Partida Rol por web

Scarlet esperó junto con Spencer en la Sala Común, mientras jugaban al ajedrez mágico para disimular un poco*. Cuando todos subieron a sus habitaciones para dormir, hizo como su compañero y se puso ropa muggle, mucho más cómoda que las túnicas y el uniforme del colegio. Scarlet se sentía extraña llevando pantalones dentro del castillo, pero era necesario al fin y al cabo. 

Dejó que Spencer tomara su mano y la guiara por los oscuros pasillos del gran Castillo. La chica había ido pocas veces de forma "ilegal" a los invernaderos, por lo que se conocía pocos atajos. Sin embargo, siempre que ve un pasillo conocido o un atajo para llegar antes abajo, tira de la mano de Spencer y le señala con el dedo hacia donde quiere ir, para evitar hacer demasiado ruido. Pero si el chico prefería ir por otro sitio, ella no opondría resistencia. 

Sea como fuera, llegarían igualmente a los invernaderos. 

Dejo que Scarlet me guíe, nunca estaba de más conocer nuevos caminos, aunque a veces consultaba mi diario, para ver por donde le tocaba hacer ruta al conserje. Terminamos dando un buen rodeo, para llegar a un aula de la planta baja. Según los registros de Hogwarts un maestro de astronomía centauro impartió clases aquí. Como era imposible que subiera las escaleras habilitaron mediante la misma magia que la usada en el gran comedor, la posibilidad de ver el cielo sin impedimentos. Ahí estaba, un conjuro que nadie se había molestado en quitar, al fin y al cabo, siempre había aulas de sobra.

Sus ventanas estaban cerradas, pero no por mucho tiempo.

- Alohomora.- Empezaba a pensar que nos enseñaban ese conjuro tan pronto, con el único objetivo de que explorásemos el castillo.-Las damas primero.-comento ofreciéndole mi mano para que suba al alféizar.

Scarlet lo siguió hasta llegar al alféizar de una de las ventanas, la cual Spencer abrió con un sencillo hechizo. Desde luego, los profesores del colegio o bien ponían demasiada confianza en sus alumnos, o no les daba la gana de asegurar mejor las ventanas que dan al exterior. Después decían que Hogwarts era el lugar más seguro del mundo. 

La Ravenclaw soló una risa en silencio y volvió a tomar la mano de Spencer para salir por la ventana y saltar al frío de la noche, hasta caer en la mullida hierba que cubría los exteriores del castillo. Respiró hondo y se apartó de debajo de la ventana para no interceder en el salto del muchacho, y miró en todas direcciones para asegurarse de que no había nadie mirando. Finalmente, le hace una señal con el dedo a Spencer para indicarle que el camino era seguro.

Una vez él baja, vuelve a tomarle la mano para seguir caminando rumbo a los invernaderos. 

Salto detrás de ella al verdor. La entrada a los invernaderos se hallaba ajena al castillo. Damos un paseo recorriendo sus antiguos muros. Si no fuera por todo lo que estaba en juego y que nos movíamos furtivamente, sabedores del castigo que podría caernos, podría haber sido una cita romántica. Pero casi me alegraba de que fuera una aventura. Ya habíamos tenido momentos de paz, ahora nos venía bien prepararnos para la guerra. 

Los invernaderos estaban a la vista. Nos vamos acercando, sin tener claras cuantas especies de plantas mágicas, que rozaban el límite entre planta y animal, nos encontraríamos allí.

A Scarlet no le pasó desapercibido el hecho de que ya casi no iban corriendo hacia el invernadero como habían hecho en el castillo. Ahora andaban a un paso mucho más relajado y lento, pero sin soltar su mano. La muchacha miró sus manos entrelazadas, la suya tan pequeña en comparación con la de él, no pudo evitar sonreír entre los mechones de pelo oscuro que caían por ambos lados de su cara. Sí, de no ser el castigo tan grave que pudieran sufrir y por el motivo en sí por el que estaban ahí... podría incluso considerarse una cita. Y a Scarlet sólo de pensarlo se le encendían las mejillas.

Sin embargo, no podía dejarse llevar por esa vana fantasía. Debían concentrarse y prepararse, por ello la muchacha sacó la varita con su mano libre, dispuesta a usarla cuando fuera necesario, si es que lo era... y esperaba que no. 

Al llegar a los invernaderos, la muchacha musitó en voz baja:

-Lumos...-para crear una tenue luz que les sirviera para distinguir con más o menos claridad las plantas a las que debían acercarse y a las que no. Con la suave luz de su varita, sonrió a Spencer de medio lado y le indicó con la cabeza que fuera él delante, al fin y al cabo, era mejor en herbología y en pociones que ella. 

Era curioso como uno de los hechizos más sencillos y que de siempre se me había resistido, era para Scarlet, algo tan simple de hacer como el caminar. 

Sigilosos, nos acercamos a la puerta de acceso a los invernaderos. Empujo la puerta para comprobar si estaba cerrada, como era de esperar no era así, con el toque de queda ¿Como sería posible colarse? Accedemos a la parte general. La humedad ya era palpable. Con cuidado caminamos siguiendo las indicaciones que me dejo Henri, mientras ramitas y hojas crujen al partirse bajo nuestros pies.

Al cruzar la puerta que lleva a los invernaderos se sienten un poco raros. Que la puerta no esté cerrada, no significa que se pueda entrar cuando se quiera y más teniendo en cuenta la cantidad de plantas que pueden haber ahí que son de hábitos nocturnos.

Hay muchas plantas ahí que ni siquiera han estudiado... ¿es posible que esa rareza que notan esté causada por algo que hay en los invernaderos? Quien sabe, pero sí notan que les nubla un poco los pensamientos.

A Scarlet le extrañó muchísimo que la puerta a los invernaderos estuviera abierta a esas horas de la noche. Los profesores no eran tan tontos como para hacer eso... Algo raro debía estar pasando, y le sorprendió aún más que Spencer no hubiera caído en la cuenta de ello. Se aferró con fuerza a su mano mientras que con la otra levantaba la varita para poder ver a su alrededor. 

Sintió como si su vista se nublara ligeramente y no consigue pensar con total claridad. Debe ser el efecto de alguna planta, debe soltar algún tipo de toxina que provoque tal sensación. Por lo que, la muchacha se levanta la camiseta lo suficiente como para que tape su boca y nariz y pueda respirar a través de ella. Entonces recuerda un hechizo que está en uno de los libros de este curso, tal vez sea muy difícil de realizar... pero debía intentarlo. 

 -Caput Bullae.-pronunció. De su varita entonces salió una burbuja de aire que cubrió la boca y la nariz de la muchacha con un nuevo aire no intoxicado por las plantas del lugar. Miró a Spencer con una sonrisa.-Intenta hacer uno tú también... así evitamos envenenamiento por el aire... Y si no puedes, cúbrete la nariz y la boca con la camiseta.-le indica en un susurro. 

Obedezco, si hubiera ido solo las cosas serían diferentes, ya qu esiempre soy bastante despistado en cuanto a lo que acontece a mi alrededor. Por suerte para mi me he traído la mejor acompañante posible para entrar a un lugar tan lleno de misterios como era los invernaderos.

-Caput Bullae- Casi, se me traban los dedos, pero ciertamente no era tan complicado una vez se lo había visto hacer a Scarlet.- De todas formas, dudo que las plantas sean tóxicas en exceso, o se matarían entre sí. Si yo tuviera algo así lo guardaría en algún sitio cerrado.  

- Se me ocurre una idea. Flagrate.- con la linea roja, pinto la runa del aire sobre el labio superior de cada uno, en pequeñito.- Esto nos debería permitir respirar, mientras no se borre. Por si los hechizos caen. Vamos. 

la tomo de la mano de nuevo, mientras nos adentramos en la búsqueda de las plantas que queríamos recolectar.

Se adentran en los invernaderos envueltos en sus casco burbuja. Si a la luz del sol ese lugar ya inspira miedo por lo que te puedes encontrar, a la luz de la varita la sensación es incluso peor... las plantas mágicas parecen vivas. Sus sombras titilan en todos los lugares y parecen moverse... ¿o se moverán de verdad?

Se oyen ruidos no muy amigables y, aunque ahora puede respirar bien, el ambiente está pesado y extraño. Scarlet nota una suave caricia junto a la oreja, acompañada de un ligero movimiento de un mechón de cabello. Spencer nota lo mismo en la nuca.

Antes de que Spencer pudiera dibujar la runa en su labio superior, Scarlet se alejó moviendo el cuello hacia el lado contrario para evitarlo. Le tomó la mano y negó con la cabeza con una media sonrisa.

-Si nos pintamos, tendremos que rehacer la burbuja porque la explotarás, bobo.-le explica sin ningún ápice agrio ni molesto en su voz, más bien con cariño y con un matiz divertido en sus labios. Volvió a bajar el brazo de la varita del chico y se lo estrechó con suavidad, animándole a seguir adelante. 

Comenzaron a caminar, con la varita de la chica iluminando de nuevo la estancia mientras que su brazo se aferraba con fuerza al de Spencer. Sí, tenía algo de miedo, debía admitir que esas plantas tan grandes rodeadas de tanta oscuridad... Eran dignas de una buena pesadilla. 

Siguió avanzando con paso algo inseguro, hasta que sintió una caricia en la oreja acompañado de otra en el cabello. Se giró alarmada, reprimiendo una exclamación.

-¿¡Qué ha sido éso?!-sisea alarmada tras el sobresalto mientras su agarre se cierra aún más en el brazo del chico. Tal vez no haya sido tan buena idea como Scarlet pensaba. 

-No lo sé, creía que eras tú.- La miro ligeramente asustado.- No me metas miedo en el cuerpo, aquí podría haber cualquier cosa.- "Y yo que me considero uno de los mejores magos, no sé hacer luz."- Si algo se mueve, podemos usar un repelio, las plantas están vivas. Si usamos mas luz nos verán desde fuera, ¿Alguna idea para percibir sin ser percibidos?

Me suelto de su mano, no por una cuestión de brusquedad, pero tendríamos más movilidad yendo por separado, repaso mentalmente la lista de plantas que nos hacía falta y si alguna de ellas tenia tendencia a seducir o estrangular personas.

-Sí, desde luego me has dejado mucho más tranquila...-sisea Scarlet al escuchar al chico decir que ahí dentro podrían encontrar cualquier cosa. Sigue andando mirando en todas direcciones, atenta a cualquier movimiento, por nimio que sea. Esas plantas eran peligrosas y ellos estaban ahí metidos, de noche. 

Se quedó pensativa, intentando descubrir el modo de poder pasar desapercibidos incluso para las plantas. Si poseyeran algo como la capa de invisibilidad que relatan en los cuentos de Beedle el Bardo, todo sería mucho más sencillo. Pero tenía que pensar en algo que les sirviera para poder ser indetectables prácticamente. 

-No se me ocurre nada...-confiesa, nerviosa.-... No hay nada que nos pueda hacer indetectables, me temo... Así que supongo que tendremos que ir con mucho cuidado y en silencio. 

Suelta un gemido bajo cuando Spencer le suelta la mano, disconforme con la elección del muchacho. Tenía miedo y no tenerlo cerca la atemorizaba aún más, pero debía ser valiente y enfrentarse a la oscuridad y a las plantas que los acechaban. Pero ella era Ravenclaw, la fría lógica... y ésta no surgía cuando estaba atemorizada. 

Vayamos al invernadero, decían... Será fácil, decían...

La escena es digna de las películas de terror más taquilleras de la historia muggle. Cuando enfocan a las plantas con la luz de la varita, éstas parecen totalmente inmóviles, pero la sensación a sus espaldas es totalmente diferente. Se respira el peligro en el ambiente. La Profesora McGarden cultiva todo tipo de plantas... las más peligrosas podrían matar a una persona con el roce de sus hojas sobre la piel. Así que quizá lo que menos deba preocuparles son las plantas carnívoras que tienen delante y que ya les han olido.

Scarlet caminó por el invernadero, fijándose en todas las plantas que, a su parecer, se movían cuando ella no podía verlo. Tal vez fuesen imaginaciones de la asustadiza muchacha... Pero teniendo en cuenta la zona en la que estaban y los ejemplares tan peligrosos que se encontraban ahí, Scarlet no tenía tan claro que se tratasen de simples alucinaciones. Aunque tal vez estuviera siendo dominada por un miedo pueril... Sí, seguramente sería eso. Si ella no creía en que la planta que se encontraba a sus espaldas pudiera comérsela en un segundo, seguramente dejaría de notar cosas como las caricias que recibió al entrar... Tal vez sólo fueron cosa de su imaginación. Los nervios juegan malas pasadas.

O eso intentaba creer Scarlet, auto-convenciéndose de ello. 

Quería darme prisa, el sitio no me gustaba un pelo. 

Miro alrededor, siguiendo las indicaciones que Henri había recibido de la profesora McGarden. Sabía que eran vagas, pero dudaba que le mintiese, aunque esa mujer trabajase con cosas letales, quería pensar que a su manera iba a permitirnos hacernos con lo que necesitábamos. Quería pensar que sabiendo que tarde o temprano alguien iba a venir a por unos ingredientes, aunque no supiese cuales de la lista, los dejaría...accesibles. Aunque... podía ser al revés y que nos estuviésemos arriesgando a morir para nada. No podía permitirme pensar eso, había demasiado en juego.

Busco con la mirada los ingredientes que nos faltaban mientras empuño la varita como quien sostiene un puñal.