Partida Rol por web

Un nuevo aquelarre había sido convocado, pero esta vez no había júbilo ni esperanza, tan solo rencor y desconfianza…

Cualquiera podía ser culpable hasta las propias hermanas, de una misma casa recelaban de aquella que acompañaba sus pasos…

El lugar elegido esta vez fueron las Ruinas de la Luna… aquel lugar, donde antaño hubo un cónclave que dio vida a las cinco casas y donde se edificó un castillo donde poder encontrarse y forjar en su interior los cinco relicarios, ahora perdidos.

Las Cinco casas habían perdido el último vestigio de sus fundadoras, aquello que las infundía de poder al nacer, aquello que les otorgaban el gran don…

De cada Casa fueron convocadas cuatro damas…

De la casa de Arien llegaron mecidas por los suaves vientos del sur…  Shaira Aira, era la mejor de sus guerreras, y como tal traía consigo el Báculo de los Vientos.

Con ella llegaron, Arë, el Oráculo de los Vientos del Sur… Reis, la Oscura Sacerdotisa de la Tormenta…. Y Alandra, la Espía de la Casa del Viento.

Del norte llegaron las sanguinarias hijas de Shaiya… Lissandra, portaba en su mano la Mano de Acero del Agua la cual, la señalaba como la más sanguinaria entre las hijas de Shaiya.

A su lado llegaron, Kaleshie, el Frio Oráculo del Mar del Norte… Yidorac, la Oscura Sacerdotisa de la Ponzoña… Y Naivé, la Espía de los Océanos.

La casa de Eglantine, llegó con el fulgor del fuego inundando su corazón por el robo… Su mejor guerrera, Sëren, portaba el Tridente del Fuego de las tierras del Este…

Su compañía la formaban, Nelbalth Nalhaar, el Oráculo de la Llama, Gunhilda de Baversock, la Ardiente Sacerdotisa de los Reinos de Fuego…. Y Evanthë, el Espía de los Volcanes.

El Oeste, trajo la presencia de las terrestres hijas de Salem, bajó la mirada de Cassie, portadora de la Ballesta de la Tierra, otorgándole el favor de la batalla.

Junto a ella llegaron, Madame Blavastsky, el Oráculo de los Pantanos… Eowin, la Oscura Sacerdotisa de los Desiertos… Y Ángel, el Espía de los Bosques y caminos.

No faltaron a la cita, las incorruptas descendientes de Gió, pues desde debajo de la tierra, y desde el mundo espectral hicieron acto de presencia en el lugar, a la cabeza se encontraba  Gala, la portadora de la Espada Larga de los Espíritus, merito por sus batallas ganadas…

Tras de ella llegaron, Lady Lethalia, el Oráculo de los Avernos… Morgana, la Oscura Sacerdotisa de la Muerte… Y finalmente llegó Vikonia, la Espectral Espía de los Sueños….

Todas llegaron a las ruinas, y tras llegar la última cerraron con un hechizo el aquelarre pues de aquel concilio no saldría nadie hasta saber cuál era el destino de las cinco gemas, y dar justicia por su robo…

Gunhilda se pasea entre las demás convocadas observandolas para medir su poder e intentar conocer su manera de ser por sus gestos y sus ropas. Finalmente se digna a hablar

Hermanas estamos aquí reunidas, hace tiempo que no se reúne un aquelarre tan poderoso como este, es una responsabilidad muy grande, pues no solo de el dependen nuestras vidas si no que también lo hace el destino de nuestras casas, espero que todas nosotras estemos preparadas para tan ardua tarea.

Después se va con las hermanas de su casa y espera a que alguien más hable para escuchar sus palabras con la atención que se merecen.

La segunda en hacer aparición en el lugar es un hada del Norte, una bruja que nada más aparecer sonríe y abre su vestido mientras se inclina a modo de presentación.

-Hola, hermanas, es un placer estar con vosotras... Para quien no me conozca me llamo Naivé, me conocen como la espía de los océanos... ¡¡Y tenemos que encontrar los relicarios perdidos!! Nuestros ancestros estarán preocupados por nosotras ahora mismo...

Agacha algo la cabeza pero rápidamente vuelve a alzarla sonriente.

-¡La encontraremos si trabajamos todas juntas!

El optimismo se hace evidente en su voz, que termina siendo acompañado de una risita infantil mientras cierra los ojos. Entonces alza sus ojos hacia la primera que ha hablado y rápidamente se acerca a ella y, en consecuencia, al resto de su casa, sin temor ni nada que se le parezca, y la rodea con sus brazos estrechándola con fuerza.

-¡Hablas muy bien! ¡Seguro que estamos todas preparadas!

Tras ello la libera de su abrazo y la mira ladeando la cabeza y sonriente.

Kaleshie mira al resto de las convocadas con una mirada fría y oscura, sin observar a nadie en especial y en el mas absoluto silencio. Se mantiene cerca de sus hermanas de la casa de Shaiya, vigilante y la espectativa, atiende a los acontecimientos que van ocurriendo sin inmutarse.

Me acerco suavemente a mis hermanas.

Mi nombre es Eowin, soy sacerdotiza de los desiertos...Encantada.

¿Cómo haremos para encontrar como bien dices hermana Naivé? Me quedo mirándola tranquilamente mientras sonreía levemente por el reencuentro.

La bruja se gira con una sonrisa hacia Eowin, quien también se había presentado al igual que ella, y corre en su dirección estrechándola entre sus brazos, la alegría hace que, sin poder evitarlo, su cuerpo incremente ligeramente su fuerza mientras que la propia Eowin siente un ligero placer con el abrazo.

-¡Encantada! Y la verdad... La verdad es que no lo sé.

Se separa y agacha la mirada mientras se lleva un dedo a los labios pensativa. Acto seguido alza la cabeza.

-¡Pero lo haremos! Al igual que ellas se hicieron fuertes en este lugar, nosotras las encontraremos si permanecemos juntas, como ellas hicieron. ¿No crees?

Tienes razón, pero esperemos que todas nuestras hermanas piensen lo mismo.

Sonrío un poco más mirando a la chica que un momento antes la había estrechado tan cariñosamente entre sus brazos.

Me aburro.

Morgana se acomodó el vestido sobre los muslos al sentarse sobre una columna derruida en el lugar. Con su mano, se quitó el pelo de la cara, dejando ver a todas las presentes sus ojos negros como dos pozos sin fondo, en dónde la desesperación y la locura bullían intensamente.

Y mucho.

Me acerco a Naivé, su optimismo aunque bien intencionado me parece precipitado.

Nosotras no somos como ellas, no lo olvidéis nunca, ellas no solo fueron las primeras si no qué fueron capaces de formar su propia casa, ¿acaso creéis que nosotras estaremos a su altura?.

Después con cara de tristeza agrego:

Sinceramente espero que si, pero por el momento no nos creamos sus iguales, pues solo lo serán las que sobrevivan, y ojala seamos todas.

Un sonido atronador se escuchó en las ruinas, y de la nada, surgió Evanthë, de forma lenta, cada uno de sus pasos marcados a fuego casi líquido en el suelo.

- Saludos, hermanas... - dijo en un susurro que a pesar de todo, se oyó en todo el Cónclave.
- Gunhilda, querida, qué alegría volver a verte... ¿que no somos como ellas, dices? somos sangre de su sangre, descendemos de ellas, ellas nos dieron la vida... así que sí, somos como ellas... aunque sólo podremos demostrarlo adecuadamente, y en éso te doy la razón, si solucionamos éste... desacierto. - dijo con tranquilidad.

Yidorac ríe quedamente sin dejar de moverse por el lugar, agrupando algo de leña en el lugar destinado para tal efecto. 

Dulce Naivé... Siempre consigues que sonría - Una vez finalizada su tarea se gira hacia las allí reunivas y se inclina con un gesto entre el respeto la burla cómica - Mi nombre es Yidorac, Sacerdotiza de la ponzoña de la casa Shaiya. Siempre es un dudoso placer tener la oportunidad de una reunión como esta, en la que coincidimos viejos y nuevos rostros. - Hace un gesto teatral hacia la leña colocada - ¿Alguna de mis hermanas querría hacer los honores? El viaje ha sido largo y me consta que entre nosotras las hay mas rápidas que yo para traer algo de luz a la estancia... Y en vista de que pasaremos aquí varios días, que menos que ir preparando algo para ... amenizar la velada...

Con un gesto simple gesto con la mano enciendo la leña mientras miro con cierta desconfianza a Yidorac.

No me gusta como trata a la gente de su propia casa, ¿si les hace eso a ellas que no nos hará a nosotros?.

Saludos Yidorac, yo soy Gunhilda de Baverstock, sacerdotisa de los reinos de fuego.

Evanthë, que se había apoyado en una columna tras su aparición, dio un leve asentimiendo de cabeza y dijo - Saludos, Yidorac, y hermanas brujas. Mi nombre es Evanthë, aunque tal vez os suene más la Espía de los Volcanes... -.

con paso pausado, como flotando al andar, llegue tras un largo viaje al castillo donde ha de producirse el AQUELARRE, alli ya habian arribado otras "hermanas", pero sin duda no serian las unicas y faltarian mas por llegar.

Abrid paso y respetar la sabiduria que con mis años he adquirido, pues a pesar de mi apariencia soy la mas anciana de las llamadas a este lugar, para las florecillas que han llegado soy Blavatsky, para las que me conocen, me pueden llamar Madame, veo que aun falta por llegar, siempre hay ovejas que se descarrian y otras que no tienen respeto por las tradiciones ni por su credo.

Hemonos aqui, pronunciare el hechizo de inicio del Aquelarre, todas las llegadas a posterioridad, tendran sanciones en sus casas por esta falta de respeto, sin duda. Pues es un Dehonos llegar tarde.

Asiente enérgica con la cabeza y al escuchar a Morgana se gira para responderla, pero en ese momento la voz de Yidorac provoca que sus orejas se muevan y una gran y amplia sonrisa aparece en su rostro instantes antes de correr y abalanzarse sobre ella para abrazarla, con tal fuerza que ambas terminan en el suelo, aunque era conocido por las suyas que muchas veces Naivé no controlaba la fuerza de su don.

-¡¡Yidorac!! ¡Estás sana y salva! ¡Me alegro de verte!

Entonces se percata del dolor que debe de estar provocándole y, sin perder la sonrisa, se pone en pie y le ofrece la mano para ayudarle a levantarse y entornando la mirada.

-Lo siento...

Mira entonces a Evanthé y asiente lentamente con la cabeza.

-Sí te conozco, Espía de los Volcanes. ¡Seguro que a tí se te ocurre algún modo de solucionar rápido el problema y encontrar los relicarios!

En la voz se nota la ilusión de verle aparecer. Aunque rápidamente su objetivo cambia a la recién llegada y lade la cabeza mirándola con una curiosidad casi inhumana.

-Saludos, Blavatsky.

- Hola a todas las convocadas - dije al llegar al lugar en el que se nos había reunido. Y empecé a mirarlas a todas, una a una, por igual. Quería ver que me decían sus caras sus gestos, su... todo.

¿De que manera pensais que podemos esclarecer este robo? - dije de repente.

Ay ay... , esta niña... - Su sonrisa de oreja a oreja no tenía precio - No tienes remedio ¿verdad? - Su expresión se dulcifica una vez recuperada la verticalidad y el aliento. Da un par de toquitos cariñosos a Navié en la cabeza y le sigue hablando - Ya que te sobre tanta energía ¿porqué no me acercas los cacharros? esto no será un autentico aquelarre hasta que no hayamos compartido el Pan y la Sal.

Muchas gracias, Madame Blavatsky, por encargarte de la Queimada. Estoy segura de que te saldrá perfecto, como siempre.  - Aunque a mi me sale mejor...

Y a ti, Gunhilda, por el fuego para cocinar - Sonríe con esa expresión que nunca llega a iluminarle los ojos.

Con paso firme y recta se dirige donde estaban todas convocadas. Cuando llegó al lugar vio a muchas de ellas ya allí presente.
Caminó mirándolas a todas una por una y dándose una vuelta alrededor de ellas, con su espada larga en la mano. A la vez que daba una vuelta alrededor de ellas, se miraba en el reflejo de su espada y movía la espada, agitándola en el aire.
Cuando las miró a todas, tan solo dijo su nombre por educación para presentarse.

Soy Gala.

Recogí mi  ballesta y me la coloque a mi espalda... y decidí pasar por delante de todas la hermanas brujas mire a los lados que estan algunas hablando y otras a su aire me fui hacia delante... seguí con el paso firme... me eche hacia un lado... y les dije a todas las que estaban ay. Hola soy Cassie que nos une estar aquí reunidas todas las hermanas Brujas, algún cabo suelto que tengamos que pillar o aniquilar...Les sonrió con una sonrisa dulce y háblame.