Partida Rol por web

La sequedad de Vilma me dejó entrever que se estaba sintiendo ofendida, y la verdad era que entendía por qué. Tenía que mantener el papel de auror imponente para Aengus, pero ella parecía creer que era personal.

- Gracias Vilma. – le dije cuando trajo los vasos. – Y por avisarme también. – añadí.

Eso era lo máximo que iba a recibir en esos momentos. Eso y el no pedirle que abandonase la habitación. Cualquiera leería lo que aquello significaba entre líneas, pero no estaba del todo segura sobre Vilma. Del que no me fiaba era del compañero de piso, así que si aparecía por allí le pediría que se marchase antes de continuar. A Aengus… A él no iba a darle tregua. Sin mirar a Aengus saqué un pequeño frasco del bolsillo. El contenido era transparente y parecía agua. Escuché a Aengus hablar incluso antes de haberle preguntado. Estaba realmente nervioso, pero eso era bueno para mí. Mantuve una expresión seria sin mirarle mientras vaciaba el frasco en ambos vasos, y mientras él contaba su historia. Claro que en Azkaban no te trataban bien. Allí sólo iban los criminales más sucios, cómo él. ¿Qué había esperado? ¿Pudding de chocolate con la cena después de intentar matar a varias personas? Pero eso no me importaba, lo que me importaba era lo que contaba sobre su escape. Sin duda era extraño y sonaba a un trabajo interno. Sobretodo cuándo aún no teníamos noticias. Aun así, a los dementores les daba igual prisionero o guarda, lo que me parecía todavía más extraño. Era algo que tener en cuenta. Le acerqué un vaso a Aengus, en ese momento mirándole a los ojos con severidad. El debería saber qué acababa de echar al vaso, no era la primera vez. Di un trago al mío antes de sacar una libreta y un lápiz.

- Un hombre que no conocías y al que no le viste la cara. Vilma me ha dicho que su acento era extraño. ¿Cómo de extraño? ¿Australiano cómo Bella, Lucas, Henry y tu amiga Adriana? ¿Americano? ¿Otra nacionalidad? – le pregunté con el lápiz apoyado sobre la libreta, dónde ya había escrito “¿dementores burlados?” Esperé a qué me contestase para apuntar lo que creyese correspondiente. - ¿Qué os preguntó? ¿Os liberó a todos? – tal vez la pregunta y las respuesta eran una pista.

Para Eileen, la siguiente confesión del germano fue una confirmación. No lo sabía, pero lo sospechaba. Seguramente irían a por él. O por lo menos, a por su silencio. La mano que hasta ese momento aguantaba su cabeza se deslizó hasta su rostro en un intento de suavizar su expresión cansada. ¿Por qué la situación se complicaba? ¿No podría resolverse con facilidad por una vez? Realmente no quería verse envuelta en todo aquello, no más peligros en su vida... pero era imposible. Algo le decía que no iba a poder mantenerse al margen como había deseado.

- ¿Qué pista? - preguntó, aunque no sin que antes se colara la pregunta sobre Emily -. Intentaré hablar con ella hoy, me parece que sin saber exactamente qué está pasando y quién está detrás, es mejor que limitemos la comunicación por carta. No es por desanimar pero es posible que te pongan protección - acabó por decir, torciendo la boca.

Nunca me habían gustado los policías, ni los muggles ni los magos. Al fin y al cabo eran una misma cosa. Intentaba mantenerme callada y no intervenir. 

- De nada, Emily.- Le contesto lo más cordialmente posible que puedo. Si no estuviera aquí el profesor Pullap -No podía llamarle de otra forma- ¿Emily se mantendría así de profesional? 

- Era americano... ¿No, Aen?- Le intento apoyar volviendo a hablar para romper la tensión que seguro que tenía. Le habían dado la pócima de la verdad, así que diría todo lo que sabía. Esperaba que a mi no me hubiera mentido... No otra vez.

Aengus miró los movimientos de Emily y se quedó mirando su bebida durante unos segundos. A decir verdad*, para él beberse el veritaserum era en parte un alivio porque de verdad que quería colaborar. Y si así conseguía que le creyeran, mejor que mejor. Cualquier cosa antes que volver a Azkaban. Por lo tanto se bebió todo el líquido:

- Sí.- asintió a las palabras de Vilma. Menos mal que estaba allí...- Era como americano. Yo estaba en mi celda- sus ojos se perdieron ante el recuerdo, mirando a la nada.- Pegado a la pared y con la manta por encima. Lo más lejos posible de las rejas de la celda. Y entonces llegó una sombra caminando. Se paró frente a mi celda. Parecía no ir con prisas. Y me preguntó: "Oye, chico. ¿Te gustaría salir de aquí?" Al principio no me lo creía. Pensé... que era algún truco de mi imaginación. Pero entonces asentí donde veces y un momento después tenía la puerta de la celda abierta. Me... me asomé y le vi hablar con los demás. Iba con ropas negras, camuflándose entre las sombras. No esperé más y... me marché. Así que supongo que sí ha liberado a los demás. Porque hay que ser realmente idiota para no querer salir de aquel lugar.

Suspiré aliviada al ver que Aen no me había mentido y después de ello volví a permanecer en silencio. Quería saber qué iban a hacer con él. Por detrás de la espalda cruzaba los dedos para que no le enviaran de vuelta a Azkaban. 

-Bien, tuvimos que volver porque se nos acababan las vacaciones. ¿Me dejáis los pasaportes? Así compruebo los datos y os doy la llave de la habitación.

Y aunque Tabatha si que vio el ataque de Kegan a Eileen y ésta estuvo a punto de morir, comprende que no fue su culpa y que algo malo le pasó ese día.

-¿Ya estás mejor? ¿Saben lo que te pasó?

- Seguro que tratándose de nosotras nos dará prioridad- Beth estaba segurísima de ello. Emily siempre había estado allí por y para ellas. Y ahora que era auror incluso más.- Así que dudo que tengamos que esperar mucho.

Hizo una pausa entonces. El tema estaba prácticamente zanjado en esos momentos. Hasta la aparición de Emily, los tres no tendrían mucho que tratar. Además, le había parecido interesante y preocupante el tema de la madre de Ermendrud, pero visto lo visto, casi prefería tratar el tema en privado y no delante de "Eileen la suspicaz". En cierto modo no la culpaba, pero estaba claro por qué había terminado siendo inefable. Sus grandes dotes de charla amistosa dejaban bastante que desear. 

- Avísame en cuanto te responda, ¿vale?- le dijo a Eileen.- ¿Te quedarás a cenar?

¿pista? - repitió la pregunta con cierto aire distraído, se había quedado pensativo en sus problemas, en lo vivido y en el futuro - en su oficina solo saben que dijo que vendría hacía aquí y que la vieron algo nerviosa... no se más - respondió torciendo levemente el gesto de la boca en una mueca de preocupación absoluta. 

Esperó a que esa tal Emily acudiera pronto o lo antes posible, estaba dispuesto a ofrecer su ayuda a cambio de que se la dieran a él en la búsqueda de su madre; no es que fuera un tipo egoísta, pero sabía que nada se podía pedir sin dar algo a cambio. Se quedó mirando a Beth conforme ella hablaba y sonrió levemente, esa mujer le había ayudado demasiado y ahora se sentía en la obligación de compensarla, solo que no sabía como. Esperó que con el tiempo descubriría que podría hacer por ella y lo haría sin dudarlo.

Se mantuvo en silencio y a la espera, la conversación, corta pero intensa, lo había dejado algo fatigado en un sentido emocional y no hallaba que palabras podría llegar a decir...

Había recibido información, no tanta como le gustaría, pero algo era y, desde luego, no estaba segura de haber podido apreciar los matices de todo lo dicho en aquel momento. Necesitaba retirarse para pensar en ello y para rebajar la tensión que sentía.

- No, gracias Beth, pero quiero intentar ver a Zoey un rato. Llevamos unos días a tope... - hizo un gesto vago con la mano -. Y me gustaría saber qué tal está Bella, no he tenido ni un momento desde la boda - demasiadas cosas habían pasado. Se llevó la mano a la garganta con incomodidad, acariciando la piel pálida como si le doliera -. Pero antes, me voy a casa de Emily, a ver si la encuentro. Si necesitáis cualquier cosa, me avisáis, ¿vale? - acabó por decir mientras se ponía en pie. Su mirada se detuvo unos segundos en Beth. ¿Cómo narices había acabado involucrada en aquello? Quién sabía... -. ¿Te importa si utilizo tu chimenea para irme? Ya sabes que yo y la desaparición... - se encogió de hombros en gesto de disculpa y avanzó unos pasos hacia la susodicha, aunque antes de utilizarla se giró para mirar a Ermendrud -. Seguro que encontrarán a tu madre.

Aengus no se lo pensó ni un instante y se tomó el vaso de agua "con veritaserum". No había tenido tiempo a pensar, analizar o dudar, lo que me decía que de verdad deseaba que le creyese. Azkaban había terminado con todo lo que el Aengus que interrogué hace unos años era. Tal vez si hubiese dudado como hizo el Aengus de entonces se habría dado cuenta de que era puro placebo. Conseguir veritaserum cuando la carta solo la había leído ayer por la noche y me presentaba de buena mañana era algo imposible. O por lo menos para mí. Anwen seguramente tenía un armario lleno.
Casi sentí pena por Aengus al ver la sombra en la que se había convertido y cómo explicaba su estancia en Azkaban. Casi. Sólo debía recordar las caras de las dos niñas que casi mueren por culpa de su bomba, a Jess en el suelo desangrándose por su culpa el imperio de Marian y la paliza de Eileen.
"Acento Americano" - anoté en la libreta "¿Quieres salir de aquí?"

- ¿Todos los presos?

- Y estás seguro de que no conocías a ese hombre de nada, ¿verdad? ¿Algún detalle que recuerdes? ¿Tal vez un tatuaje visible? - añadí pensando en los camareros de la boda.

Miré a Sean. Hacía dos días de aquello, es decir, había ocurrido la noche del secuestro y el ataque de la boda. Y aún así no habíamos escuchado nada al respecto. No podía creerlo. Teníamos que irnos en unas horas, así que necesitaba a alguien de confianza para investigar eso. Pero era un tema para más tarde.

- Vilma puso en su carta que estás dispuesto a lo que sea por ayudar, incluso infiltrarte. Eso puede matarte, lo sabes, ¿verdad? - le pregunté con absoluta seriedad mientras cerraba mi libreta y la guardaba con el lápiz. No iba a andarme con eufemismos con Aengus, pero siempre creí que yo era una persona justa. - Tengo un trato para ti, Aengus. - y no mentía. Para él, además, me había bebido el "veritaserum", no podía estar mintiéndole. - Obviamente no puedes creer que voy a dejarte ir sin más. Te condenaron con razón, y lo sabes. Pero no voy a entregarte. A cambio, vas a ayudarme, y cuando termine con todo esto, te prometo que el resto de tu sentencia no será en Azkaban. - ayudar a "la ley" siempre te reducía la sentencia, y Aengus no había, técnicamente, matado a nadie. Podría conseguirle algún tipo de sentencia suave, estaba segura.
 

En realidad solo había querido dar aquella información. Meterse de lleno de nuevo en aquellas tramas le parecía extremadamente peligroso. Tenía miedo, pero por otro lado... Emily estaba contando realmente con él. Le ofrecía un trato y quizás de aquel modo podría redimirse. Miró a Vilma, seguro de que a ella le gustaría que ayudara, y después centró su mirada en ambos aurores.

Sean había permanecido callado todo el tiempo, reflexionando internamente, con expresión severa.

Aengus:- Está bien. Colaboraré. ¿Qué tengo que hacer?

Se arrepentiría de aquello. Estaba seguro.

Dicho aquello, Eileen se marchó por la chimenea. Beth miró a Ermendrud y se encogió de hombros. Esperaba que realmente la visita de Eileen no le hubiera parecido muy mala. Su amiga tenía ciertos problemas que aún no había resuelto y muchas veces parecía muy borde, quizás con el fin de protegerse a sí misma.

- Supongo que ahora toca esperar. - Eileen contactaría con Emilly, pero hasta entonces poco más podrían hacer. Se levantó, recogiendo las tazas y la bandeja- Mejor no contarle nada de esto a Marian.

Que había sido condenado por homicidio, que estaba de alguna manera involucrado en aquella trama extraña y que su madre estaba en paradero desconocido era información demasiado peligrosa para Marian que no dudaría en intentar echarlo de casa.

- Será nuestro secreto.- y sonrió con amabilidad. A Beth se le daba bien guardar secretos. Había pasado muchos años guardando uno enorme.

Eileen desapareció vía chimenea y traspasó las barreras mágicas que Emily tenía puesta como seguridad en la de su casa. Por algo eran las mejores amigas. Se conocían demasiado bien.

Al aterrizar en casa de Sean y Emily, la chica pudo notar que estaba vacía. Todo estaba en aparente orden, pero no había nadie en casa.

Se había despedido de Eileen de manera escueta, casi seca o cortante. La chica no le había gustado en sus maneras, pero tampoco la culpaba, Ermendrud no podía esperar que todos lo trataran bien; bastante tenía con Beth, que había copado el cupo de "tratemos bien a este desconocido" por varios años. 

Se levantó del asiento del sofá que había estado ocupando y se paseó por el salón observando cada detalle en su decoración. Trataba de evadirse de su atormentada mente tratando de entretenerse con cualquier chorrada, pero lo cierto es que no lo estaba consiguiendo ni por asomo, solo la voz de Beth lo sacó un poco de su cabeza. La observó largamente y asintió ante sus palabras - no me gusta ocultarle nada a tu compañera... pero tendré que ser un poco egoísta, no quiero acabar en la calle otra vez - reconoció con total y absoluta honestidad. Suspiró y se pasó la mano por el cabello, despeinándose en el acto pero sin darle importancia a ese simple hecho - no sabré como agradecerte todo esto que haces por mi - le dijo mirándola con intensidad - no se me ocurre como poder compensarte por tu ayuda, pero espero encontrar la manera con el tiempo... gracias - dijo al final. 

Había esperado encontrar a uno de los dos en el lugar pero resultó ser que nada. En realidad era normal. Debería haber imaginado que Emily estaría demasiado sumergida en aquellos detalles de la investigación que no se había molestado en compartir con ella, como siempre, pero había estado demasiado ocupada en sus propias preocupaciones.

Supongo que por dejarle una nota poco específica no pasaría nada de modo que eso hizo. Garabateó en un trozo de pergamino que se pusiera en contacto con ella cuando pudiera, que tenía información nueva, y se dispuso a marcharse. Dejó que los polvos flu se deslizaran entre sus dedos unos segundos, indecisa de hacia dónde dirigirse hasta que por fin tomó la decisión de hacerle una visita a Bella.

En esta ocasión, Eileen tuvo más suerte. En cuanto apareció por la chimenea, Bella, que estaba sentada en el sofá mirando unas fotos en pantalones cortos y camiseta de tirantes y los pies sobre la mesa de cristal, pegó tal respingo que todas las fotografías salieron desperdigadas en una lluvia de recuerdos.

- ¡Joder, Eileen! ¡No me pegues esos sustos!

Se llevó la mano al pecho, notando el corazón acelerado. Con el respingo se había subido al respaldo del sillón y ahora bajaba. Su reacción debía de haber sido bastante graciosa.

Podía entender por qué le había dado un susto a Bella. Hacía un tiempo, habían intentado ser educadas las unas con las otras y avisar de las visitas pero al final según Eileen, ¿qué más daba? Habían compartido habitación y eso era, indudablemente, muchos momentos de intimidad. De modo que según ella, pocas cosas había ya que no hubieran visto las unas de las otras.

- Lo siento, Bellita - aún así, podía entender que la chica estuviera susceptible porque ella era la primera en estarlo. Quizás debería haberlo pensado antes. Para compensar, una amplia sonrisa se abrió paso en su expresión cansada antes de dejarse caer a su lado en el sofá -. ¿Qué tal estás? ¿Nostálgica? - le preguntó, señalando con la cabeza las fotos.

Ya bajada del respaldo del sofá, Bella comenzó a recoger las fotos que habían quedado desperdigas por alrededor con bastante rapidez. Bella y Stana poniendo muecas, Bella y Stana sonriendo a la cámara con un lago de fondo, Bella sentada mirando al mismo lago mientras su pelo se movía al son del viento, de espaldas a la fotógrafa, Bella y Stana en un fotomatón muggle - imagen sin movimiento-, Stana dando una voltereta y saludando después, Bella y Stana en una montaña rusa con cara de horror, Stana leyendo concentrada en aquel mismo sofá... 

- ¿Nostálgica?- sonrió con simpatía- ¿Desde cuándo yo tengo nostalgia?- rió- Solo estaba aburrida y me senté a ver fotos. Es mi día libre y me apetecía quedarme en casa. ¿Qué hay de ti?

Sonrió con amabilidad ante las palabras de Ermendrud, dedicándole una mirada amistosa antes de ponerse a fregar los platos a la antigua usanza; es decir, sin varita.

- No tienes por qué compensarme. Tu llegada nos viene bien a todos.- Era cierto que no tenía por qué haberlo metido en casa, pero también era verdad que aquel hombre les podía ayudar. Y de hecho quería.- Me gustaría saber más cosas de ti.- le dijo tras una pausa.- No es por ningún tipo de sospecha, ¿eh? 

Miré a Sean, quien no parecía oponerse, y a Vilma, pues era su amigo y mi trato le afectaría, antes de continuar.

- Bien. Es sencillo. Te conseguiremos un lugar dónde permanecer con un perfil bajo, pero dónde siempre pueda localizarte. Esto puede tardar unos días, así que espero que Vilma pueda ofrecerte techo hasta entonces. - añadí mirando a la chica. A mí casa lo llevaría como absoluta y total última opción, pero teníamos que irnos de viaje y no iba a dejarle quedarse ahí sólo. - Y entonces, sencillamente, vas a esperar. - concluí.
Miré a todos los presentes. Sabía que esperaban algo más, pero estaba dejando unos segundos a Aengus para procesar lo que le pedía. Si se creía que le iba a pedir que fuese un héroe, se equivocaba. Él no era ni sería un héroe. Tampoco le iba apedir que se lanzase de cabeza a una piscina desconocida como espía porque no confiaba en él.
- Esperarás hasta que te contacte ese hombre, pues creo que es posible que él o alguno de los presos fugados te busque. Y cuando lo hagan, dirás que estás interesado en lo que sea que te ofrezcan, y si quieres darle dramatismo, les dices que no tienes nada que perder. Que estás 100% con ellos. Entonces contactarás conmigo de manera segura, que ya te explicaré cuando te diga dónde vas a esconderte. - había docenas de modos más seguros que las cartas, y aunque algunos eran caros o difíciles de conseguir, no sólo hablaba con una auror sino con la hija del ministro. No me gustaba tirar de hilos, pero si era por salvar vidas, lo haría.
Supuse que Aengus estaba procesado al información, y si fue Ravenclaw antaño no era por nada. Seguramente estaba viendo sus opciones y probablemente me iba a preguntar lo que yo iba a contestarle ahora sin necesidad de que abriese la boca.
- Si no contactan contigo en unos días, volveremos a tener una charla y ver cómo puedes pagar por tus crímenes fuera de Azkaban y ayudando a la sociedad y a la única persona que aún cree en ti. - dije mirando entonces a Vilma. La chica sufrió mucho al perder a su único amigo en Hogwarts, y aunque se rehizo, tenía más amigos y una carrera famosa, seguramente seguía doliéndole aquello. - Si contactasen contigo estando con Vilma, tu prioridad es que ella esté a salvo. ¿Está claro? - le dije con seriedad para terminar.