Partida Rol por web

Las palabras de la elfa hicieron que un escalofrío recorriera el cuerpo del clerigo - Es cierto. Y si un dragón no pudo escapar, seguramente nosotros tampoco podríamos - añadió antes de mirar el mecanismo que Jaskier había trabajo - Quizás deberíamos asegurarnos que esa trampilla no funcione nunca más. Sino sería un riesgo demasiado grande... uhm... si pudieramos hacer saltar los goznes y luego tirarla por el mismo foso seguro que nadie podría encerrarnos, propuso sin tener ni idea si eso era posible. Supongo que con eso sería suficiente - añadió esperanzado.

Mhhh… Humm… Si…- Consigo decidirme. - Creo que tenéis razón…- Me refiero a las suposiciones de mis compañeros. Normalmente no me gusta apresurarme en mis conclusiones pero… El cúmulo de indicios que tenemos son demasiados para no tenerlos en cuenta. - Hasta donde pude ver cuando bajé por la grieta la caverna era mucho más grande de lo que parecía a simple vista. Y ya comprobamos que comunicaba con otra caverna inundada por agua…- Por otro lado la preocupación de la elfa por quedarnos encerrados está más que justificada, no sería la primera vez que los enemigos nos sorprendieran cuando pensábamos tener todo controlado en el enclave. - Si, supongo que cualquier precaución es poca cuando de lo que se trata es de quedarnos encerrados… Serosi ha ido a avisar a la serpiente plateada pero aun así… - Empiezo a mesar mi barba tranquilamente mientras pienso como podemos solucionar esto…- Hummmm…Mhhhh… Bueno… Supongo que lo más sensato es que no bajemos todos, y como dice Kerrin, romper de todo el mecanismo que cierra esto. Además, y ya que pensamos que comunican, podríamos colgar una cuerda de reserva por donde la grieta de la araña y esconderla con piedras para que no pueda ser vista desde fuera… Así, en el caso de que estemos en lo cierto, tendremos un sitio por el que volver aunque nos tapen esta salida con algo más.

Niniel tiene razón. Meditó un seguno sobre el nuevo contratiempo antes de continuar. Yo me quedaré arriba.

Ciertamente no tenía especial interes en ver el "hogar" del dragón y además, convertirse en el nuevo y eterno inquilino de aquella cueva le produjo un escalofrío.

Incluso alguno podría acompañarme aquí. No todos seremos útiles en una partida de investigación. Yo al menos dudo que sepa distinguir entre una piedra y una cagada de dragón.

Es bastante improbable que nada os ataque ahí abajo. Sin embargo, una visita inesperada aquí arriba podría ponernos en aprietos, aún con la trampilla inutilizada. Yo al menos no se volar, y trepar y luchar al mismo tiempo no creo que se me de mejor. Si volteamos el muro de lanzas, apuntando hacia afuera y esperamos aquí al menos 2 de nosotros, podríamos contener a quien intente atacarnos sin demasiados problemas mientras el resto sube de nuevo.

Pese a su inmensa curiosidad, Kerrin no puede dejar de reconocer la sabiduría escondida en las palabras del bárbaro, por lo que asientió moviendo su cabeza arriba y abajo - Si, es cierto, me gustaría saber que hay allí abajo, pero debo reconocer que no seré el más útil - comentó con pena - Yo me quedaré con Eyholf y nos aseguraremos que nadie cierre esa trampilla -

El enano miró uno a uno a los que descenderían y añadió - Tengan cuidado, no debería ser peligroso, pero nunca se sabe, Moradín los acompañará - aseveró intentando darles ánimo, antes de agregar - Yo empiezo a mover esas lanzas y verifico que no venga nadie por las escaleras... Ver en la oscuridad es una ventaja - sonrió en dirección a Eyholf - tu ocupate de bajarlos... y subirlos después -

Perfecto, perfecto me regodeaba de mi propia suerte, los planes y argucias estaban dando resultado, y aunque no fuese el primero en ver el cubil de la dragona iba a verlo y eso solo producía una sensación en mi interior. Había conseguido retroceder hasta los cinco años, momento en el cual mis padres decidieron que podía recibir mi primera piñata. No nos retrasemos mas.

Sin contar ni con dios ni con el diablo atrapé una de las cuerdas y comencé a enrollarla a mi alrededor para asegurarme una llegada de lo mas segura y confortable al suelo del cubículo. Me acerque a Eyholf con una sonrisa de lo mas angelical ya que vas a ser el encargado de nuestra segura llegada al cubículo ¿te importaría dar unos tironcitos aquí y allá para asegurar la cuerda con esos músculos que Moradin te ha concedido?

Cuando caí en la cuenta que había usado el nombre del dios enano fruncí el entrecejo pensando que pasaba demasiado tiempo escuchando esa palabra, ahora se había transformado en una molesta coletilla colectiva.

Nuevamente el grupo vovía a dividirse, la idea de quedarse encerrados dentro de un cubil les hizo replantearse el descenso por parte de todos y fueron Eyholf y Kerrin los voluntarios para quedarse y guardar la entrada …o la salida, depende de cómo se mirara y desde dónde.

La antorcha siempre ardiente que había arrojado Ator brillaba con fuerza en el fondo, el haz de luz iluminaba un círculo aún insuficiente para poder apreciar los límites de aquella galería natural. El eco de sus voces les daba una ligera idea de que no se trataba de un lugar pequeño y la dragona parecía que hubiera elegido otro lugar mejor para comer, con lo que todo indicaba que, posiblemente, ahí abajo hubiera un acceso a otro sitio. Según recordó el guerrero, a la dragona le gustaba reblandecer los cuerpos en agua y Úgrum advirtió de lo grande y comunicadas que estaban aquellas cuevas aullantes. ¿Comunicaría aquel pozo con el camino tras la morada de la araña donde un tobogán de agua descendía de manera precipitada?

Poco a poco fueron descendiendo todos menos el bárbaro y el clérigo que se despidieron con miradas preocupadas con sus cabezas asomadas a la trampilla. Anteriormente habían colocado el muro de lanzas al revés, tal y como Eyholf había sugerido. Después, tras la insistencia del gnomo, el joven bárbaro se aseguró de que los nudos de las cuerdas fueran firmes y seguros y así resultaron ser pues descendieron sin ningún problema y a pulso de pura fuerza de los trabajados brazos tanto de el enano como del semielfo.

Desde abajo…oscuridad…la luz proyectada por la antorcha era insuficiente para romper aquel horizonte negro y regular, el grupo de cinco formaba un pequeño círculo dándose las espaldas los unos a los otros e intentando apreciar cualquier detalle con los ojos aguileños hacia el frente; sólo esperaban que nada les sorprendiera desde esa sombra negra que les envolvía, deseaban que si algo vivo amenazante huebiera existido, no quedara de él más que los restos defecados de la dragona tras servirle de alimento… un momento... Ahí hacia el oeste parecía haber algo.

Desde arriba la luz arrojada para alumbrar el cubil no había resultado suficiente como para hacerles ni siquiera imaginar en una mínima parte las características del lugar al que accedían, aquel pequeño foco de claridad, no poseía el esplendor requerido y las sombras de sus destellos se perdían envueltas por el eco de las palabras de los que las observaban desde la trampilla.

En el entorno de la hechicera las decisiones se tomaron con rapidez, por un lado los que se suponía iban a descender, por el otro los que no, los que recibirían la ayuda en el descenso y los que se quedarían a proteger la retaguardia. La única salida existente de la cual podían asegurar su accesibilidad era aquella, así que no podían arriesgarse a que les encerraran en aquel lugar. Guardó la varita que portaba y se dejó bajar como un fardo, atada a la cuerda y asiéndola, guiada por la fuerza y la destreza de los que les asistían.

Cuando Níniel al fin puso el pie sobre aquella superficie rocosa en la que el olor a humedad se hacía mucho más patente, arrugó al nariz y se dedicó a recorrer con ojos inquietos y curiosos los contornos que la rodeaban y que revestían sus sentidos con una sensación de inseguridad, propia del desconocimiento. Allí dentro las simples particularidades del entorno, que la llevaban inexorablemente a sentirse encerrada una vez más, la obligaban a encontrarse a disgusto, de manera que avanzó sin demora hasta la situación en la que se hallaba la antorcha, la recogió del suelo y alzó la mano, haciendo una seña a los de arriba, indicándoles que iniciaban el registro. En su otra mano portaba la ballesta.

Se aproximó a Jaskier y a Úgrum, pensando en que serían los que abrirían la marcha, allí parece haber algo… susurró, señalando hacia el oeste, para depués añadir: Breghend… El búho aleteó sobre su hombro con desgana, como si le hubieran despertado a regañadientes de su letargo, picoteó con energia la punta de la oreja de la elfa en señal de protesta y se elevó sin más remedio sobre la concavidad, sin alejarse en exceso.

Antes de que pudiera reaccionar el humano había lanzado, casi con desgana una de las antorchas siempre ardientes al fondo de la cavidad, las luces danzaron en la caída dando vida a las diversas sombras que proyectaban los salientes rocosos hasta quedarse titilantes cuando la fuente de luz quedó inmóvil en el suelo.El plan trazado parecía ser el más razonable, aunque nuevamente se veían obligados a dividirse, no tenían más remedio que hacerlo así y continuar con las inspección del lugar.

Tras descender todos quedaron inmóviles al rededor de la antorcha sintiendo como la humedad se espesaba aun más en aquellas cavernas inferiores, observando la oscuridad en la que el elfo imaginó crearse un nuevo dragón, aquella negrura bien podría ser el huevo inicial del que surgiera la criatura que yacía inerte sobre ellos, aquella oscuridad profunda, surcada por ligeras briznas de niebla, posiblemente producto de la humedad condensada y el efecto de la luz, que hacía refulgir estas gasas etéreas.

Las palabras de Níniel y su cercanía rompieron el hechizo haciendo reaccionar al pícaro, las antorchas parecían insuficientes para romper aquel muro azabache, estaba dispuesto a usar su linterna y le parecía un buen momento, de manera que agachándose sacó esta de su mochila y tras encenderla se la tendió a su compañera. - Mientras otros lleven antorcha será mejor que utilices la linterna para vislumbrar un mayor trecho.- Tras esto posó una mano en el hombro de Ugrum antes de hablar con él. - Será mejor que ambos vayamos por delante inspeccionando que no encontramos ningún sorpresa en el camino. Parece que hacia el oeste surge un túnel, podemos empezar por allí.

Bajó por la cuerda que sostenía Eyholf y llegó junto al resto del grupo, recogió su antorcha siempreardiente y empuño la espada en la otra mano, miró arriba y vió las cabezas asomadas del bárbaro y el clérigo, por lo menos no tendría que aguantar al enano por un tiempo, miró en todas direcciones pero no logró discernir nada -bueno, vosotros direis por donde- y se colocó al lado de la elfa a la espera de que los que tenían mas facilidad para ver en la oscuridad le guiasen por la cueva.

Aferrado a la cuerda como un mejillón, valga el símil acuático por la humedad de la zona, me dejo descender por ella, puesta toda mi  confianza en los brazos del bárbaro y la robustez de mi compañero de raza, mientras intento olvidar lo poco que me gustan las alturas. Para ello me concentro en examinar los accidentes de roca que conforman la gruta, e intento hacerme una idea de sus dimensiones. Ayudándome de la tintineante luz de la antorcha que arrojó el humano hacia abajo, intento familiarizarme con el entorno más cercano, estudio la zona donde intuyo vamos a aterrizar, y desde ese punto de referencia busco un camino a seguir. Puestos los pies en el suelo, me permito un segundo de arrebato para empaparme de la belleza siniestra del lugar. – Pues si es bonito esto… - Solo hace falta eso, un segundo. Y ya me han pillado. Siento un escalofrío en mi espalda y una garra en mi hombro. - ¡HaaAAA! - Una garra fría que se atenaza firmemente sobre mi hombro.  – ¡UUUFA! Joder, Jaskier ¡Menudo susto me has dado! - Nunca me acostumbraré a este tipo de contacto que se da entre las otras razas. Me encojo un poco para hacer que quite la mano de mi hombro, pero sonrío mucho para que no se lo tome como una ofensa. Si me funcionó antes con el gnomo… - Está bien, vayamos por ahí.  – Le respondo afirmativamente con un rudo gesto de cabeza. Dejo unos segundos para acostumbrarme a la luz y empiezo a andaren la dirección en la que parecemos haber visto algo, los primeros pasos muy precavidos para hacerme con el tipo de terreno antes que nada. – Seguid las pisadas del que tengáis delante y así no tropezaréis. .

El enano como buen explorador tomó la iniciativa para conducir al grupo por aquella caverna subterranea. Desde arriba vieron como las últimas sombras de sus compañeros se fundían en la negra oscuridad. El bárbaro y el clérigo se quedaron espectantes agudizando todos los sentidos para estar prevenidos ante cualquier indicio de peligro. Se quedaron sólos con la única compañía del cuerpo decapitado de la dragona negra aún sangrante.

Las sombras más claras no eran otra cosa que la única vía de acceso a un lugar que recordarían por siempre en el fondo de sus corazones; el tamaño de aquella caverna era enorme y ni siquiera con la lámpara alzada lograrían alcanzar a ver todos los rincones posibles, sólo avanzando con paso lento pudieron apreciar todos los matices importantes que irían quedando cincelados en el rostro de asombro de cada uno de ellos. El acceso desde la caverna donde la dragona recibía el alimento desde la trampilla se abría entre la roca como una garganta pétrea e irregular y terminaba a los pies de uno de las paredes laterales de la única manufactura enana de aquel gigantesco lugar bajo la montaña: la gran escalera de piedra que ascendía hasta la doble puerta negra, pero vista desde el otro lado. Al final, parecían comunicar tanto la trampilla como la misteriosa puerta con la leyenda gravada artísticamente en sus hojas sobre la batalla entre enanos y la dracoliche Noak.

El techo ascendía hasta donde la vista ya no alcanzaba y el sonido del viento entre las fisuras de las rocas semejando a las almas en pena, daba aquí más aún, el bien merecido nombre de Las Colinas Aullantes. El grupo avanzaba despacio, pero con paso firme sobre todo cuando sus botas comenzaron a chapotear en agua algo cenagosa. Cuando sus muslos - y algo más arriba en el enano y en el gnomo- se vieron ya cubiertos, fue cuando la mano de Úgrum, que iba algo más adelantado, tocaba lo que parecía un torso goblin flotando en el agua y en avanzada fase de putrefacción; el tacto desagradable de la piel desprendiéndose y la carne hinchada le hizo estremecerse. EL grupo se detuvo y la lámpara iluminó alrededor …estaban rodeados de partes tronzadas de cadáveres tanto humanos en su mayor parte, como de trasgos y de criaturas que dada la descomposición de su estado, era muy difícil de identificar si era humana, trasga o de animal. Estaba claro de dónde procedía el nauseabundo olor que llegaron a apreciar desde al cubil de la araña.

Si seguían caminando, el agua les iría cubriendo más y más y llegaría un momento en que tendrían que nadar para seguir inspeccionando. Al fondo, en la oscuridad de enfrente, se oía con claridad el sonido del agua al caer filtrada desde una posición superior.

¿Y si la filactelia no llegó a ser nunca encerrada en la caja negra? Desde esa oscuridad, desde el sonido de la catarata o tras su leve cortina ¿estarían escudriñando los ojos muertos de una dracoliche o llegaron a vencerla? ¿Qué pasó en aquel lugar antes de inundarse de agua hace miles de años? ¿Cómo terminaría la visión de Úgrum cuando fue poseído por aquel fantasma?

Para averiguarlo, nuestros héroes deberían seguir adelante…en sus corazones, en lo más profundo de sus almas, algo les decía que las respuestas estaban en aquella oscuridad…donde los sonidos aullantes del viento se mezclaban con el sonido del agua al caer.

¡EEEEEEGS! - ¡Que asco de sitio! - Para seguir adelante va haber que nadar. - Digo esto sin estar muy convencido y sin poder quitar ojo de uno de los cadáveres flotantes que flota a mi lado. - Desde luego nadar no es uno de mis puntos fuertes, aunque me gustaba hacerlo en los arroyos helados de las montañas engañosas, esto no es lo mismo. Desconozco los peligros que corremos siguiendo adelante.

El grupo avanzaba inexorablemente hacia el interior de aquella garganta que amenazaba con tragárselos de propia voluntad. Níniel portaba la lámpara que había tomado de las manos del otro elfo y miraba hacia el frente con preocupación. Primero sus pies y ahora sus botas se sumergían en un agua gélida e irreverente que amenazaba con cortarles el avance, su contacto era estremecedor, entumecía los músculos, obligándolos a ralentizarse, y penetraba hasta los huesos, generando una sensación de frío interior que helaba la sangre. Estaba acostumbrada a otras aguas bien distintas, a las de lago Adoras, junto a Formor, que se hallaban exentas de aquel olor a estancamiento, en cierta medida a podredumbre, que había percibido desde el descenso y aumentaba, anulando la percepción nasal de cualquier otra sensación circundante.

Ante sus ojos las aguas se volvían irremediablemente cada vez más profundas. Sí, habría que nadar y habría que hacerlo entre los cuerpos flotantes de los restos de comida de la cría de dragón. Observó los cuerpos deformes e hinchados que emergían sobre la superficie en ciernes, mostrando la rigidez y lividez propia de esa visitante inesperada tan temida por todo ser vivo, la muerte.

Se mordió ligeramente el labio mientras alzaba una de sus cejas, Jaskier, ¿crees que podríamos atar algunos de esos cuerpos?... Se explicó mejor, dirigiéndose al quinteto de aventureros allí presente, bueno, al fin y al cabo flotan, quizás empujándolos nos podrían servir de ayuda para atravesar el espacio nadando, miró de soslayo al resto. Lo digo porque no sé... cualquier ayuda para mantenernos a flote se me hace digna de mención… No estaba hablando de crear una balsa, sino de utilizarlos para emerger sobre la supercie. Tampoco estaría mal además que nos atásemos una cuerda mientras avanzamos y que alguien sujete el cabo para sacarnos a flote en caso de peligro, aunque esto último depende bastante de la distancia a recorrer… Quizás ambas cosas se pudieran combinar o a lo mejor ella era la única con inexperiencia en el tema de la natación.

Entonces se dio cuenta de que había que solucionar otro problema, el de la luz, frunció el ceño ligeramente y añadió como divagando, con la mente perdida en otra parte: ¿y esas pociones que encontramos que permitían ver en la oscuridad? Si nos las tomásemos, no necesitaríamos luz y además nos veríamos revestidos de fuerzas renovadas… Se encogió de hombros, esperando a ver qué opinaban sus compañeros.

Jaskier observó con detenimiento el lugar, el tampoco era un gran nadador y no tenía la intención de sumergirse en las aguas más profundas y seguramente peligrosas de aquella ciénaga subterránea. -Yo tampoco me siento capaz de internarme en esas aguas, pero debemos revisar el fondo.- Sentía que tras aquel muro de oscuridad se escondía la respuesta o al menos una pieza del puzzle que habían ido recomponiendo desde que entraran en aquellas cuevas.

Tratando de buscar algún saliente rocoso sobre el que situarse para salir de las aguas infectas, el elfo ecuchó las palabras de Níniel, la idea era algo desagradable pero interesante y podía funcionar.- Por qué no evitar los cuerpos y buscar algunos tablones, nos darán el mismo uso y será menos insano. Sobre atarnos, creo que es una gran idea, aunque dependerá de lo profunda que sea esta caverna.- De camino no le parecía haber visto materiales que usar para la idea que proponía, pero en las salas de arriba disponían de mesas y madera más que suficiente.

Siguió a los demás mientras estos avanzaban por la cueva, sin embargo su cabeza giraba a medida que iban dejando atrás la sescaleras hacia las grandes puertas, --Tal vez antes de meternos en el agua sería mejor abrir las puertas, ahora ya tenemos claro que llevan al mismo sitio, no veo el motivo para que ......- se paró por un momento, claro que había un motivo, librarse del enano por unos momentos, pero ya había hablado demasiado -...ellos se queden arriba, además con las puertas abiertas nos será fácil traer lo necesario para ayudarnos a cruzar.

Jaskier continuaba centrando su atención en buscar un saliente donde situarse, libre de aquellas aguas espesas y malolientes, finalmente desistió en su empresa y hubo de conformarse con situarse en aguas menos profundas. El espectáculo que tenían ante si se uniría a la galería de imágenes macabras y horribles que estaba confeccionando en aquel lugar, paisajes que hacía poco tiempo sólo podía encontrar en las pesadillas y recuerdos más lejanos de sus mayores. Aquella aberrantes representaciones del mal que bullía oculto en el interior de Matubias y que en aquellos días parecía dispuesto a surgir y mostrarse en todo su horrible esplendor a los habitantes de aquella tierra.

El elfo hubo de pensar en el dragón decapitado y muerto que yacía en las salas superiores para mejorar su ánimo y volver a sonreír, poco tiempo le quedaba a aquel refugio de albergar el mal, otros llegarían a limpiar las manchas y recuerdos que este había dejado sobre los muros de aquel asentamiento y quizás en un futuro no demasiado lejano las estancias se llenarían de vida y se convertirían en refugio y faro en medio de la tormenta que se avecinaba.

Las palabras de Ator devolvieron al pícaro a la realidad, una vaharada de putrefacto aroma le llegó de golpe sorprendiéndole pues su olfato había ido acostumbrándose a aquellos olores, buscó el origen de aquella nueva peste y observó como un cuerpo de un trasgo hinchado y abotargado por las infectas aguas que lentamente derivaba hacia donde se encontraban. Sacando su estoque volvió a empujar el cuerpo en dirección contraria logrando el objetivo de volver a alejarlo en aquellas aguas estancas. - Ator, tenéis razón, lo mejor será avisar a nuestros amigos para que abran las puertas y así podamos proveernos de los materiales necesarios para continuar. Es probable que nos oigan a través de ellas si levantamos la voz.

Y en la quietud y el silencio de aquella estancia los golpes tras la puerta negra sobresaltaron el corazón del bárbaro y de Kerrin para luego tranquilizarse al oir tras ellas la voz amiga de...