Partida Rol por web

No puedo rendirme. Todavía no.

Kynortas hace acopio de todas su fuerzas para levantarse y, de una carrera, clava su lanza en el derro que parece controlar la cabeza de la bestia.

Kinortas clava su lanza en el derro de más arriba, justo cuando empezaba a insuflar aire en el fuelle para alimentar la boca de la bestia. Le hiere de gravedad, pero no le mata, y éste termina su acción y una enorme llamarada envuelve el cuerpo del joven centauro y todo lo que le rodea. Cuando el fuego se evapora, dejando un fuerte olor a azufre en el aire, el cuerpo de Nedras yace en el suelo ennegrecido, sujetando lo que fue su arco y su flauta, ahora carbonizados.

La bestia empieza a girarse para asestar un golpe al hoplita.

Mierda, el crío también no...

Kynortas no se permite más de se instante con sus remordimientos, y pega otra carrera a la espalda de la bestia mecánica para rematar al derros que había herido previamente lanzando un corte a su yugular.

El derro de arriba muere. Pero el que maneja las hachas lanza un ataque contra ti. Sin embargo eres extremadamente bueno esquivando las armas, y no te alcanzan.

Kynortas esquiva el golpe y salta otra vez a la espalda de la bestia, pero, al no encontrar una obertura para atacar, se mantiene en posición de ataque mientras camina lentamente rodeando a su enemigo.

El hoplita falla su ataque, y los derros continúan manejando la máquina, que gira y lanza otro ataque. Esta vez el hombrecillo a media altura demuestra su destreza a los mandos de este ingenio, cerrando ambas hachas sobre sí mismas, con el cuello del guerrero entre ellas. La cabeza de Kynortas es cercenada de cuajo y rueda por el suelo del taller.