Partida Rol por web

Intro

Estación espacial sobre Ord Mantell 3.650 ABY

Vuestros pasos resuenan por el enorme hangar de la estación espacial mientras os dirigiis hacia la lanzadera. Os observais unos a otros mientras andais. Sois realmente un equipo extraño, cuatro desconocidos a quienes la fortuna ha llevado a una situación desesperada y a aceptar una oferta envenenada: participar en una cacería mandaloriana.

No solo debereis enfrentaros al peligro de llevar a cabo una peligrosa misión de captura, además lo hareis en una zona de guerra y compitiendo contra otras bandas de aspirantes.

Junto a la lanzadera os espera un droide de protocolo.

¡Saludos participantes! os recibe el droide con su voz metálica tratando de imitar el entusiasmo de una criatura de carne y hueso Soy D4-QP y seré su enlace con el Clan organizador de la cacería. El deposito de su tasa de inscripción ya ha sido verificado por lo que he sido autorizado a revelarles los datos del encargo Extrae un holoproyector de mano y la imagen de un hombre de mediana edad se materializa en el aire Este es su objetivo: el general Chasoon Cleto, lider de las fuerzas del Frente de Liberación Manteliano o FLM. El encargo requiere que se capture con vida al general y se lo devuelva a esta estación, o en su defecto se presente una prueba de su ejecución. Las últimas informaciones situan al general en algún punto de la superficie del planeta. Vuelve a guardar el holoproyector tras hacer desaparecer la imagen 

Les recuerdo así mismo las normas de la cacería. Con fria precisión enumera las normas de la cacería. Pueden utilizar cualquier contacto, treta o arma que consideren necesaria. Pueden tratar de acabar con los otros equipos que participan en la misma. No recibirán ninguna asistencia por parte del Clan organizador, cualquier comunicación o anuncio será realizado por mi mismo a través de las radiofrecuencias indicadas. Y tras una pausa añade ¡Gloria o muerte os esperan cazadores!

Y hace un gesto invitandoos a subir a la lanzadera Las coordenadas de Ord City ya se encuentran preprogramadas en la computadora.

Miraba a un lado y otro, de reojo, observando a los compañeros que me habían tocado mientras avanzaba con paso firme por el hangar. No podíamos ser más diferentes, al menos en apariencia, pues aún no habíamos cruzado ni una palabra. Se me escapó una sonrisilla al darme cuenta de que no sólo resultábamos un grupo peculiar, sino también de lo más colorido.

Mientras ajustaba las gafas que descansaban en mi cabeza, me fijé en el droide que nos esperaba junto a la lanzadera. Había llegado el momento, aquello era inminente, y aunque no me arrepentía de la decisión tomada, no pude evitar sentir un pequeño vértigo en mi estómago. Tenía muy claro lo que quería conseguir, sólo esperaba que quienes me acompañaban estuvieran tan seguros como yo.

Al alcanzar al droide, este se presentó y nos comunicó que nos daría la información pertinente, eso sí, tras haber comprobado que todos habíamos pagado la inscripción.

Todavía me parece increíble que hubiera que pagar para apuntarse a esta misión suicida.

D4-QP nos mostró entonces a nuestro objetivo, un general líder de la FLM, el cual había que llevar de regreso con vida, o en su defecto, aportar la prueba de que había sido ejecutado. Lo de matar no iba demasiado conmigo, pero estaba segura de que alguno de los tipos que me acompañaba no tendría reparos en algo así; además, de todos modos, hubiera sido muy ingenuo pensar que ese no iba a ser el destino de Chasoon Cleto.

Tras anunciarnos que el miembro del FLM había sido visto por última vez en la superficie planetaria, nos recordó las normas del evento, terminando con un grito de guerra que a pesar de sus intentos continuaba resultándome carente de vida.

No es un mal droide, pero bastante mejorable, sin duda.

- ¿Con qué armamento contamos? ¿Y qué hay del equipo técnico y sanitario? – pregunté a D4-QP, queriendo saber con qué recursos contábamos de entrada. – Si tenéis alguna pregunta, es buen momento. – sugerí a los demás en tono neutro, tratando de averiguar de qué pasta estaban hechos.

Espero que no me hayan puesto con una panda de panolis...

Hacía ya tiempo el Hutt me estaba tanteando para éste trabajo, y yo, aunque no me agradaran los mandalorianos, el dinero lo necesitaba para la próxima vez que volviera a Coruscant. Al menos estos tipos luchan por su código de honor, pero ¿Qué hay de ese putrefacto Senado Galáctico?... El Senado... Vaya, si que le debo mucho a esa babosa espacial por haberme ocultado de los perros de la República- Me preguntaba cuando recibí el encargo. Ahora me tocaba buscar a una aguja en un pajar. 

Entonces fue cuando la Twi'lek consultó sobre las armas y el equipo que nos hubiera proporcionado el cártel, yo estaba de frente al droide y con los brazos cruzados -Como si fueran a darnos más allá de un par de blásters- Me dije en la mente. Pero si había algo que el droide quizás fuera a darnos: Información de público conocimiento. Le dejé pasar esta vez la 'sugerencia' a la colega.

-Me gustaría saber qué territorios están bajo control o con presencia insurgente reportada, en especial en Ord City. Y también algún informe personal del general Cleto, contactos, amistades, lo que se sepa antes del alzamiento del Frente- Era lo más lógico, la Holonet debería tener algunos reportes que el droide pudiera entregar, una guerrilla no pasa desapercibida solo porque quiere, menos cuando la mitad de los Bajos Fondos de la Galaxia están detrás de ti. Y si no, siempre queda el fiel tabernero que a buen precio nos puede vender hasta su madre.

Había conseguido un trabajo más como mercenario, esta vez para el Hutt en un equipo de cacería. No había ningún motivo para rechazarlo, una perfecta oportunidad para probar si la moneda que me acababan de dar podía ayudarme en algo. Además, soy mercenario, me dedico a esto y había una buena recompensa.

Conocí por primera vez a los que serían mis compañeros, todos muy serios, parecían gente experimentada, al menos mucho mas que yo. Después de que el droide acabara de explicarnos las cosas más básicas, mis compañeros se adelantaron y le preguntaron aspectos técnicos. La pregunta del humano no me interesó mucho, no necesitaba tanta información para matar a alguien. En cambio la Twi'lek pensaba más como yo.

- Eso es, armas, simplemente darme las herramientas y os traeré su cabeza. Por cierto, podéis llamarme Flarl.

Había que quitarle un poco de hierro al asunto, romper el hielo, mis compañeros eran muy serios. Me giré hacia la Twi'lek y le guiñe el ojo.

- Solo una pregunta, ¿Cual es vuestro nombre?

No podía evitar sonreír, mirando de reojo a los afortunados acompañantes que me acompañarían en aquella misión, mi misión, mi gran oportunidad. Era al fin un premio gordo, de esos que nunca me encargaban por dos motivos: que aún no me había hecho un nombre lo bastante repetido por toda la galaxia; y la evidente envidia y temor de mis competidores, que sabían lo que se les venía encima.

Pronto sería el puto mejor cazarrecompensas de toda la galaxia, y para ellos sólo quedarían las migajas...

Las explicaciones del droide fueron escuetas. No cabía esperar otra cosa, aquella chatarra tendría una programación muy sencilla para lo que debía hacer. Por supuesto, los demás no tardaron en comenzar a hacer preguntas, como si aquello fuera a servir de algo. Si pensaran darnos armas y equipo, estaría a bordo. No nos darían más por preguntarlo ni aunque lo suplicásemos de rodillas. Y si fueran a suministrarnos informes y similares también nos los habrían ofrecido. Puede que me equivocase, pero estaba seguro de que el plan era dejarnos sólos con lo puesto y ver cómo nos buscábamos la vida.

Por fortuna, yo llevaba ya mucho tiempo en el negocio de buscarme la vida.

Supongo que la cabeza de ese desgraciado, conservada en hielo, debería ser suficiente, ¿no es así? -Comenté con malicia, soltando una risita ante el comentario del transdoshano- Una cabeza no se resiste, no grita, no trata de escapar... Todo son ventajas, ya me entendéis. -Añadí pasándome la lengua por los labios, tras lo que me pasé dos dedos por las comisuras antes de mostrar una siniestra sonrisa. El tercero mostraba una cierta ansia por las armas y mucha confianza, estaba claro que nos llevaríamos bien- Y no os preocupéis mucho si esta hojalata no da más de lo que ha dado. Tenéis la suerte de haber caído en mi equipo. Soy Greekh Aharr, cazarrecompensas. Vosotros llevadme a la superficie del planeta y ya me encargo yo...

Los ojos sin vida del droide parpadean un par de veces. Al parecer no se encuentra en situación de daros mayor información.

Toda información que deseen obtener deberán procurarsela por ustedes mismos. Las normas de la Caceria evitan darles cualquier información que pudiera suponer una ventaja sobre los otros participantes. Todos deben tener las mismas oportunidades de morir. Dice con su voz monocorde Aún así debo informarles que su patrocinador ha dejado equipo para ustedes en la lanzadera. Y haciendo un gesto os invita a que subais.

Mis compañeros iban sacando a la luz qué podía esperar de ellos. El humano se centraba en cuestiones muy diferentes a las que habían suscitado mi interés en primer lugar, mientras que el llamado Flarl dejaba claro que su papel era más bien el de mano ejecutora. Respondí a su guiño con media sonrisa, postergando el momento de responder cuál era mi nombre.

Fue el devaroniano el primero en presentarse, no sin antes exponer su manera de hacer las cosas y el disfrute que esto parecía suponerle. No le di mayor importancia, pues por suerte estaba en mi equipo, pero cuando hizo gala de aquella superioridad enarqué una ceja.

Antes de poder pronunciarme, el droide volvió a tomar la palabra, terminando de sacarme de mis casillas.

- ¿De qué ventaja estás hablando, chatarra? Sólo he preguntado por el material que obviamente íbamos a encontrar en el interior. No necesito ningún tipo de ventaja. – dije ofendida, antes de girarme hacia el resto. – Podéis llamarme Ryloth. – No necesitáis saber más. – Imagino que yo piloto. – añadí, antes de poner rumbo a la lanzadera, alzando mi mentón mientras miraba al droide de reojo. – Qué se habrá creído este montón de cables inconexos… - murmuraba avanzando en primer lugar.

La twi'lek entró en la lanzadera y rapidamente llegó a la pequeña cabina de la aeronave. En la misma no solamente había cuatro contenedores de carga con los nombres de los miembros del equipo si no que además un pequeño droide sonda flotaba junto al panel de mandos principal.

La lente, iluminada de un siniestro color rojo, del droide sonda se fijó en la twi'lek y tras analizarla durante un segundo una voz chillona llenó la habitación.

La evidente y esperada respuesta del driode provocó que una enigmática risita brotara entre mis dientes. Era exactamente, exactamente, lo que yo auguraba, lo que demostraba a las claras lo preparado que estaba para aquella misión. Al menos, comparado con mis compañeros, tenía muy claro lo que cabía esperar.

Id acostumbrándoos a que yo lleve razón...

Bien, pues ya que tenemos piloto sugiero que los pasajeros vayan embarcando. -Propuse con ironía, dirigiéndome hacia la lanzadera- Seguro que no soy el único deseando ver ese equipo...

Al ver entrar al devanoriano el objetivo del droide sonda se enfoca en él. Una voz estridente surge en ese momento del pequeño robot volador.

¡Se te saluda Greekh Aharr! El poderoso Turganga te recuerda que debes ganar para él fama y gloria, o no te molestes en sobrevivir. Enfoca de nuevo su lente en la twi'lek Supongo que este saco de carne azulada es otro de los peones del gran Turganga ¡saludos a ti también!

La esfera se desliza por el aire para acabar flotando encima de cuatro cajas de suministros Aqui teneis las armas que el muy generoso Turganga pone a vuestra disposición. Dispongo también de varios archivos de datos para vuestra consulta. Por mi parte soy DRK-40/50 pero podeis llamarme DRK, seré vuestro droide asistencial. Mi cometido es facilitaros la victoria y castigar cualquier intento de deslealtad hacia el muy severo Turganga

Y acompaña sus palabras haciendo aparecer un pequeño cañón laser de una oquedad lateral.

-Nada nuevo bajo el sol- Susurré mientras subía a la lanzadera, al menos con ésto tendría una excusa más para ir a la primera taberna, ya me hacen falta un par de tragos corellianos a la sangre. Subí detrás del devaroniano, su notoria arrogancia ya me estaba comenzando a fastidiar pero no quería tener problemas ahora con él, ya veremos si no le dan un tiro nada más llegar... Si no le muelo la sonrisa a golpes antes.

Si hay algo que me desagrada de estas ratas del Bajo Fondo es la simplicidad que tienen, muchos amateurs se creen mejor que el resto por solo haberle acertado un tiro al matón del barrio, pero un líder insurgente es otra cosa... Cuando tienes un ideal, una causa por la que luchar, ni todo el Ejército mandaloriano te detiene- En ese momento mi mente volvía a copar un trago amargo del pasado -Revan...

Cero información adicional, estábamos solos, estaba claro. No pasaba nada mientras tuviese algo con lo que matar. Dos de mis compañeros me dijeron su nombre, como les pedí, en cambio el humano no lo hizo. Bueno no pasaba nada, a partir de ahora para mi era Mohamed. Había conocido a un humano llamado Mohamed en una taberna hacía unos meses, bastante mas majo que el nuevo Mohamed pero me tendría que conformar.

- Sí, vamonos ya. Que Mohamed parece estar ansioso por investigar el terreno. - Dije mientras le procuraba una sonrisa burlona al humano.

A ver que tipo de arma me encuentro en esta lanzadera, esperaba que fuera alguna de mi nivel.

En seguida llegué a la cabina, viendo de inmediato las cajas dispuestas para cada uno de nosotros y ese droide que sobrevolaba el lugar, el cual tras apuntarme con aquella luz roja empezó a chillar.

El devanoriano no tardó en aparecer a mi espalda, cosa de la que realmente me di cuenta ante el estridente sonido de DRK, como terminó presentándose. Pero antes de eso, nos saludó a ambos y nos recordó nuestro cometido o funesto final, aunque en mi caso lo hizo de muy malos modos.

- ¿Cómo que saco de carne azulada? – protesté, pero el droide continuó informando, terminando con una especie de amenaza ante la que volví a enarcar una ceja. – Déjate de cañones láser, estamos aquí por voluntad propia. ¿No ves la cara de felicidad que tiene mi compañero? – bromeé, señalando el duro rostro de Greekh. – Si vas a ser nuestro droide asistencial, vamos a llevarnos bien. ¿Qué es eso de llamarme saco? Todo el mundo sabe de la belleza y gracilidad del cuerpo de las Twi'lek, deja esa programación ofensiva a un lado. – dije molesta, antes de relajar mi gesto. – Pero bueno, vamos a lo importante… En cuanto estemos todos, ¿Podemos partir? – me giré entonces hacia Greekh – Habrá que decidir hacia dónde.

No presté especial atención al droide que se deslizaba flotando sobre las cajas de suministros. Era todo parafernalia grabada, frases que le obligaban a decir para alimentar el ego de su patrón, Turganga. Aquello no me interesaba, no estaba allí por glorias ni honores, ni por lealtad a nadie, mucho menos a aquel tipo. Estaba allí por pasta, y por una oportunidad de dar un golpe de los grandes. Sin embargo, desvié la mirada al oír aquel láser apareciendo por un hueco de la pared, entrecerrando los ojos con malicia para observar durante un instante al droide.

Suspiré, dejando que la Twi\'lek se despachara a gusto. Que te llamen saco de carne no podía ser agradable para nadie, aunque las connotaciones eran aún peores para una hembra. Claro que su réplica fue aún más divertida. ¿Cara de felicidad? ¿Belleza y gracilidad? Le dediqué una mirada de soslayo, sonriendo mientras le echaba un buen vistazo de arriba a abajo. Tenía una bonita figura, aunque le faltaba pelaje. Una hembra sin pelaje era como un jardín sin flores. "Donde hay pelo, hay alegría", se decía mucho en mi planeta. Pero el pelo escaseaba entre las hembras de demasiadas razas.

En cuanto suban estos dos, dale caña. -Le dije a nuestra piloto, sin mirarla, dedicado a abrir uno a uno aquellos arcones para comprobar el equipamiento de que disponíamos- De momento, nos dirigimos a Ord City, preciosa. Si alguno de los archivos de datos de este pequeño cacharro nos indica otro destino, lo sabrás inmediatamente. Pero de momento esa ciudad es el único punto de partida que nos han ofrecido, y esperar aquí es perder mi valioso tiempo, ¿entiendes?

Una vez el resto de la partida de caza hubo entrado el droide sonda voló para examinarlo. Con un tono de excitación en su voz mecánica anunció

¡Ya está el equipo de sacos de carne al completo! ¡Ya podeis empezar pues a ganar gloria para el muy magnifico Turganga el Hutt! Armaos cada uno con el contenido de vuestra caja de suministros ¡y agradeced la generosidad de Turganga el Hutt!

Esta nave tiene ya programada la ruta y códigos para descender a Ord City donde debereis dirigiros al barrio rojo y en la taberna de Horrick encontraros con vuestro contacto. Aparece un holograma de una pequeña insignia del servicio de inteligencia de la República Se trata de un agente republicano humano que responde al nombre de Kay.

Vuela en ese momento hasta los mandos de la nave. Aunque la lanzadera ya tiene preprogramado el curso y el rumbo hacia el puerto espacial de Ord City podeis tratar de pilotarla manualmente hasta las afueras de la ciudad. Será más peligroso dado que bandas de insurgentes merdoean por la zona pero nadie advertirá vuestra llegada. Y si os matan ¡antes me desharé de vuestra compañía sacos de carne!

Una risa metálica y algo maniática parece surgir del cuerpo del droide sonda.

-Llámame Cal- Le dije a secas a Flarl sin mirarlo, no era necesario ni buena idea que se enteraran del precio a mi cabeza. Lo que menos querría es que llegaran cazarrecompensas de la República.

Entonces la chatarra voladora nos comenzó a hablar de la misión y el contacto. ¡Una taberna! algo que disfrute de esta misión. Se me podía ver una leve sonrisa después de escuchar la taberna, la cual se me volvió una mirada de seriedad cuando DRK dijera que habría que contactar con un agente republicano. Maldita babosa espacial...

Decidí revisar el equipo del que disponía, ya me las arreglaría para evitar al agente más tarde. Por lo que abrí una de las cajas.

Entramos a la lanzadera y un droide, como no, nos recibió con nuestras cajas de suministros. Al llegar iríamos a una taberna a buscar a nuestro contacto y ya podríamos empezar nuestra misión. Habíamos de decidir si dejar la nave en piloto automático o pilotar. Dejaría que decidiera la Twi'Lek.

- Por mi parte decides tu, Ryloth, ¿crees que podrás pilotar esta chatarra?

Sin esperar a que me contestara me dirigí a lo importante, mis armas. La verdad que ir en piloto automático o que conduciera la Twi'lek me importaba mas bien poco, quería llegar ya.

Tras apretar la palma de tu mano contra el contenedor un par de luces verdes parpadean y se oye un chasquido. La tapa se abre y tras levantarla ves algo que te trae recuerdos de tus epocas al servicio de la República. Un fusil blaster pesado modelo DLT-19 reposa en el fondo de la caja. Un arma fiable capaz de soltar potentes rafagas a casi cualquier distancia y especialmente util para abatir grupos de enemigos o rivales especialmente resistentes.

Compruebas que el arma está completamente cargada y lista para la acción. Y por unos segundos te preguntas ¿de donde habrá logrado robar ese Hutt material militar de la República? Al parecer en Coruscant están mucho más podridos de lo que podrías llegar a imaginar.

Colocas la palma de tu garra en la caja que lleva tu nombre. El sensor de la cerradura electrónica emite un pitido y la tapa de la caja se abre con un sonoro clanck cuando se suelta el cierre magnético. Cuando levantas la tapa miras sorprendido el arma que el Hutt ha conseguido para ti, se trata de una vibroespada.

Cuando agarras la empuñadura y activas el arma esta zumba debilmente, lista para hendir carne y plastiacero . Das un par de golpes al aire y sonries satisfecho, cualquier enemigo sobre el que logres caer con este arma lamentará el día en que se enfrentó a Flarl Draktharr.