Partida Rol por web

Roy estaba serio de nuevo. El solo pensar en Morgan le hacía hervir la sangre. 

- Sí.

Aunque fue una respuesta escueta, Anwen pudo notar el peligro en la mirada del chico. Aunque se presentaba con la misma expresión de siempre, estaba claro que el enfado era de proporciones nunca antes vistas.

- No sabe con quién se ha metido. ¿Ideas?

Aunque Eileen no pudiera escucharla debido a sus propios gritos, la risa del anónimo, o mejor dicho, de la anónima, fue como un estruendo de placer. Se había conseguido soltar del hechizo de Eileen y se había levantado, apuntando con la varita a la chica aún.

- ¡Puta idiota!- y volvió a reír con fuerza.- ¿Quién te crees que soy, el idiota de Connelly? No tenía pensado actuar esta noche pero... me has obligado.

Se puso de cuclillas, para observar mejor el sufrimiento de Eileen.

- Despídete de tu cordura...

Entre la nube de dolor pudo escuchar su risa y ver cómo se acercaba a ella, una pequeña conexión con la realidad que al principio ni siquiera comprendió. ¿Por qué reía cuando dolía tanto? Sus palabras fueron llegando a su cerebro pero tardó un rato en discernir el significado, como si fueran los posos del te hundiéndose lentamente hasta el fondo de la taza. La insultaba. La amenazaba.

como si aquello fuera un aliciente, el miedo la inundó, pero en lugar de embotarle todavía más los sentidos actuó como disparador de la adrenalina, haciendo que soltara un grito desgarrador que le devolvió poco o mucho el control sobre sus tamborileantes extremidades, ahora tensas y agarrotadas.

Alzó la varita como pudo, con la voz rota por el dolor y los ojos llenos de sufrimiento y rabia.

- ¡No! Púdrete en el infierno zorra asquerosa. ¡Petrificus totalus!

A pesar de haberse ido al traste tan pronto como había empezado a disfrutar de la noche, el poder hablar con Sean cómo si estuviésemos a solas (y vestido tan jodidamente sexy) compensaba todo. No podía evitar sonreir cuando le miraba.

Parecía que tanto Sean como Eileen habían visto la mano de Kennings de exploración al sur del meridiano, y que ambos habían sentido celos o rabia por ello. Por una parte me halagaba, pero por otra me daba rabia que creyesen que no podía valerme por mí misma. Lo tenía todo bajo control, recórcholis, casi le había roto un dedo del pie y si no nos hubiésen interrumpido estaba segura que habría ganado el duelo. Pero no era el momento. Era el momento de olvidar lo ocurrido un rato, o al menos hasta que Eileen volviese. Tendría que hablar con ella tarde o temprano.*

Le devolví la sonrisa a Sean cuándo insinuó que no me atrevía a sacarle a bailar. Ahora que ya lo habíamos hecho y que la mitad se había ido, no era ni siquiera un verdadero reto. Le di un trago más a la copa -su copa- y se la devolví. Entonces subí un poco !l volumen al hablar (sabía que se refería a pedirlo lo suficientemente alto como para que alguien fuese testigo).

- ¿Me concedería otro baile? No pudimos terminar el anterior. - dije mirándole con cierto desafío y diversión.

El profesor Pullap parecía aceptar mis disculpas o no darle importacia a lo sucedido. Para mí era de otro modo, pero ya estaba satisfecha con habérmelo sacado del pecho. Acepté la copa notando que tenía sed, de hecho, después de todo y le di un trago. Tras darle las gracias debería haberme retirado, pero en lugar de eso me quedé unos segundos más. ¿No era un baile? ¿No había un premio? ¿No nos habían dejado a medias? Teniendo en cuenta que la mitad del colegio ya no estaba y que suponía que tras medio baile no diría que no, me armé de valor y le devolví la copa antes de hablar.

- ¿Me concedería otro baile? No pudimos terminar el anterior. 

Lo peor que podía pasar era que me rechazase con algo como "ahora no, tengo que vigilar" o "estoy cansado", y de las pocas personas que quedaban en el comedor, ninguna me prestaba atención de todos modos.

Aunque Eileen no pudiera verlo, la sonrisa desapareció de la cara de la chica. ¿Cómo podía estar hablando? ¿Por qué había dejado de gritar de dolor? Peor aún... ¡iba a usar la varita!

El hechizo de Eileen fue tremendo. Super bien ejecutado a pesar del estado en que se encontraba y, aunque el protego también había sido muy potente, una pequeña brecha se abrió en él a causa de la fuerza del petrificus. 

Ni siquiera le dio tiempo a decir nada y aunque su expresión pasó de la sorpresa a la perplejidad, esa persona quedó totalemente congelada, de cuclillas, en la misma posición, consciente de que había subestimado a su rival y ahora todo se iba al traste.

Había aceptado sus disculpas y le había aconsejado que disfrutara de lo que quedaba de noche, que era mucho porque todo había sucedido prácticamente en el comienzo. Todos parecían pasarlo bien y el buen ambiente reinaba en el Gran Comedor.

Y entonces ella le preguntó sobre un segundo baile. Alzó una ceja, como queriendo decir que no se esperaba aquello.

- Por supuesto- le ofreció el brazo para que se uniera a él en el camino hacia la pista de baile nuevamente.- Si es tan amable, señorita Van Dyck.

Seguramente fue su determinación lo que hizo que su hechizo, el hechizo que inicialmente no había querido realizar por miedo a las consecuencias, saliera a la perfección, superando el bien realizado protego de su atacante enmascarada que en aquel momento cayó al suelo, quedando más o menos a su altura.

Soltó un quejido involuntario al tratar de incorporarse. La cruciatus había sido brutal y aunque sabía que no tenía nada roto seguía sintiendo su cuerpo totalmente dolorido, posiblemente con más de un moratón a causa del súbito estallido de sus capilares.

- Serás...

Joder. No se sentía capaz de sonar amenazadora cuando casi no podía ponerse en pie. A lo máximo que podía aspirar por el momento era a ponerse de rodillas y así lo hizo, aguantando la respiración que, a pesar de todo, escapó entre sus dientes en forma de siseo.

- ¡Incarcero! - no se sentía capaz de realizar hechizos sin voz, sentía como si la coherencia le hubiera sido arrancada de cuajo y su cerebro conectara y desconectara la lucidez. Por suerte, sí logró que unas gruesas cuerdas amarraran a su rival, apresándola fuertemente, momento en que Eileen se inclinó, no sin soltar un nuevo quejido, y le arrebató la varita -. ¡Finite! Veamos quién...eres... 

Y sin esperar a que aquella tía escupiera su primer insulto se inclinó sobre ella y le apartó la capucha del rostro.

Sabía que se lo iba a pedir. Formaba parte del juego que acababan de reanudar. Además, ahora todo estaría más tranquilo y podrían disfrutar, por fin, de una velada en condiciones. 

- Por supuesto- le ofreció el brazo para que se uniera a él en el camino hacia la pista de baile nuevamente.- Si es tan amable, señorita Van Dyck.

Aceptó, obviamente, la invitación de Emily. Le gustaría hablar sobre Eileen y lo que habían hablado, pero no creía que fuera el momento apropiado. ¡Por fin podrían estar a solas! O bueno, todo lo a solas que se puede estar en un Gran Comedor repleto de personas. Ya trataría el tema más adelante.

- Diría que no vale meter mano como esos dos- señaló a WIlliams e Ian.- Pero sabes que la regla de "todo vale" me gusta.

Todo listo. Eileen estaba a salvo y a punto de saber quién se escondía detrás de esa capucha oscura. Quién podría realizar aquella imperdonable con suma facilidad y reír por el dolor de los demás.

Quitó la capucha con cuidado y descubrió el rostro de su atacante:

¡¡¡ADRIANA ELLIOT DEL COLEGIO OCEAN!!!

No pude evitar un cosquilleo de emoción en cuánto Sean aceptó, a pesar de saber que diría que sí y a oesar de haber hecho cosas muchísimo más íntimas que bailar.Acepté el brazo que me ofrecía y empecé a caminar hacia la pista con él, aguantandome las ganas de sonreir como una boba o de dar saltitos de alegría. A veces me daba vergüenza ajena a mí mismas, sobretodo cuando La Voz se encargaba de señalarlo.

Cada pareja estaba en su propio mundo así que podíamos hablar en voz baja sin que nadie supiese qué decíamos.Miré de reojo a Will e Ian cuando Sean los mencionó. Menudos. Y Will yendo de mosquita muerta, y queriendo esconder lo obvio. Se debía haber cansado si ahora actuaba así. Pero poco me importaba. Golpeé disimuladamente el cotado de Sean con un dedo cuando habló de la guerra de todo vale,  haciendome incluso sonrojarme ligeramente.

 - Sean... Un poco de decencia, que estamos en un colegio. - le dije oobviamente en broma, pues si algunas cosas de las que hacíamos salían a la luz, "decencia" no sería lo que usasen oara describirlo (a no ser que estuviese acompañado por "absoluta falta de").

Cuando llegamos a la pista de baile me coloqué para empezar a bailar, manteniendo la distancia. Quería estar pegada a a él... Di un paso extra en su dirección. Nadie lo notaría...

- ​No sé si te he dicho ya esta noche que estás increíblemente sexy. Llevo rato debatiéndome en si debería desnudarte o no...

Sonreí y acepté el brazo del profesor para or a la pista de baile. Antes había demostrado ser un genial bailarín, tanto que había compensado mis nervios. ¿Sería válido para ganar el concurso de Greenbell si la pareja era un profesor?

Al llegar a la pista me coloqué en posción. Ya no era un vals, pero seguía siendo un baile en parejas. No sabía muy bien cómo bailar con el profesor sin ponerme tensa. Una no podía bailar con un profesor igual que con su mejor amiga... Sea cómo fuere, a pesar de ser buena bailarina en condiciones normales, esa noche no me estaba luciendo.

La sorpresa fue mayúscula, aunque sólo sus ojos más abiertos de la cuenta lo demostraron. Ojos que, segundos después, se convirtieron en dos rendijas llenas de rabia y algo mucho más sombrío. Esa gente tenía el poco acierto de cruzarse en su camino cuando Eileen se sentía temeraria y peligrosa y eso no era muy aconsejable. 

- Muy bien, zorra, será mejor que empieces a hablar - dijo con tono deliberadamente lento -. Y recuerda que fui yo la que le voló los cojones a Aengus porque se hizo un poco el remolón con sus respuestas - aquello no había ido así pero ellos no lo sabían. Ni el mismo Aengus lo sabía, lo cuál era una suerte -. Tú no tienes cojones pero estoy segura de que algo podríamos hacer con tus tetas - no, ni hablar, pero iba a dejar que su lado macabro tomara las riendas de la conversación -. Así que habla por esa boquita de putita que tienes o la que va a empezar a reír seré yo.

Intento ir a pase firme con Henry detrás, aunque me encuentro muy mareada. Salgo del gran comedor sin dificultad y mientras camino mis pensamientos me invaden. Esta vez tenía dos voces en la cabeza. 

^{"Te va a dejar, idiota"}

^{"No te preocupes, Vilma. Él te quiere, solo tienes que darle un buen motivo"}

^{"¿Y qué motivo le vas a dar, bruja? ¿Que te gusta Max y por eso te has puesto así?} 

^{"A Vilma ya no le gusta Max, quiere a Henry, ¿verdad que si?} 

^{"Y una mierda. Se queja de Lilian y Max y ella hace lo mismo."} 

^{"Con Henry las cosas le van bien y él le hace más caso que nadie."}

^{"Y por eso se conforma."}

- ¡Ya basta! -exclamo apretándome las orejas. Me giro hacia Henry, con cara de susto. Esto de ir borracha era lo peor que me había pasado nunca. Prefería que Anna y Cosette me humillaran a humillarme yo sola. -¿Dónde quieres ir?- le pregunto parándome en la salida del castillo.- No quiero tampoco coger un constipado. 

Había permanecido callado todo el tiempo, dejando que Vilma - caminando por delante de él- tomara las riendas. Hasta que ella pegó el grito y él paró, algo sorprendido. La miró. ¿Todo aquello era por la bebida o es que estaba mostrando su faceta real? Estaban justo en las puertas de salida a los terrenos de Hogwarts, pero parecía que Vilma no terminaba de decidir. Eso sí, la pista de que no quería coger un resfriado le indicó que no quería saber nada de los terrenos. Henry lo comprendía. Era puro invierno y no estaban bien abrigados.

Entonces se puso a pensar, intentando encontrar la respuesta que la chica quería escuchar.

- Pues... si quieres vamos a alguna sala común. No habrá nadie y se estará caliente.

Forcejeó con las cuerdas pero no hubo manera de liberarse. No pudo evitar que Eileen la descubriera. ¡Qué mal, Adriana! Su sed de sangre la había metido en aquel lío. Miró a Eileen con rabia e indignación. La puta de Ravenclaw era más fuerte de lo que habría esperado.

Escuchó las palabras de su captora, a veces sonriendo y en otras ocasiones mirando con odio. Pero Adriana Elliot no se intimidaba así como así:

- ¿De dónde crees que vengo? ¿De un palacio? Nada de lo que me puedas hacer podrá dolerme tanto como para contarte nada, estúpida.- y era cierto. Ella no era Aengus. No sabía cómo el chico podía haber hablado, pero Adriana estaba demasiado metida en la causa como para que nadie pudiera provocar que contara nada.- Puedes jugar todo lo que quieras conmigo.- sonrió entonces, de forma entre macabra y pícara, moviendo los hombros en plan seductor- Incluso puede que me guste...

Emily bailaba aquella noche algo torpe, quizás por la falta de concentración o porque el baile realmente le daba tan igual como a Sean. Lo único importante de ese momento era tener los cinco sentidos en el compañero. Si bien, Sean bailaba de forma natural muy bien. Llevaba a Emily con trazos suaves, elegantes, decididos y nada calculados. 

Se sorprendió ante la cercanía de la chica y giró la cabeza levemente, aguantando una sonrisa. Atrevida. Uno de los adjetivos principales que describía a Emily. Y le encantaba.

Ni siquiera se molestó en observar si alguien se había dado cuenta de aquel movimiento. Era demasiado entretenido como para preocuparse por nada más.

- ¿Sí?- le dijo, de forma seductora- Pues yo sí tengo claro qué haría.- el brillo de la mirada se intensificó- A pesar de que estás increíble esta noche, disfrutaría muchísimo quitándote, poco a poco, lentamente... este vestido. Me tomaría mi tiempo, disfrutando de tu piel, de tus besos y de verte en ropa interior antes de no aguantar más y arrancártela.- Romanticismo con mezcla salvaje. Ese era Sean- Pero mejor no te sigo hablando de eso o tendremos un problema que no podré esconder, chica sexy.

Me parece una estupenda idea. Además, siempre había querido entrar en la sala común de Slytherin. Al fin y al cabo, ya había estado en la de Ravenclaw y Hufflepuff, tan solo me quedaba dos y tenía un año por delante. En mi interior me imagino estando en la sala común de Gryffindor junto a Max, pero esa idea de repente me empieza a dar asco. Cierro los ojos fuertemente y recuerdo lo último que pasó cuando fui a la sala común. 

- ¡No! O sea, sí, vale. Vamos a la de Hufflepuff. Yo te invito y allí nadie te va a decir nada si estás. Son todos muy majos.- Comienzo a dirigirme de nuevo a la puerta del gran comedor ¡Que tontería estábamos haciendo! Pero la paso de largo y voy hacia los sótanos, al lado de la cocina hacia mi sala común. Al llegar me acomodo en un sofá y pienso en lo cansada que estoy. Esperaba no dormirme. 

Aunque Emily estaba algo torpe, apenas se notaba porque los movimientos fluídos y seguros del profesor Pullap lo arreglaban. Se movían por la sala con soltura, intercambiando palabras de vez en cuando. El concurso estaba bastante igualado, sin duda. ¿Quién sería el ganador de aquella competición? ¿Acaso realmente a alguno de los presentes le importaba?

Lucas y Tabatha continuaban recorriendo la sala, charlando de forma amigable:

Lucas:- ¿Qué querrás hacer después?

Mía y Kegan se volvieron a poner en pie y empezaron nuevamente. Les costó un poco retomar los movimientos acompasados a la música pero iban bien.

Mía:- No sé yo si ganaremos, esto está muy igualado. ¿Y si probamos a hacer alguna pirueta o algo así?- obviamente estaba bromeando.

Se lo quedó mirando un poco extrañada por los movimientos y la respuesta. Si aquella era la forma de seducir de Scofield, ahora entendía muchas cosas. Sacudió la cabeza un par de veces, para volver en sí. ¿En su cama? ¿Acaso se creía que le llevaría a la sala común de Slytherin? ¡¿A un Gryffindor?! Sonrió intentando parecer amable:

- Lo siento, pero mi cuarto está cerrado para los chicos.- era verdad. Los chicos no podían entrar en las habitaciones de las chicas.- ¿Qué tal en la tuya?