Partida Rol por web

Creo que debería acampar e intentar curar a mi compañera en la sala principal, pienso mientras despues de guardar casi todas las pertenencias de Mitius a excepción de los ojos y los atributos mágicos (libro y bolsa).Pero antes me asomo a la sala de las llaves sin entrar en ella or si por casualidad habían abierto la entrada.

Las únicas salas a las que puedes volver son la de las llaves y en la que acabasteis con los grimórlocks. Todo lo demás quedo atrás cuando atravesasteis las puertas blancas, y no hay forma de regresar, pues por el otro lado el muro era liso.

La sala de las llaves está casi igual que la dejaste para ir en auxilio de Meiar, salvo porque en un lateral, hacia la mitad de la sala, hay salpicaduras de sangre. Puedes seguir su rastro por el suelo ajedrezado hasta una baldosa en concreto, donde desaparece misteriosamente.

A través de un despertar lento y marcado por el dolor y el sufrimiento, Meiar consigue abrir los ojos. A su alrededor, la infausta sala de las llaves y una visión mucho más reconfortante: la espalda de Rognar.

Tras notar como la respiración de Meir en mi espalda se acelera, me temo lo peor. Rapidamente, la cojo con delicadeza y miro su rostro, y cual es mi sorpresa al ver que ha despertado.- Hola de nuevo Meiar -digo a la elfa con cierto cariño. Me paro y la sujeto entre mis brazos- ¿Crees que serás capaz de andar, aunque sea con mi ayuda? No me importa llevarte si tu quieres...

Ho... hola, jefe... dice lentamente mientras intenta orientarse, creo que puedo andar dice no muy convencida lo último que recuerdo es que había encontrado una baldosa con una trampa... estás bien?, la pisaste? y los demás? pregunta preocupada

Sssshhhh -digo poniendo un dedo en mi boca, indicandola silencio- No te preocupes ahora por los demás. Es una historia algo extraña. Espera, te ayudaré -digo mientras sujeto a Meiar mientras se incorpora, y la ayudo a dar unos cuantos pasos. Aunque anda con dificultad, es lo bastante testaruda como para ir andando, por lo que solo la ayudo como punto de apoyo, y dando gracias- He pensado que lo mejor será montar un campamento, o algo por el estilo, y descansar. Yo estoy algo agotado, y tú necesitas el descanso más que nadie. Vayamos a la sala de las llaves, allí es posible que podamos estar tranquilos...

ESTÁIS EN la Sala de las Llaves. Empezáis a echar de menos un cursillo de lectura comprensiva...

Rognar comienza a prepararlo todo para acampar en la sala un par de días. Suponéis que todo estará bien siempre y cuando no toquéis nada, sobre todo las llaves*. Dais por hecho que el cadáver del desafortunado Sivil se encuentra bajo la baldosa en la que se corta el reguero de sangre, pero nada más podéis hacer. Es posible que eso sea un entierro más digno que el que le podríais proporcionar.

Pasáis varias horas a solas, iluminados por un fuego improvisado, dando cuenta de unas raciones de viaje y midiendo con cuidado el agua de la que disponéis**. Os contáis todo lo referente a vuestra suerte más próxima (trampas, enfrentamientos con magos desquiciados, etc.) y algo de vuestras respectivas vidas previas a conoceros***.

De improviso, la puerta de la sala se abre y ante vosotros veis dos figuras humanoides ataviadas con ropas marciales. Sus facciones y el color de su piel no deja lugar a dudas: son grandes trasgos. Llevan sus cimitarras en alto.

Yo de vosotros me quedaría donde estáis y no intentaría ninguna jugada maestra. Nos irá mejor a todos, sobre todo a vosotros, si nos llevamos bien.

El otro grantrasgo entra en la sala y echa una ojeada rápida. Da con el rastro de sangre de Sivil. Luego os mira y adorna su cara con una sonrisa inquietante.

¿Es vuestro el mago muerto de ahí fuera?

Las criaturas se quedan en su posición, aparentemente esperando una respuesta por vuestra parte.

¿Y cual sería el problema si así fuese? -digo al trasgo, mientras me preparo para lo peor...

*risilla* En absoluto. ¿No sabéis que este sitio está abandonado, verdad? Y que todos los que vienen aquí acaban debajo de esas baldosas para que no se pudran en los pasillos y nos ahogue la peste...

Sí, todo lo que corre riesgo de oler, lo echamos ahí abajo, para que el vapor se haga cargo. Sería un detalle si por una vez sois vosotros mismos los que os deshacéis de vuestra basura.

Sí, estamos un poco hasta los genitales ya de esriñonarnos arrastrando los muertos que van dejando los demás. Lo único, que... tened cuidado al levantar la baldosa.

Señala la baldosa en la que el rastro de sangre de Sivil se interrumpe.

Desde que nadie se encarga del mantenimiento de este sitio, el vapor se acumula y os puede dar un disgusto... en toda la cara. *risilla*

Por supuesto amigo. Si es por eso, tranquilo, nosotros nos desaremos de él. Lo cierto es que, si me permetís, iré ahora mismo, si no os molesta mucho -digo mirando los trasgos, y cruzando una mirada de complicidad con Meiar. Mejor ceder a sus a lo que quieran, no estamos en condiciones de luchar. Espero que Meiar lo entienda

Aunque, si nos permitís... queremos descansar. Retiraremos el cuerpo más tarde. No dudéis que lo haremos...