Partida Rol por web

Cuando oyó el romper de las cadenas, temió lo peor. Pero no cesó en el suave canto intentando dominar a la bestia. Tal vez fue una brisa de suerte, o que tal vez aquello que había planeado hubiese salido.

Con el dragón ya relajado y junto a ella, Visna le acaricia tímidamente la cabeza, como si se tratase de su joven hermano cuando aún era un tierno bebé, con unas breves caricias e intentando guiarlo con el continuado canto lo llevó lentamente hacia el huevo. Y agachándose lo agarra con sumo respeto y lo acerca al rostro de aquel dragón.

Cada vez notaba como aquel Sonorus iba descendiendo en su efecto, pero ella aún continuaba. No parecía poner demasiado problema en que aquella joven noruega lo tuviese en sus brazos, siempre y cuando el huevo lo tuviese cerca de sí. Pero aún con todo, ella tenía el huevo consigo.

Había ganado la primera prueba.

Alzó lentamente su brazo libre con cierta lentitud, dejándolo en alto con su varita horizontal, sonriendo de oreja a oreja y mirando fíjamente hacia donde los colores rojos y naranjas ondeaban, su colegio Durmstrang.

El silencio se vio roto por un grito de emoción de los espectadores, la grada de Durmstrang brillaba con chispas de los colores del estandarte. Volvió a escuchar su nombre en el viento, aún más fuerte que la primera vez, aunque esta vez el galés estaba tranquilo junto a Visna.

Sé que habían dormido a un dragón en esta competición, pero nunca había escuchado de alguien que domase a un dragón.

Sus piernas aún temblaban de la emoción y los nervios, aún no se podía creer que lo hubiese conseguido. Su estrategia había sido ir de frente a por aquel dragón, no quería enfrentarse a él, y aunque había sido muy arriesgada, lo había logrado, pero no se lo creía del todo.

Oye, gracias.

Le dice al dragón, a quien le deja otra vez el huevo en su lugar, y comienza a marchar, no sin antes darle una pequeña caricia en la cabeza. Los dragones le habían apasionado desde siempre, pero posiblemente después de aquella mañana sería algo más buscado e investigado por ella, quien sabe.

El Colacuerno Húngaro te observa expectante, tanto como lo hace todo el público allí en las gradas ante la situación de que debes enfrentarte a uno de los más peligrosos dragones que puede tener el mundo mágico. Justamente es el mismo con el cual Harry Potter hizo su prueba y sí que le costó ganarla. 

Pero allí estás con esa pequeña ayuda que te ha dado tu directora y tú ingenio, que claramente no te deja de lado. Ya cuentas con los bocadillos y la idea surge rápido como si fuera un instante creativo. Alzas tu varita y le apuntas a los bocadillos en el suelo, buscas transformarlos en pequeños ratones que servirán de distracción para obtener el huevo. 

Ejecutas el conjuro y sale a la perfección, pero algo sucede en medio ya que el dragón abre sus fauces con la intención de lanzar una llamarada que no ves venir. La recibes de frente a la altura de tu estómago, por suerte al esquivar un poco aquel ataque no te hace tanto daño. Pero arde, muchísimo. 

Lo bueno es que esos ratoncillos ya recorren las rocas, son un montón de ellos y el aroma a carne lo puede al Colacuerno Húngaro. Así que rápidamente se aleja en pos de atraparlos, de ir hacia ellos para devorarlos. Esto te deja un amplio margen para ir a buscar el huevo. Debes ser rápida, pese al dolor, pero ya lo tienes. 

Esa caricia que le ofreces deja a todos alucinados, sin poder creer lo que estás haciendo. ¡Es un dragón! Y tú lo tratas como a un igual, domando a la bestia desde tu coraje y el respeto. Sin dudas Durmstrang ahora está marcando un precedente, uno que da a entender como se puede resolver una prueba sin violencia, desde la conexión profunda que los sorprende a todos. 

Una vez alcanzas el huevo acompañada de aquel Galés verde, te das cuenta de que no puedes dejarlo y debes llevar el objeto ya que es el objetivo de la prueba. Así que tras despedirte del dragón, puedes escuchar el fervor y la admiración de muchos. Felices y orgullosos, todo Durmstrang celebra. 

—¡PRUEBA SUPERADA PARA DURMSTRANG! FELICITACIONES VISNA HANSEN, LA DOMADORA DE DRAGONES— pronuncia Peter Hamilton y te indica que puedes ingresar a la carpa. 

El espectáculo no había sido exactamente como me lo había imaginado en mi cabeza, eso seguro.

En el mundo de las fantasías, mi ejercito de innumerables golems era suficiente como para retener al dragón mientras yo, en una demostración de pensamiento racional, simplemente exigía al huevo que llegara ante mis manos. En el mundo real, mis golems apenas merecían tener ese nombre, y el huevo se dio un paseo la mar de curioso antes de llegar a mi... ¡Pero llegó! ¡La solución más simple resultó ser la correcta!

Claro, que si mi director hubiera sido siquiera un pelín más lento el dragón me habría hecho cenizas. Pero bueno. Valentía hasta el final, ¿No?

Al final, me volví por donde había venido sosteniendo el huevo en alto, dedicando sonrisas y saludos al público. No esperaba que me puntuaran demasiado alto teniéndo en cuenta que no había sido un espectáculo demasiado refulgente, pero lo había superado. Cuando entré a la carpa, fue con la cabeza bien alta.

En el gran plan de Amelie había un fallo enorme del cual no se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde: buscar cobertura. Había estado tan confiada de que el plan funcionaría que había olvidado que habrían varios segundos en el que estaría totalmente expuesta ante el dragón, cosa que aquella criatura no había olvidado.

Por los pelos no había terminado calcinada, pero el dolor en el pecho era intenso; aterrada pensó que quizás la tela se le fundiría a la piel si no se apresuraba en verse con una sanadora. Por suerte, los ratoncillos lograron atrapar la atención del Colacuerno, y Amelie aprovechó el momento para correr en dirección del nido y tomar el huevo dorado entre sus manos, jadeando en la vuelta de regreso ansiando el pitido que diera por terminada la prueba.

Bueno, lo había logrado, pero había sido muy descuidada... esperaba no haber sido la peor de los cuatro.

Todo Hogwarts orgulloso de ti, lo puedes sentir plenamente en cada sonrisa, aplauso o grito que surge de este público que ha estado sufriendo a la par de tus acciones. Aún así sabes que tu colegio está de fiesta, convirtiéndote en la heroína de las cuatro casas porque cuando un Torneo de los Tres Magos se realiza, la hermandad surge para brillar y las diferencias se desplaza hacia los otros colegios. 

Una vez sales con tu huevo de aquel Estadio, regresas a la Carpa siendo la segunda persona que llega de la prueba. Son en simultáneo, así que poco se va tardando. 

Aún con la herida producto de la imprudencia y también es una forma de demostrar que esta prueba tenía su plus de riesgo. Lo cual pese a todo has salido airosa, logrando tu propia victoria mientras tienes el huevo entre tus manos y todo Beauxbatons aplaude de pie, orgulloso por todo lo que has hecho. 

—¡PRUEBA SUPERADA PARA BEAUXBATONS!—grita Peter Hamilton. 

Y ya indicando a través de un gesto, puedes regresar a la Tienda ya que le toca a Hiro el enfrentarse a su dragón, siendo el último de la prueba en este momento. 

La primera en llegar a la Tienda fue Visna que es recibida por el personal médico de Hogwarts, lo cual al estar en perfectas condiciones simplemente la dejan disfrutar de su triunfo mientras le sacan fotos y aguarda a que el resto de los concursantes vayan apareciendo. Minutos más tarde, es Lorelei quien hace acto de presencia con su huevo dorado, también es atendida por las medimagas. Aunque al no tener daño aparente, la liberan para que pueda conversar con la chica de Durmstrang. 

Luego de un rato bastante largo tras haber iniciado la prueba, aparece Amelie con una herida a la altura de su torso y por como tiene quemado el uniforme, está claro que el dragón le ha impactado bastante. No obstante las enfermeras rápidamente se llevan a la joven Francesa hacia un apartado en la misma tienda donde hay una camilla y sus respectivos biombos para brindar privacidad. 

De momento está siendo atendida, pero se la ve bien pese al dolor y al parecer ha superado la prueba por tener el huevo dorado en la mano. 

Estando aún pletórica y casi dando saltos de alegría entra en la tienda, aunque intenta reprimirse y pararse un poco los pies

Al entrar miró a Lorelei, intentando ver su estado, y parecía que estaba bastante bien.

Parece que te fue bastante bien por lo que veo

Le dice con una sonrisa.

Al poco de ver a Amelie entrar y a las enfermeras yendo a curarle, y no sin cierta preocupación en el rostro, le hace una señal con la cabeza a Lorelei para acercarse y ver cómo estaba la estudiante de Beauxbatons

Un dragón. Hiro estaba preparado para aquello, o eso creía. Respetaba a esas criaturas mucho y sabía que, como muchas otras criaturas, cuidaban de sus crías con mimo. Había elaborado un plan sencillo en su cabeza. Saludar a la criatura y ganarse su confianza era el primer paso. Primero le miraría a los ojos y trataría de ver si la criatura estaba curiosa o si podría atender a razones. Para ello, haría una reverencia, bajando la cabeza y colocándose de rodillas, para demostrarle que no era ninguna amenaza. Si la criatura respondía bien, la liberaría de las cadenas con el hechizo Relashio para terminar de ganarse la confianza del dragón.

Por último, había prensado en una ofrenda para el dragón, un verdadero huevo de dragón. Aprovechando que sabía cual era la primera prueba, había pedido permiso a la directora para disponer de uno de los huevos de uno de los dragones más imponentes de todos (y con el permiso de la inteligente criatura, por supuesto). Había conseguido un verdadero huevo coin el que intercambiar con el dragón su huevo después de ganarse su confianza.

Si el plan fallaba, sin embargo, tenía un as en la manga. Con el dragón liberado, transformaría algo que tuviese a la vista (piedras) en pájaros con el hechizo Avifors y, mientras el dragón perdía la atención, cavaría con cuidado un tunel bajo la piedra hasta llegar al huevo. Los cálculos ya estaban hechos en su cabeza, solo había que ponerlo a prueba.

Tomó aire y salió a enfrentarse a su primera prueba. Un inmenso dragón.

El estadio de repente queda en completo silencio mientras te encuentras allí de pie frente al dragón, al percibir tu aroma el Hocicorto sueco desvía la mirada hacia ti mientras despliega sus alas de enorme envergadura, sabes mejor que nadie las intenciones que tiene y lo furioso que está al sentirse atado, rodeado muchas personas que han estado gritando hasta ahora. No obstante se refleja delante de todos los presentes ese amor que tienes por ellos cuando realizas aquella reverencia que no pasa por alto al animal. 

Se queda allí mirándote con suma atención y podría decirse que nadie respira en ese instante al no saber qué va a suceder. Incluso no lo puedes evitar, los nervios se sienten en todo tu cuerpo y las fuerzas flaquean un poco, pero tantos años de conocerlos, tanto tiempo aprendiendo sobre su comportamiento, te da cierta seguridad que percibe el dragón. Una vez conjuras el relashio, una potente luz azul impacta con fuerza en la cadena que rodea el cuello de la criatura, haciendo que en cuestión de segundos se libere. 

Todo el público exclama atemorizado, eras el último en hacer la prueba y sin que lo sepas, el único que se estaba atreviendo a semejante proeza, poniendo todo en juego. Los segundos se hacen eternos, el dragón termina liberándose de la cadena y va directamente hacia a ti con una fiera intención. Puedes notar como su respiración es agitada, como el calor de su aliento da de lleno sobre tu cuerpo, el rostro. Incluso cuando está por abrir la boca con la intención de emanar fuego o vaya a saber qué, descubre el huevo que le ofreces. Un huevo real. 

Al ser una dragona lo que tienes delante, todo intento de consumirte en cenizas se ve reemplazado por el instinto maternal, aquel que impone sobre todo lo que te puedas imaginar. Y lo acepta cuando se lo entregas, logrando que lo coja con una de sus garras mientras te da una caricia con el morro. Al parecer todo va muy bien y escuchas los suspiros de muchos, la sorpresa en algunos rostros se observan desde aquella distancia. Hasta que decide marchar libre junto al huevo y se ve reflejado cuando su rugido ensordece a todos en señal de queja, pero agradecida porque la has liberado. 

De esta forma el dragón abandona el estadio, aunque posiblemente lo pillen de nuevo. De igual manera, tienes el camino despejado y un huevo dorado reluce para ti. 

Hiro estaba aterrorizado. Completamente aterrorizado cuando aquel dragón se abalanzó sobre él. No se esperaba aquello y no estaba preparado. Ya non había tiempo para invocar las aves, el plan B. La dragona había puesto su atención por completo en él, un par de pájaros no la distraerían.

Cogió aire y le enseñó el huevo, esperando que aquello la detuviese. La dragona lo hizo. Hiro abrió los ojos y vió en enorme dragón frente a él. Cuando acercó la garra, podó el huevo con sumo cuidado en ella, aunque sabía que los huevos de dragón no se rompían tan fácil como los de las demás criaturas.

Estaba maravillado y aterrado a partes iguales, aunque en su rostro no se reflejaba. Cuando acercó el morro para acariciarle, Hiro no pudo evitar acariciarlo con al palma de la mano derecha. Vuela libre. Le dijo, con voz queda ante tanta emoción. Se tapó la cara cuando la dragona extendió sus inmensas alas y alzó el vuelo frente a él, aunque no pudo evitar mirar. Aquella magnífica figura frente a él, imponente y poderosa. Se sentía muy pequeño frente a ella, pero a la vez enormemente afortunado por el momento vivido.

Cuando vio el camino a su premio, el huevo dorado, despejado, andó hacia él, tratando de mantener la figura de elegancia que había estado manteniendo hasta la fecha. Lo cogió y lo levantó con ambas manos para enseñárselo al resto. No pudo evitar sonreír y gritar, soltando todas las emociones que había estado reprimiendo durante la prueba y parte de las que había acumulado durante su vida.

Y con esa despedida hacia el Hocicorto Húngaro, avanzas directamente hacia el huevo que tranquilamente lo puedes coger ya que está todo despejado. Todo el público desde las gradas festejan por tu logro, incluso se refleja cierta sorpresa en los presentes por lo que has hecho. 

—¡MAHOUTOKORO HA SUPERADO LA PRUEBA!—pronuncia Peter. 

Ya indicando con un gesto que puedes abandonar el Estadio, regresas a la carpa junto a tus compañeros. 

Y finalmente se une a los demás Hiro con su huevo dorado, momento en el que las medimagas lo revisan por si tiene alguna que otra herida, aunque el asiático está en perfectas condiciones. 

Allí en la Tienda se encuentra Amelie que está siendo atendida por unas enfermeras, Lorelei y Visna, estas dos últimas ilesas a simple vista. 

Dediqué una radiante sonrisa a Visna según las medimagas me dieron el visto bueno, acercándome a ella lo suficiente como para devolverla el golpe en el hombro, juguetón.

—¡Lo hemos conseguido! —sonreí, teniéndo que contenerme para no dar un salto de alegría— Y ha ido mejor de lo que esperaba. He tenido un par de... Accidentillos por los nervios, pero nada grave. ¿Y tú qué tal? Qué lástima no haber podido ver cómo lo hacíais.

Mi alegría se extinguió un poco cuando Amelie entró aparentemente herida, y me acerqué con Visna para comprobar como estaba. No mucho después también llegó Hiro, pero, por suerte, él parecía estar de una pieza.

—Los cuatro tenemos el huevo, entonces.

Yo tuve algún que otro problema, la verdad. Pero creo que tengo algo de suerte

Le dice con un gesto modesto

Hubiese sido bastante interesante haberos podido ver

Lo decía siendo totalmente sincera, ver a magos en acción era algo que le gustaba de sobremanera, y más habiendo sido algo tan excepcional como estar cara a cara contra un dragón

Sí, parece que los cuatro lo hemos hecho bastante bien.

Se pone a examinar su huevo en busca de cómo es, inscripciones, huecos... Todo lo que pudiera ser, pasaría horas analizándolo, pero tal vez un primer vistazo no vendría nada mal

Sin dejar de sostener el huevo con fuerza, Amelie se dejó llevar hasta la carpa donde se apresuraron a atenderla detrás de biombos. Escuchó las voces de las chicas al otro lado, y luego el anuncio de que el último de los competidores también habían regresado. Desde detrás del biombo, la francesa habló. -Heh.- Dijo, su voz sonaba alegre aunque adolorida. -Cgeo que mi dgagón no se paguecía al su vegsión miniatuga.- Dijo con una risita, antes de morderse la lengua para no jadear de dolor.

-Estagué bien, en un minuto estoy con ustedes.- Les dijo, para que no se preocuparan demasiado.

Hiro entró en la carpa sosteniendo el huevo en ambas manos y con la emoción reflejada en los ojos. Era la primera vez que las chicas veían emoción en el rostro del chico. Por lo demás, estaba impecable, ni un rasguño. Ni siquiera se había manchado el traje. Vio que tanto Visna como Lorelei habían conseguido sus huevos sin mayores problemas, pero que Amelie había tenido problemas consiguiéndolo.

Ha sido increíble. Confesó, tratando de recomponerse. Me alegro de que hayáis conseguido todas el huevo, no esperaba menos de mis rivales.

Miró en dirección a donde Amelie estaba siendo atendida y torció el gesto. La próxima prueba lo harás mejor. Dijo simplemente. No quería que sintiese que estaba decepcionado, al fin y al cabo, el triunfo del ganador sería tan grande como el nivel de sus rivales.

¿Puedo preguntar la estrategia que seguisteis? Preguntó, aunque entendía que no quisieran desvelar su as en la manga.

La directora de Beauxbatons ingresa a la Tienda como alma que la lleva el viento, dispuesta a encontrarse con su alumna y claramente tratarla ella misma. 

—Me haré cargo de Amelie, no necesito que la ayuden ustedes—dice la mujer en un tono despectivo. 

Y sin dudarlo siquiera echa a las medimagas con un gesto serio y una actitud que podría dar incluso miedo, reflejando esa autoridad y sobreprotección con los suyos. Una vez aparta a todos, Celine queda en el pequeño apartado con Amelie mientras los demás quedan del otro lado del biombo. 

Un silencio inunda en la sala y al parecer la mujer ha echado a la periodista, así que tienen un pequeño rato de conversación hasta que venga Peter Hamilton y les dé el permiso para regresar a la normalidad dentro del colegio, recibir el apremio de sus compañeros y como no, celebrar. 

—Mi niña, cuánta insolencia tienen en Inglaterra—comenta indignada—. ¿Cómo estás?

En medio de su comentario, con un gesto te pide permiso y comienza a revisar la herida que tienes en el torso. Sin dudarlo se toma su tiempo para ser ella la que te cura, sin utilizar magia ya que pocos saben la gran Alquimista que se esconde detrás de su glamour y elegancia. Rápidamente busca en su bolso uno más pequeño que contiene una cantidad considerable de pócimas en frascos de tamaño insignificante, con sus manos mientras desvía la mirada hacia ti y hacia lo que está haciendo, encuentra el indicado. 

—Ninguna alumna de mi Colegio se verá arruinada por un dragón, nosotras no ostentamos heridas de guerra, las sanamos y mantenemos la grandeza—explica—. Ahora tomas esto al completo y veras como te recuperas en cuestión de minutos. No necesitas más que esto y un conjuro para arreglar la ropa...

Tras decir aquello te ofrece la poción con sumo cuidado, esperando a que bebas la totalidad del contenido y cuando lo haces sientes un intenso aroma a rosas, más la sensación de que ese líquido te recorre entera hasta ubicarse en la herida. El efecto es inmediato, tanto que cuando quieres acordar estás perfectamente curada. Y mientras aquella muestra de grandeza en el mundo de la alquimia se refleja, conjura un reparo en tu ropa para que el uniforme quede intacto. 

—Ya está, luces genial. Felicitaciones Amelie.