Partida Rol por web

De pronto, de detrás de una colina, a unos cuantos cientos de metros, apareció un tipo montado en un gran caballo blanco. Esa figura ya la conocíais. Se trataba del barbudo mago gris, ese tal Gandalf, que siempre aparecía y desaparecía misteriosamente. Su gran gorro picudo y un largo cayado también eran su santo y seña. Se acerca trotando hasta quedar junto a vosotros y de un salto baja ágilmente del caballo. Está en forma para ser tan mayor.

-"Mis saludos viajeros, me alegro de veros. Primero perseguís a unos trols y ahora os encuentro a las puertas de un túmulo antiguo. He sentido la magia de un conjuro muy poderoso y eso ha hecho que finalmente os encontrara. Parece que habéis escapado por muy poco, viendo vuestras heridas. Un amigo mío me avisó de que un grupo de jóvenes valientes se dirigían a buscar a Imledair y se iban a adentrar en las Tierras Salvajes. Supuse que érais vosotros. Anoche estuve en Bree interrogando personalmente a esos dos bribones de Nat y Gil y saqué varias conclusiones. Quería salir en vuestra busca para deciros lo que había averiguado pero una tormenta portentosa hizo que me retrasara hasta esta madrugada, que es cuando finalmente salí. Tengo que admitir que ese túmulo está fuera de la zona habitual de esas criaturas, la verdad. No sabía que había uno tan cerca de Bree."

Después de hablaros, os empieza a curar con su magia, cerrando vuestras heridas y devolviéndoos las fuerzas perdidas.

-"Buen trabajo Tatharina, veo que vas mejorando. Aquí tienes una pequeña alforja con plantas medicinales, que seguro que te vendrán bien." Le dice a la beórnida. "Habéis hecho bien en sacar el tesoro y esparcirlo por los alrededores. ¡Y espero que no hayáis cogido más que un par de cosas! Si no la maldición del tumulario os perseguirá hasta que logre consumiros. Estos objetos que escojáis serán vuestra recompensa por vuestro valor y recordatorio de este día." Dice solemnemente.

-"Bien, si ya estáis listos y habéis cogido un par de objetos, tenemos que partir. Os habéis desviado un poco hacia el sur, siguiendo el rastro de... no de bandidos; y no nos conviene permanecer en estas tierras de noche. Iré con vosotros un rato, ya que mi camino me lleva en vuestra misma dirección." Dice empezando a andar hacia el norte.

Mientras le seguís hacia el norte, hacia el Gran Camino del Este, Gandalf os relata historias de la zona para amenizaros el camino. Dentro de poco será mediodía.

-"En cuanto a vuestra misión, tengo información sobre un puesto de vigilancia de los bandidos un poco más hacia el este, en el bosque del antiguo reino de Rhudaur. Os diré cómo es la zona, para que os hagáis una idea y os daré un mapa. Os recomiendo que sigáis el Gran Camino, acampando a poca distancia. ¡Y aseguraos de no estar cerca de ninguna piedra erguida al caer la noche! Mientras tanto, hablando de Rhudaur. ¿Habéis oído hablar de la princesa rhudariana Dorrit? Era tan hermosa que tenía que hablar con sus pretendientes desde detrás de una pantalla para no cegarlos con su belleza."

Los seis seguisteis al mago hasta que el atardecer cayó sobre vosotros e hicisteis un alto en vuestra marcha. Al fondo, detrás de un pequeño bosquecillo, se veía el Gran Camino. Preparasteis una fogata y el campamento para pasar la noche en el punto que decidió Gandalf. Al parecer, el mago os iba a poner en la dirección correcta para atrapar a ese Imledair Corazón Negro, pero no os iba a acompañar, tenía otros asuntos que atender. Ya sentados frente a la hoguera, todos os mirasteis unos a otros sintiendo que la aventura no había hecho más que comenzar.

El cielo todavía estaba oscuro, pero un leve resplandor en la parte inferior de las nubes indicaba que el sol estaba a punto de salir. Gandalf está sentado junto al fuego, exhalando anillos de humo en el cielo de verano enrojecido por el amanecer. Un anillo persigue a otro hacia las flácidas nubes ante su mirada penetrante. Parece totalmente indefenso, un simple anciano con una larga barba blanca y unas cejas espesas. Lleva una larga capa gris, un pañuelo plateado y un alto sobrero puntiagudo de color gris. Además, lleva un cayado de madera del que nunca se separa. Pero Gandalf no es un simple anciano, ¡es un Mago!

Una vez que el último anillo de humo ha desaparecido, Gandalf se ciñe su capa y aviva el fuego con una de sus grandes botas negras. Estáis saliendo los seis de un sueño reparador y os vais incorporándoos poco a poco. Volviendo su penetrante mirada hacia vosotros, empieza a hablar:

-"Ayer os dije que os daría más información sobre vuestra misión y eso haré ahora. También os pondré sobre el camino correcto, el resto depende de vosotros." Dice seriamente.

-"La guarida de los bandidos se encuentra en el Bosque de los Trols, fuera del Gran Camino del Este, a nueve días de caballo de aquí. Los rufianes tienen un puesto de vigilancia junto al Gran Camino. Gil y Nat iban por el Gran Camino del Este durante nueve días y entonces su ruta se desviaba hacia el norte. Un riachuelo sigue la curva del Gran Camino y en un recodo crecen unos abedules gemelos. Los árboles miden más de tres metros y sus ramas se entrecruzan. Aquí tenéis un mapa aproximado del lugar que estáis buscando y otro del Bosque de los Trols."

El mago os da un arrugado trozo de muselina con unas descuidadas líneas de tinta.

-"Cien pasos más allá de los abedules hay un grupo de pinos. Nat y Gil entraban en el grupo de pinos y avanzaban entre los árboles hacia el noreste, cabalgando bajo las copas de los pinos hasta alcanzar una gran peña. Los dos rufianes ponían una tela roja sobre la roca y luego esperaban la llegada de un bandido. A continuación, les vendaban los ojos." Os dice mirándoos a cada uno, para asegurarse de que estáis atentos.

-"No se qué es el puesto de vigilancia de los bandidos, tal vez se trate de un árbol grande, pero sea lo que sea, ciertamente abarca el peñasco y el Gran Camino del Este. Podéis sentaros junto a la roca, fuera de la vista, por supuesto, y esperar a ver de qué se trata. Como tenían los ojos vendados, Nat y Gil no saben demasiado sobre el escondite de los ladrones. Después de caminar una media hora aproximadamente, les hacían bajar por unas escaleras que parecían de factura humana, por su regularidad. Les quitaban la venda de los ojos al llegar a una habitación que parecía una despensa, así que probablemente los bandidos están en alguna casa o fortaleza en ruinas, ya que hay muchas por esa zona. Por lo que respecta al número de bandidos, Nat y Gil han visto a cinco. Por supuesto, puede que haya más."

El mago se vuelve, sacude las cenizas de su pipa y se dirige hacia su caballo. Guarda su pipa en una alforja y saca un pergamino. Después regresa junto al fuego.

-"He descubierto más cosas sobre esos rufianes de las que esperaba y esto ha hecho cambiar mis planes. Tenía la intención de llevar este pergamino a un viejo amigo mío, Elrond de Rivendel, pero he sabido que me necesitan en otro lugar, así que pueden pasar varias semanas antes de que me sea posible ir a Rivendel. Si pudieseis llevarle esto a Elrond una vez finalizada vuestra aventura, mi tarea sería más sencilla." Dice extendiendo el pergamino hacia Gallind.

- 9 Días a caballo serán ... como un mes caminando. Pensaba el enano, mientras esperaba a que el elfo tomase el pergamino. Por él no había problema alguno, pero, sería un viaje largo, y no solo eso, necesitaría comida para el trayecto de ida, y luego, el "paseo" hasta La Morada del Sanador.

Esta aventura será dura, larga y seguro con unos cuantos peligros, pero, si había que hacerlo, y más por las amistades Gláin no dudaría en emprender el camino. No le entusiasmaba el viaje, ya que le parecía en exceso prolongado, pero, no había dudado nunca en enfundarse las botas y marchar donde fuera menester; así que, sólo deseaba poder conseguir comida por el viaje. - Seguro habrá posadas por el camino y podremos reabastecernos.

Con esos pensamientos miraba a Gallind, esperando que aceptara el "Segundo Encargo". Deseando, más bien.

- Mithrandir,... Interpeló el enano al mago: - ... el viaje será largo y el culo de un enano no está muy hecho para montar, pero, a estos viejos huesos les gustaría que hubiera forma alguna más rápida de recorrer el trayecto. Levantó la mano derecha, con el índice hacia arriba y torció un poco la cabeza, pero con un gesto animado en el rostro: - Pero jamás dirán que un enano tiene miedo al polvo del camino.

A Rilwen siempre le encantaba ver a Gandalf, y más aun si este la curaba de las feas heridas que había recibido en la tumba, que habían estado muy cerca de acabar con su vida. Ella solo se fijo en dos objetos de la tumba, un alfiler con forma de colibrí y otro con forma de escarabajo. Era una pena, no poder coger algo de oro, para cubrir gastos, pero en un tesoro de tumularios, no se podían coger demasiadas cosas o se arriesgaban a quedar malditos. Además el mago siempre les contaba alguna historia interesante y les acompañaba parte de su camino. Por la noche, en tan buena compañía durmió como un tronco, así que por la mañana, entre la curación de Gandalf, y por supuesto la de su compañera Tatharina, sin ella no habría salido de la tumba. Y del reparador sueño, se encontraba como nueva.

Galdalf sabía bastantes cosas del bandido al que perseguíamos, su guarida estaba a varios días de camino, y tendrían que esperar para verlos cerca de una roca, desde algún lugar ocultos, ya que luego tendrían que seguirlos hasta su guarida.-No creo que sea nada fácil Gandalf, y seguro que son mas de cinco. Pero muchas gracias por tu información, nos has iluminado en nuestra ignorancia. Supongo que si nos escondemos bien, y les observamos desde cerca del peñasco, podremos seguirles hasta su guarida y capturarles, siempre que no sean demasiados para nosotros. Y claro que no tenemos ningún problema en llevar tu misiva a Elrond. Así tendremos una excusa para visitarle y descansar un poco, tras acabar con los ladrones, si es que lo conseguimos.-

Como de costumbre, le era muy difícil a Lily estarse quieta, sentada e inmóvil. Incluso a pesar de que eso era lo que se esperaba de ella cuando el gran Gandalf les hablaba, les daba instrucciones. Y requería atención. Pues eso, atención la tenía toda por parte de la bulliciosa hobbit, pero en movimiento.

Se había puesto detrás del picudo sombrero gris del mago, que incluso estando éste sentado, sobrepasaba la altura de la muchacha. Atisbaba por encima del hombro, de puntillas, el trozo de tela que les mostraba. Asintió como si entendiera algo, pero Gandalf se levantó y siguió con su discurso.

Y ella siguió escuchando, mirándole, pasando el peso de una pierna a otra, jugueteando con el bonito alfiler que se había agenciado de entre los tesoros del túmulo, y que se había prendido en la camisola. Y luego escuchando a Glain, y a Gallind. Y asintiendo de nuevo vehemente.

-¡Sí, sí! Yo también estoy de acuerdo con todo. Con el plan para pescar a esos bandidos malnacidos, aunque eso suponga un buen trote para nuestras piernas o posaderas, y con relajarnos después en el precioso Rivendel. Le entregaremos tus noticias a Elrond, ¡Desde luego!

No hay encomienda que pudiese ser más grata. - Digo tras tomar el pergamino. - Me preguntaba cuando vería de nuevo mi hogar. Yo mismo pensaba volver sobre mis pasos en cuanto estas andanzas me dieran un descanso y un poco de paz. Encantado de llevar por ti a Elrond este pergamino. - Dice y se guarda la pieza entre sus cosas. - Yo mismo - murmura. - tengo aquí alguna cosa que también me gustaría acercarle al medio elfo. - Y apartándose de su morral. - Pero no te robo más tiempo Gandalf, se que estás apresurado. Deja en mis buenas manos este recado y no te preocupes por nada. Se lo entregaré en cuanto lo vea.

Luego junto a su grupo y tras haberles escuchado. - No pensaba tener compañía en mi regreso a Rivendel. Y creí que tú irías a Lórien - Señala a Rilwen. - O eso habías dicho. - Pero no puede ocultar su sonrisa de alegría al escucharla cambiar de parecer. - Por mi bien. Todos podemos ir a Rivendel. Mi gente siempre ha sido amable con los buenos amigos. Y Elrond tendrá seguramente el agrado de ser nuestro anfitrión, ya lo verán. 

Cuando Tatharina vio aparecer el corcel blanco entre las colinas se sintió aliviada. La simple presencia del anciano reconfortaba el espíritu de la beórnida, casi se trataba de una promesa de que todo iba a estar bien. Una vez Gandalf les dio alcance, escucho atentamente sus sabias palabras y sus mejillas se enrojecieron al sentirse alabada por ni más ni menos que un mago. - Te agradezco muchísimo estos suministros, mi inventario se estaba agotando y empezaba a temer por la seguridad de mis amigos.

Ahora que la tormenta había pasado y con un insuperable guía que volvió a poner nuestros pies sobre el camino correcto, los siguientes pasos parecían claros. Una breve parada para detener a unos malvados bandidos y unas merecidas vacaciones en Rivendel. La simple idea de visitar el valle de Elrond alejaba las preocupaciones del próximo enfrentamiento. - Piénsalo así, querido Gláin. Se acercó al enano y lo miró con sus brillantes ojos castaños. Sin duda estaba emocionada. - Si la realidad se asemeja, ni que sea de soslayo, a las historias que cuenta Gallind de su tierra, merecerá la pena cada minuto que pasemos sobre el caballo.

El enano miró satisfecho a la mujer beornida. Estaba claro que era una maravilla. Todos habían escuchado cuentos e historias de ese lugar paradisíaco, y con un poco de suerte, se podría mesar la barba en esos salones.

- Pues seguro de camino nos las puede repetir, para deleitarnos con lo que nos espera y animar nuestros corazones por cada paso que demos hacia nuestro destino.

Sabía que en aquella morada sabios herreros elfos trabajaban delicadas piezas. Igual podría intercambiar algo, obtener algo que quisieran vender, o incluso, algo para poder tener un recuerdo de aquel lugar.

¡Gandalf!- Gritó el hobbit cuando vio aparecer al mago galopando. Su visión le alegró mucho después de lo mal que lo habían pasado anteriormente y aunque algo querría de ellos con total seguridad agradeció las curaciones que este trajo consigo. El viaje también se mostraba aún más agradable si eran uno más en la compañía y de nuevo Tolman comenzaba a llenarse de la confianza que le caracterizaba.- Bueno, después de lo que acabamos de pasar un viaje a Rivendel o a donde sea no será problema alguno mi querido Gandalf. ¡Puedes contar con nosotros como de costumbre!- Estaba emocionado con la nueva aventura siendo esta vez mucho más apetecible que la anterior, el hogar de los elfos no era cualquier sitio que visitar y esperaba que esta vez el mundo fuese más amable con ellos, se lo merecían.

Miró a Rilwen incrédulo.- ¿Si es que lo conseguimos? Hemos salidos victoriosos de un combate que bien nos podría haber costado la vida. ¡Somo más fuertes que nunca! Simples bandidos no podrán con nosotros, no señor.- Hinchó su pecho de aire y señalando con la mano hacia delante gritó.- ¡En marcha!

No escatimaré en palabras, señor enano. Puesto que nunca me canso de hablar de mi pueblo. - Sonrío dado que había escuchado la conversación de los dos amigos. - Si me lo permiten haré de estos nueve días un viaje mucho más ameno. Y mientras tanto, los pondré al corriente de las buenas costumbres de mi pueblo, los elfos.

Luego observé con disfrute las renovadas energías de Tollman. - Me da un cálido gusto verle tan decidido. En verdad, su temple reconforta. Esta gente pequeña siempre con tantas sorpresas. - Y se quedó pensativo mientras rememoraba las canciones que antaño tocase con asiduidad en el suntuoso santuario. 

A Rilwen le sorprendió y a la vez le alegro mucho el entusiasmo de Tolman.-Aprecio mucho tu optimismo Tolman, pero mejor ser precavidos, a punto hemos estado de no volver a ver la luz del sol.-Y luego pensando en lo que Gallind le había comentado, le dijo a este:-Es cierto que voy teniendo ganas de regresar a casa, al menos de visita. Pero no quiero dejar pasar la oportunidad de hacer una visita a Rivendel. Así que supongo que estaría muy bien dirigirnos allí, una vez hayamos terminado con el problema de los ladrones.-Aunque no tenía nada claro que la tarea de acabar con los ladrones fuera a ser sencilla, seguro que eran muchos mas de cinco, mejor que fueran con mucho cuidado.

Me llena de alegría tu decisión Rilwen. Y te abrazaría pero se que te apenaría que lo haga en público. - Luego dice suavemente casi como un susurro. - Te has ganado laboriosamente la imagen de toda una guerrera, no es mi derecho poner en tela de juicio esa opinión que has construido para todos nuestros amigos. Pero te conozco. - Dice y posa sobre el hombro de su amiga su mano, la observa detenidamente y agrega. - Se que estás preocupada por lo que viene a continuación, pero aún nueve son los días que nos separan de todo lo bueno y lo malo que nos espera. Aún hay tiempo para regocijarse en las buenas noticias. - Y ahora si, susurrante agrega. - Estaré ahí contigo cuando lo necesites. Todo saldrá bien, no hay nada de que preocuparse. 

- Y estos oidos escucharán cada palabra, con ávida necesidad, ya que, quiere este enano hacerse a la idea de que serán sus ojos testigos. Estaba feliz. Quería llegar y verlo, pero, antes tenían que hacer unos ... pesquisas. Y eso le tardaría unas semanas de viaje.

- Pues cuanto antes demos el primer paso, antes daremos el último

El mago os mira agradecido.

-"Gracias por vuestra ayuda, sabía que podía contar con vosotros."

Después centra su mirada en el elfo.

-"Gallind, te diré algo que puede seros útil. Este pergamino contiene entre sus párrafos un hechizo, aparte de otras cosas. Círdan el Constructor de Barcos lo encontró y me pidió que lo llevara a casa de Elrond. Puedes aprenderlo por el camino y, si así lo haces, puede que os ayude a salir de un mal trago."

Se separa del elfo y veis cómo alza su báculo en alto, a la par que pronuncia unas palabras ininteligibles. Os quedáis mirándoos unos a otros sin saber muy bien qué está haciendo. Una vez que termina se dirige hacia su caballo y desde allí, agarrando las riendas, os escucha antes de partir. Sonríe y os dice:

-"Me temo, señor enano, que tendréis que hacer el camino a pie, dado que no trajisteis monturas. Pero creo que eso no será un problema para aventureros tan avezados como vosotros. Da gusto ver la alegría de estos pequeños hobbits, siempre tan animados y valientes. Respecto a Rivendel, alguno de los aquí presentes se ha criado allí, así que podréis preguntarles cómo son los salones del noble Elrond. Seguro que a Tatharina le encantará aprender allí algo del saber herborista de los elfos." Dice subiéndose al caballo.

Se queda pensativo y mirando a los alrededores. Al cabo de unos momentos silva fuertemente y pasados unos minutos aparece un caballo de entre las colinas, cargado con cosas. No os habíais percatado de que rondaba por la zona.

-"Pensé que tal vez necesitaríais más provisiones para vuestro viaje. Cebadilla os envía este caballo. ¡Por favor, devolverlo de una sola pieza! Ahora tengo que partir, pero os llevo en mis pensamientos. Seguid este sendero hacia el norte y en una hora llegaréis al Gran Camino del Este. ¡Buenos días y que tengáis mucha suerte!"

Galdalf se aleja al galope mientras el sol empieza a mostrarse sobre el horizonte. El sonido de las pisadas de su caballo desaparece rápidamente en las brumas de la mañana. El caballo de carga que ha aparecido veis que lleva bastantes cosas en su grupa: pan, embutidos, carne, frutos secos y queso. Comida suficiente para dar de comer a seis personas durante quince días. También veis un pequeño barril de cerveza y 3 mantas de lana.

Una vez que estáis a solas, os preparáis para la marcha y avanzáis por el estrecho sendero hasta que salís al Gran Camino del Este. A la izquierda se dirige a Bree, a la derecha hacia las Montañas Nubladas. El sol empieza a asomar en lo alto, calentando vuestros cuerpos. Hace un bonito día para pasear por el campo...

Cuando desenrrollas el pergamino para ver de qué se trata, con gran esfuerzo puedes leer los primeros párrafos del pergamino, pero incluso esto te resulta muy difícil. Con tiempo y ayuda, es posible que llegues a leerlo todo entero, pero el lenguaje es muy complejo y la escritura muy difícil de leer. Los primeros párrafos explican un hechizo y te dan la información suficiente para poder aprender a usarlo.

Cuando abres el pequeño morral para ver qué hierbas trae, rápidamente las identificas:

• 10 hojas de Planta de Lobo (cada hoja recupera 1 PV).
• 5 semillas de Saeta de Agua (cada semilla recupera 1-3 PV).
• 3 caparazones de Espina de Mar (cada caparazón recupera 1-6 PV).
• 2 pétalos de Rosa de Zorro (cada pétalo recupera 2-12 PV).
• 2 Bayas Gema (cada baya recupera 10 PV).

El mago marcha, pero en ningún momento había visto a la montura de las viandas. 

- ¿Dónde lo tenía escondido? Pensaba el enano, sin hacer amago si quiera de pensar que podría haber usado parte de su magia para traerlo, para esconderlo o vete a saber como lo había hecho; pero daba igual. Les había traído un buen montoncito de comida para el trayecto, y con suerte entre montaraces y el resto, seguro podrían encontrar algo extra, y cruzar algún curso de agua, o mejor rodearlo (Los enanos no están hechos para nadar), podrían conseguir algo de ese líquido vital, que tanto amagaba la sed como refrescaba sus cuerpos.

Con el primer maso, en la ruta indicada, no tardó en preguntar: - Cuenta, cuenta, ¿Cómo es ese hermoso lugar que llamas hogar? Alzando la barbilla, de manera que zarandeó su gran barba, solicitó: - Y no te dejes ningún detalle. Ya no solo era amenizar el camino, sino, además, estaba seco por la curiosidad que el empujaba a aumentar las ilusiones que tenía sobre Imladris.

Mucho antes de que el mago se valla, y tras haber escuchado las palabras que éste tenía para decirle, Gallind respondió. - Muchas gracias por confiarme este secreto Gandalf. No tenía intenciones de mirar dentro del pergamino, honrando la buena disposición con la cual confiabas en mi, pero con tu permiso no sentiré culpa de faltar a tu confianza, ni a mi honor. Si me es posible y está en mis facultades estudiaré el hechizo con afán guardando con recelo tu consejo. 

Más tarde y caminando junto a sus compañeros le responde a los pedidos de Glain. - Pues para comenzar maese enano, es un valle encantado. Y es sin duda hermosísimo. - Gallind está de todas formas meditativo respecto al viaje y a la carga con la que cuentan él y sus compañeros. - ¿Será lo mejor ir directamente hacia la guarida de esos bandidos? Ahora que tenemos esta información, y si el tiempo no apremia podríamos volver a Bree para dejar el exceso de objetos en el Smial de los Pulgaverde. Mejor les preguntaré que piensan. - Se detuvo en seco poco después de llegar al camino del este. Y tras carraspear la garganta dijo. - ¿No creen que sería mejor regresar a Bree, dejar el exceso de peso que llevamos y contratar unos finos corceles? Ya luego, raudos y bien equipados podríamos partir a toda velocidad hacia el este.

A Rilwen le sorprendió que Galdalf hubiese venido con un caballo con provisiones, pero no en exceso, ya que parecía que de alguna manera el mago sacaba tiempo para preocuparse por ellos, y facilitarles en lo posible su misión. Lo que si que la dejo boquiabierta y en un estado de total felicidad, fue conocer las cualidades de los dos bonitos broches que había cogido de la tumba. El del escarabajo había pensado que le daría más fuerza o resistencia, pero no, le daba defensa, lo que era una maravilla, para entrar en los combates. Y del colibrí había esperado más velocidad o rapidez, y le mejoraba su capacidad de moverse. Y además eran tan bonitos, sobre todo el del colibrí, se lo había fijado a su hermoso pelo, pero para poder verlo, de vez en cuando, lo coloco prendido en la capa.

Al rato fue consciente de que hablaban y tras pensarlo un poco, dijo:-Aunque no me parece mala idea Gallind, creo que tenemos de todo, y aunque más lentos, también pasaremos más desapercibidos si vamos andando. Pero hacemos lo que digáis la mayoría.-