Partida Rol por web

Justo cuando el sorpresivo ruido irrumpió en la serena noche, Ryan se puso de pie de un salto, más como reacción al intempestivo frenazo que por la apresurada huída de su misterioso acechador. Sin embargo, luego de ello permaneció algunos instantes sin saber que hacer, quizás demasiados, mientras miraba alternativamente a un lado y a otro de la calle desierta.

- Que mierda… ??? – murmuró confundido, sin atinar a decidirse por ningún curso de acción.

Finalmente, aquella última imagen que había tenido del rostro del extraño, ese fugaz destello de odio y malevolencia que había visto supurar desde cada uno de sus poros, fue lo que terminó de decidir al aturdido joven.

Aquel no era un sujeto común y corriente. O, al menos, no uno incauto y asustadizo como había pensado en un primer momento. Los había engañado a ambos, y ahora se burlaba de su ingenuidad.

- Hijo de puta… - masculló entre dientes Ryan mientras se lanzaba a la persecución del desconocido, a la vez que empezaba a sentir que su pecho ardía por la inmensa furia y la impotencia que lo embargaba. - De acá no te vas...

Medito un par de segundos, o al menos lo intento. Estaba cabreado. Me había engañado, se estaba riendo de mí. Mi vida estaba amenazada. Demasiados factores todos juntos. Notaba algo bullir dentro de mí, pero me preocupaba que Ryan se preocupara más por su sseguridad que por atrapar a ese tipo, pero para mi sorpresa veo como se lanza tras un escaso momento de duda a atrapar a ese bastardo.

Sonrío. Hacía mucho que no me metía en una pelea. En el pasado la cosa era más frecuente y llegaba a detestarlo, pero ahora tenía algo dentro de mi que rugía por sed de violencia y, en ese momento, no estaba por hacerla acallar. De modo que salí yo también detrás del tipo, con un gesto ligeramente sádico en la mirada. Si él era el que huía al menos algo de miedo tenía que tenernos.

Ambos salís disparados tras el fugitivo. La sorpresa de su huida y su rapidez de atleta profesional te cogen desprevenidos, con lo que el chico consigue tomar la ventaja. Pero ni un corredor nato es rival para una criatura de la noche. Las farolas en las calles pasan zumbando a tu lado y los edificios y callejuelas se desdibujan a tu paso.

El chico hace lo que puede, salta un banco y pasa a través de un parque. Momentos en que la distancia que ibas ganando se mantiene por unos segundos, pero rápidamente tus zancadas pueden mas.

Ya le estabas pisando los talones, solo te faltaba un pocos más y ¡bingo! Alargas la mano y consigues agarrar la solapa de su chaqueta. En un rápido movimiento lo empujas contra una pared y ya es tuyo.

El chico tiene la frente perlada de sudor y respira entrecortadamente. Escuchas perfectamente su corazón que todavía no ha dejado de correr "¡bum-bum bum-bum bum-bum!"

-¡No me mates, no me mates por favor!

Dice jadeando

- El príncipe, Edward. Te recompensará. Sí, eso es

Estaba asustado e implorando por su vida

- Solo tienes que soltarme. Yo hablaré con él. Le diré...

Al mirar a tu alrededor no ves a tu compañero por ningún lado. Tampoco sabes en que zona debes estar. Habéis recorrido mucha distancia en unos momentos, puede que Ryan no haya conseguido seguiros o se haya perdido en algún cruce.

Estaba cabreado, demasiado, y este tipo no dejaba de tocarmelos bien tocados. Primero se hace el miedoso, luego el chulito y se ríe de nosotros, y ahora de nuevo vuelve a mearse encima. Ya me había cansado de tanta gilipollez por una noche, así que ahora tocaba hacer las cosas de forma menos delicadas.

Sonrío, mirandole a los ojos- Los siento muchacho. Ya te dije que no montaras un espectáculoe - e impulso fuertemente mi rodilla contra su abdomen, esperando que caiga al suelo medio indefenso y así poder llevármelo a un lugar que pudiera controlar más.

El rodillazo parece hacerle encoger, pero no tiene otro tipo de efecto más que asustarle y darse cuenta de que vas en serio

- Tranquilo, tranquilo ¡Te diré lo quieras!

Dice levantando las manos en señal de paz

Hago un chasquido breve con la boca, para desatar la ligera frustración de haber fallado el golpe. Tras intentar recomponerme, miro al tipo.

Está bien, pero dime la verdad. ¿Trabajas para ese tal Príncipe Edward? ¿Qué quiere de nosotros? ¿Cómo sabe de nuestra existencia? ¿Te ha dicho algo relacionado?

Sentía que lo más probable era que se tratara de un peón inútil o poco más que nos estuviera espiando o algo así, pero bueno, podíamos darle una última oportunidad a la dialéctica.

Menea la cabeza afirmativamente

- Soy su ghoul

Dice refiriendose a Edward

- Os quiere juzgar, por los múltiples crímenes contra  las tradiciones

Luego entrecruza el ceño confundido

- ¿Qué cómo? No lo dirás en serio... Os habéis estado comportando como salvajes dejando cabos sueltos a diestro y siniestro. Sois forajidos en su territorio y todos saben que el príncipe no hará preguntas si alguien hace desaparecer su problema; en realidad eso podría significar una recompensa o un deseado favor de mi domitor.

El chico te mira a los ojos y suelta algo que debía tener en mente hacía rato

- Te puedo llevar hasta Edward. Te mentiría si te prometiera garantir tu seguridad, pero con mi intervención seguramente te conseguiríamos indultar

Roger te lanza la propuesta. Su cuerpo era el de un joven, pero su astucia y el brillo en sus ojos además de la forma en la que hablaba te hacían pensar en las de un anciano o alguien demasiado experimentado para su edad

Corres tanto como puedes, resbalando al principio ligeramente, con lo que el chico empieza a sacarte ventaja con facilidad. Tu torpe cuerpo incluso con sus mejoradas habilidades como vástago carece de la potencia atlética necesaria para alcanzarlo y aun que pretendes dar lo mejor de ti mismo, cada zancada te separa más y más de tu objetivo. 

Entonces, Richard pasa por tu lado como una bala con los brazos doblados apretando sus puños. Los ves a ambos doblar una esquina, atravesar un parque y meterse en un callejón. Pero cuando llegas al final de éste ya no sabes qué dirección tomaron. Rápidamente sigues por la izquierda, pero no rastro alguno de su presencia. Los habías perdido y tu también estabas perdido en alguna zona de la ciudad que no conocías.

Tus nuevos instintos te decían que quedaban pocas horas de noche. ¿Cómo lo harías para volver a tu refugio antes del amanecer?

Mi cara pasa por la confusión y la duda a medida que va a respondiendo a mis preguntas. ¿Ghoul? ¿Tradiciones? ¿Su territorio? Estaba claro que me habían metido en un mundo que no conocía a la fuerza y que, ciertamente, cada vez me gustaba menos, especialmente la parte en la que me querían muerto. Pero cuando me suelta la última perlita, no puedo sino poner una notable cara de aburrimiento mientras le miro.

- Macho, en ocasiones no sé si eres demasiado listo o demasiado imbécil- digo, mientras apreto el cuello de su camisa y extiendo mis colmillos. Al parecer me tenía algo de miedo todavía - Osea, es que no puedes soltarme que hay una recompensa por eliminarme y luego decir que me vas a llevar al Príncipe como favor. - digo, mirándole amenazadoramente a los ojos - De cualquier manera, esto parece haber sido útil, al menos en parte. Prometo cuidarte bien a partir de ahora.

Y, sin mayor floritura, golpeo su cabeza intentando dejarle inconsciente para llevarmelo.

Ryan maldijo su torpeza. Pero aún más maldijo su estupidez.

No era del tipo de sujetos que se dejaban llevar por las emociones. Nunca lo había sido, y probablemente jamás llegaría a serlo. Al menos, hasta que aquella insoportable Sed había ingresado en su vida. Además, siempre ocurría algo malo cuando dejaba de lado su carácter normalmente sereno e indolente de siempre.

Por supuesto, aquella vez no sería la excepción.

Sentía que el amanecer se acercaba. No entendía bien cómo ni por qué. Simplemente lo sentía en la piel. En los pelos de la nuca. En las tripas…

Durante algunos instantes, permaneció completamente inmóvil y sumido en un profundo silencio. Observando. Escuchando. Incluso imaginando. Nunca había estado en aquella zona. O al menos no la recordaba. En cualquier caso, no tenía ni la menor idea de cómo salir de allí, y necesitaba con urgencia algún punto de referencia.

Eso era lo que buscaba en su muda contemplación. Un cartel. Una señal de tránsito. El sordo y distante arrastrar de algún zapato gastado…

En medio de la infinita quietud de la noche, Ryan buscó algún sonido que le delatara la presencia de otros seres en la vecindad. Por un instante fugaz e inocente, incluso llegó a pensar que quizás su compañero Richard no se hubiera alejado demasiado.

Seguías en la zona norte, pero te alejaste de las carreteras principales y los nombres de aquellas calles no te resultaban familiares.

No obtuviste rastro alguno de tu compañero ni del fugitivo, pero sabías bien que si habían mantenido la carrera por algún rato podrían estar bien lejos y la ciudad era muy grande.

Paseaste un rato hasta dar con una de las arterias de la ciudad y allí cogiste un bus que enlazaba con otro para regresar a tu casa. Quedaban pocos minutos para el amanecer y los ya habituales síntomas de entumecimiento empezaban a tomar control de tus fríos músculos que se quedaban sin fuerzas poco a poco.

Te despiertas otra vez la siguiente noche en el mismo lugar de tu apartamento igual que las noches anteriores

El chico se desploma cuando haces que su cabeza rebote con fuerza contra pared de ladrillo detrás suyo

Agarrándole como puedes, llamas a un taxi y utilizas la tapadera de que bebió demasiado. El taxista no hace preguntas y consigues subirlo a tu apartamento sin mayor dificultad.

Después de registrarlo y quitarle todo lo que llevaba en los bolsillos, donde encuentras oculto un afilado cuchillo y su documentación, dinero, llaves y poco más; lo atas y lo amordazas para que no se mueva hasta tu despertar.

Finalmente tu cuerpo agota sus fuerzas y va cayendo en el olvido del sueño.

A la noche siguiente cuando te despiertas, el chico todavía sigue allí. Parece que duerme y no se ha movido de donde lo dejaste

Conseguir el arma te había costado más de lo que pensabas. Buscaste por internet y encontraste varias tiendas de antigüedades, pero al llamar no contestaban y obviamente cuando te acercaste estaban cerradas. Finalmente en subastas diste con algunas que te enviaban directamente a tu casa y con un cargo extra el envío se llevaría a cabo en menos de 24horas. Tan solo tenías que dejar a alguien que pudiera recogerla por ti si llegaba durante el día. 

Arreglaste todos los preparativos e incluso dejaste el recado a uno de tus fans para que llevara el arma a afilar con la excusa de que sería parte de uno de tus shows.

Cuando despiertas a la noche siguiente* el paquete con tu nombre escrito encima en edding, está delante de la puerta de tu refugio; pero todavía tenías que ir a hablar con Edward a quien sabías donde encontrar: el 24th Diocese

Me dirijo al baño y me lavo la cara, observando mi aspecto y mi cuerpo. Un secuestro, quien lo iba a decir. Me sentía como cuando era un crío vandálico haciendo perrerías por las calles, aunque esto era más serio que entonces. Me sacudo la cara. Ya tendría tiempo para meditar sobre todo en otro momento.

Me visto y me preparo para salir, pero antes de hacerlo cojo el teléfono y llamo a Robert a ver que tal le va a él y comentar el siguiente movimiento.

Ryan despertó intranquilo y ansioso, con un ardor penetrante que le atravesaba todo el cuerpo. Tal vez un año atrás, o quizás tan solo la semana pasada, bien podría haber confundido aquel angustiante malestar con una mala borrachera. O con un pésimo viaje. Desgraciadamente, ya no podía refugiarse en la dulce ignorancia de antaño.

Como había ocurrido casi siempre desde aquella noche trágica, la Sed impía volvía a acecharlo tras cada despertar. Esa Sed desagradable y bestial, que le atenazaba el cuerpo y le retorcía las tripas. Sin embargo, en esta ocasión parecía aún peor, pues amenazaba con tornarse verdaderamente incontrolable.

Atontado y confundido por aquel ansia que le nublaba la vista, Ryan abandonó a trompicones su improvisado lecho, y se dirigió trastabillando hacia la puerta de calle. Sin embargo, cuando se hallaba casi a punto de traspasarla, una alarma sonó en su cabeza. Era una idea. O un sueño. O quizás tan solo el recuerdo de un sueño.

Sin más, dejó la puerta a medio abrir y se dirigió a la cocina. Allí rebuscó con ruidosa torpeza entre las alacenas, hasta dar con la fuente de metal más grande que tenía. Luego de ello, tomó una de las cajas de leche que guardaba bajo el fregadero y vertió su contenido en el recipiente.

Tal vez fuera una pésima idea. O un pésimo recuerdo, en todo caso. Pero cualquier cosa era mejor que terminar como aquella noche del autobús… fuera lo que fuese que había pasado allí.

Con un pulso extrañamente inmutable, salpicando solo alguna que otra vez en el trayecto, el joven se las ingenió finalmente para trasladar aquella palangana de leche casi a rebozar hasta el exterior de su vivienda. Apenas si demoró algunos momentos en encontrar el rincón ideal donde ubicarla, un oscuro recoveco algo apartado, que se abría entre un par de casas contiguas, y luego de ello volvió a internarse en la noche.

Sabía que el fresco aire nocturno no conseguiría apaciguar su Sed. Nada lo hacía. Bueno, tan solo una cosa…

Con cierta prisa, agarro el paquete, lo desenvuelvo y contemplo el pedido. Es justa y exactamente lo que deseaba... Alguien merece un agradecimiento por esto. Una vez lo he desempaquetado, lo guardo bajo el colchón de mi refugio y salgo a toda prisa hacia el 24th diocese.

La venganza es lo único que me importa, el odio resplandece en mis ojos como una oscura fuerza que me anima a seguir pase lo que pase, ocurra lo que ocurra me vengare.

La noche era fría y el hambre intenso. Las comodidades de tu casa no parecían estar ayudando al vacío que sentías dentro. 

Despertaste deseando que aquellas pesadillas sangrientas fueran eso, solo pesadillas; pero al enfrentarte al espejo volviste a ver al monstruo en el que te habías convertido. La piel pálida, sedosa y aquel brillo en los ojos lo delataban, estaba dentro de ti y pedía sangre. Otra vez.

Tus propias manos estaban manchadas de sangre, no la sangre que se huele y se ve, si no aquella que pesa en la consciencia por haber visto morir a un compañero la noche anterior y haber matado a un desconocido probablemente inocente.

Ya tenías las llaves del coche y la chaqueta en la mano, todo preparado para salir de tu escondite y comenzar otra noche de terror, cuando de repente te acuerdas de comprobar el contestador telefónico:

- piiiiiiip... tiene NINGUN mensaje nuevo en el contestador, para escuchar mensajes antiguos pulse 1, para....

Antes de que te atrape la decepción y la soledad pero, empieza a sonar el teléfono

Cada vez que pasas por delante del chico amordazado, sus ojos te siguen siniestros. Parece que tenga algo que decir, o quizás tan solo te este maldiciendo por dentro. ¿Sería un chico inocente? ¿se merecería todo aquello? ...un secuestro.

El teléfono suena:

piiiiiiiiiiiiiii...........

piiiiiii................