-Esto le parece de locos y eso no -dijo la señora Odoyevski-Maslov, señalando el arpón que atravesaba la silla del Barón. -Quizás tenga algo que ver con nuestro amigo, el de la escafandra. Y, sin duda, esa esfera es otra pieza más para el puzle de las órbitas, en el Gran Salón. Deberíamos llevarla allí cuanto antes. Estos puzles y misterios parecen estar intrínsecamente vinculados a los hechos que están teniendo lugar en este castillo. Su resolución puede que guarde la clave para nuestra supervivencia.
Recojo y guardo los documentos que indican que Evans es un asesino
Me pregunto quién será el desgraciado del buzo... ¿Algún enemigo del barón, quizás? ¿O tal vez el propio barón dejado ahí para disfrutar por los restos de su despacho? Siempre me apasionó la navegación, especialmente aquél episodio de los argonautas y el vellocino, con esos fornidos hombres trabajando hombro con hombro y lo que no son hombros también tantas jornadas en altamar, lidiando sus soledades con la compañia de otros hombres.... - Me digo mientras observo el cuadro de los nudos.
Aquí son todos motivos marineros, el traje de buzo, el cuadro del río y los nudos, quizás mirando más detenidamente averigüe algo nuevo.
No parece haber nada más en aquellos nudos marineros que lo que uno puede ver a simple vista.
-Señorita, no crea que no hemos visto como se guarda esos papeles. Aquí todos somos brillantes observadores, no se nos pasaría tal cosa por alto -dijo madame Alexandra con desdén hacia la joven. -Ninguno de los nombres ahí citados se corresponde con ninguno de los invitados, pero se me ocurre que quizás alguno de los que se pasean sin invitación sembrando cadáveres a diestra y siniestra sea una de estas personas, disfrazada bajo un alias...
-¿Tiene algo que decir al respecto? A ser posible que no implique la ingesta de sus genitales -preguntó a Asha Ahsa, recordando el carácter de la joven.
- No lo he hecho a escondidas. No quiero llevarlos en la mano por eso los he guardado en el bolso. - Digo susurrando.
- MALDITA VIEJA PELLEJA. -
Cierro los ojos y me concentro en cómo he dicho todo.
- Creo que he gritado lo que debería haberme callado y viceversa. -
Me río de forma sonora, a carcajadas.
Jean intenta contener una risilla baja ante el comentario de la madame rusa, y reacciona con cara de disgusto ante el comentario de la señora histérica.
- Juventud divino tesoro... Querida Asha, no pierda nunca su espontaneidad... Me recuerda a un joven que conocí que nació sin cuerpo calloso y cuyos médicos le conectaron ambos hemisferios con los cables de una central telefónica. Es usted adorable, pero ¿podría decirme para qué sospecha que podrían servir esos nombres antiguos? - le digo a la joven mientras deambulo por la habitación husmeando en los cuadros.
Busco detrás de los cuadros, en algún lugar puede estar la llave del cajón
El Cajón está bloqueado por un candado con clave numérica, por lo que no sería preciso ninguna llave. Pese a ello, como era de esperarse, no hay llaves encontradas en aquella búsqueda.
Me acerco a la cajonera y echo un vistazo al candado.
Si tiene cuatro cifras, intento la combinación 9 6 4 y 1
El candado no se abre y por tanto el Cajón no se abre.
9641 ? Me pregunto de dónde sale ese número XD
Al ver que no funcionaba y levantar la vista con desagrado, Nadine vio el cuadro que presidía la estancia (el de los nudos marineros poco podía presidir) e intentó abrir el candado con otra cifra...
Lo reintentamos con 1 8 2 8
El candado no se abre y por tanto el Cajón no se abre.
Jean, ocioso y buscando algo que hacer mientras piensa sobre las diversas pistas que tienen, y sobre los sospechosos que se encuentran en la mansión, se acerca al arpón. Definitivamente, ahora que se fija bien en sus características, le tiene intrigado.
Jean investiga a fondo el arpón, buscando cualquier cosa que destaque en él o en la silla en la que está clavado.
El doctor Lazario resulta ser mucho más explícito y directo al interrogar a la joven malhablada. Mientras ésta se decide a responder o no, e ignorando por completo ese insulto de segunda categoría, la señora también se pasea ociosa por la sala.
-Si no está en el cuadro grande, quizás la clave esté en el pequeño -comenta a Nadine, que parece enfrascada en intentar abrir el cajón, tomando entre sus manos el retrato del Barón, que preside la mesa. Ah, suspira, recordando viejos tiempos pasados. Dulce pájaro de juventud. También comprueba el marco, si hay alguna fecha inscrita y si este se puede abrir. Detrás de viejas fotos se suelen anotar cosas importantes...
Examino la fotografía del Barón.
Cuando Jean se fija en aquel Arpón clavado nota algo extraño, pese a que al principio no logra comprender muy bien qué era, al final comprende aquello que se encuentra de forma inusual, al menos lo más inusual que puede haber cuando te encuentras una silla con un arpón clavado en el medio y medio del reposa-espaldas.
El Arpón NO fue incrustado, sino que parecía que la silla se hizo así a modo de diseño, haciendo imposible que alguien usara dicha silla, ya sea de paso.
La fotografía del Barón mostraba a un hombre apuesto que parecía adorar a la cámara y esta también parecía adorarle a el, pese a ello, una vez sacada del marco de fotos algo inusual llama la atención de la Princesa Rusa; a diferencia de otras fotos antiguas que llevan tiempo en la exposición del ambiente, esta se encuentra como nueva, incluso huele como una foto hecha hace poco.
Pruebo en el candado numérico el código _ _ _ _ y tapándolo de forma que nadie pueda ver el número que introduzco.