Partida Rol por web

Los acontecimientos que se sucedieron quedarían grabados en la mente de Oliver para siempre. Era, con diferencia, el momento más bochornoso en la historia de su familia. Al menos, en las últimas cinco generaciones. Ni siquiera el hecho de que la mitad de su familia estuviese en Azkaban, era un impacto tan grande como el bochornoso espectáculo que acababa de escenificar. Una escena que, gracias a Bolton, ni siquiera había protagonizado.

Entonces, el mundo volvió a ponerse en marcha; como si nada hubiese pasado. Los invitados se acercaban dando sus regalos, mientras Oliver se mantenía absorto en sus pensamientos. Quieto y solo, sopesando sus siguientes pasos. No, no iba a hablar con Bolton. Ni tampoco con Carrie, acababan de perder su principal motivo de relación. Pero no quería mirar a sus padres. En realidad, ni siquiera sabía si seguían en la habitación. Lo más probable es que se hubiesen marchado, lo mismo que él debía hacer. Sí, era el momento.

Se acercó hacia Carrie, como despertando de un sueño. Por su lado ya habían pasado el señor Lewis y Bolton y, por un momento, volvía a quedarse sola junto a su inseparable amiga Jackie.

- Es hora de que me marche. Puedes quedarte con el anillo. Es tuyo. - escueto y correcto, sin expresiones de más ni de menos. Con la distancia correcta, y sin ningún tipo de contacto. Esos privilegios ya se habían acabado.

Sin esperar a una respuesta por parte de Carrie, se dio media vuelta y echó a andar hacia la salida. Sus ojos estaban fijos en la puerta, evitando en todo momento el posible contacto visual con nadie.

¿Leerlo juntos? ¿Ahora? Hmmm... ¿Porqué no?

- Suena bien. - admití con una sonrisa. Puestos a compartir, mejor hacerlo juntos.

Ayudé a Duncan a colocar la almohada y subí las piernas a la cama tras quitarme las zapatillas. Las camas de Hogwarts me parecía enormes si dormía sola, pero con dos personas se me hacía estrecha. No pude evitar pensar en lo juntos que íbamos a estar toda la noche y darme cuenta de lo mucho que me apetecía también. Tras los momentos incómodos ahora me parecía que pasar la noche entre los brazos de Duncan era de lo más tierno y romántico. 

Esperé a que él tomase posición y después me tumbé yo, apoyando la cabeza ligeramente en su hombro. En esa posición el olor de Duncan se me hacía más intenso, lo que no me importaba en absoluto. Me encantaba su olor.

- ¿Listo? - pregunté antes de abrir el llibro y pasar hasta la primera página. Me conocía la primera frase  igual que conocía mi nombre. "Tal vez has oído hablar de dragones. Tal vez has leído sobre ellos. ¿Pero has visto uno? No puedo prometerte que te vaya a enseñar uno, pero sí que vas a conocer uno tan a fondo que será como si lo hicieses. Aquí empieza mi historia..."

Me dejé llevar por la relajante mezcla de estar acurrucada junto a Duncan y leyendo mi libro. Me sentía protegida, me sentía libre y me sentía en casa. Este momento incluso superaba el descubrir que era bruja, el aprender a leer o el conseguir mi varita.

Melissa no parecía muy cómoda con la situación. Intentaba hacer respiraciones, hacer caso de las palabras de Kaitlin, pero no había manera de que se concentrara en algo ajeno al dolor por las contracciones. Por tal motivo, Morrigan decidió pasar a la siguiente fase:

Morrigan:- Albert, haz la poción. Kaitlin, Leonard, salid afuera con los demás a esperar. Si os necesito nuevamente, os llamaré. Esto va a ir para largo.

Al final, Roislin y Albert fueron los únicos en quedarse. Fuera, toda la familia esperaba impaciente. Al cuarto de hora el marido de Melissa llegó muy nervioso y le permitieron entrar. Justo cuando abría la puerta y se asomaba se pudo escuchar a una menos dulce Mel:

Melissa:- ¡¿Dónde coño te habías metido?! Tu hijo a punto de nacer y tú negociando con duendes, seguro. Mueve el culo y deja que te estruje la mano.

Ese fue el único sonido que salió desde que Kaitlin y Leonard salieron hasta que casi las seis de la mañana. Darren había decidido ir a buscar a Deirdre y nadie pudo pararle sobre las dos de la mañana, pero eran las seis y aún no había regresado, Patrick había sucumbido al sueño apoyando la cabeza en las piernas de Kaitlin, Robert masticaba un chicle de sabor interminable y hacía pompas con él para entretenerse, Larry paseaba por la estancia con la cabeza en mil asuntos. ¿Aquello no estaba durando demasiado?

Aly se centró en leer la nota, pensando que al menos así no pensaría en lo mala que estaba la comida mientras se llevaba cucharadas a la boca. Por su parte, Sasha cogió el salero y echó bastante a los platos de puré.

Sasha:- ¿Crees que me he podido fijar en algo así como un tatuaje en un brazo? Vale, me habría fijado, pero creo recordar que llevaba manga larga.

Aly:- Pues para ser vagabundo o haber estado en el orfanato tiene una letra muy pulcra y cuidada. ¿No creéis?- tras el comentario le devolvió la nota a Kyle.- Buena, sea como fuere, hasta pasado mañana que no hay excursión a las calles no podrás encontrarte con tu amigo. A no ser que prefieras fugarte, aunque no te lo recomendaría. Una vez Sasha y yo nos fugamos y habría estado genial si hubiéramos podido entrar de nuevo cuando quisimos porque llovía... pasamos una noche terrible.

Sasha:- Y eso que era primavera. Ahora que es invierno...

Estuvieron leyendo durante quince minutos, concentrados en el libro y acurrucados el uno en el otro, disfrutando de la lectura de aquel maravilloso libro. Ambos leían muy deprisa, comprendiendo todo significado y almacenándolo con suma facilidad en su cabeza. Hasta que terminaron el tercer capítulo en el que Duncan paró para hablarle a Eve, apoyada en ese momento en él:

- ¿Sabes? Me gusta que hayas querido compartir tu navidad conmigo. Al fin y al cabo en eso consisten estas fechas. - con el brazo pasado por los hombros de la chica la apretó más cariñosamente hacia él.- No me había parado a pensar que has vivido en una familia de acogida desde muy pequeña y que quizás no te hayas sentido muy cómoda con ellos si no has compartido algo así. Lo que me lleva a decirte, aunque supongo que ya lo sabrás, que conmigo tienes a tu familia. Sé que soy solo una persona, que no soy perfecto, pero siempre intentaré darte apoyo y hacerte feliz.

Justo cuando Oliver y sus padres estaban a punto de desaparecerse en los jardines de la casa Lewis, David salió tras ellos. Parecía tan poco feliz como ellos.

- Lamento que las cosas hayan salido así. Oliver, fue un placer conocerte. No me queda duda de que eres un gran mago de clase alta.

Señor Carrow:- No ha sido culpa tuya, David. Los Bolton se han inmiscuido en cosas ajenas.

David:- Ese chaval se ha metido en asuntos que poco le importan y mi hija se ha dejado llevar por él. La he desheredado para siempre. Nadie que actúe así merece pertenecer a mi familia.

Señora Carrow:- No seas tan duro con ella. Esos Bolton tienen mucha influencia. Pero caerán, fijo que caerán.

La fiesta continuó. Oliver y sus padres se marcharon y a los pocos minutos David les siguió afuera de la casa. Zac y Jackie le siguieron con la mirada, sin duda intrigados por qué podrían hablar allí fuera que no hubieran podido hablar dentro. Pensando que probablemente estarían hablando sobre lo sucedido con él, Zac no pudo evitar sonreír, orgulloso por lo que había hecho y sin arrepentirse de nada.

Era bastante tarde y, conociendo a David Lewis, en media hora finalizaría la fiesta sin ningún temor a parecer antipático.

Carrie vio marchar a Oliver sin pena alguna, más teniendo en cuenta el anillo que le acababa de regalar y que le iría bien teniendo las presentes circunstancias en las que la había sumido su padre, el cual, por cierto, se fue para acompañar a los Carrow con gran alivio por su parte.

Por supuesto, aún no podía marcharse a recoger sus cosas mientras aún hubiera invitados, la chica era consciente de que a pesar de la actual situación con su padre aquello no sería una retirada de la clase alta, a lo sumo un hasta pronto y ni siquiera creía que llegara a tanto, así que se fue paseando entre los invitados con una media sonrisa hasta llegar a Jackie y Zac.

- Sonreíd - les dijo en voz lo suficientemente baja como para que nadie los escuchara pero alta como para que nadie decidiera que era sospechoso y digno de atención -. Mi padre me acaba de informar amablemente de que mi presencia en esta casa dejará de ser grata en unas... - tomó la muñeca de Zac para consultar su reloj antes de decir -: ...ocho horas. No ha dicho nada de vosotros pero imagino que estáis en el mismo paquete - comentó dirigiéndole una mirada irónica a Zac, quien sabía que era el más rechazado en aquella casa. Para sorpresa de sus dos amigos, no parecía que le importara -. Jackie, informa a Deirdre, no creo que esté demasiado feliz con pasar las vacaciones en su casa pero por ahora es mejor así.

¿Ha dicho que aquello iba para largo? ¿Cuánto tarda un parto "normal"? Se preguntó, mientras salía fuera con gesto preocupado por lo que estaba ocurriendo, y sintiéndose impotente por no poder hacer nada. Lo habría gustado poder hacer algo, lo que fuera. Ayudar, en la medida de lo posible. Pero lo único que pudo hacer es hacer caso de su suegra, y salir de allí junto a Kaitlin, a quien cogió de la mano, dándole un pequeño apretón cargado de mimo y cariño, acompañado de una pequeña sonrisa, de la cual podía destilarse el cariño y la preocupación que sentía por su cuñada.

Buscó con la mirada un lugar donde sentarse, y lo encontró en el suelo, en un trozo de pared despejado, donde tomo asiento en el suelo y apoyó la espalda y la cabeza en la pared. Cuando esta última tocó la superficie vertical, Leo cerró los ojos un segundo, intentando tranquilizarse, y lanzando un largo suspiro, mientras invitaba a Kaitlin a sentarse junto a él. Miró a sus demás cuñados, esperando por si alguno quería hacer algo, o decir algo para amenizar el tiempo, pero no fue así. El único que entró fue su cuñado, exactamente el futuro padre, quien pasó como un torbellino hacia el salón, sin decir nada. Y alzó ambas cejas al escuchar a Melissa hablar así.

Menudo mosqueo...

Pasaban las horas. Y allí nadie decía ni pío. Leo no había estado nunca en un parto, así que el estado de nervios a lo largo de las horas, el silencio y la actitud de espera general le pareció que debía ser lo normal. Darren decidió marcharse a por Deirdre. Leo no fue uno de los que lo detuvo. Entendía que, a pesar de su mala relación con ella, aquel era un momento importante para la familia, y que sería el sobrino de Deirdre como de cualquiera de los allí presentes. Por lo que a sorpresa de muchos, cuando decidió marchar, apoyó su decisión e intento convencer a los demás de que Darren hacía lo correcto.

Pero habían pasado cuatro horas, y no habían vuelto. Por aquel entonces, a las seis de la mañana, Leo ya se había echado un par de cabezaditas. Si su suegra necesitaba de su ayuda, lo mejor era que al menos hubiera descansado un poco. Y en aquel momento, se encontraba con una varita entre sus manos, una que no era la suya, si no la de su padre, la cual observaba  estudiaba, como si buscara algo en ella, con absoluta concentración, hasta que el reloj marcó las seis.

Como si aquel sonido fuera una señal, Leo alzó la vista, primero mirando a Robert, que apenas se había movido desde hacía horas, y Larry, que parecía no cansarse por mucho que caminara. Pero él, decidió romper el silencio. - ¿No tarda Darren demasiado? - Preguntó en primer lugar, mirando hacia la puerta. Luego, volvió a mirar a los presentes. - Y.... ¿Cuánto dura un parto normal? -

No importaba cuántas veces leyese el libro que lo disfrutaba todas y cada una, pero esta vez era distinto. No es que no lo disfrutase esta vez, al contrario. Lo estaba disfrutando mil veces más que habitualmente. Me incorporé ligeramente para mirar a Duncan cuándo empezó a hablarme. Quise detenerle, diciéndole que no importaba, que no podías echar de menos algo que nunca habías celebrado, pero me detuve. Y gracias a ello Duncan terminó su discurso con lo que me provocó tener que aguantar una lágrima que peleaba por salir, lo que equilibré con una sincera sonrisa de oreja a oreja.

- Ya eres perfecto para mí, y eres más de lo que nunca me habría permitido soñar. - le dije antes de sentir el irrefrenable impulso de besarle.

Me acerqué más, incorporándome ligeramente y dando media vuelta. Me apoyé en su pecho con delicadeza antes de juntar mis labios con los suyos. No era un beso que naciese de ninguna necesidad hormonal, sino del amor y el cariño. No podía creerme la suerte que tenía de estar con Duncan. Quería expresarle con ese beso todo lo que se me quedaba corto en palabras, incluso que el que me ya me hacía la chica más feliz del mundo.

La intención de salir del salón solo se truncó al instante. La figura de sus padres no tardó en aparecer, situándose a su lado para formar la insondeable barrera Carrow. Habían perdido el mejor negocio de la familia, pero no iban a salir con el rabo entre las piernas. Ese no era su estilo.

Cuando David Lewis les alcanzó, Oliver le dedicó un escueto movimiento de cabeza. Estaba especialmente cabreado, y sus disculpas le daban igual. Aunque fuese de forma indirecta, habían roto el acuerdo. Y ahora todos estaban afectados.

- Quizá eso le ayude a espabilarse, padre, y empiece a valorar más lo que es pertenecer a una de nuestras familias.

Su tono era serio, aunque no despectivo. En el fondo no deseaba ningún mal a la joven slytherin (o al menos ninguno muy grande). Pero no iba a defenderla. Él no era así.

Salí a regañadientes de la habitación. Era cierto que no tenía ninguna experiencia trayendo niños al mundo, pero era mi hermana la que estaba allí y ver que la cosa no iba a ser tan rápida ni tan sencilla como podria parecer no hizo sino aumentar mi preocupación.

Una vez fuera, pasee la mirada por cada uno de mis hermanos. Darren insistió en ir a por Deirdre, una idea que no sólo apoyé, sino que además me pareció fantástica y lógica. Vale que no nos lleváramos bien, pero era mi hermana, mi hermana gemela, para más INRI, y lo cierto era que, para mí, era imposible concebir un momento como aquel sin ella.

Leo se sentó entonces, con aire agotado, y me hizo señas para que me sentara junto a él. Hice lo propio, dejándome escurrir por la pared, hasta quedar sentada a su lado, con las rodillas flexionadas, y la cabeza apoyada en su hombro. Cerré los ojos, dejando escapar un largo suspiro. Casi inmediatamente llegó nuestro cuñado, y el esportón de voces de Mel hizo que, en aquel momento, una diminuta sonrisa brotara en mis labios. Miré a Leo, alzando las cejas en una expresión divertida, la única que esbocé en las siguientes e interminables horas.

El tiempo pasaba lento, muy lento. En realidad, llegué a perder la nocion del mismo y, si no hubiera sido porque aquel reloj no dejaba de marcar las horas, habría pensado que llevábamos días alli. Creo que incluso di un par de cabezadas. Nada importante: estaba demasiado nerviosa, demasiado preocupada, para dormirme.

Y es que estaba pasando demasiado tiempo. Demasiado tiempo sin noticias de Mel, sin noticias del bebé. Y sin noticias de Deirdre y Darren. Las horas pasaban, y no sucedía nada. Y eso, en la situación en la que estábamos era, como poco, extraño y preocupante.

-Mirad, chicos, esto no es normal... -dije, con la cabeza apoyada en el hombro de Leo y Patrick dormido en mi regazo- Alguien debería ir a ver si sucede algo con Deir y Darren. Y lo mismo con mamá, Ros Mel y Albert. No podía seguir asi, con aquella incertidumbre, durante más tiempo. Así que busque la complicidad de las dos unicas personas alli que sabria que se sumarían a mi iniciativa: Leo y Robert. - ¿Por qué no nos dividimos y vemos qué pasa? Esto está empezando a preocuparme... - propuse, incorporándome prácticamente, con intención de ponerme en pie en cuanto obtuviera confirmación de uno de los dos.

Enarco una ceja inquisitiva ante la pregunta de Sasha. No conozco lo suficiente a la joven pero me da la sensación de que pertenece a esa clase de personas que sí que se fijarían en algo así. De hecho, sus siguientes palabras me lo confirman, aunque no arrojan ninguna luz sobre mis sospechas. Sin embargo, la intervención de Aly sí me deja una cosa clara: no se trata de un antiguo alumno. 

Le arrebato la nota para fijarme en la escritura y veo que la chica está en lo cierto. Esa letra desde luego no es la letra de un vagabundo. La inquietud comienza a bullir en mi interior y la idea de una excursión temprana al exterior no hace más que acrecentar esa sensación.

- ¿Excursión a dónde?- le pregunto a la chica. 

No estoy preparado, joder, pienso de nuevo. Aún así, la sugerencia de la fuga consigue captar mi atención. Quizás no se trate de una idea tan descabellada. De esta forma, sería yo quién tendría la situación bajo control, quien llevaría ventaja. Por supuesto, no planeaba ir en busca de mi padre adoptivo para plantarle cara, pero sí que necesitaba averiguar si era él quien había estado acechando el orfanato esperando mi llegada. Además, el tema de volver a entrar en el orfanato no debía suponer mayor problema. Aunque hacía tiempo que no lo hacía, creía poder recordar como forzar una cerradura y más si esta no contaba con ningún tipo de protección mágica extra. Claro que si no me puede impedir la entrada a mí, cualquiera podría entrar...

Me remuevo en mi asiento, indeciso ante qué opción tomar. También podría encontrar algún rincón apartado donde poder entrenar mis habilidades en combate mágico, pero estaba seguro de que me detectarían y además de estar traicionando la confianza de Mc Gonagall, podrían quitarme la varita. 

- Oye, y al hombre este...¿te lo encontraste en la calle? No te dio ningún otro mensaje, ¿no?- digo mirando de nuevo a Sasha. 

Más tarde, intentaría buscar un momento más privado que en un comedor lleno de gente para preguntarles qué es lo que hicieron exactamente el día que se fugaron, cómo salieron del recinto. 

- Excursión a la sierra. Nos llevan a esquiar. ¿Sabes esquiar?

Respondió Aly casi sin darle importancia. No era la mejor excursión del mundo, pero al menos les llevaban a algún lado que no era poco. La verdad es que la dirección de aquel lugar había mejorado bastante con el paso de los años.

Sasha se terminó los dos platos de puré y se apartó de la mesa, sintiéndose bastante llena:

Sasha:- No sé, Kyle. Eres muy preguntón, ¿lo sabías? No sé, si te ha localizado pues ya os veréis, ¿no?

En ese momento dieron el aviso de que debían regresar a sus habitaciones. Podrían charlas mínimamente y en media hora debían tener la luz apagada y estar callados.

Duncan aceptó el beso y lo devolvió aguantando una sonrisa de satisfacción mientras acariciaba a Eve. Una vez se separaron él la miró a los ojos, pasando sus dedos en una caricia por la cara de la chica.

- Me vas a hacer sonrojar con estas cosas que me dices. Exagerada.- acompañó el comentario con un pequeño beso en su nariz.- Que eres una exagerada.

Cerró el libro del todo y lo colocó encima de la mesita de noche.

- Bueno, mañana tienes trabajo con Granger, así que será mejor que descanses. No quiero tener la culpa de estas cosas. ¿Qué lado prefieres?

Justo cuando Kaitlin proponía ponerse en marcha, la puerta de entrada se abrió y llegaron tanto Darren como Deirdre. Estaban bastante manchados de barro, pero ambos reían divertidos.

Darren:- Ya estamos aquí. Tuvimos un pequeño problema de vuelta.

Kaitlin:- La escoba sí, pero aparecerte...

Darren:- ¿Alguna novedad?

Deirdre se sentó en el suelo, frente a Kaitlin y Leonard pero con la mirada fija en la puerta de la cocina. Su sonrisa se había esfumado y una ligera cara de preocupación asomaba en sus facciones.

Mientras, Darren se quitaba las botas llenas de barro para no manchar toda la casa.

- Su hijo tiene razón. Le vendrá bien valorar lo que tiene en esta casa. O lo que tenía, mejor dicho.

Señora Carrow:- Bueno, debemos irnos. Esto ha cambiado bastante nuestros planes.

David:- Fue un placer. Oliver. Espero que todo te vaya bien.

El señor Lewis se marchó hacia la casa, dejando nuevamente a solas a la familia Carrow.

Señor Carrow:- Bueno, no nos queda otra que llevar a cabo el plan B. Mañana mismo me pongo a ello y con suerte en cuatro días tendremos una respuesta afirmativa.

Señora Carrow:- Volvamos a casa.

Sin esperar más, los tres se desaparecieron y al instante estaban en su casa. Los padres de Oliver se quitaron el abrigo y se descalzaron para no manchar el suelo de nieve y barro.

Señora Carrow:- Ha sido un día agotador. Deberíamos irnos a dormir.

Los dos chicos mantuvieron la sonrisa, aunque las noticias que Carrie traía no fueran muy esperanzadoras. Los invitados se fueron marchando, despidiéndose cordialmente de Carrie y deseándole una buena noche.

Jackie:- Bien. Me encargaré de ello en cuanto pueda. ¿Qué harás tú? Puedes venir conmigo a mi casa.

Zac:- Yo ya tengo todo el equipaje preparado. De hecho ni siquiera lo deshice.

Finalmente los invitados terminaron por irse y el señor Lewis no aparecía. Probablemente le estarían entreteniendo fuera todos los invitados que ya habían dejado la casa.

Su mirada se desvió hacia la puerta en varias ocasiones, por donde los invitados iban desapareciendo en cuenta gotas y sin que la persona que ella deseaba evitar se dejara ver.

- En realidad es mejor que no sepas dónde estoy - respondió enigmáticamente. La paranoia de Carrie no era demasiado de difícil de comprender en aquel momento: había desairado a su padre y éste no quería saber nada más de ella pero, ¿hasta qué punto llegaría aquel rechazo? La pregunta de Carrie era, sin embargo, ¿cuánto de lo que ella sabía sobre su padre sería considerado como demasiado peligroso por el mismo hombre? -. Zac, ¿puedes avisarme si aparece mi padre? Tengo que hablar con mi madre - la chica le indicó con un gesto la pulsera, recordándole el método de comunicación que habían creado y del cual no se separaba.

- Igualmente, señor Lewis.

Por fin en casa. La presión del entorno y la necesidad de aparentar se habían esfumado. Ahora solo quedaba el tener que enfrentarse a la realidad: el fracaso con el compromiso con Carrie Lewis.

Se quitó el abrigo despacio, pensativo. No sabía muy bien qué debía hacer ahora y, por supuesto, no tenía ni idea de cual era ese 'plan b'. La mención hecha por su padre segundos antes de desaparecerse de los terrenos de los Lewis no le pasó desapercibido, aunque prefirió hacer caso omiso de las palabras. Hasta ahora.

- Antes de marchar, padre, necesito que me cuentes cual es nuestro siguiente plan.