Partida Rol por web

Historias de Ultratumba: El Ritual

I. El Paseo de los Reyes.

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28/08/2021, 01:41
Director

Notas de juego

Algo se ha roto dentro de Rainer. Su experiencia le ha dejado secuelas. Tenderá a revivirla una y otra vez, a sentir el mismo desasosiego y miedo. De momento no afectará a sus acciones, pero si a su personalidad. Cuando Rainer piense en “lo que vive en el bosque”, lo hará aterrado, sabedor de que algo terrible mora dentro, algo que ha devorado sus sueños y esperanzas, algo que ha masticado sus creencias. De vez en cuando, querrá conocer a ese algo. Rainer tiene una relación enfermedad de amor/odio/miedo con lo que vive en el bosque, igual que un drogadicto enganchado a una droga.

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28/08/2021, 16:34
Rainer Maria Holtzmann

Despertó. ¿Despertó? Vio que lo rodeaban, que lo llamaban. Aún murmuraba algo ininteligible mientras su mirada estaba perdida. Cuando lo tocaron para ayudarle a levantarlo, Rainer hizo un gesto temeroso, como tratando de esquivar las manos ajenas que intentaban agarrarlo.

¡Otra vez no!

Fue todo lo que llegó a entenderse de entre los balbuceos que salían de su boca sin parar. Mientras lo separaban del ídolo, lo miró una última vez, con los ojos completamente abiertos e interrogantes, llenos de una desesperación psicótica mientras se le oía murmurar:

¿Dónde está? ¿Dónde está? Dime dónde está. ¿Dónde está?

Al bajar las escaleras, un gesto de vértigo se dibujó en su mirada. La escalera. La escalera de espiral.

La escalera. La escalera de espiral —balbuceó.

Una vez abajo, se vistió con las manos temblorosas, mientras su mirada se desviaba de vez en cuando, furtiva y temerosa, hacia la puerta abierta, hacia la profundidad del bosque. Empezaba a recobrar el sentido, pero eso no mejoraba las cosas. Sus ojos seguían abiertos, casi sin pestañear, en un gesto de horror, con la mirada perdida de un lado a otro. No miraba a ninguno de sus compañeros, sino que su rostro parecía rehuirlos. Se empezó a pasear nervioso por la cabaña, murmurando palabras, de entre las cuales por momentos algunas se entendían:

Di mi nombre. Su nombre. Dónde estás. Dime quién eres. Dónde está ella. Sí, di mi nombre. Cuál es tu nombre. Tu nombre. Dónde está ella. Sí, tu nombre. Di mi nombre. ¡NO! Di mi nombre. ¡NO, NO! Di mi nombre...

De nuevo se le escapaban miradas aterradas hacia la puerta abierta. La puerta.

La puerta de entrada. La puerta de entrada. Di mi nombre. Nononono. La escalera —miró de nuevo hacia la escalera de la buhardilla con miedo y deseo, como si necesitara subir de nuevo pero odiara tener que hacerlo—. Nonono, es mentira, mentira. Pero ¿y si es verdad? Dónde está, dónde está.

Siguió caminando nervioso durante un rato, sin prestar demasiada atención a los demás.

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28/08/2021, 17:31
Albert Von Haus

Desperté en medio del bosque, desnudo... como en mi sueño... solo que estaba lleno de barro y... ¿dónde estaba mi bastón? ¿Desde cuándo era sonámbulo? El sol se colaba entre los árboles y sentía mis poros tapados por aquel barro seco que sabía que sin agua no podría quitarme.

Más cansado que la noche anterior, caminé o más bien me arrastré de un árbol a otro, cojeando como nunca y sintiendo como el dolor de mi pierna ascendía por toda mi columna y bajaba hasta el dedo de mi pie a cada paso que daba. Ademas estaba desconcertado, con la boca seca y helado, lo que hacía que mi humor fuese de perros. Habíamos puesto una cuña en la puerta y yo no recordaba haber abierto para salir al exterior.

Creía que jamás llegaría, pues a pesar de solo ser unos cuantos metros de separación lo que habían desde mi posición a la cabaña, el dolor y la cojera sumados al cansancio se me antojaban una eternidad. De camino encontré mis calzoncillos, colgados por ahí, llenos de barro. Los cogí porque en algún momento podría lavarlos y seguí caminando como pude hasta la cabaña.

La puerta estaba abierta y la luz del día iluminaba el lugar. Mi primera intención era quitarme algo de barro como pudiese, vestirme y descansar antes de mover el culo de nuevo. Pero me encontré a Remo con los ojos abiertos, mientras que mis pies pisaban el suelo húmedo y lleno de barro y hojas del interior de la cabaña. - Gremo, ¿quë ha piasado? ¿Pogr quë estiaba fuegra? - Pero el hombre no me respondió y me di cuenta de que estaba ido. Le zarandeé y volvió en sí.

Yo no recordaba en ese momento mi desnudez. No porque mi cabeza empezaba a sumar sola... pero simplemente, no podía ser. Buscamos al oriental, quien descansaba en su saco de dormir. Yo aproveché para vestirme, no sin antes usar mis calzoncillos ya sucios para retirar barro de mi piel y ver que bajo él habían pequeños arañazos, como si hubiese corrido por el bosque desnudo...

Y la suma seguía dándome el mismo resultado.

Bebí para saciar mi sed y no dudé en meterme dos vicodinas de golpe, aún con el estómago vacío. Iría un poco colocado, pero mitigaría ese dolor. Ya vestido, descubrí que Tak tenía heridas en el pecho que debió hacerse antes de vestirse y de meterse en el saco, pues de otra manera era imposible que las tuviese. Prue descansaba como un ángel y al no ver al alemán, nos pusimos a buscarle. Con mi bastón, subí con los demás al ático. Y lo que vi allí me dejó mudo.

Ya no solo era ver a Rainer desnudo y sobre su orín por el olor... sino lo que había a su lado. No es que me no me importase el alemán, ni mucho menos. Es que me impactó la estampa. - ¿Iestä vivo? - Señalé a quien acompañaba a Rainer, quien parecía haber perdido la cordura. Me tentó meterle un puñado de pastillas para que al menos estuviese colocado y más relajado con los opiaceos de la vicodina, pero le necesitábamos sereno y allí arriba solo se escuchaba el nombre que el alemán no dejaba de pronunciar. Aquel que no volví a recordar. - ¿Iestä vivo? - Volví a preguntar por aquel que permanecía en el ático y que evidentemente no era Rainer.

Y la suma, ese uno más uno que me daba tres, de pronto me dio dos.

Yo no estaba en conciciones de ayudar a bajar al hombre, pero tampoco podíamos dejar que Prue le viese así. No por su inocencia, la cual dudaba que tuviese como aparentaba, sino porque lo último que recordaba de ambos era ese nivel de armonía que jamás alcanzaría yo con nadie y al menos debíamos evitar la humillación de que le viese desnudo. - Biajagrë a pogr su gropa. Pgrue no diebe vergle así.

Subir y bajar era matador, pero también aproveché para subir con la cámara de vídeo, la de fotos y la grabadora, con una cinta virgen en ella. Cuando estuviesen abajo, haría una psicofonía en aquel ático. Pero quería documentarlo todo. Mientras vestían a Rainer comencé a grabar por otro lado y una vez vestido, le grabé en el estado en el cual se encontraba. Yo estaba cansado, dolorido y jodido, pero él... su mente se había quebrado a saber si para siempre. Saqué unas cuantas fotografías cuando comenzaron a bajarle y luego dejé la grabadora, después de recitar unas frases en alemán dejando constancia de la fecha, hora y lugar, así como de la pequeña invocación habitual.

De paso le impedí a Prue que subiese, diciéndole la verdad, que Rainer estaba desnudo y que ahora le bajarían los demás.

Miré el reloj. Diez minutos serían suficientes y bajé para reunirme con el resto. El dolor era tal que casi acabo cayendo por las escaleras al bajar. Encontrarme así a quien había sido hasta ahora el más cuerdo de todos me hizo sentir un nudo en el estómago. Hasta que vi a Prue.

Era más hermosa incluso que en mi sueño.

Y pronto descubrí el motivo. A parte de su pelo, que me daba la sensación de que aún olía a flores silvestres, tenía aquella runa grabada en la frente. Una runa con ramificaciones... un símil curioso. - En mi suegno... en mi suegno Pgrue se convegrtïa en una especie de agrböl... Diéjame que le siaque una fotoggrafïa. - Le pedí a Prue refiriéndome a la runa. No era el mejor momento dado el estado de Rainer, pero tampoco sabía si tendríamos un mejor momento porque de alguna manera, sabía lo que estaba pasando.

Volví a coger la cámara de vídeo y comencé a grabar de nuevo lo que ocurría allí abajo al tiempo que me tomaba un zumo de los pocos que llevaba en mi mochila. Era como si la sed no fuese a irse nunca. Yo tenía mucho que decir, pero también que ver y documentar. Y me senté mientras que Rainer parecía volverse cada vez más loco y lo fui grabando junto a las reacciones de los demás. Necesitaba descansar, que mi dolor se aliviase antes de poder ponerme en marcha de nuevo y eso era lo mejor que podía hacer. Sentarme y esperar... tenía preguntas y seguramente respuestas, pero antes... antes estaba lo demás.

Miré el reloj y a los diez minutos exactos, subí con la cámara encendida al ático, en busca de la grabadora. Nuevamente aquello fue una tortura para mí, pero debía recuperar la grabadora y la cinta. La apagué y bajé de nuevo. Apagué la cámara y me dejé casi caer sobre mi saco de dormir. Con suerte Rainer ya se habría calmado un poco y podríamos hablar y yo descansar algo antes de recoger e irnos.

Porque me temía que teníamos mucho que contarnos unos a otros.

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29/08/2021, 08:41
Tak Yagami

Desperté del sueño con la sensación equivalente a haber caído de espaldas sobre una bañera de agua helada teniendo los ojos vendados. El corazón pareció rebotar en el interior de mi caja torácica por la impresión. Creo que había perdido aproximadamente un kilo sudando durante la noche. Tenía la garganta seca y me sorprendió que el mero hecho de tragar no me supiese a sangre. Con todo, lo que me ocasionó más angustia fue comprobar que, de algún modo, la herida del pecho, el triple corte que había recibido en el plano onírico, había sido real.

Muy real.

Tardé en incorporarme. Las heridas dolían horrores, como si me hubiesen echado sal en cada surco que ahora marcaba mi pecho, pero no parecía tan profundo como había creído en un primer momento. Los cortes eran el único peaje que parecía haber dejado aquella aberrante pesadilla. El meñique estaba en su sitio, la pierna también. Al menos, eso me pareció. El sombrero, en cambio, lo tenía Texas Ranger. Tuve la extraña pero lúcida sensación de que si no llega a ser por él, no lo cuento.

Por supuesto, aquello distaba mucho de proseguir un camino racional o lógico. Ya lo presentía desde el día anterior, pero ahora resultaba patente para cualquiera de nosotros. El sátiro cojo había pasado la noche fuera como su madre le trajo al mundo, retozando en fango y hojarasca como un animal a pesar de su evidente cojera. Rainer parecía ido, algo que reconozco me sorprendió dado el optimismo que rezumaba la pasada noche cuando le enseñé al condenado maniquí. Y Remo incluso daba la sensación de haber envejecido lustros, hebras argénteas surcando ahora su cabellera.

Todos estábamos marcados de una u otra manera. Todos, salvo ella.

Prue ahora lucía un extraño glifo en la frente. Pero lo intrigante para mí no fue descubrírselo ahora, sino preguntarme cómo es que no lo había visto antes, si siempre había estado ahí.

Me pregunté qué podría significar, pero intuí que no hallaría una pronta respuesta.

El silencio entre los presentes se hizo pronto insoportable para mí.

¿Alguien quiere compartirlo? —reprimí un quejido al comprobar que inspirar demasiado aire parecía hundir mil agujas al rojo en mi torso. Omití lo evidente: que todos habíamos soñado.

Empezaré yo.

>> En mi sueño me ha atacado una bestia. Estaba... Estaba en mi despacho, en Brooklyn. Algo llamó a la puerta, o eso creo. Algo que no pertenece a este mundo. O al menos, que no debería pertenecer. Abrí la puerta y de repente estaba en el bosque. En este bosque. Creo... Sí, creo que era la cosa que colgó al ciervo que vimos ayer. No puedo asegurarlo pero... Tengo esa intuición. No logré verle, y menos mal. Estuvo muy cerca de matarme. Iba a hacerlo, de hecho; pero apareció Remo. —señalé con la cabeza a Texas Ranger son una débil sonrisa. —Si no llega a ser por él...

No terminé la frase. 

Un escalofrío la cortó en seco.

Me palpé las heridas que grababan mi pecho. La sangre aún era fresca.

Notas de juego

Doy pie evidente a Remo, pero quedo atento a ver qué cuentan mi colega Rainer, el drojadicto de Von Hausen y Prudensia Radiance, la estrella pop del Bosque de los Reyes ;-D

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29/08/2021, 20:42
Director

A pesar de que había demasiadas preguntas, y pocas respuestas, Von Haus se detuvo unos momentos en la buhardilla, delante del ídolo ante el cual habían encontrado a Rainer. Sus compañeros lo habían investigado la noche anterior, llegando a perturbarles. Después de una larga noche como la suya y un despertar tan extraño Von Haus no se sorprendió tanto de lo que encontró.

La mitad de la buhardilla estaba ocupaba por muebles, recuerdos y telas de araña. Un trastero, o un basurero, que solo tenía valor para los dueños de la casa. La otra parte estaba despejada salvo por seis bancos de madera colocados en dos filas. Dejaban un pasillo en medio que las llevaba a eso. Von Haus se acercó para inspeccionarlo de cerca, evitando pisar los orines derramados por su compañero alemán.

La base del ídolo era de madera, en cruz, el soporte de un espantapájaros que no habían podido clavar en la tierra. Había sido fabricado a mano, pero no por un artesano. Aquel objeto tenía una función y era sostener un grueso palo de madera que servía de sostén a una obra de arte abstracta y de mal gusto.

Su piel estaba acartonada, vieja como papel de pergamino. Sus brazos y piernas eran pellejos que colgaban del torso principal, carentes de sustancia o relleno. El tórax estaba hundido como un balón desinflado. Su cabeza era también macabra en su composición. Sonreía, ahora más que nunca, ya que carecía de labios, mostrando todas las piezas de una dentadura imperfecta y amarillenta. Las cuencas de sus ojos se hundían hacía lo desconocido. Había algo de pelo en su cabeza, retazos que otorgaban algo de humanidad a la escultura. Habían tratado de recrear una forma humanoide pero algo no terminaba de encajar.

Sobre su cabeza habían colocado dos astas de ciervo, dignas y hermosas, que habían pertenecido a un animal bastante grande, lo que le otorgaba un aspecto grandilocuente.

El detalle que le pidierona Von Haus que observase se centraba en su boca. Para poder escucharlo con atención tuvo que quedarse a solas, dejando que el silencio campara a sus anchas por el oscuro lugar. Ni siquiera su grabado lo capto, tan liviano era el sonido. Pero si se concentraba, si se acercaba lo suficiente, podía escuchar un sonido intermitente pero con cadencia, Algo profundo y lastimero, una menudencia. Aire pasando por una oquedad oxidada, o unos pulmones envejecidos. Un sonido que volvía cada seis segundos aproximadamente, con un patrón. No había duda, ni siquiera para un hombre de ciencia como Von Haus. Aquella cosa estaba respirando.

Notas de juego

Os cuelgo este miniturno sobretodo para Erawen. Ahora Von Haus ya sabe lo que los demás vieron la noche anterior en la buhardilla y los demás ya sabeís que ahora él también lo ha visto.

Lo tenía que haber puesto con el turno general, disculpad.

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30/08/2021, 00:05
Remo Williams

Remo se dio cuenta de que tenía los ojos abiertos demasiado tarde. No tenía memoria de haberse despertado, aunque ahora sabía que ya no estaba soñando. Cuando tomó consciencia de aquello hizo un minucioso recuento de con quienes estaba. Tenía la sensación de que el número no coincidiría con lo que dictara el sentido común. Le costó sacarse esa sensación de la mente. No obstante, había cosas más importantes y mas urgentes de las que ocuparse. Como Von Haus que estaba frente a él. Qué había pasado, le preguntaba. Ojalá lo supiera, pero ensayó la respuesta que le salió.

- Hombre, apareciste! -reaccionó su boca antes que su mente. ¿Cuando se había ido? Ah, si. El ruido. Cuando ellos estaban arriba. ¿Por qué habían dejado de buscarlo? Estabamos arriba, tú estabas durmiendo aquí en los brazos de tus blancuzcos y diminutos amigos, y de repente escuchamos un ruido, bajamos y ya no estabas. Te buscamos, vaya si te buscamos, adentro, afuera, todo alrededor. Te llamamos a los gritos. Luego, no sé por qué, decidimos abandonar la búsqueda y dormir. No sé por qué no te buscamos toda la noche, discúlpame. ¿Dónde demonios estabas?

Mierda, ¡Tak! -lo alertó su mente. Fue hacia el oriental, con Von Haus. Les costó despertarlo, pero lo más sorprendende fue su estado. ¿Cómo se había lastimado? ¿Podía tener algo que ver con el sueño? Se insultaba a si mismo de sólo preguntárselo, pero así parecía. ¿Qué otra explicación razonable había? ¿Alguno de ellos era sonámbulo? Tal vez Prue...  Remo la observó con suspicacia, pero no dijo nada. Esperaría que la chica hablase. Se la veía muy plácida comparada a los demás y...  ¿qué era aquello que tenía en la frente?  Remo no comprendía nada. Pero nada de nada. Se encontró señalando como un tonto la frente de la chica, pero aún así tampoco emitió palabra.

¿Y Rainer? ¿Es que ahora había desaparecido él? Afortunadamente no era así, pero lo encontraron en la buhardilla en un estado deplorable, tal vez más que el de Von Haus, que se lo veía bastante mal también. El otro alemán desvariaba. Ayudó a llevarlo hasta abajo y a cambiarse, si lo permitía. Lo que decía no tenía sentido así que Remo lo dejó hablar, tal vez en algún momento se recuperase un poco del shock y pudiese articular alguna palabra un poco más sensata.

Entonces el oriental quiso ordenar un poco el caos reinante. Remo escuchó con atención, y luego retomó desde su propia experiencia.

- Yo soñé que estaba en esta cabaña, o algo parecido, y luego en el bosque. Hace un tiempo perdí en un lugar similar a mi mejor amigo, Brian -se animó a confesar. Se lo llevó una bruma en un bosque también. Lo ví en el sueño, y lo seguí, pero creo que no era él. Luego sentí pasos a mi espalda y sin ver siquiera de quien o qué se trataba, escapé de él, o de eso. Sé que era sólo una pesadilla, pero fue lo que hice, sin pensarlo. Cuando llegué a la cabaña estaba Tak, y algo invisible lo hizo volar nuevamente hacia el bosque. No sé por qué, pero fui tras él para ayudarlo.

Hizo una pausa, pensando. Descubrió que tenía el sombrero de Tak en sus manos. No se había dado cuenta hasta ese momento. Se lo devolvió.

- Cadáveres -murmuró. Olía a cadáveres -dijo un poco más fuerte. No hacía falta aclarar a quien o qué se refería.

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30/08/2021, 22:10
Prudence "Prue" Hawkins

Ese sonido... el particular sonido que la sacaba de un plácido sueño y la traía a la realidad. El sonido de la voz de los hombres, llamando a Tak. Se fue incorporando con el rostro totalmente despejado y descansado. Sentada, se desperezó estirando los brazos como si estuviera en una cama esponjosa, suave y cómoda. Se frotó los ojos y se fue levantando de su asiento, frunciendo el ceño por el ajetreo.

- Buenos días... Uhmmm ¿Qué pasa...? - Dijo frotándose los ojos y quitándose alguna que otra legaña de los lagrimales. Sus cejas se levantaron y con inocencia, miró alrededor, fijándose en el ajetreo. Escuchó como Tak volvía a la vida, y le miró a ceño fruncido. Luego escuchó algo sobre Rainer y sus ropas. Se fue despertando casi obligada, ante tanta preocupación. Su perfecto sueño divino se disipaba cual niebla ante el amanecer.

Ya de pie, miró a Remo que la miraba con aquella mirada de extrañeza, Prue frunció el ceño sin entender. Luego dio unos pasos hacia Tak, abriendo mucho los ojos. - ¿Qué diablos te ha pasado? - Miró a Von Haus y tuvo la intención de subir arriba, pero él se lo impidió. Se quedó mirándole mientras le oía decir que en su sueño ella aparecía como una especie de ¿ninfa? de los bosques y hablaba algo sobre una runa de la cual ella no era conocedora. - Vaya... que bonita imagen. -  Frunció el ceño y sonrió con aquel gesto suyo, natural, de siempre, y se dejó grabar y documentarse sin entender.

Se pasó las manos por el cabello, mientras escuchaba el sueño de sus compañeros. Se encaminó hacia su mochila, en busca de un espejo de mano, ella había llevado lo necesario para acicalarse, y decidió mirarse a ver qué tal. Alucinó cuando se vio el cabello tan perfecto y brillante, cuando la noche anterior lo tenía apelmazado y sucio. Las mejillas sonrosadas y la frente... Dio un grito y luego ahogó otro, abriendo mucho los ojos.

- Que coñ... - Entonces los sueños... El sueño... Ella había tenido uno, ideal, uno increíble. Pero también recordaba algo... algo que no era tan agradable. Recuerdos de malas sensaciones, oscuridad, obscenidades y muerte. Se quedó callada sin poder dejar de mirarse al espejo. No sabía cómo contar su sueño y que no la tomaran con ella por cualquier motivo. Pero si había una persona a la que podía contárselo.

Volvió a mirarse en su reflejo, pero en este vio a Rainer, como si hubiera leído su mente pues solo había una persona a la que le contaría lo que soñó y ese era él. Claro que al girarse y oírle, le miró absolutamente preocupada. Todo parecía llegarle a Prue de forma ralentizada, no quería abandonar las bonitas sensaciones de su sueño.

- Rainer... - Dio unos pasos hacia él, cerrando el espejo pero le vio diferente, perdido, desubicado, como un... demente. Era totalmente otra persona. - Que... que... ¿Qué le pasa? - Preguntó a los demás sin dejar de mirarle, acercándose a él con precaución.

Notas de juego

Como no me dejan ver al Sr. Holtzmann lo he puesto así, pero si me he equivocado y Rainer está abajo, corrijo.

Edit: Post corregido, viendo a Rainer!

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30/08/2021, 23:25
Rainer Maria Holtzmann

Mientras todavía caminaba de un lado para otro, Rainer escuchó a Von Haus decir que había visto a Prudence convertirse en árbol en su sueño. Escuchó las historias de Tak y Remo. Se detuvo junto a la mesa en la que anoche había cenado con Prue. Se sentó en una de las sillas. Una pierna le temblaba en un tic nervioso. Sobre la mesa todavía estaba aquel arsenal de chocolatinas, pero Rainer esta vez las miró con cierta indiferencia, con los ojos muy abiertos y perdidos.

Vio a Prudence que se le acercaba con cara de preocupación. Se acercaba despacio. Rainer la miró con los ojos muy abiertos, interrogantes, mientras se le aproximaba. Sin levantarse de la silla, contestó a Tak y Remo:

Una bestia... Una bruma... El bosque...

Un escalofrío le recorrió el cuerpo a Rainer. Se notó porque tembló ligeramente, de arriba abajo.

El sueño. No es un sueño. Ahí —señaló hacia la puerta, hacia el bosque—. Es un demonio. Es una diosa. ¿No os dais cuenta? Es la muerte. Nonono, es peor que la muerte. Es la nada. Nonono, peor que la nada. Es la náusea. La náusea. Eso es. Ese es el secreto: el cosmos es una gran náusea, una gran arcada. Huele a cadáver, señor Williams, sí, huele a podrido. Pero está vivo, vivo.

A continuación, se inclinó ligeramente hacia adelante. La silla crujió. Tras hacer una breve pausa dramática, habló en un susurro:

Está ahí arriba. —Apuntó con su dedo hacia arriba—. Pero también ahí fuera. —Señaló hacia la puerta—. Arriba es abajo y abajo es arriba: hay raíces en el techo y la escalera que sube te lleva hacia abajo. Yo he entrado: he bajado al subir. La he visto. Lo he visto. A ella. A eso. He entrado...

Guardó apenas unos segundos de silencio, como si quisiera que aquellas palabras resonaran despacio en la madera de la cabaña. O, quizá, simplemente porque no sabía cómo continuar. Miró hacia la puerta con deseo. Se levantó de la silla y caminó hasta la puerta rápidamente. Miró hacia afuera. Volvió a temblar ligeramente por un escalofrío y se dio vuelta rápidamente.

Nononono. ¡No!

Los miró a todos ellos de nuevo.

Lo que habéis visto en vuestros sueños es sólo un pedazo de esa náusea. ¿Una bestia? No hay ninguna bestia. —Hizo un gesto con su mano al decir esto, como si desechara esa idea con desdén—. Los ojos de la bestia, los ojos. Son el secreto del cosmos. Detrás de los ojos, dentro de los ojos. ¿No os dais cuenta?

Miró de pronto a Prudence, como si hubiera descubierto algo en ese momento.

Tú los has visto. Tú has visto sus ojos, ¿verdad? Tú sabes, ¿verdad? Un momento —dijo tocándose la frente mientras miraba a Prudence—. Oh no...

Su gesto manifestó estupor, sorpresa. Miró a Von Haus. Se acercó rápidamente a él, hasta quedarse a menos de un metro de él. Le habló en alemán durante un rato, con un notable nerviosismo, alternando entre los susurros y voces más fuertes, gesticulando intensamente con las manos. Mientras le hablaba, en un momento dado, señaló a Prue con su dedo. Después se señaló su propia frente mientras seguía diciendo algo en alemán al doctor.

Se volvió hacia Prue. Se acercó despacio hacia ella, hasta quedarse a apenas un palmo de distancia. La miró atentamente, con los ojos muy abiertos, con miedo. Miró la runa de su frente y la miró a ella a los ojos. Y, después, murmuró unas breves palabras mirándola, unas palabras en alemán. La miraba aterrado, pero también había en su gesto una sombra de curiosidad, casi de deseo. Y, finalmente, puso una mirada de asco, antes de separarse de ella y volver a sentarse, nervioso.

Miró a Von Haus desde la silla y le murmuró algo en alemán mientras asentía lentamente con la cabeza.

Notas de juego

Lo que Rainer dice en alemán se lo pongo en privado a Von Haus, que es quien lo entiende.

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30/08/2021, 23:28
Rainer Maria Holtzmann

A Von Haus:
Tú la has visto, ¿verdad? ¡En tu sueño! ¡A ella! —señalando a Prue—. ¡Ella es el bosque! ¡La mujer ciervo! ¡¡Ella es la mujer ciervo!! La runa, la runa. La runa en su frente —señalándose su propia frente—. Es la marca del bosque, estoy seguro. Ella es la diosa del bosque. No, no la diosa, el demonio. El espíritu maligno de este bosque. Ella es la náusea. Joven y fértil por fuera. Podrida por dentro.

***

A Prue (en un susurro que Von Haus llega a escuchar):
La mujer ciervo. Tú eres la mujer ciervo. Lo sé. Sí. Lo sé. Bonita por fuera, podrida por dentro.

***

Desde la silla, a Von Haus (murmurando y asintiendo):
Es ella. Es ella. Podrida por dentro. La mujer ciervo.

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31/08/2021, 13:55
Tak Yagami

Tomé mi sombrero y agradecí el gesto a Remo alzando el pulgar mientras lo depositaba sobre mi rodilla a modo de perchero. Había preferido quitarme la camiseta, ahora hecha jirones, y sentarme en el suelo, la espalda contra la pared de madera, tratando de asimilar lo mucho que dolía la condenada herida que surcaba mi pecho.

Escuchando a Rainer me di perfecta cuenta de que yo no era el que había quedado peor tras aquella noche de locura y pesadilla. Diablos, hasta el hosco Von Haus me parecía más cuerdo en estos momentos.

Escucharle, le escuché con atención; pero la verdad es que Rainer profería sinsentidos en una concatenación que desafiaba, por cadencia, la velocidad de un monoplaza de la NASCAR tomando la recta que conduce a la meta. Tuve la sensación de que su viaje onírico había sido más intenso, quizás más profundo, hasta el punto de que dudé en riguroso silencio de si volvería a hablar con el Rainer que había conocido el día anterior. Y lo irónico del asunto es que tenía tres cortes graves en el pecho para recordarme que mis heridas estaban peligrosamente cerca de catalogarse como mortales. Con todo, tenía claras mis prioridades. Prefiero tres puñaladas en el abdomen que una tarjeta de ida sin retorno al manicomio, gracias.

Me he peleado con un tigre. —repliqué a Prue cuando me preguntó por mis heridas mientras cerraba los ojos y trataba de concentrarme en aislar, en vano, el dolor lacerante que me corroía el torso. El sudor frío que evacuaba mi cuerpo no ayudaba, como tampoco los temblores que agitaban mi espinazo. 

No tengo claro quién ha ganado. —alcancé a decir consciente de mi humor absurdo. Aún no tenía idea cómo la cosa que me había atacado me había herido de gravedad, pero quise intuir un amago de respuesta en las palabras de Rainer.

Encontré a la chica preocupada, en particular por Rainer. Quería saber qué le estaba pasando por su cabeza para hablar como un demente. No me sorprendió. Todos queríamos respuestas -nadie más que yo- pero tuve la sensación de que empezaron a intimar la pasada noche, algo que ya intuí probable porque, de los dos alemanes, Rainer parecía el más fácil de tratar. Ahora ya no lo tenía tan claro.

Ha tenido una mala noche. Como la de todos, parece... Excepto tú. —dije mirándola de soslayo, sin entrar en mayores explicaciones. Sé por experiencia que la mente no es hueso, tampoco carne. No puede soldarse, tampoco cicatriza. Al menos no como una herida normal. La mente no sangra. Si la hieres, recuerda, y la reminiscencia persiste en ti, aguardando evocarse de nuevo entre las nieblas del tiempo. Si se fractura, jamás vuelve a recomponerse. Permanece agrietada, como la brecha en un muro, y entonces los demonios comienzan a entrar en ella.

Me llevé un dedo a la frente, muy despacio. Luego señalé a Prue, apuntando a la suya, ahora grabada por el extraño glifo.

Me parece que tu marca duele menos que la mía. —dije con una leve sonrisa que se vio sucedida de una ronca tos. —Y luce mejor... Dios...

Rainer intercambió varias palabras en alemán con su compatriota, momento en el que miré a Von Haus.

¿Qué ha querido decir, Dok?

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31/08/2021, 15:33
Remo Williams

Remo era un hombre simple. No le gustaban los dobleces y las sutilezas las dejaba para el póker. Le gustaba pelar las cosas como una fruta y ver de qué color era dentro. Si estaba bien, se la comía, si no, la tiraba.

Aquello tenía toda la pinta de no poder ser tragado. La sensación de que habían sido atacados en sueños, de que Von Haus hubiese aparecido de la nada, del extraño tatuaje de Prue y de la herida de Tak, sin mencionar el descenso a la locura de Rainer, simplemente no le entraba en la cabeza, era como aceptar que lloviese para arriba. 

Le había costado superar la desaparición de Brian, al punto que había aceptado viajar a la maldita Noruega para darse un poco de paz mental, alguna respuesta, una explicación razonable. ¿Y que había obtenido? Un carnaval lisérgico de sucesos aún más inexplicables. Ya era suficiente.

Había escuchado a cada uno. Había intentando entender lo que decía Rainer, incluso. Pero nada tenía sentido. Y estaba empezando a sacarlo de sus casillas.

- Bueno, ya está bien -sentenció, como si todos comprendieran.

Buscó casi con desesperación un ladrillo, una piedra grande, una madera, alguna herramienta lo suficientemente contundente para la tarea que se había propuesto. Una vez que encontrara algo así, subiría, no sin antes avisar.

- Ahora vengo, tenemos que irnos de aquí ahora que ya es de día, necesitamos que alguien vea eso -señalando el pecho de Tak.

Si nadie lo detenía estilo fútbol americano, subiría al maldito desván y dejaría el puto muñeco hecho papilla, o lo más cercano. Sería una forma de desquitarse contra lo que no se podía entender. Aquello sí que se entendía, era un muñeco que respiraba. Bueno, no por mucho tiempo. Esa era la solución que tenía Remo cuando quería pelar una fruta y resultaba una cebolla. No podía soportar que debajo de las capas hubiera otras capas, y luego nada.

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02/09/2021, 15:34
Albert Von Haus

Fui grabando las palabras de los sueños de cada uno, al menos de aquellos que se atrevieron a contarlos. Parecía que, dentro de lo malo, el mío había sido el menos traumático a lo que mentalmente. Pero físicamente me había dejado roto y cuando Remo me explicó que había desaparecido y corrí por el bosque, todo cuadraba más.

Iba a contar el mío, en vista de que Prudence no quería hablar del suyo, pues que veía que algunos de ellos, en concreto el de Remo y Tak parecían tener algún tipo de conexión. Quizás el de Prue y el mío... lo veía improbable... pero el simbolismo junto a la marca de la frente...

Entonces Rainer comenzó a hablar, más sereno, pero igual de ido.

No había que ser un experto en psiquiatría para saber que lo que hubiese soñado aquel hombre, le había quebrado la cabeza por dentro y sin un tratamiento adecuado, seguramente jamás recuperaría la cordura. Lo que me llevó a ver el poder que tenía aquella cosa y mi mente me dejó claro algo.

De alguna manera se alimentaba de nosotros.

Éramos sus juguetes, sus presas, pero algo teníamos que le daba más poder. ¿Por qué sino aquella proposición?

El oriental me preguntó por lo que me había dicho Rainer. - Palabgras sin sientido. Mäs locugra pogr ahogra. Solo cuando hable Pgrue, podgre sabegr si es ciegrto lo que dice o no. - Le dije a Tak y pensé que quizás fueron el sueño de Rainer y el de ella los que se habían unido. Tenía más sentido que el mío. - Contagre mi suegno, piegro es biastante... - Miré a Rainer, esta vez no me ayudaría con las palabras. - ... bueno, ya sabgreis pogr que me costagrá tanto contagrlo cuando empiece. Tak, ¿lo piuedes ggrabagr? - Le dije pasándole la cámara mientras veía a Remo nervioso.

- Nein fui consciente de que sialia de aquï, piegro veo que fue greal, pogrque en mi sueño cogrrïa desnudo dietgras de... - Me ruboricé en aquel momento y bajé la mirada. - ... la jioven Pgrue, quien cogrrïa desnuda buscando que la atgrapase. No habïa cojegra, no habïa dologr y cogrrïa como un joven... llegamos a un agrroyo, a una isleta y me pidiö que la hiciese suya... - No iba a entrar en más detalles en aquel punto, pero se me notaba que estaba incómodo contando eso a un grupo de desconocidos. - Opté pogr enseñagrla que habïa mäs que algo tan... digrecto y entonces vino. Sacudïa los ärboles con violencia. Pgrue estaba demasiado... no impogrta, piegro nein se dio cuenta, hiasta que me levantë y tendï la mïa mano hacia ella piagra cogrrer y huigir.

» Pgrue fue entonces absogrvida pogr el bosque. Ël hablaba a tgravës de ella. Sabïa que estaba al otgro lado del agrroyo, migrando, pegro fue Pgrue quien me mandö el miensaje mientgras se iba convigrtiendo en aquella especie de ägrbol, mezclado con flogres y musgo. Hegrmoso y agrmonioso, piegro solo consegrvaba su grosto. Ya no egra Pgrue, egra un pedazo mäs del bosque. Me dijo que no podíamos huigr, que el bosque egra su hogagr. Luego me ofgreciö quedagrme allï con ella pagra siempgre...

Guardé silencio, tratando de recordar lo demás y dejando que los demás pensasen en ello y en la runa de Prue en su frente. - Le pedí tgres cosas. No iba a quiedagrme, pues la etegrnidad egra mucho tiempo, piegro quegrïa sabegr mäs. La lengua de Pgrue se convigrtió en un bgrote de espinas... sus palabgras... egran la clagra pgrueba de que sabïa que no iba a quedagrme aun complaciendo mis peticiones. Y antes de huigr migré hacia al bosque... no le grecuegrdo bien*. Piegro egra ggrande y piesado, con una ggran fuegrza.

Y volví a guardar silencio, para ver si alguno se daba cuenta de lo que iba a decir a continuación. - Si llego a aceptagr, ahogra segrïa como el hombgre de cagrtön de agrriba. Siegugro que lo que vive aquí le mantiene pgreso y vivo, en un suegno magravilloso, como el mïo... y tal y como dijo, piagra siempgre... Si le miatamos, le enfadagremos, eso segugro, piegro puede que le quitemos mäs piodegr al hacegrlo. En mi mochila hay una hiacha de mano... Yo nein puedo casi caminagr... piegro si buscäis, ahï estagra. Es decisiön de tiodos que viva o muegra... pogrque es un hombgre atgrapado en una falso vida y piuede que una fiuente de podegr piagra lo que vive en este bosque.

Y dicho todo esto, bebí algo más de zumo y le pedí a Tak la cámara con la mano. - Sialvo que quiegras ggrabagr lo que piase agrriba, quiegro que Pgrue le cuente a la cámagra su sueño. Puede que el de ella, salve a Grainegr.

Luego miré la herida de Tak y pensé en lo que le había pasado. - Tiengo un botiquïn tambiën, si alguien sabe algo de pgrimegros auxilios, que lo busque. Yo, necesito descansagr. - Y me aferré al muslo, que aún me dolía horrores.

Notas de juego

* El máster no me dio descripción alguna, así que dejaré como que le olvidó.

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03/09/2021, 00:37
Director

Algunos hablaban. Von Haus explicó su sueño. Curiosamente, todo era nítido en él salvo la criatura que parecía haberle perseguido. Aún sentía algo cuando pensaba en el cuerpo desnudo de Prue, preguntándose si el cuerpo de la Prue real sería igual que el que había visto. Ahí estaba, enfrente de él, con solo extender el brazo podría tocarla. No, podría volver a tocarla, sentir su piel, su juventud, su júbilo y descaro. Aquella idea le turbó durante unos momentos, viéndose atrapado dentro de su propia mente. Lo vería más tarde, en la grabación. Se había quedado helado, ensimismado, tras unos barrotes que le impedían continuar. Terminó con la historia hasta dejar caer sus impresiones.

Rainer también hablaba. Deliraba. Había, no obstante, algo de razón en su inconexa charla. Pero no podían verlo. Ni el mismo Rainer podía a pesar de que estaba convencido de que todo lo que decía era lógico y estaba cargado de sentido.

Otros callaban. Tak no se explicó mucho. Sus heridas eran graves y le dolían. Cada vez que tomaba aire sus tres heridas se abrían ligeramente provocándole un dolor incómodo y persistente. Un recordatorio de que no era bienvenido allí. De todos los presentes él era quien más cerca había estado de ser cazado. A Prue la habían marcado, pero a él también, de forma mucho más dolorosa.

Tak era más de escuchar, siempre buscando una conexión, un hilo del cual tirar para llegar a su final. Prue no se justificó, no ahora. Tak parecía acusarla, había perdido la protección de su paladín Rainer y Von Haus había soñado con ella, ese viejo sátiro. No lo veían, pero lo sentían. Aquella muchacha, aquella mujer, era el eje de sus vidas en aquel momento. Todo parecía girar a su alrededor. Incluso Rainer parecía tener algo en contra de ella. Algo que solo pudo esgrimir en alemán.

Remo no era como ellos, más sesudos, más dados a la palabra. Remo tenía gasolina en las venas y era fácil de inflamar. Las historias se habían ido relatando. Ahora le tocaba hablar a él en un idioma que todo el mundo podía entender. Salió fuera de la casa regresando con una piedra de gran tamaño. Von Haus le había tendido el hacha pero para entonces Remo ya había subido corriendo las escaleras. Si el camionero se sentía atraído hacia el torbellino que era Prue, no dio muestras de ello. Para él todo era más sencillo que aquellas teorías que exponía Von Haus o que lo que Rainer estuviera diciendo. Esa cosa les había atacado. Si lo destruía, sobrevivirían.

Cara a cara enfrentó el muñeco; el ser vivo. Lo propinó una patada, tumbándolo en el acto. Era muy ligero. Al caer hizo un sonido quebradizo. Remo se lanzó contra él sin piedad. La piedra que tenía en la mano partió el cráneo como si fuera una cáscara de huevo. Hundió más aún el torso, el cual sonó como un pedazo de oblea al quebrarse. Remo siguió golpeando. Era más fácil de lo que pensaba. Aquella cosa tenía la resistencia de una vajilla de cristal, se deshacía a cada golpe, partiéndose en cientos de trozos pequeños, desintegrándose a cada impacto. Machacaba a la momia, solo era polvo y olvido. Cada golpe que propinaba rompía algo duro; quebraba huesos como maderas secas, reventaba órganos internos como pisaría uvas pasas, rasgaba la piel como si fuera de pergamino. Tan sencillo como partir una hoja por la mitad.

Al cabo de unos pocos segundos Remo ya no tenía nada ante sí mismo salvo polvo y restos. Había triturado los trozos más grandes mediante la piedra dejando tras de sí una papilla seca. Se quedó unos momentos contemplando su obra, esperando que temblase la casa o que un siniestro viento se despertase en el bosque para colarse en la casa. Nada. Debajo de su fruta pelada había una amarga cebolla y debajo, nada.

Regresó con los demás. Ahora podían seguir hablando de sus sueños e intenciones, él ya lo había hecho a su manera.

 

Notas de juego

Os pongo un mini turno solo para recordaros que sigo por aquí. Seguid hablando, por favor.

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03/09/2021, 23:34
Prudence "Prue" Hawkins

La mirada de Prue se clavó en Rainer como un ancla, y forzaba al barco que era su mente, en intentar afianzarse, no ir a la deriva; pero era un auténtico océano embravecido, Rainer se había vuelto completamente loco y la angustia comenzó a apoderarse de la chica. Cuando se le acercó a apenas un palmo, se mantuvo serena, pues en todo el tiempo había mostrado endereza -a excepción de cuando había visto la marca de su frente- pero tras todo lo que su boca decía, aparentemente sin sentido, sus ojos parecían encontrar la verdad, y Prue buscó en ellos algo de cordura. Pero entonces... llegó esa mirada de asco.

La nariz de Prue se abrió y el labio superior se arrugó hacia arriba lentamente. Luego hizo un esfuerzo por mantener los labios cerrados para no enseñar sus dientes y un gesto de dolor intenso. Arqueó sus cejas, bajó la barbilla y entonces escucharon hablar en alemán a los hombres. Vio con sus ojos como Remo subía a 'acabar con aquello' mientras su corazón latía acelerado. La decepción y la aversión que Rainer había mostrado hacía ella había sido devastador. Sus ojos al final pararon en Tak, pero no sin antes mirar a Von Haus, escuchando todo su relato, asimilando lo que había sido en su sueño, o su realidad alternativa, según creyesen.

Tenía las manos hacia abajo, los puños cerrados y una de ellas, agarraba con fuerza el espejo de mano. Lo volvió a meter en la mochila viendo cómo había dejado marca en su palma, y buscó su propio kit de primeros auxilios, que había llevado todo el tiempo. Allí parecían todos vueltos locos, y nadie ayudar al pobre chino.

Se acercó rápido a Tak y aunque no sabía mucho de heridas, trataría al menos de desinfectar y ver si coser, o qué hacer, con ayuda de los demás o sin ella. Lo que contaba Albert también la tenía distraída pero quiso mantenerse al margen. No contó nada, absolutamente nada, tenía miedo de que la fueran a repudiar o quemar cual bruja en la Inquisición.

Tomando el rol de 'enfermera de guerra sin tener ni puta idea de medicina' buscó alcohol y gasas mientras miraba el pecho de Tak de reojo, sus manos se movían con premura. En cuanto pudo, comenzó a limpiar la herida con alcohol.  - Me dejas sin palabras Albert... Aunque me creo todo... lo que has contado. - Alcanzó a decir sin mirar a nadie, tratando de ayudar al pobre Tak que sufría sin que nadie le echase una mano. ¿Cómo contarles? ¿Por dónde empezar? ¿Qué le había dicho Rainer en alemán a Albert? Una cosa estaba clara, fueran o no realidad los sueños que tuvieron, ella parecía la mas cuerda y la mejor parada de todos ellos.

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04/09/2021, 02:51
Rainer Maria Holtzmann

Rainer se había quedado de nuevo sentado a la mesa. Nervioso. Vio a Remo subir con un ladrillo, una piedra, lo que fuera. Desde abajo, oyó los golpes. Imaginó lo que estaba pasando. Se puso nervioso. Nervioso. Eso no era bueno. No era bueno. Nervioso. Nervioso. No era bueno. Cuando vio bajar de nuevo a Remo, lo miró con unos ojos en los que podía leerse la admiración y, al mismo tiempo, el odio.

Te perseguirá. La has cagado. Te perseguirá. La has cagado, tío duro. Pum, pum. Golpe, golpe. La has cagado. No lo sabes aún, pero la has cagado. Ya. Sí. Bien cagada. Enhorabuena, tío duro.

Resopló, como con fastidio.

Tonto —murmuró en voz baja.

Pero el sueño de Von Haus. ¿Aquel hombre era idiota o se lo hacía? ¿«Palabras sin sentido» había dicho? Y a continuación contó su sueño. ¡Era jodidamente obvio!

Estás ciego. Estás ciego, Doktor. No ves. —Miró al resto—. No veis. Ese es vuestro problema. No veis. Pfff… Todavía estáis metidos en una ilusión. Lo tenéis delante de la cara, pero no lo veis. Os golpea la cara, joder. —Rainer se dio una palmada en la frente—. Así, coño, así. —Volvió a darse una palmada en la frente, esta vez más fuerte—. Pero ni aun así lo veis.

Volvió a resoplar con fastidio.

Entonces, Prue esquivó hablar de su sueño. Este detalle no se le escapó a Rainer. Von Haus le preguntó explícitamente, pero ella —muy hábilmente— guardó silencio. Rainer la miró con suspicacia y, después, vio que sacaba algo de su mochila. Alcohol. Quería ponerle alcohol a las heridas de Tak. Rainer se levantó corriendo y, cuando Prudence estaba a punto de ponerle alcohol a Tak, golpeó las manos de la muchacha con fuerza. El alcohol cayó al suelo.

Nein! ¡Alcohol en heridas nein! ¡Povidon! Cómo se dice… Povidon-Iod! En inglés, cómo le decís… ¡Bah! A la mierda. Qué importa, ponle alcohol. Y luego bebedlo entero. Da lo mismo. Ya da lo mismo. Todo da lo mismo.

Y le pegó una patada a la botella de alcohol que había quedado en el suelo, antes de volver a su silla a sentarse. Al hacerlo, miró las chocolatinas. Las revolvió un poco con la mano. Agarró alguna y las fue tirando por encima del hombro mientras murmuraba:

Esta no… Esta… tampoco. Esta no… Esta… una mierda…

Finalmente, agarró una, la abrió y se la comió de dos bocados.

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04/09/2021, 11:03
Tak Yagami

¿Al...cohol? No, no, no, no. ¡Quieta, quieta, quietaaaaa! —dije alzando las manos ante el avance de aquel proyecto de enfermera asesina llamada Prudence con un frasco de alcohol en mano.

Tuve suerte por que Crazy Rainer, aquel entrañable chalado que me estaba bombardeando con fuego de mortero con sus chocolatinas, salió raudo con un ataque espasmódico y arrebató a Prue el frasco, arrojándolo con una patada por los suelos.

Era rápido como una cobra y parecía asentarse en su demencia, una que empezaba a parecer haber venido para quedarse abrazada a él, algo que me preocupó porque ahora, además de lidiar con los enigmas de la introvertida Prue y con el acento corrosivo de Von Haus, tendría que interpretar cada palabra, cada frase construida con delirante mimo por Rainer.

Escuché a mi colega de pillerías oníricas Texas Ranger salir de la casa enrabietado y volver, listo para hacer algunas reformas en el piso superior de la cabaña. No me pareció la idea más inteligente, pero suelo seguir un credo particular: no discutas con un hombre armado con un ladrillo.

Inspiré y expulsé un largo suspiro, consciente de que tenía que centrarme, que centrar a todos. Intentarlo, al menos. Porque de eso se trataba. O empezábamos a ayudarnos a juntar las piezas del brumoso puzle que teníamos sobre la mesa o empezaba a dudar que saliésemos ilesos de aquel maldito bosque. Desde luego, yo tenía un bonita recordatorio en el pecho a modo de advertencia.

Entre tú y yo... —dije a Prue rascándome la cabeza tras el impacto de una barrita de chocolate del calibre cuarenta y cinco. —¿Quieres matarme? ¿Eh? ¿Tienes algún desinfectante? ¿Algo para lavar la herida? —le pregunté más con humor que con rencor. No quería sonar como si recriminase su actitud. Al fin y al cabo, había dado un paso adelante por ayudarme. Hasta le sonreí con sinceridad.

Carraspeé. 

Bueno, tal y como yo lo veo, su sueño, Doktor Von Haus, además de perturbador por la persecución a una menor con ánimo libidinoso, es bastante simbólico. —miré a Prue encogiéndome de hombros. —Perdón. Acabo de recordar que tienes los dieciocho. Eres toda una mujer, a buen seguro lejos de tu virginidad. —comenté con la mayor naturalidad del mundo, sin pestañear siquiera. —A ver, puedo entender el sueño de Von Haus. De hecho, mejor que el de Rainer. —Extendí la palma de mi mano a Rainer a modo de disculpa. Cogí una chocolatina. —Sin ofender, hermano. Doktor, según dice, usted pidió tres cosas... ¿Qué tres cosas?

Busqué con la espalda la pared mientras guiaba a Prue para limpiar la herida sin que mi hiciese restallar en agónicos alaridos. No habría quedado demasiado bien con mi discursito detectivesco.

Bueno, no crea que quiero ahondar en sus intimidades, Dok. No lo creáis ninguno, por favor. Me limito a tratar de descubrir qué está pasando y cómo podemos salir de este bosque. Es evidente que a todos nos está pasando factura. Salvo a Prue. —le guiñé un ojo. —A ti se te ve radiante, chica. Parece como si te tratase con esmero. Con cariño. Con... ¿Amor?

Le pegué un bocado a la chocolatina.

Rainer tenía razón.

Sabía a mierda.

Si doy por válido lo que cuenta el Doktor, deduzco que la cosa que teníamos en el desván era un antiguo huésped del bosque. ¿Me seguís? —miré a Remo. —Es decir, que puede que creas que has roto un mueble o algo así, pero me parece, amigo mío, que era algo más que un perchero. Aunque no te acuso de nada, quiero que lo sepas. Me parece que te debo la vida.

Tragué la chocolatina por decencia y dejé en el suelo el resto.

Me pregunto por qué el bosque se quedaría a ese tipo como recuerdo. ¿Quién sería? ¿Qué haría por aquí? ¿Pasearía solo? ¿O en compañía de algún extraño como nosotros? —me dije cerrando los ojos y espirando lenta y profundamente pensando en el poseedor del mapa que tenía Prue cuando la conocí. —Quizás siguió a su propia Prue en otra vida, en otro sueño. Como Dok, aquí presente. —Abrí los ojos y los clavé sobre la chica al tiempo que tensaba el rostro. —O quizás a la misma Prue.

Señalé su runa, la que carecía de explicación, pero no de significado. La palpé con el dedo.

Yo también estoy marcado. Y no me refiero a estas bonitas cicatrices. —Bajé la mirada, mi rostro ahora se tornó sombrío.

¿Habéis oído hablar de esos críos solitarios que tienen amigos imaginarios durante su infancia?

Reí por lo bajo.

Bueno... Soy uno de esos. Solo que mi amigo nunca me ha abandonado. Ha crecido conmigo.

Miré fijamente a Prue.

¿Quieres conocerlo—disparé a quemarropa.

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04/09/2021, 11:48
Tak Yagami

Notas de juego

En privado declaro que estoy estudiando el rostro de Prue para saber su reacción.

He lanzado ahí varios ganchos sutiles, a ver qué pesco ;-D

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06/09/2021, 03:08
Remo Williams

Toc. El golpe resonaba con eco contra la madera. Toc. La mente de Remo estaba casi en blanco. Toc. Su mano apretaba la roca como queriendo exprimirla. Toc. Toc. Toc.

Siguió golpeando un rato luego de que no quedara nada. Había descargado su rabia y su frustración contra aquello, fuera lo que fuera. Había escuchado a Von Haus teorizar sobre que tal vez fuera un inocente, atrapado en aquella carcaza, a merced de lo que fuera que los había acechado en sueños. Pues mejor, aquello no era vida. Si él llegara a esa instancia pediría por favor que alguien terminara con su sufrimiento. Y si no era un inocente y fuese algo relacionado a aquella bestia, aquel espíritu del bosque o lo que fuera, bien estaba destruído. Le hubiese gustado recomponerlo y volver a detruirlo.

Respiraba algo agitado. No por el ejercicio en sí, sino por otra cosa. Nervios, ansiedad, desasosiego. Lo había descargado todo. ¿Y por qué se sentía vacío todavía? No podía engañarse, no había logrado nada. Dejó la roca a un costado y cerró su puño sobre su frente, en medio de los ojos, hasta que recuperó la compostura.

Bajó lentamente, con cierta verguenza. Rainer auguraba que la cosa esa lo perseguiría. Que lo intente, pensaba Remo. Aunque deseaba internamente que no lo hiciera. 

Luego se quedó de brazos cruzados escuchando a los demás, lo que tenían para decir. Teorías, secretos, reflexiones. Disparates. No era suficiente con la desaparición a lo Houdini de Von Haus, la locura de Rainer y los secretos de Prue, que ahora venía Tak a hablar sobre su amigo invisible.

- Deja a tu amigo dentro de la bragueta, colega, este es un lugar familiar -se animó a bromear, aunque esperaba que estuviese hablando de su miembro y no de un amigo invisible "real". Ya eran suficientes desquiciados, contandose a él mismo.

Luego de lo que fuera a hacer o a decir Tak, interpelaría a Rainer.

- Oye, tú pareces saber mucho de esto. ¿Vas a largar lo que sabes o no? Basta de delirios, cuenta quien o qué es eso, que demonios viste en tu sueño y todo lo que sepas si aprecias tu dentadura -lo amenazó. Si hacía falta (es decir, si no hacía lo que le pedía) lo tomaría de la solapa, lo pondría contra una pared y le preguntaría lo mismo de una manera no tan amable. 

Fueran las que fueran las respuestas, concluiría lo mismo.

- Tenemos que irnos de aquí.

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06/09/2021, 10:36
Albert Von Haus

- ¡Holtzmann! - Exclamé para luego hablarle en alemán. Mi mirada y mis gestos parecían buscar calmarle.

- Lo siento. Me grresulta mäs fäcil ayudagrle en nuestgro idioma nativo. - Me disculpé ante todos y miré a Tak inicialmente. - Has cogrregido bien. No es un mienogr. - Aunque yo pudiese ser su padre. Luego miré a Prue, quien dijo que se creía mi sueño.

- ¿Quë pagrte, mein Freund? Esa en la que jiuegas conmigo y me haces piegrseguigrte pogr el biosque hasta el agrroyo? ¿La quë te tiendies en la suelo y me pides tü que te haga mïa? ¿La pagrte dönde te ensegno el expegriencia de alguien de la mïa edad o cuando viene... eso? Pogrque han pasiado muchas cosas en ese suegno. ¿Quë sognaste tü? ¿Con quien? Y trianquila. Së que soy una viejo tullido y nein tiengo posibilidades con tú. - Le dije claramente a la joven. Si a mi edad no podía decir esas cosas, ¿cuándo entonces?

Miraba a Remo y a Rainer, no sabía cual de los dos estaba más nervioso por meterles básicamente en el mismo saco.

- En mi mochilo hay un biotiquïn. Pogr favogr, no me hagäis igr a buscagrlo. El piegrna me estä matando de dologr y con mis mianos con bagrro iba a segr toda peogr. - Y por un lado, cuanto más tiempo estuviésemos allí, mejor para mí. Mi dolor se mitigaría algo y no tendría que ir colocado por el bosque, más ahora que sabía lo que nos observaba.

Más o menos.

- Eso de ahï agrriba, estaba vivo y yo podïa habegr sido lo mismo si yo decido quedagrme con Pgrue en el suegno. Lo tiengo claro. - Aseguré con certeza y miré a Remo de mala manera. - Asï no loggrragräs nada con el doktor. - Le dije ante sus amenazas al hombre.

Prue seguía guardando silencio ante nuestras palabras y era lo que menos me gustaba. Al final ella sería apaleada por bruja o por ser la favorita de la criatura del bosque. Cada vez lo veía más claro. Sembrar desconfianza entre desconocidos era algo muy fácil de hacer.

Tak parecía querer seguir con sus bromas, pero no olvidé su pregunta.

- Tgriatgre de hacegr entgragr en grazön a Pgrue, ya convegrtida en ägrbol, piegro ya fogrmaba pagrte del biosque, quizäs siempgre lo fue y siolo jugö conmigo con lo que sabïa que me atgrapagrïa. Puedo segr viejo, piegro no estoy ciego. - Aclaré a todos antes de seguir.  - Y Pgrue iestä muy... ¿buena? A lo que iba... ella nein quegrrïa cedegr piegro yo buscaba grespuestas. Grespuestas que solo ese ser podïa dagrme. Asï que le mentï, le dije que me quedagrïa sï obtenïa la grespuesta a tgres cosas. Habliaba a Pgrue, piegro sabïa que habliaba con ël.

Guardé un momento de silencio, para hacer memoria en una parte, en otra, porque me avergonzaba decir aquello en voz alta. - Que podgríamos segr felices en el biosque sin segr molestados pogr él, ni nosotgros ni nuestgros descendientes... que Pgrue me amagría hasta el final de mis días y la tegrcegra, vegrle a ël o sabegr lo que es. Pogr supuesto que biuscaba la grespuesta de la ültima pgiegunta, piegro nein es tionto.

Después miré a Remo. - Ja. Tienemos que igrnos. Cuando los suegnos queden dichos y veamos en el mapa la camino a sieguigr. A pagrte, niecesitagre unas diez minutos con la casa viacïa piagra mis... pgruebas. ¿Ja?

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06/09/2021, 11:25
Albert Von Haus

- Nein es momento para discutir. - Le dije a Rainer en alemán. - No podemos ponernos todos en contra de Prue ahora. A mí tampoco me gusta lo que estoy viendo. En mi sueño, no se si la usó esa cosa para atraerme y quedarme como el hombre de arriba o si Prue fue consciente en parte de ello.

Le miré fijamente a los ojos. - Necesito que hable, que cuente lo que sabe y si la atacamos todos se cerrará en banda. Tú eras su confidente y ahora la acusas... y sí, a mí  me gustaría cepillármela, pero lo primero es saber que está pasando y cada uno tenemos una pieza del puzzle. Mírame a los ojos, Rainer, tienes que encontrar  la pieza que te dio esta noche esa cosa y mostrárnosla y no, no me vale que señales a Prue con el dedo. Tiene que haber algo más. No quiero acabar como el ciervo ni como el hombre de arriba y menos aún perder la cabeza...

» Puedes ser el poli malo, yo jugaré a ser el bueno y con suerte algo sacaremos... - Y después de esto, volví a hablar en inglés a los presentes.