Partida Rol por web

El doctor frunce el ceño... si, recuerda el caso. Pero vagamente.

-Los hermanos Cassidy, sí... tendrá que refrescarme algo la memoria. ¿Por qué cree que siguen vivos, tiene algún dato al respecto?

En cualquier caso, piensa, se trata de husmear en la casa, hacerse un perfil del tipo de caracteres de esos hermanos, y sacar conclusiones. Divertido, cuando menos, aunque no fácil.

-Si, estoy con el Sr. Ortega, denos todos los datos que pueda acerca de ellos, y de esta casa. Y concrete el tiempo del que disponemos. En cuanto a los honorarios, habló usted de una cantidad muy interesante, pero el informe que nos pide puede ser complicado... ¡ah! e imagino que nos hará traer comida, si vamos a tener que quedarnos aquí para investigar.

-El dinero no es problema. Empecemos por la cantidad que les dije y si no es suficiente, siempre pueden pedirme más en adelante, si el trabajo es demasiado difícil. Yo creo que bastará con que permanezcan en la casa hoy. Se podrán marchar, seguramente, al anochecer. Yo volveré a esa hora para ver qué han descubierto, así que espérenme hasta entonces.- Alfos se pone en pie como si de repente quisiera marcharse -Tienen comida en la cocina. En la casa no hay teléfono y yo tampoco uso. Pero volveré al anochecer. Se lo prometo.-

- Trato hecho, entonces -acepta Jaizzme, incorporándose y dando un par de pasos hacia Andrew, tendiéndole la mano para que se la pudiera estrechar sellando el negocio- Sera mejor que nos pongamos manos a la obra cuanto antes si queremos sacar algo en claro para entonces...

El camarero dirige una mirada furtiva al reloj y echa rápidamente la cuenta de las horas que les quedan por delante hasta su regreso. Espera pacientemente la despedida de Andrew para poder repartirse el trabajo con Andres cuando queden a solas y comenzar a moverse por la casa.

-Si, de acuerdo también. Al anochecer sabremos la dificultad del trabajo, y podremos concretar más. O, quizá ya hayamos resuelto el enigma, y podamos decirle algo concreto de los hermanos Cassidy. Hasta luego entonces.

Co gesto más jovial de lo que sería de esperar en un hombre de su edad y aspecto, Andrés acompaña a su anfitrión y a su compañero hasta la puerta, para despedirle. Una vez fuera, la cierra, y se gira hacia Jaime.

-¿En marcha...?

De manera que así os quedáis solos en el salón, una habitación de decoración sobria dentro del estilo de la casa, con un sofá amplio y dos sillones. Los tres muebles están tapizados en tela con motivos florales y en la mesita del centro, que parece ser de excelente cedro, aún se ven las marcas de las manos de Alfos cuando se han posado sobre el polvo en algún momento de la conversación. Una amplia chimenea con unos pocos e innecesarios troncos, amén de la araña del techo modificada para dar luz eléctrica, completan la decoración. Ni cuadros, ni retratos ni un mísero jarrón de flores muertas.

- ¡En marcha! Pero antes, será mejor que nos distribuyamos el trabajo si queremos terminar para esta noche.-responde Jaizzme, mientras da rápidamente vueltas a la situación- Vale, yo me encargo del piso de abajo y tú del de arriba, a ver que encontramos. Si encuentro una biblioteca o algo que te pueda interesar te aviso. Espero que hagas lo mismo si encuentras un reproductor de música, una tarjeta de visita a algún restaurante o lo que sea. ¿De acuerdo?

Esperando la afirmativa de Andrés, Jaizzme comienza a moverse por la planta baja en busca de algo de interés. Acompaña al psiquiatra un poco por el pasillo y se dirige hacia la primera puerta a la vista.

-De acuerdo. Vamos allá...

Y se dirige hacia las escaleras, que quedan justo enfrente.

Jaime empieza por abrir el armario del distribuidor, encontrando en él una serie de abrigos de pana y tela, de, básicamente, dos tamaños. Uno parece pertenecer a una persona alta y elgada, mientras que el otro tipo es el de alguien bajito y de complexión obesa. Hay varias perchas vacías, en concreto cuatro.

Andrés sube las bien formadas escaleras de madera, que no sueltan ni un crujido, hasta la planta superior. Allí, se encuentra con un distribuidor cuadrado que da a varias habitaciones. Un total de cuatro puertas, todas cerradas.

Sigo el procedimiento habitual de "exploración". Abro puertas e investigo el interior, avanzando en el sentido de las agujas del reloj.
Por tanto, me adelanto hacia la primera, y muevo el tirador, para ver, como espero, que se abre, penetrando en el interior.

Jaime abre el armario y lo cierra a la velocidad del relámpago, tras comprobar que de allí no iba a sacar nada.

- Oh, un gran avance, eran dos. -murmura entre dientes para sí irónicamente, mientras se dirige a la puerta contigua en busca de algo más interesante.

La primera puerta que abres corresponde a un dormitorio de matrimonio, preparado para ser usado y relativamente limpio y ordenado, aunque con la obvia capa de polvo dejada por este tiempo en desuso. El lugar tiene algunas fotografías en las que una pareja de cincuentones miran tiernamente dos cunas, otra en la que los c¡mismos cincuentones sacan a pasear a dos niños de la misma edad (unos tres años) y otra en la que se ve al cincuentón solo, con los dos niños, ya casi adolescentes. En este caso, el rostro de ellos es bastante serio. Uno de los chicos es una chico delgado y alto y el otro, de estatura media, algo más grueso, con gafas.

La puerta contigua da a un comedor que aprece haber sido limpiado de polvo recientemente y se han colocado dos cubiertos completos en él. Pareciera como si el señor Alfos hubiera querido dejaros listo todo para que podáis almorzar más tarde.

Perfecto, ha pensado usted en todo, señor Alfos.

Jaime se recrea examinando la estancia durante unos segundos más, en busca de algún detalle que le pueda ser de utilidad. En un instante de lucidez, volvió al armario que había abierto hacía apenas unos segundos y trajo los dos abrigos que había colgados en él a la habitación para examinarlos tranquilamente sentado. Imbécil... mira que no registrar los bolsillos.

Los bolsillos de los abrigos tienen mucha pelusa y un único papel. En uno de los abrigos de la persona alta hay un ticket para un espectáculo musical. Concretamente, un concierto de Jazz del gruppo Mitzie y los Ballantines. Y mira qué suerte, tuvo lugar poco antes d ela desaparición de los hermanos. Conoces a ese grupo, unos chicos majos que nunca se han llevado bien contigo. Hay cierta rivalidad siempre entre los artistas, aunque nunca les has hecho nada que creas que te hace merecedor de su desprecio.

Miro si puedo sacar las fotos de sus marcos, por si tienen algo escrito. Las guardo en el bolsillo. Miro si hay armario, cómoda, cajones... lo abro todo, lo registro sin revolverlo. Miro debajo de la cama.

Si no encuentro nada, sigo adelante, hacia la puerta del fondo.