Partida Rol por web

pfu… ladeó la cabeza sonriendo… un espectáculo. Agarraba la taza de café con las dos manos, para calentárlas. Estaba tomando un trago cuando Sal dijo que le gustaría explicarle algo. Un esto con los ojos le dijo “claro, adelante”. Asintió a la historia. La conocía a partes. Lo habían hablado y aunque Sal solía hacer referencia al viaje, nunca se prodigaba en detalles. Alzó las cejas tan altas que casi se atraganta al oír que el abuelo era un capo. Ostras. Sal hablaba para el cuello de la camisa, como pidiendo perdón y mirándolo solo por el rabillo del ojo. Enzo en cambio inspeccionaba con detalle su expresión mientras hablaba de su familia, de su tierra. Se le veía orgulloso del vínculo. La casa, eh… la mamma, la nonna, el abuelo… Escuchaba la historia con interés. Fascinante. Sonrió a Rosie cuando paso al rellenarles el café.

... Los hombres de Giammona lo mataron allí mismo, claro está, pero Giammona no vivió más de una semana.

Ya... asentía

... un hombre acorralado se vuelve impredecible, y que se pesca más con pan que con dinamita.

¡Ja! sonrió abiertamente y sacó una pitillera

Un hombre puede perder la cabeza por doscientos cochinos dólares, y Lucky debería tenerlo en cuenta.

- No te falta razón Sal. Seguro que no te falta ni a ti ni a tu abuelo. Pero tu abuelo era un capo. Eco. Pequeño o grande, se explicaba con gestos y con algo de retintín, quitando hierro a la conversación… decidía él. Unos saben pescar con pan… y otros lo revientan y mandan a tomar por culo el caladero. Y o se buscan otro nuevo o se buscan uno que venga con alguien que sepa pescar incluido. Hizo una pausa, mirando a la mesa. Sació un pitillo y las cerillas. Levantó los ojos. Mira, el poder es como el dinero Sal. Si lo tienes, lo puedes dejar prestado. Si no, no. Y no lo tenemos. Si a ese tal Giammona le descerrajaron dos tiros sería porque estaba empezando ¿qué hacía tan cerca, pidiendo dinero en persona? ¿ves a Charlie con eso? ¡ja! No. Ya no. Hace bien. Para eso estamos nosotros. Eso es el poder, él nos manda a nosotros, Giuseppe a él. No sé si ellos prefieren que les teman o que piensen que son… justos… no lo sé, pero a nosotros todavía no… no nos respetan por nosotros mismos ¿sabes? estamos empezando, los representamos a ellos, por lo menos hasta que nos representemos a nosotros mismos, dijo con una sonrisa amable.

El respeto… fzie soltó una risita escéptica. Recordaba los harapos, el olor a queso, los golpes. No se gana hablando ni prometiendo cosas. Se respeta a quien se puede imponer mientras se puede imponer, por la fuerza, por el dinero de papa, como sea. Es verdad que cuando es posible dar una salida a la gente, todo es más fácil. Llevar a alguien al limite es un fracaso… para los dos eh dijo mirando a Sal a los ojos, para Genaro y para Charlie. Pero la gente se equivoca, y pasa... hizo un gesto con las manos, como si fuera obvio -  Si Genaro se ha equivocado... mmm pidiendo... dijo con algo de retintín... protección a quien no debe, o a quien no puede pagar, a lo mejor lo tienen que llevar al limite. Por 200 cochinos dólares el barrio no puede empezar a cuestionar qué pasa si no nos pagan… o se iría todo a la mierda. Y tienes razón eh, levantó una mano, si eso conlleva riesgo… dijo haciendo un gesto simpático… a Charlie les parece de perlas que lo corramos nosotros. Ese es el trabajo Sal.  Ceñirse a las instrucciones era lo mejor para Genaro: aceptar el castigo como un hombre, y no… hizo un gesto de incomodidad… ofrecerle ser un cobarde y poner en riego a su familia... y de paso a todos nosotros ¿por qué? ¿por dos dedos? Bha… digo negando. - Ma eco, eco, lo entiendo Sal. No hay problema. Pero... no te van a gustar las instrucciones… dijo levantando la mirada con ojos más curiosos que tristes. En realidad, encontraba interesante la calidez de su historia, sus raíces y la esperanza que escondían esos gestos de frustración en alguien como Sal, quien por un lado era tímido y chapado a la antigua pero por otro era ambicioso y no tenía ni un pelo de tonto.

- Charlie ha sido claro: Mañana volvemos a por el dinero. Si no lo tienen hay que ser más agresivos para que entre en razón… y... o nos lo dan, o “limpiamos el local”, dijo dejando claro que parafraseaba al jefe.

- Yo quería ir por la mañana, al abrir, dijo encendiendo el cigarrillo que sostenía desde hacía rato. Sin tiempo para rumiar ni preparar nada raro. Filippo quiere darles más tiempo… he quedado con él en esta noche en el Trapecista sobre las 8 o 9. Ahora está en el taller… a ver que tripa se le ha roto al energúmeno de su primo. Ahora fue él quien hablaba con un tono fatalista... y una mueca de exasperación. - Un día va hacer que lo maten… o lo que es peor, que nos jodan a nosotros… ffffffiiiiiiii, echaba el humo a un lado. Tap, tap, un bloqué de ceniza cayo en el cenicero de chapa.

¿Qué llevas ahí?

Sonrió - Voy a por la banda al O’Donnels, y de ahí a Mulberry con Henry. Tocamos a la salida del teatro. Dio dos palmaditas al armatoste de cuero. Sonaba hueco. Luego, al Trapecista. Dio una larga calada. Lo de la frutería ¿como lo ves? ffffffiiiiiii hasta por la mañana… podríamos esperar. Yo podría venir a relevarte de madrugada… le sonrió ladinamente, que seguro que un café y unos pasteles me sientan de maravilla. Pero si lo dejamos hasta después de comer… es demasiado tiempo… lo mejor… fffffffffiiiii se levantó entre la humareda, y de un giro rápido se recolocó en la silla al lado de Salvatore. Le dio un toque cariñoso en el hombre…. es que vengas a tomar algo con la banda. Un poquito de música para pasar el mal día, y luego al Trapecista. Ahí arreglamos el asunto con Filippo. Miró alrededor y señaló hacia fuera. Con venir con tiempo de echar un ojo, nos vale. Lanzó una mirada furtiva al otro lado de la barra. Miraba a Sal con cara de pillo - Le decimos a Rosie que nos anote cualquier movimiento raro por ahí o si ven entrar gente que no reconozcan por la mañana. Al fin y al cabo... estamos protegiendo a los Schilliamini. Pan comido.

Sal chasqueó la lengua cuando Enzo dijo que Giammona sería un don nadie. Se equivocaba en eso, aunque no en todo lo demás.

-Allí... Sicilia es otra cosa, Enzo... Y no digo que no se deba imponer respeto en el barrio. Digo que hay otras formas. Pero tú lo has dicho: hasta que nos representemos a nosotros mismos -un oscuro brillo corrió por sus ojos- así serán las cosas -concluyó, muy serio. -Por eso ni se me pasa por la cabeza hacer algo como asumir la deuda de Genaro; no porque sea una mala solución, sino porque, para bien o para mal iría contra la voluntad de Lucky.

Miró suspicaz al músico cuando comenzó a hablar de las órdenes. -Limpiar el local... Eso no querrá decir liquidar a todo lo que se mueva, ¿no? Despachar a las clientas no sería bueno para el negocio. El de Charlie, quiero decir. La hora del cierre de mediodía estaría bien, poca gente, con uno en la puerta y otro con el sobrino Alessandro podríamos sacar a Genaro y llevárnoslo a un sitio tranquilo. En fin, ya lo hablaremos.

Le dio un escalofrío que no se esforzó por ocultar. Sonrió débilmente cuando Enzo le propuso ir con la banda, y volvió su aire tímido y esquivo de siempre.

-Me gustaría Enzo, de veras que me gustaría, pero creo que es mejor que me quede aquí. Sería estupendo que vinieras luego a reemplazarme, me vendrían muy bien unas horas de sueño antes de... de lo que sea. ¿Qué te parece si nos reunimos aquí mañana los cuatro por la mañana? Y planeamos lo que quiera que vayamos a hacer, que no sea un descontrol esta vez. ¿Se lo dirás a Filippo?

Suspiró, como previendo lo que habría de ocurrir el día siguiente, y sacudió la cabeza.

-Ojalá Genaro tenga la pasta mañana. De veras que sí.

Asintió con interés al oír la respuesta. No lo cuestionaba, para él, Sicilia era como la Atlántida, o como la herencia de la tía del pueblo. Cosas de otro mundo.

no sería bueno para el negocio

- Y que lo digas… dijo sonriendo. Limpiarlo yo supongo que significa que Charlie acaba con lo tengan en la caja y lo que valga algo, la tienda acaba patas arriba y alguien... Genaro o khmm… retorció el cuello… Alex... alguien acaba en el hospital. Fffffiiiiiiii. Zri Zri apagó el pitillo en el cenicero.

- Ya… lo temía, Sal se vería impelido a ser cuidadoso ¿hasta el mediodía?. Enzo torció el gesto. Tenía claro lo que iba a pasar, y cuando antes se tragaran el sapo, mejor. - Filippo también quiere esperar. Suspiró. Si no lo tienen esta noche... negó lentamente. Más tiempo solo significa más riesgo… pero… dejó la responsabilidad en el aire, alzando las manos. 

- ¿los 4? ¡ja!... Sal, dijo mirándole seriamente, Bacoli vete a saber lo que hace.

que no sea un descontrol esta vez. ¿Se lo dirás a Filippo?

- Si, no sé, dijo rindiéndose a la tranquilidad de su amigo el bookie. Hemos quedado para discutirlo en un rato Sal. Filippo viene. El primo se encogió de hombros. Si les digo que se vuelvan a las 7 lo mismo el primo me manda a la mierda.  Sonrió. No puedo prometer que vengan mañana, pero mira, si prefieres vigilar la tienda, quédate. Hasta las dos es mucho... Enzo se mostraba incómodo. Empezó a guardar las cerillas y el pitillera. – Se lo comentaré a Filippo. Si viene por la mañana, yo te puedo relevar unas horas por la noche. Pero hay que hablar. No vendría mal traer un coche y llevas razón. Uno atrás, otro delante. Uno con Alex, y otro con Genaro… pero si hay que hacerlo, mejor rápido y allí. No pasearlo por el barrio. En fin. Si no vienes ¿quieres que les diga algo de tu parte? Se abrochaba el abrigo.

Genaro o khmm… retorció el cuello… Alex... alguien acaba en el hospital.

-Ah. ¿Una paliza? Me imaginaba algo más serio que eso.

Elevó un poco la mirada, recordando las palabras exactas de Luciano, "no seréis tan agradables". La verdad es que dejaba margen a la interpretación, pero Lucky no era de los que interpretaban mucho. Hizo un gesto hacia Enzo, como si se quitara un peso de encima.

-Si se trata de darle una buena tunda, allí mismo estaría bien, en el mismo cuarto donde lo encontramos la otra vez. Pero vamos, que con la caja que haga Genaro en el día Lucky se limpia el culo, y que le vamos a llevar, ¿quinientos quilos de naranjas? Respecto a la hora, 24 horas son 24 horas, pero si queréis madrugar, adelante. Y lo de pasar por aquí Luigi y Filippo... Bueno, tendrán que venir a la tienda, ¿no? ¿Qué problema hay en pasar por aquí antes? Si no les gusta, avisadme y planeamos la entrada en otro sitio, pero nada de juntarnos en la puerta de la frutería y entrar sin más ni más.

Hizo un par de aspavientos, reforzando sus argumentos muy a la italiana.

-Lo dicho, pásalo bien -añadió con una sonrisa cómplice y tono de hermano pequeño castigado sin salir-, nos vemos por la mañana, antes si vienes a darme el relevo.

Podría ser... barajó. Si Charlie quería deshacerse permanentemente del tío, o de toda familia, mejor ser explícito. No es un camino que puede desandarse. Pero todo dependería de lo que se encontraran... Nada bueno. - Ya les dirán cómo de serio es en el hospital. Se encogió de hombros

¿quinientos quilos de naranjas?

Ya de pie, se rio con ganas. - Ja ja ja… y que lo digas. Las que nos quepan en el maletero ¿eh? bromeó mientras se agachaba a recoger su armatroste. El Antoñito Ascari vete a saber que hace, pero… miró de nuevo a Salvatore que le sonreía tímidamente parapetado en la mesita del dinner... descuida, yo paso por aquí. 

Dejó un par de monedas en la esquina de la mesa, perfectamente colocadas en una torrecita, y se despidió. Camino a la salida saludó a Rosie con la mano. La parejita de la barra ya no estaba, pero ese hombrecillo seguía peleándose con sus críos, revolucionados. ¿dónde  estará su mujer? Jugaban al pilla pilla. Enzo los apartó con ternura, y sonrió al padre al salir ¡Felice Anno Nuovo! Se marchó por una calle anaranjada. La noche empezaba a abrirse paso en Little Italy.

El Trapecista era uno de los locales que controlaba la Familia de Masseria y que no solo pagaban su cuota religiosamente cada semana como hacían otros negocios del estilo de la frutería de los Schilliamini, sino que además, el propio Don Giuseppe había puesto dinero de su bolsillo para garantizar que el local funcionara como era debido. El Trapecista recibía tan curioso nombre porque su dueño, Anthony Rivalto, había trabajado en el circo con sus tres hermanos, Ricardo, Alfredo y Clara, adquiriendo gran fama por su esplendida habilidad y que había llevado a los Hermanos Rivalto a recorrer mediomundo con sus actuaciones. Sin embargo, un desgraciado accidente ocurrido en uno de sus números circenses puso punto y final a la carrera de los Rivalto. Clara se escapó de las manos de Anthony y ambos cayeron al vacío desde una considerable altura. Clara murió y Antonio adquirió una irreversible cojera que todavía le persigue junto al sentimiento de culpa y la tristeza del accidente. El bar está lleno de fotos circenses y de fotos que el propio Anthony realizó en los lugares donde el grupo de hermanos actuó alrededor del mundo. Dos fotos coronan la pared principal del establecimiento, una de ellas muestra a los Hermanos Rivalto al completo, con una versión mucho más joven y atractiva de Antonio sosteniendo a Clara sobre sus hombros y con Ricardo y Alfredo situados a sus flancos haciendo una pirueta. La otra foto muestra un primer plano del rostro concentrado de Clara de perfil mientras se encuentra preparándose para subir al trapecio.

La música que sonaba en el Trapecista, en cambio, distaba mucho de asemejarse a la del circo. Anthony tenía buen oído y en su gramola sonaban canciones de jazz y siempre conseguía los últimos discos. Tenía un pequeño escenario donde a veces actuaba algún que otro grupo, cosa que le daba ambiente al local los fines de semana, lo llenaba y además le daba unos buenos beneficios, a pesar de tener que compartirlos con Masseria. Entre semana, la pista de baile se llenaba de mesas y la música era más relajada para que la gente pudiera beber y charlar tranquilamente. La bebida además estaba muy bien, se servía whisky de calidad importado, y no ese matarratas que destilaban en cualquier despensa y que se servía en otros locales de la ciudad. Aquella sin duda era la parte ventajosa de estar aliado con la Mafia.

Comenzaba la noche con buen ambiente en el local, y el grupo se fue reuniendo en una de las mesas disponibles. Poco a poco fueron llegando todos, a excepción de Sal, que había decidido permanecer vigilando la frutería de los Schilliamini.

La tarde fue igual de tranquila que había sido la mañana. Alessandro regresó a abrir el negocio sobre las cuatro y estuvo despachando él solo a los clientes como si fuera cualquier otro día normal. Un par de horas más tarde llegó don Genaro, con la mano vendada después de que se la hubiera visto un médico. No hubo nada reseñable más en toda aquella tarde. Después de varias tazas de café, Sal se encontraba ya cansado y aburrido, observando como clientes entraban y salían continuamente de la frutería. A la hora del cierre, Alessandro y su tío salieron del local, atendieron a una apurada señora que llegó casi corriendo en el último minuto y bajaron la persiana. El tiempo después se volvió todavía más monótono y aburrido mientras la noche se hacia más cerrada y cada vez había menos gente en la calle.

Enzo estaba sentado en una mesita de cuatro a la izquierda, en el fondo del local. Compartía mesa con un hombre grande, en un traje gris a cuadros, el pelo engominado con algo de tupe. De buena estampa, serio, de ¿50 años?. Lo habías visto antes tocando en la calle con Enzo, el tipo del órgano, el mayor. Llevaba un buen traje, tanto que casi no le pegaba. Se veía que ahora no le iba mal, pero las arrugas de su cara dejaban claro que ese hombre había pasado muchas noches al fresco. Junto a ellos una silla vacía salvo por un estuche largo de cuero, y enfrente una señorita con las piernas cruzadas, y un cigarrillo en la mano. Mayor, quizá 35, pero hermosa, pelo rubio y recogido en un moño. Llevaba los labios pintados de rojo y una cinta de tela negra en la garganta, otra en el pelo con una flor de cristal. Un vestido negro de tirantes y las piernas cruzadas. Seguía la música tranquilamente* con su zapato de tacón, arriba y abajo. Los flecos de su falda respondían danzando por encima de sus rodillas. Los tres tenían pinta de estar preparados para acelerar, pero estaban descansando en un ambiente tranquilo. Conversaban y reían.

Enzo miró a la derecha dando una calada a su pitillo. Al ver entrar a uno de los Bacoli en el local, le hizo un gestó de entendimiento y señaló una mesa vacía a unos metros de la suya. - Fiiiiiiiiiiii echó humo, le dijo algo a su compañero y recogió su vaso de cristal con la mano del cigarro. Se despidió de la señorita con la otra mano en su hombro, y peinándose fue al encuentro de los otros. Antes de sentarse dijo - Hola. Continuó mirando a la puerta como si esperara que alguien más estuviera a punto de entrar - ¿vienes solo? ¿o esperamos a tu primo?

Luigi, había pasado la tarde repasando aquel cigüeñal. Había realizado un buen trabajo y el ruido del motor ahora era "redondo", como a él le gustaba.

Desgraciadamente los últimos ajustes le llevaron algo más de tiempo de lo que hubiera deseado, así que llegaba justo al Trapecista. 

Ni que decir tiene que tuvo que prescindir de acicalarse, con lo cual vestía su mono de trabajo, que por suerte era limpio de ayer y aun mantenía cierta dignidad de limpieza, aunque se  puso su "Bomber" por encima.

Entró en el local abriendo con una mano la puerta del lugar, mientras con la otra se sacaba la gorra, pues dicen las buenas costumbres que es de rigor descubrirse en un interior.

El sitio era acogedor, música interesante, muy en la onda de lo que les gustaba a la mayoría de la banda. Tenía un aire melancólico que rememoraba el pasado a base de fotos que recordaban tiempos atrás.

Luigi buscó activamente a su primo y al resto del grupo. Al final los localizó en un extremo. Sal no había llegado, así que pasó por la barra y pidió un whiskey. Aquí era de importación, y valía la  pena. Tras pagar dejar pagada la bebida, cogió el vaso y se dirigió a la mesa, mientras la música seguía sonando.

Buenas noches, cuales son las ordenes y el plan, si es que hay alguno. Supongo que ir a por el dinero, ya.

Hay algo más que deba saber?

Bacoli, fué directo. Al grano, estaba claro que no quería perder ni un minuto más de la cuenta en aquel lugar. Estaba allí por trabajo, no por placer y no iba a esperar. Le había citado a las 21h y el estaba allí, como le dijeron.

Cayó paulatinamente la luz del día y Salvatore veía a los hombres afanarse en sus tareas. Se preguntó cómo el tendero habría llegado a acumular su deuda con el clan Masseria, y reflexionó acerca de lo triste de su situación. Aunque tampoco parecían apurarse demasiado...

Se estiró sobre la silla, y tras pensarlo un rato pidió más café. Aún le quedaba una larga espera por delante, y ahora era cuando convenía estar más atento.

Filippo entró en el local y se dirigió directamente hacia donde estaba Enzo. Normalmente el ambiente del Trapecista le llenaba de alegría, pero aquella noche estaba un tanto desanimado por la discusión con su primo lo que hacía que no estuviese muy hablador.

-Buenas noches-acertó a decir a modo de saludo-.

-Una zarzaparrilla-dijo al camarero-.

Apenas tuvo tiempo de contestar a la pregunta de Enzo cuando su primo apareció por detrás. Ni que lo estuviese siguiendo. Por su actitud sintió que estaba allí para sermonearles de nuevo. Entornó los ojos. 

-Es para discutir el plan que estamos aquí, como ya te he explicado. Las órdenes son que si Don Genaro no paga, seamos más agresivos con él. Nos sugirió que le limpiásemos el local para cobrar la deuda. Por mi parte creo que eso sería suficiente.

No había ni acabado la frase cuando vio la estampa alta, y pelada de frio traspasar la puerta. Señalo con la mirada, y Filippo girarse se quedó callado por un momento. Al verle quitarse la gorra, el mecánico le pareció algo fuera de lugar de fiesta, como pidiendo perdón en le iglesia. Podría pasar. El ambiente de un local más clásico como el trapecista toleraba un porcentaje de gente tranquila, tristes, solos, bebedores. Pero, normalmente, iban mejor vestidos.

Enzo miró al chaval y al mecánico alterativamente, oliendo problemas. Se notaba tensión entre los primos cuando habló el mayor. - ¿ordenes? hhmm creía que ibas a ir a hablar con Lucky dijo sonriendole fríamente. No esperaba respuesta. Miró a Filippo - Lo que tienes que saber, te lo ha dicho él…

Tomó asiento, dio un trago y continuó. - Sal no va a venir. Se ha empeñado en quedarse en Gino’s… y también en que nos veamos los cuatro allí antes de hacer nada. Rrriiizzz. Encendió una cerilla, y dio una calada a un cigarro nuevo. Fiiiiii. Ya le dije que a eso veníamos... pero es tozudo como un resfriado. Mirando a Filippo asintiendo le dijo - él también quiere esperar. Hasta que cierren a la hora de comer. Igual da… dijo con un gesto de desaprobación. Dio otro trago. Es mejor hablar los detalles en Gino’s los cuatro… pero... un destello pareció cruzarse por su mirada vidriosa, sería una pena haberte hecho salir de casa para nada… le dijo al mayor de los Bacoli, sonriendo. - Tampoco hay tantos detalles ¿eh? Dos dentro, enseñó un par de dedos. Los clientes salen tranquilamente, hablaba mirando hacia arriba como contándose una historia. Uno con Alex. Otro va con Genaro. Dos fuera, levantó la mirada un momento, enseñando otros dos, el pulgar y el indice - delante y detrás. No tendrán el dinero... enumeraba hechos automáticamente, sin mirar a nadie... así que... "ser más agresivos y limpiar el local". 

Suspiró y se terminó el whiskey - Supongo que mañana, con unas pastitas, un café y el bueno de Marrone, habrá que dejar claro qué significa eso antes de entrar ¿no? dijo soltando ceniza. - A mí, me suena a que alguien tiene que acabar en el hospital, el local patas arriba... y bueno, lo que haya de valor en el despacho de Charlie... lo dejo en el aire, y dio otra calada a su cigarro. Miraba por encima del hombro de Filippo a su compañero de la banda, y la mujer rubia. Parecían estar pasándoselo mucho mejor que él. Se giró de nuevo a los Bacoli, incómodo - Hay que decidir cuándo vamos a ver a Genaro y cuándo pasamos por Gino's. Y si vais a ayudar a Marrone... chasqueo la lengua farfullando... bueno, a ayudar-NOS a vigilar... la perspectiva de pasar horas en Gino's mirando a la tienda de enfrente como un mequetrefe no le hacía ninguna gracia, pero ya se había comprometido.

La velada en el Trapecista fue tranquila. Buena música, buena bebida, y buen ambiente. Luigi, Filippo y Enzo pudieron poner en común las órdenes que Charlie Luciano les había transmitido, aunque como Sal no acudió a la cita no tenía mucho sentido organizarse en aquel momento. Aún así Enzo tenía una propuesta sobre cómo proceder que debía ser limada y puesta en común, así como decidir a qué hora proceder. Mientras unos pensaban en darle un poco más de tiempo a los Schilliamini para reunir el dinero, otros preferían actuar inmediatamente. Esperaban reunirse con Sal en Gino´s a primera hora del día siguiente y establecer un definitivo plan de acción. Por lo que allí solo quedaba beber algo y disfrutar de la música. Un grupo de chicas se interesó por ellos, sin duda cautivadas por la elegancia que emanaba de Enzo y el contraste que encontraba al lado de Luigi, vestido todavía con el mono de mecánico. Las chicas se acercaron a su mesa, esperando que les invitaran a una copa y charlaran y rieran con ellas antes de irse a casa y dar por terminado el día.

Sal había tenido peor suerte, pues lo encontraron a la mañana siguiente por su enésimo café en Gino´s con unas ojeras terribles, la misma ropa del día anterior, y cara de padecer un sueño terrible. Después de que los Schilliamini bajaran la persiana del negocio y se fueran a su casa, nada había acontecido en la tienda durante aquella noche. Apenas sí pasaba gente por la calle, y las camareras del Gino´s fueron rotando en sus turnos mientras murmuraban sobre él tratando de adivinar los motivos que le llevaban a estar allí sentado y hacían una pequeña apuesta sobre cuanto tiempo más permanecería. Sal les pudo informar entre bostezos de la tranquilidad de la aburrida noche mientras Alessandro Schilliamini levantaba la persiana frente a la atenta mirada de su tío, quien lucía una mano escayolada sujeta al cuerpo por un cabestrillo improvisado con una corbata.

Enzo se estaba metiéndo por su sitio una columna de tortitas con nata, sirope y chocolate, con un café humeante. En el mismo booth, acucamado en las dos sillas de enfrente, dormía Sal. Enzo había dormido un par de horas después de despedirse de unas chicas muy simpáticas y acabar la noche acompañando a Willy a su pensión. Pasó por Gino’s como había prometido, pero tarde, a las 4 o las 5. Al decirle a Sal que los demás venían por la mañana, era demasiado tarde para que se fuera a casa y el pobre hombre no habría dormido ni una hora y media cuando empezaron a llegar los Bacoli. Una vez que Marrone, desorientado y con mal aspecto, les diera cuenta de la noche...

- rrrraaaaranranranranraaaaaaannnnntaan

Los cuatro giraron la cabeza, y en silencio vieron a los Schilliamini entrar en su local.

Enzo sorbió la nariz y se animó a roper el hielo - Bueno… dijo mirándolos. - Vosotros dijo a Sal y Filippo, queréis esperar hasta que cierren… yo iría ya, pero vale dijo amigablemente. Por la mañana, por la tarde… cuando sea… no lo van a tener, o no todo. Así que ¿que hacemos y cómo? ¿lo habéis pensado? 

Tras el silencio que siguió… se explicó otra vez  - Yo creo que lo mejor es saludar, y que por lo que pueda pasar, uno se quede vigilando en la puerta de delate, lo mismo otro en la trasera y con un coche si lo tenemos, dijo mirando a Luigi. ¿que os parece? hacia gestos con las manos otros dos entran, los clientes salen tranquilamente… uno se queda con Alex, otro con Genaro. Y bueno… el hombre tiene que acabar en el hospital, torció el cuello. Y Alex... suspiró - pues quietecito. Que no se entrometa. Lo del local… cof… ¿cómo lo veis? se me ocurre… se metió un buen trozo de tortita chorreando sirope de arce - pizan… llevarse la caja… ñam... lo que haya de valor en el despacho, glup… mezcló en un remolino de nata lo poco que quedaba de las famosas tortitas “New Yorker” de Gino’s… reventar un par de mostradores… fri fui frrrriiii… tragitos a un café ardiendo, y hecho.

- Le llevamos las llaves de la tienda y del coche a Charlie. Se limpió con una servilleta y sacó la pitillera… y que Alex le explique el problema a sus primos y a su tía: Genaro no ha pagado sus deudas. Las llaves las tenemos nosotros por ahora, pero Charlie entiende su situación… bla bla bla… que porqué no lo discuten en familia etcétera… se piensan como podemos ayudarles y nos lo cuentan cuando los visitemos en el hospital. Queremos ayudarles antes de que alguien les ofrezca comprarles la tienda ¿es el local suyo?. Encendió un cigarro.

La ida al Trapecista resultó ser una pérdida de tiempo, porqué Sal no iba a venir, así que no tenía mucho sentido quedarse allí.

Tras poner en común lo que mandó Charly, limpiar el local de Don Genaro, a Luigi no le quedó claro si lo de mandar al pobre hombre al hospital, era cosa de Charly también, o de ese par que tenia delante. En cualquier caso, dijo:

Bueno aquí está todo listo, y algunos trabajamos. Mañana nos vemos antes de que abran la tienda, en el Gino´s y hacemos lo que de entrada ya podríamos haber hecho allí y evitar perder el tiempo, unos más que otros.

Por cierto, TU - dijo dirigiéndose a su primo- Mi casa mis normas, si te digo que al salir cierres la puerta, vas y cierras la puerta, sobre todo si te lo pido educadamente. Si no piensas hacerlo, perfecto, no hace falta que vuelvas por allí nunca. Y sobre lo de dejar o no dejar esto, no eres tu quien ha de decidirlo ni hablarlo conmigo. A partir de ahora nos veremos exclusivamente para cosas del trabajo.

Que tengáis una buena velada. -Cogió su vaso, apuró de un trago y cuando unas chicas muy monas se acercaban a la mesa, se levantó de la misma y se enfiló hacia la puerta. - Voy a entregar ese coche.

Hola lindas, yo no puedo quedarme, aun tengo trabajo, salvo que alguna quiera venirse a dar una vuelta en coche, pero luego tocará volver andando...

Y empezó a caminar hacia la salida.

Era pronto, pero quería llegar bastante antes de que el desgraciado de Don Genaro y su sobrino abrieran puertas. Fue directamente al Gino's. Entró y pidió en la barra, un café doble bien cargado y una pasta.

Llevaba un atillo grande, hecho con la tela que usaba para tapar las tapicerías de los coches y no mancharlas. No se veía ni se intuía que llevaba ahí, pues se tomo su tiempo para prepararlo, incluso añadiendo alguna pieza del taller, poco pesada que diera forma. Se había llevado la Laupara. No creia que fuera necesario usarla pero según contara Sal, igual era de necesidad, y no podría volver atrás a por ella.

Allí ya estaba Enzo y el pobre Sal, mas "muerto" que vivo, debido a la noche en vela que cargaba sobre él.

Buenos días, bien, tenemos un rato antes no abran para decidir como actuamos. Así llegue Benedetti, podemos hablarlo. Tu viste algo durante la noche, Sal? Sirvió para algo que intoxicaras tu hígado a base de café durante tantas horas?

Por mi parte prefiero esperar al final del día para darle tiempo a que haga caja. Lo cierto es que tengo la leve sospecha de que Charly prefiere los billetes a un montón de fruta y verdura y algun cachivache que otro. Sobre quitarle el coche, no es vaciar la tienda, pero no me parece mal, siempre que no de el dinero. Si paga no hay que mandarlo a ningún hospital, eso está claro no?

Esa idea de comprarle el local, la tienda o lo que sea, de donde sale Enzo? A caso os han firmado un cheque para ofrecerle un precio de risa al desgraciado de Genaro? Supongo que me he perdido algo porqué no lo entiendo... Seguro que entre chorretón de crema y sorbo de café podrás explicármelo.

Coche? que coche? El único coche que va a haber, es el que no quiso venderme ayer Don Genaro... Por cierto, lo de distribuirse, me parece bien. Yo me quedaré a la entrada que supongo es donde dejará justamente el vehículo aparcado, así me aseguro de salir cagando leches de aquí, cuando estemos listos. El resto todo vuestro.

Filippo llegó a la hora acordada al Gino´s. Ya estaban todos así que se sentó y comenzaron a discutir el plan. Se pidió un expresso y lo pagó al momento. Escuchó con atención los planteamientos de sus compañeros y se pasó la mano por la cara después de escuchar a Enzo y a Bacoli. Conclusión; Enzo quería partirle la crisma a Schimilliani y Bacoli quería pasar de todo. 

-¿Mandarlo al hospital? No recuerdo que Luciano dijese nada de eso. Con cobrarnos las deudas en mercancía, con un extra por el retraso, será más que suficiente. Ya que no tenemos coche, usamos el suyo propio para transportarla. Quedarse sin dinero, sin mercancía y sin una mano es escarmiento suficiente y Luciano podrá recuperar su dinero revendiéndola ¿Crees que hacer algo más hará que su respuesta sea mejor?¿Que captará mejor el mensaje? Es absurdo. En cuanto a vigilar, estoy de acuerdo. Pero se trata de vigilar, no de quedarse fuera pasando de todo, primo.

Esperaba que Sal le ayudase a poner un poco de cordura en aquella situación. Siendo el más joven no podía esperar que se lo tomasen en serio. En especial su primo, de quien ya podía imaginarse la reacción.

Claro. Si lo tienen, tan amigos. Un Ave María y sin pecado concebido. 

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Seguro que entre chorretón de crema y sorbo de café podrás explicármelo

Enzo jugaba con un palillo en la boca, repantingado en su esquina. Sonrió huecamente, dejándolo en la comisura. - Claro. Mira, lo que Lu… se echó hacia adelante con la intención de explicar al mecánico qué, en realidad, llevarle las llaves de la tienda y del coche a Charlie les dejaba claro a los Schimilliani que ya no les pertenecían. Y permitía que Charlie les diera una última oportunidad, devolviéndoles la tienda si el siguiente pago se hacía en tiempo y con recargo. Pero Filippo se asustó e intervino antes de que Enzo le explicara nada*. El chaval parecía incomodo.

-¿Mandarlo al hospital?... podrá recuperar su dinero revendiéndola... ¿Que captará mejor el mensaje?

¿Charly revendiendo fruta? ¡Ja! rio con ganas, y se volvió a repantingar con una sonrisa de par en par. - estaría bien. Miraba a Filippo con ternura jugando con el palillo. Y con cierto orgullo al ver como hablaba. Miró a Sal con media sonrisa - ¿has visto? volvió a los dos primos al otro lado del booth. - ¿captar el mensaje? Da lo mismo si lo capta o no, Filippo. Su tono era amable - Lo mismo llevas razón, y en realidad Charlie no quiere jaleo... pero creo que no. Si no pagan, Luciano quiere que “seamos más agresivos para que entre en razón” y que “limpiemos el local”. Las dos cosas. Si quisiera 200$ en especie, habría dicho: dejar al bueno de Genaro en paz que ya ha tenido suficiente, y como él no es capaz de juntar 200 pavos vendiendo fruta, traérmela aquí que se le vendemos nosotros ¡Ja! menudo negocio. Negaba con la cabeza, riendo sin mala intención. Mañana estábamos montando un mercadillo con las medias y ligeros de los Hendershot para ayudarles a juntar su quota. ¡Ja ja! No sé chicos. Todos hemos vivido en este barrio. El negocio no es complicado: pagas ¿no pagas? te llevas un escarmiento, me llevo lo que tengas a mano y tu deuda aumenta. ¿Sigues sin pagar? se repite el tema, y si no andas con cuidado, yo acabo con todo lo tuyo y tú con una deuda que no puedes devolver. Y cuando ya no sirvas, pongo a otro en tu lugar. Por eso, lo mejor que puede hacer un frutero que debe dinero a Charlie ¿sabes que es? pagar. ¿O me estoy perdiendo algo Sal?

Respondió a la pregunta de Enzo ladeando la cabeza. Un gesto incierto. Estaba ojeroso, con la barba despuntando, y sorbía su enésimo café mientras escuchaba la conversación con la cabeza hundida entre los hombros. Miró la mesa y suspiró, como intentando recapitular.

-No, todo tranquilo, Luigi -comenzó tranquilizando al mecánico. Luego fijó la mirada en Filippo, como evaluando la diferencia de criterio entre él y Enzo, los dos últimos que habían hablado con Lucky. -No sé, Filippo... aunque esté de acuerdo contigo en que darle una tunda no sirva para hacerle entrar en razón, me parece que si lo de la mano era el aviso, el escarmiento debería ser algo más gordo.¹ Enzo me dice que una paliza será suficiente (incluso puede bastar con marcarle la cara a navaja, se me ocurre), lo que dijo Lucky de "ser más agresivos" me hacía imaginar algo peor, así que... Luego, con eso de "limpiar el local", me había imaginado, ya sabes...

Hizo un elocuente gesto con la mano, imitando la forma de una pistola. Seguramente una paliza era lo menos que cabría esperar. Pero luego se encogió de hombros, como si no estuviese del todo seguro. -Por otra parte, eso de limpiar el local.... Ya le dije ayer a Enzo que no creo que se trate de llevarle a Lucky treinta cajas de fruta y la triste recaudación del día. Dudo que el valor de todo lo que tenga Genaro en la tienda alcance los 200 dólares.² Y de todas maneras, no nos cabría en el coche. Sospecho que es más una cuestión de... respeto. Ahora, que si queréis llevaros las llaves del local y el coche, no me parece mal; sospecho que eso es cosecha de Enzo (aunque lo del coche sea parecido a lo que se le ocurrió a Luigi ayer). Eso sí, no tengo ni idea de si el local es suyo.³

Miró de reojo a los otros dos, se atusó el pelo con aire cansado, posó las delgadas manos sobre la mesa y continuó.

-En cuanto a lo otro. A lo práctico. Respecto a la hora, yo diría que 24 horas son 24 horas; y al fin y al cabo, le damos más oportunidad de conseguir la pasta. Al cierre de mediodía y a última hora habrá menos gente, me parecen los mejores momentos. Respecto a... al papel que jugaremos cada uno en este bonito teatrillo, entiendo que lo mejor será en función de las habilidades de cada uno...⁴

Dejó la frase en el aire y puso su habitual cara de perro apaleado mirando a los otros, que ya iban conociendo sus mutuos talentos.

Disculpa Phillipo, yo no he dicho que pase de todo, eso lo dices tu que eres un bocazas. De hecho me he ceñido al plan de Enzo, que ni siquiera entro a valorar si es bueno o malo.

Yo creo que lo mejor es saludar, y que por lo que pueda pasar, uno se quede vigilando en la puerta de delate, lo mismo otro en la trasera y con un coche si lo tenemos,

Eso  es lo que ha dicho Enzo, no yo. El de la paliza sigue siendo Enzo, y el que le jodió la mano ayer al infeliz de Genaro, TU. Ahora imaginemos que lo hacemos tan bien que le damos una paliza, nos pasamos, y lo matamos... Ahora dime que no... Tu solo tenias que romperle 2 dedos, recuerdo bien las ordenes de Charly, no destrozarle la puta mano, que es la chapuza que hiciste.

En realidad no creo que eso le importe mucho ni a Luciano ni a Massería, pero si lo matamos, SI les va a importar, y os aseguro que nos dejará con el puto culo al aire a los 4, que pringados como nosotros para esto, chasquean dedos y salen a pares.

Luego, alguien que paga su deuda, es negocio recuperado, un invalido es negocio perdido, pero estoy con Enzo, y que no siente precedente, que Charly no va a ponerse en un mercadillo a vender frutas y verduras. No tengo muy claro a que se refería con "limpiar la tienda" y veo que vosotros tampoco, más bien veo lo que a cada uno le apetece hacer en función de su catadura...pero yo no hablé del tema con Charly.

Así que insisto, lo único de cierto valor que habrá allí, es el coche que lo tiene bien cuidado, lo se de buena tinta, y por el cual hoy ya no le daré 125$, para eso ha llegado tarde el viejo desagradecido. Ahora se quedará sin coche y sin 125$. Eso y la recaudación, y me sorprendería gratamente que Don Genaro hubiera recogido el montante de 210$ en unas horas, cuando la tienda cierre... porque para el y los suyos sería lo mejor.

Dicho esto, quedarme en la puerta de delante es vigilando, con el puto coche preparado para largarnos de alli. Si consideras que eso es pasar de todo, perfecto. Tu opinión me la trae al pairo.

Los ojos de Luigi estaban rojos e inyectados en sangre. Tenía las facciones de la cara endurecidas y su mirada taladraba. Estaba claro que no estaba ni para bromas ni para sarcasmos.

Bien, resumiendo, Sal se queda con el sobrino, al que prepárate para pegarle un tiro porque dudo que se quede con las manos cruzadas. Yo en la puerta de delante, haciendo circular a la gente y no dejando que entre nadie. Supongo que Enzo intentará mejorar lo de la mano destrozada, salvo que tu, Phillipo, decidas encargarte directamente con tu gran maestría, mientras Enzo se come un par de plátanos y otra manzana en la puerta de atrás...

Por cierto que sepáis que este es nuestro barrio, y que a partir de hoy, nadie nos mirará igual. Tu Phillipo puedes despedirte de la carnicería mucho me temo y todo por impresionar a la Scalfaro. Yo podré vender el taller porque no tendré clientes, todo por hacer lo que hay que hacer. Estos dos seguiran con su vida mas o menos igual. Enzo siempre tendrá garitos de Masseria para tocar si se arrodilla lo suficiente y Sal, mientras pueda cruzar alguna apuesta y tomar café...

Me gustaría equivocarme, pero para nuestra desgracia creo que no lo haré. Y lo peor será cuando tu madre no quiera tenerte en casa... Algunos no tienen ese problema, verdad?

Siento ser tan duro, pero las cosas son así. Si no os gustan, no haber entrado a jugar la liga de los mayores... He intentado protegeros a mi modo, pero ambicionáis poder y lo arriesgáis todo, por casi nada... Pues a todo cerdo le llega su San Martín, ya no hay vuelta atrás.

El coche lo conduzco yo, el resto es cosa vuestra.