Partida Rol por web

- No es que me guste mucho que te acerques a ese tipo pero... bueno, quizás consigas algo. Solo, ten cuidado, ¿vale?- le miró unos segundos. Estaba preocupado pero sabía que Eve podría conseguirlo y que era una buena bruja. No se dejaría engañar fácilmente y le sería fiel.- Y hoy es el mejor día para ir a la torre de Gryffindor. Ten en cuenta que la Señora Gorda estará como una cuba y no nos reconocerá. Con decir tan solo la contraseña, que es "Draconis", nos dejará subir. Dime, ¿a quiénes investigamos?

Empezó a caminar junto a Eve hacia la salida de la sala común de Slytherin, dispuesto a llegar a la torre de Gryffindor junto a Eve. La verdad es que le divertía todo aquello y no le molestaba para nada andar husmeando en las cosas de los demás.

Señor Price:- ¡Claro! Entremos. Estaréis hambrientos.

Se adentraron en la sala comedor donde se sentaron tal y como en aquellos casos marcaba el protocolo: hombre, mujer, hombre, mujer y así sucesivamente.

No tardaron en traer la comida. No sería la mejor que Oliver habría probado jamás, pero estaba realmente deliciosa. Estuvieron hablando de negocios durante prácticamente todo el tiempo y Victoria, que ya no sabía qué más decir sin ninguna ayuda de los presentes, permaneció sonriendo y comiendo, mirando a su prometido cada dos por tres y dedicándoles sonrisas con la intención de mostrarse agradable.

Señor Carrow:- ¿Qué tal los ensayos de aparición?

- Lo mismo digo - respondió sin apartar la mirada del cariñoso animal que frotaba el hocico contra su mano.

En realidad era un cambio agradable en comparación con Bigotitosdos pero la gran diferencia a favor del otro era que no demandaba tanta atención. Por más que a Carrie le hubiera gustado no era dada a las carantoñas así que con el rato que llevaban había cumplido con su cupo del día e incluso de la semana.

Con un par de caricias más se puso en pie, moviendo las cervicales hacia ambos lados para destensarse.

- Adiós, Escamas, se bueno.

Cuando veo que no es capaz de moverse, apunto con la varita a un lugar cercano a sus pies mientras las palabras de aquel hechizo capaz de invocar un fuego comienzan a salir de mi boca. En lo único que pienso es en salir de ahí. Una barrera de fuego me proporcionaría la protección y tiempo suficientes. Ahora que sabía que Blackwell seguía vivo y, lo que es peor, libre no iba a parar hasta conseguir meterle de patitas en Azkaban. Aunque para ello, primero tenía que conseguir escapar. Pero, no soy lo suficientemente rápido pues antes de que me dé cuenta John, visiblemente cabreado por haber quedado a merced de un simple crío por segunda vez en pocos años, pronuncia unas palabras que no escuchaba desde la batalla de Hogwarts y que desearía no haber escuchado nunca. Las palabras de la peor de las tres maldiciones inperdonables. Olvido todo lo que estaba haciendo y con una mezcla de terror, ira y desesperación dejo que sean mis instintos más primitivos los que tomen las riendas, lanzándome al suelo rodando en una volterera y deseando con todas mis fuerzas que el escudo sea lo suficientemente fuerte como para detener una imperdonable. O al menos paliar su efecto. Es preferible la inconsciencia a la muerte. Justo en el momento en el que mi hombro impacta contra el suelo, un grito retumba en mis oídos y levanto la vista, algo mareado por la caída y la tensión, en esa dirección en busca de su autor. ¿Serán los refuerzos que me había imaginado en camino? ¿O vendrán a quitarme la varita para siempre? Da lo mismo. Lo que importa es que ya no estoy solo y parece que mis posibilidades de salir vivo de esta han aumentado.

Se le había olvidado lo increíblemente estúpida que Victoria podía llegar a ser. Por suerte (o desgracia), la slytherin no había tardado en recordárselo. Dosificaba con tino sus sonrisas, respondiéndo a las de la rubia cuando ésta parecía no soportar más su indiferencia. Lo justo para que no desesperara. Lo suficiente para tenerla en vilo.

- Muy bien, señor Prince - contestó Oliver tras masticar y tragar con tranquilidad la comida que acababa de llevarse a la boca. - Un par de veces más y la técnica estará perfeccionada - continuó, quitándole importancia con un movimiento del tenedor. De nuevo, pinchó algo de carne con verduras (perfectamente equilibrado) y se lo metió en la boca. No era lo mejor que había probado en su vida pero, definitivamente, esa comida era lo que más merecía la pena del lugar. - Imagino que usted no tendría ningún problema en su época en Hogwarts. - Peloteo máximo. Sin necesidad de ensayo ni premeditación. Ya formaba parte del día a día de Oliver Carrow.

- Katherine y Liliana. - le dije sin dudar. A Katherine la habíamos cuestionado bajo el veritaserum y no sabía nada del veneno, pero... ¿Y si Oliver la estaba utilizando? Katherine formaba parte del triángulo (o cuadrángulo o pentágono...) amoroso con Oliver como marionetista. 

"Estas poniendo muchas sospechas en Oliver sin prueba alguna." - me decía una vocecita. Pero otra me decía que en nada y menos había descubierto que Oliver no ers para nada como pretendía. Utilizando y engañando a chicas, escondiendo verdades y gastando bromas horribles... 

-  De chicos la verdad es que no se me ocurre nadie. ¿Tienes sospechosos? 

Más de dos pasos se escucharon corriendo por la zona mientras John Blackwell emitía un rugido de rabia antes de desaparecerse aún tirado en el suelo.

Al momento, dos personas llegaron hasta Kyle diciendo lo mismo:

???- ¡Kyle! ¡¿Estás bien?!

Al escucharse y al ver que sus manos llegaban hasta el chico, ambas chicas se miraron. Se trataba por un lado de Aly y por el otro de Laura, que sostenía la varita en la mano.

Aly:- ¿Y tú quién eres? No eres de aquí.

Laura:- ¡Una muggle...!  No pierdes el tiempo, Kyle.

Aly cogió a Laura del cuello de la camiseta y la atrajo hacia ella con violencia, realmente molesta:

Aly:- ¡¿Qué me has llamado?!

De buena gana Laura hubiera correspondido la violencia de la acción, pero por un lado la comprendía y por el otro quería mantener en secreto su mundo y la prioridad era esconder la varita mágica.

- Sospechosos en sí... no. Aparte de los que has dicho. Aunque me gustaría cotillearle a Leonard un poco... -miró a Eve con cara de pillo, a sabiendas de que no le dejaría rebuscar por rebuscar en las cosas de su amigo.

Finalmente llegaron al séptimo piso y como era de esperar, la Señora Gorda estaba más bebida que otra cosa. Entraron sin problemas.

Subieron al cuarto de las chicas. Primero rebuscando en las cosas de Katherine. Básicamente había cantidad de pergaminos con planes de bromas y más bromas que habían realizado Bonnie y ella o que iban a realizar. Ninguna resultaba extremadamente peligrosa y no afectarían a la integridad de los alumnos. No había ni rastro de cosas referidas a Oliver Carrow y sí una gran colección de cromos de Rana de Chocolate bien escondidos, como si se avergonzase de tener tal cosa además de grageas por todos lados. Nada más.

Por parte de Liliana, lo que sorprendió en sí fuera que tenía una lista de pedidos sobre filtros de amor, nuevamente. Había muchísimos alumnos apuntados. No obstante, no había rastro de poción por ningún sitio. Además de eso, tenía muchos garabatos de experimentos de pociones, pero ninguno parecía llegar a nada interesante. Incluso parecía haber recibido muchas cajas de dulces por Navidad, aunque resultaba algo curioso, ya que Liliana se había ido a casa a pasar las Navidades.

Carrie pasó varios días en casa de Zac, comprobando que no todos los padres eran como el suyo. El señor Bolton, lejos de su apariencia seria y apática, era un hombre al que no le costaba sonreír y hacer bromas con su familia. Tenía una relación muy estrecha con su hijo y aunque actuaba mirando por encima del hombro a la mayoría de las personas, en casa parecía un hombre más, solo que con riqueza.

Tanto el señor Bolton como la señora Bolton, trataron a Carrie como si fuera su hija. La obsequiaron con lo mejor que pudieron tener en casa e incluso le hicieron regalos por Navidad. Aquella realmente era una familia unida a pesar de los defectos que pudieran tener.

Así llegó el día del juicio contra David Lewis que observó cómo su hija era interrogada en el estrado por todo el Wizengamot. Las preguntas a responder fueron:

1.- ¿Cómo se siente?

2.- Usted ha denunciado a David Lewis, su padre, por asesinato. ¿Es eso cierto?

3.- En tal caso, ¿Podría contarnos cómo se enteró?

4.- ¿Por qué no actuó antes?

5.- Además, comenta que su padre quería casarla con obligación para quedarse con la riqueza de su marido. ¿Qué pruebas tiene de ello?

6.- ¿Teme a su padre? ¿De verdad opina que su padre es un criminal peligroso? ¿Por qué?

7.- ¿Cómo es su relación con su madre?

8.- ¿Cree que su padre es culpable de todo ello? Piénselo bien. Si su padre resulta ser culpable, será enviado a Azkaban y usted heredará tanto los bienes como las deudas, al ser la hija única del matrimonio.

9.- ¿Desearía hacer comentarios en relación con este suceso?

Cuando mis ojos consiguen enfocar veo dos figuras corriendo hacia mí, pero algo capta mi atención y me vuelvo, antes de poder reconocerlas, para ver desaparecer al mortífago ante mis ojos. Joder, maldigo para mis adentros, ¿cómo voy a demostrar ahora que actuaba en defensa propia? Suponía que quienquiera que fuese la persona del ministerio de magia que acudía ahora en mi ayuda o castigo tenía que haber visto el ataque. 

Algo alicaído pero contento de seguir vivo, me giro hacia mi salvación. Me quedo completamente paralizado y sin habla al reconocer no a una sino a las dos chicas que alargan sus manos hacia mí con gesto preocupado. ¿Qué cojones hacen aquí? 

- ¿Aly?- exclamo al ver a la primera. No debería extrañarme tanto ver a la primera, puesto que hacía ya ratos que había salido a por los bocatas y probablemente estarían maldiciendo mi tardanza. Aún así, es una sensación extraña tenerla ahí, en el escenario de una batalla mágico. Un mundo al que ella no pertenece, una pieza que no termina de encajar.

Al volverme hacia el segundo rostro mi sorpresa es todavía mayor si cabe. Tanto es así, que mis ojos están a punto de salirse de sus órbitas. - ¿Laura?- mi tono va cargado de sorpresa y preocupación. ¿Qué habría pasado si John se hubiese quedado y les hubiese lanzado el Avada Kedabra también a ellas? No me lo perdonaría en la vida. Cargaría con su muerte sobre mi conciencia durante la eternidad, si salía con vida claro.- ¿Qué haces aquí?- pregunto en un tono impulsivo, casi con desesperanza, tras los agoreros pensamientos que acaban de cruzar por mi mente. Al darme cuenta de que esa pregunta ha podido sonar un poco brusca, intento explicar mi reacción. En el fondo me alegro de verla y no quiero que se lleve la impresión equivocada - No te lo tomes a mal pero...¿cómo has sabido qué...?- dejo la frase inacabada. ¿Qué le iba a preguntar? ¿Qué cómo sabía que mi padre adoptivo estaba esperando para matarme? ¿Qué como sabía que estaba en peligro? Nunca le había contado a nadie la existencia de John. Pero entonces...¿por qué estaba Laura ahí? La miro esta vez con curiosidad. Pero en ese momento, las chicas se percatan de su mutua presencia a mi lado y el comentario de Laura me parece tan fuera de lugar en ese momento y circunstancias que casi me siento ofendido. ¿He estado a punto de morir y a ti lo que te preocupa es si me he liado con una chica muggle? No verbalizo mis pensamientos pues lo que menos quiero en este momento es hacerla enfadar. Me alegro de que esté aquí. De hecho, me alegro de que ambas estén aquí. En el poco tiempo que las conozco, tanto Sasha como Aly han sabido cómo hacerse querer.

Al ver la reacción de Aly al creer que acaba de ser insultada, me levanto rápidamente, con lo que consigo que la cabeza me de unas cuantas vueltas, y, metiéndome disimuladamente la varita en la parte de atrás del pantalón, me interpongo entre ambas chicas posando mis manos sobre sus hombros, pero con la vista clavada en Aly, en sus ojos. Quiero que cuando hable, sepa que estoy diciendo la verdad. Además al hacerle centrar la atención en mi persona, le daba tiempo a Laura para esconder la varita que acababa de vislumbrar en su mano hacía tan solo unos segundos. 

- Aly, tranquila. No es un insulto. Es simplemente una palabra que se dice bastante en el sitio del que venimos.- Iba a decirle que era la forma cariñosa en que los ingleses nos llamaban a los irlandeses pero Aly sabría que mentía.- Esta es Laura. Es amiga mía y estudiamos en el mismo internado.- le digo, esperando que se le pase el calentón.- Lo importante ahora es que estamos todos bien.- continúo, cambiando mi atención hacia Laura. Mis últimas palabras suenan poco convincentes, pues ni yo mismo me creo que haya salido ileso después de ser atacado con una maldición imperdonable. ¿Lo habré soñado?

Aquellos días en casa de Zac fueron raros. Más que por la convivencia con el chico en sí, por la extraña y a la vez totalmente normal relación que tenía él con sus padres. Era sencillamente que le resultaba totalmente ajeno a lo acostumbrado por ella y la manera cercana de tratarla aún cuando Carrie se mostraba tal cual era y no intentando agradar era chocante para la muchacha, aunque no de forma mala sino lo contrario. Le gustaban los Bolton. Eran agobiantes en ocasiones pero de un modo similar al que podía serlo Jackie en ocasiones.

Tal vez una estancia prolongada con ellos hubieran hecho de Carrie una persona más abierta y humana pero lo cierto era que tenía que prepararse para el juicio, algo que no esperaba con demasiado entusiasmo. Lo cierto era que no sentía ninguna clase de rencor hacia su padre, siempre la había tratado como ella consideraba que debía hacerlo un buen padre, a excepción de los últimos meses. Pero ni siquiera le odiaba por eso. Había intentado mantenerse a flote como lo había hecho toda la vida y era él precisamente el que le había enseñado que el fin justifica los medios. Lo único que no le perdonaba era las mentiras sobre su madre porque desde que tenía memoria había sido lo único que le producía una prolongada emoción desagradable la cual no podía afrontar. Sin embargo ni siquiera ese era el motivo por el que había llevado el juicio adelante. No, su única motivación era la supervivencia, y si para ello no hubiera tenido otra opción que matar a su padre lo hubiera hecho. Enviarlo a Azkaban era algo desde luego mucho menos definitivo que la muerte.

Finalmente llegó el día en que ese merecido castigo se decidiría. Carrie había pasado la noche sin dormir, más por conveniencia de la imagen que por verdadera inquietud. volvió a escoger sus ropas más sencillas pero elegantes y lo acompañó del guardapelo que le había regalado su madre, asegurándose de que la tapa no estuviera bien cerrada para que se abriera en algún momento durante el juicio. Por último pero desde luego no menos importante, acompañó su desayuno con un bezoar y partió con tranquilidad hacia el Ministerio de Magia vía polvos flu.

Una vez en el Ministerio el cambio operado por Carrie fue brusco. Se movía mirando entorno a sí misma, como si se sintiera observada y juzgada, y cuando no caminaba manteniendo la vista clavada en sus pies, fingiendo un nerviosismo que no sentía. No. Carrie estaba segura del resultado de esa vista. El Ministerio había querido cazar a su padre con anterioridad por Mortífago pero no habían conseguido pruebas. Un asesinato les alegraría por igual. Si el viejo Ojoloco Moody estuviera vivo se estaría relamiendo los trozos de labio que le quedaban.

Durante el testimonio de su padre, Carrie evitó su mirada, siguiendo con la pantomima de chica asustada. Pero entonces llegó su momento y se irguió, alzando el mentón como si quisiera aparentar seguridad, algo que en realidad sentía a pesar de lo que pudiera parecer.

- ¿Cómo me siento? - repitió con voz queda. Sus ojos se apartaron un momento del tribunal con aparente tristeza antes de devolverlos a ellos -. ¿Cómo se sentirían ustedes? Confundida. Traicionada. Triste. Odiada... - se mordió el labio con fuerza, simulando que intentaba detener un temblor que no había aparecido y bajó la vista durante varios segundos hasta que le dirigieron la siguiente cuestión -. Sí, es cierto, junto a mi madre - la siguiente pregunta era más complicada pero merecía la verdad -. Durante toda mi vida no conservo más de un par de recuerdos con mi madre. Yo pensaba que me odiaba hasta que cumplí los diecisiete años y me encontré esto - con una mano alzó el guardapelo, que escogió ese preciso instante para abrirse -. Un regalo de mi madre en el que aparecíamos en una foto los tres cuando yo acababa de nacer. Y no...no lo entendí. ¿Por qué sonreía? ¿No me odiaba? Supongo que a veces hace falta un pequeño gesto como ese para vencer recelos de muchos años pues finalmente me atreví a hacer lo que no había hecho nunca: preguntarle. Y me sorprendió que mi madre pareciera asustada y preguntara si mi padre estaba en casa. Entonces me lo contó todo. Que mi padre la había amenazado con matarme o acabar con su familia si me hablaba... si era feliz. Y que no era la primera vez que eso sucedía. Que había matado a su novio para obligarla a casarse con él. No puedo decir que la creyera pero tampoco lo contrario. Simplemente no me parecía posible que todo lo que creía saber sobre mi familia cambiara en un momento de nada así que le dije que iría a ver a su familia para corroborar lo que me contaba. Deseaba creer que no era cierto pero... - de nuevo bajó la mirada. Había logrado que se le quebrara la voz en la última palabra y estaba secretamente orgullosa de ello pero no podía detenerse en aquel instante así que cuando volvió a alzar la cabeza su expresión era grave y casi podría decirse que torturada -...me equivocaba. Por eso no actué antes - añadió en respuesta a la siguiente pregunta -. Me enteré el mismo día en que cumplí los diecisiete y debía esperar para que fuera normal. Además estaba... estaba en shock - la siguiente pregunta sin embargo la cogió por sorpresa, pues no esperaba que lo mencionara. Su respuesta fue más áspera que las anteriores -. Tengo una carta que demuestra que mi padre había concertado un compromiso sin consultarme, una charla con Zac Bolton como testigo en el que sugirió que sino quería casarme con Oliver Carrow le serviría que le tomara a él como esposo puesto que era cuestión de riquezas. Y cuando el compromiso fue roto por Zac y al negarse el mismo a casarme conmigo para satisfacer a mi padre, me echó de casa al minuto siguiente - le costaba interpretar tristeza y enfado a la vez así que se conformó con dirigirle una trémula mirada a su padre que pronto desvió con varios parpadeos nerviosos, como si intentara calmarse -. ¿Qué padre echaría a su hija de casa por no casarse con quien él le ha escogido a pesar de que me negara de inicio? Además, la familia de mi madre me confirmó que se había casado con ella por su riqueza. Y mi padre me dijo nada más anunciarme el compromiso que había dilapidado nuestra fortuna y que estaba lleno de deudas. ¿Que si opino que mi vida corre peligro? Sí. Pero más la de mi madre - aquello era totalmente cierto, lo cual no quería decir que la vida de su madre le importara más que la suya -, porque si mi padre ya no tiene dinero y ya no puede obtenerla mediante mi matrimonio la opción más fácil y más legal es la de casarse con otra mujer y para eso acabará con mi madre para que no pueda delatarle. Claro que tengo miedo. He vivido con miedo desde el momento en el que mi madre me contó la verdad, pero no le hubiera creído capaz de hacerme nada, de hacerle nada a su hija, sino me hubiera echado de casa inmediatamente después de que la posibilidad de casarme hubiera desaparecido - apretó los labios durante varios segundos, fingiendo una respiración agitada que fue interrumpida por la siguiente pregunta -. ¿Cómo va a ser? - musitó con desgana. Ahí iba otra verdad, aunque fuera a medias -. No la conozco. No me conoce. Nos hemos pasado diecisiete años sin hablarnos y aunque en su caso fuera por miedo a las represalias yo he crecido sin el amor de una madre y con el dolor que se siente al verse abandonado por uno de los padres. Creía que no había nada bueno en mí para ella. Ahora sé que no es verdad pero esas cosas no cambian de un día para otro, necesito asimilarlo - y para ello ella debe desaparecer de mi vida para siempre, añadió mentalmente -. Tengo la certeza de que mi padre es culpable, por más poco que me guste a mí heredar sus escasos bienes y sus jugosas deudas, pero no creo que estemos aquí por mi conveniencia económica - aunque estoy segura de que hay varias cláusulas en sus contratos que hacen que esas deudas sean vinculantes con él y que puedo conseguir mediante abogados que no sean transferibles, pensó de nuevo para sí. Eso no iba a decirlo pero a lo sumo contaba con vender la casa -. No tengo nada más que añadir, sólo quiero que esta pesadilla se termine de una vez, no quiero vivir con miedo, no quiero seguir pensando que el padre que me trataba como a su hija adorada nunca me ha querido y que la madre que me rechazaba siempre me ha amado. En realidad es demasiado...doloroso estancarse en algo así.

Aquella era otra verdad, aunque adornada con palabrería para hacerla más sentida, mostrando a una Carrie vencida, agotada, triste y desanimada. Se sentía bastante satisfecha de sus declaraciones en verdad, creía que había conseguido causar la impresión que pretendía y estaba convencida de que su padre en el fondo se sentía orgulloso por su magistral actuación; al fin y al cabo eso demostraba que había aprendido de él todo lo que tenía por enseñar

Aly, algo recelosa aún, soltó a Laura finalmente mientras ésta última respondía a las preguntas de Kyle:

Laura:- ¿Qué hago aquí? ¡Estaba preocupada por ti! Tenía un mal presentimiento y McGonagall me aconsejó que te echara un vistazo de vez en cuando porque vivo cerca de aquí. Por las Barbas de Merlín...¡En qué líos te metes! No llevas ni un día y ya te han echado una imperdonable. ¿Quién era ese tipo?

Aly:- ¿De qué estáis hablando? A mí me da que tu amiga está majara perdida. ¿Quién es McGonagall? ¿Acabas de maldecir por... las barbas de Merlín? ¿Imperdonable? Y más importante aún, ¿qué eran esos rayitos que salían de unos palos?

Laura:- Creo que tienes muchas cosas que explicar y no te moverás de aquí hasta que me lo cuentes todo.

Aly:- ¿Qué dices? Se viene conmigo a la nieve. Estar a tu lado no le sienta nada bien.

Laura:- Sigue soñando. Se viene conmigo a pasar las navidades a casa.

Sonreí ante la expresión de Duncan. Cotillear por cotillear no era la idea y esto se suponía que era para avanzar en la investigación sobre el veneno, en la que Leo era colaborador. Vamos, que no tenía sentido alguno rebuscar ahí. Aunque sabía que si Duncan quería hacer algo así lo haría. En eso éramos polos opuestos: el dispuesto a romper cualquier regla, con o sin excusas, y disfrutaba con ello. Yo en cambio me lo tomaba como algo que sólo se debía hacer por un bien mayor, el romper reglas.

- Si ya sabes la contraseña lo puedes hacer cuándo yo no te vea, así no te riño. - le dije en broma.

Nada encontramos en las cosas de Katherine, nada relevante y nada con Oliver, lo que me sorprendía un poco. ¿No acababa de liarse con ella cuándo estaba con Deirdre? ¿Se liaría Katherine con él sólo por joder entonces? Podría ser, claro, pero no me gustaba la gente que hacía cosas malas sólo por que eran malas.

El baúl de Liliana daba más ideas... Incluso los garabatos. ¿podría haber intentado un filtro de amor nuevo que acabase en veneno en nuestra bebida? No, Liliana no era tonta con pociones, eso no le habría ocurrido. Descarté la idea mientras me sorprendía lo bien que se guardaba las espaldas Liliana. Si alguien veía la lista no podía realmente acusarle de verdad vender filtros. Podría decir cualquier cosa, desde que era un timo a encuesta. Si encontraban las pociones o rastros ya era otro tema. ¿Dónde preparaba los filtros entonces? 

El hecho de los dulces que le habían enviado por navidad sin estar ella aquí me llamó la atención. ¿Se daría cuenta si abría alguna de las cajas? Siempre podía usar un conjuro adhesivo para devolverlo a su estado normal. Con eso en mente cogí una y tras agitarla la abrí con cuidado.

Aparto mis manos de los hombros de ambas chicas en cuanto veo que Aly he decidido confiar en mi palabra. Le dedico una sonrisa antes de volver a mirar a Laura, cuya respuesta me está haciendo sentir cada vez más culpable. Laura era una de las personas en las que más confiaba. Y aún siendo así, nunca había conseguido reunir el valor para contarle lo de mi padre. Quizás creía que al no hablar de él, terminaría por desaparecer. Quizás no quería que la gente conociese mi punto débil, que supiesen que en otra época había sido vulnerable. O quizás lo que no quería era que descubrieran lo que le había hecho a la casa de mi padre adoptivo y la vida de ladronzuelo en la que me había refugiado a continuación. ¿Quién sabe? A veces, uno no sabe los motivos que le llevan a hacer algo o a ocultarlo. Sencillamente, es así. 

Finalmente, David Lewis fue enviado a Azkaban por una buena temporada, algo que alegró en grado sumo a Bonnie y los Sforza. De esta manera, Carrie Lewis se quedaba con todos los bienes de los Lewis. Si bien tenía alguna que otra deuda que pagar tras haber heredado tanto lo bueno como lo malo de su padre.

Un día llegaron del Profeta para hacerle una entrevista y estas fueron las preguntas a responder:

1.- Debe haber sido muy duro para ti todo lo ocurrido, pero has sido muy valiente. ¿Qué será lo que harás a continuación?

2.- ¿Quién ha sido tu mayor apoyo en estos momentos?

3.- Se rumorea que Zac Bolton te salvó del compromiso con los Carrow. ¿Es así?

4.- ¿Cuál es su relación con Zac Bolton?

5.- ¿Crees que mejorará tu relación con tu madre a partir de ahora?

6.- Su padre la amenazó cuando lo condenaron. ¿Teme que salga de Azkaban y vaya a por usted?

7.- Y por último, ¿qué opina de los matrimonios por conveniencia en pleno siglo XXI?

1.- Debe haber sido muy duro para ti todo lo ocurrido, pero has sido muy valiente. ¿Qué será lo que harás a continuación?

Aún no he pensado en nada, todo esto ha trastocado mi vida por completo, tengo demasiadas cosas en que pensar.

2.- ¿Quién ha sido tu mayor apoyo en estos momentos?

Normalmente a esta pregunta se responde con "mi familia", pero está totalmente fuera de lugar. Mis amigos. Deirdre O'Hare, Jackie Boyd y Zac Bolton me han ayudado mucho a sobrellevar todo este episodio que aún con mi padre en Azkaban no se ha terminado.

3.- Se rumorea que Zac Bolton te salvó del compromiso con los Carrow. ¿Es así?

Es cierto, lo hizo porque sabía que mi padre me había forzado a aceptar algo así y que yo no estaba a gusto con la idea, por eso intentó demostrar que el pobre Oliver no estaba a la altura aunque lo único que pretendía con el gesto era romper el compromiso.

4.- ¿Cuál es su relación con Zac Bolton?

Es difícil de explicar. Es un gran amigo y me ha ayudado mucho, lo demás queda entre él y yo.

5.- ¿Crees que mejorará tu relación con tu madre a partir de ahora?

Me gustaría que así fuera y estoy dispuesta a esforzarme por intentarlo.

6.- Su padre la amenazó cuando lo condenaron. ¿Teme que salga de Azkaban y vaya a por usted?

No quiero seguir viviendo con miedo así que pondré mis esperanzas en que el Ministerio no permitirá que salga nunca. Pero no en vano soy su hija y no voy a dejar de tomar precauciones para evitarlo porque sé que si sale... no me gusta ni aún ahora pensar eso de él.

7.- Y por último, ¿qué opina de los matrimonios por conveniencia en pleno siglo XXI?

Que por desgracia entre la sociedad de sangre limpia sigue existiendo y así continuará mientras se le dé tanto valor a la pureza. Creo que todos deberíamos poder escoger nuestros matrimonios, ya no tanto por la felicidad conyugal sino porque son los hijos los que sufren las consecuencia de la falta de amor en la pareja.

Los bombones tenían la apariencia normal de bombones y lo cierto era que lo eran. En la caja ponía "Feliz Navidad", pero era chocolate normal y corriente.

Duncan:- Nos llevaremos uno para analizarlo. Total, no creo que lo note cuando vuelva.

Así, Eve y Duncan se marcharon de allí. Al día siguiente analizaron el bombón, comprobando que era 100% chocolate y que no estaba compuesto por nada más. Ni filtro de amor, ni veneno... nada. Eran cajas normales y corrientes.

El día de Navidad Duncan le dio sus regalos además del de Kaitlin y Leonard que le regalaron un libro sobre dragones bastante difícil de encontrar.

Por parte de Duncan, el chico le regaló una alianza, demostrando nuevamente que quería ir en serio por completo con Eve y que estaba plenamente enamorado de ella. Ese fue el único regalo que le hizo sin que ella supiera, pues el resto los compraron juntos en Hogsmead tal y como habían quedado la primera noche que estaban allí.

La escena del no saber qué hacer por la noche, aunque más relajada, siguió siendo algo incómoda; probablemente porque ninguno de los dos sabía qué era lo que quería exactamente el otro.

Laura no pareció muy convencida de que fuera la mejor idea quedarse en el orfanato, pero ciertamente si eran órdenes de McGonagall...

Aly pareció contenta por que el chico no quisiera irse con la otra y pareció convencida de que no había sucedido nada excesivamente raro, quitando el ataque de un loco con un láser al chico. Le ayudó a levantarse y sonrió de forma socarrona a Laura que continuó seria, poniendo su habitual expresión de ojos en blanco.

Laura:- Está bien. Pero no salgas del orfanato. ¿Queda claro? Pasaré a verte un par de días. ¡Y hazme caso!- comentó con el mismo tono autoritario que usaba para los entrenamientos de quidditch.

Aly:- Qué aguafiestas eres chica... si solo ha sido un loco con un láser.

Laura:- ¡¿Por qué no te callas un rato?!- era raro ver a Laura enfadada, levantando la voz. Y ello solo podía significar que estaba realmente preocupada por Kyle. Suspiró, intentando volver a calmarse.- Será mejor que me vaya. Hazme caso, por favor.

Tras sostenerle la mirada a Kyle, bajándola ligeramente hacia sus labios una centésima de segundo, se marchó del lugar con paso acelerado.

Aly le miró alzando una ceja, pero no comentó nada y acompañó al chico hacia el edificio nuevamente. Tal y como decidió, el chico se quedó solo en el orfanato, hablando con James.

El hombre le aseguró que no tenía ni idea, le aconsejó que no saliera del edificio y que él mismo se encargaría de denunciar a aquel tipo.

Y así transcurrieron los días en el orfanato, un lugar que al final resultó bastante cómodo para Kyle. Se hizo buen amigo de Aly y Sasha y no fue atacado más por John. ¡Hasta en Navidad le hicieron regalos! Aly le regaló un spray anti-violadores y Sasha su postre para el resto de días que le quedaban allí. De este modo llegó el momento de regresar a Hogwarts mediante red flu. La despedida fue algo triste para las chicas. Sasha tenía los ojos llorosos mientras Aly se hacía la fuerte. Incluso para relajar el ambiente se acercó a Kyle y ni corta ni perezosa le obsequió con un beso en la boca bastante intenso.

Aly:- Así no te olvidarás de nosotras tan fácilmente.

Sasha:- Contacta con nosotras, ¿vale?

Aly:- ¡Venga, Sasha! Deja de llorar. Que tenemos una reputación...

Deirdre que iba a protestar por el hecho de que Kaitlin se hubiera adueñado de los nombres de los niños de los que ahora eran protectoras principales, abrió la boca pero la cerró al momento de procesar la información que le había dado Kaitlin indirectamente, pues en cuanto veía a Leo nadie más existía para ella.

Se sorprendió de que hubieran pensado nuevamente lo mismo. Shane era el nombre que iba a proponer sin saber por qué, ajena por completo a que el padre de Leo se llamaba de ese modo. La miró con cara extrañada, como temiendo que le hubiera hecho algún tipo de Legeremancia o algo por el estilo.

Después la llamaron para que sostuviera a Darren y entonces se olvidó de todo lo demás, llegando incluso a mirar con dulzura al pequeño que descansaba tranquilo en sus brazos.

Las Navidades pasaron así, con todos los O'Hare juntos y dos niños más siendo el centro de atención. Incluso Deirdre, quien tuvo una visita al día siguiente por parte de Jackie, se quedó en casa, algo que alegró a todos los presentes, convenciéndoles de que un O'Hare siempre será un O'Hare y siempre estarían unidos.

Y así llegó el día en que volverían a Hogwarts mediante red flu. Fue una despedida triste, con lágrimas y lloros. Incluso Deirdre tenía un pequeño nudo en la garganta que intentó disimular.

Me había quedado más tranquilo tras la charla con James, aunque su respuesta no me terminaba de convencer. Le pedí por favor que me avisara si al final conseguían meter a John en Azkaban y él se enteraba.
El ambiente de los siguientes días fue mucho más distendido de lo que esperaba, tras el encontronazo Laura, Aly. La expresión de Laura en la calle el otro día y el tono que había empleado al prácticamente ordenarme que no me moviera del orfanato habían dejado patente su preocupación. Había habido un momento en el que me habría fundido en un abrazo con ella sin pensarlo. Apreciaba su apoyo y su preocupación. Pero había algo que me había impedido hacerlo, la sensación de que no me lo habría permitido.

La intensa emoción que, por supuesto, disimulé cuando las chicas me hicieron sus regalos vino acompañada de una culpa tremenda por no haber pensado yo lo mismo. Supe que se lo debía y encontré el regalo perfecto para ellas. En esas dos semanas no había conseguido entender qué diferencia que veía Sasha en los insulsos platos de comida que nos ponían en el orfanato. Pero estaba claro que la veía por lo que de ese día en adelante todo lo que me quisiese cambiar, se lo cambiaría. Por otra parte, a Aly le enseñé un truco que había aprendido hacía muchos años para abrir cerraduras con un simple clip. Sencillo pero eficaz.
- Ya no habrá cerradura que se te resista - le dije. Por supuesto me aseguré de que no lo intentara con mi maleta, puesto que a menos que le enseñase magia, nunca lo conseguiría.

Desgraciadamente, como todo lo bueno las Navidades llegaron a su fin. Cuando fui a despedirme de las chicas me encontré con una situación bastante incómoda. Sasha lloraba y Al y se mantenía firme a su lado, conservando su fachada de chica dura. Algo torpemente envolví a Sasha en un abrazo, secándole las lágrimas disimuladamente con las yemas de los pulgares.

- No te preocupes. Lo haré- respondí a su petición. Era algo que no me iba a costar trabajo y lo haría con gusto. Aunque no quería ni imaginarme las caras de las chicas cuando fuera una lechuza la que les llevara la correspondencia.
Cuando me separo de Sasha, Aly se planta en dos pasos frente a mí y para cuando me quiero dar cuenta sus labios se mueven al compás de los mios, pillándome completamente por sorpresa. Antes de que se separe de mí, ya he tomado una decisión. Esta vez no será ella la que consiga sacarme los colores. Cuando su boca se separa de la mía, le obsequio con una sonrisa pícara y antes de que pueda reaccionar y prever lo que voy a hacer, la acerco hacia mí en un gesto firme y le planto un fiero e intenso beso, incluso inclinándola hacia atrás al estilo de las películas, para luego volverla a incorporar y separarme unos centímetros de ella. Lo justo para ver su expresión sorprendida, porque estoy seguro de que no se lo esperaba, y estallar en carcajadas.

- Para que no me olvidéis- digo, casi utilizando sus mismas palabras, sin poder quitarme esa estúpida sonrisa de la cara.

Termino por ponerme algo sentimental yo mismo, agradeciéndoles el que me hubieran acogido entre ellas de esa manera sin esperar nada a cambio y prometiéndoles que haría lo que estuviese en mis manos para venir a visitarles en algún momento. Ahora sí que tenía que aprender a aparecerme, sin que eso conllevara ninguna despartición.