Partida Rol por web

Hacía mucho tiempo que no Gorbagog no estaba por aquellos lugares. A su cerebro llegaban las sensaciones causadas por el olor de la tierra seca que traía el viento y el Sol, que siempre parecía estar escapando de las nubes para ir a esconderse detrás de cada montaña.

A su alrededor, el resto del grupo parecía inseguro, como si estuviesen en mitad de una batalla y no contaran ni con un mísero escudo para protegerse. El trasgo se rió con cierta amargura. Pocas veces había tenido algo con lo que defenderse, a excepción de sus músculos y la determinación de quien está luchando por continuar viviendo. Pero los humanos eran débiles, así que no debía esperar mucho de ellos.

-Debemos ir a Lutus. Es un puerto pesquero del Reino de Sauk, que está en la zona oeste de la costa tildana -dijo en voz alta, para quien quisiera escucharle -. Conozco al jefe así que allí estaremos bien.

Gorbagog volvió a mirar a su alrededor, girando casi trescientos sesenta grados. Su amigo Tulius estaba justo a su lado y parecía perdido, pero estando juntos, no tenía de qué preocuparse. Colocó una mano en su antebrazo y le obligó a girar el cuerpo hacia el oeste.

-Por allí, amigo.

Daito andaba encorvado, como tratando de ocultar su infrecuente estatura, y moviéndose con gracilidad impropia para su tamaño, seguía a rajatabla las indicaciones de su guía.

Lo cierto es que para el norteño era una situación harto extraña el ser guiado por un mestizo de la raza a la que había jurado odio eterno, pero se había esforzado en mentalizarse para ello y ¿Quién si no los mestizos, fruto de una probable violación, iban a tener más motivos que él para odiar a los trasgos?

Gorbagog habla con seguridad, se ve que conoce la zona por lo menos, así que... lo más práctico es hacerle caso

-Sea pues, a Lutus.... pero, ¿a que distancia está?, porque se nos va a hacer de noche, y no tengo ganas de deambular a oscuras por un terreno que no conocemos. Si está lejos aún, deberíamos pensar en buscar un lugar adecuado para hacer noche

El grupo estaba impaciente. Deseaba llegar pronto, antes del anochecer, y yo estaba bastante seguro de que no iba a ser así. Aunque no había estado nunca en aquella zona en concreto, ni tampoco era un especial conocedor de la región, por la situación de las montañas estaba bastante seguro de que no llegaríamos al lugar antes del mediodía. Pero eso era mejor que nada. 

Ahora debíamos concentrarnos en lo importante; iniciar nuestro viaje y hallar un lugar para descansar de noche sin correr peligros innecesarios.

-No viajaremos de noche. Dudo que lleguemos antes del mediodía de mañana. Lo mejor es iniciar ya la marcha y detenernos a descansar en cuanto encontremos un buen lugar para hacerlo. 

Aquellas tierras eran traicioneras. Bandidos y trasgos eran habituales así que lo que debía primar en aquellos momentos era alcanzar alguna zona elevada y cubierta para pasar la noche.

Tulius se sentía muy perdido, sin saber qué hacer, por lo que decidió mantenerse junto a su inseparable amigo Gorbagog para obedecerle en todo lo que dijera y no poner al grupo en un posible peligro. Sintió la enorme mano del gran trasgo sobre su antebrazo y asintió a sus palabras.

-A Lutus -dijo el joven, con nerviosismo, limitándose a repetir lo ya dicho por sus compañeros. La misión que debían realizar sería complicada y estaría llena de peligros, y Tulius quería darle los menos problemas posibles al pequeño grupo-. Scipio -se volvió hacia el gran trasgo-, Kronan tiene razón, podríamos buscar un lugar donde descansar para pasar la noche. ¿Quieres que busque leña? -su pregunta sonó en todo momento servicial, como se hubiera esperado de un esclavo sumiso.

Este no es un buen lugar, teniendo el mar a nuestra espalda. Debemos ir a una zona elevada. Movámonos con rapidez y acampemos en un lugar mejor -dije, mirando a mi amigo, pero también al resto -. Si nos atacaran ahora, estaríamos perdidos.

Las indicaciones del gran trasgo tenían cierta lógica. Debían acampar, pues el descanso era primordial si querían llegar con las fuerzas suficientes al reino de Angrakok. Lo que les deparaba allí no era como para llegar con la lengua fuera. Sin embargo, se encontraban en un territorio plagado de enemigos. Acampar de buenas a primeras en el primer lugar que encontraran no era algo demasiado oportuno. Por esa razón no se detuvieron cuando Tulius propuso ir a buscar leña, sino que siguieron la marcha en busca de un lugar más óptimo.

Dos horas más fueron las que invirtieron en dicha búsqueda. El lugar que encontraron no era tampoco un sitio demasiado elevado. Sin embargo, no es que hubiera demasiados lugares elevados en toda la región. Lo cierto era que no había lomas, colinas o cerros en muchos kilómetros a la redonda. Tan solo llanura y zona de acantilado. Fuera como fuera acabaron acampando en un lugar tan idóneo como cualquier otro. Se habían dado cuenta de que por mucho que caminaran no iban a encontrar el refugio que buscaban.

Al menos dieron con una zona de pinar algo más recogida que el resto del territorio que pisaban. Serian más difíciles de localizar entre la arbolada y decidieron no encender hoguera alguna. El humo pondría en sobre aviso a los enemigos más alejados y las llamas a los enemigos más cercanos. El más beneficiado fue Tulius, que no tuvo que salir a buscar leña. Por otra parte, la noche no era demasiado fría, aunque si bien es cierto, que a mitad de la cena, una densa niebla les cubrió por completo, causando una sensación de temperaturas más bajas. La parte positiva es que de esa forma serían así bastante más ilocalizables.

La cena consistió en algo de carne y pescado salados y agua y vino para beber. No es que fuera un gran banquete, pero aportaba la energía necesaria para seguir avanzando. Durante la cena, decidirían los turnos de guardia, si es que al final los hacían y quizás tramarían un plan a seguir en los días siguientes hasta llegar a Angakok o Lutus, lo que sucediera antes. Pues aunque Gorbagog estuviera muy seguro de que iban en la dirección correcta, tampoco podía asegurarlo.

Tras un rato largo de caminar, cosa que vino de perlas para acostumbrar de nuevo el cuerpo a terreno firme, tuvimos la suerte de dar con una zona de pinar de aspecto prometedor; los árboles crecían bastante juntos, y había matorral bajo. No se trataba del lugar más acogedor del mundo, pero daba algo de protección de la brisa proveniente del mar, ese aire húmedo que te cala hasta los huesos en una fría noche.

Afortunadamente, la noche no refrescaba especialmente, aunque sí apareció una neblina, probablemente, bruma marina, que se fué cerrando paulatinamente. Tras terminar de cenar, y tomar un trago de vino, era momento de hablar de lo siguiente a hacer...

-Si no tenéis inconveniente, como no tengo aún nada de sueño, haré la primera guardia. No se ve un pimiento con esta niebla, así que... no ronquéis demasiado alto, puede ser la forma en que alguien nos encuentre.

... no hablo sobre la ruta o el plan a seguir al día siguiente, pues no conozco estas tierras, ni tampoco si son seguras o no. Bien es cierto que la niebla evitará que haya merodeadores, pues éstos hasta podrían perderse de no conocer el terreno a la perfección, pero no quita que tengamos que tomar las precauciones mínimas habituales...

Vale para mí -dije, echando una manta sobre el suelo y tumbándome encima -. Yo haré el segundo turno. 

Aunque me costaba confiar en la gente, me veía obligado a hacerlo si deseaba viajar con aquel grupo. Kronan parecía hábil y eficiente, y esperaba que así fuese, efectivamente, pero confiaba mucho más en mis propias habilidades. Sabía que apenas iba a descansar hasta que no llegase mi turno porque yo era así. Además, la vida de muchos dependía de que nadie se durmiese o tuviese una mano rápida.

Así que coloqué el hacha cerca de mí, la agarré con una mano y cerré los ojos simulando que descansaba, pero recordando la razón de que estuviese allí. Elsabeth.

Sentía su presencia en cualquier lugar en el que estuviera y eso me daba fuerzas para seguir. A mi lado, Tulius sí que parecía haber caído en un sueño profundo. Era joven y demasiado ingenuo. Daba lo mismo porque yo sería desconfiado por él. Me giré y me coloqué lateralmente, sin soltar el arma con una mano y deslizando la otra al interior de mi bolsillo, en donde sentía la presencia de aquella pequeña bolsita que defendería con mi vida. Con ella agarrada en mi mano, una sonrisa y sin darme cuenta, yo también me dejé arrastrar por el cansancio. Sin embargo, no viajé por el descanso profundo, sino por los sueños imposibles; esos que alegran nuestras noches y condenan todos los días de nuestra existencia.

Y es que era de noche y mi corazón... estaba feliz.

Daito no tuvo inconveniente en seguir los turnos de guardia establecidos. La vida en el mar obligaba a uno a confiar ciegamente en el que tenía al lado y en aquellas nuevas circunstancias era un credo lo suficientemente pragmático para ponerlo en práctica.

Al fin y al cabo el joven Umnio había desarrollado la capacidad de dormir poco y en duermevela, por lo que en caso de ser atacados, difícilmente iba a ser tomado realmente por sorpresa. Sí que le preocupaba, sin embargo, el estado de Nadja.

Embarazada como estaba su cuerpo no iba a reaccionar como de costumbre y eso añadía una preocupación añadida a la propia que sentía por la pelirroja, pero darle vueltas a eso no iba de ser de ninguna ayuda, por lo que decidió tratar de descansar cuanto pudiese.

Por fin dejaron de andar para acampar, estaba bastante cansada después de tirar de casi dos cuerpos, se apoyo en un árbol para descansar un poco, parecía un buen sitio, resguardado por los árboles y parecía que todo el mundo necesitaba un descanso. No paso mucho tiempo desde que se apoyo y se recupero pronto, pues no quería parecer débil y muchos menos un carga para nadie, era Nadja la Roja, y lo seguiría siendo siempre, o eso esperaba.

Se sentó junto a la hoguera, ya estaban repartiendo las guardias y ella no se iba a quedar fuera -me da igual que guardia hacer, cualquiera me vendrá bien- realmente le iría mejor una que no fuese la ultima, pues necesitaría recuperarse un poco después de su guardia. Después de comer algo, no mucho, pues no se lo permitía el embarazo, aun a veces tenia nauseas, se acostó como buenamente pudo, según su abultado vientre le dejaba no tardo en dormir, estaba más cansada de lo que quería admitir.

Tulius estaba agradecido de que no hubiera sido necesario que acudiera a buscar leña. Servicial y obediente como era, siempre estaba dispuesto a ayudar, incluso con aquellas labores que no le agradaban demasiado. Aunque como esclavo había aprendido que siempre debía callar y acatar cada orden sin rechistar.

-Scipio, yo haré la tercera guardia -le dijo a su amigo de gran tamaño.

Acto seguido, el joven se tendió a descansar, cerca de la posición del gran trasgo, cayendo rendido rápidamente en un profundo sueño.

La noche transcurría tranquila. Todo lo tranquila que podía transcurrir en un lugar totalmente desconocido para los aventureros. Los turnos de guardias se van sucediendo sin acontecimientos reseñables. Aunque hacía frío y había empezado a chispear todavía no había calado en sus ropas. Pero lo que menos les preocupaba era el frío o la lluvia. Lo que realmente les preocupaba era alguna visita no esperada en medio de la noche.

Era ya noche cerrada cuando le tocó hacer turno de guardia a Tulius. Estaba más que acostumbrado a realizar turnos de vigilancia. Al fin y al cabo era un guardia de una milicia que servía a una importante casa noble de Alejandría.
A lo que no estaba acostumbrado era hacer las guardias fuera de los muros de una fortaleza. Pero al final lo único importante era mantenerse despierto y con los ojos bien abiertos a cualquier visicictud.

Se había entretenido contando la historia de firmamento. En esa noche, aunque estaba algo nublada, se podían contemplar gran cantidad de astros Maahn brillaba con fuerza. Habían pasado algunas aves nocturnas, sobrevolando el campamento y hasta había visto a un grupo de murciélagos revoloteando alrededor de las tiendas.

Tenía frío y se vio tentado a finalmente ir a buscar leña para encender una hoguera. No obstante recordó las palabras de su buen amigo. No quería ser el causante de que los descubrieran y acabaram con todos ellos. Por lo que simplemente se tapó con una manta intentando resguardarse.

Fue entonces cuando empezó a escuchar un ron y un sonido rítmico. Era como un martilleo constante de miles de martillos golpeando contra el suelo. Tulius conocía bien aquello. Sin duda se trataba de un ejército marchando a frente. Por ello, se apresuró a despertar a todos sus compañeros.

Una vez despiertos, supieron que debían esconderse mejor. Se encontraban en una zona elevada lejos de los caminos pero, aún así no estaban del todo alejados de la vista en el ejército entero. Quizás si se agazapavan entre las rocas a la espera de que todos los componentes de aquella escuadradas pasaran de largo, podrían pasar desapercibidos.