Partida Rol por web

Escucho con atención las palabras que me dicen todos y cada uno de los miembros de la junta directiva. De vez en cuando asiento, por lo general cuando la voz va pasando de un interlocutor a otro. Aquello puede parecer una especie de ascenso pero, aunque así fuera, no hay que ser demasiado listo como para darse cuenta de que este asunto de SIGMA TECH es algo bastante delicado. Un regalo envenenado. Una de esas misiones prácticamente imposibles del tipo "te matan los malos, o te mata la organización cuando no cumples el objetivo".

—Me pondré a ello inmediatamente —digo con parquedad y mi rostro se esfuerza por muestra emoción alguna. Pero aunque intento reprimirlo, me invade un único y poderoso pensamiento; Soung...

Los vellos de mi nuca se erizan y siento un escalofrío recorriéndome la espalda. Este encargo me da mala espina. SIGMA TECH me da mala espina.

—Si no hay nada más... —me dispongo a flexionar el torso en señal de respetuosa despedida.

Bocas es la primera opción que llega a mi mente, pero no tardo demasiado en descartarla. Es un tipo de fiar y tiene sus recursos, pero su medio natural es la calle; asuntos sucios y de poca monta, nada como SIGMA TECH. Eso es algo demasiado grande. Demasiado peligroso. Usar a Bocas para llegar a ellos sería como dar palos de ciego contra un avispero.

Debo llegar a ellos de la manera más directa y eficaz, y eso, aunque me joda, es a través del Velo. Pero no puedo alzarlo en cualquier momento y en cualquier lugar. Cuando cruzas la barrera y miras más allá, lo que está al otro lado te devuelve la mirada.

Debo hacerlo desde El Quince...

El vehículo se detiene en el número quince de un oscuro callejón hubicado en el límite de los suburbios del Distrito Lineal. Es un local enfermizo. Un antro cuya oferta de prostitución abarca todos los espectros del arcoiris que el vicio y la decadencia del alma humana es capaz de proyectar. Pero tras los bastidores, fuera del alcance del cliente habitual, hay una cabina con una consola de ciberespacio imposible de rastrear.

El catálogo de oferta se muestra como un torbellino de alucinaciones inducidas a medida que me adentro en el local. Son realmente impactantes. Las imágenes de las cabinas son las que más destacan: una sucesión de actos holográficamente retocados para dar más volumen a pechos y músculos. El nombre de cada prostituta es anunciado por una voz ronca en off, mientras sus rostros se superponen a las otras imágenes: chichas explosivas, colegialas, sumisas, sementales de músculos de mentira y dominadoras de lo imposible. La publicidad de productos químicos es más sutil, con escenas surrealistas de comerciantes de implantes y drogas.

No me cuesta demasiado convencer al encargado para que me deje usar la cabina; un habitáculo de cuatro paredes de baldosas blanco hospital. Nos conocemos hace tiempo y sabe para quien trabajo. Además, me debe una. Eso siempre facilita las cosas...

Me conecto a la consola de ciberespacio que proyecta mi incorpórea conciencia en la alucinación consensual que es el Velo. Estoy nervioso. Casi podría decir que tengo miedo. ¿Es eso posible?. De pronto la luz de plomo rompe la oscuridad de mis ojos cerrados. Imágenes hipnóticas que vuelan desde el filo del Velo pasan a gran velocidad como una película de fotogramas inconexos. Logotipos, rostros aleatorios y un fragmentado rompecabezas con toda la información sobre Hanoi. Y allí esta, tras las luces de neón fundido, al final de una escalonada pirámide de metal; SIGMA TECH...

Las imágenes se sucedían, sin embargo la sucesión de éstas no era aleatoria. En realidad era la proyección de cada uno de los pensamientos del usuario, si éste se conectaba pensando en sexo la mayoría de las imágenes que pasarían mostrarían pechos turgentes o falos de proporciones monstruosas (dependiendo de las aficiones del usuario claro estaba) y multitud de posturas que reinterpretaban una y otra vez el coito. Si por el contrario buscabas información sobre una persona aparecerían CV de los patéticos intentos de esa persona de formar parte de una corporación, y ya si el buscador era diestro en el uso del Velo sería capaz de encontrar su historial médico o policial o incluso alguna grabación de alguna cámara que le hubiese localizado en las últimas horas.

Nadie escapaba al Velo, salvo aquellos que contaban con medios para usarlo a su voluntad. Sin embargo el Velo era jodidamente caprichoso y ni aún así nadie era capaz de tener la certeza de controlar al Velo... El Velo conectaba a todo el mundo y además les daba forma...

SIGMA TECH contaba con muy buenos cortafuegos, por eso el logotipo en lo alto de aquella pirámide fue todo lo que alcanzó a ver Kazuo. Una analogía de lo imposible. Esa imagen se alejó para a continuación mostrar el rostro inocente de Suong, su hija; después apareció a su lado Katsumi. De pronto el Velo oscureció todo y proyectó una serie de finas líneas azules que iban conectando diferentes átomos invisibles a simple vista, rayos azulados parecían ir desplazándose a lo largo de las autopistas de información que conformaban las líneas.

Uno de los puntos invisibles mostró entonces el logo de SIGMA TECH como un posible resultado al que acceder, sin embargo ese punto estaba a su vez conectado con el retrato de Kasumi y Suong y éste último a su vez con otro logo demasiado familiar: Neo Yakuza... Había otras muchas conexiones pero aquellos resultados eran desconocidos para el propio Velo, o tal vez éste juzgaba que serían demasiado complejos para el usuario que se había conectado desde El Quince.

"Si te doy acceso a lo que quieres, daré información tuya a otros". Parecía estar diciendo.

Me desconecto de la consola segundos después de ser golpeado por la imagen holográfica del rostro de Suong. Con la noción del tiempo perdida, y aún aturdido, sigo sin saber cuanto tiempo he estado "flotando" en el Velo. De cualquier manera esto es demasiado. No voy a poner en peligro a mi hija. Tiene que haber otra manera de llegar al final de la pirámide de metal...

Salgo dando tumbos del Quince. Plan B. Mando un mensaje al contacto y acto seguido llamo un taxi. Media hora después me reúno con el Bocas.

Me recibe sentado en un mohoso sillón en la buhardilla de un viejo edificio que es su casa. Motas de polvo bailan bajo la diluida luz que se filtra por el ventanuco de arriba. Me ofrece un pitillo que acepto y el humo comienza a fluir.

—Necesito un favor —le digo sin más. No dice nada. Simplemente asiente y casi puedo oír como crujen los engranajes de su mente cuando piensa en el Cred que voy a tener que soltar.

—SIGMA TECH —su rostro no se inmuta— Necesito entrar. Ya sabes, lo mismo que hicimos con Innovative Gen Industries. ¿Recuerdas?. —aquello fue espionaje industrial.

—Imagino que conocerás a alguien que conoce a alguien que...

Había un par de tipos en aquella sala, Bocas detiene la retahíla que soltaba su interlocutor y en cuanto éste se silenció hizo una señal a los dos tipos. Un portazo y ahora sí estaban solos.

La cabeza de bocas brillaba gracias al reflejo de la escasa luz que se filtraba por las ventanas. El edificio en el que estaban era atípico a su manera pues no tenía una jodida luz en su exterior: era discreto y a la vez en su oscuridad, destacaba como un maldito falo lleno de neones. Tras considerar que había pasado un tiempo prudencial, Bocas habló:

—SIGMA TECH... Esta vez tu maldita corporación te ha puesto sobre algo gordo... Eso no es moco de pavo. —reconoció mientras ordenaba sus pensamientos, pegó una calada a su pitillo y tras expulsarla hacia arriba siguió:

—Con esto estaríamos a Mano, no te debería una mierda por lo de Tây Mỗ ni esas cosas. Seríamos cliente-contratista desde este momento, es decir vienes, pactamos unos Creds y nos ponemos con el trabajo. Sin imposiciones y sin saber nada de la maldita NeoYakuza. —Agregó tendiendo la mano como si pretendiera firmar un contrato verbal.

—Dime cuantos Cred estás dispuesto a gastar y lo uso para llamar a unas puertas, no me cobraré nada. Creo que sé por dónde empezar—Agregó con una sonrisa—. Mentiría si negara que estaba esperando una oportunidad de jugar en las grandes ligas.

—Bienvenido a las grandes ligas —digo estrechando su mano—. Entiendo que puedes imaginar lo que supone cagarla "jugando" en este nivel —añado sin haber soltado aún el apretón.

—Con esto quedamos a mano; contratista-cliente —sonrío. Iluso. Tecleo la transferencia. No es demasiado, pero tendrá que valer. Además, estoy seguro que si falta algo, Bocas lo pondrá de su bolsillo. Esto para él es más que una inversión. Es una oportunidad de medrar en el submundo criminal. Estoy seguro que no va a desaprovechar esta oportunidad por un poco de pasta.

Veo su rostro cuando el ingreso finaliza. Vuelvo a sonreír.

—Espero que estés a la altura.

—Nada mal. —Reconoció Bocas en cuanto vio la cantidad—. Estoy seguro de que mi Negro¹ me lo habría hecho por menos cantidad pero la pasta le servirá de incentivo.

—Voy a poner a mis hackers a rebotar la señal del Negro por si acaso... Dame un par de horas y te digo algo con lo que sea.

Un par de horas, el escenario era parecido: los dos tipos en torno a la misma mesa. Sólo que esta vez no estaban solos, el Bocas había implicado a dos de sus hombres de más confianza vietnamitas, uno de edad pareja y el otro más maduro. En ese momento estaban explicándole a Kazuo sus averiguaciones:

—Tengo un nombre. No es demasiado, lo sé, pero había demasiadas barreras por lo que logramos sacar un pellizco de la lista de datos de los trabajadores de la corporación. Giang Phạm, de los que tenemos es la única de la que sabemos que trabaja en la seguridad de la compañía por lo que tendrá el suficiente nivel de acceso para la información que buscas. Sabemos también que gusta de frecuentar un VR cercano², a la salida del trabajo que eso será… –Revisó entonces el reloj de muñeca que portaba, éste proyectó en holograma la hora, eran algunos minutos pasados las 20h.

—En una hora. ¿Cómo quieres hacerlo?

—Buen trabajo —digo a Bocas y los suyos. Ya tenía un hilo por el que tirar. El gasto de Cred había valido la pena...

—Lo haremos a la vieja usanza —esto es un secuestro express.

—Esperamos que salga del VR y le caemos encima. Inyección de neurotoxina y a dormir. La metemos en el vehículo y cuando despierte estará en un sótano con un halógeno golpeándole la cara. Ya sabéis como va el tema. ¿Alguna duda?.

Los dos hombres a los que Bocas había implicado miraron interrogativamente a su jefe como si esperasen confirmación por su parte. Éste a su vez negó.

—Ninguna, vamos allá.

En algún lugar en las inmediaciones del Hoan Kiem... 

El Eros se encontraba en el fondo de un callejón, al otro lado del mismo se encontraba una calle muy transitada la cual discurría paralela a los límites que separaban el privilegiado barrio de Hoan Kiem, del resto de la inmundicia de Hanoi.

Hoan Kiem es prácticamente un sitio inaccesible para los pobres desgraciados del ensanche, de ello se encarga la seguridad privada al servicio de las corporaciones que se distribuyen en torno al lago que da nombre al distrito. Los coches y las motos pasaban silbando provocando de cuando en cuando alguna protesta de los peatones que se veían en la tesitura de tener que esquivarlos para llegar al otro lado de la calle.

Un lugar ideal para una actividad no tan decorosa, sin embargo la discreción que aportaba aquella localización quedaba diluida frente al espectáculo visual que suponía su exterior: dos carteles destacaban con sendas siluetas sensuales de un hombre y una mujer, ambos con proporciones muy vistosas. A un lado de los mismos, se encontraba la entrada, enmarcada por luces azules de neón y frente a éstas se recortaba el contorno de dos porteros que parecían estar asegurándose de que los que entraban encajaban con el perfil de los clientes que acostumbraban a tener. Todo aquel conjunto se encontraba coronado en su parte superior por una gran celosía de acero iluminada por los mismos tonos azules, y frente a ésta se dibujaba un cartel blanco de grandes dimensiones que daba nombre al nombre del local: EROS.

Así se llamaba el local de VR que según decían las fuentes de Bocas, frecuentaba el objetivo del que debían conseguir la información sobre SIGMA TECH. Con el nombre y buceando en las redes sociales no tardaron en descubrir el aspecto verdadero de Giang Phạm. Ahora salvo su nombre y el lugar de trabajo, lo único que tenían era un par de fotos... Aún así, estaban mucho mejor que hacía un par de horas.

Mis ojos bailan perdidos al son que marca el cartel de neón con forma de silueta femenina. La imagen me recuerda a Katsumi y al lugar en que la conocí. Divago mientras espero que llegue el objetivo. La espera parece dilatarse en el tiempo...

—Ahí está —dice Bocas golpeándome el hombro con el dorso de su mano. Salgo de mis recuerdos. Él señala una mujer que se acaba de bajar de un vehículo aerodeslizador. Un taxi de alto standing. Ella viste con la calidad típica de un miembro importante de una gran megacorporación. Amplio la imagen de su rostro a través de mis implantes oculares y cotejo sus facciones con las fotos. No hay duda. Es ella.

—¡Vamos! —Bocas intenta lanzarse fuera de nuestro vehículo.

Lo agarro por el brazo y lo detengo —No. Esperaremos que salga. Estará cansada y con los sentidos relajados. Además, si ha venido en taxi, pedirá otro al salir. Mientras espera en la calle será cuando le caeremos encima.

Mi matón particular asiente, y esperamos con la paciencia del cazador avezado...

Si Bocas dudó en algún momento de la propuesta de su jefe, en ningún momento manifestó sus pensamientos en voz alta. En su lugar optó por acomodarse en la parte trasera de aquel vehículo en el que habían llegado. Aquella furgoneta que se habían agenciado no era lo más nuevo, de hecho la NeoYakuza podía permitirse algo mejor que aquella mole arcaica que en la que se encontraban pero la idea era pasar desapercibido y aquella furgoneta a imagen y semejanza de las que habitualmente utilizaban los mayoristas para distribuir su mercancía por los diferentes establecimientos de Hanoi era la mejor manera de estar ocultos a plena vista.

Fiel al plan de Kazuo, dejaron un tipo atrás que les haría de observador, mientras tanto ellos deambularían por los alrededores como si se tratasen de una furgoneta de reparto a proveedores y mayoristas. Al cabo de una hora llegó el aviso y rápidamente volvieron a encaminarse hacia el Eros.

No les llevó mucho llegar, entonces advirtieron que tal como anticiparon, aún no había puesto los pies en polvorosa. El observador consciente de lo ajustado de los tiempos, se había posicionado tras ella quién parecía estar mirando su intercomunicador, tal vez rastreando el movimiento del transporte que debía sacarla de allí. Para cuando la mujer levantó la mirada, se encontró con una puerta abierta y antes de entender lo que estaba pasando la estaban empujando bruscamente hacia las tripas de aquel vehículo.

Un portazo y ya estaban todos a la carretera. El paquete estaba maniatado y encapuchado por lo que poco podía haber visto durante el forcejeo inicial... Parecía que el plan había salido bien, cuando se escuchó una voz que interrumpió cualquier atisbo de celebración:

—Nos siguen. —Anunció el conductor mientras miraba por el retrovisor—. Tiene pinta de que ese es el coche que iba a buscarla.

Era el mismo aerodeslizador que el que la había dejado en aquel lugar de VR, con la salvedad de unos nuevos neumáticos situados en sus extremos que le permitían moverse por la ciudad como si se tratase de un vehículo mundano más.

—Maldita sea —mascullo—. Tuerce a la derecha en la siguiente —indico al conductor—, más adelante hay un descampado. Allí nos desharemos del problema.

Tras introducir el último cartucho en la escopeta miro a Bocas —que tus hombres se pongan las capuchas y tengan las armas preparadas. No podemos dejar ningún cabo suelto.

La fuerza centrípeta se hace notar cuando la furgoneta tuerce a la derecha. No queda mucho para llegar al descampado del extraradio de la zona marginal; lugar ideal para que unos cuantos disparos y un vehículo en llamas no llame demasiado la atención. En cualquier caso, las fuerzas del orden tardarán bastante en aparecer por allí.

Cubro mi rostro con uno de los pasamontañas del equipo de Bocas y mis dedos se cierran alrededor de la empuñadura del arma. Estoy listo para lo que viene...

El conductor rectificó rápidamente la posición del volante provocando que la inercia que los movía a todos en el interior de la furgoneta se esfumase, un nuevo chirrido y recuperaron rápidamente la velocidad provocando que los tranquilos viandantes que se dibujaban por las ventanas laterales del vehículo mientras paseaban por la acera empezasen a sucederse cada vez más rápidamente.

—Nos siguen —. Confirmó nuevamente el conductor mirando por el retrovisor mientras el resto de los ocupantes del vehículo permanecían agachados temiendo ser abatidos por el posible fuego cruzado. Sin embargo ninguna bala fue disparada hasta que el vehículo se detuvo. Habían llegado al descampado que les indicó Fukuda.

El coche que les seguía también se detuvo a unos escasos metros, no sin antes derrapar para quedar ladeado. El copiloto del coche de persecución se bajó mientras que el conductor permaneció al volante a la espera de lo que pensaban hacer sus presas.

—¡Soltadme jodeeeee...hmpf! —Gritó una voz femenina desde el otro lado de la capucha hasta que alguien la pegó un puñetazo en el abdomen para silenciar aquellos sonidos estridentes. Había mucha tensión y no convenía ninguna algarabía que les distrajese.

Los segundos empezaron a dilatarse en el tiempo...

—Vamos a cargarnos a esos hijos de puta.

Eso es lo único que digo antes de que el atronador ruido de las armas se adueñe de la noche mientras los fogonazos iluminan de manera intermitente el pedregoso suelo del descampado. 

Aprieto los dientes con rabia. Hay mucho en juego y no puedo cagarla ahora. Entonces un disparo perdido atraviesa con un silbido las filas de tallos de un matorral que había por allí y abre un agujero en el costado del metal galvanizado de la furgoneta, justo a mi lado. Mis cyber-ojos calculan la trayectoria de los proyectiles sólidos de la siguiente ráfaga y... ¡joder!. No voy a conseguir evitar que me alcancen...