Partida Rol por web

Subísteis monte arriba, subidos a los caballos, y notábais que éstos estaba un poco recelosos en su paso. No tardásteis sino unos diez o quince minutos en llegar a lo alto del monte, el cual, cabe decir estaba casi en su totalidad copado de árboles. En un pequeño claro ya en la cima, se erigía en medio de éste una capilla románica de gran tamaño, pero tiene claras muestras de abandono... Mas bien de ruina.

En sus fachadas o muros semiderruidos podrían verse fragmentos caídos a los pies de las propias paredes y la vegetación había logrado colarse por entre las piedras y losas, arcos y suelos. Existía una única puerta gruesa de madera, y parecía... abierta.

 Miré nervioso a mi alrededor:

 - Voto a bríos, que este lugar no me place en absoluto...

¡Mirad, mi señor! ¡Alli arriba! -apuntó rápidamente Xacome con su brazo en alto y apuntando a las alturas-. Entonces, a través de su dedo vistes un medio derruido campanario en la parte alta, sobre los muros medio caídos. El campanario, que apenas era visible entre la niebla, carecía de campana alguna...

 Miro asombrado la ausencia de campana, cuando claramente habíamos escuchado una:

 - Pe..Pero... ¿Y la campana?.

 Miré a mi alrededor, para ver si había otra cosa fuera de lo común, aparte de la ausencia de campanas de suenan sin estar presentes...

No lo sé, mi señor... He de decir que tanto vos como un humilde servidor ha oido... el repicar de una campana. Mas aquí no hay -y en ese momento, lo que oíste fue la nuez de Adán de Xacome en movimiento, pues tragó saliva de pura duda-.

 Mostrándome suspicaz, algo lógico, dadas las circunstancias, le pregunto a mi compañero, en susurros:

 - ¿Ves algo raro, aparte de lo de la campana?.

No mi señor, sino ya se lo habría avisado, como hice con la campana -respondió el siervo-.

La niebla continuaba pululando por los alrededores.

 Miré fijamente la iglesia, antes de decidirme:

 - Vamos a entrar a la iglesia... ¿Te parece bien?.

Xacome asintió, sin pronunciar palabra. Fue entonces que os apeásteis de los caballos, y los atásteis a alguna de los aros metálicos y oxidados del muro exterior de la iglesia. Nada más entrar, vísteis, como era costumbre en cualesquier templo de Dios, la presencia de numerosas lápidas. Habíalas dispuestas en dos grupos. Las del lateral derecho se encontraban alineadas, y mostraban escudos como nobiliarios. Las del lateral derecho, eran claramente discernibles: eran tumbas de caballeros templarios (pues tenían por lápida su cruz característica de dicha Órden) En un lugar privilegiado en el altar había otras tres lápidas, con ciertas inscripciones bien labradas (aunque gastadas por el tiempo).

Algún búho se escuchaba a lo lejos.

 Mira las lápidas, tratando de leer en ellas...

Las tumbas están algo borrosas por el tiempo, pese a que su dibujo se conserva. No eres capaz de leer por completo los nombres, pero al menos te das cuenta de que aquellas tres tumbas pertenecen, sucesivamente, a uno de los condes de almazon, a un maestre de la Órden del Temple (no se lee bien el nombre) y a un tal "Alonso de Alcudiel".

Mientras tu te entretenías mirando las tumbas de la iglesia derruida, Xacome dio unos pasos a un lateral, asomando su cabecita por una entrada de corte románico aún bien labrada excepto una parte del arco, ya caído.

¡Mire, don Gabriel! ¡Mire allí! -dijo haciéndote ir hasta donde estaba él-.

Y entonces, tras la iglesia, vistes una especie de construcción (que era a lo que Xacome se refería). No parecía sino una cerca con un muro tapiado, no tan grácil y artísticamente como capiteles y columnas de la iglesia, pero igualmente hecho de la mano del hombre.

Parece, mi señor... -anunción el joven-. Parece como un corral... ¿no?

 Observé atento la construcción:

 - ¿Te parece reciente el edificio?. ¿Crees que esta habitado?.

Xacome hablaba con voz temblorosa, debido a lo tétrico del lugar y la sugestión originada entre tanta oscuridad, entre el repique, entre el caballero y el pañuelo y entre tanta niebla baja.

Lo dudo mucho, mi señor -respondió-. Parece todo como abandonado. ¿Qué es lo que manda?

 Examino la nueva construcción, mientras lo voy pensando...

 - Acerquémonos, pero con precaución y sigilo... - Le susurré a mi compañero.