Partida Rol por web

- La mayoría de nuestras fuerzas se han ido a una cueva al sur. A buscar a unos renegados. - Dijo el Elder. - Si quieres ir a darles una mano, seguro que estarán encantados de acogerte. -

El anciano te miró tranquilo.

- Aunque también puedes ayudarnos con los archivos, que sé que se te da bien. -

Escuche a Elder Lyons... cuando dijo que podíamos ir a la cueva o podía hacer unos archivos….  Cualquiera de las dos cosas estaba bien, porque sabía hacer las dos cosas pero lo que mejor se me daba eran los archivos, pero lo que me descoloco fue cuando él dijo que se me daba bien archivar cosas…
No sé como sabia esas cosas, le sonríe amablemente, le dije. –Pues si se archivar, me parece que os ayudare a archivar.

- Pues pasa a los archivos, están allí dentro, bajando las escaleras a la derecha. - Dijo el Elder. - Seguro que encontrarar varias pilas de carpetas para archivar y dejar a buen recaudo. No te preocupes por Canijo, si quiere ir contigo, puede darte una mano sino, bueno, ya te las apañarás tu solita. -

El Elder te sonrió, mientras te señalaba la entrada a la Ciudadela, justo dónde estaban los archivos.

Iré, no pienso quedarme solo, demasiadas cosas extrañas están pasando como para hacerlo - digo siguiendo a la mujer - ¿que es lo que quieres que haga?

Sonreí a lo que me dijo Elder y me dirigí hacia las escaleras, baje las escaleras con ciudad para no caerme. Y una vez que llegue al sitio donde estaban todos los archivos vi una pila de archivos sobre la mesa. Y supe que sería un largo dio, pero no me costaría nada en archivar los archivos. Ya que tenía experiencia en archivar las cosas.

Observe que venía mi compañero canijo para ayudarme, le agradecí que viniera, y le dije. –Gracias por la ayuda así acabaremos lo antes posible para poder explorar la ciudad.
 

NOCHE 6

El trabajo de ambos supervivientes no había sido el mejor que se había visto en la Ciudadela, en realidad, desordenaron más de lo que pudieron ordenar, sin embargo, de eso no se dieron cuenta. Al salir, el Elder les estaba esperando sonriente, como siempre, ofreciéndoles un plato con una ración de campaña y una botella de agua limpia. Él tampoco sabía si las cosas allí abajo, en los archivos, habían salido bien... y ese sería un gran problema cuando quieran encontrar algún documento...

Pero ese no era el único problema que tenían ahora nuestros compañeros.

No muy lejos de allí, varias naves del Enclave estaban sobrevolando la noche.

Ellos no lo sabían, estaban dentro de una cueva y no escuchaban absolutamente nada, pero esta noche, prometía ser movidita.

Aunque por ahora no había pasado nada.

DÍA 7

Amanece tranquilamente en La Ciudadela no parece pasar nada.

Los dos aventureros están más que cómodos allí y ninguno de ellos parece querer marcharse... claro, todavía no ha llegado la noche.

Aún así, falta sólo un día para la esperada salvación... ¿podrán resistir allí dónde se encuentran?

Está claro que esta mañana ha amanecido calmada y poco calurosa, y con la luz del sol, es mucho más fácil investigar los alrededores para ver si pueden encontrar algo útil. El Elder Lyons aún sigue allí, hablando con unos soldados a pocos metros de dónde se encuentran los aventureros.

Amaneció un nuevo día me quede durmiendo en la mesa del despacho donde estaba almacenando, los archivos que estaban pendiente por ordenar… Cuando me levante tenía una hoja pegada en la cara me la quite y vi que ya se había echo la luz. Mierda me he quedado durmiendo. Me puse de pille y vi que esta todo recogido por fin habíamos acabado con los archivos.

Salí del despacho para ver los rayos de sol y despejarme, y decirle al señor Elder Lyons que ya estaba todo terminado, cuando iba caminando observaba el cielo y estaba más reluciente que otros días y estaba todo muy calmado, es habrá acabado por una vez por todas la guerra que se avecina, o algo más gordo estaba por llegar, pero eso eran supersticiones. Seguí caminando, y vi que esta el señor Lyons ocupado entonces no quise molestar, ya se lo diré mas tarde, y me fui a explorar  Ciudadela por mi cuenta.
 

Veronica se despide de sus compañeros y se retira del lugar.

No, no, no - digo persiguiendo a verónica - queda poco tiempo y no quiero quedarme sólo. Tenemos que aguantar unas horas y mi compañia, aunque casi siempre silenciosa, puede ser de utilidad

NOCHE 7

LA NOCHE MÁS LARGA

De repente, por la radio del lugar justo antes de que te marches, suena un comunicado.

Protocolo de seguridad activado. Mensaje entrante. Origen: Ciudadela. Atención, atención, a todos los supervivientes que escuchen esto, el Yermo está siendo atacado por el Enclave con misiles. Todas las localizaciones están en peligro, repito, todas las localizaciones están en peligro. La Ciudadela acogerá a los que quieran entrar entre sus paredes. El Enclave está a punto de lanzar su última ofensiva contra el Yermo. Aquellos que escuchen este mensaje, dirijanse a las salidas rápidamente y pongan dirección hacía la Ciudadela.

Al parecer, El Enclave ha lanzado misiles hacía todos lados. Miras hacia el cielo y una docena de puntos brillantes que no son estrellas te hacen caer en la cuenta. Caerán por todo el Yermo sembrando caos y destrucción a su paso...

La gente comienza a correr de un lado para el otro, las baterían antiaereas comienzan a activarse y todo se vuelve un caos en poco tiempo. Los Hermanos en armaduras pesadas comienzan a correr de un lado al otro, parapetándose en las murallas, muchos otros, se suben a lo alto de unas atalayas para poder ver bien el ataque.

El Elder Lyons, se acerca a un micrófono, y comienza a hablar.

- Todos preparados. Este es el ataque final. Tenemos que sobrevivir y destruir al Enclave. Abrid las puertas a cualquier que quiera entrar a nuestra Ciudadela. Tenemos que ayudar a todo el mundo a sobrevivir y ellos nos ayudarán a nosotros con mano de obra. Vamos, nos queda poco tiempo. -

Craig Boone llega a la Ciudadela y lo primero que ve es a la gente corriendo de un lado al otro, pasando de un pequeño niño que se encuentra entre ellos, el cual no para de mirar de un lado al otro, intentando adivinar que es lo que está sucediendo, o tal vez, como buscando a alguien.

Todo, lentamente, se va preparando para el ataque y las baterías antimisiles están listas para disparar.

Canijo rápidamente busco un lugar donde poder guarecerse, encogiendo su pequeño cuerpo para evitar cualquier daño que pudiera recibir la ciudadela

Caos, tal y como esperaba, me recibe al llegar a la Ciudadela. Con un arma en la mano y otro a la espalda, procuro no mostrar un aspecto demasiado amenazador pese a saber que cuento con él mientras me acerco a la entrada del edificio. Servoarmaduras de aspecto conocido, junto con otras alteradas con el paso de los años y algunas totalmente desconocidas son una parte predominante del ambiente, pero también hay aquí y allá otras armaduras. Y luego está lo importante. Las baterías antimisiles, capaces de proteger al menos una pequeña porción del yermo del fuego infernal de esos enemigos de la libertad y el bien ajeno.

Un muchacho lo observa todo frente al edificio, sin terminar de juntarse con nadie, y parece una fuente decente de información. -Eh, chico. ¿Sabes si dejan entrar a cualquiera, o siguen tan cerrados como siempre con respecto a los extranjeros en la Hermandad del acero? -Pregunto, sin alzar la voz demasiado, mientras echo otra mirada al cielo. Parece un buen muchacho, pero nunca se sabe.

Mientras Boone intentaba hablar con el niño, a lo lejos pudo ver una sombra enorme que lentamente, se hacía cada vez más grande. Poco a poco, los soldados de la Hermandad que custodiaban la puerta desaparecieron por un instante y tras dos minutos, el Elder Lyons salió, abriendo la puerta de par en par.

Los murmullos corrían por doquier.

- ¿Es eso lo que yo creo? - Decían algunos.

- No me lo puedo creer... ¿es de los nuestros? - Decían otros.

Al mismo tiempo, la partida de supervivientes que fueron hacía la Cueva al sur, regresaba armada hasta los dientes. Al parecer, el bunker subterraneo había dado sus frutos.

El Elder Lyons se colocó las manos en la cintura y sonrió, contento de ver regresar a todos con vida y después, se puso la mano a modo de pantalla sobre sus ojos, para poder ver lo que se acercaba.

Uno de los centinelas gritó bien fuerte por los altavoces.

- ¡Es un jodido robot! No tiene marcas del enclave, pero es un jodido robot! -

Y lentamente, el robot, que por lo menos medía unos 30 metros de alto, se acercó hasta vuestra posición. La cabina de mismo se abrió, y allí pudistéis ver a Arcade que os saludaba con una sonrisa. Detrás, Charon y Lily parecían estar más atentos a los controles de las armas que a otra cosa.

El Elder de la Ciudadela soltó una carcajada.

- ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Bienvenidos! ¡Bienvenidos! - Dijo con una sonrisa. - Esta será la última defensa del Yermo Capital. Y estoy contento de que todos vosotros estéis aquí conmigo. -

Tras la dura marcha, una vez que llegamos a La Ciudadela, después de saludar el Elder Lyons me apoyo en una columna para recuperar fuerzas, ya que me duelen todos los huesos de mi viejo y maltrecho cuerpo. A mi lado apoyo el viejo pico de minero y me abanico con el sombrero de paja para intentar recuperar el aliento, que tanta falta me hace ahora mismo.

Una vez recuperado el aliento, me sacudo el polvo del yermo de la ropa y me estiro para desentumecer mi cuerpo haciendo crujir cada articulación del mismo. 

Finalmente miro a toda la gente que hay ahora en La Ciudadela, toda una multitud, sobretodo comparándolo con la gente que había cuando nos fuimos. Entre la marea de rostros veo uno conocido, la señora Lily Bowen:

Hola, de nuevo, señora. La saludo con una inclinación de la cabeza y un gesto con el sombrero. Es un placer volver a verla, aunque desearía que hubiera sido en mejores circunstancias.

Buuuuuu, es Lily no Tabitha la que va en el robot!!!!

Y mientras iba a preguntar todo se acelera. Una partida vuelve, justo al tiempo que ni más ni menos que el mismísimo Elder Lyons, líder de la misión del Enclave en el yermo, abre la puerta por la que yo estaba preguntando. Pero lo más llamativo del asunto es el gigantesco robot, que parece que la gente no ha andado desocupada en el yermo, conducido por un grupo de supervivientes. Creo que en suma, de toda la gente de la zona, no conozco apenas a ninguno.

Pero hay alguien al que sí, y no puedo evitar acercarme a él con un gesto complaciente en el rostro. Otro Elder, en este caso de otra localización, McNamara. No se puede negar que compartimos algo en común, aunque el resto no puedan notarlo.

-Me alegro de volver a verte sano y salvo. Y espero que tus viajes hayan sido al menos tan productivos como los míos, en nuestro objetivo común. -Dicho eso, no queda mucho más que hablar. Así que cargando mis armas en mano y espalda, camino hacia el interior de la Ciudadela, dispuesto a resguardarme de la lluvia de fuego que se nos acerca.

Finalmente llegamos a la relativa seguridad de la ciudadela, la cual está logicamente muy poblada. Supongo que la amenaza del ataque con misiles ha reunido aquí a todos los supervivientes capaces de llegar. Entre ellos la única cara conocida es la de Boone, al parecer el hundimiento de Rivet city le sirvió para salir de su estado autista, bien por el.

De todos modos lo que mas llama la atención es el robot gigante, que parece estar de nuestro lado ¿no?

Como el Elder Lyons parece tranquilo voy a suponer que si, en cualquier caso me dirijo a el

-nos dijeron que el enclave ha desencadenado un ataque con misiles sobre el yermo ¿es cierto? si es así deberíamos buscar refugio rapidamente-