Partida Rol por web

Gog resopló indignado al contemplar aquellas ruinas. Era indudable que los humanos poco o nada sabían del arte de la piedra, y mucho menos edificar cosas duraderas. Empezó a cavilar como reconstruir aquel lugar, con buena piedra y mano de obra enana, no tardarían más de 2 o 3 años, y seguramente aguantaría toda la vida...

Las palabras de Artin hicieron volver al enano de sus cavilaciones. Miró sorprendido a la maga, como si no se hubiera percatado de su presencia.

- Por supuesto, claro... Acertó a decir mientras sacaba su hacha de guerra del cinto que llevaba a la espalda. - Ningún problema.

El pelirrojo enano, ni siquiera se había fijado, o no había prestado atención a la daga que yacía en el suelo cubierta de sangre.

-Bien, te cubriremos-añado aún dadon tumbos por el lugar buscando cosas que puedan indicarme algo interesante para saber dónde podría estar el hijo de aquel buen hombre.

Me muevo sigilosamente por la escena. Paseo y veo la daga llena de sangre.

"¿Con esto le harían lo de la pierna? No parece un arma muy potente para tanta herida" pienso para mi mientras mantengo mi oído atento a cualquier sonido extraño.

Es evidente que ha habido una lucha en aquel lugar, hay sangre por todos lados. Busco algunas pistas para ver si encuentro algo que me de alguna señal, algo que me diga por dónde se han podido llevar al hijo de ese hombre.

En algún momento del trayecto, me he alarmado un poco al perder de vista a nuestra habilidosa tunante. Fue entonces cuando, con un poco de aparatosidad, me descolgué el arco y así una flecha.

A la petición de Artin, dejo el candil sobre una piedra y salto con gracilidad a proteger su espalda, preparado el dardo y tensada la cuerda.

Mascullo:

-A mí no se me quita de la cabeza el que pudieran haber sido sus acreedores…

Artin sonríe complacida, acariciando todavía a la pequeña bola de pelo que tiene entre brazos. Sabe que la pequeña pícara, aunque no ha respondido, sin duda está haciendo su trabajo, pues si algo sabe hacer aquella renacuaja es su trabajo, así que asiente con solemnidad.

- Gracias chicos. - Murmura, mientras toma asiento sobre el lugar que había escogido previamente. Echando un vistazo a su alrededor, deja al gato sobre sus piernas, cierra los ojos, junta las manos y empieza a murmurar, mientras sus manos empiezan una complicada danza que transporta sus sentidos hacia otra realidad, aislándola de esta.

La frente de Artin se arruga un instante, como si parpadera con los ojos cerrados. Sin perder la cadencia del conjuro ni detener sus manos, prosigue en su exploración.

 No descubres nada mas. Aquella magia nunca se llegó a ir o quizas lo único que quedan son los vestigios de un antiguo poder...

Finalmente Artin acaba con su canturreo y en un grácil gesto final acaba por recogerse las manos, frotándoselas un instante antes de abrir los ojos, como si las sintiera muy frías. Inmediatamente después, resopla, mirando a sus compañeros.

- No parece haber nada demasiado evidente... hay trazas de algún poder mágico, pero no os sabría decir si se trata de una emanación antigua o de algún conjuro de poca monta de hace unas horas... - Se gira para observar el ennegrcido perfil de las ruinas que tiene detrás. - ¿Alguien sabe algo de estas ruinas?