Partida Rol por web

-En verdad estas cosas son bastante monas si las miras bien -sonrío, mirando a mis compañeros.

Tendrías que estar atendiendo. Está bien hacer amigos, pero eso no te va a servir de nada cuando tengas que hacer algo con una mandrágora. Ay, dónde tienes la cabeza Anne...

Levanto la cabeza para tratar de seguir la clase de la profesora. Mis dedos van distraídos hacia las hojas de señor Chillidos, y las acaricio sin pensar mucho en ello.

Wow! - Exclamó la pequeña Kiwi. Era todo verdaderamente alucinante. No podía dejar de observar todo maravillada. 

Junto a ella había una chica con el pelo de color rojo. - Hola, me llamo Kiwi, - dijo sonriendo con los ojos muy abiertos -  ¿Que te ha pasado en el pelo?

Cuando Gala vió el libro, se sonrió -¡No sabía que también los tenías!- exclamó, -Mis padres tienen toda la colección. No puedo creer que aquellas historias sean verdaderas- decía entusiasmada, mientras la Mandrágora lloraba y lloraba y la rubia la trasplantaba. Emocionada, le sonrió a Valeria pero su sonrisa se empezó a deformar cuando escuchaba los "nombres" que sus compañeros le ponían a las odiosas plantas. -No puedo creer que esto sea segundo año...- pensaba para sí, -Debí haber aceptado irme a Durmstrang, no debe ser tan difícil el idioma-. Terminó con un suspiro, apenas dirigiendo la mirada a Maren, quién había mencionado conocer la historia que sus padres le habían contado.

Mientras llenaba y llenaba el macetero de tierra para la Mandrágora, miraba para todos lados, intentando distraer la mente. Estaba constantemente rodeada de muchos adultos y casi no soportaba las "niñerías" comunes de los demás. Sus compañeros la conocían por ser una refunfuñona y casi nadie le dirigía la palabra, a excepción de aquellos a quienes ella le hablaba. Una vez terminó de seguir las instrucciones de la Prof. Sprout, dirigió la mirada al techo cristalizado del invernadero -Quisiera que algo interesante sucediera...- mientras daba un último suspiro.

-¡Hola! -saludo entusiasmada a mi compañera, levantando una mano y moviéndola- yo soy Anne. No me ha pasado nada en el pelo -río- este color es muy común en Escocia. Mira. -se señala la nariz, toda llena de pecas- La gente dice que me parezco mucho a mi madre y a mi abuela. ¿Tú de dónde eres Kiwi?

Con cara de no entender lo que dicen sus compañeros

- ¿En serio Anne? ¿De verdad te parecen monos?
Comienza a reirse

- Si se parecen a los pies de un troll

Austin miró a Adrien, compañero de su casa, quien se había unido a su conversación.

-Me gusta más el nombre de chilladora -contestó alegremente. Luego escuchó a una griffindor llamar a su mandrágora pancita y no puedo evitar soltar una risilla. Se giró para ver si los demás continuaban el pequeño juego y no pudo evitar fijarse en una chica hufflepuff. En esa sonrisa deformada que atisbó por un momento. Suspiró y negó con la cabeza, volviéndose hacia el pequeño grupo nominador.

-Podríamos ponerle nombre a las mandrágoras de los demás -susurró por lo bajo y señaló a la de la chica hufflepuff ajena al grupo- ¿Cómo podríamos llamar a esa?

Pues vengo de Oriente, de un país muy lejano que se llama India. - Contesto a Anne. - Me gusta mucho tu pelo. - Digo tocandolo un poco para ver si era de verdad. ¿Se puede ver por la noche?   

Siendo sus pensamientos interrumpidos por un joven de corbata azul, Galadriel miró Austin, un completo desconocido para ella, intentando hacer que siguiera el juego de los "nombrecitos". Con actitud bastante sarcástica respondió: -Emmm no lo sé, ¿Qué te parece "No te metas en mis asuntos"?- terminó dándole una sonrisa falsa y volviendo a mirar a la profesora Sprout, fingiendo tomarle atención.

Era común que Gala hiciera caso omiso o tuviera pésimas contestaciones a los compañeros que le vinieran con niñadas como esa. Se quedó pretendiendo que tomaba atención, pero como estaba acostumbrada a los comentarios o chistes de "Slythenpuff" por vivir en una casa llena de Slytherin, esperó ese comentario para voltearse y volverse a discutir.

Liam estaba inmerso en la exploración del pequeño vegetal, cuando no pudo evitar fijarse en la extraña manera de "divertirse" de un Slytherin -  Oye, Aslan, deberías tratar con más cuidado a tu mandrágora, es un ser vivo y  no es más que una cría. Y además, nunca se sabe cuando una de esas puede pillarte sin orejeras... - dijo con una media sonrisa.

- Gente así es la que contribuye a seguir dando mala fama a esa casa - Fue entonces cuando escuchó Quidditch de boca de su compañera de Gryffindor - Yo estoy igual Maren,  podiamos ir a practicar un poco cuando salgamos de aquí, ¿Qué me decís?, Aún no he perdido la fe en llegar a ser un bateador medio decente - dijo entre risas, Liam no destacaba en especialmente en el ámbito deportivo.

Mientras miro a mi mandrágora poniendo cara de sufrida escucho la conversación de mis compañeros que pronto se animan a sacar motes a estas pequeñas criaturas regordetas.
Los escucho en silencio e igual observo sus actitudes. En clase no me gusta hablar de más pero a raíz de lo comentado sobre las mandrágoras, he pensado sin querer en los magos que se ríen de mi por ser hija de muggles. Compañeros de mi propia casa a los que no soporto. Cualquier día me vengaré de ellos poniéndoles grajeas de vómito en la leche del desayuno. Sonrío satisfecha con ese pensamiento. Después acaricio las hojas de la mandrágora llorona y frunzo el ceño al escuchar a Anne.

-Para mi son horribles aunque pienso que lo desagradable no ha de ser juzgado por su aspecto exterior.

Miro a Kiwi en ese momento curiosa porque es tan morena y distinta a los que estamos aquí que es imposible que no me fije en ella. Dice que viene de la India, un lugar lejano. La verdad es que si no miro un atlas no sé muy bien donde está.

-¿Cómo es que has venido a Hogwarts Kiwi?. Le pregunto interesada.

Ahora atenta a todo y a su vez totalmente despistada porque un simple movimiento de hojas captaba mi atención o el chillido de una planta, dejo pasar los comentarios amargos entre unos y otros, no estaba mal ponerle nombres a las mandrágoras pero bueno, cada cual con sus cosas.

Era totalmente imparcial y rara vez me encontrarán en una disyuntiva si no es por un cromo de Luna Loveggod o un puesto dentro del Equipo de Gryffindor. El resto eran puras nimiedades... Por ahora. 

Sólo que al escuchar las palabras mágicas "Quidditch" a través de un compañero de mi casa, hizo que me colocara junto a él y con una enorme sonrisa saco la snitch para mostrársela. - Claro, sabes que me encantaría. Luego de Herbología si tenemos libre, nos vamos a practicar.- acepto su invitación y ansiosa espero que algún otro se apunte con nosotros. No estaría nada mal tener nuestro propio equipo de principiantes.

Al margen de mis locas ideas y como Liam compartía el mismo gusto por el Quidditch, prosigo. -  Mi sueño es ser buscadora, todo los días entreno sin parar para lograrlo. - respondo a través de un halo cargado de orgullo y amor hacia el deporte. - Esta Snitch es de mi Padre, fue la primera que atrapó cuando jugaba en el Equipo de Gryffindor y me la regaló para mi cumpleaños cuando supo que aspiraba a ocupar su antiguo puesto. - le muestro la pequeña bola dorada, eso sí, no permito que despliegue sus alas porque era liarla con creces. 

Austin se encogió de hombros, negando con la cabeza a la vez que suspiraba.

-Supongo que un tejón puede coger la rabia -dijo en voz baja, aunque lo suficientemente alto como para que le oyesen- Ten cuidado con el agua -dijo mirando directamente a la chica llamada Galadriel. Tras esto se giró a la chica india.

-India...-dijo pensativo- No he ido nunca, pero me han dicho que es un país muy exótico -se quedó pensando un poco más- Y que las vacas son sagradas.

- Gr.. Gracias - Dijo Tim a James. En los apuntes había algunos datos interesantes que se le habían pasado con tanta algarabía. Podía que no se le diera bien hacer amigos, pero si también fracasaba en los estudios se sentiría horriblemente mal.

- Me llamo... Tim. - Se presentó el joven en un susurro y copió lo que le faltaba. Una ligera rojez se asomaba a sus mejillas, pero la controló y esta vez no se puso como un tomate.

Cuando sus compañeros empezaron a hablar de Quidditch la conversación dejó de ser interesante para él y atendió con más interés a la profesora. Durante los partidos solía escaparse a la biblioteca para evitar a otros alumnos y poder leer sobre hechiceros famosos y hechizos desconocidos para él.

Valeria comentó despreocupadamente mientras volvía a sus libros:

- Yo tengo una escoba pero no me gusta el Quidditch. Os la puedo dejar. Es una Saeta de Plata. - No parecía darle demasiada importancia, pero esa escoba era de las más nuevas y veloces del mercado. ¿Por qué iba a tener una niña a la que no le gusta el Quidditch un modelo tan avanzado?

En contrapunto se emocionaba bastante por un pequeño librito de hojas y tapa gastadas que no parecía la gran cosa. Animales Fantásticos y donde encontrarlos, de Newt Scammander, lo habían recomendado en Defensa contra las Artes Oscuras- El pequeño tomo no parecía la gran cosa la verdad, más bien uno de esos libros cuya finalidad suele ser la de recoger polvo en un estante olvidado de una bibloteca.

El solo escuchar a sus compañeros hablar sobre quidditch hacía que le saliera una sonrisa. Después de una clase como herbologia lo mejor que le podía ocurrir es ir a practicar un poco de quidditch y seguir mejorando como golpeador, así poder entrar en el equipo de su casa y llegar algún día a ser una estrella en los Falmouth Falcons

- Mara, si no os importa yo también me apunto a ir con vosotros a entrenar un rato si tenemos tiempo

Dejando s un lado sus pensamientos deportivos, vuelve a hacer caso s la clase y juguetear con su mandrágora.

La clase de Herbología es de lo más peñazo que puede haber en todo Hogwarts...tener que madrugar para pasar una insignificante planta de una maceta a otra me parece ridículo. Si soy mago no es para pasarme la mañana cuidando de plantitas deformes, sino para aprender magia. ¡Quiero aprender hechizos y practicar mis artes de lucha, no soy un jardinero!

Después de haber pasado gran parte de la clase callado y al fondo, es hora de hacer algo para matar el aburrimiento y ponerle algo de emoción al asunto, hay mucha gente que no conozco aunque no parece que ninguno valga la pena...Sin embargo, la respuesta de una chica llama mucho mi atención.

- Hola, soy Ladien - digo dirigiéndome a una chica que parece ser de Hufflepuff - me gustó mucho el corte que le diste a ese Ravenclaw, bien hecho - le lanzo una de mis sonrisas pícaras - Se creen divertidos por ponerles nombrecitos a una insignificante planta - le susurro y suelto una pequeña carcajada - Quizá tú deberías  ser una Slytherin, pareces mucho mejor que alguno de los elementos que tenemos este año en la casa - digo mirando a mis compañeros de Slytherin - quitando a Nathan, el resto la verdad que deja mucho que desear...

Aquella mañana no me apetecía ir a la clase de Herbología pero era lo que tocaba, apenas uno o dos estudiantes hacían caso a las explicaciones de la profesora. Mis padres tenía Mandragoras en casa así sabía perfectamente lo que hacían y lo molestas que eran.

Vi como una alumna de Hufflepuff le dio un corte a mi compañero Austin, y para colmo Ladien se vanagloriaba de ello.

No les hagas caso Austin, siempre están igual. Le dije a mi compañero de casa mirando a Ladien con cara de pocos amigos.

Cuando ya iban unos 20 minutos de clase, entré por la puerta del invernadero, fingiendo una respiración forzada, como si hubiese estado corriendo.

-Lo siento señorita Sprout, entre esas escaleras que nunca hacen lo que tienen que hacer y que no encontraba el invernadero, me he retrasado un poco. Con su permiso. -Mi tono sonaba risueño, como si fuese obvio que estaba mintiendo, pues en realidad me había quedado dormido.
Al echar un vistazo a mi alrededor, vi a Tim y a James apartados del resto y no pude resistirme a ponerme a su lado.
Mientras caminaba hacia ellos, di una palmada en la espalda a Ladien a modo de saludo. Me fijé que estaba hablando con una chica de Hafflepuff y negué con la cabeza, como si estuviese decepcionado, pero con una sonrisa en la boca.

No pude evitar escuchar la conversación que tenían un grupo de chicos sobre los nombres que le pondrían a sus plantas.

Una vez al lado de los otros dos, cogí una de las mandragoras que había en la mesa. Vi que el resto de compañeros estaban sacándolas de la tierra y observándolas, así que hice lo mismo. Una vez fuera del tiesto, se la puse al lado a Tim y le dije, con tono burlón: -Mira, es clavadita a ti. Creo que yo la voy a llamar Hufflepuff. Al decir esto, lo miro a la cara, con mi sonrisa de capullo.

Al escuchar el grito de aquel bicho empecé a sentirme mareado, no me había puesto las orejeras. La vista se me nubló y tuve que apoyarme en la mesa, dango un golpe que pudo escucharse en toda la clase. Tenía la mirada perdida y me tambaleaba, me estaba desmayando. Todo empezó a distorsionarse a mi alrededor.

-Por desgracia, no brilla en la oscuridad. Pero sería una pasada que lo hiciera. Seguro que en pociones nos pueden enseñar a hacer una poción para eso -río, dejando caer mi pelo por el hombro.

Miro de soslayo a Galadriel y el chico Slytherin con quien está hablando. Pese a ser una Hufflepuff, nunca he tenido mucho contacto con ella; siempre suele juntarse con chicos más mayores o de otras casas. Suspiro levemente, pues no me gustan este tipo de enfrentamientos. Vuelvo a girarme hacia mis compañeros, sonriéndoles para quitarle hierro al asunto. -No me gusta mucho jugar al Quidditch, pero si queréis una animadora podéis contar conmigo. Yo me apunto a un bombardeo.

Se giró hacia Kerry con una sonrisa.

-No te preocupes -le dijo en voz baja- Si esto para ellos ha sido un corte, va a ser un año de lo más divertido -comentó mirando de soslayo a la agradable pareja. Mientras lo hacía, no pudo evitar escuchar al slytherin meterse con el pequeño hufflepuff y se giró hacia él.

-Nathan, eres como una flor antes de abrirse. O como un gusano antes de transformarse en mariposa. Y con el retraso que tienes, creo que no llegarás a evolucionar y te quedarás siempre igual.