Partida Rol por web

Descendieron de la nave dentro de la vasta caverna, que parecía tan grande como la bóveda celeste. Las paredes despedían un destello cristalino como si hubieran sido fundidas a una elevadísima temperatura. Las nubes se desplazaban bajo los grandes arcos y oscurecían los enormes murales que cubrían el techo. Se quedaron boquiabiertos de asombro al contemplar las escenas, parcialmente oscurecidas, de batallas entre seres que no podían ser otra cosa que dioses y demonios. En las paredes de la enorme cámara, gigantescas estatuas ocupaban hornacinas a su medida. Cada una tendría cinco veces la altura de un hombre, y representaba una figura armada y cubierta con armadura como el sargento Hakon o Ranek, el Sacerdote Lobo. Aquí había brujería a una escala que nublaba la mente. Vieron figuras vestidas con la misma armadura que el sargento Hakon y sus compañeros, que iban y venían por la caverna hacia otras naves celestiales, y con las armas listas para actuar. Vieron a hombres que parecían más bien máquinas saltando a bordo de naves con largas pértigas de metal que centelleaban y lanzaban llamas. Vieron figuras similares ajustando largos tubos al vientre de la nave celestial. Asimismo, pudieron ver figuras humanoides, aparentemente todas ellas de metal, que efectuaban el mantenimiento de los vehículos.

De la sombría distancia surgió el Sacerdote Lobo Ranek, que venía andando hacia ellos. Sintieron un repentino escalofrío de miedo. La aparición del brujo siempre había presagiado profundos cambios en su vida.
- ¡Bienvenidos a El Colmillo! ¡Bienvenidos a la morada de los Lobos! - gritó - . Espero que estéis listos para enfrentaros a la Puerta de Morkai.

Ranek los guió por largos y oscuros pasillos que se internaban en las entrañas de la montaña. Caminaba con el paso decidido y confiado de un viejo lobo. Sabia exactamente adonde iba y cómo llegar hasta allí. La Garra estaba contenta por todo ello, porque todo el conjunto era un peldaño más de una escalera que nunca habrían imaginado. Sintieron que al fin habían llegado al corazón secreto del mundo. Era como si se les hubiese levantado una cortina para revelarles el lugar donde los Tejedores Sombríos hilan el destino de los hombres. Los mecanismos del destino estaban quedando al desnudo. Ahora podía ver cómo vivían los dioses, y la visión era impresionante.
Ranek los condujo hasta dos aberturas como cuevas en la ladera de la montaña. Del interior salía un extraño ruido jadeante. Sobre ambas aberturas habían grabado el signo de un águila bicéfala. En sus garras sostenía un disco que mostraba el emblema de la cabeza del lobo de Russ. En una de las aberturas se veía una flecha fluorescente que indicaba hacia arriba. En la otra, una flecha igual que indicaba hacia abajo.
- Entrad - indicó Ranek, haciendo un gesto hacia la abertura izquierda con una mano revestida de metal.

El lugar por el que pasaron casi podría haberse elegido exclusivamente para inspirar terror, pensaron, y luego cayeron en la cuenta de que lo más probable era que ése fuera el caso. Era tenebroso y no había allí ninguno de los relucientes globos que colgaban del techo y que iluminaban el resto del laberinto. La única fuente de luz consistía en los llameantes pozos de fuego y en el brillo incandescente de las cubetas borboteantes de lava molida que los rodeaban. El aire era caliente y olía a azufre. Nubes de niebla hirviente recorrían los pasillos. Tuvieron que poner toda su atención en los pasadizos por los que caminaban. Perder el pie allí significaba la muerte segura. Ante ellos se erguía otra imponente arcada. En ésta estaban esculpidas cabezas de lobo y runas de un tipo eldritch que nadie de la Garra sabía leer. Ranek se detuvo y se dio la vuelta hacia ellos. Uno tras otro, los aspirantes se agruparon en el pasadizo. La disciplina subconsciente que les habían imbuido en Russvik los obligaba a formar en filas.

- He aquí la Puerta de Morkai - dijo Ranek al tiempo que señalaba la arcada -. Por ella se entra en la muerte o en la gloria. Una vez que se traspasa no hay retorno posible, salvo que se quiera pertenecer a los Lobos en cuerpo y alma. En este momento es el único camino que se abre ante vosotros. No podéis salir vivos de aquí sin pasar por esta puerta. Al que se niegue lo arrojaré a los pozos de fuego, y los demonios consumirán su alma. Sólo queda una cuestión por dilucidar: quién será el primero?

Infinidad de sensaciones recorrieron el cuerpo y el alma de Sigmund Chuelson. Pareciera como si ya hubiese muerto y su espíritu estaba siendo transportado a la última morada. Lo que sus ojos vieron conformaban la idea que había germinado en él durante los últimos días, los dioses se habían hecho carne. Eso o ya estaba muerto y caminaba junto a ellos en el Valhalla. Y cuando apareció el sacerdote Ranek una emoción indescriptible le embargó. Había llegado el momento....

Durante todo el camino no habló, se dedicó a observar todo lo que ocurría a su alrededor... Toda aquella frenética actividad de aquellos enormes guerreros le entusiasmaba. Era evidente que se preparaban para el combate... Y a Sigmund El Viejo le dio envidia... Se moría de ganas por enfundarse alguna de aquellas armaduras regias y unirse a la partida... Un deseo irrefrenable...

Y llegaron... Y Ranek le explicó que estaban ante la Puerta de Morkai, y que cruzar sus umbrales era el único camino que estaba ante sus pies... hacia ese camino se dirigía su destino... Y no tenía sentido demorarlo por más tiempo.

Sigmund Chuelson El Viejo se acercó a la Puerta de Morkai y sin mirar atrás ni por un nimio instante la cruzó.

Todo aquello, era más de lo que jamás la imaginación de Marnus hubiera podido concebir. Cada detalle, cada escena de legendarias batallas registrada en extraños gravados, cada ciclopea estatua... ¡¡Todo!! Todo absolutamente era superior a lo que cualquier canción o oda pudiera narrar. El joven cazador contempló con ojos sorprendidos todo lo que allí sucedía, como los hombres de acero iban de un lado a otro, deambulando por un espacio gigantesco reservado para seres superiores.

Durante unos segundos se notó tenso. Su corazón palpitaba. Aquel lugar no acababa de transmitirle la confianza de la que siempre hacía gala el joven cazador. Como dictado por un gesto reflejo, se llevó la mano a uno de sus costados y aferró con fuerza la empuñadura de su daga... ¡¡Bien!! pensó mientras intentaba apaciguar sus emociones.

El entrenamiento de la Garra había sido demasiado duro, y para el muchacho de pelo como la miel, tdoda la experiencia vivida en las últimas semanas habían supuesto un férreo cisma en sus creencias. Había perdido la fe, la humanidad, la templanza... Ahora era un animal. Un lobo encerrado en el cuerpo de un hombre, cuya única finalidad era la supervivencia...

Ranek los condujo a través de altas salas custodiadas por columnas más altas que 5 o seis hombres. En cierta forma, Marnus sabía por qué no podía relajarse en aquel lugar. La majestuosidad del Colmillo, rozaba la frontera de la intimidación...

Por fin, tras cruzar el último trecho de camino, un lugar oscuro salpicado por el rojizo color del magma de los pozos que se hallaban bajo sus pies, llegaron ante la Puerta de Morkai. El aire era demasiado cálido en aquel punto. Casi irrespirable. Chuelson, siempre pendiente de saldar las cuentas de su pasado aceptó el desafío de cruzar el primero. Poco después, el nerviosismo y la ansiedad no tenían más cabida en el alma del joven Marnus, así que una vez que Sigmund traspasó el umbral, dio un paso hacia adelante y sonriendo al resto de la garra decidió marchar.

Aquella prueba era la definitiva. Nada lo ataba a este mundo. Él había muerto hacía mucho tiempo...

"Por fin llegaba el ansiado momento que tanto había anhelado......... "

Aquello era algo superior. Cada paso que daba, le acercaba más y más a su destino: acabar convertido en un hijo de Russ o morir en el intento. Al bajar de la nave, se sorprendió de las ciclópeas instalaciones que tenían aquellos guerreros. Ahora Rusvik le parecía una letrina en comparación con estas estructuras. Siguió caminando junto a la garra, y cual fue su sorpresa cuando Ranek apareció ante sus ojos y les hablo.

Ulf estaba que no cabía en su piel. A cada momento que pasaba , el día iba a mejor. Durante el trayecto, Ulf contemplaba las estatuas y construcciones que iban encontrando. Se preguntaba quienes serían aquellos guerreros, y si algún día él gozaría de aquel privilegio.

Finalmente llegaron a una estancia en la cual Ranek volvió a hablar. Ulf escuchaba a Ranek hablar mientras contemplaba la arcada que se elevaba delante de ellos. Un pensamiento abordo su mente.

-Este es el fin, para bien o para mal. Si logramos superarlo, nos convertiremos en lo que siempre he luchado por convertirme, sino........... - la imagen de las estancias de fuego donde había estado le volvió a la mente - ....sino la alternativa tampoco está tan mal!!!!!!!!!!!!

Notó como una sonrisa le brotaba de sus labios. Al volver en si, Sigmund acababa de traspasar la arcada, y Marnus le iba detrás. Su ensimismamiento había sido mas largo de lo que se creía.

-Maldición, me dormido en los laureles!!!!!!!

Y dicho esto, Ulf corrió hacia la arcada, la cual acababa de traspasar Marnus, y desapareció en la oscuridad.

Como todos sus hermanos de garra Grimm ansiaba que llegase el momento que estaban viviendo y con sumo placer hubiese sido el primero en cruzar el umbral que debía premiar su coraje, su fe y disciplina, pero algo desde muy pequeño le llamaba a la prudencia, algo que siempre se repetía en su mente "Ni el primero ni el último, espera a que sea tu momento y éste llegará".

Cuando EL Viejo se lanzó el primero presa de su impaciencia y loada valentía, el joven pelirrojo sintió el impulso de cantar, de recitar poemas de épica sin parangón y de correr tras su hermano de garra, pero la congoja que maravillaba su alma y lo que fuese que despertaba aquel lugar en él lo tenía mudo, paralizado, fascinado. Y suficientemente perplejo estaba el muchacho ante la simple contemplación de sus dioses ociosos en su sagrado asentamiento que apenas pudo darse cuenta de que Marnus y Ulf ya habían corrido en busca de escribir su destino.

Me cago en la madre de todos los troles, esperarmeeee!

Y con ésta frase se despidió de su humanidad y se abalanzó como un depredador a cazar lo divino o a sufrir las mil muertes si fracasaba.

La garra estaba entrando uno a uno a las puertas de Morkai. Fuese quien fuese ese Morkai, Tenia que ser alguien poderoso si todos los aspirantes tenían que pasar por su puerta... y parecía algo místico y poderoso.

Los pelos de la nuca del joven estaban erizados. Sentía como si lo estuvieran observando. Como cuando los lobos cazan en manada y vigilan a su presa desde la distancia, controlando los movimientos de la presa... Eso eran ellos allí. Presas.

Todo el día de hoy había sido diseñado para empequeñecerlos y que se sintiesen seres sin valía. Desde el viaje en las máquinas voladores hasta la vuelta por el colmillo estaba estudiada al detalle.

Mientras sus hermanos entraban a la trampa que tenían delante, Björn suelta una carcajada. Es el momento de entrar o se perderá la sorpresa.

Vamos hermanos!No tenemos más opción que avanzar-les comenta a los que aún están parados en la puerta.

Pero mientras avanza hacia las columnas, nota como todos sus músculos se ponen en tensión. Ha pasado el momento de la reflexión, y la bestia interior, aquella que disfruta de la batalla comienza a asomar su cabeza...

Thorberg había celebrado con sus compañeros el triunfo en las montañas nevadas, pero sin demasiado énfasis, pues un pensamiento, una vez finalizado el combate, se había empezado a gestar en su simple cabeza de bárbaro. Por eso, mientras sus hermanos cantaban dentro de la máquina voladora, él cavilaba sobre lo que había significado para él su resurrección.

Tuve que sufrir mi propia muerte para avergonzarme de mí en esta nueva vida... ¡Maldia sea!

El joven guerrero se daba cuenta de lo cómodo que se había vuelto en esta segunda oportunidad que se le había presentado. Toda la fiereza que una vez tuvo, todo el fervor por la batalla, no la encontraba ahora, primando el instinto de supervivencia que otra cosa. ¿Saltar al río escapando de los lobos? ¿Evitar una confrontación con unos guerreros que no deberían estar en el continente? ¿Pero en qué puta mierda de guerrero se estaba convirtiendo, cuando se oponía a enfrentarse a unos jodidos bastardos que no dudaron ni un momento en intentar matarle?

El mundo es cruel, y no se nos ha dado otra oportunidad para pasar el resto de nuestras vidas entrenando y cazando venados. En esta vida, y en cualquier otra, matar significa la diferencia entre vivir y morir. Si tanto me gusta vivir, mataré sin dudar. Y si he de caer en el combate, alabado sea Russ, ¡que los dioses disfruten viendo cómo siego las vidas de mis adversarios hasta el momento de caer! ¡Por mis hermanos!

Al igual que sus hermanos, al llegar a la vasta caverna se maravilló de lo que vieron sus ojos. Y también como sus hermanos, escuchó las palabras de Ranek con atención: unas palabras que avisaban de los peligros que se encontrarían al atravesar la Puerta. Pero al fin y al cabo, era, ahora sí, un guerrero. Matar y morir. La vida de un guerrero se reducía a eso, y parecía haberlo olvidado. Pero ahora sentía cómo la antigua rabia volvía a él y le agarrotaba los músculos, pidiéndole acción, mientras veía a sus primeros compañeros moverse en dirección a la puerta. Sus piernas reaccionaron, dirigiéndose con avidez a la Puerta, mientras chillaba con el puño en alto.

- ¡Vamos, hermanos! ¡No querréis ser el último mariconazo en cruzar la puta puerta!

Lo primero que pudieron ver todos y cada uno de los miembros de la Garra fue que estaban solos. A pesar de que habían entrado practicamente uno detras de otro y a la vez, al girar la cabeza para ver donde se hallaban, no vieron a nadie más. Bueno, solos, no. Frente a ellos pudieron entrever entre las nieblas a tres ancianos, semejantes en aspecto y atavíos a ranek, pero mucho más ancianos. El poder que emanaban estos era palpable, y saturaba sus mentes. De repente sintieron un frio atroz, seguido de una oleada de calor abrasador y por ultimo una sensación de vertigo y caida que casi acabó con sus conciencias. El tiempo y el espacio pareció que se combaban, se plegaban en si mismos, sus carnes se fundieron y burbujearon como cera derretida, y de golpe, se hallaron en otro lugar.

Estaban en una llanura helada, y en la lejania podian ver a hombres y maquinas. Algunos estaban enfundados en armaduras como las de Hakon o Ranek. Otros vestían armaduras rojo sangre, profusamente adornadas de calaveras y otros motivos a todas luces demoníacos. Luchaban unos con otros. Al instante se dieron cuenta de que ellos mismos vestían armaduras grises como las de Ranek. Estaban cubiertas de melladuras y cortes, y la sangre y otros fluidos decoraban sus estampas. Portaban dos espadas aserradas, una en cada mano. Una de ellas había dejado de girar sus agudos dientes, pero la otra seguia rugiendo. Luego, por fin, pudieron ver al resto de sus hermanos de Garra. Vestían como ellos mismos, y sujetaban las mismas armas. Pero estaban muertos. A los pies de sus cadaveres había varios guerreros de roja armadura destrozados, pero otros muchos vivían, y se quedaron mirando al ultimo miembro de la Garra superviviente. Entre estos había uno que portaba una armadura similar, pero más ornamentada, y con el casco quitado. Su rostro antinatural era una cruel parodia de un ser humano, y su expresion traslucia una sed de sangre inconmensurable. Aquel rostro infame y aquellas iconografias le revolvían el estomago por alguna extraña razon.

- Eres un guerrero poderoso, Lobo. Eres digno de unirte a nosotros. Tu destino es entregar tu alma a Khorne, realizar el rito de sangre y vivir eternamente. La batalla interminable te aguarda, guerrero. Acaso no es eso lo que ansias?

Al cruzar la puerta, el bárbaro se encontró en otro lugar, y la sensación de cambiar su percepción de realidad le provocó mareo y entumecimiento. Durante un momento que pareció una eternidad, y hasta que su cerebro no se acostumbró a la nueva situación, permaneció completamente desorientado, intentando no perder el equilibrio y oteando a su alrededor intentando buscar un punto de apoyo para su mente.

Vió cómo multitud de guerreros vestidos con aquellas extrañas armaduras mataban y morían, cómo máquinas voladoras escupían fuego hacia el suelo, mientras otras en el suelo lanzaban finos hilos de luz que desmembraban a sus víctimas mientras un sonido atronador surgía de una larga y recta asta en su frontal, para momentos después producirse una tremenda explosión a lo lejos, donde los cuernos de aquellos engendros de metal estaban apuntando.

Entonces se dió cuenta. Sus hermanos de garra yacían en el suelo, muertos. Algunos desmembrados. Todos tenían aquellas armaduras que ya habían visto en el campamento, incluso él mismo. Una furia asesina comenzó a aparecer en su interior por la pérdida de sus compañeros, desplazando a la desorientación inicial, y apretó fuerte los puños. Fue entonces cuando se dió cuenta de que agarraba sendas espadas en las manos, que en vez de filo tenían dientes. Y una de ellas rugía y giraba. Su mente imaginó por un momento lo que podía hacer tal arma con la carne de un enemigo.

Una voz le habló, y al mirar hacia ella vió a un engendro, pues no le pareció humano, enfundado en una horrenda armadura, seguido de otros, con armaduras más simples pero igualmente abyectas. Escuchó las palabras, pero su significado le parecía lejano. Solamente podía pensar en una cosa: habían aparecido en mitad de una lucha entre dos facciones, y viendo las armaduras, sabía de qué lado estaba. Y lo que tenía muy claro era quién había acabado con sus hermanos, así que las palabras que escuchaba no sirvieron de nada contra el odio y náuseas que le provocaban aquellas criaturas, y mucho menos contra las ansias de venganza por la pérdida de sus hermanos.

- ¡A la mierda Khorne y su puta madre! ¡Vais a pagar caro lo que habéis hecho!

Apretó fuertemente las empuñaduras de sus espadas y, alzando la que aún rugía y giraba y utilizando la otra como defensa, comenzó a cargar contra el líder de aquellas alimañas infernales.

Grimm bajó los brazos haciendo que la punta de las espadas serradas tocaran el frío suelo, agachó la cabeza en gesto de meditación, después de todo las palabras del dios demonio no estaban faltas de verdad y aunque por todos era sabido que los demonios eran seres seductores y embaucadores al muchacho que siempre fue precavido le gustaba de meditar las cosas aunque fuesen obvias.

Una vida inmortal llena de batallas y sangre... si, la quiero...

Su voz aunque débil era de una seguridad inquebrantable, pero su respuesta no había acabado ahí. Primero erguió su postura levantando con marcialidad su rostro.

... la quiero si en ella puedo pasar la eternidad derramando la sangre de los tuyos... 

En ese momento alzó una de las espadas y la descargó contra el corrupto ser.

... la quiero si en ella puedo servir a Russ por siempre...

Con su otra mano, esta vez con la espada rota (aunque eso le daba francamente lo mismo) volvió a golpear a su adversario.

... la quiero si en ella hay sitio para vengar a los hermanos caidos...

Y así con cada frase los golpes fueron cayendo, algunos fueron detenidos por el diestro enemigo, otros le infringieron terribles heridas, pero mientras Grimm hablaba (y éste solía tener discurso para rato) los golpes se sucedieron.

Cuando cruzó las puertas se encontró ante un consejo de ancianos, seguramente elegidos de los verdaderos dioses para guiarlos en la nueva senda que se abría en su destino. Su simple visión henchía de orgullo al puño de trueno. Desde que campaba cual eremita por las tierras de Fenris había sentido un anhelo por conocer a los dioses. Toda su vida la había destinado a vindicar el apellido Chuelson y cuando cayó en la batalla contra los Craneotorvos su deseo se cumplió.... ¿Qué habría más allá? ¿Cuál sería su cometido ahora que le habían devuelto a la vida?

La respuesta era clara como una gélida mañana de verano. Su misión era servir a los dioses. Servirles con su vida....y con su muerte. Los propósitos personales no existían, más allá de la cobertura de las necesidades biólogicas de las que no podía huir. Abandonó todo sentimiento de autocomplacencia y lo sustituyó por el deseo irrefrenable de cumplir la voluntad de los dioses... Fuera cual fuera. Su cuerpo y su mente ya no le pertenecían. Se convertiría en un instrumento del albedrío divino.

De pronto sintió que su mente se desvaneció, el entorno se emborronó ante sus ojos y cuando pudo fijar la vista se descubrió en medio de una escena grotesca y salvaje. Sus compañeros de Garra yacían muertos rodeados por enemigos... Todos equipados con armaduras iguales que la que ya había visto antes de cruzar la Puerta de Morkai, mientras que los rivales portaban las armaduras carmesíes y con extrañas formas. Parecían una burla ruin y abyecta de la gloriosa armadura que él portaba.

Se miró las manos. Llevaba dos grandes sierras sujetadas una en cada mano. Con ellas debía haber acabado con los enemigos que ahora restaban a sus pies. Cuando levantó la mirada una horrenda figura se dirigió a él con palabras tentadoras. Pero Sigmund no se dejó engatusar.

No te entremetas con los malignos, ni tengas envidia de los impíos, porque para el malo no habrá buen fin y la lámpara de los impíos será apagada....

Jamás!!!! Has abandonado la luz de los dioses y en la umbra perecerás!!!

Y se abalanzó con presteza sobre aquel maldito, dispuesto a vengar la vida de sus compañeros de garra y librar al mundo de la presencia de un ser de tamaña maldad....

Haakon habia atravesado la puerta de Morkai junto al resto de sus hermanos, ahora victoriosos héroes de Russvik. Lo que fuera que les deparase en aquel extraño lugar de metal era sin duda, un designio divino para Haakon. ¿En qué futuros campos de batalla derramaría su propia sangre y la de otros? ¿Podrían él y todos sus hermanos superar la prueba final?

Haakon escucho con la tez fría del guerrero malherido que habló.

- ¡Yo lo ansío! - pronunció en un rugido. Y Haakon aguardó que las garras de su destino se posaran sobre él.

La sorpresa del joven guerrero es mayúsculo. Dónde está? Qué está pasando?

La imagen de su garra en el suelo con las entrañas saliéndoles de las armaduras le revuelve el estómago. Eran lo más parecido a una familia que le quedaba. Mira al extraño guerrero que tiene delante. Las palabras que le dicen parecen sintonizar con la idea general de tienen los puños del Valhalla...Pero...

"Tus hermanos muertos en el suelo..."

"Tu emperador sin trono..."

Las ideas le taladran la mente. Esto no está bien. Lo sabe desde lo más hondo de su corazón. Y también sabe que aqui no está Russ...

Es entonces cuando el sol sale entre las nuves de este mundo devastado. Alumbra con un pequeño rayo la iconografía de los lobos y esta refulge en todo su esplendor...Es una señal.El propio Russ le indica el camino.

Una sonrisa le viene a los labios ( desde cuando tiene los caninos tan grande?) y un aullido de euforia le sale desde la garganta. El asalto a acabado, sabe que ellos son muchos y el solo uno. Uno que puede marcar la diferencia..

Metete tu asqueroso ritual de la sangre por donde te quepa, asqueroso engendro!!!

Y salta hacia delante , lanzando a la cara del extraño guerreo la espada rota y levantando la otra , se lanza para realizar un tajo en diagonal desde arriba... 

"Por un momento, el rostro del viejo Fredegast se le apareció delante....."

Ulf contemplaba atónito la escena que se le apareció delante. No comprendía aquella situación que se le planteaba, y la duda sobre si aquella escena era cierta o no, le atormentaba.

-Tú, bastardo. Me has oido? Te lo vuelvo a repetir? tu destino es servir al dios de la sangre. Lo veo en tus ojos. Ojos de asesino.

El joven guerrero miró a los ojos del Devorador de mundos. Unos ojos vacíos. Sin vida. Solo con ansia de matar, mutilar y quemar. Volvió la vista de nuevo a sus compañeros muertos.

-Vosotros habéis hecho esto?.-Preguntó Ulf.

-Vamos guerrero. Ansías la glor........

-TE HE PREGUNTADO SI VOSOTROS HABÉIS HECHO ESTO!!!!!!!!!!!- Espetó tajantemente Ulf.

-Por supuesto. Todo guerrero que quiera unirse a nuestras filas, debe pasar una prueba, y por descontado que tus amigos no la han superado.

Ulf intentaba controlar su ira, pues sabía a ciencia cierta que eso solo podía acarrearle una muerte estúpida debido a la ceguera. La visión de Fredegast se le apareció por un instante.

-Sabéis, el combate es algo digno de un guerrero, pero el asesinato, es algo aborrecible. Un anciano me enseño una vez que morir luchando por una buena causa, era la mejor de las muertes, pero matar por el simple hecho de divertirse, es algo atroz!!!!!! Y debo deciros una última cosa. Gracias. Gracias por darme la posibilidad de morir por una buena causa. Vengar a mis hermanos. Jamás seguiré a alguien como vosotros. Ahora que Morkai haga la criba, porque por Russ que yo no la haré!!!!!!!!!!!!!!!!!

A Gunnar todo le pasó como una exhalación, ..., el viaje en el pájaro de acero, ..., la contemplación del imponente macizo de roca que era el colmillo, ..., el aterrizaje dentro de este y de las construcciones que había dentro de él que no podía describir, ..., la visita y guía de Ranek, ..., el recorrido por los pasillos internos de la fortaleza, ..., el pozo de fuego, ... y por último la puerta, ...., el que era su desafío.

Fue el último en entrar, después de que Haakon siguiese a Thorberg. No había miedo en Gunnar, pero sí un amplio respeto. Se encaminó a la puerta como último integrante de la garra, pero se detuvo un instante girándose a Ranek:

- Tú tuviste que hacer lo mismo, verdad? - Le dijo mostrándole una franca sonrisa, pero inmediatamente se encaminó de nuevo a la puerta sin esperar la contestación.

Luego vino, esa especie de estancia con niebla dónde no podía ver a sus hermanos, y sí la presencia de tres ancianos como Ranek, ..., iba a comentarles algo, pero sin tiempo para decir nada, el frío y el calor se combinaron en él, derritiendo su carne y haciéndolo caer a no se sabe dónde ....

Volvió a la razón, y se vio en una llanura, con una guerra jamás contemplada, ...., una guerra de dioses, ...., pero él estaba allí, y era uno de esos dioses, ..., no se lo terminaba de creer, ..., sin embargo, su percepción de la realidad le percató que sus dioses-hermanos habían caído, y era el único que seguía en pie, ...., y los artífices de esa matanza estaban a su alrededor en clara ventaja numérica, ..., entonces se acercó uno de esos engendros, lo más parecido a un dios-demonio que jamás hubiese visto Gunnar, ..., y le propuso unirse a ellos, ..., parecía la única posible escapatoria a la muerte segura que le esparaba, ..., nada podía hacer, si se abalanzaba contra el inmundo ser, sería descuartizado antes de haber dado un paso ......

Gunnar se irguió orgulloso y bajó las armas, en claro gesto de redención, y avanzó hacia el ser que le ofrecía continuar con vida. Se paró en frente a él, y le tendió una de las armas, la que parecía estar estropeada, ofreciéndosela por el pomo, ...., esperó un gesto de tomarla, y en cuanto este se produjese pretendía lanzar un tajo para cercenar el brazo del inmundo ser y después clavarle el arma que todavía rugía en el corazón, aunque luego lo descuartizasen la ingente inmundicia de engendros que lo rodeaban, ..., pero jamás de los jamases iba a vender su alma al asesino de sus hermanos, al asesino de su pueblo, a un demonio que era la antítesis de Russ.

Marnus contempló el vasto campo de batalla. A su alrededor sólo había sangre y cuerpos despojados de vida. El ambiente rezumaba un agudo fetor a muerte, mientras sus ojos sólo podían detenerse en sus coompañeros caídos. Allí, en un punto perdido entre la realidad y la ficción, el joven cazador se debatía fieramente por no mostrar ni el más mínimo ápice de temor.

Miró su cuerpo. Placas de acero lo cubrían de arriba a abajo, mientras que sus puños empuñaban dos armas que jamás había visto. No recordaba nada de lo acontecido. Lo único que sabía era que se encontraba rodeado por hombres de hierro de color rojizo, los enemigos que habían fulminado a sus hermanos de garra, y toda su legión... ¿Qué hacer?

Suspiró profundamente. Durante los últimos tiempos su único motor para seguir adelante fue la supervivencia, y durante unos segundos se sintió tentado de aceptar la oferta de el abominable ser que se hallaba frente a él, puesto que era la opción más razonable para seguir con vida, pero nuevamente miró a los cuerpos vencidos de sus hermanos.

Su esfuerzo y tesón no podía ser mancillado de una forma tan vil como aquella. Marnus no era un cobarde, y hacía tiempo que había perdido el temor a morir. Miró a la criatura grotesca que le hablaba y a todos los que estaban escoltándolo... El muchacho alzó las serradas armas y escupió al suelo una flema sanguinolenta. No podía recordar nada, pero su cuerpo estaba magullado, cansado y sudoroso como si llevara una eternidad guerreando:

- Mi nombre es Marnus Lobo de Hierro. Provengo de una tierra fatal y cruel. De donde yo vengo, sólo los fuertes y valientes prevalecen, así que... Ahora podré comprobar hasta dónde llega mi fuerza.- Y tras decir esto, el guerrero de pelo como la miel se lanzó con una mueca de furia al encuentro de la muerte, mientras el sol incidía en sus afilados y brillantes colmillos.

El grotesco guerrero de roja armadura hizo una mueca que podria parecer una sonrisa. Taimada y cruel, como si una serpiente fuese capaz de sonreir. Aquello se confirmó cuando de sus labios inexistentes brotó un sonido sibilante, como una brisa malsana que se colase por las rendijas de una ventana desvencijada. Debia de ser una risa.

- No esperaba menos de ti Haakon - siseó el abyecto guerrero. - Tus compañeros fueron debiles, pero no tu. Veo en ti el ansia de la sangre, y Khorne tambien. Completa el ritual y empapate de la gloria eterna de la masacre sin fin!! Sangre para el Dios de la Sangre!! Craneos para el Trono de Craneos!!  - bramó al fin con histerica alegria.

Con un gesto de la enguantada mano, señaló los despojos que eran ahora sus hermanos de Garra. - Rebana sus cabezas de mequetrefe y deshoyalas!! Sus craneos adornaran el Sangriento Trono de Khorne!! Vamos, guerrero!! A que esperas!!?? - tronó el demoniaco luchador.

No hubo casi ninguna duda sobre el proceder en aquella masacre. Por muy guerreros que fuesen, la promesa de la guerra eterna sonaba vacía al contemplar a sus Hermanos destrozados por aquellas parodias de guerrero. Despojados del hogar, de la familia, de un rumbo claro y conciso y de un lugar en el mundo, la Garra llegó a la conclusion de que lo unico que les restaba era lo que les unía a aquellos que ahora yacían inermes. Y ahora se lo habían arrebatado. Al infierno con Khorne, fuese quien fuese!! Con decisión, se lanzaron contra el lider abyecto, y de paso contra sus secuaces, que ya se unían al baile. Los golpes cayeron de todas partes, y la sangre se mezcló, la de unos y la de ellos. Rebanaron y fueron rebanados, desgarraron y fueron desgarrados, y poco a poco, la vida de unos y otros se escapaba entre los desgarros producidos en aquellas armaduras fantasticas. El final estaba claro, y ya no dudaban de que al fin se reunirian con sus Hermanos en los Atrios de Valhalla, merecedores de la gloria del guerrero, pues en verdad era lo que eran. Guerreros de Fenris...

El dolor de las heridas se tornó en sopor, y un profundo abismo de insondable negrura se abrió a sus pies. Sus cuerpos volvieron a estallar hasta la más minima molecula, y la misma esencia espaciotemporal se combó y retorció, disgregando sus atomos y volviendolos a reunir con violencia infinita...

Alrededor todo eran paredes de carne de color amoratado, cruzadas por grandes arterias dentro de las que burbujeaban extraños fluidos. Arcos amarillentos de hueso y cartílago, con el color de los dientes viejos y podridos, soportaban el techo. Todo estaba cubierto por una odiosa mucosidad rojiza y pegajosa. Sus botas producían un espantoso ruido de succión cada vez que daba un paso por aquel suelo semejante a una lengua. El aire tenía la temperatura de la sangre y se notaba asfixiante y pegajoso. Sintieron una especie de vida ajena alrededor, como si hubieran sido tragados por algún animal enorme y monstruoso. Otra vez vestían la armadura gris y también volvían a empuñar las extrañas y potentes armas. Sus oídos, a la vez remotos e inmediatos, les permitían percibir el parloteo de voces que conocían: sus hermanos de Garra. Alguna magia les permitía escuchar sus palabras, que sonaban extrañamente planas y neutras. Podían oírlos hablar y sus voces estaban teñidas por el asombro y el temor. Vieron el miedo y el horror que asomaban a la cara de todos ellos. En cada mano empuñaban un arma como la que Ranek había usado para destruir al dragón marino hacía ya tanto tiempo en la otra vida. Se oyó un rugido terrible, y un escalofrío recorrió la espina dorsal de la Garra. Fuera lo que fuese lo que producía semejante sonido, no cabía duda de que era algo de gran tamaño. Y había más de un ejemplar, pues el sonido provenía de dos puntos diferentes. Además era respondido por otra extraña llamada que procedía del pasillo que tenían encima. Era un ruido semejante al chillido de un millar de ratas, o tal vez al chasquido de cientos de garras córneas. Y de repente, aparecieron. Eran cientos de criaturas, monstruos más grandes que una persona, con cuatro brazos que terminaban en enormes garras. Sus caras eran de pesadilla, con ojos diminutos y mandíbulas monstruosas; además eran rápidos, mucho más rápidos que una persona y estaban recorriendo la distancia que los separaba del grupo a una velocidad que el ojo casi no podía seguir. El rugido de las armas mágicas llenó el aire. La misma magia que había matado al dragón empezó a hacer efecto sobre los atacantes. Los estallidos reventaban aquellas grotescas cabezas. Morían muchos, pero no con la suficiente rapidez. En pocos segundos, la marea de zarpas y mandibulas de pesadilla los engullió como la noche cubre la tierra al ponerse el sol. Las armas magica ya no valían, y empezaron a rugir las espadas aserradas. La lucha se tornó deseperada, brutal, y de una futilidad abrumadoramente evidente.

- Salgamos de aquiii!!! - gritó uno de ellos, pero que nadie supo identificar. - Vamos a morir todos!! Que sentido tiene seguir!! - la voz que gritaba rezumaba angustia y deseperanza. Y quizas fuese cierto... que otra opcion había? Luchar hasta caer, o huir y con seguridad morir despezados como venados por una manda de lobos rabiosos...porque no simplemente dejarse caer y dejar que aquellos seres del inframundo los devorasen y ahorrase una sufrimiento superfluo...?

La lucha en la que se vio envuelto contra aquel impío ser y sus secuaces fue cruenta. Las armas atravesaban carne, músculo y hueso como si fuera mantequilla. En la cara, Sigmund lucía la más sádica de las sonrisas. Sigmund volvía a dar la vida por sus compañeros, y si fuera necesario la volvería a dar.

Los golpes que el puño de trueno asestaba eran contestados por duplicado por aquellos malditos guerreros, y su cuerpo también fue herido... Más bien masacrado, y su vida escapaba a raudales por la infinidad de heridas...

Por fin!!!! Valhalla!!!!!

Fue el postrero grito que profirió la garganta del Viejo antes de caer en la más insondable negrura...

Cuando despertó se encontró enfundado de nuevo en aquella magnífica armadura y portando las mismas armas que en el sueño anterior... ¿Fue un sueño? ¿O había vuelto a morir? Esta vez le pareció escuchar las voces de sus compañeros de garra, por lo que intuyó que lo sucedido anteriormente bien podría ser una visión o alucinación provocada por aquellos ancianos...

¿Y quién le decía que aquello era la realidad? No tenía manera de saberlo.... Mientras trataba de dilucidar si estaba en un sueño o no, se vio de nuevo enfrentado a un peligro inminente que amenazaba con acabar con su vida... Una miríada de criaturas asquerosas les acosaba por todos lados... De nuevo se presentaba una disyuntiva que para Sigmund solamente tenía una solución.... Matar o morir.

Hermanos!!!! Mil veces moriría por vosotros y junto a vosotros!!! La huída no es una opción!!! Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!!!!!

Y de nuevo se abalanzó hacia el enemigo sin ningún tipo de reparo, seguro de que antes de morir acabaría con todas las horribles criaturas que pudiera....

Gunnar se vio de nuevo en una situación de vida o muerte, sin tiempo en qué pensar, aunque un claro remanente en su subconsciente de "qué está pasando?", les atacaron por un sólo flanco, ..., sin embargo, aunque la descarga de disparos de esas armas sagradas multiplicaban por mil las sensaciones que vivió en el barco, hace ya tanto tiempo, no pudo contener la miriada de enemigos que se acercaban.

En un abrir y cerrar de ojos cambiaron las armas, a las ya familiares espadas serradas y empezaron a combatir a las infames huestes de seres abominables. Pero entonces se escuchó la voz, ..., Huyamos! Qué sentido tiene seguir!, ..., a Gunnar le dominó la furia en aquel instante:

- ¡¡¡¡TIENE TODO EL SENTIDO!!!! - Gritó a pleno pulmón - ¡¡SINO ACABAMOS CON ESTAS HUESTES TERMINARÁN ATACANDO A NUESTROS HERMANOS Y CONGÉNERES!!

No sabía muy bien por qué lo había dicho, pero las palabras tuvieron un efecto encorajeador para Gunnar, y como inspiración de estas, repartió sendos mandobles que partieron la cabeza de esos bichos inmundos a pares, ...., pero sólo había sido un vestigio de gloria, ya que la situación sustituyó a los enemigos por el doble del número existente, ...., el destino pintaba muy mal, pero la decisión estaba tomada, y llegaría con ella hasta el final ....