Partida Rol por web

El trasgo que aún sobrevivía, se aferró de nuevo a la cuerda e intentó alcanzar la siguiente fase de la escalada. Pese a su penoso estado de salud, invirtió todos sus esfuerzos para alcanzar la parte superior de esa zona de pared. Ahora el trasgo estaba un poco más alejado de aquellos terribles e infames enemigos que querían acribillarle.

El viento sopla entre las hojas de los árboles y trae con él un siniestro y terrible aullido proveniente de la distancia.

AU AU AU AU AAAAAAAAAAAAAUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUHHHHH!!!!

Aquel aullido le puso los pelos de la nuca de punta, no podía ser que ahora que estaban tan cerca de deshacerse de aquellos trasgos llegasen los refuerzos, además aunque el combate hasta el momento no hubiera supuesto problema alguno, si contra ellos se venían varios trasgos y un huargo podrían encontrarse en una situación difícil y complicada.

Debían deshacerse del trasgo que aun escalaba y prepararse para lo que viniera después, de manera que buscó una distancia mejor para disparar y tras aproximarse unos pasos dejó volar un nuevo proyectil, por un instante temió que este impactara contra alguna de las rocas que sobresalían de la pared de la montaña, pero había calculado bien y la flecha se clavó en el pecho de su enemigo. Este cayó al suelo en la terraza que había alcanzado sangrando profusamente con dos proyectiles clavados profundamente en su cuerpo.

Sin demorarse Jaskier se giró hacia el bárbaro, debía avisar de lo que había escuchado para que se preparara. - Eyholf escuché el aullido de un huargo, es posible que el resto del grupo venga a atacarnos preparate y estate atento.- Volvió a girarse esta vez mirando en dirección contraria donde se hallaban sus otros dos compañeros. - Niniel, Sir Crood venid aquí y estad preparados, escuché el aullido de un huargo, debemos tratar de alcanzar la entrada de la cueva antes de que nos sorprendan aquí fuera.- Si su orientación funcionaba un tanto mejor que antes, debía estar cerca si continuaban recorriendo el perímetro de la montaña, de todas formas era mejor que estuviesen todos juntos si les atacaban.

¡Caspitas! hemos sido certeros y mortíferos como unos astutos asesinos, sin dar tregua a las presas. Acercándome al elfo y el bárbaro que habían avanzado mas que yo, observe el cuerpo destrozado gracias al hachazo de los poderosos brazos de Eyholf, encogiéndome mis ojos se posaron también en los afortunados que habían depositado su cuerpo en manos del aire. Miré nuevamente al bárbaro y solo imaginarme lo que seria recibir un golpe de su arma, debía provocar una sensación parecida a la resaca de una mala borrachera, aunque claro, la ventaja, solo lo sentirías durante unos segundos.

Yo también he escuchado ese funesto quejido de huargo, pero me temo que sus intenciones pueden ser mucho peores, puede que este llamando a mas soldados, o a mas huargos a su lado...y eso nos complica la situación. Decidí no guardar la ballesta y mantenerla cargada en las manos por lo que pudiera pasar.

Sonrió satisfecha al ver caer al último de los trasgos sin apenas gasto de munición y, aunque pudiera ser que se hubieran transformado en "astutos asesinos", como auguraba el bardo, más bien se sentía ayudada por la suerte. El caso era que al menos habían acabado con presteza con aquellos escaladores, cuyo propósito era seguramente liberar a la cría de dragon, pero tras escuchar las palabras de Jaskier y Sir Croodin, Níniel pensó que quizás aún tuvieran mayores menesteres con los que bregar. ¿Sonidos de huargos en las cercanías? ¿Más enemigos en ciernes?

Se acercó a sus compañeros con paso sigiloso mientras recargaba su ballesta, de nuevo pensativa y recelosa, y una vez a la altura del resto echó un vistazo por encima a los cadáveres allí esparcidos y después se giró observando su entorno. Permanezcamos alerta entonces y tratemos de no llamar la atención... Lo peor sería que se les viniesen encima, pillándoles desprevenidos. El aviso del elfo y el gnomo la había dejado insegura, pero les serviría para evitar el hecho de recibir visitas inesperadas.

El aviso de Jaskier solo vino a corroborar el mal presentimiento que acosaba al joven.

Casi sin detenerse a buscar meticulosamente, Eyholf revisó las pertenencias de los trasgos que habían caido por si llevasen algún objeto con el que pretendiesen controlar al dragón o con el que liberarle. Además, sus elementos de escalada podían serles útiles más adelante.

El bárbaro se agachó para encontrar entre los cuerpos quebrados de los trasgos cualquier cosa que les pudiera servir. A parte de sus armas consistentes en mazas y ballestas ligeras en estado más bien deplorable, llevaban puestas sus armaduras de cuero en igual estado. Algo de comida rancia, algún ratón de campo muerto, y algo de agua era todo lo que los trasgos portaban con ellos. Sinembargo, los equipos de escalada se mantenían en buen estado. Cinco equipos de escalada era un buen tesoro sin lugar a dudas.

Mientras Eyholf rebuscaba y rebuscaba, todos incluído el bárbaro, pudieron apreciar que al menos tres figuras permanecían semiocultas tras un roble quejigo bastante frondoso. Les estaban observando y quizás llevaban tanto tiempo ahí escondidos como para haber visto el asalto contra los trasgos escaladores. De momento no parecían inmutarse. Claro está, estamos hablando que el grupo espíado estaba formado por un gnomo, dos elfos y un semielfo...casi nada. La vista de todos ellos era magnífica y aunque las tres figuras creían permanecer escondidas, nuestros héroes pudieron apreciar hasta el último detalle...sin lugar a dudas, se trataba de tres soldados de La Rosa LLameante.

Tenemos compañía, comentó Eyholf en la lengua de los elfos, tratando de dar a la frase una entonación que no sugiriese a los soldados que se trataba de un aviso.

A la vez, se colgó el hacha a la espalda y preparó el escudo y el mangual (para lo que estaba a punto de hacer tenía más sentido la protección que la potencia de ataque).

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Cuando los vislumbró, vigilándoles entre los árboles y en silencio, pensó: mal síntoma… e inevitablemente se le aceleró el pulso, no por temor, sino por rabia, había llegado a detestar aquellas armaduras, debido al significado que algunos de sus portadores les conferían. Con lentitud se giró hacia Eyholf que les avisaba a todos de aquella misma circunstancia y después desvió los ojos hacia los cadáveres de los trasgos caídos, disimulando, ganando tiempo, esperando la reacción de los soldados, mientras el sentimiento de satisfacción ante el deber cumplido que la había invadido recientemente, se borraba de sus entrañas ante la incertidumbre que aquellos individuos, ocultos y acechando, le producían. Multitud de recuerdos se apilaron en sus pupilas en una pugna insostenible de imágenes dolorosas. Respiró hondo, conteniendo todo aquello.

Había estado a punto de usar su magia, ahora se sentía afortunada por no haberlo hecho, ya que su situación y en consecuencia la del resto de los allí presentes hubiera sido totalmente distinta. Le disgustaba que les estuvieran observando, era más sencillo afrontarlos cuando te venían de frente, de esta otra forma no sabías qué era exactamente lo que pretendían o si estaban esperando a algo en concreto para actuar o si simplemente patrullaban.

No encontró palabras que compartir con sus compañeros y no era porque no quisiera hablar, sino porque las que deseaba pronunciar no eran las adecuadas, de manera que guardó silencio, asintió ante las palabras del semielfo, dando a entender que era consciente del hecho, y con la punta de una de sus botas dio la vuelta a uno de los cuerpos de los trasgos, sin perder de vista de reojo al menos el movimiento global de los soldados del Rey loco, pero sin dar a entender con ninguno de sus gestos que supiera que estaban allí.

Parecía que los problemas no dejaban de surgir cada vez que solucionaban uno, habían logrado librarse de aquellos trasgos escaladores y seguido habían escuchado el aullido del huargo, antes de que pudieran si quiera prepararse aparecían aquellos guerreros. Trató de disimular y evitó mirar directamente, mejor que siguieran pensado que no les habían visto se agachó y examino uno de los apeos de escalada, debería hacerse con uno, pero le resultaban demasiado pesado y prefirió dejarlo para más adelante.

Simulando que hablaba sobre los utensilios que tenía en su manos, se dirigió al grupo en élfico, sino recordaba mal todos los presentes lo hablaban y así evitaban el riesgo de que desentrañaran sus palabras los humanos.- Permaneced atentos, no parecen querer atacarnos sino más bien investigar, han debido seguir las huellas de la caravana hasta aquí, lo cual nos pone en serios problemas, por un lado no me gustaría tener que atacarles, pero por otro no podemos dejarles que salgan corriendo con la información, eso sin olvidarnos de los aullidos. ¿Alguna idea?, no sabemos si han descubierto la entrada a la cueva aun de manera que será mejor permanecer aquí unidos por si aparecen nuevos trasgos y ver como reaccionan los humanos.- Las posibilidades eran infinitas y ninguna satisfactoria, no le gustaba la idea de matar aquellos hombres, aunque si ponían en peligro su misión deberían hacerlo.

Al pícaro no le pasó desapercibida la reacción de Níniel en cuyo interior pugnaban fuerzas encontradas sin lugar a dudas, el semielfo seguramente tampoco tendría demasiado aprecio a aquellos soldados, mientras que el gnomo, bueno sobre el gnomo poco podrían asegurar con certeza. Por su parte temía que atacar a aquellos hombres atrajera nuevas tropas y patrullas, una idea comenzaba a surgir en su mente, pero no sabía como llevarla a cabo y debían confiar en que los humanos no hubieran encontrado la entrada a la cueva. - Quizás podamos llevarlos tras nosotros a otro lugar y luego tratar de despistarlos o perderlos.- Según formulaba la sugerencia se dió cuenta de los estúpido de su razonamiento, estos volverían al lugar y revisarían los alrededores en su búsqueda descubriendo antes o después aquella morada enana.- Olvidarlo no valdría más que para demorarnos y retrasar su vuelta, poco más. En caso de que el huargo o huargos no nos ataquen quizás debamos deshacernos de ellos.

Jaskier dejó caer aquellas palabras con el gesto serio aunque por el tono empleado aquella decisión era bastante difícil, pues el pícaro no estaba acostumbrado a decidir ataques como aquel, sin provocación previa y contra humanos, aunque fueran soldados del Rey Loco.

Observaba la maña que se daban las manos del bárbaro entre los retales de los trasgos, por su aspecto desmañado quedaba claro que no poseían nada de valor, pero nunca podías afirmar en el bolsillo de quien descansaba la gema mas grande del continente. Al finalizar el examen mi sueño con la gema acabó, mirando en torno y levantando la vista hacia la colina comenté en tono despreocupado. No me extraña que dos de ellos nos hayan favorecido laboralmente, subir allí debe ser de lo mas desalentador.

Había escuchado y entendido las palabras de Eyholf a la perfección, pero no quería alertar a los soldados que simulaban estar escondidos entre los arboles. Agachándome decidí coger uno de los equipos de escalada y examinarlo mas de cerca. Al menos hemos ganado algo, unos arpeos y librarnos de la mala compañía en la zona. Quería que se relajaran, pero también quería ser precavido y dar a entender de esta forma a mis compañeros que debíamos estar atentos.

Lo difícil ahora era pensar en nuestros siguientes movimientos, no podíamos conducirlos a la entrada de la cueva, pondríamos en peligro la ubicación del emplazamiento, a nuestros compañeros y en caso de que siguiera el combate con el huargo y su séquito vernos atrapados en dos frentes enemigos. Tirando el arpeo otra vez al suelo por el cansancio que me había provocado en el brazo dejé que una sonrisa acudiera a mis ojos y mi rostro. Esta vez me aplique en el elfico confiando en que no entendiesen el idioma de los que ellos consideraban seres inferiores. Deberíamos perderles en un recoveco para sorprenderles y acabar con sus molestos ojos. Una carcajada natural surgió de mi entrenada garganta para equivocar a los soldados y que pensaran que bromeábamos sobre nuestro buen resultado.

Uno de los soldados parece hablar cuchicheando algo a otro. Enconces, muy despacito, el que recibe la orden comienza a caminar intentando hacer el menor ruido posible; despacio y con mucho cuidado comienza a alejarse.

He vuelto a dejar a Eyholf donde lo había situado.

Desde su posición pudo ver como aquel soldado comenzaba a alejarse, sin poder evitarlo Jaskier negó con la cabeza pues aquel movimiento les obligaba a actuar y el problema era cómo. En su interior seguía resistiéndose a atacar a aquellos hombres, sin embargo esto podría suponer la presencia de nuevos soldados y muchos problemas. Quizás debieran volver al interior de la cueva, enfrentarse al dragón y si salían airoso irse de allí y olvidar aquel lugar, que tras ser descubierto por los trasgos ahora todo el mundo parecía visitar. - Debemos hacer algo con esos tres parece que uno va a dar aviso de lo que han encontrado y puede suponer nuevos problemas. Si perdemos de vista a ese soldado tendremos que volver y darnos prisa en deshacernos del dragón para luego olvidarnos de este lugar.

Había pocas salidas, aquellos hombres difícilmente hablarían con ellos o se rendirían, en cuanto tratasen de hablarles es probable que se sintieran amenazados y dos de ellos plantaran cara mientras en el otro continuaría corriendo. - Tenemos pocas salidas, o atacamos o nos vamos...- sólo necesitaba la confirmación de sus compañeros para con su arco preparado disparar al corredor.