Partida Rol por web

La puerta del ascensor se abrió al poco. La verdad es que casi ni había notado que subiera y la cabina no tenía indicador de en qué piso me encontraba, así que no había manera de saber a qué altura del edificio había llegado.

Me encontré en un hall similar al de abajo, sólo que la amable señorita de la amplia sonrisa, había sido sustituida por dos maromos de 2x2 que custodiaban una puerta de doble hoja.
Uno de ellos, miró mi acreditación, que en la planta baja habían metido en un sobrecito de plástico y sujetado con una pinza a mi camisa. Acercó un lector de códigos de barras que se puso en verde con un pitido y aquel hombre me abrió la puerta.

Entré a una sala inmensa. Posiblemente, ocupaba toda la planta del edificio y se mantenía en una semipenumbra que a duras penas rompía la luz del sol que, lejos de entrar a raudales como sería lógico en un piso alto de un rascacielos, entraba tamizada, como si costara dinero hacerlo.

Justo de frente, una larga mesa con cinco personas, que se las veían y deseaban para ocuparla entera (así era de larga) y un poco antes de llegar a su altura, una pobre silla absolutamente abrumada por aquel espacio inmenso en el que se perdía por su tamaño infinitesimal con respecto a la enormidad de la sala.

- Tome asiento, Capitán Swanson ¿Ha tenido buen viaje?

El que así había hablado, era un hombre, ya mayor y bastante encorvado, que ocupaba uno de los sitios al lado del personaje que estaba en el centro de la mesa: Un hombre de inequívoco aspecto militar con el pelo y un bigotazo entrecanos que tenía una mirada severa de la que muy bien parecía que podían salir rayos.

A su izquierda, una mujer madura, con gafas de montura dorada que muy bien podrían ser para la presbicia dada su edad y por último, otras dos personas que ocupaban los dos extremos de la mesa, pero cuyo rostro no se distinguía demasiado bien, pues permanecían en semipenumbra.

- Si, muy bueno. Gracias -respondí-.

-Está bien que se acostumbre a viajar. Posiblemente lo haga mucho próximamente -y el anciano sonrió tras decir esto-.

El que ocupaba el centro de la mesa, le miró con cierta severidad como si desaprobara sus palabras, pero el anciano, o bien no se dio cuenta, o bien le ignoró por completo y el otro acabó por volver a girar la cabeza hacia mí.

-Tiene Usted una hoja de servicios inmejorable para el perfil que necesitamos, Capitán Swanson -tronó el hombre del centro de la mesa mientras hojeaba con descuido los papeles de una carpeta que tenía delante suyo-.

-Gracias, mi Coronel -acerté a decir en el último momento al fijarme en los galones que llevaba en su vestimenta y que había obviado hasta ese momento-.

-Es cierto que su misión se compone de viajes... ¿Qué opina Usted de los viajes en el tiempo? -me soltó de sopetón-.

-Pues que son imposibles de realizar, mi Coronel.

-¿Y qué diría Usted si yo le dijera que está equivocado?

Sonreí brevemente antes de contestar:

-Le diría que me lo tendría que demostrar para creerlo, mi Coronel.

-Lo imaginaba, Capitán. Nadie hasta ahora lo ha creído sin verlo...

Para cuando me di cuenta, un incómodo silencio se había apoderado de la sala y yo me sorprendía a mí mismo con la boca abierta y mirando al frente con los ojos muy abiertos, debatiéndome entre dar crédito a lo que acababa de escuchar, o hacer caso a mi mente analítica que luchaba por convencerme de todo lo contrario.

A continuación, fui sometido a una extenuante batería de preguntas por parte de los cinco componentes de la mesa, a cual más absurda o más inquisitiva -quién sabe- mientras que tomaban notas y más notas sobre mis respuestas antes de seguir con la siguiente pregunta. No sabría decir cuanto tiempo estuvimos con aquella especie de "Trivial" a que me sometieron, pero al final, comenzaron a "debatir" entre cuchicheos y miradas entre ellos que sólo ellos sabían interpretar.