Partida Rol por web

Los enanos andaban, y pocas veces montaban. No sabían gran cosa de defenderse encima de un bicho, pero, si los usaban como bestias de tiro o de carga. La infantería cuando avanza, el equipamiento extra lo tienen en carros y mulas....

Entonces ... habló la muchacha de finos rasgos.

- Podríamos ir por monturas, y así cargar más comida... por si fuera menester, y estando llegando, podríamos desmontar ... y con las riendas en la mano... ser más discretos avanzando. Incluso, un par podrían avanzar una buena distancia por delante, como batidores o exploradores, y el resto, con las monturas, incluidas las de ese par de la avanzadilla... Aclaró: - ... cuando desmontemos, para evitar que rebuznos o relinchos nos delaten.

No quería montar, pero lo prefería a hacer un viaje de unas dos semanas en lugar dos o tres meses. Incluso avanzando más ligeros en velocidad, también ahorrarían peso, en lugar de tener que avanzar más cargado con la comida.

Cuando Gandalf marchó, Tatharina se sintió desamparada como la primera vez que montó a caballo y le soltaron las riendas. Aquello salió muy mal, de los nervios no tardó en caer y rasparse las rodillas. Sin embargo, pronto comprendió que esto debían hacerlo por su cuenta y, que a diferencia de su experiencia equina, esta vez no estaba sola. Esto la calmó un poco.

- Yo creo que deberíamos ir directamente a por los bandidos. Hasta ahora hemos avanzado a pie y nunca nos hemos quejado, nuestros pies ya están encallecidos y acostumbrados al camino. Miro abajo con resignación, casi como si las ampollas de sus pies se hubieran puesto a palpitar al mencionarlas. - Creo que lo mejor sería aprovechar las bienintencionadas indicaciones del mago y ahorrarle a esta tierra más sufrimiento a manos del malvado de Imledair.

Carraspeó un poco y continuó: - Por otro lado, creo que la encargada de dirigir al grupo debería ser Rilwen. Ya ha demostrado su pericia en numerosas ocasiones y quiero continuar siguiendo sus pasos. Sus mejillas se enrojecieron al percatarse de lo intenso de sus palabras. Segundos después, tras calmarse, retomó la conversación. - Yo por mi parte me gustaría ir revisando los alrededores del camino en busca de hierbas medicinales. Gandalf ha sido muy amable al cederme parte de su alijo, pero temo que no sea suficiente para lo que nos vamos a enfrentar. Su rostro se ensombreció un poco.

Le daba cierto placer ver a Tatharina de tan buen ánimo y con opiniones firmes. Frecuentemente la beornida solía ser mucho más tímida y callada. - Aún así, deberíamos considerarlo. Esos túmulos no están a más de un día a pie desde Bree. Si volvemos ahora aún estaríamos a tiempo. Además, si los cálculos que hago no son incorrectos, incluso creo que ahorraríamos tiempo de viaje. - Hizo una pausa para ejercer las estimaciones correctas. - Creo que podríamos ahorrarnos 2 ó 3 días. - Luego se quedó observando por un momento al grupo y continúo. - No olviden que tras vencer al corazón oscuro (Imledair) debemos ir hasta Rivendel. ¿Pretenden caminar todo el trayecto?

Desde luego que Rilwen debería guiarnos. Tiene también mi voto de confianza. Siempre ha sido muy hábil para moverse a través de descampados. - También carraspeó pero por mero alarde. - Yo creo que se equivocarían de no estar de acuerdo con ello. Y por mi parte no puedo estar más de acuerdo con Tatharina. Sus palabras siempre son sabias. - Sonrió e hizo un ademán cómplice con su gorro emplumado. 

Al final decidís partir sin demora e ir con lo puesto. Pensáis que volver a desandar lo andado quizás llevará más tiempo, aunque después lo recuperarais al tener monturas. ¿O no? Gallind tiene una teoría sobre ello, pero aún así, giráis a la derecha y seguís el camino. A los hobbits les gusta andar y prefieren hacerlo así; además, que hace dos días declinasteis coger monturas. ¿Por qué cogerlas ahora? Sonrientes, los hermanos van alegres caminando.

El viaje hasta el Bosque de los Trols llevará trece días según las cuentas de Gandalf, aunque bien podrían ser menos si avanzáis a buen ritmo. Detrás vuestro, el Gran Camino va hacia Bree, donde pasa a través de granjas y colinas. Hombres y hobbits viven a lo largo del mismo y a su vera están sus casas y graneros. Cerca de Bree el Gran Camino es muy transitado y está bien cuidado, pero aquí es diferente. Ahora las casas empiezan a hacerse más escasas. Hay menos viajeros, la mayoría de ellos preocupados de sus asuntos y ansiosos de llegar a la civilización. ¡Estas son las Tierras Salvajes! Por aquí el Gran Camino está lleno de baches y de hierba crecida. Aunque hay grupos de árboles, el terreno es mayoritariamente despejado. Al sur, en la lejanía, se pueden ver las Quebradas del Sur, que se extienden todo lo que abarca la vista. Al norte están las Colinas del Viento, que se elevan por encima del Gran Camino. Al este, colinas de aspecto desolado cortan el horizonte y detrás de estas se vislumbran montañas nevadas, muy al este...

El enano no tarda en montar el tapiz sobre la grupa de la bestia de monta, ya que, con menos pesos de él mismo, más libero podrán avanzar. El enano no era muy de montar, pero si de ser pragmático, y eso de poder ganar velocidad, tiempo, y poder ahorrar suministros, o incluso poder correr, sea para escapar o para poder llegar a tiempo a algún lugar, como por ejemplo a que curen a alguien, le parecía de lo más recomendable.

Aún rumiaba eso de poder haber conseguido monturas. Aunque fuera un poni churripuerco, que le hiciera ganar paso.

- Habrá que resignarse.

- Entonces, cuéntame más de ese hogar tuyo.

A Lily no sólo no le importaba haber emprendido el camino a pie, sino que aunque no se hubiese pronunciado, lo prefería. Infinitamente. Ir a la grupa de un caballo era un tormento, en todo caso una mula o un asno, algo rechoncho y de paso seguro, tozudo, vale, pero seguro.

Se miró los pies con una sonrisa torcida, un pelín ladina. Estaban hechos para andar, descalzos, naturalmente. Anchos, de planta gruesa y firme, preciosamente peludos, lo que les protegía del frío. Se cortaba concienzudamente las uñas, y se los limpiaba con la misma dedicación con la que se limpiaba la cara, o el cabello. Bueno, toda ella, a decir verdad, los hobbits eran criaturas muy aseadas, al contrario que otras criaturas. 

Repasó sus cosas, por si era menester dejar algo para el animal de carga que el bueno de Gandalf les había proporcionado. Así, a bote pronto, no lo creyó necesario. Lo único algo pesado era el arco élfico, pero no pensaba alejarlo de ella. El cuerno mágico colgaba de su cintura, y los demás objetos eran muy pequeños para que supusieran una molestia. 

El alfiler de ojo de águila resultó ser sólo eso, un bonito complemento sin ningún añadido más. Y lo mismo ocurrió con el mechón de cabello del color de la noche, y su fino hilo de plata. Pero bien, no siempre se tenía suerte en lo que uno elegía, para bien o para mal.

-¡Vamos, holgazanes! ¡Ya ha amanecido! Moved esas piernas, el camino se hará más pesado cuanto más tardemos en recorrerlo.

Lily era un poco diferente a lo que uno suponía de un hobbit. Era aventurera. Bueno, no mucho, pero algo más que la media, sí. Enfilar una senda hacia algún destino aún desconocido la animaba. Y estaba alegre. Desde luego no discutiría el liderazgo de la montaraz, sabía lo que se hacía, ya lo había demostrado. Le dio un juguetón empujoncito a su hermano Tom, y cargó su nueva pipa de tabaco, aunque no la encendió. Simplemente jugueteó con ella aspirando el perfume del tabaco, fragante incluso estando apagada. 

Con los ojos brillantes se rió mientras se disponía a empezar un nuevo día de marcha.

Al final, parecía que iban a continuar el camino sin regresar a Bree a por monturas. Ella desde luego lo prefería, acostumbrada a andar largas caminatas, pero por la cara de algunos compañeros, parecía que a algunos no les hacía demasiada gracia. Cuando escucho a Tatharina y Gallind hablar de ella en muy buenos términos, no pudo evitar sonrojarse. Estaba muy alagada por las palabras de sus queridos compañeros.-¡Muchas gracias Tatharina y Gallind! Sois muy benévolos conmigo, no creo ser merecedora de esos cumplidos. Pero si al resto no le importa, puedo hacer de guía del grupo, ya que no me es extraño viajar por parajes salvajes de un lugar a otro. No os preocupéis, descansaremos y no nos saltaremos las comidas. Y cuando pasemos cerca de algún río, arroyo o manantial, repondremos nuestros suministros con aguas frescas. Podéis considerar este viaje, como una bonita excursión con unos amigos. Otra cosa ya será cuando tengamos que detener a esos canallas.-

Y aquí se quedo un momento pensativa, al recordar las grandes dificultades que habían tenido en el cercano túmulo, a punto estuvieron de no volver a ver la luz del sol. Pero como mujer optimista, cargada de alegría de poder viajar con sus amigos, y muy contenta con los dos alfileres, que no podía dejar de mirar. Rápidamente puso una sonrisa en la cara, y espero con paciencia al resto del grupo. Y una vez estuvieron todos listos, comenzaron el largo camino que tenían por delante. Un paso tras otro, y ya verían hasta donde les llevarían los caminos.-¡En marcha y a disfrutar de este bonito viaje amigos!-

Y así la aventura volvió a comenzar. Siguiendo los pasos de Rilwen llegarían a las puertas de Imledair en un periquete, pero tampoco había que correr, todo el grupo parecía estar disfrutando del camino y de las historias sobre Rivendell que Gláin pedía incesantemente a Gallind.

Bien es cierto que en ocasiones tanta conversación la abrumaba un poco y decidía apartarse del camino para relajarse en la soledad del bosque. Esos sonidos y olores la transportaban a la infancia de nuevo, los bosques siempre habían sido como un segundo hogar para Tatharina. Para no preocupar a sus compañeros y para no perderles el rastro, de tanto en tanto se acercaba a su posición, guiada por las voces de su animada charleta y sonreía al primero que lograra divisarla entre los arbustos antes de volver a internarse en la maleza.

Para que estas expediciones en solitario no fueran en vano, la beórnida siempre iba con la mirada pendiente del sotobosque en busca de provisiones o suministros médicos. Después, al atardecer, cuando montaban el campamento, se acercaba a Gallind y le enseñaba su ''caza'' del día. - Mira, mira. Apuesto a que esta no la conocías. Es todo un hallazgo en esta época del año. Sobre todo tan al oeste de las Montañas Nubladas. ¿Te gustaría saber más? Conozco una leyenda...

Antes de salir amarró firmemente su arco y su nuevo cayado a la mochila. Ajustó varios paquetes. Ató a su cinto la vaina de la hermosa espada rúnica. Revisó que llevaba todos los pergaminos. Se puso sobre los hombros la pesada mochila y suspirando (o más bien rebuznando) emprendió el camino. - Esto será difícil. - Pensó el bardo torciendo los hombros hacia delante con el pesado paquete a sus espaldas. Sus ojos suplicaban detenerse constantemente bajo su bonito gorro emplumado. Se mantuvo así al menos un puñado de metros hasta que pudo acostumbrase al peso. - Creo que ya empiezo a habituarme a esto. Espero... - Dijo para así, mirando al frente, hacia el camino que se perdía en el horizonte.

No podía dejar de estar perplejo sobre la insistencia de Gláin por conocer Rivendel. - Me extraña que usted maese enano, quién ha viajado tanto y por tantos lados no conozca Rivendel. - Se quedó observandole. - ¿Ha intentado ir alguna vez?¿O quizás la suerte de sus pasos nunca le han aproximado a la casa de Elrond? - Miró hacia el cielo azul despejado que traían sobre sus cabezas. - El valle es precioso y la paz que trae a sus habitantes difícilmente pueda verse en otra ciudad. Rivendel es una joya reluciente y brillante. Un recuerdo latente del antaño y poderoso pasado de mi gente. Pero descuide, señor Gláin, tenemos varios días para que agote todo el cancionero de mi pueblo. - Tomó del lateral de su mochila aquella arpa de madera azulina. - Le sugiero que preste atención, dado que no tendré el tiempo necesario para repetir todo el repertorio. 

Tiempo más tarde, cuando el sol caía sobre el horizonte, mientras sesudamente estudiaba el pergamino que le entregarase el mago, Tatharina se acercó a él. Traía consigo la cacería de un largo día de busqueda en los bosquecillos. Su actitud le recordó al gesto que una vez vió en un pequeño gato con una presa entre los dientes. Era la actitud de todo un cazador, o en este caso, una cazadora. Se guardó sus pensamientos para si, no quería que sus palabras se malinterpretaran y pudieran ofender a la muchacha. Entonces respondió - Si, por supuesto. Soy todo oídos cuando se trata de leyendas. Son unas flores muy bonitas. 

El grupo había afrontado su tarea común con ganas y empuje. Y además por el momento el tiempo era agradable, y aunque el camino estaba poblado de baches y en la lontananza las montañas les observaban con aspecto grave y algo amenazador, la pequeña compañía avanzaba tranquila. 

La inquieta hobbit se sumó enseguida a las pequeñas incursiones que su amiga Tatharina hacía hacia el interior de la espesura. No sólo para ayudar a ésta en su búsqueda de plantas medicinales, sino también para ver de encontrar algunas bayas dulces y rapiñar algunos frutos secos. Si conseguía recolectar algunos, se planteó cocinar algo de postre. No es que fuera fácil, sin horno, ni siquiera unos fogones como se requería. Pero bien, lo intentaría de todos modos. ¡A nadie le amarga un dulce!

- ¿Unos días nada más? Preguntó con asombro. - Entonces no tendrá mucha historia vuestro hogar, porque, para que un enano sepa la cultura de nuestra raza se necesitan cuarenta y tres años, contando que un día a la semana se descansa y siempre, hagas lo que hagas, hay alguien contándote algo. Da igual que sea sobre la mesa, sobre la lucha o a punto de marchar a dormir. El enano se sentía decepcionado. - Tanta vida la de un elfo, para resumirse toda su historia en unos días de cuentos por el camino. Sacudió la cabeza levemente, como negando, mientras se mesaba la tupida barba. - Los primeros nacidos es que hacen poco, o es que olvidan lo que en su hogar sucede. O puede que no tenga tanto años ese Casa del Sanador.

Pero bueno, cambió de tercio enseguida, cambiando también su postura. - No, jamás me he propuesto visitar la casa de alguien, si no es por necesidad o por invitación. No somos los enanos más educados que eso, y, a no ser que la necesidad, los negocios o algo urgente acaezca, no solemos molestar en las moradas de otros. Hablaba serio. Bueno, más bien solemne. Era algo enraizado en su cultura y forma de pensar, y como tal, eran firmes en sus creencias. El enano, mientras hablaba, como si fuera un vigilante padre, vio como la fémina Pulgaverde se metía entre las matas: - Niña, ten cuidado. Le advirtió, dejando un poco de lado la conversación del elfo, por la preocupación por Lily.

El arte de decir mucho con pocas palabras, fruto de la andadura de los siglos y la sabiduría acumulada, es lo que ha cosechado mi pueblo como enseñanza, maese enano. - Se dió el tiempo para terminar de escuchar el discurso del fornido y práctico Gláin. Luego agregó - Me temo que el pragmatismo practicado por tu pueblo no les ha permitido gozar del privilegio que la síntesis da. No los culpo, no todas las creaciones de este mundo son capaces de entender la profundidad y la belleza de la poesía.

Se quedó sorprendido por las respuestas del enano. - ¿Será que ustedes no tienen por costumbre visitar a sus amigos? En verdad sois un pueblo muy extraño. - Prosiguió acariciándose la barbilla. - ¿Y como hacéis cuando queréis ver a alguien que no os ha invitado a su casa en mucho tiempo? Sin ir más lejos. - Señala con su pulgar al camino detrás de si. - No me he topado ni una sola vez con Gandalf que no fuera por propia voluntad del mago. Como siempre le he oído decir, el solo llega cuando tiene que llegar. Ni tarde, ni temprano. - Luego vió como Gláin cambiaba la conversación observando a la pequeña Lily. Gallind no dijo nada, observó a la pequeña hobbit y se mantuvo contemplativo. - Me sorprende lo mucho que se preocupa por ella. Hasta pareciera haberse olvidado que fue Lily quien valientemente se puso a recorrer sola los húmedos pasillos del túmulo. Y también, haber sido la primera en querer aventurarse hasta la sima vigía de los bandidos, cerca de Bree. Si algo se de Lily Pulgaverde, en el poco tiempo que he viajado con ella, es que si se trata de valentía pocos pueden hacer sombra a su voluntad. 

Empezó a tocar su arpa, aunque el enano se mofara de sus tradiciones eso no le iba a desanimar ni a impedir que pudiese amenizar el viaje. En un principio sus notas no fueron acompañadas de lírica alguna pero en su mente seguían gorgoteando sus pensamientos. - Y, ahora que lo pienso, no ha soltado palabra alguna por Tatharina. Vaya amistad. Es verdad, que se mueve por el bosque como una mariposa en el campo, pero aún así tantos años de amistad y ni siquiera un "ten cuidado". Creo que este viaje le está cambiando los humores a nuestro querido Gláin, o quizás el haber recuperado la calma habitual le ha regresado también su osco carácter a la normalidad. - Por fuera su semblante cambiaba al paso de cada idea mientras sus dedos rozaban las cuerdas con mecánica soltura. - Quizás no ha dicho nada porque conoce bien lo hábil que es la muchacha. Al fin y al cabo, si Rilwen corre por los bosques delante de mi puedo andar con los ojos vendados que sabré que nada me pasará. - Se rascó la barbilla. - Será tímida Tatharina pero si Gláin no se preocupa por ella al verle desaparecer en la enramada esta muchacha por frágil que parezca debe ser casi tan hábil en la espesura como la propia Rilwen. No puedo negar el sentirme muy afortunado, me acompañan un grupo muy diestro. Creo que puedo continuar avanzando y confiar en que todos ellos estarán en las buenas como las malas. - Y su ensoñación fue resquebrajada con las primeras notas melódicas que salieran de su garganta. Ahora su rostro mostraba la alegría y la satisfacción de contar con tan buenos compañeros y un viaje por delante. 

¿Será que ustedes no tienen por costumbre visitar a sus amigos? En verdad sois un pueblo muy extraño. - Prosiguió acariciándose la barbilla. - ¿Y como hacéis cuando queréis ver a alguien que no os ha invitado a su casa en mucho tiempo? Sin ir más lejos.

Queda dubitativo, pero, no porque su entender albergara duda alguna, sino, porque no sabía muy bien como hacerse entender.- Pues si no es una emergencia, mandando misivas o recados de que nuestra presencia va a hacerse presente en el hogar del anfitrión.

Al escucharle tocar el instrumento, su mente se transladó a las canciones culturales propias, y explicó: - Si, si, también tenemos versos que cantan gestas y relatan nuestra historia, pero, nuestro idioma es .... más ... En esto si parecía dudar, pero estaba claro que su idioma era diferentes: - ... gutural, y es más complicado cantarlos por las rimas.

Aún así, no dejaba de intentar "otear" desde su escasa altura, el "paseo" de la hobbit, y no quería que un "imprevisto" se cruzara ante ella.

El viaje estaba resultando muy ameno, pero en un momento dado tuvo lugar algo de tensión entre Gallind y Gaín:-Tranquilos amigos, son muchas las diferencias entre enanos y elfos, pero ambas razas luchan contra el mal y la oscuridad.-Luego siguió el camino, pero las continuas salidas de la senda por la beornida y luego también de Lily, les hacían ir demasiado despacio.-Tatharia y Lily, podéis buscar hierbas y plantas, pero hacerlo cuando hagamos los descansos, o de lo contrario nunca llegaremos a nuestro destino. El viaje ya es bastante largo, si nos demoramos mucho tiempo en búsquedas, lo alargaremos aun más. Por favor, marchemos a un buen ritmo, hasta el siguiente descanso, y en el mientras unos preparen algo de comer, podéis buscar en los alrededores sin hacernos ir más despacio en el camino.-

De pronto consciente de la alerta que había generado en su buen amigo Gláin, atento a sus pasos entre la maleza, y también del pequeño rifirrafe que había brotado entre el enano y el elfo, la llevaron de regreso al camino, eso sí, con un buen puñado de lustrosas y apetecibles bayas en su haber.

-Rilwen tiene razón compañeros. -Ancestrales eran las diferencias entre las dos razas, élfica y enana, pero estaban de más en el seno del grupo de conocidos. Amigos, mejor.- Dejemos diferencias a un lado, que aquí el propósito es común, y la intención la misma. Además, puestos a buscarnos las cosquillas, ¿Qué sería de los poéticos elfos y de los pragmáticos enanos, sin la alegría y la energía feliz de los hobbits?

Hizo un paso de baile acompañando su afirmación, le guiñó un ojo a su hermano, y luego se inclino componiendo una pequeña reverencia. Que concluyó recogiendo las bayas que habían caído al suelo desde sus bolsillos al hacerla.

-¡Jajaaja! -Se rió, de nuevo bailoteando.

Vais alegres caminado a buen ritmo, guiados por la atenta semielfa, por el Gran Camino del Este. El cielo está prácticamente despejado, aunque se ven grandes nubes aquí y allá. Alrededor vuestra, los campos se entremezclan con bosquecillos que surgen como tentáculos del bosque madre para acercarse al camino. El sonido del viento y de los trinos de los pájaros es lo más reseñable hasta ahora. Calculáis que habéis salido a un día y medio o dos de Bree y habéis pasado el desvío de Combe y Archet. La calzada aquí no está tan bien cuidada como en los alrededores de la ciudad. Tampoco os cruzáis con nadie, ni veis granjas cerca.

El primer día de caminata se os hace un poco largo, dado que algunos de vosotros aprovecháis para internaros en los bosquecillos a buscar hierbas, agua o frutos secos. Eso hace que Rilwen tenga que disminuir el ritmo de la marcha para que no os quedéis atrás. El elfo y el enano aprovechan para platicar sobre sus respectivas razas, mientras que el único que parece algo callado es el hobbit. Se le puede ver cada dos por tres contando las monedas que ha cogido del túmulo y que lleva en una pequeña bolsita atada al cinturón. El cofre con bastantes monedas se lo ha entoligado a la pobre montura, al igual que hizo el enano con el tapiz.

Al caer la noche, la semielfa reprende amablemente a las dos amigas por salir a buscar cosas solas y les aconseja sabiamente que lo hagan durante las paradas para comer o descansar que harán. Rilwen se está tomando muy en serio el papel de guía del grupo y no quiere perder ni un minuto en estas cosas. Si avanzan a buen paso, quizás en doce días estén en el punto que dijo Gandalf.

Cae la noche y acampáis al borde del camino, no queriendo adentraros mucho en la espesura. Al día siguiente, el cielo cambia y empieza a caer una fina lluvia que hace que el camino se convierta poco a poco en un lodazal. No hace frío y se ve el sol radiante en el cielo, pero unas gruesas nubes pasan raudas y descargan constantemente el agua acumulada. Ahora, las incursiones para buscar hierbas o frutos se hacen más difíciles de hacer y el barro retrasa un poco vuestro caminar. A ambos lados hay un tupido bosque. Llega la noche y acampáis.

La mañana del tercer día de marcha es igual al anterior, pero con la única diferencia de que dejáis atrás el Bosque de Chet y veis al norte el gran pantano de Moscagua. Al sur veis largas extensiones de praderas y colinas. Al este, hacia donde vuestros pasos os están llevando, el camino sube y baja por suaves colinas. A lo lejos, muy al este, se siguen divisando las Montañas Nubladas, con sus picos llenos de nieves perpetuas. Acampáis y descansáis lo que podéis.

El cuarto día de viaje es igual a los anteriores, bastante fatigoso por la maldita llovizna y por el barro que se os pega a las botas y pies. Eso hace que las piernas se carguen por el sobreesfuerzo. Aún así, parece que Rilwen os ha guiado bien y cree que como mucho os habéis podido retrasar medio día con respecto a su estimación. Volvéis a hacer noche, parapetados debajo de unos árboles que hay al lado del camino. En estos días no os habéis cruzado con nadie, por el momento.

Encuentras las siguientes hierbas:

• 12 hojas de Planta de Lobo (cada hoja recupera 1 PV).
• 3 semillas de Saeta de Agua (cada semilla recupera 1-3 PV).
• 2 caparazones de Espina de Mar (cada caparazón recupera 1-6 PV).
• 4 pétalos de Rosa de Zorro (cada pétalo recupera 2-12 PV).
• 1 Baya Gema (cada baya recupera 10 PV).

Con su pesada armadura, y sus botas, se clavaba en el barro, según se reblandecía el suelo. El firme, cada vez "menos firme", perdía consistencia, según se empapaba. El enano era resistente, y al igual que no estaban hechos para nadar, el pasear bajo el agua tampoco era uno de sus pasatiempos favoritos. 

Entonces, jocosamente, preguntó al elfo de su casa. - ¿Allí cuando llueve pasa lo mismo o hay caminos empedrados? Más que una pregunta, era una protesta, porque, el camino, a parte de estar poco definido, cada vez era menos cómodo y más lento, haciéndoles perder tiempo y paciencia. 

Gláin, es un valle. - Se queda dubitativo observando con incredulidad al enano. - Desde luego que hay caminos en el refugio. Pero no puedes esperar que se pavimente todo el valle. Además, no sé que tanto te molestas, el agua es fuente de vida. La lluvia es alegría. - Se quedó mirando al enano mientras sonreía. - Igual entiendo que este barro y esta suave llovizna no hacen más que ralentizarnos. Mojada, pesa más la mochila. - Suspiró pesadamente. - Rilwen, Rilwen. ¿Crees que falta mucho para el siguiente campamento? - Luego dijo suavemente, casi para si mismo. - Seguramente acompañe a quien sea a dar una vuelta, cuando decidamos detenernos un rato. Me gustaría por un par de minutos no sentirme como una tortuga con su caparazón al hombro. - Y nuevamente alzando la voz dijo al grupo - Tatharina, Lily, Rilwen, Tolman y tu mismo Gláin. ¿Alguno piensa ir de excursión por algo en particular? Me apetece andar un rato sin esta pesada mochila a cuestas. Necesito estirar las piernas. Sentir de nuevo cual es mi verdadero peso. Ayudaré en lo que sea, no soy demasiado hábil en la espesura pero al menos soy sigiloso. - Guiño un ojo buscando cualquier caminata que estuviera pronta a planearse. 

De momento todo iba según lo previsto, mas o menos, pero la lluvia hacía que el camino fuese más duro, y había que descansar algo más en la comida. Le hizo gracia el comentario de Glaín:-Amigo Glaín el barro dificulta un poco nuestro avance, pero con un poco de suerte nos permitirá encontrar algunas setas, que serán estupendamente recibidas para dar un poco de variedad a nuestra comida. Y tal vez salga a por algo de caza, para comer un poco de carne fresca, nos dará vigor para continuar caminando. Si quieres puedes acompañarme Gallind, mientras se hace la comida daré una vuelta por si hay algo de caza en la zona. Pero no debes de hacer ruido. Y supongo que Lily y Tolman podrán encontrar algún hongo, pues tienen una gran predilección por ellos, y un instinto que siempre les lleva hasta los mejores sitios donde se encuentran los más sabrosos.-

Y continuaron la marcha, descansando lo necesario para que a nadie se le haría muy dura, aunque detrás de los primeros días el cuerpo ya estaba acostumbrado al esfuerzo, el barro no ayudaba demasiado. Cuando pasaban por algún curso de agua potable, aprovechaban para renovar las existencias.