Partida Rol por web

Hijos de Fenris

Prologo: El Mar de los Dragones (cerrada)

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25/02/2013, 18:10
Björn Jormungandr

Cuantas maravillas habría en esa ciudad!! Cuantas leyendas serían ciertas y cuantas no!!

Los deseos de comprobar con sus propios ojos las fantásticas estructuras que colmaban el espacio que abarcaba su vista, eran casi imposibles de reprimir... Sin embargo, sabía que sería castigado si no acababa de descargar con sus amigos el barco.

Así que escuchó y cantó las canciones de Grimm. Pero era ansia viva lo que le daba fuerza a su cuerpo para acabar antes... Ranek se había ido. Pero el mundo de posibilidades que les había descubierto era inmenso... Seres que podían matar a dragones en un suspiro. Ciudades que albergaban a varia tribus.

¿que mas? ¿Que nos puede enseñar esta ciudad?...¿Misterios y culturas que Russ nos ha puesto a la vista?

Se preguntaba en voz alta  a si mismo y a sus compañeros....

Sus ojos brillaban  ante la perspectiva de un día de descubrimientos.

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26/02/2013, 22:25
Ulf Melenablanca

 Ulf oía como Ranek les explicaba la historia del Emperador y Russ, y se mantuvo expectante ante las palabras del guerrero. Pero poco a poco, notaba como un nodo en el estómago, se le iba formando, debido a las palabras de Ranek:

- Y ahora si, condenados e impacientes chiquillos, es mi hora de marchar. Os he dado más de lo que debería. Seguid viviendo con valor y seréis recompensados con todas las respuestas que aturullan esas cabezas vuestras. Adiós, Puños de Trueno!! Que Russ os guíe!!

No podía creer, que aquel valeroso guerrero, los abandonase. Aún no les había mostrad ni siquiera una mínima porción de su poder:

-Por Russ!!!! tiene tanto que mostrar, y deseo tanto conocer................

Lentamente, vio como el guerrero se alejaba de ellos, y notó que una tristeza la invadía poco a poco, a medida que el guerrero se alejaba. En ese momento, oyó como el patrón del barco les instaba a descargar la mercancía para comerciar, y  Ulf se dirigió al barco a ponerse manos a la obra. Taciturno, Ulf se debatía entre una profunda tristeza y un sentimiento de abandono, pero de repente, Marnus gritó:

- ¡¡Grimm!!...¿Por qué no cantas algo?... Empiezo a sentir mi garganta seca, y eso me pone de mal humor...

El aprendiz de skald, empezó a cantar una canción que el conocía muy bien, y sin apenas darse cuenta, se unió al canto del resto de sus camaradas, primero en voz baja, y poco a poco fue alzando la voz casi sin darse cuenta, hasta que, sin ser consciente, estaba cantando a viva voz.

Las penas y congojas, ya empezaban a desaparecer de su corazón, ya que la música y las canciones de su pueblo, siempre le sentaban como la nieve de primavera. Era una sensación agradable. Se sentía como si volviera a estar en el hogar.......

-El hogar...............

Y cantando a viva voz, continuó descargando la mercancía de la Lanza de Russ.

 

Notas de juego

Por fin. Me tenia el Chui acojonado. Me ha llamado a casa.....XDDDDDDDDDDDDDDDD

 

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03/03/2013, 14:35
Director

La mañana moría al igual que lo hacían las labores de carga y descarga en el Lanza de Russ. En la popa del barco dragón se amontonaba una carga de hachas y puntas de lanza de hierro, envuelto todo ello en pieles de dragón para protegerlo de los efectos corrosivos del mar. Se trataba de un inapreciable tesoro para el clan de los Puños de Trueno, y los jovenes guerreros estaban orgullosos de haber tomado parte en el viaje que había permitido ganarlo. El patrón del drakkar, satisfecho con el negocio, y en general con toda la travesía se permitió, y permitió a la tripulación un poco de relax antes de volver a zarpar rumbo a casa. Quedaban aún pequeñas reparaciones de ultima hora y algun preparativo menor. A los aspirantes a hombres se les instó a recorrer un poco aquel fabuloso lugar, en busca de alguna taberna o a la caza de noticias o historias. Así, a no mucho tardar, los siete muchachos comenzaron a avanzar por las adoquinadas calles. Desembocaron en una enorme plaza situada en la cumbre de la colina. Estaba rodeada de enormes edificios, tan anchos que se veían achaparrados a pesar de que tendrían diez veces la altura de un hombre. Las paredes estaban labradas al modo antiguo y los macizos bloques que las formaban estaban unidos por juntas dentadas. Tubos de metal atravesaban las paredes hacia dentro y hacia fuera, como enjambres de gigantescos gusanos que surgían de la tierra y volvían a introducirse en ella. El hollín ennegrecía las paredes, y de los tubos habían salido aguas sucias en el pasado, por eso las partes bajas de los muros presentaban grandes manchas rojas de óxido. Del interior salía el sonido de monstruosas máquinas en pleno funcionamiento, un concierto de estallidos y chirridos como si los gigantes golpeasen furiosamente sobre enormes yunques. El olor del humo y del metal caliente inundó las fosas nasales de los jovenes. Se preguntó si serían los únicos entre toda aquella muchedumbre que se daba cuenta del ruido y el hedor. Cruzaron la plaza en dirección a la mayor de todas las estructuras. El Templo del Hierro. Era una fortaleza achaparrada y enorme que empequeñecía a los edificios circundantes. En sus paredes se abrían chispeantes aspilleras como ojos de una bestia hambrienta. En la parte superior del edificio había una gran flor de metal, tan grande como un barco dragón. Los siete compañeros no podían ni imaginarse para qué serviría. Grandes puertas ribeteadas con metal cerraban el camino de acceso a la rampa. Pudieron comprobar por la suavidad de las piedras y por las melladuras que muchos pies se habían arrastrado por este camino durante cientos de años. Extrañas runas, las más extrañas que habían visto nunca, estaban inscritas sobre sus arcadas. Dos centinelas armados con lanzas rematadas de hierro custodiaban la entrada, y ellos mismos parecían de metal. La armadura de hierro los cubría como si fuera su segunda piel y su cabeza estaba protegida por un casco también de metal. De su brazo izquierdo colgaban sendos escudos de acero grabados con las mismas runas que se veían sobre la puerta. Pasado un tiempo, oyeron un chirriante y quejumbroso ruido. La gran flor de la cima del edificio empezó a moverse y, finalmente, quedó orientada hacia la distante Asaheim. Se quedaron maravillados mientras los pétalos se abrían y dejaban ver en el centro unas luces que parpadeaban de una manera sobrecogedora. No estaban seguros de lo que significaba esa magia, pero sí estaban seguros de que tenía algo que ver con cosas de brujos. Brujos como Ranek. Y aquello los asustó más de lo que lo habían hecho la tormenta en alta mar o el mismo dragon marino. Salieron de allí a toda prisa, y al llegar a los enormes muelles pudieron ver que el drakkar se disponía a zarpar. Su tiempo en Asaheim tocaba a su fin.

El compás del oceano trajo seguridad a los inquietos corazones de los jovenes. Parecía que todo aquello que habían visto en los ultimos dias escapase a su control o comprension. Pero el mar, aunque feroz e implacable era algo que conocían, y que podían llegar a entender. De repente se produjo un estruendo como el de un trueno. Miraron hacia arriba con miedo. No había nubes negras en el cielo ni señal alguna de tormenta. No había el menor motivo para ese ruido. Sus inquisitivos ojos escrutaron el horizonte buscando la fuente. Alrededor pararon las risas y se elevaron fervorosas plegarias a Russ pidiendo protección. Descubrieron el origen del estruendo en la lejanía, en dirección a Asaheim. Era apenas un punto negro en la distancia y dejaba tras de sí una cola blanca como la de un meteorito en el cielo nocturno, sólo que ahora era pleno día y la estela era una línea blanca trazada en el azul pálido del cielo. Incluso mientras miraban, el punto se dio vuelta y ahora se dirigía hacia ellos haciéndose cada vez más grande con asombrosa velocidad. Las plegarias y los rezos subieron de tono, y los hombres echaron mano de sus armas. Nadie apartaba sus ojos del punto, preguntándose qué sería. En ese momento pudieron ver que tenía dos alas, como las de un pájaro, sólo que no se movían. ¿Qué tipo de monstruo era? ¿Un dragón o quizás algún demonio conjurado por un encantamiento? No, no parecía que fuese un ser vivo. A medida que se aproximaba, pudieron ver que se parecía mucho a un barco de hierro. Sintieron que su cabeza daba vueltas, porque si parecía imposible que aquella cosa pudiera flotar, era totalmente imposible que pudiera volar. Y, sin embargo, resultaba completamente obvio que lo hacían. No había forma de desmentir lo que veían sus propios ojos. Aminoró la marcha a medida que se acercaba, reduciendo la impresionante velocidad que lo impulsaba por el cielo a más velocidad que cualquier pájaro. También había parado el ruido atronador, que había sido reemplazado por un rugido semejante a la llamada de un millar de almas perdidas sometidas a tormento.
La cosa volaba bajo y pudieron ver que la turbulencia que producía a su paso levantaba olas de espuma. Ahora parecía venir directamente hacia ellos y se preguntaron si habrían hecho algo para enfurecer a los dioses. Tal vez esta terrible aparición había sido enviada para destruirlos. Pasó casi rozando sus cabezas; mirándolo por abajo, pudieron ver que era una especie de vehículo de metal, una cruz alada con forma de águila pintada en los laterales y en las alas. Luego, volvió a virar, y escupiendo fuego como un dragon por la parte trasera se alejó de ellos. Tras aquel episodio de magia, el drakkar quedó solitario en la inmensidad del mar, y puso rumbo al hogar.