Partida Rol por web

Alrededor de cuarenta minutos después, llegaron a una verja que se perdía entre los árboles. Era bastante grande para ser un lugar tan famoso, aunque se notaba la reserva de mucha gente de los alrededores por subir.

Una mujer de apariencia algo triste se asomó y subió al autobùs. Su acento era muy marcado y su modo de hablar un tanto tosco.

- Bienvenidos, aunque no es la palabra que quiero usar. Esta es la entrada a la montaña que los que vivimos vigilamos para que curiosos como ustedes no entren. Pero bueno, ya esto está hecho. Sepan que el autobús los dejará allí y solo volverá cuando sus guías - señaló a Krysta y Wyatt - den la indicación de que ha terminado. Los equipos de campamento están en el autobús y al entregarles su equipaje, les serán entregadas tiendas, mucha comida enlatada, mantas, sleeping y todo lo necesario para cocinar. Espero que entiendan que, a partir de aquí, Budapest no se hace responsable de lo que sucederá. Además, el autobús no subirá en su totalidad, pero los dejará lo suficientemente cerca de las ruinas - la mujer baja del autobús y se dirige a la verja para abrir los numerosos candados que la mantenían cerrada, además de desactivar algunos sistemas de seguridad más modernos. Así, el autobús comenzó a subir.

Geonwoo torció el gesto cuando le indicaron que dormirían en tiendas de campaña. De haberlo sabido, se habría asegurado haber tenido un vuelo más descansado. Pero ya poco había que hacer, sólo le quedaba guardar sus cosas en la maleta, para asegurarse un viaje cómodo en el autobús. Al menos allí pudo relajarse, aunque eso hizo que no estuviera socializando con sus compañeros de expedición durante el viaje.

Torció el gesto ante el consentimiento a mostrar las imágenes de lo que encontraban. Esperaba poder quedarse algo exclusivo, al menos hasta haberle sacado provecho comercialmente. Pero quizás podía aprovechar la posición, y lograr alguna exclusividad para reproducir todo el material. Quizás no sería tan creativo, pero si muy lucrativo.

Con estos pensamientos, y su mirada perdida en el Castillo de Buda, pasó el viaje en casi un suspiro. Una ceja se arqueó ante las palabras de la guarda, pero se mantuvo en su asiento, con un nuevo masaje en el cuello. Parecía que una vez bajara del autobús, ya poco podría descansar. 

Una animada Abigael, caminaba detrás de aquella mujer hasta el autobús, donde dejo su maleta cerca del conductor para que él mismo la metiera, mientras ella podía subir y elegir un asiento en las primeras filas que diese a la ventana para poder hacer fotos y disfrutar del paseo.

Detrás suya empezaban a darse conversaciones entre los mas jóvenes, o mejor dicho entre el grupo mas grande en relación a edad, eran tantas personas y todas tan diferentes que todo eso le encantaba a aquella mujer, que ahora estaba peleándose con la cámara de su celular para poder cuadrar la imagen que quería y rezar para que no moviera la mano al darle a la pantalla táctil.

-Por que lo harán tan difícil, ¡arh! Otra torcida...-Apenas escucho lo de ir de acampada suficiente tenia con conseguir sacar una buena foto con ese diablo de móvil, en su mente empezaba a escuchar las risas de su marido cuando volviera con montones de imágenes mal enfocadas o movidas. Pronto la frustración mas el traqueteo del bus y el cansancio previo hizo que aquella animada mujer se durmiera el resto del trayecto con el móvil en su mano y un ligero siseo que salia de su gruesa nariz.

Cuando hicieron un algo en el camino y pararon, se levanto súbitamente un poco desorientada y tardo al menos un minuto en recordar donde estaba y porque. Una mujer estaba hablando sobre algo, que aparentemente, ya sabia el resto de los presentes, eso le hizo preguntarse cuando se había dormido.

-¿Acampada?-Dijo sorprendida mirando al resto de los presentes.-Esto le hubiera encantado a Charlie.-Comento jocosa, recordando que tipo de calzado llevaba y recordarse a si misma que debía sacar las botas de la maleta cuando llegaran.

Ainss que pintilla de Yonki tiene la guarda, susurra al verla, Disculpe Señorita Guarda, yo jamás he estado de acampada, no se montar esos tenderetes, además los bichillos me dan asquito, de verdad que siento la mala imagen que estoy dando, de chica superficial, pero es que soy de ciudad, para mi ir de acampada es comer un sándwich descalza en el parque.

Katia asintió suavemente a las palabras de Sophia. Tenía razón, si hubieran tenido que llevar material específico, lo habrían avisado. Aunque por un momento había creído que era culpa suya y en algún despiste no había leído bien la información. De todas formas seguía teniendo el problema con su madre. ¿Cómo le iba a decir que iban de acampada? Se preocuparía muchísimo y le daría un buen disgusto. No puedo decírselo, tiene que creer que estoy en un hotel. Se dijo y se mordió el labio mientras miraba por la ventana, tal y como indicaba un chico que acababa de subir al autobús. 

- ¡Oh! ¡Que chulo! - Exclamó y se agachó para sacar de la mochila la cámara Nikon que su padre le había regalado para ese evento. Quitó la tapa del objetivo y se puso a encuadrar el Castillo de Buda. Sacó varias fotografías, emocionada. Tenía tanta ilusión por aquel viaje que durante un rato olvidó la flojera y el cansancio que tenía.

Acabó dejando la cámara colgando de su cuello, mientras continuaba sujetándola con ambas manos y apoyó la cabeza en el respaldo del asiento, mientras sus ojos se cerraban a pequeños intervalos. Quizás hubiera terminado quedándose profundamente dormida, pero sintió que el autobús se detenía y abrió de nuevo los ojos, dirigiendo su mirada hacia la puerta que se estaba abriendo. Escuchó el comentario que la chica efusiva hizo sobre la mujer que acababa de subir y tuvo que morderse el labio para que no se le escapara la risa. 

Escuchó sus palabras y las ganas de reír se le cortaron de golpe. ¿El autobús no nos lleva hasta el sitio de la acampada? Pero... ¿Cómo voy a llevar la maleta por medio de la montaña? Suspiró y miró a su acompañante, intentando sonreír para que no se notara mucho su preocupación. - Que chulo, vamos de acampada - . Murmuró, intentando parecer animada.

Con más prisa de la que me hubiera gustado fuimos entrando en el bus, y al subir fue la misma historia de siempre. No sé quien fue pero me llevé un codazo y un pequeño empujón al avanzar entre asientos. —¡Ay! —exclamé llevando el brazo a un costado para protegerme. Cuando al fin llegué junto al asiento siguiente al de mi colega, dediqué una mueca de agobio y suspiré. —Tio de verdad te digo que quiero descansar, tanto viajecito me está sentando mal. 

Al girar el rostro y toparse con el cristal terminó por sonreir, no era la Alhambra pero era espectacular sin lugar a dudas. A pesar de mi disgusto por continuar el viaje en un asiento de autobus tuve que admitir que me acabó gustando la experiencia. Cuando el cámara se presento, yo hice lo mismo y levanté la mano para saludar con un simple -¡Ey! ¿Qué tal?- Después volví a mirar por la ventana y siempre que veía algo interesante avisaba con señas para que mirase en la misma dirección.

"Espero que entiendan que, a partir de aquí, Budapest no se hace responsable de lo que sucederá" 

¿En serio? 

Me giré hacia el cámara y con una mueca de incredulidad le pregunté. —¿De verdad la superstición es tan grande como para que la nación se lave las manos?

Mike se despertó forzosamente cuando su cuerpo sintió que el autobús se detenía... Todavía desperezándose escuchó el ruido de candado y como la verja se abría para dejar paso al autobús.

Después cuando llegaron a su destino, se bajó, cogió su equipaje y esperó a que la Guía les mostrase el camino. Parecía que por fin habían llegado a su destino y ya, algo más descansado del viaje sonrió y dirigió sus primeras palabras a todo el grupo.

Bueno, parece que por fin hemos llegado ¿no?

-¿Qué si soy de aquí?-respondí a Andrea-¡El "aquí" es de mi!-Entonces Janko se ofreció como guía, pero por sus palabras parecía que no pisaba por aquí desde hacía mucho. Así que decidí intervenir-Meh, y si el Harrison Ford no lleva a ningún lado, me conozco los mejores lugares como la palma de mi mano.-Le dí la última calada y lo tiré en el cenicero de los asientos de delante, casi saltando por encima.-Es más, os puedo invitar a un recorrido por la zona a caballo y todo.-Alcé varias veces las cejas mirando a Andrea.

Luego del trayecto mirando de un lado a otro a todo el mundo sin para mucho quieto, las palabras de aquella señora que nos abrió la puerta me recordaron un par de cosas de la razón por la que había venido hasta aquí.

Por otro lado, no pude pasar por alto otra vez las palabras de una princesa en apuros.

De un doble back flip salté hasta el pasillo y con volteretas laterales llegué hasta donde Astrid se había sentado. O al menos eso pasó por mi mente mientras lo soñaba boquiabierto. Lo que en realidad ocurrió fue que me metí una ostia cayendo de espaldas al pasillo y luego fui rodando cuando el autobús aceleró, levantandome de un saltó al llegar hasta ella y apoyandome con el brazo sobre el respaldo de los asientos delante de ella.

-No te preocupes pequeña princesa. Ya estoy yo aquí para ayudarte. Todo lo que necesites, solo tienes que pedírmelo, son muchos años en los que he llevo montando tiendas de campaña y en las peores condiciones. Y si hace falta, te llevo en brazos, no te preocupes por tus tacones.

Y con un más que carismático guiño terminé mi ofrecimiento.

La reacción de Andrea y de Janko cuando dije que tipo de investigaciones realizaba fue totalmente opuesta. La chica hizo una mueca que ya había visto muchas veces, alguna de ellas incluso en mi familia. Era consciente de que este tipo de trabajos no se veía como algo serio, en realidad yo tampoco era una creyente, pero mis compañeros se lo tomaban muy en serio y los demás investigadores también. Janko, por otra parte, era seguidor del programa y profesional de la investigación paranormal, así que tenía dudas que eran totalmente lógicas. Saludé a Jessie con una sonrisa antes de explicar cómo era el programa.

-Sí, soy la redactora y, a efectos prácticos, productora de Dark Witness. Somos el programa más antiguo del género y creo que, con todo, somos lo que nos lo tomamos más en serio. No me considero caza fantasmas, en realidad no suelo formar parte de la investigación paranormal propiamente dicha. No sé si habéis visto el programa pero se divide en dos partes. En una, la que llamamos la de día, se presenta el lugar, se cuenta la historia y entrevistan a los testigos de lo que pasa. La segunda parte se hace de noche, se encierran con un equipo de cámaras y otros equipos tecnológicos para buscar pruebas de lo sobrenatural.- Estaba hablando para todos tratando de explicar que, aunque me encantaba mi trabajo tenía mis reservas.

-Yo me encargo de la primera parte. Investigo la historia del lugar, hago las entrevistas preliminares, consigo los permisos de grabación y todo lo que sea necesario. He estado alguna vez en la fase nocturna, pero me quedo en la zona de producción. La verdad es que en el tiempo que llevo trabajando en el programa, todavía no he visto nada que me demuestre que existe algo más allá de la muerte. La mayoría de las veces, lo que encuentran es más por su sugestión que por otra cosa y lo que no explica la sugestión es una cuestión de efectos ópticos, reflejos o ruidos fácilmente explicables. Hemos estado en muchos sitios, desde cárceles abandonadas, la casa de Lizzie Borden la asesina del hacha, en la casa de Delphine LaLaurie la carnicera de Nueva Orleans, psiquiátricos, hospitales, campos de batalla… Hemos recorrido todo Estados Unidos y algunos otros países.- Una vez que expliqué cómo era el programa comencé con el verdadero problema que había en el género paranormal. Janko seguro que sabía a qué me refería.

-El problema es que en los últimos dos años se han puesto de moda los programas de telerrealidad y han salido tantos que están quemando el formado. Lo peor es que se inventan los descubrimientos y usan efectos especiales. Nosotros no encontramos nada pero, al menos, no estafamos a la audiencia. En ellos está si lo creen o no. El caso es que necesitamos un caso que demuestre lo que es el trabajo bien hecho. Me encontré con la historia de hotel por casualidad pero hay tantas lagunas en la investigación, tantos rumores y la imposibilidad de localizar a los supervivientes que se ha convertido en un reto personal saber que pasó.- Señalé la bolsa que descansaba bajo el asiento para explicar su contenido.- En esa bolsa hay algunos aparatos para hacer mediciones en los túneles, si es que los rumores son verdad.- Sonreí con entusiasmo, esta parte de mi trabajo era lo que más me gustaba. Había hablado sin parar, pero era una costumbre adquirida por tantas veces que había tenido que justificar mi trabajo. Esperaba no haber resultado demasiado aburrida.

Por fin llegamos a su destino, la explicación que nos dio la guarda encajaba totalmente con la falta de interés por parte de las autoridades, sobre todo teniendo en cuenta que habían muerto 22 personas. Eso me animó aún más a descubrir la verdad sobre aquel hotel. Miré a los demás para ver si su sensación coincidía con la mía.

Los presentes se iban presentando. El viejo periodista solo se permitía un ligero levantamiento de cabeza para apartar la vista de sus papeles y mirar a alguno de los que hablaban cuando hablaban de sus profesiones. Niñas, turistas curiosos, de todo un poco. Inclinó su ceja al oír a la joven Sasha Dixon y que había ido ahí para investigar lo sucedido. Quizá no todo está perdido pensó Richard, sorprendido de que alguien estaba ahí para averiguar la verdad al igual que él. Pronto, cuando la joven dijo que trabajaba para uno de esos programas de fantasmas de moda, esa sorpresa se convirtió en decepción. Richard no creía en las cosas paranormales y creía que las que trabajaban en ellas era gente ilusa o que no le importaba humillarse para sacar un dinero. Quiso creer, por las palabras de la joven, que era del primer tipo y se creía lo que decía. O eso, o intentaba venderles el programa.

-Yo estoy aquí para investigar el suceso- sin estar seguro de que alguien le escuchara, siguió con su tema. Tarde o temprano tendría que empezar a trabajar y una buena forma de empezar era preguntando qué sabía la gente sobre el lugar al que iban.- Soy periodista e intenté cubrir la noticia ya hace años- aunque sacó poco en claro, solo la versión oficial, que no fue muy concisa- y a eso he venido aquí, a ver si desde la fuente se puede sacar algo. ¿Qué creen ustedes sobre lo que pasó?

No tenía ni idea de si alguien le diría algo, ni siquiera de si realmente les importaba un pimiento los hechos extraños que rodearon al lugar al que ahora iban o solo estaban allí por las vistas. Miró a la chica del programa sensacionalista en último lugar, pues es posible que al menos ella estuviera dispuesta a hablar con un viejo amargado que busca noticias donde podía no haber nada. Aunque Dixon le saliera con una historia de fantasmas, la escucharía igual. Total, los papeles que tenía sobre la mano y que él mismo escribió cuando sucedió todo hacía años, los había repasado ya cientos de veces

Goro vivía solo desde los diecisiete. En esos tres años había aprendido más que de sobra a cocinar y a valerse por sí mismo. Le encantaban las acampadas y conocer gente así que se encontraba como en casa. Su estancia allí tenía una razón mucho más sencilla que las que iba escuchando. Una youtuber con la que tenía una muy sana relación de amistad fuera de la pantalla y de rivalidad dentro de la misma le había lanzado el reto en uno de sus vídeos ¿A que no tienes huevos de apuntarte? Y allí estaba.
Se agarro de las rodillas en posición fetal y rodó como una rueda por el pasillo Goro-goro-goro La mitad de la infame cantidad de seguidores del canal Afrosurfer lo seguían porque veían en Goro una especie de genio new-age adolescente. La otra mitad para ver si, finalmente, se ahogaba vivo, se quemaba o se desnucaba con alguna de sus estúpidas pruebas, este segundo grupo creía que el youtuver californiano-japonés era un estúpido rematado. Goro no sabía que pensar, pero seguramente apostaría por el segundo grupo.
Cayó sentado al lado de una chica rubia guapísima* ¡¡Es preciosa!! dijo asombrado, para inmediatamente hacerle una foto a su cámara Nikon... con la suya propia. Las Nikon son las mejores, dijo Goro sonriendo. Luego le vió cara de preocupada. Oh ¿te ocurre algo? Si es por mí ¡se realizar trucos de magia, se hacerme desaparecer!! ¿Quieres verlo?

Sam pasó el trayecto dividiendo su atención entre el paisaje y las conversaciones que tenían lugar en el autobús, mirando de cuando en cuando a Soph para comentar lo que se iba diciendo.

Escuchó con cierto interés a la chica que decía ser redactora, para finalmente encogerse levemente de hombros y decirle a su compañera- Pues yo nunca he oído hablar de ese programa, ¿y tú, Soph?-preguntó, con naturalidad, antes de que aquel chico que parecía un poco desequilibrado se sentase casi encima de Kim, abordando de manera abrupta y pueril a Katia. 

Al oirle decir que podía hacerse desaparecer no pudo evitar proferir un- Sí, por favor...-ligeramente malhumorado, antes de respirar hondo y colocar un brazo en jarra, lo cual era siempre indicativo de que tenía algo que decir- Oye, chaval, ¿por qué no mejor guardas todos tus bártulos y tus frases monas para más tarde? No vamos a tener dónde enchufar nuestros aparatos en esas cavernas y te vas a quedar en seguida sin batería como sigas grabándolo todo. Y si tienes partner en Youtube, no te recomendaría arriesgarte a dejar de subir vídeos tantos días. Ya sabes lo que hay con esa gente...-concluyó, cruzándose de brazos, antes de que la mujer que parecía lugareña de aquel sitio y ciertamente tenía un aspecto demacrado y triste, se subiera al autobús, dando un discurso que provocó una mueca de escepticismo en Sam, y acto seguido, una mirada interrogativa de ésta misma hacia Soph- ¿Será alguna clase de actuación impresionista para las visitas?- se preguntó, antes de volver a mirar hacia el frente.

Goro ni se inmutó ante las palabras de la chica morena, básicamente porque no estaba hablando con ella. Solo sonrió cuando escuchó lo de dejar de subir videos: tenía programados una buena docena, más los que subiese en su estancia que seguro que serían bien interesantes.
Peligro, una sabelotodo sin vida propia!!

Estrechó, de pocas ganas, la mano ofrecida por Janko. Cómo su hermana perfectamente podría haber predicho, sus labios se apretaron ocultándose, señal de molestia ante el exceso de confianza del mal educado hombre, del cual por cierto, lo único bueno que sacó fue aquella dulce mirada de Lucy que tan rara vez aparecía en público, aunque esta vez fuera por disimular una ofensa. Pero ya había comprobado en cuantiosas ocasiones que, por cada persona con modales, como lo había sido Sasha al respetar sus deseos de manera grácil y cordial,  había al menos diez que usaban cualidades exactamente contrarias para destacarse entre el resto. Lo que, basado en las estadísticas antes mencionadas, era absurdamente contraproducente.

Por otra parte, siempre estaban los momentos en que ese un décimo decía algo para echar a perder el crédito que ya había ganado frente a Salvatore, y estos ocurrían un, se atrevería a decir, 96.3% de las veces. Como ocurrió ahora, también, al escuchar de aquella burla de programa televisivo que robaba a los espectadores de una oportunidad o tiempo para culturizarse por otros medios. Y aunque dijo que no creía demasiado en ello, seguía participando de ellos… y la palabra “demasiado” era crucial. Y aunque dio una larga explicación al respecto, seguía pareciendo que creía que algo distinto sucedería allí. Suspiró, decepcionado. Esta vez su ilusión con respecto a hallar a alguien siquiera levemente aceptable entre el grupo de imbéciles había sido reducida drásticamente en tiempo récord. Pero no había que perder la fe… quizás alguien inesperado pudiese aparecer entre los rescoldos de una juventud desperdiciada.

Su asiento se movió bruscamente al apoyarse el rubio en el respaldo, a lo que Salvatore reaccionó mirando a Andrea con suma aprensión. “Dónde me viniste a meter…” se podía leer claramente en sus ojos y su expresión, ya seguro de que tendría que aguantar faltas de respeto como aquellas en dosis diaria. Echó una mirada hacia atrás, dónde cuatro mujeres conversaban. No, tres mujeres y un asiático. Jodidos asiáticos con rasgos femeninos, podrían decidirse por un puto género de una vez y así evitar que él cometiera errores.  

Y entonces, aquel montón de basura norteamericana volvió a hablar. Para, nada más y nada menos, alabar la clase de programación que pertenecía a un vertedero tanto como el mismo rubio. ¡Y no solo eso! El peculiar ejemplar era, a su vez, investigador paranormal… ¡Mira tú! Bien podría ir este bus a un manicomio en vez de a una excursión, todo el resto por descriteriados y él mismo por meterse dónde claramente no pertenecía.

Perfecto… un guía a – se corrigió, con una sonrisa irónica – paranormal. Justo lo que estábamos buscando. ¿No, Lucy?

Pero la intervención del hombrecito que les conversaba lo sacó de sus casillas, incluso sin ver cómo le movía las cejas a su hermana. Lo que había dicho ya le enervaba lo suficiente.  Sus labios volvieron a apretarse, esta vez notándose que los mordía dentro de su boca. Era su propio método de autocontrol.

A un metro mínimo de mi hermana en todo momento desde que te bajes del bus. – advirtió en tono agresivo y serio, volteándose para dedicarle una mirada que no daba espacio a juegos. Sin dar explicaciones o dignarse a decir más, volvió a su postura inicial. Sin importar si le respondía o no, él ya no tenía nada más que decir. Si su hermana llegaba a siquiera VER una jeringa, Jessie sería el encargado de pagar por ello.

El resto del viaje lo pasó en silencio, con los ojos cerrados y marcando un ritmo imaginario con su mano en el brazo del asiento. Poco más le quedaba que hacer ahí, con tanta privacidad como la de una casa de vidrio y la misma que esperar de aquí a vuelta a casa según la información que daba el camarógrafo. Si esto salía a la luz antes de que los pudiese sobornar para que cortasen las escenas donde aparecía él, su carrera como músico profesional estaría acabada.

La mujer del aseo, de palabras temerosas como las de toda latina religiosa y devota, hizo su entrada e introducción en el bus, causándole un efecto soporífero que casi logró hacerle contraer narcolepsia automáticamente. 

Los ojos de Sophia se desviaron hacia la conversación de algunos asientos por delante, donde una joven hablaba de un programa sobre sucesos paranormales. Sonrió al darse cuenta de que Sam estaba mirando hacia el mismo lugar y negó con la cabeza ante su pregunta. - No. Ni me suena. - Se encogió de hombros mientras volvía a negar como en un gesto residual del anterior. 

Sintió sobre ellas la mirada del joven atractivo de modales anacrónicos y lo miró a su vez con una pizca de curiosidad. Era el chico que había ido en el mismo avión que ellas. Tal vez más tarde podrían acercarse a ellos y preguntarles si eran de Londres. Aunque tendría que ser Sam la que se encargase, si fuera por Sophia probablemente podría pasarse el viaje entero sin hablar con nadie.  

Se sobresaltó al ver al tipo con pintas raras abordar a Katia como salido de la nada y no pudo contener una risita ante las palabras que Samantha le dedicó. Sin embargo, algo llamó su atención al ver que una mujer con un aspecto verdaderamente lacónico se subía al autobús para hacerles una especie de advertencia. Desde el mismo momento en que se dio cuenta de que la mujer subía, Sophia se puso en pie para ver mejor e incluso salió al pasillo del vehículo para avanzar algunos pasos hacia ella y escuchar atentamente cada una de sus palabras. 

Cuando la mujer bajó por donde había venido, ella se dio la vuelta para volver a su asiento y se dejó caer en él, poniendo los ojos en blanco en dirección a Sam. - Pintoresco. - Susurró a su acompañante, acompañando esa palabra con una risita. Sin añadir nada más, sacó su libreta y tomó algunas notas más. 

Katia se sobresaltó al escuchar a Goro y se volvió a mirarle. Enseguida se dio cuenta de que lo de preciosa iba por la cámara y una risita nerviosa salió de sus labios. Entonces escuchó a Samantha y la miró perpleja, con las mejillas sonrosadas. En su mirada podía verse gratitud. Pero se volvió a mirar el extraño chico, que seguía allí, atenta a ella y por un momento titubeó.

- Sí... Bueno... Siempre quise una. Ésta me la ha regalado mi padre para este viaje - . Le explicó y sus labios esbozaron una suave sonrisa. - Le he prometido llevarle muchas fotos, pero no sabía que iríamos de acampada y no podré cargar la batería - . Suspiró, apenada y bajó la mirada, clavándola en su nueva cámara. En ese momento cayó en algo y buscó rápidamente dentro del bolso, hasta hallar su móvil. - Disculpa, tengo que hacer una llamada - . Buscó rápidamente en la agenda y llamó a su madre. Al segundo tono ella respondió.

- ¿Mama? Sí, ya estamos llegando al hotel - . Al decir aquello, sus ojos azules se cruzaron con los de Goro y juntó las cejas en una súplica muda, para que no dijera lo contrario. - Sí, la gente es muy maja. Pero te llamo porque ya sabes que haremos excursiones y puede que no tenga cobertura. Así que si no te llamo en unos días no te preocupes, ¿vale? - Sus mejillas se sonrojaron con violencia al mentir a su madre. Menos mal que lo hacía por teléfono, que podía disimular un poco la voz. Porque en persona seguro que ya la habría pillado. - El hotel está un poco aislado y puede que tampoco tenga mucha cobertura - . Se mordió el labio y apretó con fuerza el teléfono contra su oído, mientras escuchaba a su madre pegando voces al otro lado. - No te enfades, por fi... Sé cuidar de mi misma. Además, estaremos bien atendidos. La guía es muy agradable. Y la de seguridad... - Tuvo que volver a callarse, mientras al otro lado de la línea su madre seguía exasperándose. 

Al escuchar que Janko era también un investigador paranormal, y no sólo eso, sino que además parecía entusiasmarle todo aquello, los ojos de Andrea se apartaron de él mientras su atención se dispersaba un poco. No era sólo que aquellos temas no le gustasen demasiado, sino que en ese momento y lugar aquello era lo que menos le apetecía oír. Sin embargo, el hombre volvió a captarla un poco cuando se ofreció como guía. Una vez más decidió no aceptar ni declinar la invitación por el momento, aunque se encontraba a punto de responder de manera educada cuando su hermano intervino, burlándose de la profesión de Janko.

Hubo algo en lo que él dijo, puede que fuera su manera de expresarse o las palabras utilizadas, que hizo que la chica entrecerrase los ojos, mirándole con auténtico desprecio. - A veces eres un completo gilipollas. - Le dijo sin más. Normalmente no tenía problemas con su actitud, él la había limado con respecto a ella, y con los años ella había aprendido a soportarle cuando la tenía con los demás. Sin embargo en esta ocasión se había extralimitado. Consciente de que en un rato lo entendería se apartó un poco de él, perdiendo por el momento las ganas de hablar.

Sin embargo la efusividad del muchacho sentado detrás de ella, Jessie, le hizo calmarse un poco. Y su oferta y aquella manera de elevar las cejas terminaron por sacarle una pequeña sonrisa. La amenaza de Sally llegó, como era de esperar, pero en ese momento la mirada que ella dedicó a su hermano fue de reto, casi desafiante.

- Ni caso, Jessie. - Le dijo, mirándole de medio lado. - Luego hablamos y te enseño una cosa que he traído. - Ofreció, antes de posar de nuevo los ojos en los de Salvatore.

Fue entonces cuando aquel chico les interrumpió, hablando del consentimiento que firmarían y demás. Meros trámites. A Andrea poco le importaba lo que grabasen o lo que pudieran hacer con ello.

Durante el tiempo que duró el viaje el humor de Andy fue asentándose y poco a poco el enfado se disipó hasta desaparecer por completo. En determinado momento decidió ceder, y en silencio buscó la mano de su hermano, entrelazando sus dedos para pedirle disculpas sin tener que llegar a decir nada.

Cuando al llegar al destino una mujer se subió al autobús Andrea la escuchó con atención. Lo que más le extrañó fue que hicieran un alto en el camino para que alguien ajeno les contase algo de lo que bien se habrían podido encargar los guías de la expedición. Las reacciones de unos y otros no se hicieron esperar, y Andy cruzó una mirada con su hermano, incrédula tanto ante la conspiranoica del tío que había estado haciendo el payaso con la cámara como ante la de la rubia de los abrazos.

- Somos unos frikis extranjeros que vienen a hacer el cabra a unas ruinas. - Expuso. - Es normal que no se responsabilicen de lo que nos pase. Bastante que no nos detienen.

Cuarenta largos y raros minutos para Phil. Durante ellos y todo el trayecto, por ratos, navegaba por los menús de su móvil impaciente. Azotado por inoportunas redes de pensamientos caseros que no venían a cuento. O si… depende, como si había cerrado la nevera antes de irse. De vez en cuando, alternaba el teléfono con su viejo reloj de mano para darle cuerda y visualizar la hora, que ni si quiera estaba en hora.

Aquel criajo que los acompañaría, el camarógrafo… les explica que firmarían algun acuerdo al llegar, y les invita a observar las vistas cuando pasan por el rio Danubio y la casita de Buda. Phil observa tapándose la boca con una mano y asintiendo en pose interesante, espectacular, pero mucho detalle para poco trazo. Por lo demás, sabía de que el amarillo representaba la luz y el azul la oscuridad, y que el mundo no podría sobrevivir sin abejas, pero no que diantres sería un camarógrafo.
Cuando una estropeada mujer de cara afilada, se sube al autobús quitando glamour a los guías, Phil atiende un poco ido. Les decía que blablablá… tendrían todo lo necesario para la experiencia ...y que blablabla cuidado con los monstruos. No escucha del todo. Seguía preguntándose por el termino camarografo. Hmmm... Si por su tarifa de datos fuese, tendría que esperar dos vidas para saberlo, y cada vez se alejaban mas de la ciudad.

Entonces, el autobus frena para dejar bajar a aquella mujercilla ajena a la expedición, Phil supone que ya estaban dentro de lo que sería el recinto “oficial”, pues el autobús subía tras atravesar la muy cerrada verja de seguridad. - Yo pensaba que nos iban a dar pulseritas, o algo - piensa el. Y en lo que pudiera quedar de tramo, Phil echa su espalda contra el respaldo y juguetea con sus dedos entrelazados, viendo de vez en cuando a través del cristal el reflejo del hombre que había situado delante, el calvo y regordete, también era bastante retratable.

Del aeropuerto al autobús iba todo bien. Decidió sentarse en uno de los asientos de más adelante, cerca de la guía, a la cual dirigía coquetas miradas de vez en cuando. Aún así, la mayor parte del viaje iba detrás del palo, sin enterarse de nada.

Las únicas cosas que recuerda, es al chico Goro tirándose por ahí como dueño por su casa, una actitud que no apreciaba nada, y que no dejó pasar sin soltar un comentario, que no esperaba que el resto entendiera.- Bien luego alguien va a darle una torta este culicagao por guajiro.- Se río para si mismo, aunque la atmósfera de todo pareció cambiar para si cuando se subió la guardia flaca. Se persigno cuando dijo sus palabras. De niño religioso, y por supersticioso, aquellas palabras le inquietaron un poco. 

Trato de relajarse hablando a sus compañeros, para darse a conocer.- Mi gente, que no haya miedo con esa comida enlatada que yo soy lo que se dice el boss en la cocina. Dejenmelo a mi, que nadie va a andar flaco en el viaje por culpa de las conservas.- Se expreso en un tono bastante alegre, con un acento marcadamente cubano del que no pudo desprenderse ni recorriendo toda Europa.

Después del agite del aeropuerto y casi hundido en la oscuridad, escucho a lo lejos unas voces aun desconocidas para mi. No hay ninguna relación entre ellas y algún rostro. Es irritante escuchar tanta cháchara junta en mi estado actual, abro los ojos para ver el río que alguien ha mencionado, es un paisaje familiar, nada nuevo. Sigo con mi intento de descansar hasta que soy interrumpido por la voz de una dama (no muy agraciada) que nos da instrucciones en el autobús, antes de dejarnos seguir hasta un poco mas arriba en la montaña... mientras escucho a alguien decir  "Bueno, parece que por fin hemos llegado ¿no?". Y respondo, casi por instinto-Si, eso parece-  mientras miro por la ventana un poco distraído, estoy un poco mas fresco, el descanso me ha sentado bien.