Partida Rol por web

Historia de un Asesino

Capítulo 4. Desierto Blanco.

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02/08/2019, 16:02
Farah

- ¿Por qué no quieres ayudarnos? - recriminó más que preguntó. El asesino suspiró con impaciencia y la miró. Las lágrimas caían por sus mejillas y tenía los ojos rojos. Era la viva estampa de una niña malcriada que no tenía lo que quería cuando ella lo quería. Decidió no responder y desvió la mirada, no encontrando necesaria contestar una pregunta que había oído ya tres veces desde que la mujer había decidido acompañarlos. Ella se revolvió y se lanzó sobre Asteirm, en un intento por sujetarlo de la capa para obligarlo a que la mirase. El asesino, más rápido y más diestro, la agarró por las muñecas y tiró de ella hacia así, apartándose un poco, de forma que la mujer aterrizó de bruces a sus pies. Apoyada sobre un codo, fulminó al extranjero. - ¡Exijo una respuesta! - masculló con los dientes apretados.

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02/08/2019, 16:03
Asteirm

- ¿Exiges? - se acercó a la mujer, hasta que su rostro quedó a escasos centímetros de los de ella, y miró directamente a sus ojos. La mujer deseó retroceder, pues sus iris grises tenían la misma precisión que sus dagas a la hora de hacer daño. - Creo que no estas en posición de exigir. Ni en posición de que te conteste a una pregunta que ya respondí a tu padre.

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02/08/2019, 16:04
Farah

- ¿Entonces qué hago aquí? ¿Cual es mi misión? - preguntó ella cuando se sobrepuso a la mirada del asesino.

Él la miró con extrañeza. Aquello si que le había pillado por sorpresa. No había sido él quien la había reclutado. No la necesitaba para nada. La decisión de seguirle en su viaje había sido sólo suya. Ni tan siquiera le había pedido para acompañarle. Y sin embargo, ahora le preguntaba aquello.

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02/08/2019, 16:05
Asteirm

- Y a mi que me preguntas. Fuiste tu la que me siguió hasta aquí, la que ha venido siguiendo mis pasos hasta este lugar. Tu sabrás cual es tu misión. - Asteirm le respondió lo único que podía responderle.

Pero al menos le respondió y eso en cierta medida calmó las emociones de aquella extraña princesa del desierto, que casi siempre pecaba de inocente. Parecía que al menos con aquella respuesta había obtenido algo más que indiferencia, pese a no ser aquello lo que quería escuchar.

 

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02/08/2019, 16:07
Farah

- Yo... Necesitamos tu ayuda. Necesitamos que nos ayudes, no podemos continuar así... - el asesino suspiró. Esta vez irritado. - Y tu debes ayudarnos, no puedes permanecer impasible ante todo lo que te rodea, no puedes seguir siendo un asesino toda tu vida. Mi padre te recompensará como es debido, imagina la gloria que podrías alcanzar si recuperamos nuestro reino. Imaginate como el general de nuestro ejército, arrasando región tras región. Imagina obtener más poder del que ahora tienes, imagina tener un ejército bajo tu mando, para que no tengas que mancharte las manos con la sangre de aquellos a los que asesinas...

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02/08/2019, 16:09
Asteirm

¡Ya basta! - gritó en un susurró Asteirm. Agarró a la mujer del pescuezo y la acercó de forma que sus rostros quedaron muy cercanos. - No quiero gloria, no quiero poder, no quiero fama. Dejé muy claro que solamente os ayudaría si sois capaz de pagarme en el mismo momento en que me contratéis. No quiero promesas del tipo: después de. No me sirve, no trabajo así. Y mis manos solo están manchadas de aquellos que no han hecho bien su trabajo, no trates de compararme con un vulgar ratero que mata sin orden ni medida. Soy un guerrero, y mato a aquellos que me impiden realizar mi trabajo. Y tu, princesita sin reino, estás empezando a ser una molestia - soltó su cuello y se cruzó de brazos, listo para continuar la vigilancia.

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02/08/2019, 16:09
Farah

La mujer se quedó tendida en el suelo a los pies del extranjero, horrorizada. Por su mente aún pasaban las mismas preguntas: ¿qué debía hacer? ¿Qué hacía allí? ¿Cual sería el resultado de todo aquello?

- ¿Y qué hay de lo que hicimos? ¿Qué hay de lo que pasó en las cuevas? - logró preguntar.

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02/08/2019, 16:10
Asteirm

- A mi modo de ver no ocurrió nada. A menos que tu lo recuerdes, para mi no ocurrió nada - sentenció el asesino. Farah tragó saliva y una vez trató de recordar que fue lo que pasó. Recordó los besos, recordó las caricias, recordó sus susurros. Pero nada más. Nada salvo despertar desnuda en su cama. Se levantó, cargando con su orgullo herido y se sentó lejos del hombre, sumiéndose en un silencioso llanto.

Asteirm continuó la guardia hasta que se hizo de día.

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02/08/2019, 16:11
Narrador

Al amanecer el sol ya golpeaba con dureza sobre los rostros de Asteirm e Isidore que eran los que a esas horas descansaban en el interior de la tienda. Aswand había hecho el reemplazo de turno a Asteirm a altas horas de la noche. Pese a que hacía unos pocos minutos que el sol había apagado la luna y el calor ya empezaba a ser agobiante en aquel páramo desierto.

Asteirm fue el primero en levantarse y vestirse con sus guantes y su capa de viaje. Al salir al exterior se encontró a Aswand sentado sobre una roca mirando al horizonte con una mano sobre la frente. Quedaban aún varias jornadas hasta su más próximo destino, que si todo iba bien cubrirían sin más sobresaltos. La tormenta parecía haberse alejado definitivamente.

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02/08/2019, 16:12
Asteirm

Asteirm agarró su odre de agua y bebió un sorbo; luego desempaquetó unas galletas y las ingirió sin dilación. Cuando hubo tomado ese ligero almuerzo se giró hacia el hombre de azabache y se acercó a él.

- Dime, ¿Dónde está la chica? – Le ordenó responder el asesino.

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02/08/2019, 16:12
Aswand

- ¿La chica? Creía que estaba dentro de la tienda junto a ti y el niño. – Respondió Aswand.

El hombretón parecía realmente extrañado. Decía la verdad evidentemente. La última vez que la vio o supo de ella, estaba durmiendo en el interior de la tienda y ahora.... ahora Asteirm preguntaba por ella. Era extraño que a aquel hombre se le escapara algo, pero al parecer, quien se había escapado era Farah.

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02/08/2019, 16:14
Isidore

En ese precioso instante Isidore salió de la tienda frotándose los ojos con las manos. Miró a su alrededor buscando a alguien.

La pregunta de Isidore fue la confirmación del desastre en ciernes. Asteirm permaneció en silencio, mientras el aire silbaba alrededor del campamento, y la tensión crecía hasta un punto en el que Isidore no podía aguantar. Increpó al asesino señalándolo con el dedo.

 - ¿Qué pasa, dónde está Farah? -  Preguntó con un gesto de extrañeza. -¿Qué le has hecho?

 

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11/08/2019, 18:13
Asteirm

Asteirm alzó una mano y lo agarró del dedo, retorcieéndole el brazo en el proceso sin ningún esfuerzo. Isidore se retorció en el suelo intentando liberarse mientras Aswand permanecía quieto, sabiendo lo que sería capaz de hacer el asesino.

No le he hecho nada. No sé por qué ha desaparecido - explicó Asteirm soltándo a Isidore. - Pero será mejor que vaya a buscarla... - confirmó alzándose, mientras se sacudía las migas y el polvo de los pantalones. Tanto Aswand como Isidore, lo miraron sorprendido, creyendo que la arena les había taponado los oídos. - No me miréis así, no es que tenga algún interés en salvarla, pero su padre sabe perfectamente que ella está conmigo y si de camino a su casa le ocurre algo, tendré a un puñado de aficionados nómadas persiguiendome hasta el fin del mundo. Y el rastro de cadáveres que dejaré sería demasiado largo para pasar desapercibido a las autoridades locales. Esperadme aquí, no tardaré... - ordenó subiendo a su caballo. El niño y el hombre negro observaron al asesino marcharse cabalgando entre una nube de arena con la confusión pintada en el rostro.

Asteirm estaba realmente enfadado. Aquella mujer daba más problemas de los que resolvía. Malcriada, llorona y débil, aquella niñata ni siquiera tendría que haber salido de su casa. La subestimó, pensando que el engaño lo ayudaría. Pero más que ayudarlo, ahora tenía una carga que de no ser por lo mismo que les había dicho al niño y al guía, se habría desecho de ella sin dudarlo.

El rastro de la mujer fue fácil de seguir. Los tres caballos estaban en el campamento, así que la muchacha había decidido volver andando hasta la ciudad más cercana. A pesar de estar en un desierto de dunas cambiantes, Asteirm lo conocía a la perfección, y también conocía a la mujer, por lo que sabía cual era el camino que había tomado. Tras un rato, divisó la figura de Farah, caminando por el risco de una enorme duna con lentos pasos, esforzandose al máximo por seguir avanzando. Asteirm se acercó hasta su posición y colocó al animal frente a la mujer.

¿Piensas llegar hasta Sundalla andando? - le preguntó el hombre en tono burlón. Farah apretó los labios y alzó la vista. Su capa le protegía el rostro de la arena y para poder encararse a Asteirm, tuvo que quitarse la capucha. 
 

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13/08/2019, 19:52
Farah

- ¿Qué haces tú aquí? - Aunque Farah se había sobresaltado, trataba de no aparentarlo. Ante todo quería aparentar que la aparición de aquel hombre no le había afectado para nada.

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13/08/2019, 19:56
Asteirm

- He venido para que no te mueras por el camino. No llegarás en un día a Sundalla, menos aún si vas a pie, y es posible que los bandidos te asalten al caer la noche. Eso, si no mueres antes de frío. - Aquella respuesta fue sincera. Aunque no acababa de desvelar las verdaderas intenciones de Asteirm y por primera vez, parecía sacar a relucir los sentimientos más ocultos de aquel misterioso hombre. Si había vuelto en su búsqueda, quería decir que se preocupaba por ella. Quería decir que no era únicamente un bloque de hielo.

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13/08/2019, 19:58
Farah

- ¿Ahora te preocupas por mi? - Aunque Farah trataba de mantener un tono impasible, aquella respuesta había despertado en ella esperanza. 

Asterim no había demostrado demasiado interés en nada salvo en sus propios asuntos desde que le conocía. Pese a que se le había ofrecido mucho, todo parecía resbalarle, pero ahora. Ahora parecía que había tocado en la tecla adecuada y aquel escudo que portaba siempre con él, empezaba a romperse.

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13/08/2019, 20:00
Asteirm

- Al contrario, protejo mis intereses. Tú eres uno de ellos y si mueres, tendré un grave problema en estas tierras - el asesino se acercó a la mujer, situando a la montura a su lado. Reclinandose sobre la silla, la tomó del rostro y la besó. Farah perdió toda la fuerza y su determinación se esfumó con aquel beso. Cuando él se separó, la mujer observó al asesino con estupor. - Cuando lleguemos al Desierto Blanco, volverás con Aswand hasta tu casa. Le dirás a tu padre que Asteirm, le ofrecerá su ayuda a cambio de riquezas y poder. ¿Lo harás? - preguntó el asesino. Farah, con las piernas temblando, cayó de rodillas frente a la montura de Asteirm, con lágrimas en los ojos.

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13/08/2019, 20:01
Farah

- Gracias a los dioses... Sí... lo haré... lo haré - rezó la mujer, extasiada.

Era increíble. Lo había conseguido. Había logrado que aquel hombre aceptara la oferta y solo a cambio de riquezas y poder, algo que, si lograba el objetivo para el que el destino le había marcado, iba a ser muy fácil de conseguir. Y el beso... aún sentía aquellos cálidos labios besando los suyos propios. Deseaba más de ese hombre. Deseaba recordar lo que hiciera con él la noche que le conoció, pero todo estaba nublado y todo indicaba a que iba a ser mejor no recordar, pues no le gustaría lo el recuerdo que obtendría.

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13/08/2019, 20:04
Asteirm

Asteirm la miró una vez más antes de desviar la mirada. Ceñudo, el deseo de matarla se avivó, pero el resultado no sería beneficioso si lo hacía. Al menos así, podría deshacerse de la mujer para el posterior viaje. Tendiéndole una mano a la mujer, le sonrió.

- Vamos, he perdido mucho tiempo. Regresemos con los demás... - de un tirón, la subió a su caballo detrás de él. Farah lo rodeó con sus brazos y se estrechó a él. Asteirm suspiró, agotado de tener que seguirle el infantil juego a la mujer. Esperaba poder alejarla de él una vez emprendieran el camino más al sur del Desierto Blanco.

Cabalgaron de vuelta al campamento, donde Aswand e Isidore ya estaban en sus respectivas monturas dispuestos para partir.

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13/08/2019, 20:05
Narrador

Reanudaron el viaje al poco de llegar junto a Aswand e Isidore. El niño sonrió al ver a Farah de nuevo junto a ellos. Se había encariñado mucho con la mujer y Asteirm lo sabía. Se le notaba en la cara, en los gestos y en las plabras. Tanto que le había perdido un poco el respeto a él mismo, pero el asesino sabía que aquel niño le seguiría hasta los confines del mundo quisiera él o no. Al fin y al cabo era su aprendiz, y no molestaba tanto como la mujer.

El viaje fue tan duro como el del día anterior, pero como pronosticó Gerlado Dimas, no había ni rastro de asaltantes en los alrededores. Aquel era un desierto grande y peligroso, pero a pesar de su gran amplitud era asombroso lo rápido que las noticias corrían por las dunas. Si el altear de una mariposa era detectado en Sundalla en pocas horas ya estaba siendo anunciado en Shilhala.

El grupo paró a almorzar, ese día habían avanzado mucho más rápido que el anterior y con un poco de suerte llegarían a destino antes de la caída de la noche. El almuerzo fue muy interesante. 

Farah parecía feliz, Isidore estaba contento porque le habían dado doble ración, ya no necesitaban guardar más alimentos ya que pronto podrían recargar sus mochilas con nuevos víveres. Farah estaba muy habladora, preguntaba una y otra vez a Astreim cosas sobre el futuro, su padre, el reino, sus muchos y grandes beneficios por su decisión y otros temas diversos. Asteirm no la escuchaba, pero a ella le daba igual, ya que no callaba ni esperaba respuesta. Mientras tanto Aswand jugaba con Isidore a un juego de manos y tortazos, en el que el pobre chico siempre perdía y ya tenía enrojecido el rostro.

Tras el alumerzo continuaron con el viaje. El calor era abrasador, más incluso que el de la mañana y el de días anteriores. Pero no quedaba más remedio que seguir adelante. Farah detuvo por fin su veloz lengua, e Isiodre se durmió a lomos de su montura. 

Por fin al anochecer vislumbraron la ciudad que buscaban. El oasis de Desierto Blanco estaba ante ellos, en menos de una hora podían estar cenando en una buena taberna si superaban el frío que estaba empezando a helar sus cuerpos.