Partida Rol por web

Harvaka 1, Tierra de Piratas.

Capítulo 111. Desvelando Secretos.

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18/01/2018, 20:58
Anwälen Manewë

- Vamos por partes, Euyun. – Dijo el elfo. – Creo poder convencer a AIbab de que nos ayude hasta el final. Sin embargo, necesito descansar. Necesito recuperar fuerzas. Estoy convencido de que mañana me encontraré mejor aunque quizás… debiera alimentar mi ser con una nueva alma. Pero no es el momento y no es el lugar. Hay que ser sensatos. Si mis poderes no consiguen convencer al alférez, quizás si lo haga el oro…

El elfo se puso en pie acercándose hacia una pequeña alacena junto a la cama. Ésta había permanecido cerrada bajo llave durante todo el trayecto. Euyun sabía que el elfo guardaba allí sus más valiosas pertenencias. Anwalën se agachó frente a aquel pequeño mueble y rebuscó entre el cuello de su camisa extrayendo una llave que se encontraba unida a una cadena a su cuello. Abrió una de las puertas de la alacena y mostró un saco de piel donde bien cabrían cinco kilos de patatas a ojo de Euyun.

- Mira, pequeña. Acércate. – Le dijo desatando el cordel que mantenía la bolsa cerrada y mostrándole el interior que relucía de forma cegadora con la luz de las velas que iluminaban la estancia.

Se trataba de oro, infinidad de monedas de oro que dejaron asombrada a la muchacha. En el interior de aquel saco habría una fortuna. Euyun nunca había soñado ni tan solo estar cerca de una cantidad tan increíble de aquel preciado y valioso metal. Los ojos rasgados de la joven se abrieron de par en par y no pudo evitar sonreír ante la imagen que Anwalën le mostraba.

- Durante siglos reuní mucho oro y otros objetos, metales preciosos y gemas de mucho valor. – Habló el elfo denotando cierta melancolía en sus palabras. – No te puedes imaginar lo caro que me ha resultado financiar todo éste viaje. Ya sólo me queda esta pequeña cantidad, aunque no obstante, con ella podría pagar siete vidas humanas con todo lujo. ¡Suerte que recuperé parte de la inversión que realicé con los enanos! – Rió de forma malévola. – Su parte del pastel la tengo aparte. Con esa podríamos sobornar fácilmente al señor Arkam.

Entonces cerró de nuevo la bolsa anudándola con el cordel. Miró en el interior de aquel armario y extrajo un pequeño frasco de vidrio con un tapón de corcho. Contenía un líquido color ambarino, el cual no parecía para nada ser muy saludable para la salud. En lo primero que Euyun pensó fue en un veneno.

- Se trata de un poderoso somnífero. – Dijo Anwalën desvelando al fin el contenido del frasco. – Necesito a Elsabeth Euyun. Sólo he hallado una persona tan pura como ella y no querría deshacerme de ti. Te has convertido en alguien muy importante en mi existencia.

Volvió a esconder el frasco en el interior de la alacena y la cerró de nuevo bajo llave ocultándola en su pecho colgando de la cadena. El elfo regresó a la cama y se sentó sobre ella invitado a Euyun a que se sentara a su lado. La joven sacerdotisa no pudo más que aceptar la invitación.

- No tengo un libro que hable sobre linajes. – Anwalën chasqueó la lengua. – Pero tengo mucha memoria si es que necesitas saber algo en concreto. En cuanto a mi libro de conjuros, te lo dejaré en cuanto acabemos con esta conversación y me muestres alguna de las habilidades que la buena de Madelenne te enseñó durante años en Duartala. – Anwalën sonrió de forma lasciva.

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19/01/2018, 07:58
Euyun

Para Euyun todo aquel montón de dinero y diamantes no significaban nada, ya no, había renunciado a todo ello por un poder mayor sobre la vida y la muerte. El somnífero que le enseñó Anwälen era algo que le agradó y sonrió por fin iban a neutralizar a la norteña. Pero su sonrisa no era para nada completa, algo no le satisfacía y cuando se echó a su lado y él pronunció esas palabras no pudo evitar levantarse. - Eres un semidios, Anwälen Manewë, así que no me hables de sensatez, no he venido a seguir a un semidios sensato. Si hubiera querido sensatez hoy no estaría aquí contigo, pero algo he experimentado que es mayor que todo ese oro y riquezas y es el poder sobre la vida y la muerte. Es ese poder el que me agrada y por eso te sigo, si quieres que alguien te la mame cortale la cabeza al alférez y póntela ahí para darte placer, sería algo que te elogiaría en tu ascenso. Muchos creyentes estudiaran tu vida antes de elevarte y aquello que hiciste en vida será lo que transmitas al ser inmortal. Quiero a un Dios de muerte y destrucción, de fabricación de drogas y venenos de intrigas y opresión. Ahora dime, si el alférez nos hubiera encarcelado se hubiera hecho con el botín o lo hubiera entregado a la autoridad competente. ¿Dónde está tu ejército?, ya como semidios deberías tener al menos a unos mercenarios fieles a tu bando. Y no te rías de los enanos, eran al menos mercenarios, pero no los que necesitábamos sino aquellos que nos crean con una fe ciega sin discutir nuestros actos.

Parecemos dos mendigos, o es que no te has dado cuenta de cómo nos trata ese viejo alférez, llamándome tu puta, y pediría su lengua en un tarro por haber hablado así de mí. Ese es el camino que quiero seguir, el de la tortura y opresión, pero dime hasta ahora qué me has enseñado de todo eso. Ese somnífero deberías de haberlo preparado con tus manos, eres un semidios y cuando seas Dios debes de poseer el suficiente conocimiento para ello.

Su mirada esta vez transmitía odio hacia el elfo: ¡No!, me darás el libro porque soy tu sacerdotisa y lo necesito para preparar los rituales. No quiero un Dios de la lujuria, nuestros caminos han avanzado y he descubierto el mío. - La mujer apoyó su espalda en un mueble, - todavía podemos hacer algo épico en el barco, pero no dejaré que un simple viejo mortal me trate como una ramera sin sufrir consecuencias. Espero que el libro me dé algún conjuro para que esa escoria se le caiga la carne a pedazos. Ya no soy bella como mujer me han herido y estoy marcada para siempre. No eres un Dios de curación sino de muerte y destrucción, compórtate como tal. Y ese dinero debería de estar en un banco, o en negocios con gente importante que nos pudiera beneficiar, y haber comprado sicarios que fueran leales a tu causa, en mi país por el dinero matarían a sus padres. No vamos bien, no tenemos poder y eso es malo, y no dejaré de decírtelo hasta que nos deshagamos de ese viejo. No tenemos barcos ni nada, solo un dinero que nos lo pueden quitar en cualquier momento, no, no te sientas contento Anwälen Manewë no estamos subiendo la cumbre sino bajando. Y nuestro fin está más cerca que nuestro propósito, no necesitas que te encumbren como un dios para actuar como tal, es hora de hacerlo aquí y ahora. 

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19/01/2018, 16:23
Anwälen Manewë

A Awalën Manewë no le gustaba que nadie le hablara así. Nadie le hablaba como Euyun lo había hecho. Todos le temían tanto como para no tratar de poner a prueba su suerte. Euyun era diferente al resto hasta en eso. Le había hablado con meridiana claridad. Le había dicho todo lo que pensaba expresando en sus palabras su decepción y hasta el odio que sentía por él.

Llegado a ese punto debía tomar una decisión. Una tajante e inmediata determinación. Aquel conflicto debía acabar en ese preciso momento y cualquiera de las posibilidades que contemplaba, acarreaban muerte. La muerte de Euyun era una de esas posibilidades. Matar a su sacerdotisa y alimentar su cuerpo con su alma sin duda le devolvería gran parte de su poder perdido. Pero eso no era lo que quería.

Euyun hablaba de sensatez. Concretamente de no tenerla. Era un dios o pretendía serlo. Los dioses no necesitaban sensatez, pues su voluntad era lo que regía sobre Gea y su voluntad era lo que regiría en aquel barco. Euyun le había abierto los ojos. Dos vagabundos les había llamado. Dos vagabundos inmensamente ricos, que por otra parte podrían tener un ejército a su disposición y en cambio estaban solos en aquella nave y mirados por encima del hombro por aquel alférez.

- Vengaré tus ofensas querida. – Dijo de forma irrevocable el elfo.

Se agachó frente a la alacena de nuevo. Volvió a abrirla con la llave y de ésta extrajo una pequeña caja de madera. Se trataba de una caja sencilla y alargada de madera oscura. Sin duda se trataba de un elemento antiguo por su aspecto envejecido. El elfo presionó la caja en varios puntos sin conexión aparente y entonces ésta se abrió. De su interior extrajo una afilada daga, que de no ser por su excepcional continente y su reluciente filo, parecería una daga del todo normal. Entonces la escondió en su cinturón.

- ¿Me acompañas a tomar este barco, o gustas más de quedarte leyendo viejos manuscritos sobre hechicería? – Habló el elfo con un nuevo brillo en los ojos y una sonrisa burlona a la par que maliciosa.

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19/01/2018, 20:37
Euyun

La muchacha ya no se reconocía ni la mirada increpadora de Anwälen que en otro momento la hubiera amilanado ahora ni le ofuscaba. Pero aquella mirada de ahora le hacía sentir ese impulso ancestral, animal, instintivo que había provocado que le siguiera. Estaba otra vez experimentando esa sensación de peligro y por su cuerpo empezó a correr una corriente que la calmaba, una sensación de adrenalina que se disparaba a su corazón. En ese instante le vinieron todos sus instintos más sanguinarios, y sus ojos enloquecieron una vez más dando un aspecto un tanto tétrico de lo que fue la muchacha. 

Aquellos ojos élficos la miraron para asesinarla por un breve instante, pero fue breve pues su mente pensaba en todo lo que la muchacha le había dicho. Y la sureña vio como los ojos asesinos de Anwälen cambiaban a un brillo esclarecedor, esa forma de cambio en sus ojos quería decir que había comprendido lo que le quería comunicar. La joven sabía que de no haberse provocado ese cambio en sus ojos hubiera terminado con su vida mediante sus artes oscuras, haciendo que fuera otra víctima para saciar la sed de poder del legendario elfo. Cuando habló de vengar las ofensas, la sonrisa en la muchacha se hizo evidente, y se acercó a Anwälen experimentando esa electricidad que recorría todo su cuerpo. Si el elfo no iba a matarla quería decir que otros morirían, en efecto pero lo que vino después le asombró más. Cuando extrajo de la alacena una caja oscura de madera que respiraba antigüedad y naturaleza, un tesoro que sólo lo podía tener una criatura tan antigua como el elfo, cuando vio que presionaba en varios puntos invisibles para que se abriera, admiró con cierta temeridad al encontrarse otra vez con una criatura semidivina, que había vivido inmemorables años y había estado en lugares y guerras que la joven muchacha nunca hubiera imaginado ni en sus peores pesadillas. De repente, la sureña se vio empequeñecida por el inmenso poder de Anwälen Manewë, y aquella daga ancestral que sacó de la caja le hizo ver que ya no era la misma persona que acostada le había hablado como si fuera una ramera. Algo había dicho la joven que había despertado al ser semidivino que estaba dentro de aquella carcasa de piel élfica. Tuvo que contenerse para no sufrir un ataque de ansiedad y arrodillarse y pedir perdón por su arrogancia. Sabía que ahora era el semidios de la ira y la justicia. - Mi señor Anwälen, perdone por interrumpirle, pero tome también algunas gemas por si debemos de conversar antes de hacerlo. Astutos, silenciosos y letales como una serpiente, no dejando nunca ver nuestras verdaderas intenciones y atacando cuando el enemigo se encuentre más vulnerable a nosotros. Escoja las gemas más brillantes para entretener a aquellos que quieran unirse a nuestras filas, o a nuestros objetivos antes de que vean que la muerte se les echa encima. Como una serpiente debemos de atacar a la garganta para que no les de tiempo a alertar a otros. 

Después la invitó a ir con él para vengar su ofensa, la muchacha afirmó con ese brillo en los ojos enloquecedor, que extasiaba su alma hasta cotas sublimes. 

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24/01/2018, 14:25
Anwälen Manewë

- La tripulación del alferéz se compone de un brigadier, sería el segundo al mando, un contramaestre, un condestable y cuatro oficiales. Una vez neutralizados la tripulación queda descabezada. – Anwalën se detuvo a pensar un instante. – Debemos planear algo antes de aventurarnos a nada. Un solo error nos puede costar muy caro, Euyun. – Bajó un momento la mirada y arrugó sus labios. – Además, antes de enfrentarme a nadie, creo que debo completar el ritual para recuperar mi poder o parte de él. De lo contrario…

El elfo no acabó la frase, sin embargo parecía haber pensado algo y se acercó raudo hasta su escritorio sacando una hoja de pergamino y agarrando pluma y tintero. El elfo mojó la punta de la pluma en la tinta y comenzó a escribir con una perfecta caligrafía sobre el pergamino.

- El alférez es la máxima autoridad dentro de éste buque. El teniente es  la mano derecha del capitán, ayudará cuando haya mucho trabajo y sustituirá al capitán en caso haber algún problema o en el caso de la ausencia del primero. – Hizo una pequeña pausa y apuntó con la pluma sobre el rango de teniente. - Podemos tener en cuenta eso. Si nos ganamos al teniente y el alférez desaparece… - Miró a Euyun esbozando media sonrisa. – Podrías tantearle, nadie como tú sabe sacar información a un hombre. Pero antes de decidir nada quiero acabar de enumerar la escala jerárquica de este navío. El condestable es la persona por debajo del teniente y por encima del oficial. Se encarga de supervisar las reservas de alimento así como de las armas. Los oficiales están por debajo del condestable dentro de la tripulación, pero tienen capacidad de mando. Son los encargados de guiar e instruir a los marineros rasos. El contramaestre se encarga de transmitir las órdenes del alférez al resto de los hombres de la tripulación y su rango es menor que el teniente.

Anwalën dejó la pluma sobre el pergamino y tapó el bote de tinta. Acto seguido se giró hacía Euyun recostándose sobre la silla a la espera de su opinión acerca de lo que era mejor opción. Aquel elfo confiaba en la muchacha y aunque había sugerido algo, parecí estar dejando la decisión en manos de la sacerdotisa.

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24/01/2018, 16:27
Euyun

La duartalesa escuchó a Anwälen... el impulso vital se había calmado, quizás sus palabras sirvieron para que el semidios pensara un plan antes de actuar a la ligera. La sureña lo comprendía se jugaba mucho en sus actos, él sería venerado y adorado, sus historias contadas con todo detenimiento, tanto sus victorias como sus derrotas. No era cuestión de andar a la ligera, se jugaba la devoción de sus fieles, su número y fanatismo, nadie adoraría a un Dios que no hubiera demostrado en vida esas cualidades que les hacen que la gente los contemple y venere como lo que son. La joven miró hacia la alacena de la cual el elfo había extraído o enseñado todas sus pertenencias y artilugios. Se quedó pensativa, pues ella igual que su señor también jugaba un papel primordial en su destino. Cualquier paso en falso, mal consejo o muestra de no tener la capacidad suficiente para guiar a su maestro provocaría su propia destrucción en el mejor de los casos. En el peor ser abandonada, humillada y arrojada a las manos de hombres crueles e inmisericordes que no le darían valor alguno. Como si fuese una esclava sin amo, dejada en las peores manos bajo su infamia y tormento, sin ya tener ni medios ni lo básico para poder subsistir, sin sueños que perseguir y sólo esperando el día que llegara la muerte para no aguantar más sufrimiento.

La joven que estaba creciendo en astucia por momentos, elevándose entre la multitud para demostrarle día a día a su señor que era la elegida, que su elección había sido el destino que la tenía preparada para él desde el origen de los tiempos. La voz de la muchacha sonó firme, y sus ojos se empequeñecieron como muestra de que su mente pensaba a un ritmo vertiginoso y de que había encontrado una idea, un plan y un incentivo que presentar a su señor.

- Mi señor, se me ha ocurrido una idea, el somnífero que vos tiene podemos darle mejor utilidad si convencemos al cocinero o lo echamos nosotros sin que se dé cuenta en la olla de los oficiales. Podría dejarlos a todos neutralizados para después liquidarlos como mejor queramos. En cuanto a la tropa, se me ocurre que se podía utilizar parte del dinero para arrojarlo a la cubierta principal como un momento de su locura, y vocearlo por el pasillo de los tripulantes para que al ir a la superficie luchen entre ellos para obtener el tesoro. Creo que sería una lucha, en la cual nosotros sólo intervendríamos para rematar a los heridos, o hacer que se unen a nuestras filas. Cuantos menos sean, más fácil será controlarlos, y convencerlos de que se pongan a nuestro servicio. ¿Qué le parece? 

La muchacha mostraba ese gesto astuto o ese faz de haber tenido una idea brillante, su media sonrisa así lo demostraba aunque muchas veces era un gesto que utilizaba a menudo para encandilar a sus clientes. Con su señor lo utilizaba de otra forma, como gesto por las respuestas o ideas brillantes que le mostraba. Si ella no se daba a valer nadie más iba a darle la validez que tenían sus palabras, pero si la expresaba con emotividad, entusiasmo acompañado con gestos que demostrasen que estaba convencida de sus palabras provocaría algún efecto en sus interlocutores. Y más ahora que estaba ante la presencia de un semidios, y debía de demostrar que estaba a su misma altura, que era digna de él, que la necesitaba por sus aportaciones, por su temperamento, por sus deseos y anhelos. Y sobre toda por verla como una fiel devota de su camino.

Notas de juego

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25/01/2018, 18:10
Director

- Bien Euyun, Bien. – Dijo Anwalën mientras se frotaba las manos y miraba fijamente a la sacerdotisa. – Queda poco para la cena. ¿Podrías… acudir al camarote del alférez? Puede que la manera más sencilla de hacer esto, sea concertando una reunión con todos los mandos de la nave para esta misma noche. Diles que tengo algo que hablar con ellos. Que quiero disculparme o que quiero hacerles una propuesta… - Meneó la cabeza. - Lo que sea, pero debes conseguir que cenemos junto con el alférez y el resto de cabezas pensantes de este buque. ¿Lo harás?

Euyun no se podía negar. La idea de acabar con el alférez y todos los mandamases de aquella nave había sido idea suya. Estaba convencida de que Anwalën sabía ser sutil y que una vez con las ideas claras sabría llevar a cabo el plan a la perfección. Si quería una cita con aquellos que iban a morir en primer lugar, eso tendría.

La joven afirmó con la cabeza y salió al exterior del camarote que compartía con el elfo. Los aposentos de Aibab Arkam no estaban muy lejos de allí, así que no tardó demasiado en plantarse frente a la puerta de aquel veterano marinero sureño. Euyun cogió aire y tocó a la puerta. Esperó varios segundos, pero nadie contestó. La puerta se encontraba entreabierta, por lo que la empujó con delicadeza y miró en su interior. Aibab no se encontraba allí.

La joven sureña chasqueó la lengua fastidiada. Había estado pensando en que decirle al alférez en cuanto se encontrara frente a él. No lo había acabado decidir del todo todavía, por lo que esperar algunos minutos hasta encontrarse con Arkam le vendría bien. Encontrar al alférez sería fácil, aquella nave no era tan grande.

Al girarse casi le dio un vuelco el corazón. Tenía justo enfrente al hombre que había ido a buscar a su camarote. Suerte que no se le había ocurrido entra. Ya estaban suficientemente tensas las cosas como para eso. Sin embargo, el rostro del alférez mostraba disgusto. ¿Le habría visto cotillear en el interior de su camarote?

- ¿Qué haces aquí? – Preguntó muy secamente el alférez.

Notas de juego

Podría haber esperado a que aceptaras, pero nos estamos estancando mucho en como deberían hacer las cosas Anwalën y Euyun. He decidido avanzar un poco. Aunque eres libre de pedir la cita al alférez o hacer cualquier otra cosa, como clavarle ahora mismo una daga en el estómago.

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05/02/2018, 13:09
Euyun

- Me manda Anwälen, quiere convocaros en la cena a todos los mandos para realizar una propuesta. Aunque no sé si hay un comedor diferente para los oficiales o no. O se puede hacer para que halla una cierta intimidad en lo que respecta a asuntos personales, que se pueden hablar sin que estén todos los tripulantes en la conversación. - Euyun se tenía que guardar su orgullo, y volver a hablar con aquel hombre que le había violentado faltándole el respeto.  

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05/02/2018, 15:32
Director

Aibab Arkam la miró arqueando una de sus canosas cejas. Aquella propuesta sin duda había despertado su interés, pues Euyun notó curiosidad en el gesto del alférez. Durante unos pocos segundos mantuvo la mirada fija en los casi hipnóticos ojos negros y almendrados de Euyun, que emulaban a la mirada de un felino. Ella no retiró la mirada en ningún momento pese a que al final comenzaba a sentirse incómoda.

Debía parecer firme y no se achantaría ante ninguna amenaza por sutil que fuera. Por suerte, fue finalmente Aibab quien bajó la mirada y se llevó la mano a la barbilla. Apoyó su peso contra el marco de la puerta y se cruzó de brazos ante la sureña.

- ¿Sabes de qué se trata? – Preguntó al final el mando superior aborde de aquel navío. - ¿Qué asunto quiere que hablemos? ¿Una disculpa a caso?

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05/02/2018, 15:43
Euyun

- Señor Aibab, ante todo quiero pedirle disculpas por haber traído a esa tripulante a su barco, le hemos puesto en un serio compromiso, y solo su forma de actuar nos ha librado de males mayores. Estoy totalmente de acuerdo que mi señor Anwälen querrá pedirle disculpa y compensarle de alguna forma, quizás hacer un acuerdo que le llenará de honor y gloria, pues sé que usted no me ve con buenos ojos pero le diré aunque no me crea que nunca he visto una persona con tantas riquezas como el señor Anwälen, y no sé porqué no tiene su ejército, pues su dinero es tan abundante que podría comprar diez barcos de estos. La muchacha se notaba en parte afligida mirando al alférez con arrepentimiento, era la forma que le había dicho a su señor de hacer las cosas, como las serpientes, siempre escondiendo su verdadera intención. Sus manos se mantenían unidas transmitiendo tranquilidad y reconciliación al igual que su voz tranquila y apaciguadora. No parecía la muchacha de antes que había insultado y mentido, ahora parecía afligida y verdaderamente arrepentida de todo lo que había traído al barco. 

- Si está vos conforme señor Arkam, podría comunicarle a alguien de su confianza para que lo notificara a lo demás mandos, pues si va de parte de usted me ahorraría ir de camarote a camarote comunicándole la propuesta y disculpa a cada uno de los mandos de parte de mi señor Anwälen Manewë. También quiero agradecerle que me haya salvado la vida, y aunque no ha sido vos directamente sí ha sido en su barco y gracias a sus órdenes, sin vos estaría ahora muerta y mi señor Anwälen sabrá valorar y agradecer que me haya salvado la vida. 

La muchacha hasta le mostró una sonrisa en su cara afligida, y se llevó las manos a la espalda esperando la respuesta mientras ligeramente sus pechos se notaban más vistosos debido a la nueva posición adoptada. Hasta hace un momento creía que su señor le había dado órdenes que serían imposibles de cumplir, pero cuando el alférez le preguntó y se sintió en la duda vio una cierta esperanza que le hicieron cobrar otra vez su entusiasmo.

 

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06/02/2018, 15:49
Director

Aibab Arkam, que hasta ese momento había mantenido una mirada severa sobre Euyun, pareció relajarse por momentos ante la en apariencia sentida disculpa de aquella joven sureña. Al fin y al cabo, no era más que una chiquilla y estaba convencido de que no tenía maldad en el cuerpo. Tan solo era la ignorante sierva de una mente perturbada que hacía y deshacía con ella lo que deseaba. No tenía nada en contra de Euyun, había sido correcta durante todo el viaje hasta Alejandría y sólo tras los acontecimientos vividos en las últimas fechas había mostrado su carácter y su lealtad a Anwalën Manewë.

- Acepto las disculpas por tu parte. – Dijo finalmente el alférez. – Mas tu señor no tiene nada que ofrecerme y no tengo trato alguno que hacer con él. Como ha pedido cruzaremos el mar de Tildas, dejándoos allí y regresaremos al Imperio Rojo. – Hizo una breve pausa. – El trayecto está a punto de concluir, pero si Anwalën quiere limar asperezas, en dos horas estarán los mandos de la nave reunidos en la sala de mando del Adnan. Puede comunicárselo a su patrón.

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07/02/2018, 14:46
Euyun

- Gracias señor Aibab así haré, no sabe lo feliz que me hace que le dé buenas noticias a mi patrón, estoy segura que el recorrido será todavía más apacible tras limar como vos dice asperezas. Hasta pronto Alférez, dijo la muchacha despidiéndose con un saludo militar, y volviendo al camarote por si se encontraba allí Anwälen para transmitirle las buenas nuevas. 

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07/02/2018, 20:28
Director

Una vez Euyun regresó al camarote que compartía con Anwalën, encontró al elfo afilando una espada de hoja fina, algo curvada de modo casi inapreciable. Se trataba de una espada larga de corte anticuado, similar a las que se usaban siglos atrás. Sin duda era un arma de buena manufactura élfica ornamentada en oro tanto en su hoja como en el mango.

Inmediatamente el elfo miró a Euyun. No hicieron falta palabras para que la joven sacerdotisa captara la curiosidad intrínseca en aquella mirada. También detectó que su patrón estaba seguro de que había hecho bien su papel, aunque no hacían falta sus oscuros poderes para deducir aquello. La expresión de satisfacción de la joven y el mero hecho de que se encontrara allí y no arrestada, indicaban que muy posiblemente Euyun había concertado la cita que habían acordado ofrecer a todos los mandos de la nave.

- ¿Y bien? – Preguntó Anwalën algo cortante. - ¿Cómo quieres hacerlo? – Preguntó finalmente.

La pregunta no hacía referencia a si Aibab Arkam había aceptado o no la propuesta, sino más bien a la segunda parte del plan. El elfo daba por hecho que el alférez reuniría a sus mandos superiores para recibirles y escuchar lo que tenían que decirles, así como las disculpas prometidas. La pregunta de Anwalën hacía referencia a cómo deseaba introducir los somníferos en las copas de todos los mandos.

Lo cierto era que encontrarle afilando su espada, hacia indicar que el elfo tenía un plan alternativo mucho menos sutil y bastante más violento y directo. Anwalën no tenía por costumbre desenvainar sus armas. Sólo lo hacía cuando era imprescindible. Euyun le había visto usar esa espada con maestría. Sabía lo que era capaz de hacer con ella, así como también lo sabían los asesinos salvajes que les habían seguido a través de las montañas catanesas donde se perdieron no hacía demasiado.

- Puede que sea más efectivo dejarnos de subterfugios y hacer las cosas a la vieja usanza. – Miró el filo reluciente de su espada con sus ojos negros como hipnotizados.

Anwalën parecía decidido a pasar a la acción y no parecía sentir temor alguno porque alguno de aquellos soldados imperiales pudiera hacerle frente. Parecía seguro de sus posibilidades y sin temor a que ni todos los mandos de aquella nave juntos pudieran vencerle en combate. Al fin y al cabo contaría con el factor sorpresa.

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07/02/2018, 21:43
Euyun

Antes de nada Anwälen, decirte que en dos horas estarán todos los mandos de la nave reunidos en la sala de mando. La muchacha miraba con admiración la hoja que estaba afilando su patrón, incluso se podía ver una cierta felicidad en la comisura de sus labios. - Como te dije, hay que ser lo más silenciosos posibles, si bien creo que puedes hacerlo, la cuestión es que también sus gritos o voces de alarma podrían alertar a toda la tripulación, y ya se sabe que una tripulación enardecida es imparable, por ello cuanto más sigilosos seamos mejor. Sigo pensando que el somnífero administrado en las copas es lo más acertado. El alférez me ha dado entender que solo ha aceptado la reunión para oír tus disculpas, pero que para nada está interesado en ningún tipo de tratos o regalos. Sólo quiere deshacerse de nosotros lo antes posible en cuanto lleguemos a nuestro destino. 

Debemos de tener la botella y las copas en nuestra posesión, o bien se la pido directamente al cocinero diciéndole que llevaré yo misma la bandeja para la reunión, o podemos hacernos con las copas, la bandeja y el vino sin que se entere el cocinero. Tu vaso tendrá que tener alguna característica que lo diferencie de los demás para que no esté en el la droga. Si el plan fracasa siempre podemos hacer uso de la fuerza. - La muchacha demostraba en su mirada una astucia felina, y en sus palabras una frialdad inaudita en alguien de su edad. 

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08/02/2018, 09:23
Anwälen Manewë

- ¿Te encargas tú de la sutileza, querida? – Sugirió Anwalën volviendo a fijarse en el filo de su espada contemplándola a contraluz. Afirmó con la cabeza, su espada estaba lista. Justo en ese momento la enfundó. - ¿Crees que podrás hacerlo?

En ese momento Anwalën se puso en pie menando el dedo en sintonía en como lo hacía su cabeza.  Dio varios pasos acercándose a los baúles que portaba allí donde fuera y donde guardaba su equipaje. Estuvo contemplándolos unos instantes hasta que dio con aquel que buscaba. Se agachó junto a éste y tras abrirlo extrajo dos botellas de vino antiguas. Se trataba de dos botellas cuya etiqueta ya no era legible, sin duda eran dos botellas valiosísimas que aquel elfo estaría guardando para una ocasión especial.

- Alferéz, brigadier, contramaestre, condestable y los cuatro oficiales. – Se detuvo un momento a pensar. - Con una botella no será suficiente… creo que lo lógico sería que te encargaras tú de llenar diez copas. Ocho de ellas con la sustancia somnífera en el interior y dos, sin ella. Podemos introducir el somnífero en una de ellas y rellenar hasta la mitad las ocho copas, rellenándolas luego con la segunda botella. ¿Crees que podrás recordar cuales son las dos copas libres de la sustancia? Pediría las copas a cocinas por si acaso y serviremos el vino ya iniciada la reunión. ¿Te parece oportuno, pequeña?

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08/02/2018, 10:42
Euyun

- Sí, es fácil haré una muesca con la daga para saber cual es la botella que lleva el somnífero, y llenaré las ocho copas dejando las otras dos vacías. Una vez servidas llenaré las dos copas restantes con la otra botella que será para nosotros. No habrá ninguna complicación, si quieres yo iré a pedirle las copas o cogerlas en la cocina, si veo que hay dos copas que son diferentes a las demás también las tomaré para más seguridad. Pero creo que dejando nuestras dos copas vacías y sirviéndolas al final será suficiente.

Por fin Anwälen no actuaba por cuenta propia y seguía sus planes, fueran malos o buenos eran los suyos y si era en verdad la enviada esperaba que su astucia y conocimiento estuvieran a la misma altura que su señor. - Pediré un sacacorchos en la cocina para servir el vino, sonrió a su señor, y tomando la daga que llevaba en la cintura hizo una muesca en una de las botellas para que su señor también viera la señal. - Esta es la señal mi señor de que esta botella lleva el líquido. Todavía faltan dos horas, iré a por las copas, la bandeja y el sacacorchos, con la excusa que vos quiere que yo sea la que sirva en la reunión, y si algo sale mal utilice su sable, el plan debe de finalizar sea como sea.

Por fin sus planes se iban llevando a cabo, una de sus cuestiones era cómo resolverlos, para ella la forma de hacerlo era primordial, pues luego se adoraría a un Dios según sus actos pasados. Que en su vida semidivina utilizara las drogas, el asesinato, la mentira y demás eran cualidades que quería ir preparando para luego adorar a su dios Anwälen tal y como ella había predeterminado sus pasos.

Se quedó unos instantes esperando la respuesta afirmativa de su señor, o incluso su silencio como aceptación para así poder proseguir con su plan hasta las cocinas. Y una vez allí encontraría los objetos que le faltaban para tenerlo todo preparado a la hora acordada. - Era fácil, muy fácil, y si todo salía según lo previsto le esperaba una gran recompensa junto a su señor.

Notas de juego

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12/02/2018, 19:58
Anwälen Manewë

A falta de unos pocos minutos estaba ya todo preparado para la perfecta ejecución del plan que entre Euyun y Anwalën habían tramado. Diez copas y dos botellas de vino eran la herramienta principal, junto al potente somnífero claro está, para llevar a cabo aquella jugada maestra que o bien podía salirles muy bien, o por el contrario, rematadamente mal. Se la jugaban toda a una carta y de ahí el nerviosismo que denotaba la joven sureña.

Anwalën parecía estar muy sereno, como de costumbre. En cambio Euyun, aunque trataba de disimularlo, estaba impaciente por salir de su camarote y dirigirse a la sala de mando del Adnan, donde el alférez había acordado la reunión para la petición de disculpas. La sureña había hablado con el cocinero y le había pedido que diez copas estuvieran dispuestas para la ocasión a su llegada a la sala de mando.  No sabía si le habían hecho caso, pero esperaba que sí.

- Es la hora, querida. – Dijo al fin el elfo levantándose del sillón donde había permanecido prácticamente desde que le fuera anunciada la cita con los mandos de aquel balandro.

Anwalën se puso en pie y colgó de su cinturón la vaina de su vetusta espada con ésta en su interior. Había dispuesto cuatro pistolas cargadas y cruzadas sobre su pecho, las cuales se disimularían muy bien gracias a la casaca púrpura que había escogido para la ocasión. Dirigió su mirada hacia la joven sacerdotisa y le dedicó una sonrisa sincera.

- No tienes nada que temer. – Dijo al fin. – Todo saldrá bien. Yo te lo aseguro. No obstante, agarra esas dagas que tan buen uso les das. La cosa se podría complicar. – En ese momento agarró las dos botellas de vino para dirigirse hacia la puerta. - ¿Alguna duda más antes del gran momento? – Le preguntó.

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15/02/2018, 13:32
Euyun

La joven duartalesa estaba algo nerviosa pues nunca había tenido la posibilidad de matar a tanta gente a la vez, si al final era la dulce muerte lo que les invadiese mientras estaban bajo el efecto de aquel somnífero. - No te preocupes tengo mis armas preparadas, dijo la muchacha que había cambiado su indumentaria por unos pantalones marrones con unas botas oscuras, y una blusa blanca, se fue hacia una de las sillas y tomó un cinturón marrón, este parecía tener dos fundas y como se lo colocó le quedó a la espalda, allí depositó una daga y una pequeña pistola que parecía de juguete, las dos fundas estaban ajustadas para llevar aquellas armas. Ante aquellas fundas las armas se mantenían casi ocultas pero la mujer se puso su capa negra que se ataba al cuello con un tenue lazo. - Preparada, le guiñó un ojo al elfo y le sonrió, intentando bajo esa máscara de seguridad evitar que Anwälen descubriera su nerviosismo.

- Supongo que la botella con la muesca ya tiene el narcótico metido, y la vaciaré en las ocho copas para nuestros anfitriones, tendré que calcular para que llegue a los ocho vasos, después abriré la otra botella y llenaré un poco cada copa para depositar al final el resto en los dos vasos que serán para nosotros. Para no liarme lo mejor será servir los ocho vasos y después llenar los dos restantes y servirnos. Si por si acaso no me llega te daré el vaso a ti que eres el anfitrión y el que debes de brindar. Tendrás que intentar hasta que se tomen el vino que todo el interés y observación se centre en ti. Tienes que ver que si eliminamos a los mandamases sin que la tripulación se dé cuenta será más fácil someterlos, pero si escuchan ruido en la estancia entonces combatirán contra nosotros para ayudar a sus oficiales. Espero que todo salga bien Anwälen, lo que nos espera es al fin el camino hacia tu divinidad. - Dicho esto miró hacia la puerta y respiró profundamente varias veces para así quitar la tensión que en ese momento sentía, - estoy preparada, inmediatamente inició los primeros pasos para abrir la puerta del camarote de su patrón hacia el éxito de su empresa o la caída más atroz. 

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17/02/2018, 07:49
Director

- Perfecto. – Pronunció Anwalën a modo de sentencia y le ofreció la mano a Euyun para así acompañarla hacia la sala de mando del balandro del Imperio Rojo capitaneado por el Alférez Aibab Arkam y de nombre Adnan.

Ambos salieron de sus aposentos con paso decidido y mirada confiada. No tardaron demasiado en recorrer la corta distancia entre su camarote y la sala de mando de la nave. Frente a la puerta se encontraban dos marineros vestidos con la característica casaca roja imperiana. Ambos portaban un semblante serio y al ver al elfo y la humana se cuadraron adoptando una posición militar.

- Informaremos al alférez de su llegada. – Dijo uno de ellos.

Anwalën asintió con la cabeza y entonces el otro penetró en el interior de la sala. Segundos después volvió a salir al exterior cediendo paso a los dos recién llegados. En el interior de la estancia se encontraban ya los ocho mandos superiores de la nave, todos ellos de linaje sureño. Aibab fue el primero en dirigirse a ellos dándole la mano a Anwalën Manewë sin dejar de mirarle con cierta superioridad y tras ello besó la de Euyun sin dejar de mirar de reojo al que consideraba como su amo.

Aquella estancia era no demasiado grande y lo cierto era que se quedaba algo pequeña para diez personas. Una mesa redonda se encontraba en el centro de la misma, sobre la cual reposaban diez copas y en la que normalmente se hallaban los aparejos de navegación así como las cartas náuticas, las cuales habían sido retiradas para la ocasión y posiblemente guardadas en alguno de los armarios que se encontraban en una de las paredes laterales. El resto de paredes estaban forradas con enormes mapas de todos los continentes principales, Harvaka, Arthanis y Avidrain, así como un pequeño esbozo de lo que se había explorado de las islas Occidentales.

Uno a uno todos los mandos fueron repitiendo la acción que había dado por iniciada aquella reunión. El brigadier Nabim Nuzza, al igual que el alférez ya era un hombre entrado en años que tan solo lucía sus blancos cabellos a los lados de la cabeza. Su piel curtida por el sol y cubierta por decenas de cicatrices indicaba que durante toda su vida había sido un hombre de guerra y que sería alguien difícil de matar.

Largbi Mussim era el nombre del contramaestre era un hombre algo más joven, pero que sin duda superaba con creces las cuatro décadas de edad. Un hombre de piel oscura al igual que sus profundos ojos negros que miraban con cierta repulsa a los recién llegados. Por su parte Tareq Ndul Najamet, el condestable por su parte era un treinta añero que sin duda estaba en la posición que ostentaba debido a sus lazos de sangre. Era fácil de deducir por su apariencia aseada y sus manos suaves y tersas que poco sabían del trabajo duro.

El resto de oficiales eran todos veteranos de mil batallas. Hombres duros que sin duda habían vivido lo peor de la guerra. Hombres experimentados que difícilmente iban a dejarse engañar o matar, pero que debían morir, pues así lo había dispuesto la sacerdotisa de Anwalën y eso era lo que pasaría, pues estaba escrito en el destino. Eso lo sabía bien el elfo que había acudido a ese lugar con sed de sangre y muerte.

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17/02/2018, 08:17
Anwälen Manewë

- Ante todo quiero darles las gracias por poder compartir con ustedes mis más sinceras disculpas. – Comenzó diciendo el elfo. – Sé que no todo lo que ha sucedido desde que nuestra relación comenzara ha sido motivo de gozo y que en más de una ocasión se han adoptado medidas que han ido en contra de la voluntad del legítimo mando de la nave, mi bien querido alférez el señor Arkam.

Alzó las manos hacia el alférez mientras asentía con la cabeza a modo de refrendar la figura de aquel veterano soldado rojo. Anwalën miró de arriba abajo al señor Arkam y acto seguido miró al resto de participantes de aquella reunión. Fue entonces cuando empezó a dar palmas para aparentemente celebrar que el mando recayera en Aibab Arkam, las cuales se contagiaron tímidamente entre los oficiales de la tripulación y también en el condestable, quien parecía el más entusiasmado de todos. No obstante la expresión del alférez no varió ni un ápice. Era evidente que no se fiaba de las intenciones del elfo.

- Señor Arkam, debo pedirle disculpas por todo hecho que haya podido molestarle, comprometer a su tripulación, su nave o su honor y poner en serio peligro el regreso a puerto Duartala de esta expedición con todos y cada uno de los componentes que la iniciaron. – Hizo una pequeña pausa para tomar aire y fingir cierta emoción próxima a la lágrima. – Mas puedo decirle con toda seguridad, que todo lo que hemos hecho es en pos de un tremendo beneficio para la nación a la que ustedes sirven. El Emperador Nabim Jaffir me confió esta nave con un propósito claro que está más cerca de verse cumplido y de no haber sido por su colaboración, nunca se hubiera podido llevar a término. – El elfo miró de reojo las caras de todos los presentes. Su verborrea y el teatro que estaba llevando a cabo estaba dando sus frutos, pues casi todos los mandos de la nave a excepción del propio alférez y quizás el brigadier, comenzaban a relajarse ante su intimidante presencia. – Sé que no conocer el fin último de esta travesía ha sido una de las mayores barreras que se han levantado entre ustedes y yo, pero todo tiene un sentido y el Emperador estuvo de acuerdo conmigo en mantener el secreto. Todo se les será revelado a su vuelta, de eso no tengan duda. Por todo ello también debo darles las gracias, pues han dado todo por la causa sin saber nada o muy poco acerca de ella.

Anwalën miró a Euyun y le indicó que avanzara unos pasos mostrando las dos botellas que portaba consigo. La joven duartalesa mostró las botellas a los asistentes revelando su naturaleza y haciendo que los ojos de alguno de ellos se abrieran de par en par. Sin duda era el licor más vetusto que habían contemplado sus ojos.

- Se trata de dos botellas de vino de la cosecha de Davane del año seiscientos noventa y nueve de la tercera edad. – Si decía la verdad aquellas botellas tendrían ciento sesenta y cinco años, más del doble de la edad de cualquiera de los allí presentes salvo el elfo. – Fue una buena añada y sin duda ahora más de un siglo y medio después de su embotellado, habrá adquirido un sabor que sólo algunos privilegiados podrán degustar en sus vidas. Euyun…

Anwalën dio paso a Euyun para que llevara a cabo su labor. Había conseguido con aquellas botellas que finalmente el estadio de alerta de todos los presentes fuera rebajado. El alcohol era uno de los mayores enemigos del hombre y en especial del marinero. Si se sumaba a aquel señuelo la capacidad innata del elfo por adornar todo cuanto decía, se conseguía el cóctel perfecto para que el engaño resultara efectivo.