Partida Rol por web

La noche estaba toda cubierta de nubes, impidiendo escapar al calor que se almacenaba en cada metro de acera, en cada edificio, en cada cuerpo. El ambiente era algo asfixiante en el coche de Claudio, que esperaba, con las luces apagadas, aparcado a escasos metros de la entrada de la Iglesia del Cristo del Humilladero, supuesto lugar de reunión de aquella misteriosa misa a medianoche. 

Olivia ocupaba el asiento del copiloto, mientras que Laura y Daniel estaban sentados en la parte de atrás. De Santiago no habían vuelto a saber nada. No había respondido a los mensajes por el chat que habían creado. Ni siquiera cuando Claudio le llamó personalmente a su número. 

Era domingo, 23 de Junio, 22:30 de la noche.

Bueno, pues aquí estamos. Aun queda para el comienzo de la misa. Debemos ver realmente como no llamar mucho la antención. Creo que alguno puede quedarse por los alrededores observando y los otros entrar a la eucaristía. ¿Cómo lo veis?

La ausencia de Santiago me hizo sentirme preocupada. Lo último que sabíamos de él es que le había visitado el padre Amador, su colega, pidiéndole detalles sobre las desapariciones. No pensaba que fuera una casualidad. Una parte de mí me decía que tal vez el párroco estuviera ocupado pero, por otra parte, tampoco descartaba que tuviéramos que ponernos en la peor situación.

-Sugeriría que fuera Claudio el que se quedara vigilando por los alrededores, ya que a él ya lo conocen. El resto podríamos entrar directamente a la misa -sugerí, aún pensativa por lo que había ocurrido con Santiago-. ¿Creéis que Santiago estará bien?

Olivia echó un vistazo al anuncio que los había llevado hasta allí. ¿Eres joven y estás solo? Se mordió el labio inferior.

-No lo sé, Laura. No te lo tomes a mal, cariño, pero ya no somos precisamente jóvenes... -ella misma había dejado los cincuenta años atrás y su compañera no tardaría en llegar a las cuatro décadas. Esta es nuestra mejor oportunidad para... averiguar lo que quiera que está pasando ahí dentro, y no quiero que sospechen y se cierren en banda. Después se dirigió a Daniel. Le cogió la mano con cuidado. No te pediría esto si no fuera totalmente necesario, pero quizá debas entrar tú solo. Nosotros podemos quedarnos, aquí. Podemos incluso comunicarnos por el teléfono de alguna manera... y llamar a la policía si lo que vemos no nos gusta. 

Sobre Santiago no hizo ningún comentario. Sin duda era lo que la tenía más preocupada. Que no respondiese era raro, que faltase a la cita era preocupante. 

Escucho a mis compañeros tras decirle mi opinión.
La verdad que me parece buena idea Olivia, creo que soy el que mas desapercibido pasará. Además, mientras esté la misa imagino que estaré a salvo. Si veis que tardo en salir es cuando tendréis que actuar, pero intentaré cuidarme ahí dentro

-Tenéis razón -declaré, considerando que, como bien había dicho Olivia, ella y yo no hubiéramos pasado desapercibidas, ya que no encajábamos en el perfil de personas jóvenes como sucedía con Daniel-. Es mejor que él sea el único que entre. Te esperamos fuera, Daniel. Intenta no quedarte solo en la iglesia, podría ser peligroso.

Claudio meditaba detenidamente el asunto, y se sintió un poco tonto por no haberlo pensado antes. Al final nos hubiera hecho falta alguien más que encajara en el perfil, un solo miembro del grupo entrando a investigar... Demasiados riesgos.

Inconscientemente empezó a frotarse las manos con algo de nerviosismo, pero a los pocos segundos paró, no quería mostrarse tan inquieto con el resto de sus compañeros. Pero aquella ceremonia a medianoche le daba mala espina.

-Tenéis razón, el único que da el perfil sin levantar demasiadas sospechas es Daniel. No digo que vayan a mostrarse recelosos de ver caras nuevas, pero si en los panfletos especificaba lo de ser joven, alguien de mayor edad ya sí que podría estropear nuestro plan.-Se giró para hablar directamente a Daniel-No me gusta, chico, pero vas a tener que presentarte ahí por tu cuenta y riesgo. No queda otra. Si pasara cualquier cosa rara, avisa.

Al final iba a ser él, Daniel, quien iba a entrar solo a la misa. Durante unos minutos nadie dijo nada. Miraban, expectantes, por ver si algún movimiento podría darles una pista de lo que pasaba ahí dentro, pero durante bastante tiempo no hubo movimiento alguno ahí fuera, a excepción de algún paisano que volvía a casa o salía de ella. La noche estaba en calma, el sonido de los grillos más allá, junto al Ebro, era lo único que interrumpía la paz estiva del momento. Pero por fin algo sucedió. Fue una luz tenue en el interior de la Ermita. Había alguien ahí dentro, pero desde la distancia eran incapaces de ver u oír nada más. Después de un tiempo prudencial Daniel se decidió por fin a salir del coche y acercarse al templo. Los demás siguieron sus pasos con la mirada hasta que su figura apenas se pudo distinguir con la oscuridad del entorno.

Era las once y media pasadas. Faltaba poco más de veinte minutos para el comienzo de la misa. 

La ermita parece mucho más grande desde la entrada. Como si hubiera crecido desproporcionadamente en el camino desde el coche hasta ahí. Daniel echó la vista atrás una última vez. El coche de Claudio esperaba, como un perro a punto de saltar, desde la negrura a un centenar de metros. El chico respiró hondo. 

¿Cómo llamar? No había timbre, tan solo una enorme aldaba de hierro fundido en la puerta...

Olivia chasqueó la lengua cuando Daniel se alejó del todoterreno de Claudio. Espero que esté bien, me siento un poco culpable de enviarlo ahí, solo... -deseó para el cuello de su camisa. 

Cuando ya solo quedaba de Daniel su silueta apenas visible se giró hacia Claudio. 

-Hay algo, Claudio, que hemos descubierto, y que no he mencionado antes por no preocupar en exceso a Daniel... cuando descubrimos la carta que uno de los obreros desaparecidos había dejado a su colega de trabajo, el hermano de Juan Martín Pinedo, un dato nos llamó la atención. La carta hablaba de un supuesto informe forense, de alguna manera relacionado con las obras del Ebro. Daba a entender que ese informe estaba en manos de la policía, y que ésta estaba comprada. -dijo esto último con algo de cautela en la voz. Acababa de lanzar una acusación grave contra un cuerpo del Estado. Esperaba que Claudio no se lo tomase a mal. Bien, quizá recuerdes que me puse en contacto con un antiguo amigo, Mateo, que fue forense en Logroño durante la década de los noventa. Si ese informe existía, él era el hombre que lo podría encontrar. Y vaya si lo encontró... 

Se giró hacia Laura, por si ella quería continuar.

-El amigo de Olivia averiguó que lo que se halló en las obras del parque de 1993 fue una fosa común -expliqué al guardia civil retirado-. A simple vista, nada fuera de lo común: una fosa que databa de la Guerra Civil. Sin embargo, en esa misma fosa, de finales de los años 30, fueron encontrado también los restos de al menos seis niños, todos bebés de entre uno y seis meses. Lo más impactante es que esos huesos no datan de la Guerra Civil, sino de tres décadas después, en plena década de los setenta. Alguien abrió esa fosa para introducir los huesos de esas pobres criaturas.

Mientras en mi mente elucubraba sobre las posibles explicaciones de cómo era posible que nadie hubiera llegado a denunciar la desaparición de aquellos bebés, una idea se me vino a la mente.

-Puede que fueran huérfanos a los que nadie echaría -sugerí, pensativa y apenada de solo pensar en el amargo final de esas pobres criaturas-. O incluso "niños robados", arrebatados de sus padres al nacer. Recordemos que el Obispo del Campo estaba, de alguna forma, metido en este asunto, si no era directamente puede que sí fuera conocedor de los hechos y hubiera ayudado a tapar la verdad.

Tome aire y respiré profundamente. No lo iba a negar, estaba nervioso. Intente calmarme y saber que lo hacia por mi amigo. Saque fuerzas, agarre la aldaba y golpeé la puerta en tres ocasiones. Espere haber si obtenía respuesta y alguien mi abría. Además, no podía pasar nada, mis compañeros estaban cerca, en caso de peligro me ayudarian

La enorme puerta de madera que daba entrada a la Ermita se abre tras unos segundos de espera. Al otro lado, un hombre mayor, vestido de sacerdote, da la bienvenida a Daniel a la casa del Señor. 

-Buenas noches y bienvenido a la casa del Señor, joven. -le invita a entrar con un gesto conciliador, al tiempo que se ajusta una gafas redondas de montura metálica. -Debo admitir que no reconozco su cara. ¿Es la primera vez? 

La ermita no es demasiado grande, aunque parecía mucho más pequeña desde afuera. La mayoría de los bancos han sido retirados hacia los lados, quedando un gran espacio en el medio de la sala, desde donde se puede apreciar los detalles del altar, la escena de crucifixión así como imágenes de San Marcos, San Juan y San Cristóbal. 

Al final de la ermita, casi en las sombras, están sentadas dos personas. Una de ellas es una monja con cara redonda y un evidente sobrepeso. El otro es un hombre un poco más joven, alrededor de los cuarenta, con ojos oscuros y barba frondosa.

Claudio escuchó con atención lo que le relataban sus dos compañeras. Sobre la posibilidad de que la policía estuviera comprada no hizo ningún gesto, ningún ademán. Eran cosas que aun sucedían a día de hoy, conque en los años setenta debía estar a la orden del día. La gente piensa que solo pasa en las películas, pero la vida real a veces es peor que todo eso. Pero el tema se complicaba más cuando hablaron de la presencia de cadáveres de niños, pretendidamente ocultos entre los restos de la fosa de tiempos de la guerra civil.

-¿Niños robados? Normalmente se llevaban a cabo para dar a la criatura a alguna familia de buen estatus económico pero con dificultades para ser padres por sí mismos. ¿Pero para matarlos y echarlos a una fosa? No sé si le encuentro lógica al tema. Además, ¿que tienen que ver unos niños asesinados en los años setenta, con la desaparición de adultos hechos y derechos actualmente? Hay algo que no termino de conectar...

Tal vez no había terminado de asimilar bien los datos, y esperaba que sus compañeras pudieran aclarar sus lagunas para dar con las conexiones entre los distintos indicios que tenían.

Buenas noches, vine porque necesito ayuda. Lei y el anuncio de que ayudan a los jovenesEn lo que hablo entro en la iglesia observando todo, la verdad que todo estaba muy tranquilo. Mi idea es sacar toda la información posible sin ser descubierto y sin poner mi vida en riesgo

El sacerdote asintió con una sonrisa, arrugando la gruesa papada que le empezaba a sobresalir del mentón. 

-Entonces has venido al lugar correcto. -le hizo un gesto para que tomase asiento en el único banco que no habían apartado. El hombre de barba se levantó y trajo una bandeja de plástico vacía. Por respeto a la ceremonia te voy a tener que pedir que pongas el móvil en silencio y lo deposites en la bandeja, si eres tan amable. Por cierto, no me he presentado, soy el Padre Isaías, ¿cual es tu nombre, joven?

Mi nombre es Daniel, gracias Padre por recibirme. Dejo el móvil en la bandeja tal y como me pide, pero le conecto el gps para que este localizado. No me gusta desprenderme de el ya que si tengo apuros no podria pedir ayuda a mis compañeros. Pero no podía levantar sospechas desde el principio, asi que de momento me dejaría llevar por la situación

Daniel... - repitió el cura para sí mismo. Después se retiró de nuevo a la sala interior, una modesta sacristía, para vestirse adecuadamente. Daniel se sentó en silencio en el banco, sólo, tal y como le habían indicado. Los minutos pasaron silenciosos. Después de dejar el móvil en la bandeja, el hombre de la tupida barba negra se había vuelto a sentar en su sitio, a la derecha del altar, junto a la monja. 

Finalmente Isaías volvió, sonriente, del interior de la sala. Portaba una Biblia en su mano derecha y una copa con vino en la izquierda. Dejó ambos objetos en un sólido bloque de mármol que sobresalía enfrente de las imágenes sagradas, junto al altar. 

- Parece que esta noche seremos únicamente tú y nosotros, Daniel. Hizo un gesto a Daniel para que se acercara. Le ofrecio la copa para que bebiera mientras recitaba en tono sacro. "Y entonces el hombre se echó al joven a los hombros, y con gran voluntad cruzó el Río. Pero el joven había crecido, y en los hombros del soldado, volvióse de pronto pesado como el plomo. El hombre, apenas con fuerzas para auparlo, alcanzó el otro lado en un último suspiro. Tú me has puesto en el mayor peligro. No creo ni que el mundo entero sea tan pesado en mis hombros como lo has sido tú. A lo que el niño respondió: "Tú no solo has tenido en tus hombros el peso del mundo, sino al hombre que lo creó. Yo soy Cristo, tu rey, a quien tu has servido en este oficio". Volvió a dirigirse a Daniel. El joven no era otro que Cristo, pero ¿Quién era el hombre?

Olivia asintió en silencio. Ella misma se había hecho la misma pregunta que Claudio. ¿Que relación podrían guardar unos bebés asesinados en los años sesenta con las desapariciones que estaban teniendo lugar recientemente?

Quizá... - aventuró. Lo único que se me ocurre es que sean las víctimas de algún tipo de ritual... Algún tipo de sacrificio. Tanto los bebés, si son robados, como decís, como los sin techo que están desapareciendo últimamente son personas que nadie echaría en falta... Víctimas fáciles. No sé si me explico...

Suspiró, echando el asiento hacia atrás para recostarse un poco. Ya habían pasado algunos minutos desde que Daniel entrara a la Ermita. Eran las doce pasadas, la ceremonia debería haber empezado ya...

-Estoy de acuerdo, Olivia -asentí a las palabras de mi compañera-. Uno de los principales motivos por el que escogen a los sin techo es porque son víctimas fáciles. Muchas veces, cuando una de esas personas desaparece, nadie suele echarlas en falta. Quizá con esos niños pudo suceder lo mismo. O eran niños robados o directamente huérfanos que no tenían familia de la que alguien se preocupase. Lo que no me cuadra en todo esto son las otras muertes y desapariciones. El amigo de Daniel, Manuel... ¿Por qué él? ¿Tal vez estuvo en el lugar y momento equivocados?