Partida Rol por web

La Guardiana ya no estaba allí. Acababa de morir. ¡El agua debía estar envenenada! Siempre lo supe. Ese agua sin color y sin sabor tenía que ser venenosa. Nada como el agua fangosa del viejo pozo de mi caverna... Lo que parecía claro es que seguramente alguno de esos seres acuosos que me rodeaban debían haberlo hecho.

Observé el cádaver. Ahora era carroña. Deliciosa, por un lado, pero a pesar de lo que dijera mi instinto, debía guardar respeto. Sí, hasta los goblins tenemos algo de respeto por ciertas cosas, y las Guardianas eran una de ellas.

Suponer puede ser un error fatal...

Aulla la voz cavernosa desde el interior de la túnica, no obstante, sus ojos no pierden detalle de nada de lo que acontece, aunque en éste caso se fijan más en la mujer de ojos rojos como los suyos propios. Tras un segundo mirándola sus ojos buscan a la mujer alada de ropajes dorados y sus ojos se apagan por un segundo... Finalmente vuelve a centrarse en la guardiana.

Las palabras de Ñusta me hicieron arrufar: "¿que no me acerqué? que sabrá esa mujer del agua y de mi poder; no me daña cualquier cosa...A MI"

- Gracias por tu preocupación señorita. ¿Cómo os llamáis? - esta vez había clavado la entonación de pregunta y eso la reconfortó - Soy resistente - añadió tras una pausa pues no sabía que conector utilizar entre esas frases.

Dos de sus tentáculos de detrás se enroscaron uno con el otro señal de que su corazón estaba preocupado a pesar de lo que su cabeza pensara.

En mis tierras esta la leyenda de las Guardianas del Equilibrio de Pacha Mama, ellas protegen la estabilidad de nuestra madre tierra, mi pueblo ha sido uno de los elegidos para conservar esta tradición, asi como mis ancestros han servido a Pacha Mama y las Guardianas, yo tambien he de hacerlo, por eso supe cuando el portal se abrio ante mi trono, que algo perturbaba el Equilibrio de la madre tierra, desconosco las leyendas que se cuentan en vuestras tierras, pero si algo esta matando a esta Guardiana solo puede ser el Caos, y aquellos de alma corrupta que intentan dañar al espiritu de Pacha Mama...

Ñusta dejo a la Guardiana descansar, alzo su lanza y golpeo con el extremo sin la hoja el suelo, un pequeño temblor recorrio el suelo...Soy Ñusta Huillac, La Tirana y Domina de los Abismos y mi lanza esta al servicio de las Guardianas, lista para enfrentar a aquel que busca la destrucción del Equilibrio...Miro a los presentes con ojos escudriñadores, como buscando en ellos algun indicio de traición...Debemos cuidar de ella, ayudadme a hacer un lecho digno de ella, donde reposara mientras nosotros descubrimos de donde viene la corrupción...

Esa mujer era casi peor que Fauno, ruidosa y teatrera. Pero su voz...su voz era firme y poderosa y eso impresionó a Kilina.

- De acuerdo, me has convencido...Ñusta. Sabes. Felicidades.

"Cuando esto termine quizás también te de branquias a ti"

Según el agua empezaba a oscurecerse la vida y las fuerzas de la Guardiana empezaron a sucumbir, dejando de ser aquella que protege el templo para morir como lo que siempre había sido... una ninfa.

Tan solo el agua de Kilina pudo en parte reconfortar su paso, y dejarla unos minutos más actuar

Poco a poco aceptaría la muerte pero antes daría la bienvenida a los que moraban en el templo. Su mirada ya inerte vencida clamaba un lamento entre sus últimas lágrimas que se confundirían con el viento.

Privada de la vista antes de morir agudizó sus sentidos y pude oler el aroma conocido de aquellos un día conocieron otras guardianas. Con la piel quebráda, a punto de fallecer, dijo: Bienvenidos aquellos que un día rogasteís por el eterno recuerdo, aquellos conocisteis la victoria en otras batallas.

Respondiendo a una pregunta que miles de veces había escuchado dijo una última vez: Laia, me llamaban... cuando la gente se dirigía por mi nombre, pero hace enios de eso... pues ahora no importa quien soy sino el porque soy, y para que soy.

Mal hora la que encuentra nuestros cuerpos, pues si no hacemos nada todo estará perdido, sucumbiendo al olvido y al vacío. Pues ya no importa lo que un día fue, pues si aquellos que ostentan el poder del templo consiguieran su proposito podrían borrar vuestra huella del pasado, olvidar vuestra presencia del presente o incluso negar al mañana un futuro...

Apoyada sobre los brazos de Ñusta respiraba con dificultad, pero prosiguió diciendo: Me alegra ver que aún después de mi despedida quedará alguien que luche por el equilibrio. Tomo aire y prosiguió: Si de verdad amaís lo que sois, os sentís orgullosos de lo que un día fue vuestro paso y de saber que tras la senda de vuestros pasos se llegó finalmente a vuestro ser, ayudadme al equilibrio.

Pero si sois vosotros, los que estaís aquí para arrebatar el curso del vacío tened presentes una cosa... aún moribunda y privada de la vista puedo asegurar que sigo viendo más alla que vosotros, pues una vez el olvido se instaure no reconocerá dueño, tan solo amplitud... y al igual que estas aguas se corrompen y esperar el debacle de la noche eterna, el olvido llegara a vosotros...

Un golpe de tos, cesó sus palabras, dejando sobre el marmolado suelo una mancha de sangre que salpicaba ahora sus labios. El fin está cerca ... Sentenció: pero antes de irme, quiero donar todo aquello que pueda dar para ayudar a que esta guerra no acabe en el olvido... pues si todo se perdiera, incluso las reliquias borrarian su rastro.

La Guardiana hizo acopió de todas sus fuerzas para llamar a las reliquias, otorgandolas a un nuevo sucesor, debía de guardarlas como propias, pues tras la muerte de la ninfa ya nadie prodría protegerlas.

Primero señaló al norte y las aguas se abrieron mostrando un Regio Tridente y dijo con tenue voz, rota por un velo que la muerte dejaba antes de instaurarse en ella: Yérguete sobre cuerpo, Espíritu del Árbol del Agua, y lidera esta nueva batalla que esta por comenzar, encabeza las filas y apoya tus pasos sobre este varal, y nunca olvides que la luz que un día reino bajo estas oscuras aguas que hoy nos rodean.

Acatando sus órdenes Garoé, cambio su posición adoptando una postura erguida igual que un humano que a caballo entre el ser que hasta hace momentos era ahora acogía bajo su mano el Tridente de Poseidón.

Luego con la mirada nacarada miro al sur y dijo: Hija del Odio, no dejes que el rencor domine tus pasos. Deja que los recuerdos vuelvan a vivir, deja que las lágrimas de Anfitrite reparen el daño causado.

Y flotando desde el punto más al sur del templo se acercó aquella copa nacarada, que contenía las perladas Lágrimas de Anfitrite, dispuestas a volver las heridas sanas. La súcubo mojo sus manos y guardó la reliquía que le había sido otorgada.

Posteriormente señalo una pequeña fuente situada en un lugar al oeste y dijo al Sidhe: Lava tus manos antes de la batalla y recuerda que la mancha de la inocencia es una mancha que ni tu propia vida podrá borrar, al igual que Halia no pudo borrar el amor por sus hijos, en aquellos tiempos donde el olvido era tan solo una emoción.

Al principio Aldair, no sabía como acutar, luego sin más dejó que sus manos acariciaran el agua que la boca de una estatua parecía derramar atraves de sus lágrimas. Y tras retirarlas, antes de secarlas vio que su mano estaba enfundada con las Garras de Halia, otorgandole fuerza y valor en sus actos.

Ahora se dirigió al gélido Lich y dijo: Guarda tu máscara helada y deja que el tiempo demuestre tu razón, tan solo aprende del hielo a ser firme en tu decisión, se justo y ofrece tu decisión, no es facil cargar con la culpa pero sin ti, esta guerra dejaría tan solo un mar de Naufragos en el olvido.

Junto a Lo'Korw una columna se resquebrajo y de entre los casquijos, con tan sólo pasar una mirada, encontro aquel astrolabio que un día fue Guía de los Naufragados.

Señalo, pronto al Sátiro y le dijo que se acercara a ella una vez junto a la ninfa moribunda le dijo señalando el techo que cubría a ambos: Aquí tienes el Cristal que guardara tu reflejo, deja tu mirada se posé en el y evoque el recuerdo, no dejes que el vacio llene este panteón.

Y sin saberlo mientras lo miraba miles de Nereidas guardaba su figura en el Espejo, guardando su alma bajo protección hasta que la duda o la razón quebrase aquel firme tejido que servía de escudo y paragón.

Poco después miro a uno de los seres que aunque titanico permanecía callado, sonrió y dijo al Elemental: Acostumbras a rodearte del ruido de la tormenta y la sonata que culmina con destrucción, por eso te dejo a tí este instrumento, que llenara de melodía tus pasos, y dejará verdad donde otros quisieran poner un tablón.

La mano de la Guardiana señaló el último escalón del templo, sin pensarlo aquel Ser de Rayos destruyo la losa que crubría el lugar, y de entre los restos encontro el Cuerno que sabío guardaba la Voz de la Atlantida.

Finalmente miro con ojos cegados a un pequeño animal que con frondoso pelaje parecía querer arroparla en sus últimos momentos: A tí aunque contrario a este templo, se te acostumbró a vivir junto al candor del fuego, la bramura de las palabras y el fragor de la batalla... por eso hoy quiero que con mi ida aprendas antes de que todo termine lo contrario tambien. El poder del silencio, de la palabra nunca dicha, o del olvido cuando tan solo significa perdón...

Y culminando su última palabra arranco de su brazo, un joya que prendía engarzada entre metal, colocando aquel Záfiro que contenía el rubor de las Sirenas en el cuello del pequeño Kurama....

El esfuerzo había dejado al descubierto las siete reliquias del mar, y algo más, el poder de la última palabra, pues dueños de aquel perdón, el cuerpo de la Guardiana se evaporaba en meras cenizas que se unian al vacío que circundaba el lugar, dejando tan solo un aroma entre los vivos, un aroma que tan solo recordaba palabras en sus mentes, la mismas palabras que ahora sabían que eran sus destinos, ser presas y cautivos de un destino sin determinar, pero así prisioneros del Olvido y obligados a acabar.

De mis ojos caen lagrima como ascuas llorando la perdida de un ser tan bello, en señal de luto creo una llamarada de fuego encima de nuestras cabezas con forma de mujer asemejando todo lo que puedo a la guardiana muerta en el suelo y luego hago que se desvanezca en multiples brillos de luz como despedida.

Hay que descubrir que ha pasado y quien a sido el causante por su memoria y nuestra vida.

Se habia acercado a Ninfa esperando recibir algo como el resto y por pura voluntad de ella recibi uno de los tesoros, debia estar mal de la cabeza para darme algo de poder a mi o talvez me vio como un ser inocente. Lo que si estaba seguro que habia acertado era hablardor desde el dia que aprendi a hacerlo, difrutaba del fuego y los conflictos mas que de la tranquilidad y humedad del agua.

No podia esconder la sonrisa de triunfo frente a los otros, aunque baje la cabeza cuando perecio la guardiana por el minimo de respeto que le tenia por darme el zafiro.

Alguna idea Ñusca? pregunto mirando a la tirana, mientras caminaba con cierto orgullo su zafiro.

"Yérguete sobre cuerpo, Espíritu del Árbol del Agua, y lidera esta nueva batalla que esta por comenzar, encabeza las filas y apoya tus pasos sobre este varal, y nunca olvides que la luz que un día reino bajo estas oscuras aguas que hoy nos rodean"

   Pocas voces podían hacerle resonar como lo hacía la voz de la guardiana del agua. Sus hojas y ramas adoptaron una nueva forma para tomar el arma que le ofrecían, aunque no fue hasta un rato después, que el Garoé comprendió la importancia de la tarea que le habían dado. 

   Como toda respuesta, asiente solemne, mientras algunas de sus hojas aún derramaban hasta el suelo el agua que tomaban del aire, como un mudo tributo a la labor de toda una vida. 

   Un momento después, observa al resto de criaturas a las que la sabiduría de la Ninfa les había otorgado aquellos dones, e igualmente los saluda.

Por un segundo me quedé viendo la reliquia que se me había otorgado por la difunta guardiana. No entendía cómo podía haber confiado en mi para tal tarea, sabiendo cómo era un Lich. Pero eso era bueno. Seguramente pueda sacar provecho de esto.

Me acerqué al lugar donde había muerto la criatura. Una rápida examinación me dijo que esa no había sido una muerte cualquiera. Solo el conjunto de seres con corazón más gélido que el mio podrían haberle hecho esto a la guardiana. Dudaba que incluso fuese capaz de contactarla por medio de necromancia o revivirla aunque sea como un zombi esclavo. Estaba totalmente perdida.

Luego observé a las otras criaturas, especialmente a Ñusca, pues esta, al parecer, había tomado un gran protagonismo de repente, atrayendo la atención de todos los seres hacia ella. Ahora todos le hacían preguntas a ella, intentando buscar su guía. No pude evitar una risa. Ella debía de estar tan perdida como los demás, siempre y cuando no fuese uno de los traidores que mató a la guardiana.

En la cara de Faux se pueden apreciar lágrimas... si es que alguien se fija en ellas, pues de momento se queda en silencio; sin saber qué decir. Las emociones la llenan. Pena por el final de la Guardiana. Temor, por su propia vida, que en riesgo, mira por el bien del Equilibrio. Desconfianza, hacia todos los demás seres, a los que gustaría de llamar hermanos. Tranquilidad, pensando que la guardiana sabe a quién entregar esos magníficos objetos que les guiarán y ayudarán. Esperanza, de terminar con los corruptos.

- Descansa en paz. - susurra. - Lo haremos lo mejor que podamos.

La muerte de la guardiana me había llegado al corazón, ella había fallecido por nosotros, por salvarnos... unas lágrimas corrieron por mis mejillas sin que pudiera controlarlas. Una mezcla de dolor y rabia tenía dentro en aquél momento; dolor por la pérdida de la guardiana, rabia solo por saber que era obra de algunos de los presentes, criaturas sin remordimientos con las que había que acabar por el bien mayor, pero ¿qué se escondía tras las mascaradas que teníamos delante?

Observa con pesadumbre como la vida de la guardiana expira sin poder remediarlo. una lagrima solitaria, recorre su rostro hasta que finalmente cae. -Los traidores Pagaran por esto con su sangre!. Mira la garra, y la sopesa cerrando y abriendo el puño, depués mira para Kilina. -Si mi permitís... Sin mas con un gesto de la mano, hace fluir un poco de agua sobre su mano y con varios movimientos hace que se mueva a su gusto.

Después de comprobar que puede manejar sus poderes con total fluidez, devuelve el agua a su lugar en la columna de Kilina. -bien, puedo manejar aun así, al menos en parte, mis poderes...

Todos estaban distraídos con la muerte de la Guardiana, así que aproveché para guardarme en los bolsillos unas piedrecitas brillantes que había en el suelo. Podrían ser trocitos sueltos de mármol o quizá piedras preciosas, no lo sabía, pero ahora eran mías. Lo peor es que descubrí que mientras lo hacía, la Guardiana había estado repartiendo reliquias. ¡Y ninguna era para mí! ¿Por qué nadie se acuerda nunca de los goblins cuando toca hacer regalos?

Miro al loco paliducho meter su mano en mi agua, emito un grito sin ruido, las onas de mi voz recorren el agua importunandola.

- Descerebrado ser paliducho - digo notablemente enfadada - ¿como te atreves a tocar mi agua? y con esa cosa - pongo cara de verdadero asco - ¿querías matarme?

Con un exagerado movimiento de ambas manos hacia adelante por tal de hacer parecer más terrible su acción, expulsa parte de agua salpicando a Aldair.

Permitidme interrumpir... Pero no creo que peleandonos ayudemos a la guardiana... Debemos unir fuerzas y descubrir a los causantes...

El majestuoso caballo se mantiene firme, cierra los ojos y baja ligeramente la cabeza pensativo.

Disculpadme, criatura marina, pues no era mi intención atacaros, por supuesto, si deseara mataros no necesitaría esta reliquia para hacerlo, pues me valgo por mi mismo. Con un par de movimientos de la mano, el agua con el que Kilina le había salpicado flota sobre su mano haciendo una esfera y sin acercarse demasiado, la devuelve a la columna. -Esto os pertenece.. diría que lo necesitáis para vivir, así que no juguéis con ello si no queréis pasarlo mal, y no os estoy amenazando, estoy comentando un hecho, Hoy hace un sol espléndido y vos no podéis vivir sin agua, dos hechos que sin duda, son acertados.

   Haciéndose eco de las palabras de Pegaso, Garoé se coloca a su lado, acompañado del susurro de sus hojas.

   En un día como hoy deberemos escuchar al viento antes que llenarlo con deseos confusos.

Percibo como las aguas del lugar empiezan a sucumbir de un negro intenso que comienza a crecer desde las orillas lejanas avanzando con lentitud a la zona central del templo... En el momento que estas están a punto de alcanzarme doy un salto prodigioso para tratarse de un supuesto cuerpo humano. Situándome encima de una de las numerosas columnas que flanquean el templo.

Desde esa privilegiada posición como si de una atalaya se tratase observo como los nuevos acontecimientos que se desarrollan. El reparto de las Siete Reliquias Marinas y la muerte de la Guardiana... En silencio analizo dicha situación con algo de preocupación e incertidumbre. Podía comprender que las criaturas del  agua fueran las elegidas para tan nobles artefactos... ¿Pero el resto de los presentes? Tampoco ninguno de ellos rechazo los objetos al no considerarse dignos de ellos... Eso a mi juicio hubiese sido un punto a su favor y se hubiese ganado la confianza de más de uno de los presentes.  Aquello parecía más el reparto de un botín que otra cosa. Pero quién era ella para juzgar a una moribunda Guardiana en sus últimos momentos de vida. Solo esperaba que aún conservase el juicio y sabiduría... Pues si una de esas reliquias caía en malas manos tenia la certeza de que las cosas empezarían a complicarse aún mucho más.
 

Pero...pero - pensé para mí-. No podía creer que la Guardiana hubiera depositado la suficiente confianza en mí para legarme una de esas extrañas reliquias. Cuando vino hacia mí, la miré curiosa...miles de perlas reflejaban el brillo de mis ojos y con cierto miedo la guardé. En el fondo me sentí triunfante, nadie hasta ahora había confiado en mí...ni yo en nadie desde luego.

Sin más observé como el cuerpo de la Guardiana se desvanecía en el aire. Bajé la cabeza y cerré los ojos en señal de respeto, muy pocos podían dar fe de que lo hubiera hecho antes y jamás volverían a presenciarlo.

- ¿Ahora qué?¿Qué diablos tenemos que hacer ahora?- dije mirando a Ñusta- demasiada responsabilidad depositada y muchos ojos observando, creo que más que estar agradecida tendría que estar furiosa por lo que ha hecho, nos expone a que los que le hayan hecho eso vayan ahora a por nosotros para hacerse con las reliquias-dije con gesto contrariado-.