Partida Rol por web

—¿Qué ocurre por ahí? —dijo Brandon por el comunicador. La pregunta era lo suficientemente ambigua para que valiera tanto para Nairobi como para los demás.

Le hizo un gesto a Yeng Ha para que se quedara vigilando la entrada del conducto por el que había entrado Nairobi y él avanzó por el pasillo hasta encontrarse con Kazuo.

—¿Qué diablos te ha pasado? —dijo mirando alrededor y viendo a esos drones que prácticamente habían terminado de pivotar. Se colocó delante del asesino para tratar de tapar el angulo de visión de los drones sobre él exhibiendo su uniforme de la compañía.

Los drones se quedaron parados y su luz roja se apagó durante un instante. Brandon frunció el ceño y avanzó un paso. Los drones no se movieron ni un ápice.

—Venga, muévete —le dijo a Kazuo—. Tenemos unos instantes. ¿Cómo vas por ahí Nairobi? No me gustaría tener que desactivarlos a lo bruto.

Hizo un gesto para que Yeng Ha también se acercara con celeridad y esperó a que Kazuo empezara a moverse mientras la luz roja de los drones volvía a empezar a parpadear erráticamente.

—¡Tenemos compañía!— informó Kazuo mientras sacaba su rifle y se preparaba para recibir a los recién llegados.

Dudó un momento pero luego abrió fuego contra los recién llegados. No sabía quienes eran y no tenían tiempo de hacer amigos en esta situación. Era una situación puramente administrativa¹. Se aplicó a fondo para eliminar a uno de los oponentes y que los demás quedaran amedrentados tanto por la sorpresa como por la brutalidad ejercida. Era un truco básico de la Yakuza: mata el corazón de tus enemigos antes de que piensen en devolverte el golpe².

Avanzó Brandon para ayudar a Kazuo cuando se topó con los restos de los dos drones de vigilancia, sin tiempo a procesar lo que acababa de suceder se encontró con que un joven vietnamita asomó por la escalera y a punto estaba de seguir ascendiendo cuando se percató de que tenían compañía.

Kazuo no tuvo piedad y aplicó su violencia como si fuera un vendaval: un disparo bastó para hacer desaparecer la cara de aquel pobre desgraciado cuyo cuerpo decapitado se desplomó pesadamente. No dio tiempo a la reacción de sus compañeros y volvió a disparar ensañándose con el cuerpo provocando un auténtico crater en el pecho del caído. La sangre se había repartido por todo el pasillo tiñendo el suelo y las paredes de tragedia 

La escena era más de lo que Brandon había visto en toda su vida¹. Y escaleras abajo, ocultos por el pasamanos se escuchaba el llanto del verdadero terror. No del que él sentía.

—¡Nos han encontrado! —había sido la primera reacción, sin embargo pronto se vio sustituido por balbuceos y sonidos incomprensibles y gritos de auténtico terror.

—¡Perdonadnos, no teníamos que haber entrado aquí!... ¡Haremos lo que sea pero no nos matéis...!

Estaban derrotados, dos pasos más y pudieron certificar que apenas llegaban a la veintena y tampoco eran de SIGMA TECH, como podían atestiguar aquellos drones caídos. ¿Qué diablos hacían allí?

Cuando vi donde había llegado, aunque no se trataba del lugar que buscaba, no pude evitar sonreír. Las cosas podían ponerse interesantes ahora. El comunicador resonó con la voz de Brandon que me preguntó cómo iba.

- No he encontrado la sala del programa, pero he encontrado algo que puede ayudarnos mucho. Os aviso si funciona lo q2ue tengo en mente. –

La sala en la que me encontraba era completamente esférica y con los drones almacenados en aquellos capullos metálicos. Y colgando sobre mi cabeza y pendiendo sujeta solo por una columna metálica, lo que parecía la sala de control. Si podía llegar a ella y piratear estos drones nos ayudarían mucho no solo a localizar el programa sino a crear una distracción que tuviese ocupados a todos los guardias.

Estaba calmada, demasiado calmada. El miedo era un sentimiento útil pues permitía enfrentarse con cabeza a situaciones complicadas. Pero mi cerebro parecía anestesiado por la calma. Tal vez por eso no se planteó nada más y cuando toqué la columna para empezar a escalar. Los pilotos de los drones comenzaron a encenderse. De todos ellos…

“Mierda”

Pero estaba tranquila mientras escalaba y los drones se encendían.

¿O no…?

Mientras sus compañeros más abajo lidiaban con los intrusos, Nariobi había decidido comenzar con su ascenso hasta lo que había identificado como una centralita. Apenas había empezado la tarea cuando escuchó un pitido, después otro, y otro... Para cuando se dio cuenta un mar de pitidos estaba rodeándola. A punto estuvo de darse por vencida, sin embargo, pudo comprobar que el piloto de cada una de las esferas estaba parpadeando en una luz destellante de color ámbar como si estuvieran cargándose.

El tiempo se la echaba encima y tan sólo tenía un breve instante antes de tener que enfrentarse a una multitudinaria horda de drones armados con una lanza de descargas. De pronto, el primero de ellos empezó a levitar mientras el capullo que le cubría empezaba a abrirse, que todos lo hicieran era cuestión de tiempo. Debía parar aquello, o todo se habría acabado para ella.

Estaba aún demasiado abajo y la sala se estaba llenando cada vez más de aquellos droides. Entonces entendí que no llegaría arriba. Iba a morir ahí. Y estaba… ¿Calmada? No, no era lógico, no podía estar calmada. No quería morir, por Mimi, debía seguir luchando. Un miedo comenzó a recorrer mi cuerpo, sentí la adrenalina reactivar cada músculo de mi ser y el corazón bombear con fuerza. Vi los droides que me rodeaban, miré arriba y tuve una idea loca, pero era la única que podía funcionar.

Uno de aquellos droides se puso a mi espalda y me apuntó, listo para disparar, justo como yo quería. Antes de que llegara el ataque, salté hacia atrás dando una voltereta y caí justo sobre el robot. Este comenzó a emitir pitido mientras intentaba sacudírseme de encima. Pero el miedo me espoleaba con fuerza y no pensaba dejarme caer aquí. Por fin tenía la mente despejada.

Finalmente vi otro robot cerca, me impulsé con las piernas y salté hacia él. La fuerza del impulso desestabilizó le droide que se estrelló contra la columna centrar iluminando aun más la sala con un fogonazo rojo. Según caí en ese droide, salte a otro y luego a otro y así, fui ascendiendo hasta que ya vi la plataforma que me daría acceso a la sala de control. Salté hacia ella y dos droides se pusieron delante dispuesto a acabar conmigo en el último momento, pero no se lo iba a permitir. Con un rápido movimiento, saqué mi espada y rebané los robots por la mitad. Mientras aterrizaba, dos pequeñas explosiones me iluminaron por la espalda y me dieron el impulso que me faltaba para llegar.

En cuanto noté la plataforma, rodé por el suelo para aprovechar la inercia y no hacerme daño. Entonces me puse en pie y corrí hacia la puerta de la sala de control. La cerré inmediatamente y rompí el control para que no se volviera a abrir. Eso no los detendría por siempre, pero medaría el tiempo que necesitaba para hackearlos y tomar el control de ellos. Finalmente me giré y observé la sala que tenía delante.

Brandon observó como los ojos de aquel vietnamita se apagaban lentamente. Durante un minúsculo instante vio los ojos del señor Akiyama en los de ese vietnamita. Sacudió la cabeza y volvió a la realidad actual. Miró a Kazuo y rápidamente se dirigió a la puerta de emergencia situada delante de la escalera y la cerró, echando un vistazo al resto de atemorizados asaltantes tras el pasamanos. Con un gesto de la cabeza les invitó a marcharse y acto seguido cerró la puerta.

—¿Qué cojones pasa ahí arriba? —dijo por el comunicador refiriéndose a Nairobi—. El tiempo corre, ¿sabes?

Antes de entrar en la sala, el comunicador de Nairobi crepitó y la voz de Brandon resonó a través de ella. La pregunta era clara y directa. Que pasaba aquí arriba. Mientras me disponía a acceder a la sala de control, active el comunicador para queme oyeran mis cuatro acompañantes.

- Digamos que se ha desatado un pequeño infierno aquí. Se ha despertado toda la seguridad del lugar y te puedo asegurar que son unos cuantas más de aquellas esferas que las que vimos en el pasillo. –

Pero entonces sonreí.

- Pero si sale bien lo que tengo en mente, tal vez pueda hacer que jueguen en nuestro favor. Ahora os dejo que estoy bastante liada y no me apetece que me frían el culo. –

Entonces accedí.

El ejecutivo de la Yakuza asintió cuando Brandon se deshizo de aquella panda de principiantes.

—No somos los únicos que estamos buscando el objetivo.

Kazuo lo dijo sin ningún tipo de énfasis, era una obviedad que en esos momentos le preocupaba pero respecto a la cual no podía hacer nada. Alguien iba a pagar por no tener toda la información. Bocas no había hecho bien los deberes y en las grandes ligas si no sabes jugar no hay promoción que valga. Pero ya lo arreglaría después. Habló por el intercomunicador:

—¿Has encontrado ya el objetivo? ¿Debemos ir por ahí?

El escándalo que estaban armando traería pronto a un ejército entero de seguridad así que abrió su maletín y empezó a repartir las cargas de tal manera que quedaran medianamente ocultas. No quería destruir la estructura: quería causar daño y confusión. Provocar heridos. Los muertos son una lástima pero los heridos siempre son un problema logístico. Actuaba con premura pero no podía dejar de estar enfadado. Enfadado por la falta de información de Boca, enfadado porque se estaba complicando la cosa y no sabían donde estaba su objetivo todavía. No le gustaba jugar a ciegas¹. Precisamente por culpa de eso no fue consciente de que uno de los cables estaba mal conectado, lo cual podría traer consecuencias catastróficas².

Me sentía más viva que nunca y eso despertaba miles de sentimientos que chocaban con la calma que me había invadido hasta ahora. La sala en la que me encontraba era esférica, simulando a la exterior y aunque desde fuera no lo parecía, las paredes eran traslúcidos y permitían ver el exterior.. y el infierno que se estaba desatando. Toda la habitación estaba siendo rodeada por el enjambre de máquinas de seguridad y una vez tomaran posición, abrirían fuego, enviándome al infierno.

Me sorprendió solo ver una central de control, sin más maquinaria o seguridad, por lo que inmediatamente me conecté al Velo para realizar el hackeo que tenía en mente. Solo que al hacerlo, me di cuenta de por qué no había seguridad. El sistema estaba protegido contra lo que estaba planeando hacer y me di de lleno con las contramedidas que inmediatamente intentaron freírme el cerebro. Por suerte, no era la primera vez que me enfrentaba a un sistema así aunque si era el más sofisticado que había visto. Dejé que mi chip neuronal ayudara al cerebro a bypasear la seguridad pero cuando lo conseguí, solo me encontré con una nueva capa de protección. Sin duda esta empresa contaba con los mejores sistemas.

Fuera, los droides ya casi habían tomado posición cuando finalmente accedí al sistema y un Mapa del lugar apareció ante mí. Un mapa completo, en el que podía verse donde estaba nuestro objetivo, Brandon, kazuo y Yeng estaban tan cerca sin saberlo. Pero el sistema me volvía a rechazar, no podía piratear los droides como quería. Me quedaba sin tiempo y pronto me freirían el cerebro y me volarían por los aires. Solo me quedó una opción. Activé el comunicador y conecté con todos.

- Os paso un mapa donde se detalla la zona exacta donde esconden nuestro objetivo. Estáis muy cerca. –

Entonces supe que posiblemente no saldría viva de allí.

- Chicos, se que no nos conocemos mucho, pero quisiera pediros… que os aseguréis de que nuestro contratista cumpla con lo que me prometió. Ha sido un placer –

Me desconecté de golpe del servidor, miré a mi alrededor, sonreí, los robots de seguridad abrieron fuego… y todo estalló en un fuerte resplandor.

Una sucesión azarosa de acontecimientos había conectado a los cuatro con Bocas y éste les había conectado con aquel lugar: Sigma Tech. Otra sucesión de acontecimientos de características similares les había plantado allí en aquel momento: con Brandon Lee encarando a unos niñatos del tres al cuarto, Kazuo Fukuda plantando explosivos en varias posiciones estratégicas anticipando visitantes inesperados y allende el techo Nairobi tratando de hackear lo que habían adivinado como la última frontera hasta su destino bajo la estrecha vigilancia de la silenciosa Yeng Ha que llevaba tiempo escudriñando a través de la portezuela donde había visto por última vez a la Juramentada.

En ese momento, cuando nadie podía fallar, recibieron un mensaje de Nairobi con un archivo adjunto y después un pitido tan intenso que les atravesaba el cráneo de cabo a cabo. Sus últimas palabras sonaban a despedida y aquella cacofonía a su elegía.

Para cuando se rehicieron, los tres supervivientes sin tiempo a mirar el mapa escucharon una maldición por parte de Kazuo: al reaccionar al que se había convertido en el último suspiro de Nairobi había activado sin pretenderlo su propio sistema de explosivos que acabaría por terminar de activar todas las alarmas de seguridad. Si alguien tenía dudas de que tenían intrusos, en cuanto se activara aquello no habría lugar a dudas¹.

Kazudo sintió la pérdida de Nairobi a dos niveles. A físico, porque su desconexión retumbó en su cabeza como un taladro, pero también anímico porque sin conocerla demasiado se dio cuenta de que había dado su vida por aquella misión. Luego maldijo porque se había equivocado al poner los detonadores debido a aquella señal y se escudó en ese sentimiento de ira para no dejarse llevar por una emoción más confusa para él: la pena. Tenía una misión. Era un Yakuza. Jugaba en las Grandes Ligas y quería salir vivo de allí para buscar una vida mejor para él y su hija. Una vida de desconexión. Acababa de visualizar aquello como una epifanía. No quería que su hija acabara siendo una Nairobi más en en los hilos tejidos por organizaciones sin piedad. Cumpliría aquella última misión y desparecería antes de que alguien pudiera hacer algo por retenerlo.

Pero había que cumplir la misión.

—Ok. Has visto el mapa ¿verdad?

Se había incorporado y ahora se aproximaba a Brandon, que todavía seguía junto a la puerta de emergencia.

—Esos imbéciles no son un problema. De hecho son una solución. Esto va a estallar en dos minutos y atraerá a toda la guardia pretoriana de la torre. Vamos a tener la suerte de que los rebeldes imbéciles estarán en camino y la seguridad del edificio va a disparar antes que preguntar. Mientras se encargan de ellos nosotros tendremos otros siete minutos como mínimo. De sobra.

Estaba ya avanzando por el pasillo hasta una de las múltiples puertas que parecían dar a un almacén secundario o un cubículo de oficinas. Pero el mapa indicaba que aquella puerta daba a la pasarela principal que conducía al prototipo. Al alcance de sus dedos. Siempre y cuando Brandon pudiera hacerse cargo de la situación, claro.

—¿Puedes abrirla? ¿Y sabes que significan los símbolos que había sobre la pasarela en el mapa? Supongo que no eran carteles de bienvenida...

El ojo derecho de Brandon comenzó a girar mientras el izquierdo parpadeaba constantemente.

—Déjame ver —dijo enfocando su mirada hacia el panel que había a la derecha de la puerta.

Un rayo invisible se dirigió desde el ojo de Brandon al panel y su ojo comenzó a moverse rápidamente de un lado a otro.

—Me he conectado al panel... no encuentro referencias de esos símbolos. Puede ser que el archivo esté corrupto o que sea señalética propia de esta planta. En niveles inferiores no había ningún símbolo de esa clase. Creo que puedo abrir la puerta pero necesito un PCB¹. ¿Puedes mirar de encontrar uno? Con suerte encuentras algo. Voy a tratar de conectarme a las cámaras del otro lado aprovechando el panel. Es solo un minuto².

Kazuo se quedó un momento mirando al técnico. ¿Se había creído que era un recadero?

—¿Un circuito integrado? ¿Lo pido a Sigmazon? Tengo cuenta Primer de entrega inmediata. En un dron en 10 minutos lo tenemos aquí.

Cuando se dio cuenta de que Brandon podía estar realmente valorando esa opción lanzó un bufido:

—Chikusou¹...- dijo rumiando un juramento por lo bajo.

Pero finalmente hizo lo que Brandon le pedía, rebuscando un circuito integrado entre los restos de los drones que habían liquidado un poco antes.