Partida Rol por web

Había fallado el último tiro. Ian lo había parado en el último momento. Eso me quitaba la ventaja sobre Teo pero al menos estábamos empatados. Eso me provocaba un poco de preocupación, pero por otro lado Ian tenía una oportunidad. No tenía nada en contra de Rose, pero conocía mejor a Ian y estaba tan emocionado que quería que el consiguiese pasar las pruebas.

Cuando Rose hizo la suya se me hizo un pequeño nudo en la garganta. La chica había parado de manera impresionante dos tiros de Teo, lo que la ponía en mejor posición que a Ian. Además, eso lo hacía un adversario duro de roer. Vi la mirada de súplica en Ian. Si yo metía los tres tiros, él y Rose estarían empatados en paradas, y puesto que Ian había deslumbrado el la "carrera" eso le daría a él la posición. Si ella me paraba uno, yo seguía por delante de Teo pero Ian ya no. Tragué saliva consciente de la presión y me dispuse a jugar mi mejor baza.

Con la quaffle en la mano y la escoba elevándose en el cielo, respiré hondo. Opté por un tiro directo para comenzar y aunque Rose se acercó, llegó tarde. Para el segundo me arriesgué con un movimiento circular que me salió perfectamente, marcando el segundo gol.

"Voy en cabeza." - pensé emocionada. 

Me concentré todo lo que podía, pues notaba la presión sobre mí y me daba la impresión que todos los asistentes estaban aguantandose la respiración. Alcé el brazo y lancé la quaffle con fuerza. La pelota voló girando sin parar y a punto estuve de sonreír al ver el círculo libre... Pero Rose apareció justo a tiempo, desviando la bola.

Miré entonces de manera automática y sin darme cuenta a Ian. 

"Lo siento... de verdad."

- ¡Oh! Sí, sí... verás, te he hecho llamar para felicitarte una vez más por tu espléndida participación en mis clases. Se nota que tienes un talento innato para las pociones. Y por ello me gustaría invitarte a mi próxima cena de alumnos. Ya sabes, no viene todo el mundo, solo los que considero dignos de una élite dentro de la escuela. Siempre me ha gustado relacionarme con excelentes alumnos. ¿Quieres un poco de cerveza de mantequilla? Me la ha enviado un antiguo alumno. Carl, ¡era de los mejores!

Asenti a Oliver, con una media sonrisa, cuando dijo que podriamos ir ahora- Si quieres podemos investigar juntos y despues vamos a recoger a Leo y le contamos lo que descubramos... - le propuse, encogiendome de hombros, espontanea. Lo cierto era que, a pesar de las circunstancias, me alegra ver aquella calidez y aquella humanidad en Oliver. Normalmente solia mostrarse mucho más distante, al menos con Deirdre de por medio. Quizas por eso su agradecimiento me pillo por sorpresa- No tienes que...

Sin embargo, me interrumpi ahi, cuando aquella cria vino corriendo hacia nosotros, gritando mi nombre. En cuanto la escuché, se me descompuso el rostro y miré a Leo, con un gesto de pánico.

-¡Patrick! - exclamé, asustada. Y enseguida supe qué tenia que hacer- Cariño, te veo luego... Ve a la sala de trofeos yo... Voy a ver qué ha pasado... Oliver, lo siento, yo... Luego... - dije, con cierto apremio, dandole a entender que habria que postponer la busqueda.

Y ni siquiera esperé contestacion. Eché a correr con aquella cria en busca de mi hermano, con el corazón en un puño.

Carrie no era estúpida, y a pesar de que Slughorn en el mejor de los casos la dejaba indiferente, debía admitir su inteligencia al rodearse siempre de gente influyente e inteligente. Era en realidad como una gorda araña que tejía una red a su alrededor, permitiéndose el lujo de descartar a los no válidos. Carrie no era tan rígida al escoger a sus súbditos, nunca se sabía quién podía valer en el futuro, pero estar en el Club de las Eminencias, rodeada de personas interesantes, podía ser realmente útil.

- Será un placer ir a la cena - accedió con un deje burlón en la voz mientras aceptaba el vaso de cerveza de mantequilla -. La verdad es que pociones es mi asignatura preferida - mintió con convicción -, de hecho estoy particularmente interesada en la fabricación de antídotos - y venenos, pensó para sí -. Me preguntaba si podría dejarme algún libro de venenos y sus antídotos...y algún bezoar para hacer pruebas.

El profesor parecía bastante contento con las respuestas de Carrie y por ello le dedicó una amable sonrisa. Sin duda pensaba que la incorporacón de Carrie al Club de las Eminencias será una gran aportación y podría resultarle de lo más ventajoso.

- ¡Excelente!.- Exclamó ante la respuesta afirmativa de la chica con respecto a la cita. En cuanto la chica preguntó sobre el libro Slughorn, claramente agradecido se levantó del asiento y se dirigió a una vieja estantería repleta de libros sobre pociones.- Pues creo que está en su día de suerte, señorita Lewis. Creo que tengo por aquí un excelente ejemplar sobre lo que usted claramente necesita.- empezó a rebuscar, moviendo algunos libros y apartando el polvo que salía del lugar con movimientos enérgicos de mano.- Además permítame decirle que tiene usted un gusto excelente con respecto a lo que tiene que aprender. Sabe lo que conviene tener bien ensayado. El conocimiento de posibles venenos y cómo contrarrestarlos es uno de los aprendizajes más útiles que se pueden adquirir hoy en día. Más allá que pociones de amor y esas pequeñas y divertidas pamplinas. ¡Aquí está!- Sacó un grueso libro de entre unos cuantos, con tapadera verde oscura y letras plateadas. Sopló para quitarle la pequeña capa de polvo que contenía y se la tendió a Carrie exhibiendo una amable y satisfecha sonrisa.- "Antídotos de toda clase para contrarrestar venenos de todo tipo" el título no es muy original pero... resume exactamente lo que contiene en su interior. Espero que te sea de ayuda y si necesitas alguna clase de consejo no dudes en venir y preguntar. Eres buena chica, Carrie. Me alegra tenerte en mi casa.
 

En cuanto el libro estuvo en sus manos, Carrie acarició las letras plateadas con sus finos y largos dedos, resiguiendo los prometedores trazos de la portada. Sonrió con fingida gratitud.

- Muchas gracias, profesor, lo cuidaré bien y espero darle un buen servicio - se puso en pie como para marcharse antes de decir con premeditada duda -. Ah, esto...¿el bezoar...que le he pedido...?

- ¡Claro! El bezoar, lo olvidaba. Desde que tuve un incidente hace unos años siempre procuro tener cuantos más mejor. No son fáciles de encontrar pero una antigua alumna puede conseguírmelos de manera muy fácil...- sacó en total tres bezoar y se los colocó a Carrie en la mano.- Aquí tienes. Espero que te sean de ayuda.
 

Le reiteró el agradecimiento al hombre antes de guardarse los tres bezoar en su monedero y salir del despacho del profesor. No tardó más de dos segundos en recuperar su expresión seria habitual, incluso pensativa, mientras caminaba por el castillo perdida en sus pensamientos. Seguía dándole vueltas al beso de Lestrange y Carrow, simplemente había prendido en su mente con su presencia molesta y no estaba segura de qué hacer con esa información. ¿Decírselo a Deirdre sería un error? No creía equivocarse con ella al pensar que la chica sería fiel a lo que ella le pidiera, incluso en ese aspecto. Aunque tal vez sería mejor tantear el terreno.

Eso podía esperar, se dijo. Dejaría que Oliver le diera la "buena" noticia de que estaban prometidos, pero antes ella tenía cosas que hacer. como, por ejemplo, buscar una sala secreta en Hogwarts, de esas que había a centenares y que sólo unos pocos privilegiados conocían.

Ir ahora... Murmuró, con cierto apuro. Yo estoy castigado, tío. Por... decir tacos, ya sabes. Se encogió de hombros, mirando el Reloj. Si quieres puedes venirte, a ver si te puedes quedar conmigo, o... Giró la cabeza, hacia la recién llegada que daba la mala noticia ¿QUÉ? Alzó la voz, apretando la mandíbula, y Kaitlin se ofreció a ir. Ahora nos vemos, no te preocupes, ves a ver qué está pasando.

Le pidió a Kait, asintiendo con la cabeza. ¿Que habrá pasado? Preguntó, de forma retorica, mientras Kait se alejaba. ¿Me acompañas? Es aquí al lado. No creo que este mucho tiempo, si no fue nada... Se encogió de hombros. Después te acompaño a la biblioteca y le preguntamos al bibliotecaria. Quizás sople la flauta... ¿Era la flauta? Bueno, da igual... Aún estaba preocupado por lo que había pasado con Patrick. No pudo evitar mirar en la dirección en la que Kait se había marchado, y cruzarse de brazos, durante un par de segundos. Joder.

Y.... de "Gracias" nada, tío... ¿eh? Le señalo con el dedo índice, con una media sonrisa, intentando sobreponerse al problema de Patrick. Continuó caminando hacia la sala de Trofeos, sabiendo que si se retrasaba, llegaría tarde a su cita.

Sonreí de forma escueta al escuchar la respuesta de Kaitlin. La verdad es que, en esos momentos, saber de la existencia de alguna posibilidad de parar toda esa locura iba a ser una ayuda. Por el momento ni siquiera me planteaba el conflicto familiar que eso podría suponer. Entonces llega la cría, y Kait se marcha corriendo.

- No me malinterpretes Leo pero ... - comienzo, levantando las manos en señal de disculpa - no pienso pisar esa sala a no ser que no tenga otra opción. Estás solo. Tú, y tus tacos - añado, con un brillo entre divertido y malicioso en los ojos. - Iré a ver qué ocurre. Si es verdad lo que está diciendo, puede que mi presencia acelere las cosas. - Me ahorro mencionar la parte de Prefecto Anual, Slytherin y Carrow; aunque esta implícita en la frase. En realidad, hasta 'novio de Deidre' solía funcionar en este tipo de asuntos; algo que nunca había acabado de gustarme.

- Que sesa leve, 'tio' - le digo haciendo hincapié en esa expresión tan suya, mientras elevo el brazo y le doy una palmada en la espalda. - Nos vemos luego en la biblioteca. Sin decir nada más, dejo que se vaya y, unos segundos después, echo a andar en dirección contraria.

Kaitlin corrió tras la niña a toda velocidad. Ésta la guió por diferentes zonas del exterior del colegio hasta llegar a la colina más alta y empezar a descenderla en dirección al lago. Ya desde aquella distancia se podía presenciar un gran tumulto de gente casi en la orilla.

La niña apremiaba a la prefecta que continuó corriendo hasta llegar a varios metros desde donde se podía presenciar lo que estaba ocurriendo. Un grupo de cuatro chicos de tercero caminaba hacia un chico de pelo anaranjado fuego. Entonces le pegó tal puñetazo que lo tiró al suelo.

Chico:- Ahora aprenderás a no meterte donde no te llaman, renacuajo.

En esas el chico sacó la varita y apuntó con ella a Patrick, tirado en el suelo mientras el resto de gente que miraba no se atrevía a inmiscuirse. Desde aquella distancia Kaitlin no podía llegar corriendo hasta donde se encontraban pues solo disponía de dos segundos antes de que el chico lanzase el conjuro. ¡¿Qué podía hacer?!

Oliver continuó caminando con paso apresurado en dirección a por donde Kaitlin había desaparecido. Si bien a su paso no llegaría a alcanzarla del todo a no ser que se parase y para cuando se asomó desde lo más alto de los terrenos del castillo la larga melena pelirroja de la chica ya estaba casi abajo del todo, cerca del lago por donde había un tumulto grande.

A lo lejos el chico pudo observar que un grupo de cuatro personas caminaban en persecución de un chico de pelo color fuego, le asestaron un puñetazo que lo dejó tirado y al momento el que parecía líder sacaba la varita.

Durante su búsqueda en el castillo, Carrie pudo observar que Kaitlin salía corriendo tras la chica que la había ido a buscar. La visión era algo mareante ya que desde los ojos de Bikkel, se recorría una gran distancia en medio de baches y saltos.

Kaitlin corrió tras la niña a toda velocidad. Ésta la guió por diferentes zonas del exterior del colegio hasta llegar a la colina más alta y empezar a descenderla en dirección al lago. Ya desde aquella distancia se podía presenciar un gran tumulto de gente casi en la orilla.

La niña apremiaba a la prefecta que continuó corriendo hasta llegar a varios metros desde donde se podía presenciar lo que estaba ocurriendo. Un grupo de cuatro chicos de tercero caminaba hacia un chico de pelo anaranjado fuego. Entonces le pegó tal puñetazo que lo tiró al suelo.

Chico:- Ahora aprenderás a no meterte donde no te llaman, renacuajo.

En esas el chico sacó la varita y apuntó con ella a Patrick, tirado en el suelo mientras el resto de gente que miraba no se atrevía a inmiscuirse. Desde aquella distancia Kaitlin no podía llegar corriendo hasta donde se encontraban pues solo disponía de dos segundos antes de que el chico lanzase el conjuro.

Y justo en ese momento Carrie descubrió, en una zona oscura de las mazmorras, un lugar secreto. Bastaba con apretar un ladrillo concreto de un muro donde aparentemente no había nada para que la pared desapareciese momentáneamente, mostrando una sala oscura de mediana superficie, fría y completamente solitaria.

A pesar de la aparente urgencia, había echado a andar tras de Kaitlin. Sin ninguna prisa. En el fondo, le daba exactamente igual lo que estaba ocurriendo. O, al menos, eso creía. Porque algo cambió en su interior cunado sus ojos se posaron sobre la melena pelirroja que se ondeaba en los terrenos de Hogwarts. Tanto fue así que necesitó cerrar los ojos y sacudir su cabeza intentando centrar sus pensamientos. - Ella no es Deidre, Oliver. - Se dijo a sí mismo, aunque la justificación no le sirvió de mucho. ¿Realmente hubiese sentido esa preocupación y ganas de alcanzarla si se tratase de su novia? Al parecer, eso parecía.

Necesitó entrecerrar los ojos para ver qué estaba ocurriendo en el lago. Vio cómo ese alumno le pegaba un puñetazo al pequeño O'Hare, y como sacaba la varita. Estaba seguro de que no iba a llegar a tiempo, pero no le quedaba otra más que echar a correr e intentar alcanzar a Kaitlin. Al menos, que ésta viera que había algo de interés por su parte. Por desgracia, una vida basada en las apariencias conllevaba ese tipo de esfuerzos.

-¡EXPELLIARMUS!-grité, con voz potente, señalando al chico que apuntaba a mi hermano con la varita. Y aquella exclamacion surgio firme y determinada. Ni siquiera me importó la carrera, ni mi respiracion estuviera entrecortada despues de haber corrido tanto. Mi voz salio clara y poderosa, como el hechizo que brotó de mi varita.

Y es que ver a mi hermano, allí, rodeado y amenazado, y ver como le propinaban aquel puñetazo sencillamente fue demasiado para mi. No iba a consentir aquello de ninguna de las maneras.

-¡YA BASTA! - grité entonces, acercándome al grupo a grandes zancadas, dispuesta a acabar con aquello.

A cualquier precio.

Sin saber que añadir al comentario de Laura, mantengo la vista fija en lo que se desarrolla ante mí. Vaya con Eve. Qué calladito se lo tenía- pienso, observando la casi brillante actuación de la chica. De hecho, de las chicas, pues la tal Rose ha demostrado ser una guardiana portentosa. Por unos instantes siento un atisbo de pena por Ian. El pobre estaba tan ilusionado y al final parece que la balanza se está inclinando en su contra...

Miro a Duncan, a sabiendas que quiere tanto como yo, probablemente incluso más, que Eve entre en el equipo. 

- Creo que lo va a conseguir, Duncan.- Mi voz suena segura de sí misma al pronunciar esas palabras. No añado el nombre de Eve, pues doy por supuesto que sabe a quién me refiero. Dudo que nadie más esté en su cabeza en estos momentos. Me pregunto si al final le ayudó a entrenar.

¿Decirte que no tienes otra opción no cuela, no? Le preguntó, cuando dijo que no lo haría de no tener otra opción. Se encogió de hombros, extendiendo los brazos, en una cómica queja. Bueno... Pero que sepas que mis tacos y yo somos muchos ¿eh? Acabó por bromear. Asintiendo con la cabeza. Gracias tío. Alzó el dedo pulgar, con una media sonrisa cuando le dijo que iba a ver si podía acelerar las cosas.

Y se puso las gafas de sol, mientras recibía la palmada en la espalda por parte de Oliver, e hizo lo mismo, repitiendo el gesto, palmeando la espalda de él. Me gusta tu nuevo estilo, tío. Le dijo, cuando pronuncio una de sus palabras angulares. Luego nos vemos en la biblioteca. Pórtate bien. Acabó por decir, señalándolo con el dedo índice, mientras caminaba hacia su destino, riendo.

Carrie vislumbró con irritación la escena que se estaba desarrollando con el hermano pequeño de Deirdre, deseando que hubieran dejado al maldito gato en la habitación, aunque era consciente de la valiosa información que le estaba reportando tamaña estupidez por parte de su dueña.

A la par que se desarrollaba la acción, Carrie había iniciado la búsqueda de una de las múltiples salas secretas que ocupaban Hogwarts, empezando por las mazmorras por hallarse más cerca de su Sala Común y menos transitadas. Iba con la varita en mano en un premeditado gesto estudiado, como si sólo la estuviera sosteniendo sin hacer nada concreto mientras emitía un molesto silbido. Posiblemente aquellos que se cruzaron con ella pensaron que, lo que fuera que había perturbado a Carrie esa mañana ahora la tenía más desagradable que de costumbre. Nadie se paró a mirarla dos veces, simplemente la gente se precipitaba a pasar por su lado como si temieran que la morena los marcara como víctimas.

De vez en cuando iba acercando la varita a la pared, buscando un tipo de sonoridad distinta. Así fue como encontró un pasadizo secreto que no conocía y, al cabo de media hora, lo que ella buscaba. Acarició la pared que tenía delante, sin saber cómo se abriría. Tuvo suerte, pues sólo podía considerarse fruto del azar que mientras pasaba la mano por los ladrillos uno pareciera suelto, así que lo apretó con más fuerza hasta que se hundió, mostrando ante ella la sala.

La chica accedió a su interior, lleno de polvorientos cojines, una mesa y estantes con extraños frascos. Se dirigió a la mesa y depositó el libro ahí mientras observaba con satisfacción su nuevo escondite. Poco después el lugar estaba repleto de sus instrumentos de pociones, y había preparado el lugar con comodidad para ponerse a ello.

No pasaron más de cinco minutos que Carrie se hallaba ya ante un caldero burbujeante que, conforme más ingredientes añadía y más removía, más rosado se volvía el humor que desprendía, a la par que llenaba todo de un curioso olor. La amortentia siempre huele para cada uno según el objeto de su amor, se dijo distraídamente. Vaya, aquello era muy curioso. Nunca había notado nada especial en su aroma pero ahora sentía una débil traza que, aunque fuera prácticamente inexistente, sabía perfectamente a quién le evocaba. Interesante.

Había rebajado mucho el efecto de la poción de manera que no causara amor ni mucho menos pero sí una leve atracción, tan sólo un poco superior a la que causaría un bonito vestido en una chica guapa. Contempló la poción, bullendo en el caldero mientras calculaba que aquello tardaría como una hora y media en estar preparada; podría pasarse antes de ir a comer.

Había llegado el momento de ir a buscar a Deirdre así que salió, dejando la burbujeante poción, le lanzó un impedimenta al ladrillo que debía tocarse y se marchó en busca de su pelirroja amiga.

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Kaitlin corrió durante todo ese trayecto y la rabia la inhundaba, mientras Oliver intentaba darle alcance desde atrás, haciendo el mayor sprint de su vida. ¡No había tiempo que perder!

Al comprobar que no llegaría a tiempo la Gryffindor alzó su varita sin pensárselo dos veces y sin necesidad de prepararse exclamó un expelliarmus que tuvo un éxito rotundo. Fue bien dirigido a pesar de la cantidad de que gente que había y al momento la varita del chico estaba volando por los aires en dirección a la mano libre de Kaitlin; No obstante, eso no fue lo único sorprendente que ocurrió. Al tiempo que Kaitlin lanzaba el expelliarmus, una centésima de segundo después de que la varita saltara por los aires una persona se interpuso, dando la espalda a la zona de Kaitlin, Patrick y Oliver, con los brazos extendidos en cruz en señal protectora justo delante del chico que tenía el brazo extendido ya sin varita. El cabello ondulado y pelirrojo de la chica señalaba sin ninguna duda de que se trataba de Deidre.

La gente pareció enmudecer y el chico, desprovisto de varita y teniendo cerca una cara con expresión de cabreo total por parte de Deidre O'Hare delante de él terminó por borrar la sonrisa de su rostro.

Kaitlin se acercaba y al momento Deidre, mostrando rabia le habló al chico de tercero:

- Ya no sois tan valientes, ¿eh?

Los cuatro chicos que acosaban a Patrick intentaron echarse hacia atrás despacio pero Deidre se acelantó y cogió al líder por el cuello de la camisa.