Partida Rol por web

Habían sido meses, muchos meses de tensión. Desde aquel mismo verano en que había descubierto los sentimientos que se había negado a ver antes y que sólo habían hecho que aumentar hasta culminar en aquel momento. Su declaración. Una declaración cuya respuesta sospechaba.

Lo sabía. Siempre lo había sabido. Pero aún así, había habido momentos raros. Si se lo ponía a pensar, cosa que no sucedería en aquel momento, Emily la había alentado siempre. La abrazaba, la tocaba, le decía que la quería, cosas así que para una persona normal no hubieran tenido efecto alguno mientras que para Eileen habían sido el sol en un día de lluvia. Habían sido el cielo. Por eso Emily se había convertido en su Emily.

Y por eso se había ido obsesionando de un modo que ni a ella le gustaba. Se preocupaba por ella. Se ponía celosa cuando estaba con Beth, había sospechado ya en más de una ocasión de la extraña proximidad que guardaba con Pullap. Y se lo había callado. Incluso Bella se había dado cuenta de sus sentimientos que a la inocente Emily le habían pasado desapercibidos.

Habían sobrevenido discusiones estúpidas entre ellas en los últimos tiempos y Eileen había sido plenamente consciente de su culpa en ellas. Porque Emily le gustaba, porque la amaba, y porque quería que de algún modo estuviera a la altura de unas expectativas imposibles. La rubia no sentía lo mismo por ella, había sido tan obvio, tanto... pero el beso que tan hábilmente le había robado sólo había servido para soplar su pequeña llamita de esperanza cuando ya estaba a punto de apagarse.

Ahora se había extinguido. Y aunque debiera sentir alivio se sentía desolada. Compartía las veinticuatro horas de su día con Emily. Desayunaban juntas, comían juntas, estudiaban juntas, se aguantaban, dormían en la misma habitación, tenían las mismas amistades. Era su mejor amiga. No había forma de sobrellevar aquello bien. No podía. No sabía.

Así que hizo lo más humanamente estúpido que se le ocurrió. Echarse a reír, doblada por la mitad, ruborizándose y con los ojos lagrimeándole por la risa. Ojalá la tierra se la tragara. Cómo podía haberse equivocado tanto.

- Tía, ¿cómo has podido creértelo? - le preguntó entre risas. Mierda. Mierda -. Sólo te iba a decir que esta Navidad no puedo invitarte a mi casa a pasar las vacaciones, necesitamos estar en familia - improvisó, aún doblada por la mitad con los últimos estertores de aquella risa fingida, mientras la verdadera Eileen agonizaba en el suelo delante de ella -. Eres muy inocente... aunque mira, ahora me he enterado que te gusta alguien, bien, bien... - no sabía qué más decir así que se irguió con la sonrisa en la cara. Mierda -. Tengo que contestar la carta, ¿hablamos luego, vale?

Mierda. Mierda. Todo se desmoronaba. Todo su empeño, sus ganas, su ilusión, su amor. Su esperanza. Su roca en los últimos meses difíciles.

Mierda.

Eileen mentía. Claro que mentía. No me sacaría del comedor para decirme algo tan estúpido. Pero entendía que hacía: estaba negando lo que acababa de ocurrir para que las cosas no cambiasen, y a mí eso ya me iba a bien. No quería hacer daño a Eileen pero tenía que agarrarme a esa débil rama que me estaba teniendo para salir de las arenas movedizas en las que nos habíamos metido. Y por eso me reí, de una manera completamente falsa, pero la suya no era más real. Si iba a hacer cómo si esto no hubiese pasado, yo, a pesar de lo egoísta que era, iba a hacer lo mismo. Todo por no perder a Eileen.

No pude decir nada más ya que se marchó, ni siquiera sobre la persona que "me gustaba". Eileen era inteligente, lo qeu quería decir que no haría preguntas ni diría nada, pero no tardaría en deducir cosas. Pocas personas resultarían un peligro por estar conmigo.

La observé marcharse y me apoyé en la pared, apartándome el pelo de la cara y mirando al suelo. Si tuviese un giratiempo volvería atrás y cambiaría muchas cosas, pero lamentablemente no lo tenía. Me veía incapaz de volver al comedor. Todos, o al menos Beth y probablemente Bella, notarían que algo no iba bien.

Mierda.

Anwen salió del Gran Comedor pocos segundos después que las otras dos chicas. Ambas estaban hablando muy serias, luego Emily hizo algún que otro gesto extraño y Anwen pudo escuchar que pedía perdón a Eileen.

A continuación ésta se puso a reir a carcajadas y sencillamente... ambas empezaron a reir sin parar antes de que Eileen se marchara y Emily, recobrando la seriedad, se apoyase en la pared.

Aquello era surrealista. ¿Un Slytherin desayunando como si nada en la mesa de los leones como si nada, bromeando y deseándonos suerte en Quidditch? El mundo se estaba volviendo loco. Aún así sonreí agradeciendo sus palabras mientras alzaba mi copa de zumo de calabaza como si brindara con sus palabras.

-Gracias. Haremos todo lo posible para llevarnos el triunfo. Yo por lo menos tengo mucha ira que desgastar pegando con el bate. -me eché a reír. Aunque razón no me faltaba.

-Al poco de irnos fuimos a Honeydukes con Lilian a comprar chuches y chocolate. Todo bien. -Sonreí. -Por cierto.. ¿de qué apuesta habláis? Pobre Stone... a saber qué le has hecho. Estos de Slytherin... sois malos eh... -me eché a reír. Bromeando.

La Voz había estado tranquila esa mañana. Se había reído con el anuncio de la directora y comentado cómo de gracioso sería ver a Anwen invitando a alguien. O cómo debería pedírselo a Sean y enseñarle al mundo que Emily Van Dyck no era una paria y se había llevado al mejor tío, al HOMBRE, de Hogwarts. Aparte de eso no tenía mucho que decir. No hasta que Eileen había soltado esa bomba. Primero se había reído, igual que yo, luego había flipado, igual que yo, y luego habíamos discutido qué debía decir. La Voz podía ser cabrona, muy cabrona, pero se había comportado. Me había dicho que hiciese ver que no me lo creía y era una broma, me había propuesto que le dijese que sí "por probar", me había dicho que le dijese que no... Al final habíamos quedado en decirle la verdad, pero obviar los detalles más peligrosos.

Y ahora estábamos en el pasillo, mientras Eileen se alejaba.

"Qué fuerte. Quién te iba a decir que el día empezaría así."

"Y que lo digas..."

"Bueno, al menos puedes estar segura ahora más que nunca que puedes confiar en ella. Eileen te quiere de verdad, nunca te traicionaría."

"Que pragmática. Acabo de romperle el corazón a mi mejor amiga y tú pensando en eso."

"Alguien tiene que mantener la cabeza fría."

Me giré, viendo a Eileen perderse en la esquina del pasillo. No podía volver al comedor. De todos modos había querido ir a ver a Sean para la foto de la madre de Kegan y hablarle de lo descubierto en el Cabeza de Puerco. Estaría desayunando aún, pero no tenía nada mejor que hacer que esperar.

Con la cabeza gacha y la boca aún un poco abierta, fui con paso lento y sin prisas al despacho de Sean, a esperar a su vuelta. Menuda mierda. Eileen. ¿Por qué no se enamoraba de otra persona? ¡Si yo era mediocre, vulgar, cínica y sin nada especial! Eileen podía conseguir a cualquiera, a gente mucho mejor que yo...¿Por qué yo? ¿Por qué no seguir siempre las mejores amigas que éramos para siempre?

Me quedé unos segundos en sielncio, pensando en lo ocurrido, mirando al suelo con la boca aún medio abierta. Me aparté el pelo de la cara y decidí que no podía quedarme ahí, pero tampoco volver al comedor. Todos notarían que pasaba algo raro.

Empecé a caminar con la cabeza gacha, aún perdida en mis propios pensamientos, cuándo choqué con alguien.

- Oh perdón, no... - levanté la vista encontrándome con Anwen. Intenté sonreir. - Oh, An. No te había visto. Tienes suerte que ya me he acado mi tostada, o tu uniforme sería todo grasa, queso y mantequilla. - bromeé.

Me quedé unos segundos en silencio. Vaya momento para cruzarnos.

- Esto... Creo que voy a seguir mi camino. Seguro que tienes un montón de cosas que hacer, cómo decidir cuñal de tus millones de pretendientes merece que le invites. O podrías ir sola en protesta, ¿lo has pensado? Y que se peleen dentro del baile por ti.

Sólo necesitó el tiempo de girarse para mudar la expresión a una seria con los ojos llenos de lágrimas mientras emprendía a grandes zancadas el camino hacia la lechucería, un destino que ni siquiera le apetecía. Pero, ¿había alguno que le apeteciera? No, ningún sitio iba a ser bueno. Nada cambiaría el hecho de que había perdido su oportunidad.

Pero iba a estar bien, ¿verdad? Algún día. Daba igual que ahora lo viera todo negro como las alas de la lechuza que acababa de emprender el vuelo por la ventana, como la tinta que ahora caía en forma de gotas sobre el pergamino antes inmaculado, juntándose con sus lágrimas.

Iba a estar bien...¿cómo? Sólo había querido a Emily, sólo la quería a ella... Le dolía el corazón. ¿Cómo podía olvidarse algo así? ¿Cómo podía desaparecer un sentimiento como aquel, un amor que estaba por encima del que pudiera sentir por su familia o por sí misma?

Antes de darse cuenta estaba sentada en un rincón, abrazándose las piernas a la par que hundía la cabeza en sus rodillas, llorando desconsoladamente por lo que había perdido y nunca podría recuperar.

Le costó un buen rato, pero el hecho de haber visto a Emily sola, con aquella cara, cuando salió del Gran Comedor, no auguraba nada bueno para Eileen. Posiblemente le habría pedido ir al baile y le habría confesado su amor a su mejor amiga. 

Bella suspiró en aquellos momentos. Sabía lo que era ser rechazado. Y más siendo mujer. Necesitaba encontrar a Eileen, sintiéndose más empática que nunca. Intentó adivinar dónde podría estar y falló en unas cuantas ocasiones, hasta que finalmente la encontró echa un ovillo y llorando sin control. Tragó saliva. No le gustaba aquella visión. La había vivido y era de lo más doloroso. 

Pensó en decir algo. En animarla. Pero sabía por experiencia que nada serviría. Se acercó hasta ella, se agachó y la abrazó para darle todo el cariño y apoyo posible. La siempre sonriente Bella McAlroy estaba seria y con un nudo en la garganta. Claro que sabía que dolía. Y mucho.

Tardó unos segundos en reconocer a Bella y aunque al principio había intentado recomponerse no tardó más de tres segundos en ceder a la presión, a sus asfixiantes sentimientos, cogiéndose al brazo que le pasaba por delante y llorando cómo si no hubiera nada más que pudiera hacer.

Tardó varios minutos en empezar a calmarse y para cuando dejó de sollozar tenía la cara roja y un aspecto francamente horrible. No le importaba. Se pasó el dorso de la mano por la nariz moqueante a la par que sorbía.

- Ai...que asco... - no se sabía si lo decía por su imagen o por lo sucedido. Quizás Emily se lo habría contado. ¿Acaso podía culparla? -. No debería haberle dicho nada...

Se quedó allí, ayudando a Eileen en su momento de desahogo. No dijo nada. No hizo nada más que abrazarla y permitir que su amiga tuviera un apoyo. Su cara, aunque Eileen no pudiera verla, era de tristeza. Odiaba ver a las personas que le importaban así. 

Finalmente Eileen se separó un poco y Bella la miró a los ojos. Le limpió la cara con un pañuelo con cuidado. Continuaba seria.

- Cuando salí del Gran Comedor imaginé que algo así había pasado.- Emily también parecía muy afectada. Aunque no hay comparación de dolor.- Y te equivocas en eso último.

Le apartó el pelo de la cara. 

- Has sido valiente. Y... así no podías estar más tiempo. Debías arriesgar. Ahora, con tiempo, podrás volver a ser tú.

Entendía las palabras de Bella, una parte de sí misma sabía que tenía razón, su parte racional, su cerebro, le decía que aquello había sido necesario, que no podía seguir por más tiempo enloqueciendo de aquel modo. Pero. El pero merecía una mención a parte. Porque sus sentimientos le seguían diciendo que todo se había estropeado para siempre o que por lo menos no volvería a ser lo mismo y eso era un pero mayúsculo.

Se encogió de hombros, sin palabras, mientras un nuevo acceso de silenciosas lágrimas rodaban por sus mejillas. Le dolía la cabeza.

- Ah... no sé qué hacer... - no se refería en el futuro, era evidente que en ese aspecto se sentía más que perdida. Era una referencia inmediata. ¿Cómo se suponía que tenía que empezar a actuar tras aquello? Era como si ninguna acción le valiera. ¿Seguir llorando? No quería. ¿Irse a la cama? No quería. ¿Volver al comedor? No quería. ¿Hablar con Emily? No quería -. Cómo...cómo se supone que tengo que actuar ahora...qué tengo que hacer...no sé qué quiero hacer...necesito dejar de pensar...

Llegó un poco tarde al desayuno, pero a tiempo de escuchar la noticia del baile… ¿Se lo pediría alguien a él? No se le ocurría quien podía pedírselo pero tampoco iba a darle vueltas a eso, lo importantes era el partido, iban a ir a verle y tenía que hacerlo bien. No había otra opción… TENIA que hacerlo bien.

Alguien de slytherin se había sentado en su mesa, pero no le prestó atención, se concentró en tomar un bien desayuno, y cuando acabó, se puso de pie y mirando a su equipo dijo.

- Chicos, os espero allí, yo voy a prepararme ya y a ir calentando, no lleguéis tarde y ya sabéis, ¡A ganar!

Tras esto, se dispuso a irse al despacho del capitán que había en los vestuarios a prepararse y relajarse un poco antes del partido.

Pobre Eileen. ¡Estaba tan perdida...! A pesar de que ya le dolían las rodillas de estar en aquella posición, Bella no se movió. Podría haberse sentado al lado de la chica, pero sabía lo importante que era mantener la cercanía y estar frente a Eileen en aquellos momentos. Debía sentirse apoyada. 

- Nada. No tienes que hacer nada. Sé tú misma. Imagino que ninguna de las dos querréis perder la amistad de la otra. Eileen...- puso su mano en la rodilla de la chica- Será duro, pero lo último que puedes hacer es hacerle ver a Emily el dolor que sientes. Porque os acabaréis alejando. Y la perderás. Y yo sé que las dos sois un pilar importante para la otra.- te lo digo por experiencia. Duele... incluso recordarlo.- No estás sola.

Lo sabía. Dios, sabía que fingir hasta que le dolieran las muelas de tanto forzar la sonrisa. Que tendría que reír aunque llorara por dentro. Tendría que actuar antes de ser. ¿Cuánto tiempo? En aquel momento sentía como si fuera a quedar relegada al papel de marioneta para siempre. Se secó de nuevo las lágrimas pero era difícil mantener su piel despejada de las mismas.

- Lo sé... - una parte de ella se sentía inclinada a decir un "lo siento". ni siquiera sabía por qué. Por llorar ante Bella, por quejarse. Por tener el corazón roto. Sentía como si fuera culpa suya todo lo que estaba sucediendo y que arrastrar a la nueva a todo aquello no era bueno. Sentía que tuviera que consolarla, que se sintiera forzada a ello. Pero no lo dijo. En su lugar, se limitó a decir a media voz un -: Gracias.

Quiso forzar una sonrisa pero no lo hizo. En poco rato, tendría que empezar a hacerlo. Pero no aún. No ya. Quería ser ella misma durante un poco más y esa persona era una chica rota de dolor en aquel instante, en aquel lugar.

Asentí a las palabras de Kegan, dejando las bromas para después del partido. Tenía ese don, el de pasarnos a todos su "modo concentración", lo que lo convertía en el capitán perfecto.

Terminé mi desayuno y me levanté de la mesa, le di un beso en la mejilla a Meredith y le sonreí. -Luego te veo. Es la hora de repartir amor. -me eché a reír y salí del gran comedor hacia el campo de Quidditch.

Anwen salió del Gran Comedor en post de Emily y Eileen. Quería hablar con su amiga para aclarar dudas pero ya de paso, si se enteraba de lo que hablaba con Eileen, mejor que mejor. Al fin y al cabo, ambas resultaban sospechosas. Pero no hubo suerte y tan solo pudo escuchar como Emily se disculpaba.

-Siempre has sido pura elegancia, especialmente a la hora de comer.- Bromeó, aunque más por devolver el comentario a Emily que porque estuviera de humor para bromas.- Sí, no se si echarlo a suertes. Antes con aceptar al primero de entre los guapos que me lo pidiera, bastaba. Menuda idea estúpida la de la directora igualmente. El caso es que venía buscándote. No me voy a andar con rodeos. Ryder me ha dicho que te ha visto volver tarde a la Sala Común últimamente. Gran parte de mis sospechas de lo que ha estado ocurriendo recaen sobre Ravenclaw y especialmente sobre Eileen...tú dirás.

En ese momento se le ocurrió que podría ofrecerle a Emily el beber algo de Veritaserum, para estar seguras de que decía la verdad. En realidad con que accediera a tomárselo sería suficiente, se fiaría de su amiga...pero si se negaba...pero ¡el Veritaserum! Anwen se llevó la mano al bolsillo interior de la túnica donde los llevaba siempre...ni se molestó en probar otros sitios. Si no estaban allí es que se los habían robado...-mierda.- murmuró.

Era muy raro estar allí, hablando con ellos tan normalmente, como si nunca hubiera dicho o pensado que Max era un idiota. Pero lo más raro de todo, es que no me desagradaba hablar con él, incluso podría llegar a caerme bien. Que me estaba pasando? estaba cambiando mucho.

Parecían liados con lo del partido, y entendí que iba siendo hora que me fuera a mi mesa a terminar de desayunar.

Kegan llegó y se fue y Max también se marchó. Bueno, supongo que es hora de que me marche a mi mesa. le dije a Stone, ya había tenido suficiente por hoy. Me quedé pensativo unos segundos y le dije algo al oído. después me levanté y me marché a mi mesa. 

Cuando llegué, sentí un extraño alivio, aunque tenía que reconocer que no había estado mal del todo entre leones y todavía seguía vivo. Me senté al lado de mi amiga y le hice cosquilla, con una sonrisa pícara. Lilian, a quién se lo vas a pedir? le pregunté. Si me lo vas a pedir a mi, date prisa que tengo una cola enorme detrás deseando hacerlo. Bromeé.