Partida Rol por web

No pudo evitarlo y sonrió ligeramente, divertida ante la broma de Ermendrud. Le sorprendió ver que tenía una bonita sonrisa. Después observó su gesto, aún con divertimento, antes de sujetarle del brazo y ambos desaparecerse. Un segundo más tarde reaparecieron en un callejón de Londres, al lado del pub al que Beth quería ir. 

Ya sentados y con la bebida servida, Beth miró nuevamente al hombre, escrutándolo. En realidad su presencia no le importunaba a pesar de considerarle un completo desconocido. Siempre sedienta de información y curiosa, aquel hombre le parecía un interesante misterio a resolver.

- Bien. Aquí estamos. ¿Qué es eso del dragón de la sombra y su sangre?

- Marjhn. Es la prisión mágica alemana.- conocía a aquella sombra. Porque eso era lo que resultaba Ermendrud para todo el mundo. Conocía la historia ligeramente, aunque seguro que había partes que se habían inventado. Miró la hora entonces. Tendría que estar trabajando, no jugando con leyendas. ¡Tenía que ser productivo desde su punto de vista!- Tengo que irme. No toques ese líquido, ¿de acuerdo?

Erm la siguió en silencio, en reverente silencio. Observaba el lugar al que había llegado y sintió como ella se despegaba de él. Cuando ella lo aferró, no pudo evitar ponerse tenso y en cierto modo, nervioso. Hacía mucho tiempo que no sentía el contacto físico de ese tipo, y le resultó extraño, no le calmó en absoluto... su dolor seguía bastante presente en él. Lo que si hizo fue mantenerse sereno tras el envaramiento inicial, no quería molestarla y sabía que su intención no era mala sino que era necesaria para ser transportados.

Una vez en el lugar tomó asiento junto a ella y después de cerciorarse de que estaban en un sitio tranquilo y sereno, se atrevió a responderle - verás... la mala noticia es que jamás se ha probado de su existencia, pero vivimos en un mundo y en una realidad que es difícil no creer en ciertas cosas... dicho lo cual, debo decirte, Beth, que he encontrado numerosas referencias a ese elemento, las suficientes como para creer en ello. Se hacía referencia al nombre y sus efectos - se humedeció los labios y no pudo evitar lanzar furtivas miradas a los demás clientes del pub hasta que volvió a clavar sus oscuros ojos en los de ella - no se que pasó en esa boda... pero, dime si concuerda algo de esto... capacidad de hacer la violencia, agresividad... no temer a la muerte misma... con esa sangre, podrías tener al solado perfecto, solo debes encararlo en la dirección determinada... es posible, y esto es una hipótesis mía, que pueda intensificar pequeñas rencillas personales y provocar, con esa tendencia violenta, a que sea el motivo para agredir a alguien. - le explicó lo que sabía, pero obviamente no había revelado porque creía con total seguridad de que eso existía. 

El pub "The red lion" estaba a medio llenar y cerca de ellos por fortuna no había nadie. Además, Beth había elegido a conciencia un pub frecuentado por muggles. Algo le decía que aquella información podría ser útil y al mismo tiempo peligrosa si caía en manos equivocadas.

Conforme Ermendrud le iba dando información bastante detallada, Beth se fue sintiendo más interesada. ¡Sí que sabía de lo que hablaba! 

- Eso es justo lo que sucedió. Aunque afortunadamente fue por un periodo de tiempo breve.- era preocupante. Aquello le decía que habría más ataques- ¿Crees que están... experimentando con ello? La.. la sangre del dragón de la sombra. Suena a leyenda antigua. A mito.- pero los efectos, el color de aquella "poción"... todo encajaba con lo que el hombre le estaba diciendo.- Hay alguien que está jugando con esto y desde luego parece muy peligroso. ¿Sabes algo más sobre esto?

La información de David no le estaba sirviendo de nada así que estaba a punto de permitir que se marchara sin más para seguir con lo suyo cuando soltó aquella última coletilla que le hizo alzar la mirada rápidamente. Sentía su rostro rígido por la tensión en aquel instante.

- ¿Qué pasa cuando entra en contacto con la piel?

¿Experimentando? - Ermendrud realmente manejaba poca información, pero no pudo evitar negar con la cabeza - ha habido más casos ¿no? es lo que he leído en la prensa... pero, quien sabe ¿había gente importante en esa boda? - suspiró con calma apoyando su espalda contra el respaldo del asiento - no se no se... ¿han encontrado algo? iconos, restos... ¿una carta firmada? - sonrió con timidez, pero a veces, los villanos se prestaban a ese tipo de actitudes, cargadas de ego y soberbia. 

El chico paró con la mano en el pomo de la puerta. Ni siquiera se giró para responder a Eileen:

- Que entra en tu organismo y es una toxina. Creo que ya sabes alguno de sus efectos secundarios al haber leído la prensa.

Sin más, abrió la puerta y se marchó, dejando a Eileen a solas con una poción, un título de leyenda y un nombre.

- Se llevaron a los novios, que eran mis amigos.- comentó la chica.- Yo estuve allí y no creo que mis amigos fueran tan importantes. Estaba la hija del ministro de magia inglés, que es mi mejor amiga, y no se la llevaron ni hicieron el intento.- reflexionaba y reflexionaba, pero a pesar de la nueva información a Beth le parecía que había piezas del puzzle esenciales que aún no tenían.- ¿Hay libros o alguna fuente de información a la que poder acudir para informarnos mejor?- seguro que sí, ¿pero dónde? ¿Lo sabría Ermendrud?

Toxina. Vale. Las toxinas solían eliminarse por el sudor y la orina. Ella no había tenido efectos secundarios. Eso podía querer decir que: uno, ya la había eliminado, dos, era inmune o tres, aún había efectos secundarios por actuar. Se llevó la mano a la frente para secarse un sudor que no tenía.

Primero tenía que averiguar si aún tenía restos en la sangre de modo que se sacaría una muestra de sangre y la analizaría. Tenía que hacerse sí o sí con El Profeta para saber si aparecía algún otro efecto secundario de aparición tardía. Tenía que mandarle una nota a Emily diciéndole lo que sabía y pidiéndole que emitieran una orden de búsqueda del tío ese. Y quizás tendría que hablar con su jefe. Él tal vez supiera algo sobre esa poción.

Pero lo primero era lo primero y eso era asegurarse de que ella estaba bien.

Libre de toxinas y tan sana como siempre. Esas eran las principales características de la sangre de Eileen que ella misma había podido analizar. Estaba perfectamente y no había ni rastro de aquella "sangre de dragón".

Ver que parecía estar bien hizo que se sintiera bastante aliviada. Había tenido suficiente peligro de muerte para un año entero como para tener que afrontar de nuevo el riesgo. Descartado eso, podía hacer lo siguiente: coger el ejemplar de el Profeta que estaría como siempre junto a la máquina de cafés e irse a buscar a Paul a ver si sabía algo más sobre el tema.

Oh... - no llegó a exclamar, más bien fue un suspiro vocalizado, no se había imaginado que la mujer hubiera estado allí presente - lamento oír eso... - se disculpó con torpeza - bueno... puede que los quieren para... para algo, no se... pero bueno no será... los villanos, los sectarios, siempre han sido un problema en todas las civilizaciones - negó con la cabeza y torció el gesto de la boca en señal de desagrado - en cualquier biblioteca, ahí siempre hay información... pero no se aparece así como así, hay que saber buscar o... - sonrió con cierta suficiencia durante un instante - ir con alguien que sepa

A Freeda le pareció sorprender y desagradar el hecho de que Kegan tuviera que estar de baja una temporada. ¡¡Pero era imposible!! ¡Necesitaban a su buscador!

Freeda:- ¿Qué? Pero Kegan, ¡estamos a falta de pocos partidos para acabar la temporada! ¡Y... y tenemos incluso una final que jugar!

Mía:- Hay cosas más importantes que el trabajo y además, es prescripción médica.

Freeda:-¿Y tú tampoco entrenarás en tu equipo? Porque Paul, bateador de tu equipo y amigo mío me ha dicho que teníais entrenamiento.

Mía:- Como he dicho, hay cosas más importantes que el quidditch.

- Aen, sé que te parecerá una locura pero ¿por qué no le cuentas todo esto a Emily? Estás arrepentido y no vas a volver a caer en la trampa que hizo para ti el Señor Tower. Aunque te pidan algo, puedes negarte e informarnos inmediatamente. Te creo, sé que no tienes nada que ver.

Cuando me pide dinero sonrío. Por favor ¿Dejas dinero? ¡Se lo regalaba más bien! ¡Me sobraba! 

- Por supuesto que te doy dinero, no hace falta que me lo devuelvas. Yo de ti acudiría a Emily, yo te acompaño. De verdad, en serio... No creo que te mande de vuelta a Azkaban. Le puedes ser útil y ya sabes cómo va su mentalidad. Nada malo te puede pasar si vas con ella. En cambio, si sigues como un preso fugado si que se te puede caer el pelo como te pillen. Ya sabes que odio esto, Aen. Me encantaría que pudieras ser libre sin más, pero para llegar a eso primero debes hablar con Emily. ¿Qué me dices?

Se sorprendió sobre que Mia no le hubiese dicho de que tenía entrenamiento aunque, el mismo tenía pensado faltar a los suyos hasta que solucionase aquel secuestro. Con eso en mente, no podía echarle en cara que se saltase los entrenamientos si él hacía lo mismo.

- Lo siento mucho - se disculpó con Freida - pero ya la has escuchado, tal como dice no puedo jugar por una temporada por prescripción médica, la verdad es solo me dejaron venirme a casa antes de tiempo porque les convencí.

Hizo una media sonrisa y se tocó ligeramente el lugar de la herida que tenía en la cabeza de forma instintiva al recordarla. Luego miró a Mia intentando dejar de pensar en su herida para añadir a su comentario de antes.

- Y Mia está cuidándome, pero no es nada por lo que te tengas que preocupar, solo necesito estar relajado y descansar - aunque no le gustaba tener que hacer eso, aquellas últimas palabras buscaban que Freida se fuese, no quería envolver en el asunto a gente ajena a este.

Mientras mi padre se ponía con la burocracia, mi mente ya estaba divagando pensando en qué debíamos hacer. Entonces apareció Ivanovic y su nota fue cómo un regalo de navidad anticipado. Le asentí agradecida antes de hacerle un gesto a Sean y después a Clark, para que saliésemos de allí.

- Si nos disculpan, seguiremos con la investigación. – informé a los políticos.

Nosotros ya no pintábamos nada allí y lo sabíamos todos. Esperé a que estuviésemos todos fuera de la sala para hablar.

- Está bien. Clark, el pétalo que recogiste, espero que siga a buen recaudo. Hay que llevarlo a que lo analicen. Astriz, esta información es oro y no estoy muy segura de si es seguro decirte que nosotros seguimos desde aquí, así que supongo que tú también vienes. – miré entonces a Sean levantando la ceja ligeramente. - Siempre quise ir a Hawai. – le susurré escondiendo una sonrisa. - Sigue Tabatha en el edificio? Está con su pareja? – pregunté a Ivanovic. Lucas tal vez se había reformado, pero un auror no cerraba puertas y el rubio no podía mentirme. Nunca. Y seguramente menos ahora que tenía un niño del que cuidar.

- Entrevisté a la señorita Smith en casa de sus padres. Supongo que continuará allí. Lo cierto es que no lo sé. - le informó- Y me gustaría ir. Nada me gusta más que el trabajo de campo. Pero me temo que debo seguir con las entrevistas a los invitados.- le asqueaba aquel tipo de trabajo. Pero lo cierto es que había resultado muy útil en aquel momento. Tenían por dónde seguir y eso siempre era bueno.

Sean:- Arreglaré las cosas para que podamos ir mañana. Lo antes posible.- informó Sean. Y antes de marcharse miró a Emily y le habló estrictamente a ella.- Nos vemos en casa.

Clark:- Dime a quién tengo que entregarle el pétalo y se lo llevaré de inmediato.

No le gustaba nada Emily, la verdad. Había escuchado muchas cosas en la prisión y ninguna de ellas agradable. Por lo visto había sido una de las principales culpables de que todos los de aquella trama estuvieran en Azkaban. Pero Vilma le estaba dando, una vez más, un voto de confianza. No le había echado de su casa y le proponía ideas para que a él le fuera bien. Vilma era la única persona en el mundo que le quedaba.

- Está bien. Iremos a verla. Contacta con ella para ver cuándo puede reunirse.- No sabía muy bien qué iba a aportar pero debía pensar bien para dar cuanta más mejor, con el fin de que no lo volvieran a meter en Azkaban.- Intentaré hacer las cosas bien esta vez, Vil.

Tenía mucho sentido. En los libros se podía encontrar cualquier cosa; si bien, aquel tipo de información no estaría a disposición de todo el mundo. Pero ahí estaba Ermendrud, una gran fuente de información. Esencial en esos momentos. No conocía a nadie que pudiera aportar lo mismo que él.

- E imagino que tú tienes alguna idea más o menos acertada de dónde hacerse con ella.- se atrevió a sonreír. Beth era muy espabilada y veía en aquel hombre la gran oportunidad de continuar con aquel caso.- ¿Dónde te hospedas? Si quieres, puedo ofrecerte una cama en mi casa.- sí. Era un completo desconocido pero toda la información que le estaba ofreciendo indicaba que no podía tratarse de un topo. Ni siquiera del enemigo.- Y tengo amigos aurores. Quizás, si te parece bien, podríamos contactar con mi mejor amiga. Es de confianza y seguro que está en la investigación.

Le abrazo y cojo pluma y pergamino (costumbre de Hogwarts) para empezar a escribirle una carta a Emily. 

Buenas, Emily. 

Te quería escribir para preguntarte qué noticias tienes sobre Kat e Isaac. Estoy muy preocupada por ellos y si puedo ayudar de alguna manera en el caso, contad conmigo. 

Pero eso no es todo lo que te quería decir, hay algo que debo contarte; Aengus ha aparecido esta mañana en mi casa. Un señor con acento raro le ha liberado a él y a más presos de Azkaban. Entre ellos Adriana Elliot. Aengus esta muy arrepentido de lo que hizo anteriormente y quiere ayudar en lo que sea posible también. Ambos sospechamos que el señor que lo liberó querrá algo de él a cambio, pero de momento no le ha dicho nada y no tiene nada que ver. Está dispuesto a, si llega a ser el caso, informarnos de todo lo que le diga ese hombre misterioso. 

¿Podrías quedar para que habláramos los tres? Sé que parece todo muy extraño, pero Aen de momento sigue conmigo en casa y no quiero problemas con la ley. Confío en ti. 

Vilma ❤

- Espero que podamos confiar en ella... - Le digo a Aen, calmándole. 

Recuerdo, de repente, lo de ayer en la boda. No se podía confiar en nadie últimamente, ni siquiera en un camarero que te apunta su número de teléfono. Me pongo en pie, preocupada por si Killian sigue bien, y me meto en el cuarto un momento para ver si seguía vivo y respirando.