Partida Rol por web

-¡Vamos, muchacho, hay que salir de aquí echando ostias!

No había tiempo que perder dicutiendo con Chicken. Sabía que era cabezón y si algo no podían derrochar era el tiempo, por lo que decidió empezar a correr en dirección a la jungla para que el joven soldado no tuviese que cargar con él.

-Corre por tu vida y ni se te ocurra girarte. Te juro por el Tío Sam que como te gires te voy a meter una bala en tu flaco trasero, ¡¿Me oyes?!

Pero contra todo pronóstico, ya fuese por la adrenalina del momento o porque había sobreestimado el alcance de su lesión, el sargento salió corriendo como si de el mismísimo Jesse Owens se tratase, empezando a recortar la distancia que le separaba con la seguridad de la jungla a ojos vista.

Una vez acabada la potencia de aquel sprint, aún tuvo tiempo de girarse, encarar con su rifle en dirección al campamento para detonar unos cuantos disparos antes de seguir corriendo

Quien nos parecía tener un ángel de la guarda era Ice. Había sido muy rápido para adentrarse en el campamento japo y hacer estallar la cabaña de la antena, pero a la hora de salir fue otro cantar. 

Zanjas, zarzas, zumbidos de balas pasando a su lado y todas las cosas malas con zeta que a un soldado le podían retrasar en una huida de un campamento enemigo, se cruzaron en su camino retrasándole enormemente. Veía como sus compañeros se iban alejando y se quedaba atrás.

No se rendiría, seguiría corriendo y disparado pese al dolor se su hombro. Quizás fuera eso le que le estaba impidiendo ser más rápido, pero fuera lo que fuera, ese podía ser su final. Y sinceramente, no le hacía ni puta gracias perderse la fiesta de celebración tras aquella pequeña victoria.

Mientras salia de alli trate no solo de cubrirme a mi sino tambien a mis compañeros. Realmente estaba rebosante de energia y felicidad pero no podiamos disfrutar nuestro momento de ver arder esa condenada antena. 

- CORRED.....  

Vi que Ice recibia un impacto pero el jodido seguia disparando y corriendo. 

- JA JA JA JA AMARILLOS DE MIERDA.....

Nada nos podia detener.

MacReady corría lo más deprisa que se lo permitían las piernas, pero estaba agotado, cansado de tanto esfuerzo y el barro y la tensión de los disparos no ayudaba en lo más mínimo. Observó que Oddball y el sargento estaban alejándose a toda prisa, mientras que él y Ice, más desafortunados, quedaban atrás.

-¡Aguanta, Ice! ¡Saldremos de esta! -exclamó el soldado, mientras disparaba contra los japoneses sin dejar de correr, con intención de al menos proporcionarle a su compañero una oportunidad de salir con vida de aquella situación.

De alguna manera, entre las explosiones y los disparos, el grupo al completo consiguió salir del recinto e iniciar el regreso. La huida no iba a ser tan sencilla como la llegada, pero ahora ya daba lo mismo, una vez cumplida la misión que se os había sido encomendada.

Mientras Ice se detenía para disparar a sus perseguidores y MacReady le daba tiempo a Ice para que se replegara, Oddball corría por su vida, saltando entre la vegetación. En un momento determinado su arma se encasquilló, quedando completamente inutilizada. Las balas llovieron a su alrededor mientras se peleaba con su arma, antes de que la arrojara al suelo y siguiera con la carrera.

Mientras, el sargento "jodido" de hierro, corría por su vida, ignorando el dolor. Chiken se quedó justo detrás de él, disparando a los amarillos, cuando una bala le atravesó el cráneo. El cuerpo del soldado cayó al suelo como un saco lleno de patatas, quedando inmóvil para siempre entre las hojas.

Finalmente, el grupo se reencontró en plena jungla. Había dejado de llover en esos momentos, pero estaban empapados y agotados, Abrahams tenía una pierna rota y Ice una herida en el hombro, y todavía os quedaban dos jornadas para llegar al campamento.

A vuestra espalda podíais oír los gritos de los japos organizándose. No tardarían en salir a por vosotros.

Chicken habia caido, no podia creer que solo hubiese un muerto y no era yo. 

- Ice, puedes correr? y tu Abrahams, te ayudaremos pero no podemos quedarnos aqui, nos alcanzaran en algun momento.

Mire a los demas por si alguno tenia otro rifle. No podia luchar un guerra sin armas, pero tendria que conseguir una en el camino. 

Estaba listo para cargar a Abrahams si era necesario, ya que yo no podia disparar la menos le sacaria de alli. 

- Tal vez si llegamos al rio podemos despistarle. Aunque el rio fuese de barro.

Y ahora que dejaba de llover seria mas facil encontrarnos. 

- Chicken no murio en vano, volamos esa antena, su muerte sirvio para algo, estoy orgulloso de el, pero aun tenemos que salir de aqui.

- Me duele teniente. - Respondió Pendollini. - Me gustaría más estar en el salón de mi casa mientras me la chupa una rubia, pero... - Sonrió. - ¿No puedo elegir, verdad?

Fuera como fuera debían seguir avanzando. Detenerse era morir. Por ello, Ice no lo dudó y siguió avanzando hacia la su campamento. Iría más rápido o más despacio, lo que le permitiera el cuerpo, pero detenerse nunca. Eso supondría la muerte. De hecho, seguir avanzando no era un seguro de vida tampoco. Chicken no se había detenido, pero aún sí las balas seguían siendo más rápidas que él y una de ellas le había atravesado la cabeza.

MacReady observó entristecido que no todos lo habían conseguido. Chicken había caído como un auténtico héroe, abriendo fuego contra los japos y dándoles una oportunidad de escapar para internarse en la jungla. Desde luego el religioso nunca hubiera imaginado que precisamente Chicken mostrase tanta valentía.

-Descansa en paz, Chicken -dijo, con voz queda, aún sorprendido de que hubiesen conseguido escapar-. No podemos detenernos. Los japos no lo harán -aseguró, y decidió comenzar a avanzar tras Ice, en dirección al campamento, sin detenerse. Al fin y al cabo, sabía que no tendrían mucho tiempo antes de que los amarillos empezasen a darles caza.

Tras deteneros unos momentos a llorar por Chicken y descansad, continuasteis con vuestra huida. En este caso, la dirección no era tan importante, pero si queríais no recorrer más distancia de la que debíais, os convenía no equivocaros de camino, claro que la jungla siempre parecía igual por todas partes y no podíais recordar bien cuál era el camino que habíais seguido.

El cielo estaba cubierto, así que ¿cómo ibais a orientaros? Hasta que no amaneciera... no podíais hacer nada.

Pero también había algo que teníais claro. Lo importante era continuar moviéndose.

- ¡Vamos nenazas! - Dijo el dolorido Ice. - ¡No os pareos, hay que poner tierra de por medio!

-¡Vamos, no podemos quedarnos quietos! ¡Hay que seguir avanzando! -exclamó MacReady, intentando avanzar junto con Ice e instando a sus dos superiores a que se movieran-. ¡No se quede atrás, sargento! ¡Los japos no nos van a dar tregua!

Moverse o morir.

No quedaba mas.

Otro buen muchacho que terminaba su historia en aquel infierno verde. Y en cabio ahí seguía Abrahams, teniendo que soportar una tras otra las bajas de sus hombres, cargando su conciencia con ellas para, probablemente, acabar más temprano que tarde acompañándolos entre la tierra y los gusanos.

-Ya lo habéis oido. Corred sin mirar atrás-se limitó a mascullar mientras se esforzaba tanto como podía en seguir avanzando

La noche era vuestra fiel compañera, pero Odball y Abrahams parecían estar cansados y heridos y vuestra marcha se ralentizó bastante. Resultaba del todo imposible alejarse del campamento a la velocidad necesaria y estaba claro que tendríais que hacer algo si no queríais ser alcanzados, sorprendidos y atrapados... o muertos.

Como si estuvieseis vaticinando el futuro, apenas llevabais corriendo un tramo cuando oísteis tiros a vuestra espalda, además de gritos en japonés.

Os habían descubierto.

Los disparos arrancaron hojas y ramas y el único motivo por el que todavía no habían dado en el blanco era porque necesitaban todavía un par de segundos más para terminar de alcanzaros.

- ¡Debemos seguir alejándonos! - Les dijo a sus compañeros.  - ¡Ya casi los tenemos encima! ¡Corred, joder, corred!

Ice lo tenía muy claro. Podía llegar el momento en que tuvieran que enfrentarse cara a cara con los amarillos, pero mientras pudiera alejarse del campamento, lo haría. Además, de esa manera se acercaba a su salvación, la zona aliada. Por otra parte, si se quedaban quietos, pronto podrían ser rodeados y esa si que sería su perdición. Quedarse quieto definitivamente, no era una opción.

-¡Maldita sea, cada vez los tenemos más cerca! ¡Corred! -le indicó a sus compañeros, sin dejar de correr-. ¡Teniente, sargento, podemos conseguirlo!

MacReady sabía que los japos no cesarían en su empeño por perseguirlos, por lo que trató de acelerar la marcha, disparando contra los japos que tenían tras ellos para que Oddball y Abrahams tuvieran más posibilidades de escapar sin que una de las balas de los japoneses del alcanzase.