Partida Rol por web

Tras las palabras del marine, se hizo el silencio. El amordazado miraba, impotente y furioso, a Lance y a sus compañeros. Pateó el suelo, preso de una febril agitación. Nadie le hizo caso, el resto miraba al soldado y al cañón de su arma. El hombre decidido a hablar agachó la cabeza y negó con ella:

-No lo puedes comprender. Lo mejor para todos sería que nos llevarais como prisioneros, terroristas, piratas, o lo que fuese.

-No funcionaría –dijo la chica.

-No, no funcionaría, lo se. El problema, soldado, es que si os decimos quienes somos, lo que transportábamos…No habrá sido dañado en este aterrizaje, la actitud de Hank así lo señala. Si os damos lo que queréis o lo descubrís vosotros

-Lo que quiere decir mi amigo es que daréis parte cuando hayáis digerido la información. Y vuestros superiores al mando más arriba. Y entonces, también vosotros estaréis jodidos. Porque lo estáis, aunque no te hayas enterado todavía. En realidad la mejor opción para ti es que nos mates e informéis que hemos muerto en el choque –intervino la mujer de nuevo.

-Quizá eso es lo que hagáis cuando sepáis qué sucede.

Odiaba a los científicos, eran listillos que habían desgranado uno o dos misterios del universo. Se habían asomado al escote de Dios y ahora sabían que talla de sujetador calzaba, y por ello se creían una raza superior. Sobretodo pensaban que eran más inteligentes, elevados en un pedestal que ellos mismos habían construido. ¿Pensaban que no había visto suficiente mierda a lo largo de su vida? Los cerebritos podían haber descorrido el velo de una ley universal, pero él conocía el alma humana a la perfección, sabía de sus bajezas más abyectas, de sus heroismos más estúpidos. Y eso era algo que no se podía analizar con un microscopio. Además, él no era tan tonto.
—Hablaís en jeroglíficos, no os puedo entender.
Había encontrado algo grande. El gran bingo, la puta loto interespacial, un trébol de cuatro hojas nacido de su agujero del culo. Podía olerlo. Algo grande. Pero ¿El qué? No lo entendería. ¿Eso creían? Algo peligroso, algo que le dejaba a él en una situación jodida. Jodida. "Maravilloso". Emmerson casi había logrado acabar con él. Sus días grises le habían ido sorbiendo la vida como un vampiro de carnes rojas. Y ahora, Bam, el destino, el puto dedo de la creación señalando la nave estrella. Algo antinatura, algo grave, algo serio. Algo jodidamente maravilloso.
—¿Quieres morir, mujer? De acuerdo.
Volvió a sacar el arma, quitó el silenciador, apretó la negra boca del calón contra la sien de la mujer. Apretó el gatillo muy lentamente, a esa distancia la científica podía escuchar el rascar de la maquinaría del arma, el percutor retrocediendo, la bala, rozándose contra las paredes de la recámara como una perra en celo. Apretó el gatillo...no la mató, disparó a su lado, para escuchase la detonación, sintiera el olor a pólvora y se quemase un poco. Abrió la radio.
—Se me ha disparado el arma, no funciona bien, joder—volvió a desconectar.
—No quieres morir, me lo has dicho antes. Tu miedo te delata, puedo olerlo desde aquí—se acuclilló delante de la fémina —.Sois vosotros, teneís algo. No necesito vuestras respuesta, vuestro código genético, vuestras huellas, hablarán por vosotros.
Pasó unos minutos haciendo trabajo de enfermero. Cortó las yemas de sus dedos, tomó muestras de sangre y también sus huellas dactiláres, se lo guardó. Lo investigaría más tarde.
—No soy "soldado", soy Khan. ¿Sabes lo que eso significa? No, claro que no, no lo entenderiais—se burló. — No me habeís dicho nada. ¿Tengo que torturaros acaso? ¿Tengo que mataros, uno a uno, hasta que el último de vosotros escupa algo coherente? ¿En serio vais a obligarme a hacerlo?—Enfundó el arma.
¿Y ahora qué? Era un sucio bastardo pero entre sus cualidades no se encontraba el torturar a prisioneros, por odiosos que sean.
—Vosotros sois los que estaís jodidos. ¿Teneís idea de dónde habeís venido a caer? ¿O la fecha? Kathe ha estado toqueteando antes vuestros ordenadores, están muertos, pero las fechas de vuestras cápsulas de sueño...—lo dejó en el aire, que se jodiesen ¿No querían misterio?
¿Y ahora qué? ¿Qué? Vamos, Khan, piensa. Es tu gran oportunidad. Ahí abajo hay algo. ¿No querías respuestas? ¿No querías la muerte? ¡La muerte y la gloria! Y amor eterno ¿Por qué no? Locura, algo insidioso dentro de su cabeza. Una pérdida no superada, dolor, incurable. Y algo en la nave, saría como cabalgar como una bomba atómica. Le gustaba la idea.
—¿Dónde encuentro munición para Miss Daisy?—Dijo enseñándoles el arma de plasma negra.
Luego, lentamente, cortó las bridas de las mujer. La apuntó con la pistola. Su gesto era serio, de candado errumbroso.
—Última oportunidad.

Busqué entre los escombros algo con lo que hacer palanca… pero a pesar de encontrar un trozo de hierro resistente, no fui capaz de moverla ni un ápice. Para colmo Turk, comenzó a parlotear por la radio, pero la estática hacía saltar la señal como una loca. Aún así el mensaje se podía más o menos entender.

- Creo que será mejor volver!! Juraría que en el blindado habían algunas cargas de baja intensidad. Con eso podremos abrir la puerta… - y luego añadí por el comunicador. – Turk!!! Oido!!! Volvemos al blindado a ver que nos dice esa gente. La puerta no la hemos podido abrir, repito, no la hemos podido abrir.

Y tras aquello comencé a andar. No obstante, decidí dejar un seguro antes de irme…por si acaso. Tras acercarme de nuevo a la puerta saqué una granada y tras sacarle el seguro la dejé colocada de forma haciéndola explotar. Ante la mirada interrogativa de Sara dije:

- Nunca se sabe!!! Igual hay algo hay dentro que quiere salir más adelante y no tengo ganas de que me coja por sorpresa.

Y dicho aquello volví hacia el blindado con el resto.

-De acuerdo –dijo Turk- . Kathe, te recuerdo que llevas casi quince kilos encima de equipo. Escuchad, esa pelmaza dijo que hay dos heridos en el trozo de nave que nos falta por comprobar. Acompaña a Kathe hasta allí. Envío a Sebas para que vigile esa puerta.

Se escuchó un chasquido en las comunicaciones. Turk continuó:

-Khan, ¿has obtenido algo de esa gente? No te pases, tío. Ese cuento del disparo se lo dices a tu abuela.

Khan fue inclemente.

-No lo hagas, te diré quienes somos –dijo el hombre, acelerado, asustado-. Todos somos científicos, doctores, ese es Robert Steawuard, ella la doctora Liza Juliette Phineas y yo Leonard Kavinslovik.

Lance siguió a lo suyo. ¿Y si mentían?

La mujer se orinó cuando Lance disparó. Sollozaba y temblaba, se hizo un ovillo, se acurrucó contra la pared.

Munición para el plasma negro. Kavinslovik negó con la cabeza, sus ojos reflejaban miedo y odio. Eso era cosa de Hank, no lo sabían, huyeron muy deprisa. El doctor Steawuard, el que estaba amordazado, miraba la escena, furioso, pero ya no intentaba liberarse. Su mirada escupía ira y desprecio a partes iguales.

La doctora Phineas sintió el calor que todavía conservaba el cañón de la pistola. No miró a Lance. Se encogió todavía más y se armó de valor. Entre sollozos, lágrimas y mocos, respondió en voz baja, apagada:

- Representas a la perfección a la parte de la sociedad contra la que hemos luchado. Brutal, torturador, asesino, irracional. Sin capacidad para pensar por sí mismo. Me alegro de que Hank matara a dos de los tuyos, con todos debería haber acabado. Que te jodan, maldito, que te jodan.

Había cambiado su registro. Aguardaba con los ojos fuertemente cerrados la bala que desparramaría sus sesos. El doctor Leonard intervino.

-Te lo diré, marine Khan. Nos matarás igualmente, pero si hay algo de decencia dentro de esa piel de soldado, puede que te lo replantees. Que escuchéis nuestra historia, porque será la vuestra a partir de ahora.

Tomó aire:

-Vida alienígena inteligente. Un ser excepcional que tiene derecho a vivir y a no ser tratado como una cobaya, un engendro o una aberración con la que experimentan sin moralidad ni humanidad alguna. Una criatura que está por encima de ti, de mí, de todos nosotros.

—¿Pensáis que leo la gazzete del cerebrito? Vuestros nombres no me dicen nada...
Lance se sentía igual que una fiera enjaulada, deseoso de usar sus colmillos, incapaz de doblar aquellos barrotes de carne con la sola fuerza de sus mandíbulas. La mujer se desmoronó. "Mierda". No había munición para el plasma negro. "Si, ya, bueno, yo tampoco me daría munición para el plasma negro, no te culpo". La doctora decidió hablar, estaba cubierta por casi todos los fluidos de su cuerpo, ninguno de ellos agradable. La pegó un tortazo, con desdeño y desdén cuando mencionó a sus compañeros.
—Mis compañeros vinieron aquí para ayudarte, para dar la vida por ti. Y tú te alegras de su muerte. La asesina eres tú.
Se levantó, la escupió. "Zorra".No iba a matar a una mujer indefensa, aterrorizada y atada. No, claro que no. Pero se le había pasado por la cabeza tras escuchar sus palabras. La ira había crecido en él de forma repentina, igual que el martilleo mecánico de una máquina de demolición. Lo había contenido...a duras penas.
Escuchó al doctor Leonard. ¿Vida alienígena? Si, claro ¿Por qué no? Pero ¿Vida inteligente? A que nivel ¿Al nivel de un delfín, de un mono? ¿De un hombre? Superior. Hablaba como un fanático, un activista fanático de la naturaleza, un eco terrorista. Khan lo miró marcándose una sonrisa de burla.
—Claro, estoy seguro de que todos vosotros habéis decidido ayudar a esa forma de vida inteligente sin sacar nada a cambio, ¿Verdad?—No esperó respuesta, se acercó a la puerta —.Me interesa una puta mierda vuestra historia, sois escoria cuando una vida os importa menos que vuestra misión. ¿No habéis pensado en hacer carrera en el cuerpo de marines? Lo teneís todo para ser oficiales. —Se detuvo en el umbral, de espaldas — No os voy a matar, no soy como vosotros. No me conocéis —ni siquiera yo me conozco, no desde la muerte de...
Había tomado una decisión.

Abrió el comunicador.
—Turk, no se te escapa nada. —Contestó, muy serio —. Robert Steawuard, Liza Juliette Phineas y Leonard Kavinslovik. Doctores, científicos. La zorra que nos recibió se llama Carlina. No sé a que se dedican. Carlina tiene los códigos de desactivación de las defensas pero está K.O. Mete sus nombres en la neo-red a ver que sale...cuando haya comunicaciones.—Se detuvo unos momentos, parecía avergonzado —. Sara, una de las mujeres ha sufrido una crisis nerviosa, creo que deberías regresar y echarla un vistazo. No queremos que nadie más la palme ¿No? Kathe, no te muevas, voy a enseñarte como se abre una puerta.
Se movió, rápido, alerta por si encontraba algo de oposición, hacia la puerta donde se encontraba Kathe. Le guiñó un ojo*. Contempló la puerta, arena, el mecanismo averiado...o no.
—Clase práctica, Khate. Hay varios tipos de puertas. Cierro mecánico, cierre hidráulico, cierre electrónico, cierre electromecánico...bla, bla, bla. Por ley tiene que tener un sistema de desbloqueo que abra sus puertas si hay una emergencia, todo buen marine sabe eso. Solo hay que saber donde se encuentra y como desbloquearlo —sacó una radial pequeña de su equipo, sudaba como un cerdo en un horno —. Quitaremos estas tapas de aquí, de aquí y aquí. Si el cierre es mecánico, deberíamos ver unos engranajes. Podemos moverlos a mano o usando una palanca. Si el cierre es eléctrico y no hay corriente, bastará con encontrar el sistema de emergencia, hackearlo, ahí entras tú, y abrirlo. Podemos darle algo de vida a esto con una de las baterías de nuestro equipo. Si se mantiene cerrado mediante un cierre electromagnético solo tenemos que encontrar la batería de emergía que mantiene el cierre. Y si es hidráulico bastará con cortas los tubos adecuados.—Y si todo eso no servía un par de detonaciones allí donde se encontrase el cierre o los mecanismos de presión serían suficientes para convertir convertir la puerta cerrada en una giratoria de un centro comercial —.Manos a la obra, despelotemos a esta zorra a ver de qué color es su ropa interior.
Radial en mano, empezó a liberar los paneles de alrededor, del suelo y del techo, siguiendo los cables y tuberías que se dirigieran hacia la puerta, tratando de averiguar dónde se encontraba el cerebro de la puerta para abrirla, de una manera u otra.

Tiene un mal presentimiento. A veces, hay puertas que no pueden ser abiertas por una razón... y muchas veces es que no deben ser abiertas. Pero a veces, la curiosidad humana hace que se cometan errores incorregibles.

-No creo que sea buena idea abrirla si es tan complicado hacerlo.

Pero Lance ya viene como un caballero de brillante armadura, al estilo cuento de hadas, para ayudar a Kathe a abrir la puerta.

-Iré a echarles un ojo a los otros heridos y volveré con los demás para tratarles - dice por radio.

Cuando Lance llega a la zona de la puerta, se retira para adentrarse en el desierto de Emerson en pos del otro pedazo de nave donde están el resto de heridos. Demasiados heridos para un solo doctor... o eso pensaría cualquiera que estuviese en otro lugar, pero ella está ahí por tener la cabeza lo suficientemente fría para ese tipo de situaciones. 

-Muy bien, Lance. ¿Algo más? ¿Qué te han dicho? -era Turk- Para todos, seguimos sin comunicaciones. Y ni Misha ni yo hemos sacado nada en claro del cerebro del sintético. El proyectil lo ha destrozado; tal vez Kathe y la sargento puedan conseguir resultados. Eso, o tendremos que esperar a regresar a la base.

El viento soplaba con fuego en su interior.

-Ey, Sara, no vayas sola –dijo Turk.

-Sí, es verdad, al menos tenemos que ir por parejas. Voy contigo, doctora, espera a tu galán –intervino Sebas.

-Kathe, Lance. Mantened el comunicador abierto. No hace falta que lo diga, pero…tened cuidado. Te pregunto de nuevo, Lance, ¿han hablado esos científicos? ¿Los convenciste con tu encanto de criatura primitiva?

-Muy bien... espero a mi caballero de brillante armadura.

Rueda los ojos.

-Aunque no es muy galán hacer esperar a una dama bajo esta tormenta de arena... así que mueve ese culo rápido hasta aquí.

Con el arma preparada, se mantiene a la espera de Sebas.

Escuché de nuevo las órdenes. Estas parecían contradecirse a cada momento.

- Joder!!! Poneros de acuerdo!!! Ves para aquí!! Ahora vuelve!!! Corre para aquí!!! A este paso me vais a volver loca!!! – al comentario de la doctora añadí, - No necesariamente debe de haber algo importante. Igual solo está averiada y detrás hay un montón de mierda!!! Pero para saberlo hay que abrirla Sara!!! Y por lo que parece, nuestro caballero andante viene a derribarla!!! – sonreí intentando limar algo las asperezas.

Luego escuché a Lance con su perorata. Odiaba a ese capullo cuando hacía eso. Claro que sabía como abrir una puerta pero intentaba hacerlo de forma discreta. Al menos, su compañía sería mucho más distraída que la de la doctora con la que estaba a punto de enzarzarme a tortas, cosa que por otro lado, estaba segura que le habría gustado a más de uno.

- Bueno Sara!!! Parece que hacemos cambio de pareja!!! Espero que no se te ocurra desatar a esa gente hasta que decidamos que hacer!!! – le dije cuando se alejaba

Cuando Lance llegó y comenzó su clase lo dejé hablar.

- Sabes Lance!!! Todo eso ya lo sabía yo cariño!!! Pero es que cuando tu lo explicas te pones tan atractivo!!! – le espeté, mostrándole una de mis mejores sonrisas, aunque en realidad estaba un poco molesta por su prepotencia – luego añadí – como te veo con tantas ganas te dejo a ti el honor de menear las manos, así de paso podré observar ese culito tan mono que tienes.

Y dicho aquello me coloqué a un lado con el arma preparada para disparar a cualquier cosa que quisiera salir de allí

La doctora vio la figura fantasmal de Lance acercarse a través de la cortina de arena. Luego distinguió una segunda, Sebas, que corría hacia ella, se unió a Sara, y ambos se encaminaron a la parte de la nave de escape que faltaba por investigar. A cierta distancia fueron conscientes de que, sin duda, era la más afectada, hundida profundamente en el suelo de Emerson, un amasijo de metal retorcido, comprimido contra sí mismo, quemado, fundido. Había huellas de los efectos de las explosiones, y no se observaban en las cercanías señales de las unidades centinelas. No se discernía una entrada libre de restos de la destrucción, obstruidas las enormes grietas en el fuselaje.

-¿Aquí hay heridos? ¿Mentía esa bruja? –preguntó Sebas, para sí mismo; para los dos.

El marine dejó atrás a toda aquella gente; se centró en el siguiente paso de la desastrosa misión y encerró en un compartimiento de su mente la información acerca de lo que transportaba la nave. Demasiado grande para ser mentira. Muy grande para digerirlo de buenas a primeras. ¿Quién sabe lo que entendían los científicos por vida extraterrestre.

Lance distinguió la figura fantasmal de Sara acercarse a través de la cortina de arena. Luego vio una segunda, Sebas, que corría hacia ella, se unió a Sara, y ambos se encaminaron a la parte de la nave de escape que faltaba por investigar. Khan se dispuso a reunirse con Kathe.

Kathe colocó de nuevo el seguro en la granada. Luego, a la luz de las linternas, el mini taladro y la vibro sierra realizaron su trabajo. La puerta, que se abría hacia el interior, era de cierre electromecánico, normalita, seguramente separaba esa zona de un almacén o semejante. No debería resultar un problema. Kathe y Lance dieron con el sistema de desbloqueo. Con la pequeña batería portátil resucitaron el sistema de apertura de la puerta, y con el equipo adecuado y las manos de Kathe, hackearon la clave encerrada en el panel alfanumérico de acceso. El código no era nada complicado.

Se escuchó un chasquido, el cierre cedió con el característico sonido de apertura.

—Claro que han hablado, Turk, perdón, señor. Si, señor, han hablado. Dicen que llevan consigo una forma de vida alienígena inteligente más brillante que tú y más guapa que yo, un ser de excela magnitud por el que merece la pena morir y matar. Si, claro que si, el puto E.T. con un gorro de navidad —soltó una risota, un graznido sonaba mejor —.Esa es la versión oficial, corto.
Llegó con Kathe, la chica no podía ser más provocativa, lástima que se hubiese dejado la livido en el el otro traje.
—Vaya Kathe, sabía que te iba el vicio, pero veo que te gusta mirar mientras yo lo hago. De acuerdo, me gusta tener público.
Se pusieron manos a la obra. Por encima de los chistes con dobles sentidos, de las palabrotas, las bromas baratas, el humor rancio, se encontraba la verdadera profesionalidad de dos mariners pefectamente compenetrados. No eran tipos tontos, le daban al cobo. El puzzle no les duró mucho, abrieron el panel, alimentaron la cerradura de desbloqueo, Kathe hizo la magia y voilá, la puerta se abrió ante ellos como una de las putas baratas de Rigel-7.
—Entramos.

Cortó la comunicación, era un baile privado.
—¿Recuerdas lo que dijo el teniente, Kathe? No quería problemas. Somos sus basuseros, ni más ni menos, él querría que limpieasemos toda esta mierda para él—miró a la puerta abierta, el oscuro pasaje se abría ante ellos como una tumba primitiva, un sepulcro misterioso lleno de secretos y tesoros de la antigüedad —. Se equivocó de hombres. Voy delante, veamos de que color tiene el gorro de navidad ese bastardo.
Avanzó, cauto, pistola en ristre, ojos abiertos, uno en el corredor, otro en el detector de movimiento. Pasos medidos, cortos, pero rápidos, los sentidos alerta.

-Un poco más y me salen canas... tendrías que venir más rápido, caballero de brillante armadura.

Una vez ya en parejas todos, camina junto a Sebas hacia el otro fragmento de nave. O chatarra. Es la parte que se ha llevado el peor golpe y parece imposible que pueda haber supervivientes, pero tienen que investigarlo.

-No lo sé, pero no era conmigo con la que estaba cabreada. Parecía querer salvar a sus compañeros. Ya sabes, yo le ofrecí mi ayuda y ella reaccionó positivamente. 

Se acerca más a la nave.

-Fue con la intervención de Kathe y Lance lo que hizo que la situación se torciese. Cuando amenazas, las personas hacen cosas raras. Ya has visto lo que ha pasado. Y bueno, las órdenes no han sido las más acertadas. La cadena de mando no ha sido la correcta.

Hubo silencio durante nos instantes al otro lado de las comunicaciones cuando Lance informó de la versión oficial.

-¿De qué cojones hablas, Lance? ¿Vida alienígena inteligente? ¿Qué mierda es esa? No me jodas –dijo Sebas, incrédulo.

-A ver –era Turk-. Repite, Lance. ¿Hemos oído bien? No se qué pensar. ¿Ningún otro detalle?

Turk rompió de nuevo el silencio, sonaba tensa, aunque lo disimulaba bien.

-Protocolo de riesgo biológico. Puedo parecer paranoica, de esto sabe más Sara. Tal vez se trate de otra mentira de esta gente, sin embargo, actuemos con extrema prudencia. ¿Qué recomiendas, Sara?

-Te entiendo –respondió Sebas-. Pero, sabes, yo creo que lo hicimos bien. Estas cosas pasan, vienes a rescatar a alguien y te encuentras con esto. No ha sido culpa de nadie; quizá estamos oxidados. Somos marines, luchamos, matamos y morimos.

Se escuchó la respuesta de Khan y la de Turk. Vida alienígena, Un cuento. Sebas masculló alguna cosa, perplejo. De nuevo Turk.

-¿Qué opinas, Sara? Esto me empieza a revolver el estómago. Están jugando con nosotros.

Riesgo biológico. Vida alienígena y es inteligente. Mira a Sebas, mira el pedazo de chatarra que tienen delante, mira el pedazo de chatarra que tienen detrás, recuerda la puerta totalmente cerrada.

-Volvamos al blindado. TODOS al blindado para hablar sobre la situación. No abráis la maldita puerta. Alto riesgo de acabar jodidos como sea verdad. Repito, todos al punto de reunión. Dejad lo que esteis haciendo.