Partida Rol por web

Por fin estaban allí, de nuevo ante el enorme expreso para partir hacia el colegio. Eso significaba que las cosas cambiaban, generalmente para bien. Pero no todos eran tan afortunados.
Se enfunda en su chaqueta y, cabizbaja, se adentra en el vagón.

Aún así, intenta encontrar a alguien con la mirada. Suspira e intenta no pensar demasiado, quizás en el interior si haya alguien a quien saludar. O alguien que simplemente le dedicara una sonrisa de reconocimiento

Scarlet miraba de vez en cuando la ventanilla que daba al pasillo, por si veía a alguno de sus amigos. Entonces, vio a Gabriel Serpens, un prefecto de Slytherin. Lo conocía por su actitud autoritaria (y, a veces) tiránica. Sintió un escalofrío y deseó que Logan y Alex estuvieran allí. 

Ashton parecia sumido en la melancolía "¿No se supone que los Hufflepuff son elegidos por su compasión?"

-No te preocupes, aun tenemos tiempo para hacer algo. Tienen que juzgarlo, aunque todo eso este amañado.

Se agachó, cogió las pinzas, y volvió a la tarea de mantenimiento de la varita. "Madera de roble, 7 pulgadas, núcleo de cola de fénix. Simple, no esta hecha para las florituras, pero contundente y directa, de madera afiliada a la nobleza." Su tío siempre decía que las varitas eran afines a la personalidad del usuario, aún no había incurrido en ningún error.  

-¿Cuantos años tenías tu cuando nació?

 Caminaba por el pasillo hasta que me sentí observado y mis ojos se clavaron en una chica de pelo oscuro, que me miraba fijamente, con cara de temor. Sin decir nada, entré en su compartimento y me senté delante de ella, con mis ojos fríos clavados en ella, mientras acaba un libro negro, con palabras plateadas escritas en la portada y empecé a leer...

Aunque hubiese preferido arribar quizá en soledad, como todos los años sus padres franqueaban a Alana para despedirse. Su madre sobre todo, echaba una mirada fulminante a cualquiera que le chocara o se topara con su hija. Demasiada protección afectuosa, sin duda aquella frágil imágen de la joven lo provocaba, como siempre.

Su padre le paso los brazos por el cuello, y su madre le besó en la mejilla, solo una vez a pesar de que hubiese querido hacerlo mas, porque sabía que recibiría una mirada de fastidiada resignación.
Alana sonrió a ambos, contenta de que luego de cuatro despedidas finalmente comenzaran a comprenderle un poco. Desde la distancia, de cuando en cuando observaba de reojo la zona destinada a la gente "normal". Un jolgorio de vida, demasiada agitación. Su padre colocó el baúl sobre el transporte para evitarle mayor esfuerzo, para que no tuviera mas complicaciones.  Solo tuvo tiempo de girar la cabeza

-Hasta luego -dijo con esquisita educación, exponiendo una voz cristalina que solo maximizaba el conjunto de delicadeza ya de por si natural. Al subir, se sintió bastante a sus anchas. Entre compañeros era otra cosa. Pese a lo que la apariencia pudiese decir, había demostrado dureza y hasta arrogancia dependiendo de la situación. La mayoría de las chicas de la casa como era de esperar, gustaban de jugar a concurso de popularidad por asi decirlo. De forma indeseada, tenía la suya propia labrada con su excelencia en clases.

No tolero a los incompetentes...quizá esa era la frase mas célebre que habría prounciado en su estadía en Howarts, y algo que le marcaba. Apuro el paso para tomar un compartimiento vacío, ocupando una de las ventanillas.

Entonces, Serpens miró a Scarlet. Se sintió cohibida y enseguida bajó la mirada.

"Que no entre, que no entre, que no entre..."

Serpens se detuvo y entró como si nada en el compartimento, se sentó justo delante de ella, mirándola con esos ojos que le intimidaban tanto y comenzó a leer.

"Bueno...mientras no me haga mucho y solo lea..."suspiró aliviada. 

Miró un par de veces más por la ventanilla del pasillo y retomó su lectura, ahora, algo mas nerviosa e incómoda.

Alex tenía aferrada en una mano su maleta con todos sus bártulos. Con la otra estrechaba la mano de su hermana, con la firme intención de sujetarla como una inseparable presa. No quería perderla de vista, y menos con su atractivo físico y siendo su segundo año en Hogwars. Demasiadas Serpientes sueltas.

Parecía estar hablando de algo con sus padres, y parecía bastante molesto, como si estuviese hastiado de hablar del tema. Sabía muy bien todo lo que tenía que hacer. Sus padres debían preocuparse más de sí mismos que de su hijo.

Cuando acabó, minutos después, faltaba poco tiempo para que el tren despegase. Había pegado un aviso, así que el chico no perdió más tiempo. Le dio un par de besos a cada uno de sus dos padres y, equipaje a mano derecha y hermana a mano izquierda, partió rumbo al interior de aquella máquina de vapor que los muggles considerarían anclada en el pasado.

Se aseguró de espantar a todos los indeseables en el camino de su hermana, y hasta que no la vio sentada con sus compañeros en uno de los compartimentos para alumnos de segundo año, no se comenzó a preocupar de sí mismo. Saludó a los compañeros y cerró la puerta espantando una última vez a los merodeadores. No quería que nadie molestase aquel vagón. Era el de su hermana, y ella era sagrada.

Entonces, y sólo entonces, partió rumbo a los compartimentos para alumnos de quinto curso. Primera ventana, nada. Segunda ventana, chicas que no le interesaban. Tercera ventana, Serpientes. Cuarta ventana, Alana, una Serpiente, atípica, pero una Serpiente. Sentarse con ella de todo menos una buena idea, a no ser que buscase problemas. Las Serpientes atraían a más Serpientes. Escapó de ahí a pies ligeros. Finalmente, llegó a una ventana que le interesaba. Lástima que no estuviesen todos.

Se aseguró de tener la varita bien a salvo bajo la túnica y abrió la puerta. Al fin una cara conocida y agradable. Pero, ¿dónde estarían sus demás compañeros?

Aquella locomotora pegó un pitido más.

 Miré de reojo a la chica, con mi actitud impasible, hasta que le pregunté bruscamente:

 - ¿Que te pasa?. ¿Hay algo que te molesta?.

 Parecía ser que era yo, peo a ver si se atrevía a decírmelo a la cara... Mis ojos se clavaron en ella, con cara de pocos amigos y parecía que quería comérmela con patatas...

La puerta del compartimento donde Scarlet aguardaba se abrió. Alex, vestido con el uniforme del colegio y su equipaje firmemente sujeto con la mano izquierda, estaba plantado en el umbral. Parecía serio y ligeramente a la defensiva, como si en aquel nido de víboras el que aparentaba ser más duro tuviese menos problemas.

Venía de despedirse de sus padres, y de dejar a su hermana sana y salva con sus compañeros. Había tenido que apartar a unos cuantos indeseables, y aquello le había incomodado, lógicamente. Tener que hacerse el duro para poder granjearle un lugar decente a su hermana demostraba cuales eran los valores que el Señor Tenebroso apreciaba.

- Scarlet- comenzó el chico soltando una sonrisa al ver un rostro conocido y agradable-, ¿se puede?

No quería entrar sin más, sin preguntar. Eso hubiera sido de mala educación, y conocía las preferencias de la chica. Quizá prefiriese tener a alguien más con ella, por si aparecía una Serpiente, pero quien sabe si le apetecía estar a solas consigo mismo. Era una mujer muy introspectiva y no quería forzarla a nada. Probablemente tarde o temprano acabaría llegando más gente que se sentaría con ella, pero por el momento estaba sola y eso era algo que podía disfrutar. El silencio y la soledad a veces resultaban agradables en un mundo lleno de huevos bífidos diseñados para dar a luz a más reptiles.

 Mientras esperaba la respuesta de la chica, uno de los miembros de Gryffindor entró saludando a la chica, aparentemente ignorándome, hasta que le espeté friamente:

 - Por lo que ami respecta no... Pero seguramente no serviría de nada quejarme por ello...

 Me volví a concentrar en el libro, ignorando a los otros dos, de manera bastante poco amable...

Y entonces vio a aquella Serpiente. Bajó ligeramente la cabeza y compuso una mirada afilada, letal. Con la mano izquierda aferró la varita bajo la túnica.

- ¿Te está molestando?- espetó en tono mordaz refiriéndose a aquel individuo.

Eran prejuicios, sí, pero con las Serpientes estaban más que justificados. Tenían veneno en lugar de Sangre Limpia y un cuenco vacío en lugar de corazón. Aunque estuviese todo el año rodeado de dementores no le importaría plantarle cara a un individuo así.

Su tono, por supuesto, no era el apropiado. El de Alex tampoco, pero él era de los buenos. Podía permitirse escupir odio por la garganta. A él no le habían cocinado entre algodones como una víbora recién salida del huevo que debe ser alimentada hasta convertirse en un depredador grande y bravucón.

-Ejem... 

Se oye tras Alex, que no se decide a entrar en el compartimento y ocupa parte del, ya de por sí, pasillo. En el pasillo hay una chica que va en silla de ruedas, la prefecta de Ravenclaw. Todo el mundo ha escuchado hablar de ella pues tiene una enfermedad que no puede curarse ni con magia ni con medicina muggle. Y además es muy estricta con los alumnos, tanto o más como los profesores o los de Slytherin.

-Estás ocupando el pasillo, Blair.

Cuando Serpens sorprendió a Scarlet con esa pregunta, entró Alex en el compartimento.

¡Por fin!

-Por lo que a mi respecta no... Pero seguramente no serviría de nada quejarme por ello...-dijo Serpens.

-¿Te está molestando?-dijo Alex llevándo su mano izquierda a su varita.

No ha empezado el curso y ya estoy metiendo en líos a Alex...Genial.

-N-n-n-no...tranquilo-dijo intentando sonreír para tranquilizarle-Ven, siéntate conmigo.

Aún le temblaban las manos.

Entonces llegó la prefecta de Ravenclaw, Uekusa. Aunque fuese la prefecta de su casa...no mejoraba la situación, era una prefecta muy estricta...

 Miré al chico, con una sonrisa lobuna y retadora, dándole a entender claramente que no me daba miedo y que lo desafiaba a que intentara hacer algo:

 - ¿Y si lo estuviera haciendo?. ¿Que harías, gatito?.

 Mientras hablaba, mi mano derecha se acercaba a la manga de mi izquierda, mientras continuaba mirándole con la misma sonrisa desafiante...

 Entonces llegó Naomi Uekusa, la perfecta de Ravenclaw, imponiendo el orden y la respondí, con mi habitual cortesía fría:

 - Hola, Uekusa, ¿has tenido un buen verano?.

 No se podía decir que fuéramos amigos, pero si que nuestra relación era moderadamente cortés...

-Perfecto, muy entretenido. 

Como siempre, fría cordialidad entre la gente de un mismo nivel... bueno, eso cree él... que tiene un nivel superior, cuando es un año menos y un mago en la media... y poco más.

-Veo que causando problemas a gente de mi Casa. Yo tendría cuidado... igual un par de Casas comienzan en negativo este curso.

Sí, una amenaza velada para los dos chicos que quieren comenzar a usar la magia en ese lugar, como si fuese el apropiado. Las normas siempre han sido claras en ese aspecto: solo se pueden hacer duelos en el club de duelos. Si alguien hace uso de la magia en un enfrentamiento, es motivo de sanción.

Se podría cortar la tensión con un cuchillo...

-N-no me e-e-estaba molesta-a-ando, Uekusa.-le dijo Scarlet a la prefecta intentando hacer algo útil-Ha-a sido u-un malentendi-di-do...

 Asentí con un leve movimiento de cabeza, sin perder la calma y mis modales, mientras respondía a sus palabras:

 - Entiendo, pero, por mi parte, no pensaba seguir el juego a ese matón. Yo solo me encontraba leyendo cuando él ha entrado y se ha puesto a amenazarme... Aunque supongo que no se atrevería a atacar a un perfecto, pero nunca se sabe...

 Le miré de nuevo a él, dándole a entender, aunque sin expresar ninguna emoción, que, por si no lo sabía, yo era uno de los perfectos de Slytherin... Y que ahora le vigilaría muy de cerca todo el curso...

Alex, con un movimiento seco de la mano metió el equipaje en el interior del compartimento, dejando libre el pasillo. Problema solucionado.

- Problema solucionado, Naomi- espetó con voz fría pero atípicamente cortés. Era perfectamente lógico que una persona así tuviese su carácter, bastante tenía con su tremendo problema. Si Alex no pudiese caminar... ni podía concebir lo que debía de ser vivir así. Sabiendo que ni la magia podía ayudarla. Debía de odiar a la humanidad, a su suerte, y a todas las religiones. Alex lo hubiese hecho sin dudarlo. Pero ella, aún así, se esforzaba por alcanzar la cima-, ¿mejor así?

Compuso una sonrisa forzada. La hubiese invitado a pasar, pero con toda seguridad tendría que atender a las labores que su cargo requería. No todo iba a ser un título bonito. Era una responsabilidad.

Palpó donde tenía aferrada la varita, y la ocultó más todavía con disimulo. Fingió no dar con lo que buscaba y echó un vistazo a su equipaje.

- El Galeón que le debo a Scarlet- mintió susurrando para intentar disimular ante la prefecta. No quería líos con ella.

Se giró hacia la Serpiente.

Usar las garras hasta hacerte un bozal con piel de serpiente, cretino. Y decirles a tus padres, el señor Vívora y la Señora Boa, que te quiten el cascabel y pongan más huevos. Para no acabar avergonzándose completamente de su estirpe, básicamente.

- Lo primero mandarte- a San Mungo- al oculista. Yo no soy mi gato, por si no has sido capaz de darte cuenta- sonaba cortés y educado, sonriente con una hipocresía típica de una arpía-. Lo segundo, asegurarme de que dejas de molestarla. No tiene por qué dejarse molestar por un alumno, y menos cuando ni siquiera ha llegado todavía al colegio.

¿Solución? Estamparte contra las vías con la locomotora en marcha.

- Ahivá- exclamó con fingida sorpresa- ¿qué tienes ahí?- señaló su manga izquierda, aquella que tenía la mano izquierda considerablemente cerca de forma defensiva mientras mantenía aquel rostro desafiante. Iba listo si pensaba que Alex no podía vencerle sin siquiera manos ni pies.

Ignorándole, pues verdaderamente le daba completamente igual su respuesta, colocó en equipaje en su sitio e hizo un amago de sentarse al lado de Scarlet. Sin embargo, se giró hacia la prefecta.

- Perdón, ni me he dado cuenta, ¿necesitas ayuda?- se prestó. Posiblemente estaría harta de escuchar ofertas así, y la molestarían, pues la harían quedar como una inútil cuando claramente no era así, pero Alex no podía hacer menos por la pobre chica.

¿Ma-qué? ¿Qué le había llamado? ¿Matón? BASTARDO SIN ALMA.

- No tengo interés alguno en jugar- con reptiles- contigo. Supongo que el matón al que te refieres estará al otro lado de esa ventana- señaló la que daba al exterior-, pues yo aquí no veo a ninguno- sólo a un personaje triste y patético-. No recuerdo haber hecho amenazas, pero no sé como estará tu sentido del oído. A ti ni te he mirado. Sólo le he preguntado a Scarlet si las estabas molestando.

A insultar a tu casa, que ahí tienes para elegir defectos.