Partida Rol por web

03. El Gran Salón

Habiendo pasado el Gran Recibidor, subiendo las escaleras y quedando justo sobre las cocinas se encuentra el Gran Salón, su nombre no defrauda, chimeneas, sofás, sillones, butacas, mesillas de café, alguna que otra lámpara y escultura. Las paredes o bien tenían ventanas que daban al exterior o bien una bien cuidada biblioteca.

La Sala se dividía en dos pisos por una escalera de Caracol, que daba al despacho del Barón. La estancia tenía a parte de la entrada principal y el despacho del Barón, 3 puertas más, una de ellas acristalada que daba al Patio de Cristal y las otras dos se encontraban cerradas.

Dentro de los objetos que más resaltaban había un piano de cola en una de las esquinas, aunque no había partitura alguna sobre este. El fonógrafo en una sobria mesilla, un globo terráqueo y una escultura de base circular con una enorme esfera de madera en el centro y círculos a modos de vías cilíndricas rodeándolo, con un total de 8 vías concéntricas.

También había unos cuantos cuadros bien distribuidos por la estancia, aunque los que más resaltaban por su tamaño o temática era el que se encontraba antes de la escalera de caracol, y otro en la esquina opuesta a la puerta al Gran Recibidor. En cuanto a arte, la estancia se encontraba coronada por una estatua sujetando una balanza.

Aquel grupo había pasado una noche un tanto alborotada, unos ruidosos pasos irrumpieron el sueño de algunos, mientras que otros fueron sobresaltados por una estridente risa en mitad de la noche; no era de extrañar que a la mañana siguiente hubiera más que una sorpresa, aunque no todas eran desagradables.

Al llegar a la cocina esta se encontraba impoluta; sin sangre en forma de pentagrama, sin trozos de carne tirados por ahí, y mucho menos sin una gorda sebosa con un enorme cuchillo de cocina coronando su pecho. ¡Al parecer alguien había tenido la decencia de limpiar el estropicio para poder desayunar en paz!.

Sea como sea, el Comedor ahora se encontraba cerrado a cal y canto, por lo que el siguiente lugar más acogedor para tener una charla era no otro que el Gran Salón, recientemente abierto al final de la velada anterior por el que tuvo la suficientemente fortaleza mental como para encontrar la llave en uno de esos puzzles.

Los investigadores trataron de entrar a la habitación, pero algo estaba bloqueando aquella puerta, con un fuerte empujón lograron apartar aquella cosa que estaba al otro lado, cuál fue su sorpresa cuando vieron que al otro lado se encontraba el Padre Lankester, su pálido rostro ahora morado, un cambio de color lo suficientemente perceptible para que todos los presentes lo puedan notar aunque lo hubieran visto solo de reojo y en el fondo de las estancias en las que se dignó, al igual que también notaron que su rostro se encontraba hinchado e inflamado, lleno de pústulas.

Sorprendidos por encontrar a un compañero muerto, los investigadores cambiaron su atención en buscar entre ellos, o mejor dicho en contar las cabezas que sobresalían; a fin de cuentas, nunca se sabe si alguien más pudo haber sufrido ese aciago destino por parte de quien sea que estuviera asesinando a los presentes.

En efecto, una vez terminado el recuento, notaron la falta de Justin Case, el joven con el sombrero de copa y por tanto, el que más tendría que haber destacado en ese recuento de cabezas, pues tranquilamente sobresaldría por encima de todas ellas.

-El cuervo tenía razón, doctor Janssen. El padre ha muerto -confirmó la gran dama rusa, ante todos los presentes. -Y el joven del sombrero de copa ha desaparecido. Una lástima. Ya podrían haberse perdido otros, como los malhablados y faltos de educación. O los tipos que envenenaron a una servidora y al doctor Freud -dijo mientras escrutaba entre los presentes si el doctor estaba todavía en la tierra de los vivos. Al mismo tiempo, comenzó a pasear por la magnífica estancia, observando cada detalle. Una detallada esfera del mundo le llamó poderosamente la atención por algún motivo. Madame Maslova había viajado por gran parte del globo en su larga vida, así pues, en seguida se percató de algunos errores notables en el relieve, no debidos a la antigüedad del artefacto sino a alguna otra causa,así que se puso a examinarlo con mayor atención.

Sir Edgard observó a la dama con sorpresa.

- ¿Que se ha muerto? No, no... mi querida Señora. El Padre no se ha muerto. Lo han asesinado. Es un pequeño matiz pero de gran importancia. Yo diria que es sencillo hacer profecías cuando uno mismo puede cumplirlas. ¿No está de acuerdo? Ambos desaparecidos fueron marcados por un doctor en medicina. O al menos eso afirma. Que va por ahí con un maletín lleno de productos químicos y la cara embozada.

Tosió levemente tapándose la boca con el puño.

- ¿Soy el único que lo encuentra terriblemente sospechoso?

Después, paseó por la habitación. Contempló el diagrama del sistema solar sin planetas y acabó junto al piano. Medio divertido, inspirado por la situación y echando de menos sus años en el teatro, se puso a intentar tocar de memoria algunos compases de la sinfonía de Gustav Holst.

Miro con asombro y espanto al Padre Lankester, recuerdo al cuervo y un escalofrío me recorre la espalda. Al ver que también falta otro compañero me alarmo, Espero que se encuentre bien... digo mientras paseo la vista por el gran salón. Al ver la biblioteca me entusiasmo. Me acerco y la observo, sobre todo una pequeña colección de 3 tomos que llama mi atención.

Clarisa abrió el primer libro del tomo "Titties Titties TITTIES TITTIES" y se empapó de conocimiento sobre el tema en particular estaba tan entusiasmado que incluso mostró al resto de presentes la gráfica de tipos que hay. ¿Se estaría preguntando que tipo serían sus compañeras?. Lo que sí sabía era que Jack "Flaco" Grayson era tipo D.

Tras revisar con atención, no encuentras nada, pero te fijas sobre los países con relieve y puedes ver que son los siguientes:

Singapur, Croacia, Yemen, Dinamarca, Qatar, Bélgica, España, Tanzania, Etiopía, Perú, Finlandia, Vietnam, Argelia, Gambia, Japón y Georgia.

El resto de países no muestran nada de interés, y aunque pese que el mapa sea antiguo y tenga errores de forma, los anacronísmos que presenta son obvios.

Alexandra pulsa en Finlandia:

Con un simple "click" Finlandia se hundió dentro de la esfera, y pasados unos segundos, volvió a salir con otro "click".

Alexandra pulsa en Dinamarca:

Con un simple "click" Dinamarca se hundió dentro de la esfera, y pasados unos segundos, volvió a salir con otro "click".

Alexandra pulsa en Finlandia y luego en Dinamarca:

Con unos "clicks" Finlandia y Dinamarca se hundieron dentro de la esfera, y pasados unos segundos, volvieron a salir con otros "clicks". A la vez.

Alexandra pulsa, a la vez, Finlandia y Dinamarca:

Con unos "clicks" Finlandia y Dinamarca se hundieron dentro de la esfera, y pasados unos segundos, volvieron a salir con otros "clicks". A la vez.

Edgard toma el volumen acerca de los culos con gran interés.

Edgard se distrae entre la información...

- ¡Oh hohoho! - al hombre pájaro parecía estar haciéndole mucha gracia todo este asunto. - De hecho, señor Richstone, en otras circunstancias, no me quedaría más remedio que darle la razón. - reconoció abiertamente, dedicándole una reverencia. Se llevó una mano al pecho mientras negaba con la cabeza, gesticulando pesar. - Reconozco desde luego ser un gran amante de la ciencia de los venenos, pues no es sino con veneno con lo que la medicina sana nuestros pesares. Todo siempre es cuestión de dosis, como en la cocina. - juntó los dedos gesticulando una pizca de sal. - De hecho, en la cocina también usamos venenos. ¿Sabía usted que la nuez moscada es una especia que puede matarle? - de su maletín, extrajo una jeringuilla vacía que utilizó, una vez más, para dar énfasis a sus palabras, puesto que llevando una máscara no tenía otra forma de hacerlo. - Es especialmente tóxica cuando se inyecta por vía intravenosa... -

Guardó sus enseres y se acercó al señor Richstone. Le puso una mano en el hombro. - No, mi estimado compañero acusante, no. No es el cocinero asesino sólo por tener nuez moscada entre sus especias. No es el médico asesino solo por llevar venenos en su maletín. No es el augur responsable de aquello que ve. Verá, señor Richstone...- tamborileó sus enguantados dedos sobre el hombro de Edgard. -...A lo largo de mi carrera, he salvado tantas vidas como he perdido otras. Puede que sea un asesino, señor Richstone. Sí, sí... Puede que lo sea. - asintió con lentitud. - Pero yo no maté al Padre Lankaster. Ni envenené a la dama ni al caballero. ¡Por todos los santos, si ni siquiera toqué las copas y el vino! ¿Cómo cree usted que podría beber con esta máscara, por el pico?- el doctor se acarició una barba invisible. - _{Bueno, tal vez podría... con la zanahoria cruda conseguí arreglarmelas...} -

-¡Uuuy! Interesantes tomos de biología humana los que tenéis en las manos. ¡Ji ji ji! - rió picaronamente, llevándose la mano al pico con fingido escándalo. - Por cierto, a no ser que encontremos otro cadáver, el desaparecido bien podría haberse fugado. Quién sabe, quizás sea el asesino que andan todos tan entusiasmadamente buscando... ¿Creen que si votamos por él, en la urna, reaparecerá mágicamente? -

Vaya, son interesantes sus especulaciones... por un lado el del sombrero de copa, Justin Case era, ¿no? Podría ser el asesino prófugo. Por otra parte, el médico estrambótico con afición por las aves... Todo es sospechoso, sin duda. Sin embargo, creo que podríamos haber pasado algo por alto. El padre era religioso, sin duda, y en esta mansión se encuentran ciertas... personas ajenas a la religión. Contrarias me atrevería a decir incluso. Desde luego no tengo los datos necesarios, pero es una hipótesis que no deberíamos descartar... - dijo Jean, mesándose la barba. Después de darse cuenta de que su fachada de cascarrabias se había caído momentáneamente, procedió a carraspear airado y se puso a toquetear el globo terráqueo, distrayéndose de sus pensamientos.

Todas retrocedían eventualmente.

Viendo que su actividad era tan infructífera como absurda, se acercó a la escultura con la pelota de madera encima, y observando un par de segundos las vías que la rodeaban, habló en alto para que los presentes lo escucharan, muy a su pesar.

¿Quién tenía la esfera roja que encontró en el recibidor? Quizá aquí tenga algo más con lo que entretenerse...

Acto seguido, volvió a centrar su mirada en la esfera del mundo, intentando desentrañar sus misterios.

Bueno, veamos si este cacharro hace algo...

 Esperanto se muestra opacada ante el descubrimiento de más gente asesinada. Lo único que pudo sacarla de sus pensamientos tristes sobre muertes que podrían darse lejos de la tierra fue la acusación que dio contra el médico de agujas y cuervos. Un ser que le hacía dudar de si la Madre Tierra custodiaba a todos sus seres. Esa persona parecía carecer de alma misma.

- Haya paz... o hagan lo que quieran, realmente. Madre Tierra entiende que a veces los conflictos son necesarios...

 Intentando desentenderse de todos esos asuntos problemáticos, Esperanto se acercó a la estatua de la habitación y empezó a mover las balanzas.

La balanza se mueve de arriba a abajo.

La esfera comienza a circular alrededor de la esfera de madera.