de aquellos humanos, y por ahora lo había medio logrado, pese a que casi vuelvo locos a mis compañeros. ¿Por qué demonios me han mirado? Joderr.... !No te puedes fiar! Pensé mirando a mis lados. Gracias al Trono Nicodemus se había recuperado bastante rápido, pero aun eso tenía un ser de esos cuerpo a cuerpo. Me concentré todo lo que pude entre aquellos chillidos inhumanos y logré entrar en la mente de aquel ser que se enfrentaba a Nicodemus para apretar sus puntos neurálgicos y contraer sus músculos. !Nicodemus! !Coselo a tiros ahora, estoy intentando echarlo al suelo compañero! Le comuniqué por si acaso al miembro del equipo mientras disparaba. Por desgracia casi todos los disparos pasaron bastante alejados de aquella criatura, salvo uno que le impactó sin mucha potencia.

-¡Lo siento!¡Lo siento!.-

gritó Slavick cuando volvió en sí y se dio cuenta de que había abierto fuego contra el tarado del respirador. Casí lo dejaba frito de un tiro y eso les hubiera perjudicado, necesitaban toda la ayuda posible. Con rapidez y celeridad, Slavick se acercó a la pared más cercana intentando buscar una toma de energía desde la cual pudiera hacer un empalme con unos cables y llevar la energía al vagón.

-¡Tú, ven aquí y ayudame!-

le gritó al nuevo personajillo que habían encontrado. Quizá entre los dos, y dado que el tipo estaba en la nave, pudieran encontrar la electricidad que tanto ansiaban.

-¡Venga hombre venga!-

dijo mientras escrutaba la pared.

Crairman acabó con el xeno que atacaba a Nicodemus, mientras Anton buscaba la fuente de energía y Linus se separaba del xeno, evitando el peligro.

Libre del xeno que le acosaba, Nicodemus cambia el selector de la pistola para no desperdiciar balas penetrantes y rocía al bicho más cercano.

El arbitre cubrió de plomo al xeno, quien, gravemente herido, optó por una retirada hasta una de los laterales del pasillo.

Aquellos bichos nos iban a devorar vivos y era algo que me empezaba a poner muy nervioso. No era la clase de muerte que me había imaginado. Lo cierto es que distaba mucho de la muerte que esperaba tener en algún momento, en la que se incluía un cama muy grande, unas tres o cuatro mujeres realmente cachondas y excitadas... Bueno, el caso es que no era así y no pensaba dejar que fuera de otro modo. Puse con mi pulgar enguantado el rifle HellGun en la máxima cadencia posible, acción que costó un tanto debido a la poca sensibilidad de los guantes, y luego apreté el gatillo con todas mis fuerzas mientras gritaba: !!AAAAHHHHHRRRGGGGG NOOO PASARASSSS!! El arma lanzaba fulgurantes rayos de energía intensa y sobrecargada de color rojo contra aquella criatura.

- ¡Eh, como no vengas te dejo frito, mueve tu patético cuerpo hasta aquí y ayudame con los cables!-

le gritó el tecnosacerdote al tarado. El tipo debía de estar muy mal  de la cabeza para no prestar atención a un tipo que tenía un arma capaz de dejarlo seco en un instante y que ya le había disparado antes. No le prestó atención.

Anton, un instante antes de disparar, bajó el arma y volvió a concentrarse en los circuitos que probablemente habría tras las paredes.

-Maldito loco, no hace caso ni aunque le amenaces. Como no venga pronto lo voy a dejar seco.-

dijo para sí.

El psíquico hirió de gravedad al xeno y el doctor remató la faena adelantándose un paso y convirtiendo en pulpa al xeno. Sóloq uedaban dos, uno grande y otro pequeño. Ambos atemorizados de los hombres.

¿Qué hacemos con ellos? Sólo pregunto...sería posible conservar uno vivo. Las condiciones son inmejorables para estudiarlos.

- ¿Se le ocurre alguna manera de conservarlo sin que nos mate dentro de diez minutos?, dice Nicodemus mientras apunta con su arma al siguiente

Podríamos...no...la verdad es que no. Lástima.

Suelta la pistola y sacando el bolter dispara al más alejado. Uno de los proyectiles impacta produciendo una explosión cuyo sonido el casco amortigua.

-¡Maldición!¡Maldición!-

gritó Slavick, un momento crucial, con los xenos atacando y sus compañeros intentando reventarlos a tiros y él no era capaz de encontrar la puñetera electricidad. No podía ser.

El tecnosacerdote se giró empuñando el rifle láser y apuntó al tipo que se cagaba de miedo en un rincón.

-¡Por última vez perro, ven aquí y ayudame!-

exclamó fuera de sí.

Oía por el comunicador las palabras acuciantes de Anton, por lo que parecía el tipo que estaba un tanto sonado no estaba poniendo mucho de su parte. !!Jajajajaja!! !!UHHHhhh!! Tomad del frascoooo. Algo complicado de explicar me pasaba cuando disparaba mi HellGun. La adrenalina, la emoción... todo eso hacía que me subiera a saco y me pusiera como una moto. Eso junto al hecho de que delante nuestra teníamos a unas criaturas que nos tenían echado el ojo como a un bistec, hacia que la cosa estuviera emocionada. Me concentré para intentar ralentizar un poco el tiempo y poder apuntar mejor, y luego apreté el gatillo descerrajando otro disparo laser en el cráneo de otra de aquellas criaturas. !Siii, eso ess! Notaba las vibraciones potentes y casi físicas del los disparos del bolter de Nicodemos, era una sensación genial. ¿Cómo va eso Anton? ¿La cosa marcha? Pregunté para hacerme una idea de cuanto íbamos a tardar.

Los disparos del arbitre y el psíquico acabaron con los xenos. Había sido un combate más sencillo de lo esperado, pese al susto inicial con los poderes de la disformidad. El Dr. Linus recargó su escopeta mientras revisaba los cuerpos.

El loco estaba amontonando basura en un rincón, fabricado su propia barricada en torno a él, igual que lo haría un niño. el tecnosacerdote le intimidó para que colaborara, y eso hizo.

Sí. Electricidad, sí. No hay energía. Apague el reactor. No era bueno tenerlo. No, no. Se lo dije. Las puertas se abrían. No debían estar abiertas. No me escuchó. Nadie me hace caso. Por aquí tiene que haber cables, sí. Dentro. en esta sala -dijo golpeando la puerta metálica-. ¿Cómo se abre? ¡Ábrete!

No parecía haber visto el teclado de acceso.