Partida Rol por web

Muchas eran las preguntas a responder, y poco el tiempo que le quedaba. Miro pòr aquella abertura oval, y vio como negras nubes cubrían el despejado cielo.

Miro a Cristie y dijo: Tu padre hace mucho que dejo de esperar... a penas quedara una lápida en pie en su memoria si esto no pudiera dar vuelta atrás.

Luego miro a Domino y digo: Aunque quisieras no podrías, pues no es tu designio mantener el hambre del infierno, sino cerrar el bucle que esta por abrir.

Después intentando responder a todas las preguntas y afirmaciones a la vez dice: La historia no espera de vosotros que lucheis contra demonios, y que derrameis vuestra sangre como alimento una vez más. Sino que enseñeis ante el sello la fuerza de un noble corazón... la huella de él, son los sentimientos, que nacen en nuestra alma y que llegado el momento brillaran.

Por eso no se esperaban ejercitos para combatir... ahora miraba a Yannick, Sino valientes capaces de admitir su historia, su verdad.

Las nubes empezaron a romper entre una espesa lluvia, que calaba la ropa de Michelle, las gotas dulces de lluvía se mezclaban con el amargo de sus lágrimas. Había llegado el momento.

Los animales hasta ahora apartados abanzaron hasta la diestra de sus portador, y sin apenas mirarlo, agachaban su mirada hacia el suelo como despidiendo la pronto ida de Michelle... incluso las sanguijuelas se postraron tendidas, inertes... y las abejas posaron su vuelo, parando su zumbar.

Del suelo emergieron equidistantes unas especies de ramas, que asemejaban los brazos de un ser ancestral... y sin parar a preguntar se introdujo en los cuerpos de los 21 elegidos, dejando allí donde alcanzó, a la vista de todos, una pequeña gema blanca... que emanaba una suave luz... de esta gema crecían cordones dorados que la aderezaban junto al cuello, o bandas de piel que la apretaban junto a la piel, en una muñeca, en el cinturon incluso anillo tal vez...

Mientras mirabais esa gema, el recuerdo de todo aquello que amabais se agolpaba en vuestra cabeza, el recuerdo de todo aquello por lo que luchar. Respondidos antes miles de preguntas aún que contestar.

Una última rama esta ensangrentada nacio del centro de aquella plataforma blanca, y mientras ella os miraba, empapada por última vez, su cuerpo era prendido y atravesado por miles de astas dispuestas a robar cualquier rastro de vida de su piel.

Minos tambien era lacerado, como si de un espejo ante su igual fuera tratado, sufriendo aquella agonía una vez más.

Con los labios manchados por una rastro de rojo carmesí, balbuceó mientras el sonido de la lluvia ahonda a vuestro alrededor... No olvideís lo que soís... ni os sintais... ver.. verguenza por sentir como sentis.

Encontrad... a... aquellos... que desean... un... infierno bajo vuestros pies...

Y antes de dejar su cuerpo tendido sobre una árboleda sangrienta sin vestigio de vida en su piel dijo: Y espero... encuentre en vuestra alma... perdón.

Ya no podría hablar... su pecho dejo de resistirse al paso de aquella dama fría que todos llamaban muerte.

Y mientras el sonido de la lluvia inundaba el lugar... el suelo parecía cambiar bajo vuestros pies...

La lluvia habia cesado, nisiquiera quedaban charcos que pisar, ni brisa humedad que olfatear.

Una mirada abajo, y aquel suelo limpio parecía cubierto de polvo y fango. Al frente ya nada quedaba de Michelle, tan solo un vestigio roto de lo que aquella capilla antaño represento.

Y atrás, paredes y columnas rotas cubiertas de algunas hogueras, que no dejaban sino paso a la más absoluta soledad. Nadie podría decir si el tiempo cambio, pero lo que si estaba claro, es que la lucha... desde la muerte de Mimi, había dado comienzo, en busca de las llaves capaces de cerrar vuestro mundo a la destrucción, en busca de aquellos traidores, que sembrarían la muerte sin pedir explicación.

Más allá de las palabras de la anciana, los súbitos cambios consiguen que abra sus ojos como platos. No obstante, su capacidad de adaptación resalta en cuanto su mirada se entorna nuevamente con naturalidad, incluso cierta indiferencia ante los cambios.

Agacha la tez ante la muerte de la señora y aguarda así hasta que son las abejas quienes se alzan y vuelven a introducirse por debajo de la ropa. Sólo cuando todas han regresado, vuelve a alzar su mirada y observar su entorno.

Ha comenzado.

Sentencia en una meditación en voz alta. Entonces carraspea suavemente y vuelve a ajustarse la corbata, la cual se ha descolocado por los últimos eventos. Un olor le hace arrugar la nariz y asentir con la cabeza.

¿Alguna idea?

No obstante, su pregunta es lanzada al aire sin ningún receptor concreto y sin bajar su propia alerta.

Yannick había decidido marcharse. Estaba claro que se había equivocado viniendo aquí.

Sin embargo, algo lo detuvo un instante. Las palabras de la anciana le hacían sentir en cierta manera responsable de lo que allí sucediera y, aunque eso no terminaba de gustarle, le hacía replantearse las cosas.

Entonces surgieron las gemas y, con ellas, miríadas de recuerdos que había aparcado y alejado de sí mismo. Con la suya en la muñeca se dio la vuelta, despacio, tratando de no demostrar debilidad.

Había tomado una decisión. Quizá esta no fuera del todo su guerra. Pero eso no era realmente un motivo para no luchar.

Miró a Zynne durante unos segundos, sorprendido por su habilidad para señalar lo evidente, para luego hacer un nuevo repaso por todos sus compañeros, tratando por primera vez de evaluarlos de verdad, ahora que había decidido quedarse.

En el momento en que he decidido que no podría ser todo más absurdo y que no se me había perdido nada en esa guerra, la gema hace acto de aparición creando unas ramas que se enroscan por todo mi cuerpo hasta dejar una alhaja que me hace recordar que aunque no sepa dónde está, hay alguien por quien debo vivir y luchar, que hay más gente por lo que puedo sentir lo mismo.

Me mantengo firme y miro a la anciana fallecer, solo para detener mi mirada en el rubio de las abejas.

-Sí, tengo una idea, no decir frases estúpidas, sería una gran ayuda.

Sintio como la gema se convertia en un anillo en su mano mientras la mujer daba sus ultimas palabras. Siendo respetuoso agacho la cabeza cuando la mujer se despide de este mundo.

Puedo sentir y recordar algunas cosas que ya habia olvidado con los años que llevaba en este mundo. Me sentia mas comprometido en esta batalla, que dejaba de ser solo una prueba de inteligencia contra los demonios y traidores.

Mire a Mark cuando cuando pregunto por alguna idea, pero antes que pudiera intervenir habla otro joven. Tiene razon joven y espero que siga su propio consejo antes de hablar de nuevo. le devolvio serio a Valfar

Que tal tratar de conocernos? pregunto mirando a Mark. Debemos trabajar juntos y como desconocidos no lo lograremos. se explico mientras bajaba su martillo y se apoyaba en el como un baston.

Asiento con la cabeza a la respuesta del brabucón, bastante conforme con ella.

-Sí, tranquilo, no me esforzaré por señalar más la estupidez de ninguno de los presentes, no es necesario.

Respiro bastante tranquilo y miro la alhaja antes de echar un ojo a nuestro alrededor.

Veo la agónica muerte de Mimi y no puedo evitar estremecerme. No por ella, eso me da más o menos igual, sino porque no puedo evitar pensar en que puedo ser yo el siguiente. Observo el regalo envenenado que me ha dado la mujer. Si me voy el infierno se apoderará de la Tierra y moriré. Si me quedo puedo morir a manos de cualquiera de los otros semidemonios. Observo a todos, deteniéndome especialmente en las armas y bestias. Todos y cada uno de ellos podría borrarme del mapa sin que pueda hacer nada para evitarlo... Tan solo podría defenderme del chico del búho y la chica de las sanguijuelas. Estoy jodido, quién me mandaría venir aquí.

-Conocernos mejor? Y de qué nos va a servir eso? Los que quieren abrir la puerta están entre nosotros. Cómo pretendes que me fíe de ninguno de vosotros? Yo no tendría que estar aquí y ahora resulta que no me puedo ir. Creo que eso es todo lo que necesitáis saber de mí.

La gema que ahora colgaba de su cuello, le recordó muchas cosas. Le recordó lo que le mantenía vivo, le recordó lo que anhelaba y amaba mas que cualquier otra cosa. La libertad. Una libertad que no existiría si los demonios escaparan de sus dominios para subyugar y destruir el nuestro. Una libertad que no existiría si los 21 no hacían nada.

- Cuando vemos un problema como la estupidez en todas las personas, menos en nosotros mismos... Quiere decir que muy posiblemente seamos nosotros los estúpidos. - Gira su mirada a Valfar, a quién le sonríe, quizás un tanto despectivo. 

Gira luego su mirar al resto de los presentes, mientras da un silbido, en lo que Bheka se acerca.

- Mi nombre es Eko. Sin Apellido. Y este es Bheka, mi compañero. Aparentemente a nadie aquí le gusta recalcar lo obvio, pero pertenezco al legado de Eve.  - Ríe un poco, quitandole seriedad al asunto. - Y bueno, creo que no soy el único que no tiene ni puta idea de que hacer ahora.

- Y chico - Se dirige a Azhariel - No seas tan paranoico. Según sabemos tu también podrías ser un traidor, y de ser así, ¿no crees que sería conveniente que a quién mates sepa tu nombre, para poder cobrar venganza algún día? -

Miro enfadado a Eko pero decido mantener la calma. En realidad es Bheka la que me convence para no hacer ninguna tontería. Aunque sé que tiene razón no me gusta nada el tono que ha usado y mucho menos la inocente acusación que me ha lanzado.

-Es cierto, dónde han quedado mis modales? Discúlpame. Para todos los que vaya a matar, me llamo Azhariel.-Digo con tono sarcástico mientras hago una reverencia excesivamente grande y larga.-Ah, si y esta es mi máquina de matar, se llama Raven. Cuidado, es capaz de arañar y escuece mucho.

Mira una última vez a Eko con cara de pocos amigos y acaricio a Raven, que está tan nervioso como yo. La situación no nos gusta un pelo.

La paranoia y los nervios empezaban a afectar visiblemente a algunos. Para decir alguna gilipollez, preferí quedarme callada observando a todos y cada uno de ellos hasta el más mínimo detalle.

En el poco tiempo que llevábamos allí, ya había alguno que me daba mala espina y en cuanto supe que entre nosotros había traidores que querían destruir el mundo, trayendo el infierno a la tierra empecé a sospechar... Pero claro, cuando tienes sangre demoníaca, nunca se sabe. Quizá sólo fuese su forma de ser...

La expresión de Cristie se había endurecido cuando la anciana le habló, hablándole de algo que en otra época le habría sentado de una forma muy diferente. 

- Mi padre está muerto - afirma en tono ácido. Aún seguía hablando la anciana mientras trataba que Doko respondiera a sus órdenes para que pudiesen irse de allí, sin que éste atendiera - No puedo creerme que se haya atrevido a controlar a mi perro... - pensaba para sí mientras empezaba a enfadarse. Sintió cómo éste andaba, cómo se separaba de ella, y eran más los pasos de animales que fueron en aquella dirección.

- ¡Doko! - Lo llamó una vez más, nuevamente sin éxito - Maldita sea, yo lo he entrenado ¡Es mi perro! ¿Cómo se atreve esa esa... lo que sea a quitármelo? - y entonces, algo rozó su piel y se sobresaltó. No sabía lo que esa cosa, pero la sujetaba de una mano con firmeza, y ascendía - ¡Yaaagg! ¿Qué demonios es esto? - Pateó y tiró, ganándose en el forcejeo un par de rasguñones, hasta que la enredadera alcanzó un lado de su cabeza... un pinchazo, y solo entonces comienza a retirarse. Cristie cae de culo por la falta repentina de apoyo y se palpa, como si quisiera asegurarse de que no había pasado nada... hasta que encuentra la gema en su oreja, pendiendo de ella. 

Solo entonces escucha a su perro gimotear a su lado, probablemente preocupado. 

- Perro estúpido... a buenas horas. - El perro agacha la cabeza, probablemente entendiendo solo el tono de enfado.

  Antes de que todo de inicio una pregunta daba vueltas en la cabeza de Diarmuid ¿Por qué era alguién del legado de Eve el guardián?, había alguna explicación lógica a ello, o era simplemente azar. Terminado esto un amuleto se creo en el cuello de Diarmuid, y en esos momentos comprendío los sinceros sentimientos que Michelle poseía, todo había comenzado.

  Ahora podían crearse miles de preguntas, para los que no quieran aceptar lo obvio. Diarmuid paso a paso se acerca al medio de la habitación, donde estaba Michelle; se agacha contrayendo las piernas y toca el suelo frío piensa, pero en su cuello todavía sentía un calor que nunca sintió, la determinación tan grande por algo ¿yo soy capaz de hacer algo así..?, la pregunta invade su cabeza.

  Se reincorpora y mira alrededor, a los 20 personas que estaban con él, a la infraestructura rota, a un futuro incierto.

Su destino no era ese, ¿entonces era luchar? ¿luchar contra qué? ¿contra la oscuridad desde la cual habia nacido? ¿es posible luchar contra la misma esencia, por algo que los presente no creían? Todos los de ahí compartían esa esencia, cada uno a su modo, Domino, se había sobresaltado por el espectáculo sangriento que había marcado el fin de la existencia de Mimi, el olor a sangre y muerte cubrió el lugar, mientras la chica ocultaba su cara incapaz de ver ese espectáculo, pero algo le decía que serían testigos de peores escenas.

En su cuello apareció el amuleto, y escuchó los llamado de la chica ciega, el perro se había alejado, y seguramente ella estaba perdida, recopiéndose, fue donde ella - espera, te ayudo - se aunció antes, con su amiga hacia eso, anunciarse antes de tocarla porque de llegar y hacerlo, asustaba - te ayudo - tomó su mano, los pensamientos de aquellos, muy pocos, que algo de ayuda le dieron pobló sus pensamientos, así que tomó la mano de la chica ciega y la ayudó a levantarse - pues ya ha comenzado, sea lo que sea que esté pasando y lo que vayamos a hacer...- le anuncia ahora mirando a todos lados, estaba nerviosa, más con todos los presentes.

Cuando Domino se acerca, Cristie levanta un poco el rostro en esa dirección. Le sorprendió que alguien entendiera lo importante que podía ser avisar antes de llegar a tocar. Quizás solo por eso, solo se mantuvo un poco más en una media-pose de morros. 

Entonces recuerda que no es la primera vez que esa misma voz le explica lo que sucede y trata de hacer memoria, pero es infructuoso. Demasiadas voces, demasiados nombres en muy poco tiempo. Pero algo más llamó su atención. Tomó la mano que la sostenía y la acarició con las yemas de los dedos. 

- Tu piel... es como la mía. Entonces es verdad que somos familia, aunque lejana. - Aquello casi podía considerarse una sonrisa. Baja un poco más el tono - ¿Cual era tu nombre?

Ve su reacción, y baja la mirada, y toma la mano de la chica, ella no sintió asco de sentir su piel, puesto que ella tenía lo mismo. Con la mano de la chica entre sus dedos helados, la llevó a su cara para que la reconociera - familia es familia - el sentido de esa palabra en alguien que jamás entendió el sentido de aquella frase era complejo, sonrió - Domino... Domino Brunswick, - le susurró también, en una complicidad recién descubierta.- quédate cerca de mí, lo que viene es peligroso, sé que eres fuerte, pero... no sabemos a lo que nos enfrentamos - le susurró de nuevo,.

Ya me dolia la cabeza de oir estupideses y tontadas, estos no paresian demonios, si no hijas de la Madre Teresa... nuestro futuro dependia de esta panda de "Demonios"?, ja, me rio, si por ellos fuera ya estariamos muertos todos y el sello se habria quebrado hace mucho.

Mire a unos y otros, algunos paresian tener la cabeza aun sobre los hombros, pero otros......

Que mierdas se estan hablando... ya me duele la cabeza. Acaso no somos demonios.. y la tierra no es si no nuestra por derecho.

Lo pocos humanos puros moriran por su propia estupides, y los que nos trajeron aqui no los queremos, pues ellos nos consideran impuros, pero somos su legado y como buenos aprendices debemos superar a los maestros.

El sello ha de mantenerse intacto y tras ello dominaremos este mundo como asi tendria que haber sido desde hace eones.

La vieja murió y todo el mundo perdió la cabeza. Empezaron diciendo estupideces y siguieron actuando de forma ridícula. Lo peor era que la tal Mimi no nos dejó nada que nos ayudase. ¿Cómo encontrariamos a esos que querían nuestra destrucción? ¿Les preguntariamos amablemente a cada uno hasta que confiesen? Incluso quedarnos parados todo el día mirandonos esperando a que alguien de un movimiento brusco para lincharlo era mejor opción.

Miré la gema que tenía. En mi caso era una hebilla de cinturón. Me pregunté si esto, sea lo que sea, nos ayudaría a encontrar a los infiltrados. Me fijé en los demás, todos habían obtenido algo así, por lo que buscar a los que no recibieron joyas quedaba descartado.

Me fijé en los demás, a ver quienes podían ser. Si llegabamos a una pelea, la mayoría era facil de vencer en combate singular, dada mi complexión física. Aunque los que tenían animales podían suponer un reto, y nunca había luchado contra un oso, pero sabía que podía ganarle a un buey. Otros, como ese del martillo de guerra, parecían todo un reto. Además, la anciana dijo que serían varios. Tragué saliva. Nos esperaba un día largo, si es que esto se resolvía en uno solo.

Busqué a Akerfeltz con la mirada y lo encontré solitario, alejado del resto de animales, como solía hacer. Escuché las palabras de aquella chica tan... "particular", Escoria. Me parecieron interesantes, y desde luego no las olvidaría en un futuro. Mientras tanto, habían empezado algunos cuchicheos y aquello dejó de gustarme. Debíamos colaborar entre todos para encontrar a los traidores, aquellos que querían destruir toda vida no completamente demoníaca, y contarnos secretitos no iba a ayudar.

-¿Algo que queráis compartir en voz alta, chicas?

Tras haber ajustado la corbata, observa cómo la gema ha formado un pasador en la misma.

Conocernos.

Repite, más para sí mismo que para los demás, buscando tal vez alguna falla en esa palabra.

Mark Zynne. Señor del Enjambre. Empresario y abogado en Nueva York. Como otros tantos, he llegado hasta aquí por algún impulso. Sentí que el mundo se iba... a la mierda. Y nuestro o no, no es algo que vaya a permitir. Si tienen alguna duda, no dudaré en resolver.

Una mirada a Escoria antes de fijarse en Azhariel.

Tendré en cuenta tu advertencia.

Habla completamente serio, observando el pico y la mirada de Raven justo antes de escuchar a Elizabeth y centrar una parte de su atención en Cristie y en Domino.

Nybras escucha y observa en silencio todas las conversaciones y gestos que puedan aportar información sobre las personas que la acompañan. No puede evitar sentir una ligera afinidad con Elizabeth, que como ella, anuncia que sólo participaría en esta empresa por su propia supervivencia. - Y por la de Nyx... - Puntualiza mentalmente. Al sentir una suave presencia a su lado, sabe sin necesidad de mirar que se trata de su pantera y estira un poco la mano para acariciarla levemente.

Es entonces cuando la joven ve una de esas extrañas ramas acercarse a ella e introducirse en su cuerpo. Primero se sobresalta, buscando con la mirada cómo escapar, pero antes de que le de tiempo, la rama llega hasta su cuello, entrelazándose en él y dejando una gema blanca, engarzada en filigranas doradas y con un níveo resplandor, colgando de una tira de tela negra. 

Nybras se ve embargada de extraños sentimientos que le recuerdan las cosas que le importan. Quizá merezca la pena salvaguardar ese famoso sello aunque sea para poder volver a verlas. Con una ligera confusión en la mirada al sentirse de repente involucrada, escucha cómo continúan las conversaciones después de que la anciana muera y desaparezca ante sus ojos. 

Sólo una de las voces que se levantan después llama su atención. Escoria con sus palabras parece dar un nuevo sentido a esta "misión". Nybras no sabe qué sucederá a continuación, ni qué se supone que deben hacer en este lugar y se siente un poco incómoda al ver que algunos ánimos empiezan a tensarse y otros se limitan a presentarse de nuevo.

La joven carraspea antes de alzar su voz, sin dirigirse a nadie en particular. - ¿Alguien sabe cómo se supone que vamos a proteger ese... sello?