Partida Rol por web

El efecto del poder de Cronos había desaparecido y todos miraron a su alrededor para buscar novedades y entonces, los vieron. En primer lugar, notaron la pose de Artemisa, quien parecía haber luchado hasta el último momento.

No muy lejos de ella, yacía Asclepio, cuyo rostro parecía sereno, pero cierto dolor podía reflejarse en él. Sufría dentro de su prisión, eso era seguro.

Por último, cerca de allí se encontraba Ilitía, en espalda parecía sostener aquello que siempre había dado razón a su vida, un pequeño bebé que se resguardaba en la diosa de la maternidad.

Y por último, vieron a Ares, quien parecía cubierto de bronce pero cuando menos lo pensaron, sus párpados se movían y su cuerpo también, aunque con una gran dificultad. Parecía luchar por deshacerse del bronce mientras respiraba cada vez más agitado. Tal vez era la angustia, tal vez su terquedad, pero el bronce comenzaba a ser absorbido por su piel como si de agua se tratara. En cuestión de segundos, se había liberado de la atadura de su cuerpo.

Pero eso no era todo. La estatua de Dionisio estalló en mil pedazos, sorprendiendo a todos los presentes. Todos pensaron que era el final definitivo para el dios del vino, aunque algunos albergaron la esperanza de que se había liberado pero nada pareció ocurrir. Justo cuando habían perdido la esperanza, algo sucedió con el pequeño niño que cargaba Ilitía. Su torso se rompió y luego su cabeza. El espíritu de un pequeño bebé salió de allí, creciendo a una velocidad sorprendente, formando aquel dios que había usado el vino como arma de conquista y venganza. Dionisio estaba vivo y había renacido como en muchas ocasiones anteriores.

Pero el regreso de Dionisio no era lo único que parecía ser una sorpresa, pues hubo una presencia más que apareció en el Olimpo, una presencia amable, cariñosa pero poderosa.

Zeus, Hades, Poseidón y Hera podían sentirlo, sabían de quién se trataba, la conocían. La buscaron y ella los miró con cariño para decir - Hijos míos, no saben cuanto lamento todo esto - tras estas palabras, se acercó a Zeus, aquel que había liberado a sus hermanos y le abrazó. Luego, se dirigió a Hades, el primogénito e hizo lo mismo, para seguir con Poseidón. Por último, miró a Hera y con un gesto maternal, tocó su mejilla, como si quisiera decir más de lo que podía salir de su boca.

Las cosas habían empeorado notablemente en un solo instante, no sólo había perdido a su padre y a su tío, además habían perdido al médico y a la cazadora. ¿Cómo iban a enfrentarse a esto sin su ayuda?.

Vio entonces como Dionisio renacía, pero ya no resultaba de alivio a su dolor. La perdida de su familia, de manera irremediable, era algo que no podía aguantar. Trato de reponerse, tenía que sobrevivir y ayudar a su madre en la dura tarea que tenían por delante.

Y entonces llegó Rea. Ya no sabía que pensar de todo esto.

¿Qué... Qué podemos hacer? ¿Por qué... Habéis votado a mi padre y mi tío? Sé que no habíamos llegado aún a un acuerdo sobre a quien votar, pero... ¿A ellos? ... ¿Qué sospecha guardabais de ellos?

No estaba enfadado, había visto esté tipo de actuaciones en los sueños de los mortales. Pero empezaba a pensar que el miedo había acabado con el razonamiento de los dioses. Él mismo empezaba a pensar que Deimos gobernaba su mente.

Una vez el poder de Cronos dejó de hacerse patente, observó a su alrededor, manteniendo su mirada desafiante a Perséfone y Poseidón. Sonrió con suficiencia, negando con la cabeza en reprobación al patético acto de aquellos dos.- Aún no... -

Observó las nuevas estatuas presentes, y alejándose de Hera se acercó a una de ellas, la de Artemisa, tras comprobar con satisfacción el regreso de Ares y Morfeo. Puso su mano en el hombro de la broncínea diosa, lamentandose del estado de los dioses.- No... Estos números no seguirán creciendo... - Y antes de seguir hablando, se percató de la presencia de Rea. Sentía en aquella un enorme poder, pero también una bondad que la distinguía de Cronos. 

Se acercó a su madre, sonriendo. Recibió el abrazo de su madre con los brazos abiertos, para luego dejarle avanzar hacía el resto de sus hermanos. - Nosotros lamentamos más todo esto, pero por favor, llevamos días en la total confusión... Arroja luz sobre los actos de Cronos, te lo suplicamos.

Rea escuchó las palabras de su hijo menor con temor y lo miró con ternura - Créeme que si supiera algo que pudiera ayudarlos, lo hubiera dicho. Desgraciadamente, Cronos nos ha dejado fuera a las titánides por alguna razón. Tal vez aún haya algo de bondad en su retorcido corazón - tocó su pecho aunque sabía que esa esperanza era fútil.

- Solo sé que algo queda de las esencias originales y sé que puedo hacer algo para ayudarles - después de que dijera eso, vio en silencio como Zeus se acercaba a la estatua de Artemisa.

No hizo falta sino un roce de sus dedos para hacer que la estatua de Artemisa temblara mientras los pedazos de bronce caían de a poco, haciendo que la brillante piel de Artemisa destellara por todas partes. Su venado correteaba inquieto la estatua mientras veía los blancos cabellos de la diosa resplandecer con un nuevo hálito de vida. Poco a poco, esos brazos que permanecían amenazantes volvían a relajarse y a bajar el arco, mientras sus piernas eran liberadas de su encierro y hacía además de caerse, desmadejada, frágil, tal vez mortal por un momento. Para un dios, morir y volver a la vida era algo que le era completamente desconocido. Por lo tanto, no supo controlarse pero su compañero animal la recibió en su lomo para que no cayera al suelo.

Poco a poco, recuperó la fuerza, volviendo a ser la guerrera que siempre había sido. Se levantó despacio y agradeció a su amigo por la ayuda mientras miraba a todos aquellos que estaban vivos, quedándose un momento en su hermano gemelo, Apolo. Sonrió levemente. Sí estaba de vuelta.

- ¡Ares!

Aún estoy abrazando al Dios de la Guerra cuando siento que su cuerpo comienza a convertirse en bronce, y en un movimiento reflejo me separo un paso, con el rostro desencajado por el miedo. Observo cómo su piel se endurece poco a poco con terror, pero algo ocurre que me hace cambiar el gesto, por unos ojos muy abiertos, como quien presencia un milagro.

Parece que se resiste y consigue vencer a la metálica muerte. Comienza a moverse, y vuelvo a lanzarme a sus brazos mientras el bronce desaparece, mientras dirijo mi mirada al resto de estatuas. Veo a Dionisio renacer, y a Artemisa volver a la vida. ¿Se acabó? ¿El poder de Cronos se ha debilitado y las estatuas volverán a la vida? Mi mirada se fija en Hermes, que sigue sin moverme. El resto de Ilitía, tampoco. Y Asclepio, nada.

Miro a Rea con esperanza. Recuperar nuestras esencias sería un paso hacia la salvación.

Tras la nueva pausa temporal, Helios volvió a sentir como el tiempo fluía de nuevo, pero aquel nuevo despertar trajo consigo muchas sorpresas. La votación anterior arrastró inexplicablemente a Thanatos también a la prisión broncínea, pero por la mañana había una cantidad inusitada de victimas, Artemis, Asclepio, Ilitía y Ares; pero ahí no quedó la sorpresa del Dios del Sol, sino que Dionisio al que ya todos daban por perdido volvió a renacer, y Ares, haciendo gala de su resistencia, consiguió sobreponerse a quedar petrificado. Finalmente y tras la llegada de Rea, Helios volvió a sentir como recuperaba parte de su esencia y eso le agradó, además Zeus consiguió devolverle la vida a Artemisa, parecía que la lucha contra los titanes y contra Cronos se estaba poniendo de su parte, pero sentía que aún no había acabado, y había muchas nuevas preguntas a las que debían dar respuesta ...

Por ello, en primer lugar se dirigió a Rea, y en actitud agradecida dijo:

- Muchas gracias mi señora, no hay duda de que nos habéis sido de gran ayuda en la lucha contra Cronos -dijo haciendo una leve reverencia, para luego volverse a los demás dioses y preguntar- Dionisio, Artemisa, Ares ¿sabéis quién os hizo eso? ¿conseguisteis averiguar algo más sobre el enemigo antes de que os aprisionaran? De momento me aventuraría a decir que todos aquellos que han conseguido salir de la petrificación son presuntamente inocentes, y Zeus  tras devolverle la vida a Artemisa creo que también; me fiaré de vuestras elecciones -dijo en un tono más cordial del empleado anteriormente, dado que ahora estaba un tanto más animado tras las nuevas esperanzas en la lucha contra Cronos.

Él tenía un sospechoso en mente, pero aún no lo tenía muy claro, por lo que no lo diría aún.

No lo esperaba, se encontraba tranquilo con sus brazos cubriendo a Afrodita, protegiéndola de todo peligro. Sin embargo el dios de la guerra no había pensado en la posibilidad de que el peligro se volviera contra él. Así fue, de forma súbita y sin esperarlo comenzó a notar un terrible dolor en su cuerpo, una falta de respiración y ante sus propios ojos de sorpresa pudo ver como el bronce se extendía sobre él. Afrodita se apartó de su lado y la escuchó gritar, quiso decirla que estaba bien para tranquilizarla, pero no pudo. El dolor era muy intenso.

Su cuerpo comenzó a doblarse mientras él apretaba los dientes, apoyó su mano en la mesa de la que había tomado antes la jarra y sus nudillos se quedaron blancos cuando apretó el puño fruto del dolor. Movió su brazo con rabia y derramó varias jarras de vino que aún quedaban. Comenzó a doblarse poco a poco hasta casi hincar la rodilla en el suelo, su mano se agarró al borde de la mesa para intentar no caer mientras su respiración era agitada. Los más observadores podrían ver que el casco del dios de la guerra se movía de un lado a otro como negando. No podía caer, no así, iba a librarse la mayor batalla de la historia y él no iba a estar petrificado sin participar. Se negaba a ello, gruñó mientras sentía el dolor por su cuerpo - Cronos...- murmuró con rabia.

No podía y no iba a caer en eso, su voluntad era demasiado grande para caer en eso y de esa forma. Tenía que resistirse e iba a hacerlo. Poco a poco el dolor iba bajando, el bronce desaparecía de su piel. Hasta que finalmente derrotó a aquella enfermedad, usó su lanza a forma de bastón para ponerse en pie y con voz cansada preguntó - ¿Qué ha ocurrido? - Había estado demasiado ocupado para ponerse al tanto de todo lo sucedido ese día.

Notó las miradas hacia ella. Notó como el 3 podía haber sido su condena, y acabó siendo su fortuna. Helios ya había declarado que podía elegirla a ella, así que no hubo reproche. Pero Apolo se había limitado a callar, sonreír... y la volvió a mirar. Esta vez no encontraría una sonrisa divertida en el rostro de Hécate.

Luego miró a Morfeo con una mezcla de tristeza y determinación.

Desconozco porque Tánatos ha querido sacrificarse junto a su hermano Hipnos, pero ya expuse el motivo por el cuál voté a tu padre. No sé si dicho motivo fue compartido o no por los otros dioses, aunque creo que la cosa perfectamente podría haber ocurrido de una forma distinta. Espero no haberme equivocado con él, aunque asumiré aciertos y errores con la misma firmeza y determinación.

Miro a mi alrededor con una expresión a medio camino entre el pánico absoluto y la esperanza - Podemos recuperrles - Murmuré desde el rincón en el que me había sentado. Gracias por darnos esperanza mi señora Rea.

Luego, sin moverme ni un ápice miré a los retornados- Me alegra que estéis de vuelta. Sois el rayo de esperanza que necesitábamos. Parece que podemos salvarnos y salvar a los que ya han caído... ¿Pero como?

Como era posible, los dioses empezaban a recuperarse, a librarse de lo que fuese que Cronos les habia hecho. y yo me volvia a sentir una con la noche, ¿estabamos recuperando nuestras esencias?¿era gracias a Rea?¿significaba que podiamos empezar a plantarle cara a Cronos? estas y muchas mas preguntas se cruzaban mi mente pero la principal era. . .

-¿Porque ahora Prima?¿porque solo apareces despues de tantas perdidas?-

-no me malinterpretes, me alegro de verte mas que ninguno de los presentes pero no puedo evitar preguntarme donde has estado y que has estado haciendo y sea lo que sea si nos podra ayudar contra Cronos-

Me acerco a los cuerpos cubiertos de bronce de mis queridos hijos, me agacho para tocar sus rostros, no arojan nada de calor, no puedo sentir nada de ellos, una lagrima asoma por mi ojo derecho para Thanatos, que sacrifico su vida por salvar a su hermano, otra en el ojo izquierdo cayó hasta el suelo, por Hipnos, un hijo sin maldad convertido en sacrificio para Cronos.

-No te guardo rencor Hecate, has sido mi compañera durante mis largas noches, has sido testigo de las labores de mis hijos- 

me levanto del suelo y me encaro al resto

-pero juro que aquel que sea causante de mi perdida es la mano detras de la libertad de Cronos, no tendra una jaula para toda la eternidad, me encargare personalmente de borrar toda existencia y recuerdo de el-

Me acerco a Hefesto, aunque disfrutaba mi caracteristico movimiento de sombras que recientemente habia recuperado, decidir caminar en mi forma solida para que este pudiese verme.

-Teninedo en cuenta los cambios de actitud que aprecio Hecate en mi hijo, aplico el mismo análisis en ti Hefesto y no puedo evitar ver la calma con la que llevas la clara traición de tu amada afrodita con Ares, durante la ultima sesión, como si supieras que este iba a ser condenado antes de acabar.-

-No temo el decirtelo a la cara, seras el objetivo de mi proxima votación-

La estatua de Ilitía había servido para que mi esencia, esa que se había visto forzada a navegar por el Estigia hasta llegar a las puertas del Tártaro, volviera al Olimpo. Impactaba ver los restos de la cáscara de bronce que envolvió mi cuerpo cuando sufrí la muerte definitiva, pero no era momento para pensar en esas cosas.

-Dioses del Olimpo, mis hermanos y familiares -intento hacerme oír entre todo el tumulto y las voces que se elevaban con los comentarios, para llamar la atención de todos los dioses-. He vuelto del reino de los muertos y no vengo con las manos vacías. He visto con mis propios ojos a uno de los traidores, a uno que finge ser de los nuestros, que se codea con nosotros como si nada... Pero habrá tiempo para dar nombres, primero quiero repartir los dones que traigo conmigo entre aquellos que considero que están a salvo, antes de que los traidores se ceben conmigo por saber más de la cuenta.

Dicho esto, me acerqué a la gran mesa que estaba servida, cogiendo una copa, una cualquiera, tiré su contenido a un lado y la tapé con la mano. Al levantarla estaba llena de vino, de un rojo como nunca antes se había visto, casi parecía sangre. Acercándome hasta Zeus, se la tendí con humildad. Bebed, padre, os sentará bien un trago que temple vuestros nervios y os haga recuperar las fuerzas.

Con la copa entregada y sin esperar su reacción, volví a hacer lo mismo con un nuevo cáliz, dirigiéndome esta vez a Iris. Entregándoselo con la misma humildad que a mi padre. Bebed, os hará ver la situación con otros ojos, un nuevo punto de vista que todos necesitamos para poner orden a tanto caos.

La piel de Ares vuelve a asomar tras desaparecer el bronce y me lanzo desesperada a tocarle allá donde su armadura y casco no cubren su piel, para comprobar que era cierto, que se había salvado, y termino las caricias con un fuerte abrazo.

- Oh, Ares, pensaba que te había perdido.

Abrazada a él, como una niña pequeña, soy capaz de sentir la sonrisa que Rea me dedica, y noto cómo mi seguridad vuelve, cómo tengo de nuevo el poder de hacer que cualquier hombre caiga rendido a mis pies, cómo la esencia de la lujuria y el placer forman parte de mí, como siempre debió ser. El carácter alegre, positivo y desenfadado que forma parte de mi naturaleza vuelve, y llena de júbilo miro a mi alrededor. Ya no veo las estatuas de bronce de los caídos, sino los que aún están en pie. El vaso medio lleno. La esperanza.

Una idea, una posible solución es implantada en mi cabeza por la sonrisa de Rea. Necesito a alguien con quien intentarlo, pero, ¿en quién puedo confiar?

- ¡Dionisio! Amigo, cuánto me alegro de que estés de vuelta. Las fiestas no serían lo mismo sin ti. - Giro alrededor del dios contoneando las caderas como bailando, para dirigirme después a Artemisa. - Hermana*, doy gracias por tu regreso. Los hombres han perdido el mercado y la medicina, no pueden perderte a ti.

Le rindo un generoso abrazo a la diosa y beso la frente del ciervo.

- Hécate, no debes sentirte culpable. Al menos no aún. No sabemos si los votados son o no nuestro peligro, hasta que no deje de haber muertes.

Una sombra turba mi repentina felicitad. Un halo negativo, un viento frío el el calor de mi piel.

- Vamos, Nyx, ¿hay que volver a eso? ¿Vamos a seguir acusándonos? ¿Esa es nuestra estrategia? ¿Y qué hará el que quede el último?

Observé atónito como se desarrollaban los acontecimientos, mientras los dioses participaban entre sí, decidí mantenerme al margen por el momento, esperando ver que sucedía antes de precipitarme a una lucha sin sentido.

-Mi discusión con Zeus me ha demostrado que no puedo fiarme de las apariencias, ni de mis prejuicios ante lo sucedido, si Dionisio le otorga esos dones, seguramente sea digno de confianza...o tal vez sea parte del plan que han urdido, mejor observar...

La conversación se caldea, hay palabras de más, significados ocultos y en mi mente bullen las sospechas. Intentaba unir unas piezas etéreas... Antes de poder intervenir para aportar mi opinión me sumo en aquella extraña sensación... mi padre volvía...

Una nueva sonata de muerte, una nueva aparición de Cronos, la impotencia por no poder moverme, más cascarones de bronce, un dios resistiéndose con apabullante tenacidad, una prisión quebrada... y Rea. Me quedo atónito y recibo su abrazo sin saber cuanto lo necesitaba. 

- Madre... - susurro y dejo que vaya con Poseidón. Miro a Zeus, seguro que ha sentido lo mismo que yo... Miro a Poseidón. 

Entonces Artemisa también vuelve con nosotros. Eran demasiados hechos que asimilar, y tenían poco tiempo para ello.

- Artemisa, parece que me equivoque contigo. - No había razón para pensar que los infiltrados fueran a atacar a alguien de los suyos. A no ser que pudieran revertir el hechizo de bronce... Podían haber muchas teorías, de momento me fiaría.

- Espero que no se vayan haciendo más fuertes según pasa el tiempo...

Entonces Dionisio se pronuncia con buenas noticias. Había descubierto a uno y traía nuevos dones. Eso hacia suponer que Zeus e Iris eran de fiar. En el caso de Zeus sumaba dos casos distintos a su favor.

- Vamos teniendo motivos para confiar en unos cuantos, al menos hasta que empiecen las contradicciones. Por mi parte tienen un voto de confianza. Te escuchamos, Diosisio. - No iba a explicar mis vanas indagaciones a partir de palabras y votaciones cuando teníamos datos más directos. - Zeus, Iris. - Quizás ese nuevo punto de vista les había desvelado algo. 

Las discusiones fueron interrumpidas por las musas, quienes comenzaban a cantar tras la aparición de un intenso rayo de sol que se posó en la estatua de Hipnos. Tal cual había pasado con la estatua de Artemisa, pedazos de bronce fueron cayendo al suelo, revelando el cuerpo del dios Hipnos, quien parecía liberarse de su prisión.

Tras caer todo el metal, miró esperanzado a Thanatos, quien parecía no moverse. Hipnos estaba vivo, pero su hermano, quien se había sacrificado por él, seguía encerrado en el Hades.

Guardé la espada que había usado. La dejé colgando del cinto mientras observaba perplejo como Rea hacía acto de presencia y los dioses volvían a su ser, Dioniso, Artemisa. Que los caídos se alzasen era un espectáculo inconcebible, pero hablando de la madre del señor del Olimpo, no sabría si sentirme sorprendido. Sus dones estaban mucho mas allá de mi campo. Bajé la mirada a mis manos y me sentí incómodo.

Incluso Ares volvió a la vida. No supe cómo sentirme al respecto. Por suerte mi encantadora esposa estaba ahí cuando la necesitaba. Contoneándose y exhibiéndose como si de un pavo real se tratara. Pero no puede eludir su naturaleza. De igual forma que Nyx se siente traicionada.

-¿Clara traición? Hablas como si no conocieras a la diosa del amor.- Contesté mordaz a la diosa de la noche.- ¿Crees que esperaría el más mínimo gesto de aprecio por la diosa que tranquilamente se mece en brazos de su amante? No, Nyx, no. El cornudo ya sabe que es cornudo y que será cornudo hasta el día de su muerte. De igual modo esperaba tu acusación. Una madre herida debe responder con fiereza ante el verdugo. Pero que mi mano esté manchada de su sangre ¿Me convierte en el único? ¿O planeas acaso llevar tu celo y furia contra todo el que amenace a tu familia más directa? -Me callé un instante mirando a la diosa con el ceño fruncido- De todas formas lamento que Thanatos se interpusiera. Quizás Rea pueda liberar a tu otro hijo, como hizo con los otros inmortales.

Dioniso tenía palabras importantes, traídas del otro lado de la vida. Me alejé con paso lento de Nyx y miré al dios de las libaciones. 

El miedo y la desesperación invadía el recinto, era algo muy nuevo esto de la guerra cruda y directa que se estaba viviendo en el olimpo, al menos para mi... Atónito me quedo a contemplar los últimos acontecimientos que habían arrojado como resultado la caída de dos dioses y yo fuí partícipe directo.

Rea... levanto sorprendido la mirada al ver a la madre de los grandes olímpicos, quien con su presencia reconforta a todos y a su vez soy testigo del milagro que ha acontecido. Están volviendo a la vida- Acaso cronos está perdiendo su poder?, si hay una esperanza de salir bien librados de esta batalla indícanos como hacerlo por favor...- pero antes de terminar de pronunciar cualquier cosa, siento como vuelve mi esencia y siento gran parte del poder que me pertenecía. Aunque el ambiente era de alguna forma mas hostil, había gran esperanza en lo que rea pudiera iluminarnos, a tal punto que ya empezaban a volver a la vida algunos caídos en esta encrucijada... Dionisio, que has visto? , en estos momentos tu ayuda es de suma importancia para ayudar a que no haya mas muertes innecesarias...espero espectante igual que todos a que un gran compañero de vinos y fiestas y amores se pronuncie.

Zeus lamentó la respuesta insatisfactoria sobre los planes de Cronos que le obsequió la madre Rea, sin embargo, lo que si traía para ofrecerles fue algo que sin duda ayudaría a impedir los planes del Titán. Gracias a su madre, pudo sentir como la fuerza que le correspondía al dios del cielo y del rayo volvía a su cuerpo, como si de una fuerza dormida que vuelve a la carga se tratase.- Gracias, Madre. -Inclinó su rostro hacía aquella que le había permitido vivir, no sólo al darle a luz, sino también al ocultarle del apetito asesino de Cronos al inicio de los tiempos. En su pecho, Zeus sentía que la victoria era posible una vez más.

Inclinó su rostro hacía Helios quién declaraba su apoyo y le brindaba la confianza. Mayor aún fue el agrado que sintió por las palabras de Dionisio, quien sin duda volvía a los vivos con valiosa información. Cuando este le llamo para ofrecerle la copa de vino, se acercó y la tomó.- Venceremos, Dionisio. Tus dones serán bien utilizados, y si temes por tu vida, trata de revelar el nombre de ese pérfido a alguien en quién confíes, antes de que sea demasiado tarde y nos quedemos en la bruma nuevamente.- Entonces, bebió la copa que este le ofreció, y pudo sentir en ella como su poder volvía a ser el de antes. Si con el regalo de Rea recuperó fuerzas, ahora se sentía imparable.

Se volteó hacía Hades, no sin antes dar una despectiva mirada a Poseidón, dejando en claro en aquel gesto que sostenía las palabras del día anterior.- Yo señalaré con mi dedo al mismo de ayer, quién parece haber perdido la capacidad de hablar. Típico de los cobardes.- Volviendo su atención a Hades, negó con la cabeza.- Ciertamente siento más fuerza que antes, más no se me ha revelado ninguna información... Esperemos lo que tenga que decir Iris.

Dibujando una sonrisa en su rostro, divisaba muy cerca la posibilidad de la victoria, por ello, volvió a su trono junto a Hera, a quién tomó fuerte de la mano.

El alivió por fin llegaba, aunque de una forma forzada y con un regusto amargo. Su padre había vuelto pero; su tío, que había dado su vida por él, seguía convertido en estatua. Para ponerlo aún peor, parecía que todos los presentes estaban siendo encantados por la esencia de Eris.

Había tantas peleas y luchas internas que parecía que la discordia dominaba más el Olimpo de lo que nunca había podido prever.

Cronos ganará si no preparamos una estrategia. Necesitamos ponernos de acuerdo para votar a un sospechoso. Pero cada uno vota de manera personal, sin llegar a un acuerdo todavía. Es un autentico caos.

Dionisio, si nos indicas quien es el traidor podremos votarle a él y evitar que se vuelva a votar a un inocente.