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HLdCN - Amalgama Planar

Día 8 - Sacrificio

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14/05/2013, 13:38
Ángel

Un nuevo día que promete cambios, ya renovados.

El frío es aterrador, atenaza las almas de cada uno de los presentes, pero la que peor parece llevarlo es Ehalli, quien tirita del más puro frío, si tal cosa es posible en un ser mecánico como ella representa.

Pero vuestros ojos no buscan si no la esperanza... Para encontrarse de bruces con la muerte.

El cuerpo de Delos es pura escarcha que comienza a caer al suelo, derritiéndose casi al instante al entrar en contacto con la superficie. Es Rienott quien ríe abiertamente.

Lo esperaba, sí...

Se confirma a sí misma. Un ademán de la mano y, mientras lo poco que resta del cuerpo cae, una llama azulada surge desde el cuerpo de Delos, una llama que a todas luces representa su alma, confusa y natural, más que nunca. Y apenas un chasquido para una nueva llama... Roja esta vez, el orgullo de Lianne, también su alma se encontraba entre vosotros.

Pero eso no es todo, de repente, Nuraus se lleva una mano a su pecho, sin dudarlo ni siquiera medio instante, busca rápidamente alrededor, entonces puede verlo en el suelo: una llave. La coge entre sus dedos.

Ruge, ruge con fuerza y el suelo tiembla, su cuerpo comienza a hacerse más grande, más voluminoso... Sus colmillos engrandecen... El gran Oso Negro está de vuelta entre los presentes, aunque pocos pueden saber si quiera en sus pensamientos el por qué... Se retuerce. El Oso Negro que es Nuraus se traga la llave. Ruge. La sangre comienza a gorgotear desde su interior, claramente herido... Y se tumba de lado. Sus ojos prácticamente caen en blanco antes de exhalar su último suspiro.

Y desde su interior, es Gynk hijo de Grynkell el que se abre paso, se pone en pie y os mira a todos.

Aún ensangrentado, al menos se encuentra con vosotros en toda su extensión. Mira con compasión el cuerpo del muerto... Y entonces el grito de Neheri, llorando se acerca hacia su amado, la elfa avanza a traspiés hasta llegar al lugar donde Nuraus descansa, todos sin excepción retroceden para dejarle espacio al último adiós. Ella toma sus espadas, sus ojos están decididos a abandonar este mundo para acompañar a aquel que le ha robado el corazón, incluso más allá de los enfrentamientos que no hacían si no encender la llama de la pasión que en ambos late.

Ambas espadas gemelas atraviesan a la par el vientre de Neheri, los ojos lagrimean sangre mientras su filo atraviesa sus pulmones... El mundo entero se queda sin respiración.

Un brillo cegador...

Nuraus apoya sus manos en el suelo, aún vivo pese a que su cuerpo ha servido para que Gynk se abriese paso, un sacrificio que le daría apenas unas horas de vida.

Pero no es eso lo más sorprendente... En la espalda de Neheri unas hermosas alas abiertas, enormes, que superan con creces las del propio Delos, su cuerpo parece más frágil que nunca, sin embargo, la luz en su interior también parece mayor que nunca. Naysha se tumba a su lado.

Un único suspiro es suficiente para que las heridas de Nuraus cierren por completo y éste la mire confuso, apenas alcanzando a ponerse a sus pies.

D...

Comienza a decir, pero es silenciado por el dedo de ella en sus labios y una sonrisa de comprensión. Neheri es ahora una Diosa entre vosotros, y continúa sentada en el suelo, observando... En su más profunda quietud.

Los ojos de Ehalli brillan en este instante. Adu cae al suelo. Ferriel se lleva una mano al pecho.

Una criatura avanza imponente, obligando incluso a Neheri y a M a contener la respiración.

Observa a cada uno de los presentes y, sin tocar el suelo, levita lentamente hasta colocarse tras Ehalli.

Eones ha desde la última vez. Padre. Madre. ¿Es esta la batalla?

Ferriel y su amada apenas alcanzan a asentir muy lentamente con la cabeza, temerosos de lo que habían descubierto, pero conscientes de que estas palabras iban dirigidas a ellos sobre cualquier otro de los presentes.

Comienza a alzarse sobre las nubes.

Nadie debe de ganar. Nadie debe de perder. Las posibilidades son infinitas. El camino, sólo Uno.

Estelas de realidad parecen querer rebelarse contra el Ángel que no se ha, siquiera, presentado ante todos, pero cuyo poder podría hacer empalidecer el de cualquiera de los presentes, una criatura que no pertenece claramente a este mundo.

Alza su espada, y todo comienza a arremolinarse en torno a ésta: viento, luz, oscuridad, relámpagos, incluso el propio bosque y el suelo. Su escudo forma una esfera protectora que le protege del efecto de su propia arma.

Bienvenidos al... Final.

Todo a vuestro alrededor se rompe y cae como si de cristal se tratase...

Un juicio, una sentencia... Y una despedida. El vano sacrificio del tiempo y la vana esperanza del espacio.

El Orden de Cell se alzará con una victoria imperfecta.

El Kaos de Zyba tendrá un perfecto final.

El Renegado será al fin Libre.

El Caído será por siempre Preso.

Y tal es la sentencia del Ángel.