Salimos finalmente del artilugio, primero al pequeño espacio entre el cilindro y la esfera y luego al helipuerto de la terraza. Todos guardábamos silencio, más que por lo que acabábamos de ver, por lo que se suponía que eso era capaz de hacer.
Finalmente fui yo quien rompió el silencio entre las potentes corrientes de aire que había a aquella altura:
-Vamos a suponer que todo esto funciona... ¿Han hecho viajes de prueba? ¿Ha ido todo bien? ¿A qué épocas lo han mandado? ¿Y cuándo se supone que partiríamos nosotros?
La verdad es que mi curiosidad, crecía a cada momento. Jamás hubiera adivinado en lo que me iba a meter...
-Tranquilo, Swanson -le dije a nuestro científico, vivamente interesado por la situación-. Creo que primero tendrán que aprender a manejar todo esto... No se preocupe -dije al ver la cara que ponía-. Es más sencillo que manejar un coche. Solo hay que... Saber donde están el acelerador y el freno, por ejemplo.
Sonreí buscando una cierta "complicidad científica", pero Swanson no hacía si no volverse y mirar el enorme tubo de hormigón que albergaba la máquina.
-No se preocupe: Tendrá tiempo de odiarla como yo lo hice. Ha costado mucho ponerla a punto, pero creo que no me equivoco si le digo que tendrán un viaje casi... placentero.
Pero antes, responderemos todas esas preguntas que tienen todos Ustedes en la cabeza.
Bajaron del helipuerto y entraron de nuevo al edificio por la puerta que parecía de una cámara acorazada.
Volvieron a la sala de la que habían salido para subir a la azotea y esta vez, todos tomaron asiento en torno a la gran mesa central.
Ross sonreía y parecía contento: Como un padre que hubiera visto la emoción de sus hijos al abrir los regalos de Navidad y comprobar que había acertado con el contenido.
Podría alargar un poquito más esta escena, pero creo que la voy a dar por terminada y abriré otra para avanzar un poco más rápido, haciendo un resumen del tiempo de preparación, entrenamiento y demás.
Como siempre, puedes intervenir cuando quieras.