Partida Rol por web

Llegaste al Think Coffe algo antes de la hora. La agente Greissy parecía interesada en hablar contigo. Fue ella la que escogió el lugar. No habías estado antes allí. Tiene buen gusto. Se trata de un elegante local en la esquina norte de JacKson Square con amplios ventanales y decoración de estilo europeo. Mesas de forja y mármol blanco, sillas de madera con formas curvas y unos cómodos sofás tapizados en cuero negro. Hasta se tomaron la molestia de cubrir el suelo con auténtica madera. El resultado es un espacio acogedor y cómodo. Más aún gracias a la silenciosa climatización que baja la temperatura y la humedad del local a rangos soportables. 

Cuando Greissy te indicó este lugar y te dio cita a las 9:30 de la mañana comprendiste que buscaba discreción. La comisaría del distrito sureste, a la que está adscrita Greissy está a 3 manzanas de aquí. Lo suficientemente lejos como para no coincidir con compañeros olgazanes y lo suficientemente cerca como para no tardar demasiado en llegar a pie. Un buen filling, aunque no conoces a Greissy y tampoco tienes más referencias de ella. 

El camarero llega con la carta y una sonrisa de las que buscan asegurar la propina desde el primer momento. ¿Qué desea?

Sí, Harold había visto antes otro pendiente igual. 

Fue en Ludlow Street, cerca de China Town. Aquella mañana de lunes hace algunas semanas se presentaba muy aburrida. Otro día soporífero vigilando idiotas que pasaban ridículas cantidades de heroína a otros idiotas aún más idiotas que los primeros. Harold se sentía como otro idiota más haciendo ese trabajo. Puto teatro para que la gente estuviese contenta pensando que alguien hacía algo por acabar con esa lacra que en el fondo sólo mataba desgraciados que a nadie importaban. 

Pero esa mañana la radio de la policía de NY pasó un aviso para acercarse al 34 de Ludlow Street. Al parecer un joven no respondía desde hacía algunos días a las llamadas de su madre. 

Y con razón. Tras colarse por la ventana del patio interior Harold se encontró a un joven treintañero muerto con dos disparos por la espalda. El piso limpio y ordenado, una botella de buen vino en la nevera y una mesa preparada para una cena romántica en pareja. Encontró el pendiente en el sofá justo antes de que sonara el timbre y al otro lado se escuchase con claridad -¡Policía de Nueva York!-

Es temprano pero ya hace calor. Harold conduce su Dodge negro en dirección al 88 de Walker street en China Town. Le han llamado Hume y Mathiew. Una chica muerta. Al parecer una camarera del SUN SAL GAI. Tu restaurante favorito en esa zona de la ciudad. Harold tiene un mal presentimiento. Hace algunos días que no ve por allí a Nan. Una joven y agradable camarera que llegó al restaurante hace unos meses.

Desde lo que pasó con aquellos suicidios no son pocos los que han vuelto a mirar a Harold con ciertas suspicacias. La reputación del veterano capitan de la policía de NY hace tiempo que baila entre el héroe indisciplinado y el loco agresivo con ansias de protagonismo. Lo del cuerpo fantasma de aquel supuesto asesino invisible y el posterior ingreso en el hospital psiquiátrico de aquella chica indocumentada de origen hispano ha decantado la balanza más bien del lado de lo segundo en la comisaría del Bronx. La peor parte de aquello se la llevó el comisario James. Ahora relegado a funciones de administrativo en los archivos policiales de Harlem. ¡Otra vez los putos periodistas! El tratamiento de aquellos sucesos, como si se tratasen de un capítulo de Xfiles, pareció más una venganza por haberlos mantenido al margen y no filtrar información que cualquier otra cosa. Si hay algo que pone furiosos a los periodistas es no darles información. En el fondo son una mafia más. Seguramente una de las peores. ¡Pobre James! No se lo merece. Quizás ha sido el ultimo comisario respetable que Harold había conocido.

La nueva, la comisaria Margareth Leis es otra lameculos más. En eso consiste la carrera policial una vez que uno sale de las calles. Si lames los culos adecuados terminas de comisario. Si te equivocas de culo o no te gustan los culos, entonces tu destino son los archivos de Harlem.

Aparcas en doble fila junto al coche patrulla. Menos mal que Mathew y Hume siguen allí. Menos mal que Hume llegó a tiempo aquella noche. No es que te moleste perseguir el menudeo del hachís y la heroína en China Town. Para ti es como una vuelta a los inicios. China Town tiene algo de esa vieja Nueva York que añoras cada noche. Pese a los turistas sigue siendo un rincón oscuro. Pero sino fuese por Hume y Mathew ni te dejarían arrimarte a los casos de verdad. Lo último serio que vistes fue por pura casualidad, y no tardaron en dejarte claro que aquel asesinato tampoco sería asunto tuyo. “Lo tuyo ahora son los camellos, Harold. Tómatelo como unas vacaciones en Egipto”. Eso fue lo que dijo la estúpida de Margareth... la muy zorra incluso sonrió.

En el portal del destartalado 88 de Walker Street te espera Hume. Tiene ya las sobaqueras del uniforme sudadas y son apenas las 10 de la mañana. El día promete ser duro para los compañeros. Tu afortunadamente puedes andar por ahí en mangas de camisa.

-Le han hecho “la sonrisa del Joker”. ¡Putas películas! Es el segundo caso en 1 mes-